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The fox & the crow por Yae

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V.-  “Primer Paso”

 

— En determinadas circunstancias la mente humana puede crear una realidad ficticia para proteger al individuo de algún evento traumático, desembocando en alucinaciones completamente reales a ojos del involucrado…

Kakashi leía el libro de psicología que sujetaba en manos en tanto los estudiantes le miraban aburridos, siendo unos cuantos los que tomaban apuntes que de seguro serian importantes después.

— Bien hasta aquí, — cerró el libro de golpe en el momento que la campana que daba por finalizadas las clases del día sonó — la próxima semana daremos una prueba sobre lo que vimos hoy y para mañana no olviden sus trabajos de historia — aclaraba mientras los muchachos recogían su cuadernos.

Itachi se mantuvo en su lugar, esperaría a que todos se marchasen antes de irse también, la concentrada mirada de Naruto no se le había quitado de encima desde temprano y aunque no lo admitiese…

Ya empezaba a incomodarlo.

Creía que el rubio estaba buscando la manera de provocar una pelea o algo así, de todos modos parecía muy enfadado por el golpe que le dio el día anterior cuando ambos estaban en el lodo bajo la lluvia, pero no había sido culpa de Itachi, mas por el contrario el de zarcos ojos era por completo responsable de la reacción del pelinegro al haberle lamido el rostro cual sabueso emocionado.

Se mantuvo esperando  observando su pupitre hasta que las voces de sus compañeros se perdieron en la lejanía, fue entonces que Itachi se puso de pie guardando sus cosas en su maletín, pero en cuanto su mirada se dirigió a la puerta allí estaba Naruto de pie, esperándole con el ceño fruncido y cruzado de brazos. El Uchiha afiló la mirada, aquel rubio debía estar muy ansioso de ocasionar otro pleito para acosarle de ese modo.

— Itachi…

La voz de Kakashi quien aun seguía en el salón hizo respingar a ambos jóvenes, el nombrado giró para poder ver al mayor.

— Me gustaría hablar contigo antes de que te vayas, ¿te parece? — el de platinados cabellos enfocó su atención en Naruto que le miraba molesto por la “interrupción”.

— ¡Que solicitado estas Itachi! — sarcástico en rubio exclamó.

— Debo trabajar — ignorando lo dicho por Naruto y la expresión de ligero desconcierto en su profesor terminó de guardar sus cosas para salir a toda prisa del salón, esperando no ser detenido.

Naruto lo dejo marcharse, se mantuvo de pie observando de mala gana esta vez a Kakashi.

— ¿Sucede algo entre ustedes? — el adulto inquirió.

— No.

 

 

 

 

A prisas fue directo hacia su taquilla para cambiarse de zapatos, debía concentrarse en el trabajo y cuidar a su padre, así que seguir percibiendo el ser seguido por alguien o continuar coincidiendo con Naruto no eran opciones. Dio un hondo suspiró al saberse solo allí, era sorprendente como sus compañeros abandonaban el edificio en cuestión de minutos

Su blanca mano se posó sobre la ranura para abrir la taquilla.

— Quiero que hablemos.

Naruto le miraba fijo a un par de metros, el uniforme lo llevaba desarreglado, los botones de la camisa casi abiertos en su totalidad y la negra chaqueta suspendida en los brazos.

— No creo que tengamos algún asunto… pendiente — Itachi le miró, pese a lo dicho se mantuvo quieto esperando lo que el otro deseara decir.

Sus azules ojos quedaron como atentos espectadores, a aquel rostro claro y carente de imperfecciones, porque dudaba que las marcas que llevaba bajo los ojos pudiesen considerarse un defecto, por el contrario era como si estas fuesen un detalle maravilloso.

Maravilloso.

Frunció el ceño ante aquel pensamiento, nuevamente Naruto le veía con enfado, como la primera vez que se cruzaron, — si tienes razón — se mordió la lengua antes de alejarse dejando a Itachi de nuevo solo.

