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The fox & the crow por Yae

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X.- “En mi corazón”

 

 

 

Como hace tiempo no lo hacía se puso a ordenar su habitación, recogió la ropa tirada por el piso, la basura que lo deslucía, se tomó el tiempo de prepararlo todo con esmero.

Su madre no se encontraba, seguramente no regresaría hasta muy entrada la noche por lo que tenía tiempo de sobra para llevar a cabo su precipitado plan de innecesaria venganza.

Suspiró.

Deseaba terminar con todo aquello, pero algo muy dentro de él parecía gritarle, intentando detenerlo antes de que pudiese arrepentirse.

Se rió de sí mismo al complicarse tanto con algo que aparentemente no merecía esa importancia, solo debía concluir con lo que había previsto desde que Itachi le empezó a resultar atractivo, pero no se trataba solo de su físico, ciertamente al tratarle más se daba cuenta de había algo en él que le hacía sentir ilusionado… y era esa misma sensación la que le advertía no seguir con aquel ridículo.

¿Y entonces?

Resopló apoyándose contra la pared, era innegable que desagradables celos lo habían asaltado en cuanto vio al pelinegro salir de la casa de su maestro, tan solo con esa imagen las escasas palabras de Hinata ya consiguieron que imaginase lo peor. ¿Por qué razón entonces no le reclamó en aquel momento? ¿Por qué no fue a gritarle en la cara la supuesta traición?

No lo sabía.

Dijo que me quería.

Se mordió los labios deslizándose hasta quedar sentado en el piso, bajó la mirada y se encogió abrazándose las rodillas, sollozó escaso al no poder entender ni siquiera su propio sentir, ya comenzaba a dolerle la cabeza al pensar tanto en lo que se supone debía hacer.

En cuanto oyó suaves toques en la puerta principal se puso de pie, con rapidez pasó el dorso de su mano por sus ojos, limpiando cualquier señal que pudiese delatarlo, a pasos lentos se dirigió a abrir.

— Siento el retraso.

— No te preocupes — ver la suave sonrisa de Itachi en cuanto abrió le hizo suspirar — estaba… ordenando un poco — dio media vuelta entrando.

— Con permiso — el pelinegro ingresó detrás del otro — creí que iríamos a la antigua constructora — siguió a Naruto hasta la habitación de este.

— Si… pero antes quería mostrarte algo — inspiró cerrando la puerta — lo halle al ordenar mis cosas — si mirar al de cabellos largos fue hacia uno de sus muebles para sacar un libro — creo que era de mi padre… no lo recuerdo.

Itachi ojeó el libro en cuanto se lo entregaron, la gastada portada y las algo amarillas hojas indicaban la antigüedad de la impresión, — es un relato sobre algunas leyendas — afirmó echando un breve vistazo. Pero Naruto ni siquiera le miraba, el rubio se había quedado de pie a una exagerada distancia, — ¿te sucede algo?

Resopló de nuevo negando.

— Naruto…

—  Iré por algo de beber, revisa el libro en tanto… creo que habla de fantasmas o algo así — se rascó la nuca para salir de la habitación.

Nervioso se apresuró a la cocina inspirando hondo una vez que estuvo allí, se apoyó sobre el mesón suspirando repetidas veces, casi a tientas buscó un par de vasos de cristal limpios, hurgó entre las gavetas y la pequeña hielera hallando una botella de gaseosa.

Pero antes de verter el líquido se detuvo, suspiró…

Debería ser más sencillo.

Del bolsillo del pantalón que vestía sacó un ovillo de papel, abriéndolo se podía apreciar un polvo blancuzco, resultado de machacar las pastillas y aun algo dudoso depositó el polvo en el fondo de uno de los vasos antes de llenarlos con la gaseosa, se mordió los labios sintiéndose asustado… consiente de sus intenciones.

 

 

 

Itachi se había sentado sobre el futón ojeando el libro, no le parecía demasiado interesante, era como una recopilación de algunas leyendas antiguas de Japón; como los Funayūrei o los Onryō(*), fantasmas que no logran hallar descanso debido a las circunstancias en las que perecieron.

