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The fox & the crow por Yae

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XI.- “No te acerques demasiado…”

 

 

 

 

 

Sus dedos quedaron flexionados sobre la perilla de la puerta, estáticos en tanto Naruto se debatía entre abrir la puerta o salir huyendo de su propia casa y desaparecer hasta sentir su miedo desaparecer o el regreso de su cinismo para poder enfrentar sus acciones.

Resultaría mas fácil pretender que no importa.

Si tan solo no le importase, mordisqueando el interior de sus labios entró al lugar, sus párpados se cerraron inconscientes en cuanto lo hizo, el absoluto silencio fue el responsable de que abriese los ojos uno por uno.

Itachi aun dormía.

Los labios de Naruto dibujaron una mueca de ligero alivio, sigiloso como podía se acercó para confirmar el estado de letargo del pelinegro, dejando los panecillos y el ungüento sobre el buró se inclinó hasta poder arrastrarse a gatas hasta poder percibir la pausada respiración del otro, como de los labios abiertos milésimas el vaho se escabullía, las negras cejas algo arrugadas le sugerían que tal vez sus sueños no eran muy confortables.

— ¿Me darás la oportunidad? — preguntó en un ligero murmullo paseando sus dedos por las mejillas de Itachi hasta llegar a sus labios delineándolos con parsimonia. El bullicio mental que Naruto experimentaba estaba sugiriéndole pedir perdón maniáticamente cuando el de cabellos negros despertase, inventar una excusa creíble y pedir clemencia al desinteresado afecto que este le había obsequiado. Entonces, ¿porque nombraste a Shisui? Aquel simple nombre pronunciado por Itachi en aquel momento tan íntimo que compartían había ocasionado su irracional proceder, pese a haber utilizado aquellas pastillas quería creer que de algún modo ambos deseaban eso, traspasar la barrera de lo inocuo para refugiarse en la sensación de pertenencia mutua.

Porque después de ello Naruto sentía necesitar a Itachi a su lado.

Ya no deseaba estar inmerso en su autoproclamada soledad.

Los minutos continuaron consumiéndose en tanto permanecía sentado al lado del pelinegro quien no daba signos de despertar pronto, para mitigar la ansiedad se había enfrascado en la lectura del libro que hace poco el otro leyese, perezosos sus dedos volteaban las páginas  tratando de entender el significado de las curiosas historias impresas.

Con la bestia dentro… no podremos escondernos.

La fatalista frase final para una de tantas leyendas le hizo suspirar, aun se rehusaba al creer del todo que fantasmas estuviesen acosándolos sin nada mejor que hacer, atribuir todo a alucinaciones colectivas incluso se oía más viable. Un bostezo agotado emergió de sus labios, el ver a Itachi aun dormido le hizo tentadora la idea de recostarse a su lado para conciliar el sueño y para cuando quiso llevar a cabo sus placenteros planes los ligeros movimientos del otro le alertaron.

— Itachi… — farfulló inclinándose hacia el pelinegro.

Le veía revolverse entre las sábanas algo más inquieto, las cejas se fruncieron con claridad y los labios parecían seguir el mismo ejemplo augurando un incómodo despertar.

— Itachi… — volvió a llamarle un poco más alto acariciándole los oscuros cabellos con cuidado buscando mitigar de algún modo la desagradable  sensación que estuviese acechándole.

Entonces los oscuros ojos aparecieron tras esos párpados claramente desconcertados, las imperceptibles pupilas en el escenario negro se movieron reconociendo su entorno.

— ¿Cómo te sientes? — el tono que Naruto uso al preguntar fue demasiado ahogado, carraspeó un poco pasando saliva con dificultad, las caricias que repartía a la oscura cabellera cesaron, — dormiste unas cuantas horas, si quieres…

Su respiración se detuvo varios segundos al percatarse de que Itachi dejaba de mirarle para descifrar su ubicación.

El sonido de la puerta principal al abrirse estrepitosa le hizo sobresaltar.

