Episodio 6
El cambio es como el amanecer
-Fue hace mucho tiempo -habló Hiccup en voz baja comenzando así su relato, los fuertes y a la vez cálidos brazos de Jack lo sujetaban con dulzura por la espalda, su respiración chocaba con delicadeza contra los oídos del castaño -Poco antes de que la guerra se asentara en mi pueblo.
Un ligero temblor comenzó a crecer desde las entrañas de Hiccup siendo obviamente notadas por el albino quien sólo atinó a abrazar con mas fuerza el cuerpo del menor.
-Tranquilo, yo estoy aquí -alentó con voz suave a su oído, dicha acción logro el efecto deseado, haciendo que el involuntario temblor cesara. El menor colocó sus manos sobre las que estaban en su vientre sujetándolas con fuerza y siguió hablando.
-La guerra no sólo atacó a este distrito sino a muchos otros, y no sólo aquí; en muchos países se hizo presente el caos y la destrucción -agregó -En algunos, sólo fue algo pasajero pero en algunas ciudades, se creó el mismo infierno.
Su voz se fue cortando a medida que continuaba el relato, hizo una breve pausa mientras inhalaba unas cuantas bocanadas de aire y prosiguió –No quiero entrar en detalles, realmente la mayoría de las cosas ya las he olvidado...incluso en rostro de mis padres esta borroso.
-Entonces…-habló Jack prefiriendo ya no indagar mas en el tema, no obstante, había algo que aún le inquietaba - ¿Por qué el cabello largo? - exclamó -Dijiste que tenía algo que ver con tu pasado ¿no es así?
-Así es -dio media vuelta quedando frente a Jack, sus brazos aún sujetaban el cuerpo ajeno con delicadeza -Fue un método de supervivencia...yo tenía cinco años cuando los ejércitos atacaron mi tierra, recuerdo como nos llevaron a mis padres y a mí a rastras con un arma en nuestras cabezas amenazándonos, listos para disparar en caso de que no cumpliéramos sus órdenes; nos metieron a un depósito junto a otras personas, se nos encerró en completa oscuridad; no teníamos agua ni comida. Nada. había gente en el lugar que ya había muerto...un hedor a cadáver podrido se extendía por todo el cubículo, fueron días y noches en los que no recibimos ni una migaja de comida. No recuerdo muy bien que paso en esos días, sólo que tenía mucha hambre sed y miedo pero eso no fue nada a comparación de lo que se vino después, hubiera deseado morir en ese maldito deposito. Después de una semana de estar encerrados en ese lugar, se nos llevo a un centro de concentración... -calló unos segundos mientras se acurrucaba en el pecho de Jack ocultando su rostro -Fueron días horribles los que pase ahí...me separaron de mis padres a la fuerza, a los niños nos llevaron a una sección alejada de los adultos; en ese lugar éramos azotados por mera diversión, se nos obligaba a ser tareas pesadas y demás. Muchos murieron en ese lugar otros tantos desaparecían de repente y sólo unos pocos logramos huir cinco años después.
-Para entonces solo tenias diez años ¿cierto? -cuestionó Jack mientras sujeta con mayor fuerza el cuerpo ajeno y acariciaba con dulzura la cabeza de Hiccup.
-Sí –agregó- Y aún así tuve que luchar para sobrevivir. Unos cuantos niños y yo logramos llegar a un viejo barrio alejado de los campos de concentración, nos creímos a salvo...gran error. Una noche mientras dormíamos en la intemperie, un par de sujetos se acercaron a nosotros, nos dijeron que nos darían comida y un lugar donde dormir ¡Que gran mentira! En cuanto llegamos unos hombres nos atacaron, abusaron de nosotros con malicia y brusquedad, después de eso, mataron a muchos; sólo yo y otro niño sobrevivimos –su voz se entrecortaba a medida que continuaba con su historia, pequeñas lagrimas humedecieron la camisa del albino, quien en un intento por consolarlo, lo abrazó con mayor fuerza que antes, como si sólo eso fuera capaz de alejar tanto sufrimiento y temor. Pasaron unos segundos en silencio hasta que finalmente Hiccup continuo hablando –Nos vendieron al mercado negro después de ello, imaginó que ya supondrás que pasó después ¿no es así?
-Fueron vendidos como prostitutas ¿verdad? -el menor sólo asintió con la cabeza, incontables gotas de agua salada comenzaron a resbalar por sus mejillas a medida de que hablaba. Le contó a Jack sobre los hombres con los que era obligado a acostarse, los tratos que le daban y la forma en que lo sometían, como lo regían a vestirse como mujer.
-Fueron dos años en los que tuve que vivir así...yo…yo –su hablar se vio ahogado por el llanto.
-No tienes que seguir, pequitas -interrumpió Jack mientras separaba un poco su cuerpo para ver el rostro del menor, sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar pero aun así negó con la cabeza y sonrió forzadamente.
-No, quiero terminar, quiero sacarlo todo -respondió y siguió con su relato -Por suerte una noche me colapse enfrente de todos, mi pulso era tan bajo y lento que me creyeron muerto, me tiraron al mar cuando vieron que no me movía...fue entonces cuando todo cambio –una sonrisa se formó en su rostro seguida de una mirada que veía a la lejanía –Un viejo pescador me recogió con una de sus redes y me salvó, me dio agua y comida e incluso un lugar donde dormir, después de todo lo que había vivido esa muestra de caridad fue mi paraíso. El anciano incluso me dio trabajo con su esposa vendiendo los peces que cazaba, pero para ello necesitaba permanecer en mi apariencia femenina ya que a los hombres jóvenes se les secuestraba para enviarlos a la guerra. Nunca en mi vida agradecí tanto a mi apariencia dulce e infantil como en aquella ocasión...pase tres años con ellos, los mejores tres años en mi vida, no obstante, no todo es eterno. Una tarde acompañe al anciano a pescar, la marea era fuerte, le rogué al hombre porque regresáramos a casa pero no hizo caso, entonces una tormenta cayó, perdimos el control de la nave y naufragamos. El viejo murió ese mismo día pero yo si logre llegar a tierra firme, después de pasar dos días en un trozo de madera en medio del mar, llegue a este pueblo en el anochecer del segundo día...fue entonces cuando tú me rescataste...¡gracias! -terminó de hablar dando un pequeño beso en el mentón de Jack.
-Pequitas -dijo con dulzura.
-¡Gracias, Jack, gracias! –fue lo último que proliferó antes de sucumbir en el más profundo sueño que hubiera deseado caer, con aquellos brazos que lo sujetaban con tanta ternura y el aire cálido que rozaba su oreja, inhalando la esencia ajena que curiosamente le generaba una calma inexplicable, se dejo llevó por los brazos de Morfeo mientras era cobijado por el abrazo de Jack.
Lentamente, sin ninguna prisa, se dejó hundir en aquellos brazos que lo cubrían con gentileza absoluta, proporcionándole aquel cálido y agradable sentimiento reconfortante. Pasaron unos segundos antes de que el albino también sucumbiera ante el sueño; la respiración de Jack acariciaba sutilmente el oído Hiccup; era un movimiento casi erótico pero a la vez tan castro. Poco antes de quedar completamente rendido, besó con total ternura los labios rozados de su protegido, sonrió de lado y susurró muy bajo y suave.
-Quizás soy yo quien debe agradecer –un golpeteo fuerte en su pecho lo hizo sonreír amenamente. Un latido apresurado -¿Te quedarías conmigo para siempre, pequitas?