Un diminuto suspiro esta vez huyó de los labios del pelinegro, diminuto suspiro que parecía ser de decepción, cierta curiosidad había sentido por saber qué le diría el rubio pero ya no podría saberlo.

 

 

 

***

 

 

 

Durante su regreso a casa su mejor entretenimiento fue patear las piedrecillas en el camino, la sensación de enfado consigo mismo le mantenía con expresión de hastió, como si de un momento a otro Itachi ya no le pareciera tan desagradable.

Chasqueando la lengua Naruto utilizó todas sus fuerzas para patear la lata vacía de alguna gaseosa lo más lejos que pudo, el envase de aluminio se alejó varios metros cayendo en un charco de lluvia que no había secado del todo. Resopló irritado siguiendo su marcha tratando de concentrarse en otra cosa, incluso pensar en fantasmas sería buena opción.

Algo cansado llegó a su casa entrando estrepitosamente, que más le daba si despertaba a su madre, ya daban las tres de la tarde de todos modos.  No halló a nadie en la sala pero los suaves ruidos que provenían de la cocina le sugirieron que su progenitora podría estar intentando cocinar como lo hacía cada mes. Aburrido se asomó al escuchar el estrepitoso sonido de una olla caer al piso, pero al no ver a nadie allí salvo la cacerola rodando hasta chocar a sus pies le hicieron retroceder un paso.

— ¿Kushina? — llamó buscando a su madre con la mirada, al no recibir respuesta se devolvió entre sus pasos para solo volver a oír un par de susurros que provenían de la cocina… como si alguien estuviese murmurando algo incomprensible.

Ya sin paciencia y dispuesto a enfrentar lo que sea que estuviese buscando intimidarlo azotó la puerta, esta vez tampoco pudo ver a nadie pero contrario hace unos segundos, además de la cacerola en el piso pudo ver un pequeño charco de agua al lado de esta.

Naruto se inclinó rozando el líquido con sus dedos, confirmando que solo se trataba de inofensiva agua que sin razón aparente se había desparramado en el piso.

— ¿Naru-chan? — Fue entonces que la pelirroja apareció en escena — No hagas tanto escándalo, iba a preparar la comida — la mujer recogió el recipiente del piso — no tires las cosas, mira que ya echaste agua por todos lados.

Ante lo dicho por su madre los azules ojos de Naruto se aguzaron y de inmediato pudo notar más charcos en varias partes del piso que al parecer no había visto. — No fui yo — obviando la ansiedad que empezaba a sentir prefirió alejarse y sentarse en la gruesa y algo manchada alfombra de la sala.

Contando los sucesos extraños y descabellados que hace poco estaba experimentado, estaba seguro de que Itachi tenía algo que ver en ello, si fue solo desde que empezó a toparse con el pelinegro que estaba viendo cosas que se supone no debía… después de todo los fantasmas no existen.

Se mordió la uña del pulgar derecho.

Recordaba su arrebato de la noche anterior, cuando estando más que alcoholizado le brinco al chico de cabello negro para restregársele y terminar lamiéndolo… se humedeció los labios con la lengua al recordarlo. No estaba del todo seguro del porque había actuado de esa manera, pese a estar ebrio la insinuación que le hizo a Itachi era más que evidente.

— Mmm — bostezando cansado casi se recostó sobre el futón, — ¿cómo se le dice cuando quieres enamorar a alguien, sin enamorarte? — se preguntó a sí mismo.

— Estupidez — la voz de Kushina le hizo incorporarse — el querer utilizar a una persona así, solo demostraría tu estupidez — se acercó notando de inmediato la mirada mortal que su hijo le dedicaba — además, deberías mejorar tu dicción, hay algo en la pregunta que hiciste… que está mal planteado´ttebane. — La pelirroja hizo amagó de pensar.

Eso no te importa, quiso responder pero se contuvo, odiaba que su madre en sus momentos de sobriedad se las diese de consejera. Naruto se encogió en hombros volviendo su mirada al frente, no tenía ánimos de discutir, — da igual cómo se le diga, no tiene importancia.

— Bueno Naruto espero que sea así — girando en sus talones la mujer regresó a la cocina.