 

— ¡Naru-chan!

En evidente estado oyó la voz de su madre escandalosa como si estuviese chocando contra las paredes.

— ¿Estas en casa?

La mujer siguió hablando y la idea de ignorarla se evaporó en cuanto percibió los pasos torpes de esta acercarse a su habitación.

Maldición.

Mascullando entre dientes se puso a pie a prisas al oírla más cerca golpeando la puerta segundos después.

— ¡Naru-chan!

Nuevamente irritado abrió la puerta antes de que ella lo hiciese, — ¡ve a dormir de una vez!

— ¿Eh? ¿Por qué? Si acabo de llegar… ¡hip! — Tambaleándose la pelirroja se asomó a la habitación — ¿Trajiste a una chica? ¡Hip! — curiosa quiso entrar para conocer a quien no identificó como Hinata durmiendo en el futón de su hijo después de lo evidente.

— ¡No te importa! — gritó sobresaltando a su madre sacándola casi a prisas, salió también de la habitación cerrando la puerta al hacerlo.

 

Itachi apenas se había movido para evitar que la madre de Naruto le viese con claridad, en cuanto el ligero pánico se mitigó su cerebro le hizo por completo consiente de la situación, lo primero en asaltarlo fue un dolor de cabeza fatal, inmediatamente después pinchazos de dolor en varias zonas del cuerpo fueron el recordatorio de lo que no fue un mal sueño, ni mucho menos una pesadilla, rememoraba besos agresivos y caricias maliciosas. Con verdadero esfuerzo fue incorporándose presionando los dientes ante la exagerada energía que aquella acción le pedía, sus negros ojos entonces se pasearon por su propio cuerpo hallándolo moteado en varias zonas, no estaba seguro de que solo el trato de Naruto fuese responsable de sentirse tan apaleado.

Como si estuviese oxidado sus extremidades tardaron demasiado en obedecerle para intentar ponerle de pie, ante su inútil intento resopló aguardando unos segundos antes de probar de nuevo. Una azarosa sensación le recorría entero clavándose profundo en su pecho al tan solo recordar el constrictor egoísmo que Naruto había demostrado, incluso en medio de la inaceptable situación Itachi se había forzado a sí mismo a corresponder de algún modo, tratando de aliviar la culpa que se le hizo evidente en los zafiros del rubio en esos instantes.

Inútil esfuerzo había aplicado al recibir tan poco afectuoso trato, no es que esperase demasiado, tan solo imaginaba que Naruto olvidase momentáneamente su ilógico rencor, pero en cambio este parecía haberse empeñado en maltratarlo con agresiones y acusaciones que aún no comprendía del todo.

Los dedos de su mano derecha palparon su labio magullado, allí la poquísima sangre que iba coagulándose evidenciaba el desenlace funesto de aquella corrosiva experiencia, como todo se resumió en reclamos estúpidos y acciones ponzoñosas.

Ya no deseaba más.

Ya no quería darle más a Naruto.

Lo que le hubo entregado hasta ese momento fue llenado de arañazos y flagelos.

La puerta se abrió ruidosa sacándolo de sus cavilaciones, no tardó en divisar los blondos cabellos propiedad de la persona a quien se apresuró a querer.

— Itachi… — Naruto inspiró hondo al ver ahora los negros ojos fijos en su persona, como la silueta del aludido se hallaba envuelta entre las sábanas — ¿Cómo te sientes? — volvió a interrogar acercándose unos pasos hasta sentir el pequeño sobresalto en el otro.

— Mi ropa — pidió en un tono demasiado neutral.

— A… si… — balbuceó consternado congelado en su lugar — la deje por aquí — la expresión en Itachi era excesivamente indiferente, pese a ello le resultaba encantador con el cabello suelto y algo enmarañado cayendo entre sus hombros, gran parte de la blanca piel expuesta pese a las manchas moradas que ahora la decoraban.

— Mi ropa — repitió ligeramente más irritado.

