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The fox & the crow por Yae

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XVI.- “Carnaval de amor”

 

 

 

 

— ¡Está mintiendo! — grita desaforado y sus manos trataron de apresar al hombre mayor pero antes de si quiera rozarle Itachi lo había sujetado con fuerza. Sentía recuerdos de su pasado rebotando dentro de su cabeza para reflejarse en sus pupilas de nuevo y por más que se hartaba de dolorosas memorias no podía creer que su padre hubiese dejado de amar a su madre, pese a que suicidara no quería creer que le fuese infiel.

— No tengo porque mentir mocoso, ahora mejor lárgate de aquí.

Las palabras frías acorde a la expresión de Fugaku le hicieron odiar a ese hombre, repudiarle por atreverse a brindarle más razones para aborrecer a su propio padre como si no tuviese suficiente. — Mi padre… — presiona sus blancos dientes con fuerza mostrándose rabioso — jamás habría engañado a mi madre — dijo seguro, pero consiente de que podría equivocarse… tan contradictorio.

— Naruto ve a casa, hablaremos después.

Furioso ahora miró a Itachi quien trataba de convencerlo, como si lo menospreciara, como si no pudiese entender que aquel asunto le concernía solo a él, siendo el pelilargo quien estaba de más allí. — No, —retrocedió apartándose del otro como si su tacto le produjese ardor — no soy tan pusilánime como para que busques “protegerme” — ofendido retrocedió más — ¡dile a el que se vaya! — Señala a Fugaku sorprendiendo a ambos Uchihas — ¡dile que se vaya porque no quiero escucharlo!

Itachi realmente estaba sorprendido de la reacción de Naruto, como este había pasado de un momento a otro a pedirle semejante disparate, no podía echar a su padre y menos después de lo que este había presenciado necesitaba explicarle aunque no quisiese hacerlo. — No puedo.

El adulto sonrió satisfecho viendo como el muchachito rubio parecía asquearse por la respuesta de su primogénito, — vete de aquí Namikaze y no vuelvas a acercarte a mi hijo.

Sin estar seguro de cómo reaccionar Naruto negó casi espantado mirando a su pseudo novio, — ya lo sabias, ¿verdad?

— ¿Qué?

— De seguro ya lo sabias — luego de soltar su acusación se apartó del lugar sin voltear la mirada en ningún momento.

— Que mocoso más irreverente — el mayor empezó a caminar en dirección a su casa — date prisa Itachi, no quiero que nos vean aquí, ya has dado suficiente de que hablar no esperes que esta vez disculpe tu falta.

Hubiese seguido a su padre sin rechistar y habría aceptado los golpes que este seguramente le conminaría pero más obligado se sentía de seguir a Naruto y tranquilizarlo porque la azul mirada nunca la vio tan llena de desesperación como si le hubiese rogado que lo escogiese.

Y no lo hizo.

— ¡Date prisa!

La voz del adulto le hizo girar y solo atinó a inclinar la cabeza en una reverencia, — discúlpeme padre — y no dijo más casi corriendo fue tras el chico de cabellos rubios haciendo oídos sordos a los gritos, seguramente cuando regresase a casa no recibiría el mejor trato.

Veloz recorría las calles tratando de hacerse una idea de a donde pudiese ir Naruto, no creía que fuera a su casa debió al desagrado que demostraba por su hogar, dio un vistazo a su derecha y luego a su izquierda sin hallar rastro.

¿Cómo es que se había alejado tan rápido?

Algo nervioso avanzaba ahora más lento tratando de no llamar la atención de las personas que caminaban por el lugar y doblando en una esquina al fin pudo ver al muchacho rubio saliendo de una diminuta tienda con una pequeña botella en manos, suspiró cansado, ese día no había sido uno de los mejores.

— Naruto — le llamó acercándose — ¿qué haces aquí? — interrogó señalando con su oscura mirada lo que el otro llevaba en manos.

— Creí que no te interesaba — respondió enfadado — ¿no deberías estar con tu papá? — espetó sarcástico.

— Puedo irme si quieres.

— ¡Tú fuiste el que me dijo que me fuera! — reclamó exaltado notando como de inmediato las personas de su alrededor le miraban curiosas. — Vámonos de aquí — masculló tomando al pelinegro de un brazo para apartarse lo más pronto del lugar.

Escabulléndose entre las casas fue al único sitio que le garantizaba algo de privacidad.

 

Quedaron nuevamente al pie del desfiladero que mostraba el caudaloso rio que había crecido bastante aumentando su peligrosidad, Naruto sintió frío, el clima nubloso y tentando a otra lluvia le obligó a hacer fricción entre sus palmas exhalando su vaho caliente para reconfortarse.

— ¿Y bien? — torció los labios sin dejar de mover sus manos.

Itachi suspiró sintiendo que esta vez las migrañas del rubio las padecía él, tal vez había exagerado y Naruto no se sentía tan mal al haberle pedido que se fuera a casa, en cuyo caso solo sería su propia paranoia y lo inestable que consideraba a su “relación”.

— Si no vas a decirme porque me seguiste al menos responde, si sabias sobre lo que tu padre dijo — sus azules ojos enfocaron con atención al pelinegro tratando tontamente de adivinar si este dijera la verdad o no.

— Lo sabía — dijo con sorna — hace algún tiempo me dijo algo pero no había manera de confirmarlo, por eso no tenía caso decírtelo.

— ¿Dónde está tu madre? 

La pregunta le tomó ligeramente desprevenido, ciertamente jamás habló con el rubio del tema. Volvió a suspirar, — murió cuando yo tenía nueve años, en un accidente

Naruto tardó unos segundos en hacer las cuentas y para cuando lo hizo se quedó mirando perplejo al pelinegro como preguntándole sin palabras.

— Si me dices la fecha en que tu padre murió podríamos…

— ¡Maldición! — estaba que se tiraba de los cabellos, no quería si quiera hacer cuentas con el otro para confirmar que Minato había muerto el mismo día que la madre de Itachi. — ¡Tiene que haber una mejor explicación!

— Naruto, yo tampoco creo que mi madre pudiese hacer algo así — el pelinegro se acercó — debe tratarse de otra cosa.