Resopló algo aburrido, Naruto estaba tardando demasiado en ir “por algo de beber”, el rubio parecía estar acongojado por algo y eso le preocupaba.

— ¿Ya leíste el libro? — el de ojos zarcos entró sujetando dos vasos ofreciéndole de inmediato uno al pelinegro.

— No, solo llevo unas hojas — sonrió agradeciendo la bebida dándole un pequeño sorbo — ¿piensas que algo de allí podría explicar lo que estamos viendo?

— No lo sé… también podríamos preguntarle a alguien, pero no se me ocurre a nadie — habló sentándose al lado del pelilargo dándole grandes sorbos a su bebida.

— Sigo pensando que podría ser solo nuestra imaginación — Itachi le dio otro sorbo al líquido ante la atenta mirada del otro — es demasiado fantasioso pensar en espíritus o algo así… — calló al ver los ojos azules fijos en él. — ¿En verdad no te sucede nada?

Naruto se mordió el labio inferior desviando la mirada hacia el frente negando varias veces de paso, — no, solo estaba pensando. En ti y en mi…

La sonrisa de Itachi se dibujó con ternura al ver el ligero puchero en el rubio con los mofletes inflados.

— No quiero que me engañes Itachi — musitó quedito — se supone que estamos saliendo… — prosiguió en tono más bajo — no puedes verte con nadie más. — concluyó.

Las oscuras cejas se arquearon, le miraba algo confundido, había escuchado con claridad cada palabra y trataba de darles un sentido lógico y descifrando la razón por la que fueron pronunciadas. — ¿Por qué piensas que voy a engañarte?

— No lo sé… — cerró los ojos — solo… no quiero que lo hagas dattebayo.

— No lo hare — resopló aun con la sonrisa  dibujada en sus labios, de algún modo las palabras de Naruto le produjeron un agradable revoltijo en el pecho.

Maldito Itachi…

¿Por qué se oía tan sincero? Los negros ojos de Itachi le miraban como si en verdad no lo estuviese engañando, como si jamás fuese a hacerlo… pero pese a aquello no lo detuvo, dejo que se terminase el contenido del vaso.

 

 

 

Los minutos fueron pasando, oía atento como el de cabellos cenizos leía algunas partes del libro en voz alta, aquellas que consideraba podrían relacionarse con los supuestos “fantasmas” que veían, en tanto más hablaba notaba como lo hacía cada vez algo más lento, como si se estuviese cansando.

— Entonces la vi… el blanco kimono que vestía… — bostezó cubriéndose la boca unos segundos deteniendo la lectura de ese párrafo.

— Parece que estas aburriéndote — Naruto le miró atento acercándose un poco más — ¿deberíamos ir a revisar la constructora donde trabajaba mi padre?

— Creo que lloverá dentro de poco — sus ligeramente cansados ojos se desviaron a la ventana notando las oscuras nubes que cubrían el cielo.

— Tienes razón — el rubio suspiró viendo atento como las bonitas pestañas de Itachi se movían con demasiada frecuencia al parpadear de cansancio — ¿entonces que te gustaría hacer?

Un creciente sopor parecía estar recorriéndole entero embotando sus sentidos, como si deseara dormir pero como si la calurosa fatiga se lo impidiese contradictoriamente. Abrió sus labios para decir algo, pero a lo único que alcanzaron fue a recibir la boca de Naruto, el rubio se le había ido encima besándole ansioso.

Con pasmosa facilidad logró tumbar a Itachi sobre el futón, sus labios se movían rápidos, su lengua se había colado en la boca del otro casi entrando y saliendo frotándose con la del pelinegro.

Con bastante esfuerzo correspondía los besos, mantenía los ojos entreabiertos, notando de un momento a otro como la silueta de Naruto encima suyo se hacía borrosa por momentos, estaba sofocándose con aquellos fogosos besos, deseándolos de algún modo.

— Naru… to — balbuceó queriéndole apartar, la flacidez en sus extremidades y el creciente calor en todo su cuerpo le alertaban sobre el truco allí.