Naruto asintió girándose para buscar las prendas que había colocado sobre alguno de los muebles, luego de hallarla la dejó a los pies del pelinegro quedándose en el piso sentado con las rodillas flexionadas. — Lo siento… — murmuró bajito sin atreverse a mirarlo — no quería que las cosas fuesen de esta manera.

Itachi extendió su brazo derecho para alcanzar su vestimenta pero de inmediato su muñeca fue retenida por la mano de Naruto quien le impedía retroceder.

— En verdad no quería… — de repente hablar le estaba costando demasiado — pero cuando te vi salir de casa de Kakashi… — se mordió la lengua antes de continuar. Mortificada su mirada se elevó para alcanzar los oscuros ojos que le veían acusadores, entonces la fuerza de su agarre cedió permitiendo que Itachi se zafara brusco.

Dificultoso se irguió cubriéndose con las sábanas, sus ojos entonces viraron para hallar el vaso de cristal que reposaba sobre el buró, dentro se apreciaba aun los insignificantes restos de lo que Naruto haya usado para lograr coaccionarlo.

— Por eso me drogaste… — afirmó sin estar seguro del todo de haber usado la palabra correcta.

— ¡No! — negó de inmediato intentando levantarse también.

— ¡Lo hiciste!

Naruto quedó perplejo al oírle gritar por primera vez, pero más que los indignados ojos negros que le amenazaban claramente fue la acción inesperada de Itachi la que lo asustó. El pelinegro había sujetado el vaso de cristal para arrojárselo sin vacilación llegando este a impactar contra la pared más próxima, estallando de inmediato los filosos fragmentos se dispersaron llegando un par a rozarle la mejilla rasgándola, no se atrevió a moverse al no poder saber si Itachi había fallado de manera intencional.

Tenía la mandíbula tensa y un esporádico temblor le asaltaba presuroso, su respiración entonces fue precipitándose, retrocedió un par de pasos chocando contra el muro a su espalda cuando el repentino vértigo le hizo casi doblarse a la par que el agudo dolor en su vientre bajo amenazara con mandarle de bruces.

Al ver la expresión marchita en Itachi se obligó a acercarse para intentar contenerle antes de que las piernas de este fallaran como su intuición le sugería, pero previo si quiera a poder rozarle el pelinegro ya sujetaba en manos lo primero a su alcance para alejarle. Sus tembleques dedos aferraban la diminuta lámpara que hace nada descansaba sobre el buró.

Naruto le veía exhalar ruidoso más sin embargo no se atrevió a tocarlo, — lo siento — dijo sincero encogido en hombros demasiado cerca del mayor. — ¿Hay algo que pueda hacer para que me disculpes? — vacilantes sus zarcos ojos volvieron a elevarse para interrogar.

¿Puedo aspirar a ser perdonado?

Las aflicciones físicas iban acentuándose en tanto permanecía de pie, estaba temblando eso ya era más que evidente y no podía hacer mucho para intentar mantenerse impasible. Veía el azul en los ojos de Naruto más brillante, como las luces de la habitación los llenaban de diminutos destellos en donde el atisbo de culpa se dibujaba veraz, veía esa luz demasiado brillante como si tentase a atraparlo dentro para no dejarlo ir. Sus algo resecos labios se entreabrieron…

Ya no podía seguir viéndolo.

— No.

 

Entonces, ¿es así como se siente?

Los siguientes segundos fueron casi eternos para Naruto, la respuesta lacónica del pelinegro había conseguido desbaratarlo haciéndole entender que tal vez se merecía tener aquella insulsa vida, que no podría cambiar en lo que se había convertido, se supo engrandecido al haber conseguido el afecto de Itachi tan sencillamente y ahora corría el riesgo de quedarse sin nada de lo que ahora ansiaba.

No quería decepcionarte.

Asintió pasado un par de minutos para retroceder lo suficiente para que Itachi pudiese recoger su ropa sin problemas.