— ¿Así? ¿Cómo qué? ¿Qué ellos también veían fantasmas? — Casi histérico hablaba con evidente sarcasmo —de seguro estaban tan angustiados que se veían a escondidas para compartir la pena, así como tú y yo.

— Mejor hablamos después — ligeramente molesto por la actitud del rubio decidió dejar la cosas de ese modo.

— No, espera. No quise decir eso — maldiciendo mentalmente se apresuró a detener a Itachi cuando este quería marcharse, — es solo que esto está volviéndome loco… ya no sé qué es verdad.

— No puedes actuar de esta manera Naruto — reprochó sin verdadera convicción, le resultaba más que desesperante no poder predecir de ningún modo las reacciones del rubio tener que verse sometido a malabarismos emocionales, no estar seguro de si consolarle o apartarle.

— Pues tu padre tampoco es el señor “tacto” — desdeñoso y sarcástico se cruzó de brazos delante del otro chico pudiendo así estar atento a cualquier intento de este por irse. — Estoy seguro de que no me dirá nada más si le pregunto, puedo ser un idiota pero me di cuenta de que solo quería lastimarme.

— Tienes razón — inspiró agotado prohibiéndose sugerir preguntarle a Kushina sobre el asunto — dejemos esto por ahora.

— Déjame acompañarte a casa, creo que tengo una idea de lo que hará tu padre en cuanto llegues.

— No tienes que preocuparte, puedo encargarme de eso sin problemas.

Naruto negó varias veces estaba seguro de que Fugaku no actuaría como un padre amoroso así que en cuanto se despidió de Itachi de inmediato fue hacia su propia casa para empacar lo que consideraba necesario.

 

 

 

 

Y como verídica profecía para cuando Itachi abría la puerta de su casa pudo apreciar mucha de su ropa tirada en el piso y a su padre terminando de desmantelar su habitación.

— Quiero que te vayas ahora — sentenció aventándole más prendas de vestir a su primogénito al verle asomar por la puerta corrediza, — vete con ese mocoso, haz lo que te venga en gana pero no vuelvas a esta casa.

— Padre… no puedo hacer eso. —Desde luego que no podía, hace años se prometió cuidarlo, le prometió a su pequeño hermano que se encargaría de velar por su enfermo padre, aunque lo echase de su casa no podía abandonarle a su suerte. — Lo que paso con Naruto no fue…

— ¿Qué no me oyes?— irguiéndose con dificultad se giró encolerizado estrellando de un empujón a su hijo contra la pared — ¡ya no te quiero aquí, he tolerado más de lo que debería; verte como una simple furcia con tu propio primo, aceptar tus grotescas desviaciones… que prefieras calentarle la cama a otros hombres!. ¡Pero fue suficiente, te quiero fuera de mi vista! Estoy asqueado al tan solo verte.

La presión que su padre ejercía sobre su tráquea al presionarla con su antebrazo no le dejaba apartar la mirada de los furibundos y despiadados ojos que no dudaban en menospreciar todo el empeño que había aplicado en todos esos años.

— Felicidades, puedes considerarte por completo responsable por la ruina de tu familia — y aprovechando que sus palabras si se mostraban efectivas prosiguió — mataste a tu madre y por eso tu hermano tuvo que irse, terminaste involucrándote con tu propio primo para luego de enterrarlo acabar con el hijo del amante de tu madre. Que fantástico currículo estas construyendo — apartándolo con violencia se limitó a tirar con sus muletas todo a su alcance, conteniéndose así de brindarle tremenda paliza al pelilargo, libros aterrizaron en el piso y la diminuta lámpara cayo hecha trizas. — ¡Ahora vete!

El sonido de sus pocas pertenencias al caer le resultaba lejano, eran sin duda las acusaciones llenas de resentimiento las que hacían eco en sus oídos haciéndole sentir realmente miserable, palabras y hechos innegables que retumbaban en su alma. En silente penitencia se inclinó para recoger sus pocas pertenencias intactas, guardando todo a su alcance a prisas percibiendo por primera vez torpes a sus manos dificultándole la labor. Consiguiendo sobreponerse a la evidente desazón que parecía querer hacerle sollozar alcanzó a meter todo dentro de la pequeña maleta que su padre usara antes de que llegara para ese fin.

Sin estar seguro de si olvidaba algo se levantó sosteniendo con una mano un blanco sobre que le ofreció al adulto, — no es mucho pero…

— Vete, este anciano minusválido no necesita nada de ti — rechazando los pocos ahorros que su hijo le ofrecía se mantuvo con dura expresión.

Dudoso de si debía dejar el dinero o no, optando por lo primero se encaminó a la salida dejando el sobre en el piso del recibidor antes de cerrar la puerta tras de sí, suspiraba profundo aun afectado por lo que acaba de ocurrir todo había sucedido con extrema rapidez, le resultaba demasiado ruinoso el proceder de su padre pero no se atrevería a cuestionarlo sintiendo de algún modo que podrían estar a mano después de ello.

No fue sino hasta que se apartó varios pasos de la que fuese su casa que se percató de que Naruto le esperaba sentado en la banqueta mirándole con demasiada atención como si fuese algún animalito exótico y solo cuando le dio alcance notó que este llevaba consigo una mochila a la espalda.

—  ¿Tan mal resultó? — el rubio de inmediato percibió la ligera tristeza que se reflejaba en los oscuros ojos con la tenue luz a esas horas.

— No deberías estar aquí — señaló retomando su camino con sus pocas pertenencias a cuestas.

— No tengo mucho más que tú para perder — desempolvando sus pantalones le dio alcance al pelinegro — no quiero pedirte que te quedes en mi casa, es un lugar horrible y Kushina no tardaría en exasperarte como a mí.

— No tienes que hacer esto.

— Bueno no creo que puedas impedirlo — sonrió  acorralando al otro para que dejase de caminar y le prestase completa atención —esta es mi oportunidad de oro y no voy a desperdiciarla, quédate conmigo Itachi…

 

— Siento interrumpir esta encantadora escena.

 

Antes de que el rubio pudiese completar su oración el dejavù molesto de la voz de su maestro irritaba sus tímpanos, maldiciendo con cada palabra ofensiva que conocía en sus adentros al desesperante adulto que no reparaba en su acoso.