— ¿Por qué fuiste a casa de Kakashi? — preguntó relamiéndose los labios irremediablemente atraído por la expresión de Itachi, entre cansado y ansioso, con las mejillas cada vez más rojas.

Los ojos negros se abrieron un poco más por un par de segundos, ya empezaba a entender las palabras que Naruto dijo antes:

“— No quiero que me engañes Itachi — musitó quedito — se supone que estamos saliendo… — prosiguió en tono más bajo — no puedes verte con nadie más. — concluyó.”

En su aletargamiento negó cansado, el rubio se había sentado sobre sus piernas y lo sentía demasiado pesado. — Apar… apártate — murmuró.

— ¿Por qué fuiste a casa de Kakashi? — Repitió su pregunta — ¿no ibas a decírmelo? — con cada movimiento se sentía algo más culpable, mordiéndose la parte interna de sus labios procedió a aflojar la ropa de Itachi, cuando retiró la chaqueta y la camiseta casi sin recibir resistencia sus azules ojos buscaron cualquier rastro en la blanca piel, alguna marca que él no hubiese hecho.

Pero solo halló los “chupetones” y mordiscos del cuello, esos que aún se mantenían llamativos y numerosos. Inspiró hondo queriendo apartarse sin hacerlo, veía al pelinegro respirar agitado sus agotados brazos se levantaron tomándole del rostro.

— Naruto… — casi gimió atrayéndole para besarle como podía, sentía demasiado calor y deseaba sofocarlo como pudiese, si Naruto lo quería… lo tendría.

Las manos del rubio recorrieron cada centímetro de piel, deseoso y sin dejar de besar también fue quitándose sus propias ropas regándolas por todo lado, cuando su dermis desnuda se rozó se sintió extasiado, sus labios ahora se encargaban de besar el pecho, las costillas. Su lengua húmeda descendía por el estómago chocando contra la tela del pantalón que Itachi aun vestía, resoplando e ignorando su creciente culpa procedió a retirarlos, quitar incluso la ropa interior.

Entonces se detuvo.

Sus zarcos irises delinearon la figura del pelinegro por completo desnudo, como la respiración de este provocaba que el pecho subiese y bajase, que la boca entreabierta apenas produjese diminutos suspiros ahogados, su mirada entonces quedó varios segundos sobre la intimidad del otro, como se le apreciaba excitado. Tragó pesado, solo había intimado con mujeres pero la vista delante suyo no se le hizo para nada grotesca, por el contrario sentía un morbo extremo al pensar en lo que podría hacerle.

Naruto se inclinó en nueva cuenta dando suaves besos por los firmes muslos de Itachi, sus dientes se clavaron cuidadosos esta vez, solo buscando marcarlo mas no así lastimarlo, besaba, mordía y lamia en secuencia, se recreó en la cara interna de los muslos y alrededor de la ingle oyendo los jadeos y gemidos por parte del pelinegro algo más altos… tan seductores.

Era agobiante, Naruto besaba y lamia alrededor de su intimidad, pero se le hacía insuficiente, temblorosos sus dedos se dirigieron a su propia entrepierna, necesitaba satisfacerse.

Las algo más oscuras manos del rubio se lo impidieron, las apresó colocándolas por sobre la cabeza del pelinegro haciéndole jadear, — ya lo hare yo… — murmuró también algo agitado pero no al nivel de Itachi quien parecía apunto de hiperventilar, su mano izquierda entonces tomó el miembro del Uchiha para empezar la fricción de arriba abajo, lento… demasiado lento.

— ¡Ah! — no pudo contener el sonoro y vulgar jadeo echando hacia atrás su cabeza lo más que podía, sus oscuros ojos se posaron en el vaso de cristal casi vacío que reposaba sobre el buró, aun con la boca abierta siguió jadeando cuando Naruto apresuró sus acciones.

Pero tan brusco como empezó se detuvo.