Un suspiró pesado emergió de los labios del pelilargo dejando la lámpara en su lugar, a pasos torpes fue por sus pertenencias para vestirse con la mayor indiferencia posible, sus músculos se resentían entumidos y eso dificultaba sus acciones, pero pese a ello intentaba darse prisa. No quería seguir viendo a Naruto de pie en un rincón con la mirada apagada que ahora le dedicaba, de seguir haciéndolo temía volver a precipitarse.

— ¿Por qué nombraste a Shisui?

Detuvo su labor al oír la pregunta que el rubio le hacía, la expresión compungida y el tono apesadumbrado le hicieron dudar, creía no haber pronunciado ese nombre tan solo pensarlo cuando la imagen de su primo le alcanzó a través de la ventana. Sus oscuros ojos viajaron de inmediato a la claraboya que anunciaba la nublosa noche.

De inmediato los zarcos irises de Naruto le siguieron en su recorrido hacia el cristal, — ¿lo viste?

Sin responder terminó de vestirse para dirigirse a la salida casi a tientas, el dolor latente en su espina y abdomen le dificultaban los pasos, de igual modo las extremidades agarrotadas no le facilitaban tan sencilla labor como lo era el caminar.

— Itachi… — le llamó indeciso de si retenerle hasta escuchar su respuesta o dejarle marchar.

— Adiós Naruto — apenas pronunció antes de salir de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

Una vez abandonado, solo atinó a deslizarse para quedar sentado en el piso, algunos gimoteos lograron escapar de sus labios mientras luchaba por detener las gotas saladas que intentaban precipitarse de sus azules ojos.

No me dejes solo aquí, es demasiado oscuro.

 

 

 

 

 

 

No tenía idea del tiempo transcurrido pero tampoco le importaba, caminaba con torpeza como si sus articulaciones fuesen a quedarse rígidas en cualquier momento. Deseaba llegar a su casa lo antes posible y con algo de suerte descansar con la ilusión de olvidar al menos los momentos más amargos de ese día.

Agotado llegó entrando con cautela a su supuesto hogar, las luces de la sala se hallaban encendidas así que no tardó en ver a su progenitor sentado en el kotatsu con un libro en manos, un ligerísimo alivio le recorrió al no verle bebiendo.

— Llegas tarde de nuevo — la autoritaria voz le detuvo en el umbral.

— Lo sé. — No deseaba oír más reclamos, estaba demasiado destrozado en esos momentos para soportar palabras mordaces y fingirse inmune a ellas.

Apoyándose en las muletas el adulto se acercó al notar la precaria apariencia de su hijo, tenía planeado regañarle, tal vez incluso gritarle por el inadecuado comportamiento que estaba demostrando últimamente, más concretamente desde que vio a ese tal Uzumaki cerca de su hijo. Mientras iba acercándose y al apreciarle tan arruinado sus intenciones fueron mermándose; la mirada macilenta, los labios lesionados, los esporádicos temblores que le asaltaban y las marcas de moretones en las zonas visibles de la piel terminaron por hacerle desistir.

— Ve a dormir — pese a ser una orden su voz emergió escasamente afable.

E Itachi agradeció enormemente el gesto, susurrando un “buenas noches” se retiró buscando el escaso refugio que las paredes de su habitación podían brindarle, sin encender ni una luz se escabulló entre las cobijas de su futón deseándose despertar amnésico para que las acciones de Naruto nunca más volviesen a afectarle, para que todo afecto se evaporara sin dejar rastro y así ya no lamentarse por la situación que ahora lo laceraba, entre gimoteos apagados cerró los ojos ansiando abandonarse hasta el amanecer.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando se vio en el espejo pudo apreciar claramente las ojeras consecuencia de casi no haber dormido, los diminutos cortes en su mejilla un poco más arriba de sus curiosas marcas, suspiró para espabilarse con el agua del lavabo, casi durante toda la noche fustigó a sus neuronas tratando de descifrar si el silencio de Itachi explicaba que este hubiese pronunciado el nombre de Shisui en aquel momento por haberle visto realmente…

Un fantasma.