El rubio suspiró de nuevo, casi resoplando se puso de pie para salir nuevamente de su casa, tenía hambre era evidente pero no quería quedarse a escuchar lo que su madre le dijese, que intentase “corregir” sus acciones siendo ella un pésimo ejemplo sobre responsabilidad o cualquier cosa que involucrara el afrontar los problemas.

El helado viento empezaba a soplar con fuerza, intentando arrastrar cualquier cosa a su paso, las hojas de los árboles se agitaban furiosas advirtiendo claramente de la estruendosa lluvia que de seguro no tardaría en caer, Naruto sentía necesitar algo de tiempo para sí mismo, a su corta edad había tenido que afrontar demasiadas circunstancias que solo deberían estar reservadas para un adulto, había tenido que cuidar de su madre pese al cierto rencor que le profesaba, de cierta manera estaba resentido con su vida… con la vida que le hubo tocado.

Ignorando el temporal que se avecinaba siguió caminando con las manos dentro de los bolsillos, con el ceño levemente fruncido era casi como si deseara desquitarse con alguien.

Tornar la vida de ese alguien más miserable que la suya y de algún extraño y retorcido modo sentirse bien por ello.

Las primeras gotas comenzaron a caer, maldijo un par de veces, como es que apenas hace unos días el sol brillaba con intensidad y ahora parecía llover casi todo el tiempo, suspiró cansado resignado a tener que volver a su casa sin desearlo.

— ¡Naruto-chan!

La rasposa voz de aquella viejecita dueña de la pescadería le hizo respingar, la mujer le hacía señas a unos metros detrás indicándole que se acercase, la vio con una caja de madera al lado donde seguro llevaba el pescado.

— ¡Muchacho ayúdame con esto! — le gritaba en tanto se cubría de la lluvia con su rebozo.

Sopesando sus opciones Naruto se decidió en ayudar a la anciana, con eso al menos podría retrasar un poco su regreso y con algo de suerte le darían de comer.

— ¿Qué hace cargando todo esto sola? ¿No que Itachi trabaja para ustedes? — preguntó cargando la caja caminando al lado de la mujer mayor.

— Itachi-san se quedó ayudando a ordenar la despensa — aclaró sonriendo en medio de sus rugosas facciones — es un buen muchacho… igual que tu Naruto-chan.

— Humm — se mordió los labios  — dudo mucho que sea igual que yo.

Cuando ya llegaban a la casa donde la anciana vivía con su igual de cansado esposo, este les esperaba ya cubierto por un impermeable dispuesto a salir a buscarla, Itachi estaba a su lado sujetando un paraguas y al verlos llegar se apresuró para cubrirlos con la sombrilla.

— Tuve suerte en encontrarme con Naruto –chan, no habría podido regresar — comentaba feliz obviando los reclamos de su esposo por no haberlo dejado acompañarla.

— Gracias por tu ayuda— Itachi quiso llevar la caja de madera pero Naruto con porte orgulloso siguió cargándola.

— Solo estaba de paso´dattebayo — aclaró mirando de soslayo al otro chico que le veía algo incrédulo.

— ¡Dense prisa muchachos, la lluvia no tarda en empeorar! — Los ancianos les llamaron para que entraran dentro de la casa.

Algo empapado Naruto secaba su rubia cabellera con una toalla que le proporcionaron, dentro al menos estaba cálido y reconfortante. La pequeña estufa se encargaba de elevar la temperatura, la anciana había servido sobre el kotatsu sopa de miso y el pescado asado que desprendía un agradable aroma.

— Acérquense chicos, se ven hambrientos y seguro que aún no has comido Naruto-chan — la canosa mujer no dejaba de sonreír llamando a ambos muchachos con un ademán — con esta lluvia no podremos abrir la tienda hoy.

Ignorando el percance Naruto se apresuró a sentarse para saciar su apetito, — ¡gracias por la comida! — juntó sus palmas antes de disponerse a devorar su ración en grandes bocados.

— Vamos Itachi-san, tienes que comer también — sugirió.