— Mierda… — masculló al oído de Itachi — necesito meterla… — informó jadeando un poco restregándose de paso provocando el choque de sus miembros, volvió a besarle desatando los negros cabellos con una de sus manos estrechando con fuerza las hebras negras entre sus dedos como si resintiese su suavidad.

Quería hablar, argumentar algo lógico pero en esas circunstancias hasta los labios los sentía entumidos y los fogosos besos de Naruto solo lo atontaban más, se espabiló ligeramente al ser girado con brusquedad quedando con la cara enterrada en la almohada, se movió dejando el rostro de lado para poder respirar, sentía un ligero temblor en brazos y piernas, un cosquilleo general, como si una fuerza casi supersónica estuviese drenando su vitalidad.

La respiración ajena cada vez se hacía más ruidosa, sus azules ojos buscaron uno de los almohadones  para ponerlo bajo el estómago de Itachi y lograr que este flexionara las rodillas levantando así las caderas. Los movimientos del pelinegro eran torpes, sus extremidades estaban flojas, al punto de poder acomodarlo como se le antojase…

Mierda.

Suspiró ansioso, restregándose contra los glúteos de quien estaba abajo, deseaba penetrarlo pero era consciente de que sería bastante doloroso de hacerlo sin preparación, tragó pesado decidiéndose a que hacer, dirigió sus dedos índice y medio hacia la boca de Itachi paseándolos por la comisura de los labios antes de meterlos buscando humedecerlos tanto como pudiese.

Fue solo entonces que el mayor quiso levantarse, sus brazos trataron de elevarlo, pero los dedos de Naruto moviéndose dentro de su boca estaban casi tirando de su lengua haciéndole salivar, hizo amago de morderlos y los retiraron dejándole respirar ruidoso, pese a su embotamiento sabía bien que haría el rubio a continuación, sus manos se aferraron de las sábanas ante la intrusión, estaba jadeando con la boca abierta ante la incomodidad y el ligero dolor al ser penetrado por ambos dígitos de una sola vez.

No podía apreciar el rostro de Itachi dada la posición pero oír los gemidos y sentir los pequeños espasmos de este le desesperaban más, aun así siguió en su tarea metiendo y sacando sus dedos de aquel diminuto lugar que a insistencia se dilataba ligeramente, luego de unos instantes los retiro oyendo el suspiró por parte del pelinegro de modo seductor… como si suplicase que lo sometiese de una vez.

Inspiró hondo acomodándose lo mejor que podía, tomando su propio miembro rígido entre su mano lo dirigió a la entrada del pelinegro introduciéndose poco a poco y sujetándole de la cadera con la otra mano para que no se moviese, jadeó ante la intromisión, estaba demasiado ajustado aun, al punto de resultarle doloroso el deslizarse con tanta lentitud, así que prefirió empujar de golpe terminando de introducirse.

Literalmente Itachi mordió la almohada para contener el alarido lastimero que quiso soltar, cerró los ojos sintiéndolos húmedos, los dedos de sus manos se prensaron a las sábanas y cobijas, los de los pies se crisparon. Estaba temblando pero entonces sintió los labios de Naruto en su espalda besándole con suavidad sugiriéndole con ello que se relajara, inspiró hondo tratando de hacerlo, su mano izquierda se extendió como intentando alcanzar algo pero fue interceptada por la del rubio quien se inclinó casi aplastándole para poder morder su muñeca. Era exasperante que solo buscase estamparle los dientes en todo el cuerpo.

Sus manos acariciaron las espalda y piernas del pelinegro intentando calmar los temblores de este y de paso a sí mismo para no arremeterle con desespero, seguía oyendo los jadeos pero algo más calmados así que retrocedió en su posición para comenzar con los lentos embates. También comenzó a jadear y a gemir a la par de Itachi, extasiado por la presión en su miembro se movía impetuoso de adelante hacia atrás, tomando con ambas manos las caderas del otro presionándolas con fuerza iba cada vez más rápido.

