“Guiado por el hermoso cielo abrí un poco las ventanas en vacaciones, apoyada mi mejilla sobre una mano, el viento me alcanzaba… ¿quién podrá ser el próximo a quien visite?”
Aquel muchacho de cabello color negro como la noche, observaba el amanecer por la ventana de su pequeño apartamento, otra noche más en la cual se había desvelado fumando quien sabe cuántos cigarrillos. Su mirada apacible estaba fija en aquel cielo teñido de tonos pasteles que poco a poco tomaban fuerza a medida que el sol hacía presencia sobre la ciudad de Osaka.
Una, dos, tres caladas profundas dio a aquel cigarrillo y pronto lo dio por finalizado, levantándose de aquella mesa y abandonando su pequeño “hogar” dispuesto a salir a la gran ciudad.
“Todos los días pasan rápidamente, pero tan solo hoy pasa un poco lento y aburrido, lo que cae del libro bajo mi mano son…”
Los días fríos de invierno calaban profundo en su cuerpo, haciendo que se estremeciera cada tanto. Guardó ambas manos en los bolsillos de aquella campera de cuero que tanto le gustaba y siguió su camino.
No prestaba atención al camino, no miraba a la gente, no miraba los negocios, ya nada de eso llamaba su atención.
Su vida se había vuelto una monotonía insufrible, aunque por suerte cada día pasaba en un abrir y cerrar de ojos. ¿Cuánto tiempo llevaba así, sin que nada más importara?... ¿Hacía cuánto tiempo se había alejado de L’arc-en-Ciel?...
“… las sonrisas detenidas de aquellos tiempos.”
¿Hacía cuánto tiempo no sonreía? ¿Que no veía la sonrisa de Hyde?, se cuestionó elevando la vista al cielo. Otro hermoso día de invierno.
“Los recuerdos vividos contigo reviven en esta ventana donde espero el próximo viento”
Una brisa jugó con su cabello despeinándolo ligeramente y llevándose consigo un suspiro de aquel chico. Cerró los ojos con pesadumbres y nuevamente se encontraba camino a su apartamento. No había nada que hacer allí afuera, nadie esperaba por él en ningún lugar de esa ciudad.
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“No te vayas, quiero que estés a mí lado…”
Fueron las últimas palabras que escuchó salir de su boca. Hasta ese momento, Hyde aún seguía ocupando todos los pensamientos de Sakura. Porque nunca pudo despedirse adecuadamente de él, nunca pudo decirle cuánto lo quería, nunca pudo hacerlo feliz.
Y hasta en ese último segundo que tuvieron para verse lo hizo llorar por él.
“…tu voz resuena en mi cuerpo, tanto que no puedo respirar”
Y en aquella habitación. La voz angelical de su amado resonaría en su vida por el resto de la misma, incluso aunque nunca más volviese a escucharla, no podría olvidarla. Era única, como el portador de la misma.
“¿Es que no hay final para éstas lágrimas?”
Varios amaneceres y atardeceres lo han sorprendido en medio de lamentos y sollozos, no podía evitarlo… Cada sonrisa que recordaba lo hacía feliz, especialmente cuando recordaba que aquella hermosa sonrisa dibujada en el rostro de Hyde era por su causa. Pero luego, cuando se hallaba solo en aquel apartamento, la tristeza y melancolía lo invadían… Si tan solo hubiese soportado todo aquello, ¿sería feliz?... Seguramente no, la fama de L’arc-en-Ciel no era para él.
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“Los recuerdos vividos contigo reviven… Al final de ese largo verano, tú estabas con un rostro lloroso, como un niño perdido”
Otro día transcurrido con él encerrado entre las cuatro paredes. El alcohol también se había convertido en parte de su vida diaria, fundamentalmente cuando las penas volvían para atormentarlo. Luego de terminar con la botella de bebida solía acostarse borracho, de esa forma, podría conciliar el sueño siquiera un par de horas antes de que el insomnio hiciera presencia.
El último recuerdo fugaz que tuvo antes de dormirse fue de ese día, el último en el que vio a sus amigos.
Recordó el rostro de Tetsu indignado. No le sorprendió, siempre supo que el líder reaccionaría de aquella forma cuando se enterara lo de las drogas, y tampoco lo culpaba, podría haber destruido su trabajo de tantos años por una tontería suya:
Sakura:- Lo siento, Tetsu- susurró.
Luego recordó el rostro de Ken, quien lo miraba con dolor. Pero Ken sabía todo lo que ocurría, y lo que ocurriría probablemente también. Siempre fue su mejor amigo, por eso fue el único a quien le confesó lo que hacía, y quien entendió que no podía hacer nada por Sakura, sin embargo siempre estuvo allí.
Sakura:- Gracias, Ken- sonrió con tristeza.
Por último, y el más doloroso de todos sus recuerdos… era el rostro de Hyde, que lo miraba con desesperación y lágrimas cayendo por su rostro. Parecía un niño abandonado pidiendo a gritos que no lo dejaran, pero nada pudo hacer por él. Ya todo estaba hecho y no había vuelta atrás.
“Estoy triste y quiero estar cerca abrazándote, ¿qué es este sentimiento?”
Creía en él, Sakura sabía que ese chico confiaba en él más que en nadie. También lo admiraba, Hyde muchas veces le había confesado la gran admiración que sentía por él y de igual manera, Sakura lo decepcionó. Lo vio en su expresión, pudo ver que tan destrozado se sentía Hyde al ver como se lo llevaban, y también percibió la decepción en sus ojos bañados en lágrimas. Recordar aquella mirada es su peor calvario. Esos hermosos ojos, hinchados de tanto llorar, que le suplicaban que no se fuese:
Sakura:- Perdóname Haido…- fue lo último que musitó antes de caer rendido ante el sueño.
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“Ya que no volveré a ser una molestia para ti, no te vayas de este cuarto… no me dejes solo”
Esa noche soñó. Él y Hyde estaban en esa misma habitación sentados mirándose frente a frente, y Sakura se sentía afligido. La mirada de su amado no era esa que siempre le dedicaba, aquella que desbordaba amor, admiración e inocencia… esta dolía mucho, era como un puñal que se clavaba profundo en su pecho. Esa misma que le mostró el último día.
Todo era silencio, lo único que había en ese sueño eran miradas que decían todo… incluso más dañinas que unas cuantas palabras ofensivas. El chico se levantó del asiento y lo vio una última vez con una triste sonrisa para luego echarse a llorar. Sakura lo tomó de la mano pero Hyde se soltó, sin brusquedad, dándole la espalda. “No te vayas”, pensó antes de que Hyde se retirara del cuarto, sin embargo, no se sentía con derecho a detenerlo. Él también lo había abandonado.
Antes de que Hyde se retirara del cuarto, pudo escuchar salir unas cuantas palabras de su boca…:
Hyde:- Nos vemos luego, Sakura-chan-
“Aun ahora tu voz resuena en mi cuerpo…
Aún ahora tu voz resuena…
Aún ahora…”
Y esa mañana, nuevamente pudo escuchar su voz inundar la habitación, como si Hyde estuviese a su lado.