Un espejismo.

Tomó la toalla a un lado para secarse tratando de recordar nuevamente el momento en que todo se estropeó, el cuerpo cálido del otro, los hipnóticos gemidos…

Sacudiendo la cabeza de un lado a otro retomó la tarea de su arreglo personal.

Tal vez el día de hoy podría hablar con más calma con Itachi, quizá el pelinegro esta vez escucharía sus excusas, no debía darse por vencido con tanta facilidad, de hacerlo demostraría ser igual que su madre, no iba a dejarse a morir de amor tan simplemente.

Con pasos largos salió de su casa topándose con el nubloso cielo que últimamente se había convertido en algo habitual y que las personas aceptaban con una exasperante pasividad, como si ni siquiera les importase que el sol ya no volviese a aparecer envueltos en tan grises y espesas nubes.

Como nunca en la vida aquel día llegó temprano a clases, honestamente ya no recordaba cuantos días había faltado pero eso le tenía sin mucho cuidado, no es que la vieja edificación colaborase con mantener su interés latente.

Pero pese a su ligera esperanza.

Itachi no asistió ese día

Y nuevamente el remordimiento le hizo presa, la molesta sensación de estar en el lugar equivocado casi le hizo abandonar el salón de clases en varias ocasiones, ni la mirada poco sutil que Kakashi le dedicaba fugaz le importaba.

 

— Naruto-kun.

Solo cuando Hinata se acercó en el descanso se percató de este, la muchacha le sonreía con las mejillas coloradas.

— Creí que estabas enferma — inspiró evidentemente desanimado.

— Solo un poco de fiebre — algo emocionada se acercó más sentándose en la silla de al lado — en esta… ya sabes que cuando llueve demasiado algunos enferman — agregó.

El rubio asintió sin moverse, esperaba que las clases concluyeran cuanto antes para poder buscar al pelinegro en su trabajo y… pedir disculpas de nuevo.

Ella se mordió los labios al recibir tan poca atención, ya había  formulado un par de preguntas a las cuales Naruto no parecía haber escuchado, prefirió mantenerse en silencio entonces para al menos así hacerle compañía a la entristecida persona a su lado.

 

En cuanto la campana anunciando la salida sonó recogió los pocos libros que llevaba para salir a prisas del lugar, si se apresuraba podría quizá interceptar a Itachi antes de que fuese a trabajar, decidido a buscarle en su casa caminaba apresurado a la salida.

— Naruto.

La exasperante voz de Kakashi le detuvo, frunciendo el ceño se acercó al adulto que le llamaba a dirección.

— Llevas bastante prisa.

— Creo que es obvio — escupió sus palabras enfadado, todo lo que tenía con Itachi se vio frustrado por culpa del adulto que ahora le miraba curioso y los ánimos de Naruto no estaban en el mejor momento como para evitar reclamarle si este no lo dejaba marcharse pronto.

— Solo quería preguntarte por Itachi, ¿sabes por qué no asintió? — el de cabellos plateados se cruzó de brazos recargándose en la pared.

— ¿En verdad cree que lo sé? — respondió con otra pregunta en tonó ácido.

— Supuse que no — negó suavemente — pero no perdía nada por preguntar.

Los ojos azules se afilaron acentuando su expresión de enfado, sus manos formaron peligrosos puños a sus lados, seria buen momento para aclarar todo con su profesor, gritarle que Itachi y él ya se habían intimado y exigirle que se mantuviese apartado.

Pero aunque se muriese por gritarle un montón de cosas, de ese modo todos se enterarían y estaba seguro de que eso les ocasionaría problemas a ambos, inspiró hondo escarbando desesperado en los restos de su paciencia para no hacer más estupideces.

— Si no tienes más preguntas, ya debo irme — anunció antes de girarse y continuar con su camino.

El adulto se mantuvo observando como el rubio se alejaba, sopesando en las palabras y expresiones que Naruto había expuesto sus conclusiones lo indicaban responsable de la ausencia del pelinegro pero lo mejor era confirmarlo de primera mano.