— Creí que hoy irías al hospital Itachi, estuve esperándote. —Vio la molesta mirada del joven que ahora parecía confabulado con Naruto para acribillarle sin acciones.

— Me sorprende que supiese algo que jamás le hube comentado — habló mordaz apartando escasos centímetros al rubio de si — y lo que haga no debe importarle de ninguna manera Kakashi-sensei, ya le dije eso en más de una ocasión.

— ¿Por qué no te buscas una vida Kakashi? Ya deja de estar dando lastima persiguiendo a alguien que no quiere nada contigo. — Airoso Naruto podía oír aplausos imaginarios ante lo dicho por Itachi y el tono usado, estaba encantado por el desdén usado en cada palabra y gesto.

El de cabellos platinados suspiró obviando las palabras del rubio, — voy a insistir porque es de entera importancia que tú y yo hablemos — pronunciando con cuidado cada silaba esperaba que el Uchiha pudiese leer entre líneas la urgencia de esa conversación.

Pero contrario a sus expectativas el muchacho pelinegro afiló la mirada sin la menor intención de hacerlo, mas por el contrario en actitud infantil tomó de la mano al de ojos azules para pasar de largo.

— No tengo tiempo para atender asuntos tan irrelevantes sensei, Naruto y yo tenemos pendientes “nocivos” que resolver — consiente de su arrebato se dio el lujo de ceder a su absurdo impulso. Y a medida que se alejaban de su maestro pudo notar como el rubio caminaba orgulloso sin soltarle de la mano satisfecho seguramente por haber dejado plantado al adulto de esa manera y sin estar seguro sonrió complacido al apreciarle así.

 

 

 

— ¿Vamos a quedarnos aquí? — Comentó en tono de confidencia al oído — de seguro puedo conseguir un mejor lugar Itachi.

— Solo serán unos días — haciendo oídos sordos a las palabras de Naruto continuaba en su negociación con el dueño de ese pequeño residencial, siendo casi el único lugar con habitaciones en renta en el diminuto poblado.

— Solamente porque ese cuarto no he podido arrendarlo desde hace tiempo — el hombre algo mayor suspiró echándole un vistazo al reloj que se hallaba en la pared tras el mostrador — no me metas en problemas Itachi, esto solo lo hago por Shisui — aclaró antes de sacar una solitaria llave que colgaba de un exagerado llavero de madera con forma de un adorable patito.

La sola mención de ese nombre hizo al rubio fruncir ambas cejas mordiéndose el labio inferior con molestia y en ese mismo estado de desagrado siguió al otro cuando se encaminaron al lugar indicado.

Introdujo la llave en la ranura abriendo la oscura habitación que se hallaba al final de espacioso patio donde la nublosa noche dejaba como única guía a las luces que brillaban de los demás cuartos con inquilinos. Una vez dentro buscó a tientas el interruptor antes de entrar, la luminosa bombilla les hizo cerrar los ojos breves segundos antes de cerrar la puerta cuando ya estuvieron dentro.

Solo polvo y algunas cajas apiladas contra la pared era lo que Naruto pudo ver, resoplando dejo caer su mochila al piso, — ¿él vivía aquí?

— Si te incomoda puedes regresar a tu casa — cansado se aproximó a las cajas buscando en su interior algunas cobijas y un futón que pudiesen usar.

— No me incomoda, me molesta.

Se giró entonces hallándole de brazos cruzados y con los labios torcidos en evidente gesto de enfado, suspiró acercándose — Naruto ten por seguro que nadie más nos hubiese dado alojamiento pero no voy a obligarte a que te quedes.

— Como si fuese a dejarte aquí solo de todos modos, — masculló — en un lugar como este no me extrañaría que el fantasma de tu primo se apareciese para intentar hacerte cosas.

Con los antecedentes de eventos sobrenaturales y la noche en que soñó tan claramente con los besos y caricias de Shisui no se atrevió a contradecir al otro, — ven ayúdame a preparar el futón — le llamó sonriendo apenas intentando relajar la situación.

— Hn. — Bufó dispuesto a obedecer — ¡el ramen! — Exclamó alarmado inclinándose a su mochila para abrirla — lo compre antes de ir a recogerte — cerciorándose de que la comida estuviese intacta suspiró aliviado logrando con su actitud que Itachi afianzara su sonrisa.

Con las pocas cosas útiles en el lugar consiguieron acomodar el futón en medio de la habitación para así evitar a algún pequeño insecto y aquella fue la segunda ocasión en que Naruto prefirió mantenerse abrazado al otro sin pensar en nada más que el confort que le proporcionaba su amor.

 

 

 

 

 

*

 

 

 

 

— ¡Te queda fantástico! — una de sus compañeras sonreía emocionada al verle con el traje de príncipe puesto, el clásico pantalón blanco y la chaqueta formal de cuello alto del mismo color con bordes en azul le quedaba a la perfección engalanándolo con las bandas doradas.

— Me siento estúpido — Naruto mascullaba sintiendo comezón en la espalda.

— ¡Con una capa roja se vería maravilloso! — acotaba otra sin prestar atención a las quejas del rubio.

— ¡Dije nada de capas! ¡Eso esta demasiado trillado! — agitando una mano en gesto de disconformidad la primera estaba más que sonrojada al apreciar lo atractivo que era su compañero. — Que suerte tiene Hinata ya quisiera ser yo la princesa.

— Es verdad.

Ambas muchachas suspiraron al unísono, debido a la actitud osca de Naruto y su apariencia poco convencional para sus costumbres habían ocasionado que muchas de las chicas no le tomaran la atención que deberían.

Los ojos azules rodaron en su blanco espacio ignorando como ellas parecían soñar despiertas, a un lado podía ver a Hinata también recibiendo los últimos detalles en su indumentaria, el vestido entre azul y blanco ceñido la hacían lucir hermosa y los largos cabellos con las puntas ondeantes le daban el aire de toda una princesa.

Pero pese a lo majestuosa que pudiese resultar para los demás Naruto se mordía la lengua al confirmar que ya no le despertaba ningún tipo de atracción, mas por el contrario sus azules ojos buscaron en el salón a Itachi quien terminaba de escribir los menús del café vestido solo con el uniforme escolar.

Suspiró decepcionado, habría sido maravilloso observarlo vestido con algo más especial.

