XIV.
Resulta que Nanase había decidido continuar con la natación competitiva “Quiero nadar en aguas del todo el mundo...” le había dicho con aquella mirada impasible suya, pero con brillantes ojos azules que un inusual brillo de ensoñación. Tal vez el delfín no tenía la meta de “ser el número uno” pero al menos ahora era más serio con su natación, para conocer el mundo debía ser bueno y él lo era, solo debía mejorar.
Pero Haru no se quedó con la natación solamente, entro a la carrera de Gastronomía, Nutrición y Alimentación. E incluso estaba en un pequeño curso de pintura, Yamazaki sabía que el chico era un genio, y hasta él debía admitir que otro que no sea Haru no habría podido con todas esas actividades.
Debería ser molesto que el nadador sea perfecto en todo lo que hace, pero mientras más pasaba tiempo con el pelinegro se daba cuenta que Haru, podría ser considerado un genio en la natación y todo lo que hacía, pero carecía del sentido común que todo ser humano debía poseer al nacer.
Y eso lejos de ser molesto, le resultaba entrañable.
Incluso si debía largas horas en la bañera y caballa casi todo los días era cosa rutinaria.
Tenían tres clases juntos, por lo que se miraban casi a diario y sin darse cuenta realmente, ambos comenzaron a buscar la compañía del otro poco a poco.
Las semanas se convirtieron en meses y antes de darse cuenta dos años habían pasado uno en compañía del otro.
Y ahora, ellos vivían en un pequeño apartamento cerca de las universidades de ambos para mayor comodidad. Era un “ahorro de dinero” se habían dicho al principio, en el tiempo que llevaban juntos, una gran amista se había formado.
Y con esa amista, nuevos sentimientos comenzaban a salir a flote.
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Esa tarde, Nanase estaba ocupado dibujando una tarea para su taller, sentado cerca del pequeño balcón de su apartamento, la luz del sol caía sobre él, completamente concentrado en su dibujo.
Sousuke, sentado en un cómodo sofá trataba de realizar su tarea de filosofía, y trataba aunque fallaba en su intento de avanzar ¿La razón? Que sus ojos no podían apartarse de la delgada figura de Haru y como este parecía brillar con la luz del sol cayendo sobre él.
La escena era tan mundana y…Hermosa.
El delfín no prestaba atención a nada más, sus ojos fijos en la hoja en sus piernas, el lápiz moviéndose con rapidez y maestría y aquellos (completamente apetecibles) labios siendo mordidos por los dientes de su dueño.
Completamente cautivante.
No sabía cuándo comenzaron estos pensamientos hacia ese joven, antes de darse cuenta ya buscaba poder apreciar la grácil figura de Haru. Cuando lo noto, ya no había vuelta atrás, una innegable atracción había nacido y esa atracción solo aumento con el paso del tiempo.
Y ahora ahí estaba, conteniéndose de no saltar sobre el cuerpo del nadador cuando este se le presentaba, escasamente vestido y mojado. Que con la obsesión del chico con cualquier cuerpo de agua, esos momentos eran muchos, y Sousuke los odiaba y amaba por partes iguales.
Lograr ver toda esa suave piel pálida y húmeda, eran en definitiva sus momentos favoritos.
Pero ver y no poder tocar, él tenía que usar todo el autocontrol que poseyera para no saltar sobre el moreno más corto.
No sabía cuánto tiempo más podría soportar esa situación.
—Sousuke. —la voz de Haru llamo su atención en el primer momento, causando que levantara la vista de su cuaderno para ver al joven. Haru había dejado de dibujar y ahora sus profundos ojos azules estaban clavados en los ojos aguamarina del más alto.
— ¿Paso algo? —estaba intrigado, el delgado nadador no iniciaba conversaciones así de la nada, y tenía curiosidad por saber que le quería decir.
Haru lo siguió mirando con esos serenos ojos pero él logro captar una pequeña incertidumbre, lo que le hizo más intrigado y preocupado.
—Hoy Yamamoto-san me pidió una cita—declaro contundente como era su costumbre, causando un gran impacto en el más alto. Si Sousuke hubiera estado bebiendo o comiendo algo en ese momento, seguro y escupe lo que estuviera en su boca, así de sorprendido estaba.
Luego de la sorpresa inicial, vino la molestia y una ligera capa de celos se hizo presente ¿Cómo se atrevía el tipo ese pedirle una cita a Haru así como así? ¡Él llego primero! Por lo tanto tenía más derecho que un don nadie de la universidad.
Su agarre en el lápiz entre sus dedos se tensó ligeramente, pero se obligó a relajarse, Yamazaki no iba a ser una escena de celos aquí, no era su estilo.
— ¿Es así?—se alegró que su voz no sonara tan molesta como en realdad se sentía— ¿Y piensas aceptar?—por todo lo sagrado esperaba que la respuesta sea no, Haru no iba a salir con algún pobre diablo desconocido, con el único que podría hacerlo era con él Yamazaki Sousuke.