— ¿Y ustedes? — el pelinegro preguntó notando la comida puesta solo para dos personas.

— Ya comimos antes de que llegaras de clases, — aquella cansada sonrisa casi nunca abandonaba sus labios.

Luego de que la mujer saliera de la pequeña sala fue que Itachi se dispuso a sentarse para comer, algo sorprendido notaba como el rubio casi terminaba con su porción.

— Gracias por la comida — dijo tomando los palillos de madera.

— ¡Ahh! — Suspiró ruidosamente Naruto — ¡Hace mucho que no comía algo así de delicioso´ttebayo!

Entonces Itachi se quedó observando al chico sentado a su lado, pese a la actitud bastarda que demostraba parecía no ser una mala persona, de ser así jamás lo habría ayudado cuando pudo caer al rio y tampoco habría ayudado a la anciana hace poco. Era enérgico, bastante impaciente e impulsivo, con cierta nostalgia ese perfil le rememoraba en parte a alguien más.

Cuando Itachi reaccionó a sus cavilaciones Naruto le miraba divertido apoyando su rostro en su palma, — ¿estabas pensando en mí?

Algo espantado Itachi retrocedió en su lugar.

— Deberías ver la cara que pusiste — se carcajeó. — Toda roja.

— ¡Eso es imposible! — elevó la voz algo fastidiado.

— No, tenías las mejillas rojas y los ojos brillantes. — Usando sus dedos índice Naruto señaló sus propios pómulos sin dejar de sonreír.

— Que infantil — afirmó dejando su comida de lado.

— ¿No vas a comértelo?

— ¿Eh?

Y de inmediato el rubio se puso a comer la ración de Itachi ante la ligera mirada sorprendida de este.

— ¿Qué haces? — enfadado por semejante falta de delicadeza quiso por primera vez recurrir a la violencia para enseñarle modales a ese chico.

Pero el estruendoso viento que resonó en el tejado hizo a todos en la casa apresurase a la puerta principal.

— ¿Qué paso? — la mujer a lado de su esposo veía la rauda lluvia caer y parte de su tejado precipitarse al piso.

— Las cuerdas debieron ceder — habló el anciano — tengo que asegurarlas antes de que el viento lo desmantele todo.

— Déjeme encargarme — de inmediato el pelilargo se ofreció — ustedes manténganse dentro de la casa.

— Eres tan atento Itachi-san.

Naruto rodó los ojos y chasqueó la lengua ante la escena, como si fuese alguna exageración tanta disposición y agradecimiento. — Yo me haré cargo — inflando el pecho se dirigió hacia la estrepitosa lluvia resintiendo la intensidad de la misma de inmediato.

— ¡Naruto-chan al menos cúbrete con algo!

 

 

De ese modo ambos muchachos cubiertos por impermeables quedaron bajo la lluvia, Naruto llevaba consigo una gruesa cuerda y usando una escalera trataba de treparse al techo de la pequeña casa.

— ¡Voy a sujetar la lona con la cuerda y tú la aseguras en las puntas! — gritó haciéndose oír en medio del bullicio de las gotas que caían con fuerza.

Itachi le miraba curioso como si esperase que de un momento a otro fuese a caerse con tanta peripecia, pero Naruto quedo sobre el techo sin resbalar empezando con su labor.

— ¡No te quedes ahí mirando! — Reprochó viendo a pelinegro sin moverse — ¡Sujeta esto! — aventó un extremo de la cuerda.

De inmediato Itachi procedió a atar la soga a las pequeñas aristas que estaban en la pared de la casa.

La lluvia le hacía resbalar muy a menudo, Naruto trataba de mantener el equilibrio lo mejor que podía para no caer a la vez que extendía el grueso material cubriendo por completo el tejado, siendo Itachi el encargado de asegurar cada punta para que el viento no se llevase consigo partes del techo de la antigua propiedad.

— ¡Ya solo queda un lado! — El rubio gritaba caminando casi a trompicones acercándose al borde del tejado — ¡Tira de la cuerda que se está moviendo aquí!

