Hoy es el primer día del año y supuestamente hay que iniciarlo con el pie derecho, me pregunto cómo esperan que lo haga cuando ni siquiera tengo la menor idea de cómo he llegado a casa. Un molesto dolor de cabeza no me deja hacer nada, por suerte en la habitación no existe algún ruido que pueda sacarme una jaqueca peor de la que traigo.
Siendo sincero tampoco sé qué hora es, lo que si me queda claro es porque estoy desnudo; siempre que duermo las prendas salen sobrando. Se me dificulta descansar sino es así. Quizás he dormido demasiado.
Ayer no fue un día tan malo a comparación del 24. Ese día un idiota me dejó colgado, no es que hubiera planeado una gran velada, nada que fuera acompañado por velas o una cena elegante; tal vez un par de copas y lo que nos trajese la noche. No estaba pidiendo nada fuera de lo normal. “Tuve una navidad asquerosa” tenía grandes razones para publicar ello. Podía agradecer a todos por su apoyo, sin embargo no lo hice. “Saldremos esta noche” y luego cancela por estar la noche entera con su familia. Estoy siendo egoísta y testarudo, pero deseaba pasar aquel día a su lado.
Sentirme molesto no era el único sentimiento que me invadía, cuando crees que puedes dar un siguiente paso es cuando las circunstancias llegan y te detienen. Te niegan hasta el mínimo detalle, y los días siguientes sucede lo mismo.
Luego de dejar la compañía nuestros encuentros se han vuelto prácticamente nulos, si nos llegamos a ver son un par de veces por trabajo. Ir y venir de aquí para allá, noches enteras de ensayos y no abandonar la sala hasta que todo se encuentre en su lugar. No es que no hayamos vueltos obsesivos con respecto al trabajo, pero queremos regresar e impresionar a todos.
—Me encuentro como un adolescente, esperando ansioso por ti.
Hace unas horas lucía tan hermoso, tan sexy con aquel traje negro y ni que decir de ese cortesito extraño que se ha hecho; no podía dejar de verle. Llegué a bromear un poco con su apariencia diciéndole que se encontraba perfecto para su boda (nuestra boda) Sin lugar a dudas estoy yéndome a los extremos, él apenas me registra.
Tampoco entiendo por qué tenemos que asistir a aquellos eventos, donde mujeres que apenas cantan se acerca a él con la excusa de pedir consejos ¿Acaso no se dan cuenta que uno se percata de sus intensiones? Siempre con aquella mirada repleta de ilusión en el momento que lo miran; pero él tiene la culpa por sonreírles así, por sonreír para ellas y no para mí.
— Es desgastante pasar mis días sin ti. Llega el momento en que no sé que esperar de mí, de la vida o incluso de mi suerte.
Cierro mis ojos y de pronto estás ahí, frente a mí… Ni siquiera puedo maldecirte a placer, ya que he sido el único culpable al fabricarme ideas sobre algo que no puede ser.
Las lágrimas parecen no detenerse incluso cuando las limpio constantemente, ello no les afecta... no se detienen. A oscuras buscó la caja de pañuelos que se encuentra en el mueble de junto ¿Qué sucede?
No tardo en ponerme de pie y al dar unos cuantos pasos me golpeo con un estúpido sofá que parece salir de la nada; lo entiendo muy bien, no estoy en mi departamento.
—… Mierda.
“Nao, tus brazos son realmente fuertes, no lo había notado”
Murai hacía lo que podía para llevarme a su auto, o al mío… No lo sé. Mi estado tuvo que haber sido tan malo para no recordar como quisiera ¿Después? Luego no sé lo que pasó… Música lenta, y una voz lejana que pedía reiteradamente que no me quedase dormido.
— ¡¿Y Nao?!
Podría asegurar que me encontraba en su departamento. Rodee la cama para encontrar el interruptor. Nuevamente lo había reafirmado, no era mi departamento, tampoco era el de Nao ¿Dónde me había metido?
— ¿Takashi, no piensas salir de la cama?
Esa voz llegó a mis oídos en el momento que se abrió la puerta y al instante se encendían las luces cegándome ligeramente. De inmediato pude respirar su perfume, era aquella fragancia que únicamente podía provenir de su cuerpo.
— Tu lengua se suelta cuando la mezclas con alcohol y ese enojo que no sabes controlar. Tienes idea de lo que hablo ¿Cierto? — Retomaba la palabra alardeando sobre algo de lo que claramente no estaba enterado.
— ¡Déjate de juegos, me está matando la cabeza!
Al instante lo tenía a mi lado cubriéndome con una de las mantas desordenas que encontró detrás de mi espalda. No podía percatarme del frío cuando él se encontraba cerca con aquella mirada deseaba tranquilizarme sin éxito alguno. Detestaba que se comportara así.
Sin preguntar me abrazó por la cintura y apoyó su mejilla en mi hombro. Cabe destacar lo estático en mi persona, al grado de no reaccionar más que para escucharle.
— También me besaste, Takashi. —Rió con disimulo, logrando hacerme sentir el ser más patético.
Por fin lo había besado y no lo recordaba, no tengo la menor idea de todo lo que pude hacer o decirle hace unas horas… Sé que no me está odiando, sino ya me hubiera hechado a golpes de su casa.
— Lo lamento, yo no quería… — Mascullé permitiendo escapar aquel hilo de voz que pronto quebraría.
— … Vamos, Taka. Deja de mentir, más cuando yo también te amo, idiota.
Me quedó claro que no mentía puesto que no tardó en besar mis labios, no como lo imaginé miles de veces. Era un completo principiante, mejor dicho, lo éramos. Fue un beso algo torpe al inicio, después todo cambió.
Añadiré algo más. Mi año ha iniciado como siempre lo esperé.