 

— ¡Bien muchachos ya estamos listos! —la maestra dando un par de palmadas dio la señal para que empezaran con lo preparado para el pequeño festival que aprovechando aquel ocaso sin lluvia tanto como la obra y el café se montarían en el patio de gimnasia.

Volvió a suspirar, de seguro que ni su madre, ni el padre de Itachi asistirían esa noche.

 

 

Y justo antes de que la obra empezara pudo notar como la muchacha Hyuga lucia demasiado enferma, con las mejillas en extremo sonrojadas, tosiendo eventualmente.

— Si no te sientes bien Hinata díselo a la profesora — una de las participantes de la obra ayudaba a la pelinegra a sentarse en parte de la escenografía. — No te ves bien, estos días has tenido mucha fiebre.

— No… no te preocupes, estoy bien — sonreía tratando de sobreponerse al malestar, — por favor no se lo digas a Kurenai-sensei — pedía, no deseaba que la reemplazaran ni mucho menos que cancelaran la obra, se había esforzado demasiado para aprender sus líneas y medir sus nervios, no tendría más oportunidades para tratar de reconquistar a Naruto por lo que no la desperdiciaría y tal vez con algo de suerte el beso final resultaría tan esplendido para todos que Itachi dejaría de acercarse al rubio. — Iré a beber algo de agua.

Sintiendo la mirada preocupada de sus compañeras y la indiferencia de Naruto a sus espaldas se dirigió a los lavabos caminando tan deprisa como los tacones se lo permitían tan absorta en sus dudas que tan solo reaccionó al chocar con alguien casi cayendo al piso, siendo sujetada para evitarlo.

— ¡Lo siento mucho! — apenada se encogió en hombros cerrando los ojos algunos segundos — no estaba viendo por donde iba.

— No te preocupes.

— ¿Eh? — Al reconocer la voz y abrir sus blancos ojos se topó con Itachi Uchiha que la observaba con cierto interés, se mordió el labio inferior acentuando sus vidriosa mirada — Itachi-kun… — habló antes de que el otro optara por pasar de largo.

—  Deberías ir a enfermería — sugirió al instante.

Hinata negó repetidas veces, — ¿eso es lo que quieres cierto? — Al fin se animó a preguntar — que yo este enferma para que no pueda besar a Naruto-kun, para que la obra se cancele… ¡para que puedas quedarte con mi Naruto-kun! — casi gritó sorprendiendo al otro

— Estas confundida, en ningún momen…

— ¡No lo estoy! — nerviosa y mareada decidida por primera vez enfrentar a su mayor obstáculo, había tratado de seguirle el ritmo a Naruto cuando empezaron a salir; intentando compensar su inexperiencia con atenciones y detalles pero el rubio simplemente parecía ignorarlos con desfachatez, incluso cuando lo sorprendió besándose con una de sus compañeras pese a al dolor que sintió quiso solucionar las cosas con él. Le buscó y le expresó lo que sentía, le dijo que lo disculpaba pero eso a su novio le tenía sin cuidado, llorando y maldiciendo su timidez quiso creer que él recapacitaría, que luego de algunos días entendería que el amor que ella le ofrecía era sincero y eterno.

Pero tampoco fue así.

Acrecentado su pena podía observar con el paso de los días como la persona delante suyo le arrebataba lo que le pertenecía, como con algunas miradas seductoras atrapaba a su antiguo novio, sí, porque para Hinata era simple seducción lo que Itachi hizo con Naruto. No se explicaba como el pelinegro paso de ser un desconocido a acaparar toda la atención de los encantadores ojos azules.

Incontables veces fue a desahogar su llanto al lugar donde le llevara en dos ocasiones su antiguo amor, como el caudaloso rio parecía ser el único confidente de sus lamentos.

Y por un instante creyó que podría deslucir la imagen del pelinegro frente a Naruto, por ello aquel día le habló sobre los rumores entre el chico y su profesor. Triste fracaso experimentó al conseguir apartarlos por tan poco tiempo ahora se sentía burlada por el Uchiha, como si este hubiese actuado con malicia anteponiéndose a sus acciones para aventajarse sin escrúpulos.

— ¡Dijiste que no comprendías porque te pedía que te alejaras de Naruto-kun!            ¡Pero estabas mintiendo! — Gruesos lagrimones caían por claros ojos estropeando en poco maquillaje que llevaba — ¡estabas planeando la manera de arrebatármelo!

— Deja de gritar.

Algo sorprendida por la seriedad de la grave voz no pudo más que encogerse en hombros bajando la mirada, — entonces déjale, puedo conseguir que se vuelva a enamorar de mi si tu no estas. — Conteniendo sus amargas lágrimas volvió a encararlo.

— No voy a hacerlo, Naruto no se volverá a interesar en ti — sintiendo con claridad el desagrado mutuo era mejor evitar que ella siguiese con su pedido. Y contemplando a la perfección el rostro estupefacto de la chiquilla decidió apartarse en ese momento pasándola de largo fue alejándose.

— ¿Sabes?

Pero la suave voz de ella le hizo detenerse mas no voltear.

— Últimamente sueño mucho con Naruto-kun, que él me vuelve a besar, a tocar, supongo que debe ser por alguna razón.

No respondió ante el comentario, retomando su marcha se sintió algo nervioso no quería pensar si quiera en lo que sucedería si ella lograba cumplir su objetivo, no quería dejar a Naruto y menos después de todo lo sucedido entre ambos, a esas alturas no se creía capaz de hacerlo.

 

— ¿Viste un fantasma? — en cuanto llegó al salón para recoger lo último que necesitarían para el café grande fue su sorpresa al ver a la rubia manzana de la discordia allí. — No te ves bien.

— ¿Qué haces aquí? La obra no tarda en comenzar, ya todos están afuera — ignorando el comentario fue a recoger los menús de uno de los pupitres.

— Estaba buscándote.

— ¿Necesitas algo?

Naruto resopló algo enfadado ante la repentina frialdad del otro, — necesito muchas cosas, pero si tanto te molesta que quisiera verte unos instantes no voy a insistir.

— Nunca dije eso — con amargura le miró de soslayo, no deseaba hablarle sobre el incidente de Hinata pero el aislado incidente solo consiguió apesadumbrarlo, se preguntaba qué tipo de relación tenía con Naruto, si eran novios, si en algún momento lo fueron.