El pelinegro siguió las instrucciones seguro de que Naruto se estaba complicando demasiado con la sencilla labor, pero lo mejor ahora era no discutir y terminar cuanto antes. Tirando de la cuerda como se lo había indicado retrocedió tensando la extensión, el fuerte viento no dejaba de soplar dificultando sus pasos y cuando volteó ligeramente de inmediato sus negros ojos se abrieron desmesurados.

— ¿Shisui? — balbuceó suavemente, sonido que murió en medio de la lluvia. A varios metros cerca de los árboles que rodeaban el lugar una silueta humana parecía sonreírle mientras le llamaba con las manos, sin quererlo Itachi aflojó su agarre soltando en consecuencia la cuerda.

Un gritó le devolvió a la realidad, Naruto había resbalado por defecto cayendo del tejado escandalosamente.

Siendo el responsable del accidente el pelinegro se acercó corriendo ignorando la reciente aparición, — ¿Naruto estas bien? — le ayudó a incorporarse.

Quejándose y sujetándose el tobillo derecho el ojiazul le miraba enfadado, — ¡serás imbe… — se mordió la lengua antes de terminar el insulto. — ¡¿Por qué diablos soltaste la cuerda?!

— Lo lamento — algo consternado  bajó la mirada, quería creer que aquello de las “alucinaciones” ya habían terminado, durante casi todo el día los incidentes paranormales habían cesado, pero esta última visión fue demasiada diáfana, pese a la distancia pudo distinguir el rostro de su fallecido familiar en esa borrosa y oscura silueta que le sonreía siniestra.

 

Naruto iba a seguir reclamándole y más por el dolor que sentía en el tobillo, que de seguro estaría lastimado, pero veía al pelinegro absorto y preocupado… demasiado arrepentido. Tragó saliva dudoso, empezaba a asustarse su propia desviación de gustos… algo había en Itachi que le parecía atractivo y aun no estaba del todo seguro de que se trataba.

Atracción sexual nada más, se abofeteó mentalmente con esa deducción, de allí venían sus intenciones. Creía que acostándose con Itachi dejaría de sentir esa ansiedad y la curiosidad desaparecería, de todos modos siempre había sido heterosexual, no tenía por qué cambiar de gustos tan abruptamente… debía ser simple e inocente curiosidad nada más.

 

 

Naruto.

Ese nombre saltó a los pensamientos del pelinegro, tal vez Naruto también pudo ver esa extraña silueta, el ojiazul había demostrado ser perfectamente consciente y capaz de hablarle sobre cada suceso extraño afirmando el ver alguien detrás de Itachi.

— Na…

Y cuando quiso hablarle y preguntarle el rubio lo había tomado por los cabellos para besarle suavemente en la boca, presa de la sorpresa inicial mantuvo sus ojos abiertos. La fatal sensación de emoción golpeteó en sus mejillas, como si el simple beso estuviese llenándole de algún modo.

Naruto se apartó luego de unos segundos, estaba inquieto y ansioso por la reacción del otro, una que le confirmase lo dicho por Kiba o que lo desmintiese. Contrario a todas sus expectativas nuevamente pudo palpar los labios de Itachi, siendo esta vez el pelinegro quien le proporcionaba el contacto, sonriendo en sus adentros el ojiazul creía estar en el rumbo adecuado para llegar a intimar con el otro y de ese modo quitarse esa “curiosidad”. Satisfecho y pese a la lluvia siguió besando al pelinegro casi lamiendo los labios ajenos esperando poder profundizar el roce regodeándose ante la cooperación del otro, pudo besarle desesperado mordiendo incluso la boca que pusieron a su alcance.

 

 

.

 

 

 

Notas finales:

Siento la demora, últimamente he tenido muchas ocupaciones y casi nada de tiempo libre, bueno pero sigo aquí contra la sequía y la hambruna (:D) muchas gracias por sus comentarios que me animan a seguir y por sus lecturas.

Cuídense mucho y nos leemos en el siguiente si es que les ha parecido interesante.

Yae


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