Se preguntó si tendría que hacerle una visita a este Yamamoto y darle una ligera “advertencia” no sonaba tan mal la idea, no sería la primera vez que lo hiciera de todos modos*
Las cejas de Haru se fruncieron un poco, como si estuviera pensado muy duro en que decirle al más alto. Luego de unos interminables y tortuosos segundos de silencio (tortuosos para Sousuke que mucho dependía de la respuesta de Haru) el de ojos azules alzo la mirada hacia el más alto y con un encogimiento de hombros regreso su atención a su dibujo de antes.
—No sé…—finalmente respondió y a pesar de la respuesta tan ambigua y esquiva esta era cierta y sincera —. Pero...—y antes de que Sousuke respondiera, Haru había seguido hablando, con ojos aun el su dibujo pero sus dedos sin moverse—, pero creo que ya es hora.
Para olvidar.
Para seguir adelante.
Para ser feliz.
Para amar otra vez.
Y Sousuke no supo que fue lo que lo poseyó en ese momento, pero algo había hecho que actura en cuanto las implicaciones del “Ya es hora” resonaron en su cabeza a pesar de que el otro no las había dicho. Sea como sea, él se levantó en toda su alta estructura, miro al joven hombre al otro lado de la habitación y camino hacia el otro sin vacilación alguna.
Esto es…
Sus largas piernas se tragaron en cuestión de segundos el trayecto hacia donde el artista y nadados se encontraba, Haru lo miraba ahora, con curiosidad y luego desconcierto cuando el más alto se inclinó y puso el boceto que estaba en las manos del ojiazul en la mesa y luego suavemente insto al otro a levantarse y que lo enfrentara.
Ahora mismo…
—Entones…—su voz nunca había sonado tan roca y seria como lo era en ese momento, mientras sus grandes manos acunaban ese fino rostro, y mantenía sus miradas conectadas—, de ser así, entonces…
Mi oportunidad.
—Sal conmigo Haru.
Para que tú seas mío.
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OMAKE.
Respiraciones jadeantes, maraña de miembros, unos largos y delgados pero no frágiles, bien entrenados por la natación; otros grandes y músculos producto de una fisionomía y entrenamientos de todo tipo.
Dos cuerpos, uno más grande que el otro, pero que de alguna forma encajaban juntos a la perfección, como si pertenecieran uno al otro.
—Sousuke—uno de ellos gimió justo cuando el otro lentamente movía sus caderas para entrar por completo en la calidez de su compañero, la sensación de su miembro entrar lentamente, centímetro a centímetro en aquella apretada y suave cueva era intensa y sensual.
Y quería más.
Jodidamente quería más.
No se había dado cuenta de que tenía los ojos cerrados, pero cuando los abrió, piscinas de un electro azul le devolvían la mirada. Pero esos ojos estaban empañados, nublados por la lujuria. Los mares calmos en ese momento eran oscuros de deseo, llenos de un sentimiento abrazador que calentaba todo el cuerpo del más alto.
Y Sousuke no podía apartar la mirada.
—Haru yo…—ya estaba completamente adentro de esa entrada, el placer era abrumador, Sousuke disfruto de ese momento, pero luego abrió los ojos, él tenía algo que decir, era importante. No podía mantenerlo para sí mismo ni un segundo más.
Así que miro hacia aquellos eléctricos ojos azules con una llamarada de sentimientos, sentimientos que, se dio cuenta, eran correspondidos por el otro, y entonces él sabía que todo estaría bien. Que este era el mejor momento para hablar.
—Haruka yo te -…
El horrible sonido de su despertador trajo al alto hombre de vuelta a la realidad sin piedad alguna. Ojos que no eran ni azules ni verdes se abrieron para (incluso aunque aún estaban adormilados) mirar con odio a la ofensiva cosa que se atrevió a despertarlo.
Pero después de varios segundos con su lucha unilateral con un objeto inanimado, Sousuke dio un suspiro de resignación y se levantó, sabanas cayeron dejando al descubierto su amplio pecho desnudo, y deteniéndose justo para ocultar lo que debe ser ocultado.
Sousuke luego miro a su regazo y chasqueo la lengua entre molesto e incómodo.
—Supongo que debo hacer algo con respecto a esto…
Levantándose con las sabanas entre sus caderas, Yamazaki Sousuke fue al baño con la intención de darse una ducha fría y arreglar su “problema” causado por el agradable sueño que acababa de tener con su compañero de piso.
“Haru en verdad se miraba caliente en ese sueño”
Ese fue su último pensamiento, antes de que la ducha fría acabara cualquier pensamiento pervertido hacia el nadador de estilo libre.
Y esa era solo una de las muchas mañanas de Yamazaki Sousuke.
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