— Itachi… pareces muy preocupado — se tragó su ligero enfado para acercarse al pelinegro — o acaso es la fiebre de nuevo — curioso  acortó más la distancia posando sus labios en la frente del pelinegro y así medir la temperatura del otro.

— No es eso, — murmuró disfrutando del roce, pese a sentirse algo apenado se dejó hacer cuando se besaron despacio sin prisas revitalizándose con la caricia.

— En cuanto la obra termine — cómplice Naruto se apartó para susurrarle al oído — estaré esperándote aquí, como las chicas atenderán el café nadie notara que te escabulles por un momento´ttebayo. — Sonrió relamiéndose los labios — quiero decirte algo muy importante.

Los negros ojos le miraron atentos, — ¿tiene que ser aquí?

— Todos estarán afuera y si, tiene que ser aquí — divertido ante la desconfianza del otro se escabulló a prisas luego de otro fugaz beso.

Itachi suspiró.

 

 

 

 

 

Sin duda la escena del baile fue la más complicada debido a su poca experiencia en el asunto, pero el público en su mayor parte compuesto por sus compañeras les miraba atento encantadas por el galante príncipe y la dulce princesa, sin importar cuanto buscó no pudo ver a Itachi entre los espectadores y la poca luz que los reflectores brindaban al escenario improvisado al aire libre no ayudaba del todo.

Aplausos y vitoreos no se hicieron esperar cuando todo culminó, cuando el beso entre los amantes dio por finalizado el ingenuo cuento donde todo terminaba con “y vivieron felices para siempre”, los delgados brazos de la muchacha le rodearon afectuosos y sus labios se aproximaron  ansiosos resaltando sus sonrojadas mejillas.

El contacto duro más de lo esperado y fue Naruto quien tuvo que apartarla cuando el asunto no daba señales de terminar.

Aun llevaba consigo la espada de plástico que le había provisto para enfrentar al supuesto dragón, entre halagos de muchas chicas se excusaba parcamente conteniéndose de gritar alguna ofensa que provocara un escándalo innecesario.

— Quería felicitarte Naruto-kun.

— Tu también lo hiciste muy bien Hinata — rascándose la nuca fue apartándose a pasos lentos.

— ¿Podemos hablar? — dio un par de pasos en dirección del rubio.

— Ahora no puedo, quede de ir a ayudar a mi madre en el hospital, nos veremos después Hinata.

Tuvo que conformarse con la enorme mentira y la figura de Naruto alejándose a prisas, las cosas no estaban resultando como esperaba, la desoladora tristeza que le atravesaba el pecho inundando sus sentidos no parecía menguar hasta el punto de resultarle físicamente doloroso, como si fuese a morir de amor.

 

 

 

 

 

 

Los voraces labios de Naruto le presan despóticos reclamando cada centímetro del refugio de su lengua que traviesa emerge al encuentro de quien la clama a base de morreos, apenas habían logrado llegar al solitario rincón del salón de música para arrebatarse en cuanto el precario escondite provisto de las bambalinas que no se usaron les proporcionó.

Los alarmantes porcentajes de ser descubiertos no parecían incomodar a Naruto, por el contrario le brindaban un mórbido combustible para continuar arrastrando al pelinegro a su impúdico juego. Acorralándolo contra la estantería va dándose cuenta de lo mucho que necesitaba de esa cercanía, regodearse en su ilimitada ambición de sentirse dueño de tan magnifico conjunto atrapado en sus brazos.

— Espera… un poco — la súplica se oye más como una insinuación e Itachi lo sabe, su sentido común vuelve a advertirle de lo arriesgado de continuar con lo inminente pero una vez más la desobedece deliberado.

— No — la curiosa manera en que el pelinegro le esperaba casi escondido detrás de la puerta cuando llegó buscándolo le resultó encantadora, “¿Por qué no viste la obra?” había preguntado nada más al verle, “si la vi” siendo la inmediata respuesta, no quería ponerse a debatir la veracidad de la afirmación así que hubo preferido dejar el insulso asunto para después dándole prioridad a sensaciones más placenteras como las actuales.

Solo cuando entorpecen sus acciones resiente el no haberse cambiado de ropa, el ajustado traje blanco le dificulta repartir caricias si quiera por encima de la vestimenta de Itachi, bufa al cuello del otro oyendo una diminuta risa divertida que solo le provoca fruncir las cejas.

— ¿Qué es tan gracioso? — masculla acercándose más previniendo cualquier intento por zafar de la situación.

— Nada en particular — los prodigiosos labios del pelinegro besan suave la mejilla izquierda del otro acariciando los blondos cabellos con parsimonia — deja que yo me encargue.

Un escalofrió recorre entera la espina de Naruto, observa detenidamente como son las blancas manos las que pasean por su cuerpo brindando mimos exquisitos mientras se escabullen bajo la tela, atizando recuerdos de su torpeza en la primera ocasión no se queja en lo más mínimo cuando besos cortos son repartidos en su cuello y como estos van aumentando su frenetismo a la par de las caricias haciéndole despertar una ligera alarma en sus sentidos. Niega internamente retomando su participación, fastidiado por la poca movilidad casi a tirones  crujiendo las costuras se deshace de la parte superior del atuendo de príncipe logrando por fin la comodidad necesaria para acariciar los suaves retazos de piel que Itachi expone a ratos.

Acaban casi recostados en el piso con la espalda de Naruto contra una estantería con el pelinegro encima besándole apresurado sin dejar que sus manos se detuvieran del errático ritmo de caricias ambiciosas, esta emocionado por la oportunidad que cree el rubio le está brindando y no piensa defraudarlo. Se inclina más dejando que su peso apabulle al otro repartiendo húmedos besos por el cuello y clavícula, al tener el torso descubierto le resulta risiblemente fácil recorrer la piel algo más oscura que la propia con los labios sin atreverse a usar los dientes.

— Itachi… — susurra quedito en medio de suaves gemidos, debe admitir que le gustan las caricias sobre la tela de su bóxer pero intuye que el de cabellos largos no está dispuesto a satisfacerlo con sus labios y una desesperante angustia le carcome el deseo cuando los dedos blancos rebasan la pequeña prenda para buscar más allá de su miembro erecto delineando otros límites.