 

 

Naruto desvió su camino en dirección de casa de Itachi para dirigirse a las afueras del pueblo, concretamente hacia el caudaloso rio que iba creciendo a sus anchas con las continuas lluvias, volvía a sentirse más que enfadado y no deseaba presentarse así a casa del pelinegro para estropear aún más las cosas.

En su recorrido fue pateando cuanta piedrecilla se topase en su camino, casi podía palpar su frustración como si esta bullera de manera peligrosa, nunca se tomó la molestia de pensar de manera consiente en las consecuencias que podrían resultar de sus acciones.

Viviendo cínicamente creyéndose el único desdichado, gritando y pataleando contra quien quisiese mostrarle algo de compasión… pero en esos momentos por primera vez estaba pensando en el sufrimiento de alguien más y como si de sinergia se tratase recordó a su madre… en lo mucho que ella también debió llorar y padecer la muerte de Minato, ahogándose en su melancolía hasta ya no querer nada más.

Y por un instante quiso pedirle perdón a ella.

Con su pesada conciencia decidió descansar algunos instantes, apreciando ese rio quedó sentado al borde de la pendiente con las manos enterradas entre el pasto y barro.

Si Itachi solo vive con su padre, ¿dónde está el resto de su familia?

Se preguntaba curioso suspirando en silencio, consideraba que seguramente estarían muertos, no creía que viviesen separados de lo contrario el pelinegro conservaría una fotografía más actual que la que vio… el frío viento de algún modo lo confortaba, aquel aire refrescante inundaba sus fosas nasales relajándolo poco a poco, permitiéndole renovar parte de su determinación.

El suave sonido del agua corriendo fue como un placebo amortiguando sus auto-reclamos, nunca fue una víctima, más por el contrario ahora sentía haberse convertido en el victimador y aunque aún se sintiese hervir de celos por lo que más parecía el recuerdo a un muerto no podría pedir una explicación a Itachi con respecto a Shisui.

Tal vez los rumores eran ciertos.

Quizá en algún momento algo sucedió entre ambos Uchihas, algo demasiado importante.

Se mordió la lengua y sacudió el rostro para dejar la paranoia de lado, que fácil se le daba buscar más problemas donde ya habían suficientes, se irguió bostezando un poco sintiéndose mareado nada más al hacerlo. El insistente pitido que se colaba en su oído derecho le provocaron la perdida de equilibrio momentánea, ocasionando que al intentar caminar cayera de rodillas evitando por centímetros el fondo del desfiladero, cerró los ojos queriendo recomponerse.

Sus pupilas se entornaron segundos después, se oyó suspirar cansado, no haber dormido al parecer le estaba pasando factura pero en cuanto intentó ponerse de pie nuevamente pudo ver cientos de gusanos blancos retorcerse sobre la hierba trepando por sus piernas y brazos hormigueando en su piel intentando incrustarse en esta, mordisqueándola y rasgándola tan solo al rozarla dejando senderos de piel cortada por donde su sangre iba filtrándose.

Sus ojos se abrieron desmesurados ante la grotesca escena y un grito aterrado brotó de su garganta al ver claramente como una de esas alimañas se introducía en su brazo ampollando bajo su piel, con desespero se puso de pie entre arcadas buscando alejarse lo más que podía. Agitado apenas si pudo apartarse unos metros antes de devolver el almuerzo que hace poco había comido, respiraba exageradamente  sudando de un momento a otro.

De inmediato buscó la fisura en su brazo donde el diminuto animal se había introducido, consternado se comprobó intacto, sin ninguna lesión ni mancha de sangre sobre la piel, ninguna fisura ni mucho menos se presentaba sobre su dermis.