Mantenía la boca abierta para respirar sin tantas dificultades, pese a la incomodidad y al dolor que aun resentía percibía placer en medio de todo aquel espectáculo, el calor que sentía aumentaba gradualmente como si fuese presa de una fiebre intensa que terminaría con su conciencia, — Na… na… — gemía pronunciando palabras inconclusas siendo estas barridas por los vulgares sonidos que ambos emitían, por las escandalosas vocalizaciones que no podían reprimir.

Se sentía al tope de la concupiscencia, con cada arremetida podía palpar más cerca su orgasmo así que disminuyo su velocidad, deseaba ver plenamente la expresión en Itachi cuando este se corriese, así que repentinamente salió de aquel cálido interior oyendo un gemido más alto deshaciendo la posición, volteó al pelinegro para poder verle el rostro que lucía sonrojado, los ojos brillantes y la boca abierta un par de milímetros, los cabellos cenicientos desparramados por la blanca almohada, era una imagen demasiado incitante, le tomó de las piernas llevándoselas sobre los hombros enterrándose de nuevo en las entrañas del otro sofocando los jadeos  contrarios por unos segundos.

Itachi estaba al límite, la posición actual le producía una dolorosa punzada en cada intromisión, sentía a Naruto demasiado profundo y como el abdomen de este hacia fricción con su miembro de modo repetitivo, casi ahogándose entre bufidos desesperados, obligándolo a terminar entre ambos consecuencia del agónico calor que lo consumía. Jadeó desesperado sintiéndose desfallecer, ladeó el rostro aun con el rubio moviéndose encima, sus exhaustos ojos carbón se prendaron unos instantes de la ventana abriéndose desmesurados al verle al otro lado del cristal… la imagen tan surreal pero con expresión de dolor indudable, autómatas sus labios se movieron ante su estupefacción…

— Shi…sui… — murmuró.

Y ese fue el detonante, igualmente los zarcos ojos se abrieron en demasía pero estos llenos de furia.

El puño cerrado de Naruto se estrelló en su mejilla haciéndole girar a lado contrario, su labio empezó a sangrar, anonadado Itachi sintió como todo el placer se evaporaba.

— ¡Naruto! — El rubio gritó su propio nombre. — ¡Soy Naruto! — Aclaraba desesperado embistiéndole ahora con toda la brutalidad que podía — ¡yo estoy follandote ahora! — sentía una opresión en el pecho tan dolorosa que parecía querer volverle loco, ¿por qué debía fantasear con otro? ¿no había dicho acaso que le quería?

— Bas… basta — hablaba ahogado intentando apartar a Naruto, cada movimiento del rubio le lastimaba y al tener las piernas atrapadas entre los brazos de este solo intensificaba su dolor, ya se había corrido así que las penetraciones ya no eran placenteras sin importar nada. Ya ni siquiera había vuelto a mirar a la ventana para confirmar su visión, se sentía desfallecer y no veía el momento de que Naruto terminase con lo que ahora era solo agonía, presionó los párpados al percibirlos húmedos de nuevo, para su aflicción y alivio no tardó en sentir la ardorosa sapidez en su interior acompañado de un sonoro jadeo por parte del rubio. Entonces al fin lo liberaron.

A prisas Naruto salió del interior de otro oyéndole gimotear, retrocedió lo que pudo viendo a Itachi derrengado colocándose de lado con el mayor esfuerzo para poder acurrucarse lo que su cuerpo le permitía.

— ¡¿Por qué me haces esto?! — Reclamaba con amago de llanto, sus azules ojos amenazaban con llenarse de lágrimas así como lucían los del pelinegro — ¡si yo te quiero maldita sea! ¡Tú fuiste el primero en decirme que me querías! ¡¿Acaso estabas mintiendo?! — jadeaba cansado casi tirándose de sus blondos cabellos.

Itachi no respondió, se encogió lo más que pudo, guardándose sus sollozos, estaba agotado y más que adolorido, sus párpados pesaban como nunca en su vida.

— ¿Estabas mintiendo? — Naruto entonces se acercó en nueva cuenta para poder deslizar la yema de sus dedos por la piel del pelinegro — hoy te vi salir de casa de Kakashi… y ahora… ¡pensabas en otro!— exclamó en tono plañidero. — ¿Por qué tenías que hacerlo? Si yo también te quiero.