— Tendré cuidado — le asegura intentando besarle pero es repelido con un movimiento de cabeza y el desconcierto general invade sus sentidos cuando le toman de ambas manos con la suficiente fuerza para apartarle pocos centímetros. ¿Hice algo mal? Ansía preguntar pero es evidente el descontento del rubio por su intento de dominancia.

— No así… — por primera vez se siente acorralado en la intimidad, quiere compensar a Itachi por la funesta primera experiencia que le brindo esa vez pero no cree estar dispuesto a abandonarse de ese modo con nadie. El gramaje de su consiente egoísmo le regresa la molesta migraña que apenas estaba tolerando, no quiere ni mencionar los motivos de su reticencia, siendo su vida sexual solo compartida con mujeres le resulta improbable el dejar que se inviertan los papeles. La incógnita en la expresión de Itachi le reclama una explicación, — relájate… vamos a continuar… — trata de componer la situación buscando intercambiar posiciones, sus labios viajan directo al blanco cuello para besarle.

Itachi está mortificado pero no quiere ponerse a discutir sabiendo como Naruto podría reaccionar; ofendido y malhumorado para castigarlo con su ausencia. Le place la cercanía pero es indudable no sentir ambivalencia por la saboteada osadía, el peso del rubio actúa como remolque devolviéndolo hacia atrás haciéndole resbalar por la presión. Atina a sujetarse de los hombros del contrario cuando los movimientos se hacen más impetuosos, quiere corresponder pero se siente repentinamente cohibido por la situación y el lugar donde se encuentran parece gritarle que esta exhibiéndose con Naruto como primer espectador.

— Mejor… va-vamos a otro lugar — apenas logra hilar respingando cuando le apartan las piernas con tosquedad para acomodarse entre ellas iniciando un ansioso vaivén, se siente descolocado y sabe que no debería darle mucha importancia porque ansía complementarse con Naruto renovar el lazo maltrecho que dejo la primera vez que yacieron juntos pero la espinita de la ligera incomodidad ha sido incrustada con la negativa del rubio al intentar tomar el control.

— No estás hablando en serio… — las rubias cejas se fruncen juntándose leve notando como los ojos carbón le expresan con claridad su pesar — prometo que voy a compensarte, — miente descarado porque está seguro de que no podrá ceder en algo tan trivial como su posición en la cama. Retoma su labor y vuelve a la caza del blanco cuello, sus manos reparten caricias lentas encontrando la escasa resistencia a estas miserable, se esmera todo lo posible para rebasar el desconcierto de hace instantes.

Itachi suspira medio resignado colaborando con las caricias que se sumergen dentro de la ropa ayudando a retirarla del todo, el calor que Naruto le incita y finalmente logra contagiarlo reactivando su acaloramiento para obsequiarse voluntariamente al cumulo de sensaciones que le aguardan.

Naruto inspira aire apresurando luego de la deliciosa colisión de sus bocas, las demenciales caricias tan solo incrementan su ansiedad por llenar el diminuto acceso que codicia del pelinegro, pero es consciente de que no cuenta con ningún implemento que ayude con la lubricación, ni lenta ni perezosa su mano se dedica a masajear el miembro del otro intentando humedecer sus dedos los suficiente con el claro líquido que se filtra de la punta.

Puede oír la respiración de Itachi más presurosa como los negros ojos se ocultan lo que pueden en la mata de cabellos negros casi por completo fuera de la coleta que suele contenerlos, sabe que está siendo egoísta y que no debería serlo luego de tanta estupidez hecha junta. Por ello quiere “compensarlo,” quiere hacerle sentir placer, apreciarle retorciéndose de deseo bajo sus acciones y de ese modo convencerlo de que las cosas están perfectas entre ambos tal cual. Cuando aprueba la suficiente humedad entre sus dedos usa su lengua para lamer los pezones ajenos succionando con avidez esos trocitos de piel en tanto uno de sus dedos incursiona en el cálido interior del otro, las encantadoras reacciones de Itachi le satisfacen, le producen una adictiva ola de avaricia.

Naruto se descubre demasiado ambicioso.

Los esporádicos espasmos del pelinegro son deliciosos, introduce un segundo digito tentando su resistencia al sentirle cada vez más escandalosas las bocanadas de aire entremezcladas con claros gemidos, apresura su ritmo antes de retirar a los invasores oyendo un suspiro estrellándose contra su oído. La posición no es la más cómoda están casi recostados contra el piso y la espalda de Itachi choca contra algunas cajas, Naruto acomoda las piernas del pelinegro a sus costados para facilitarse lo que viene, sus azules ojos brillantes se quedan observando atentos a su compañero, no puede evitar sonreír al sentir un gusto retorcido al verle sofocado con los labios abiertos escasamente sabiéndose responsable de la insinuante y erótica visión.

Itachi puede percibir con claridad la manera en que le observan desmenuzando cada centímetro de su realidad, no puede afirmar que no le gusta la manera en que Naruto lo mira pero prefiere eliminar la distancia entre sus bocas para contrarrestar la ansiedad que le invade, se precipita tanto que hasta sus dientes parecen chocar y eso solo intensifica el calor en su rostro producto de la vergüenza.

Retiene el aire en sus pulmones antes de invadirlo con extrema parsimonia acaparando todo lo que puede del proceso deleitándose en la sensación de asfixia que el interior de Itachi ejecuta en su miembro rígido y necesitado, permanece inmóvil por varios segundos.

Su respiración acelerada le obliga a abrir la boca un poco más, la presión que se empeña en llenarlo le esta volviendo loco, no puede comparar la primera ocasión con esta. Si apenas rememorar fuego abrazador calcinando sus sentidos con demasiada celeridad como para disfrutar plenamente, ahora se siente por completo consiente de lo que experimenta; de su arrítmico pulso cardiaco, de la exagerada manera en que está arqueando su espalda contra el endeble apoyo que la sostiene, — Naruto… — clama cuando abandonan su interior por completo solo para llenarle un segundo más tarde azotándolo sin piedad. La maliciosa maniobra se repite por algunos momentos más, hasta que sus dedos se aferran de los brazos del rubio tratando de retenerlo en su interior, nuevamente se siente febril como si el clímax fuera a alcanzarlo en cualquier momento.