Dudoso se acercó de nuevo al lugar donde hace poco estaba sentado, allí tampoco pudo evidenciar la presencia de ninguno de los cientos de gusanos que se retorcieron sobre él, como si todo hubiese sido una mera alucinación, el sudor helado resbalaba desde su frente sin estar seguro de a quien culpar por tan espeluznante aparición.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde que despertó un agotamiento general no parecía querer dejarle en paz, se sentía afiebrado y más que cansado, la misma molesta sensación que tuvo antes de pescar un simple resfriado.

Su padre no había preguntado nada, ni siquiera la razón por la que no fue a clases ese día, como si no estuviese allí su progenitor a penas si le dedicaba unas pocas palabras, las suficientes para recordarle que debía preparar el desayuno y la comida. Luego del almuerzo una cómoda somnolencia le persuadió para tomar una pequeña siesta, el dolor en su espina era el más latente en esos momentos, todo lo demás había pasado a segundo plano.

Entre parpadeo y parpadeo recordaba a Naruto con molesta frecuencia hasta el punto del hartazgo así que antes de quedarse dormido con esa imagen prefirió levantarse para ir a su trabajo.

Aquel día no llovió, lo único fuera de lugar fue enterarse del estado de salud de la amable anciana que le daba el día libre de vez en cuando, el esposo de la mujer le había informado que era un simple catarro, por lo que Itachi ya no preguntó más, solo esperaba que se recuperase pronto. Debido al golpe que lucía en el labio tuvo que abstenerse de atender a los clientes dedicándose a la engorrosa labor de quitar las escamas al pescado.

Curiosamente su jefe no hizo ningún comentario con respecto a su maltrecha apariencia.

Y para cuando ya debía regresar a casa el anciano le habló.

— En unos días mi esposa y yo iremos a Tokio por unos asuntos, no estoy seguro de si nos instalaremos definitivamente allá pero es lo más probable.

Algo sorprendido por la noticia solo atinó a asentir, la severa expresión en el rugoso rostro no vaticinaba nada bueno con respecto al pequeño negocio.

Seguramente cerrarían el local.

 

 

 

 

Tendría que buscar otro empleo, analizando sus opciones retornaba a su casa cuando empezaba a anochecer, desde hace algunos años que las personas del pueblo las que antaño lo elogiaban y admiraban, ahora lo miraban con recelo y desconfianza. Precisamente poco antes de que Shisui muriese todo había cambiado, cada vez que recordaba los desafortunados eventos un hervidero de malos pensamientos se formaban en su cabeza.

Pesados recuerdos que no había compartido con nadie, demasiados malos ratos pasados se escondían en sus memorias, pero los más lozanos involucraban a su primo.

Era un alivio jamás haberle dicho nada relevante sobre eso a Naruto.

Detuvo su andar al haber recordado tontamente al rubio, inútilmente durante el día estuvo intentando alejarlo de sus pensamientos y sin darse cuenta ya estaba a unos pasos de su casa.

Sentado en el pórtico de esta Naruto le esperaba con la mirada pérdida entre las grises nubes que insistían el cubrir el cielo nocturno, para cuando los zarcos ojos se percataron de su presencia claramente pudo apreciar la fatiga en su rostro.

— Estaba… esperándote — resopló sonriendo escasamente al ver al pelinegro al fin.

Itachi se mantuvo a distancia sin intenciones de remediarlo, el sentimiento de ya no desear verle se mantenía latente y hubiese pasado de largo ignorándolo de no haber notado de soslayo como la figura de Kakashi se iba acercando llevando en manos la bufanda y el paraguas que se había dejado en casa del profesor el día de ayer.

 

 

 

 

*****

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Creo que esta vez sí tarde una semana en actualizar (:D) debo aprovechar mi tiempo libre, que no es mucho pero algo es algo.

Bueno que puedo decir de este capítulo, no, Itachi no es tan benevolente como parece y Naruto no es tan malo como aparenta.

Se supone que debía decir algo, pero para variar no lo recuerdo.

Gracias por las lecturas y los comentarios que me animan, quejas dudas y sugerencias son bienvenidas. Nos leemos en el siguiente si este capítulo les ha resultado interesante. Saludos y cuídense. 

 

Yae.


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