Se guardó el resto de sus reclamos al oír más pausada la respiración de Itachi, asomándose un poco le apreció con los ojos cerrados, su mirada se paseó por la espalda y las piernas notando algunos hematomas que iban apareciendo.

No quería lastimarle, realmente no quería dañarle.

Mordiéndose los labios apreció las manchas de sangre que se escabullían entre los muslos de Itachi.

¡Soy un imbécil!

Se reprochó una y otra vez, a prisas de puso de pie para limpiarse y vestirse. Nervioso dio un par de vueltas por la habitación sin saber qué hacer, que más daba que Itachi le hubiese mentido y no lo quisiera, había perdido al enamorarse del pelinegro y lastimándolo solo se sentía miserable, como un monstruoso adefesio. Salió a prisas de la habitación buscando agua caliente y una esponja, se regresó casi corriendo para limpiar a Itachi con cuidado, con extrema delicadeza refregaba la piel retirando restos de semen y sangre que iba secándose.

Le cubrió con varias cobijas, dándole un suave beso en la frente, el pelinegro parecía dormir algo más tranquilo, de seguro no despertaría en unas horas.

Preocupado se sentó a su lado pensando como corregir tan terrible error, que decir para que Itachi no lo odiase… necesitaba explicarse y oír de boca del Uchiha que el asunto de Kakashi era solo una tonta equivocación pero de ser así, eso solo acrecentaría sus culpas. Culpas resultado de celos infundados, de paranoicos pensamientos y de estúpidas ideas llevadas a cabo.

Inquieto se puso de pie, tal vez debía comprar medicinas o un remedio, algo para las cortadas. Colocándose su chaqueta anaranjada salió cerrando las puertas, fuera llovía suavemente así que fue a la botica a toda prisa esquivando a las personas con las que se cruzaba, cuando llegó a su destino entró haciendo tintinear la campanilla de la puerta de cristal.

 

— Con esto debería ser suficiente. Que tome un pastilla cada ocho horas y dile a tu hermana que mejor evite salir sola — el boticario le entregaba un paquete a Hanabi quien asentía pagando por los productos.

Cuando la chica dio la vuelta y vio a Naruto en la entrada frunció el entrecejo pasado de lado.

— ¿Hinata está enferma? — pregunto cuando ella pasó cerca.

— Si te interesa deberías ir a verla — respondió enfadada saliendo del lugar.

Algo consternado hacia memoria, si había visto a la pelinegra hace horas, era bastante extraño que estuviese enferma sin cuándo hablaron lucía de lo más normal.

— Siguiente.

La voz del sueño del lugar le hizo reaccionar, se acercó al mostrador donde se exhibían varios medicamentos.

— Naruto, hace mucho que no te veía — el hombre sonrió — ¿Cómo se encuentra tu madre?

— Bien — respondió parco, eso era lo malo de vivir en un lugar tan pequeño, todos te conocían. Y Naruto deseaba evitar incordiosos interrogatorios sobre su patética vida.

— Entonces, ¿dime que necesitas?

— Un… — calló unos segundos — algún ungüento o algo para las cortadas.

— ¿Qué tipo de cortadas?

—  Ugh… — cohibido se encogió en hombros — golpes, raspones ¡yo que sé!

— Mmm — el adulto hizo amagó de pensar — de acuerdo, creo que tengo algo que puede servirte, — buscando entre los aparadores sacó una pequeña cajita —úsalo unas dos o tres veces por día.

Asintió sacando el poco dinero que llevaba encima para pagar, una vez realizada la transacción salió para regresar cuanto antes, la lluvia caía mas copiosa haciendo que sus zapatos se llenaran de lodo a pasar por varios charcos.

— ¡Naruto!

La voz de esa chica le hizo detenerse, era Sakura quien se acercaba corriendo para cubrirle con la sombrilla que ella llevaba.

— Sakura… chan.