Los embates de Naruto son lentos, el ritmo pausado, tan calmo que le resulta frustrante a momentos. La vorágine que pretende absorberlo en el desesperante placer no logra llevarlo a la cima por la perversa y escasa dosis que el rubio a impuesto de su presencia. Más… más rápido, no sabe si suplicar o acoplarse al tortuosamente lento movimiento de las caderas del otro, — más… rápido — termina traicionándose a sí mismo para clamar en medio de gemidos entrecortados.

Naruto está satisfecho consigo mismo, está acomodando al otro a sus necesidades y por más ruin que pueda llegar a sentirse sabe que es necesario para que ambos se acoplen correctamente, se promete no exigir más del otro ceder en todo lo demás para que Itachi no se sienta atrapado en su veraz egoísmo. Sus hirvientes hormonas le obligan a aumentar el ritmo por más que trate de medirse, como si el caliente interior del otro elevase desmedidamente su calor corporal.

Sentirse colmado de Naruto le revuelve cientos de emociones, saberse cobijado por la persona de sus afectos le llena de gozo intensificado por los brazos que le rodean protectores atentos al placer de ambos, le llama varias veces y oye su nombre como eco lejano a sus oídos, nublosa su oscura mirada se pasea por el entorno por los viejos telones que les cubren en esa esquina, no puede pensar con claridad en ese momento lo único que rebosa de sus sentidos es Naruto la manera en que se mueve chocando en su interior en repetitivo deleite. Siente los labios de este sobre su hombro rozando sus caninos de forma inofensiva, los dedos se prensan a sus caderas acelerando la velocidad de los embates que no hacen otra cosa más que hacerle jadear con mayor volumen.

— Itachi… — quiere seguir oyéndole más gemidos, más altos, más fuertes pero teme que alguien llegue a asomarse al salón y llegue a oírlos. Se inclina aplastándole un poco para besarle comiéndose sonidos eróticos con ello.

 

 

 

 

Gemidos y jadeos que ella logra escuchar aun en el dintel de la puerta, se muerde los labios con brusquedad ahogando sus sollozos, puños se forman arrugando el hermoso vestido que lleva. Consumiéndose en tristeza y desolación se aparta en mutismo sin las fuerzas para oír más porque su malvado cerebro la crucificara con imágenes recreadas que tal vez sobrepasen la realidad.

 

 

El aumento del calor que los rodea a hecho que varios de sus cabellos negros se peguen a su rostro con el sudor, casi a manotazos los aparta como puede para seguir enredando la lengua de Naruto con la suya. La trepidante electricidad que sube desde los nervios en la punta de los pies auguran su tremendo acabose en cualquier momento, ha exigido mucho de su resistencia para no derramarse a destiempo quiere experimentar la desfallecedora magia de coordinar el clímax.

Y Naruto parece leerle los pensamientos porque vigoriza cada arremetida, abandona los labios enrojecidos para dedicarle toda energía restante a su desesperado ritmo, suelta bufidos que denotan su tremenda transpiración. Se compagina a la perfección con las señales del otro originando sonidos ahogados y exclamaciones magnificas al momento en que se incrusta con toda su energía saturando a Itachi con su esencia.

De igual manera siente todo el placer rebalsar aplastándolo como una avalancha que sofoca las brasas que terminaron de calcinarlo, vuelve a llamarlo jalando la última silaba con dulce pesadez, — Naruto… — repite desfallecido en brazos del otro, está agotado y le apetece dormir en el cálido presidio que lo rodea.

El nombrado también se siente falto de energías, sopla hacia arriba para intentar despejar su frente de los blondos cabellos adheridos, la somnolencia que lo invade no puede ser atendida porque el lugar donde se encuentran no es propicio para el descanso, con cautela se retira del tibio interior que lo complaciese. Oye un pequeño quejido por parte de Itachi y le besa la sien cuando este gira el rostro. — Te amo… — murmura al oído a su alcance recibiendo una curiosa y cansada mirada de soslayo.

— Yo también te amo… — responde quedito curvando sus labios en una suave sonrisa, sus brazos alcanzan a elevarse para rodearle el cuello.

— ¿Entonces te gusto? — aprovecha para preguntar.

— Aja. — Aun experimentando los vestigios de placer luego del orgasmo trata de acomodarse lo mejor que puede para darle algo de comodidad a su cansada espalda.

— Que más quisiera que dormir ahora — Naruto le mueve un poco al verle cerrar los ojos, — tenemos que irnos Itachi cuando termine el festival traerán todas las cosas aquí.

Esta exhausto pero el rubio tiene razón, trata de incorporarse siendo asistido por el otro que le alcanza su ropa y la chaqueta de “príncipe” para limpiar un poco el blanco semen que embarra más que todo a Itachi, bosteza leve reuniendo la poca fuerza que le quedan a sus músculos ha decidido que en cuanto lleguen a casa dormirá hasta el día siguiente.

Con extrañeza Naruto retira algunas figuras de papel de colores que se le han adherido a la espalda, una  estrella y un corazón están estampados en la bronceada piel e Itachi no puede evitar sonreír ante el percance.

— Deberías dejarlos, serian un buen recuerdo — comenta divertido.

— ¿Tú crees? Tal vez deba tatuarme unas figuras iguales, — imita el gesto sintiéndose complacido con lo que acaban de compartir pero reacciona para retomar su tarea de recoger todo lo que hubieran tirado en su encuentro mientras el pelinegro termina de vestirse — ¿quieres quedarte en el festival un rato?, podríamos comer algo y luego irnos.

Asiente estando de acuerdo en lo de comer, tiene apetito y unos deliciosos dangos se le hacen muy apetitosos.

 

 

Pasan al menos una hora en el bonito festival que aunque con pocos puestos da el suficiente entretenimiento a los estudiantes y padres de familia. La oscura noche pese a estar cubierta de grises nubes no advierte de una lluvia próxima. Se han detenido en una de las mesas del café comiendo lo que Itachi pidió, Naruto esta eufórico quiere complacerlo en lo que le reste de vida, se ha descubierto enamorado y satisfecho con el sentimiento que quizá nunca antes sintió.

Mas allá se puede ver a algunos niños jugando con las pequeñas chispas que se venden para la ocasión, le gusta el ambiente que los rodea, por primera vez no se siente relegado de la felicidad puesto que posee la suya, ya no envidia las sonrisas de los afortunados ya que ahora tiene a quien sonreírle y a quien apreciarle el gesto dedicado solo a él.

— ¿Naruto donde dejaste la ropa de la obra?

Oye la voz de una de sus compañeras a su espalda pero la ignora olímpicamente. — El deje por ahí — responde parco sin despegar su atención del chico pelinegro que come en frente.

— ¡Ah, como serás! — protesta indignada para retirarse a buscar el atuendo que tanto trabajo le costó diseñar.

— ¿La tiraste? — Itachi le pregunta masticando lentamente los dangos incrustados en la varilla de madera.

— Si, en un lugar donde no la hallaran nunca — canturrea sonriente.

 

— Naruto.

Otra nueva interrupción le hace torcer los labios con desagrado por más que se trate de Sakura. — ¿Pasa algo?

— ¿Has visto a Hinata? La llevo buscando un buen rato y no la he visto. Me topé con Hanabi y también la está buscando — los verdes ojos de su amiga se muestran preocupados.

— No, desde que terminó la obra no la vi — quiere ignorar el asunto pero los ojos negros de Itachi que le expresan inquietud se lo evitan.

— Ayúdame a buscarla, estoy preocupada. Dicen que tenía fiebre. — La muchacha de pelo rosa se muerde el labio inferior ante un mal presentimiento y se aparta antes de que el rubio quiera negarse.

Suspira pánfilo enfadado porque todos quieran estropear sus buenos ánimos, — si la busco de seguro que malinterpreta las cosas.

Itachi asiente antes de ponerse de pie luego de terminar con su postre. — Busquémosla juntos, — ofrece sintiendo que tal vez la muchacha estuviese llorando en algún lugar consecuencia de su conversación.

De mala gana acepta resoplando con fastidio, había terminado con Hinata hace mucho y no entendía porque debía seguir preocupándose por ella. Recorrieron el pequeño espacio del festival sin encontrarla así que decidieron rodear el edificio del colegio, el viento soplaba suave meciendo los banderines colocados a modo de decoración, avanzaron con la poca luz sin hallar rastro de la desaparecida.

— Tal vez se fue a casa — Naruto opina estirando los brazos, quiere irse y arrimarse a Itachi en el pequeño futón que comparten en esa pieza polvosa que están rentando.

— Deberíamos buscar en los salones.

— ¿Por qué estás tan preocupado? — le mira algo confundido no cree que haya motivo suficiente para que deban desesperarse por el paradero de la chica. Bufa aburrido pasando los brazos tras la nuca, — Hinata sabe cuidarse sola´ttebayo — agrega girándose para darle un vistazo alrededor, al fondo se aprecian las luces del festival a su derecha el edificio de tres pisos donde estudian en salas llenas de goteras, eleva la mirada notando al fin la silueta de la muchacha acurrucada contra el barandal de la azotea como si estuviese rezando apenas puede distinguirla debido a la distancia. — ¿Hinata? — Murmura dando un par de pasos en esa dirección — ¡Hinata! — la llama más alto obteniendo la atención de ella.

Itachi se queda en su lugar sabe de la antipatía que le despierta a la chica pero en cuanto esta ve a Naruto su expresión de felicidad descolocada  le advierten del posible peligro.

 

— ¡Naruto-kun! ¡Sabía que vendrías a buscarme! — sonríe ampliamente poniéndose de pie revelando sus llorosos ojos que lucen demasiado opacos, se pega a la metálica baranda subiendo una de sus rodillas a está tratando de alcanzar a su amor que parece esperarle con los brazos abiertos, gritándole que la sujetará, que todo fue un mal sueño y que será su príncipe eternamente. El vestido se mueve maravilloso por el viento junto a sus negros cabellos, solo puede ver a su príncipe esperándola abajo.

 

 

— ¡Hinata espera ahí! ¡No te muevas! — Los azules ojos de Naruto saben que algo está mal, sus piernas empiezan a correr pero ella se halla en lo alto de la azotea es imposible que llegue a tiempo.

 

 

— ¡Ya voy Naruto-kun! — Exclama llena de dicha tomando el escaso impulso para saltar al vacío.

 

Y por más que corrió solo alcanzó a quedar en primera fila cuando el cuerpo de ella cayera sobre el concreto destrozando parte del cráneo con un sonido estruendoso. La sangre salpicó desmesurada manchando su ropa y manos, sus ojos quedaron abiertos en demasía, no podía procesar la imagen delante suyo; el espléndido vestido que ella usara empapándose en la sangre que brotaba de su cabeza donde los negros y largos cabellos se iban empapando. Le pareció tan irreal como una muñeca desarticulada.

No se movió ni un ápice, tenía los brazos ligeramente extendidos como si hubiese deseado atraparla sin conseguirlo.

 

 

 

 

*****

 

 

 

Notas finales:

 

 

Si, este capítulo esta algo raro en más de un sentido, mil disculpas. Debo decir que demore algo más en subirlo por la extensión del mismo, cuando empecé el fic tenía una media de 2000 a 2500 palabras por capitulo, pero a medida que avanzaba la cifra subió a 3000-3500 y en los últimos ya fue de 4000 palabras promedio pero este en particular resultó de más de 7500, iba a cortarlo pero en realidad todo lo que pasa en este capítulo debía ir junto por eso no lo hice y me tomó más tiempo terminarlo.

Creo que me estoy volviendo muy anti-romántica (D:) necesito escribir más dulzura.

Lo siento por Itachi y el casi ItaNaru de segundos jaja, me gusta más ver al Uchiha recibiendo amor (;D) así que no cambiare mi manera de verlo… pero hay que ser algo realistas de vez en cuando.

Y Hinata… bueno dejo eso a su opinión.

Gracias por las lecturas y los comentarios que animan, el capítulo que viene es el penúltimo por lo que la siguiente semana publicare también otro fic que tengo botado por ahí para retomarlo cuando termine este.

¿Les has parecido interesante? Si es así nos leemos en el siguiente.

Saludos y cuídense.

Yae.

 


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