— No deberías salir sin un paraguas — la chica reprochó de manera infantil — ¿Qué haces por aquí?

— Nada, iba a mi casa.

— ¿Quieres que te acompañe? Así no te mojaras más — sonrió.

— No — negó, lo que menos necesitaba era que alguien se enterase de los líos en que andaba.

— Hinata estaba muy preocupada estos días que no fuiste a clases — la expresión de la muchacha de cabello rosa se entristeció un poco — no deberías hacerla sufrir así.

— Ya no salgo con Hinata — resopló sin querer ver a los ojos de su amiga.

— Ella te quiere y no creo que otra chica aguante tus estupideces — frunció el ceño — piensa bien lo que haces Naruto no vayas a arrepentirte después.

Se mordió los labios ante la ironía, ya estaba arrepintiéndose demasiado por no pensar las cosas, pese a que no fuese su fuerte debía haberlo intentado más, pensar más. De ser así ahora no se sentiría como un delincuente, como escoria, igual al estúpido criminal que pide perdón luego de cometer una fechoría.

La muchacha notó la angustia dibujada en el rostro de su amigo, pese a querer ayudarlo sabía que Naruto era demasiado arisco como para aceptar ayuda de cualquier tipo, sonrió a él tener una mejor idea. — Compre panecillos de mas, — buscando entre las bolsas que llevaba halló una bolsa de papel — mi mamá y yo estamos a dieta — le ofreció el empaque — regresa a clases cuando puedas, creo que hasta Kiba tienes mejores calificaciones.

El zarco de los ojos del aludido titiló escasos segundos, la cortesía de la chica tan solo intensificaron las faltas que lo mantenían en ese estado de permanente nerviosismo. Asintió tragando pesado al recibir el obsequio…

¿En qué momento de su vida había empezado a sentirse solo?

No recordaba el preciso instante en que maldijo su vida por considerarse ajeno a cualquier tipo de afecto, al parecer su desdicha nunca le fue indiferente a todos, — ya debo irme — farfulló seguro de que sus palabras murieron ante el sonido de las gotas que caían. Sin despedirse empezó a trotar de nuevo bajo la lluvia, sentía como si esta estuviese lavando sus conceptos erróneos, como si hubiese necesitado lastimar a alguien realmente importante para admitir su tamaña imbecilidad.

Agitado regresó tomándose el tiempo necesario en la entrada para recuperar el aliento, había acusado sin palabras a Itachi de traición, ahora no tenía derecho ni manera de confirmarlo. Dejó por unos instantes la diminuta caja del medicamento en el piso de madera al lado de la bolsa de bollos de pan que Sakura le dio, quitándose la chaqueta empapada y los zapatos enlodados fue hacia su habitación, se detuvo en el umbral dudoso de irrumpir en su propia habitación, temeroso de hallar a Itachi despierto.

Resopló desolado, rememoraba el tacto de la suave piel, de los tersos labios, de aquella seductora perfección que hace poco había profanado, se supone que solo ansiaba aquello, que después de consumarlo todas la dudas y confusiones cesarían.

Mas no fue así.

Al haber forzado aquel acercamiento la insistente picazón en su nuca solo empeoraba, en lugar de recrearse con placenteros recuerdos solo deseaba que la amabilidad de Itachi pudiese expiarlo.

Que iluso.

Detuvo su respiración segundos al decidirse a entrar.

 

 

 

*****

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Funayūrei : Fantasmas de los fallecidos en el mar.

Onryō(*): Fantasmas vengativos que vuelven del limbo por un mal hecho a ellos en vida.

 

 

Creo que el 10 será mi numero cabalístico (;D) debía publicar este capítulo ayer, pero lo termine demasiado tarde y estaba muy cansada para corregirlo, se me hubiesen pasado más errores que de costumbre.

No creo que tenga mucho que decir con respecto a esta parte, ustedes me dirán lo que opinan. Nos leemos en el siguiente si este capítulo le ha resultado interesante a alguien, quejas, dudas y sugerencias son bienvenidas.

Cuídense.

Yae.

 


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