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Su hombro le dolía.
No importaba cuantos masajes o pastillas para el dolo usara el dolor no mitigaba. Y eso, a pesar de no querer reconocerlo lo asustaba. Completamente solo en la habitación de su hotel, Sousuke se recostó en la cama sobre su espalda con una mano en su hombro lesionado. Lo único bueno y que le daba un poco de alivio era que el dolor que sentía solo le incomodaba y no se presentaba insoportable y castigador.
Pero que su lesión le estuviera doliendo y no pudiera mitigar ese dolor no podría ser bueno, Sousuke lo sabía.
El dolor el su hombro le daba un mal, terrible presentimiento. De repente sentía como si un conteo hacia atrás había iniciado y que su vida como nadador deportivo estaba a solo unas horas de acabar.
Cerró los ojos, sabía que esto llegaría tarde o temprano, pero ¿Tenía que ser ahora? A penas había pasado el primer día de los nacionales y su equipo había pasado a la segunda etapa. Ellos eran el mejor equipo, con Momotaru, Ai, Rin y él mismo.
No, no podía acabar aquí. Su hombro debía soportar, solo un día más. Solo un-
La puerta de la habitación se abrió y cerró de golpe. De una forma muy, muy estrepitosa.
Rápidamente se incorporó para ver que fue aquello y se encontró con un angustiado pelirrojo con lágrimas en sus ojos y con una expresión tan asustada que no creyó ser posible que Rin pueda hacer.
Todo pensamiento del dolor en su hombro desapareció de su cabeza como si no hubiera existido en primer lugar.
— ¿Rin, que paso?—se levantó y camino hacia el lloroso tiburón, el cual solo cayó al suelo con su espalda recostada en la pared sin dejar de escapar pequeños sollozos y ocultando su rostro con uno de su brazos.
¿Qué demonios había pasado?
¿Sera Gou y que sufrió algún accidente? No, de ser así Rin no estaría ahí sino al lado de su hermana.
¿Su madre? Tampoco lo creía. Era otra cosa.
—Rin habla, me estas asustando...
Su tono era amigable y confiable no podía obligar a Rin a hablar, solo convencerlo y esta era una buena forma de hacerlo. Agachándose frente a Rin tomó firmemente los hombros del pelirrojo y lo obligo a que lo viera a los ojos.
Y lo que vio casi le quita el aliento.
Había tanta angustia, tanto dolor. Y tanta tristeza.
Lágrimas de angustia salían de aquellos mares ardientes, el pelinegro no podía pensar en habría puesto en ese estado a su amigo, Rin lloraba mucho, claro. Pero nunca con tanta angustia como lo estaba haciendo hoy.
Las ganas de saber crecían a cada segundo, pero se obligó a esperar. Todo por el bien de Rin.
Después de unos minutos que le parecieron eternas horas, la voz suave y casi inaudible del pelirrojo llego a los oídos de Sousuke, al escuchar a aquella simple oración, él tuvo que cerrar los ojos con fuerza.
Al final lo inevitable había pasado.
Las palabras resonaron en su mente una y otra vez, como si de una sentencia se tratara.
“Haru lo sabe todo...”
En aquella habitación, solo él y el tiburón. Sousuke le dio su silencioso pero contraste y firme compañía al pelirrojo. Era todo lo que podía hacer por el otro, estar a su lado.
Y mientras miraba a Rin llorar el contenido de su corazón no pudo evitar preguntarse.
¿Qué pasaba con Nanase?
Mientras Rin le relataba como el delfín los había descubierto a él y a Tachibana en la habitación del hotel, a ambos semi desnudos, los pensamientos de Sousuke fueron para Haru.
¿Cómo la estaría pasando en este momento?
Y recordó que el nadador de estilo libre seguramente estaría solo, porque Tachibana ya no podría ser el apoyo de Haruka.
Entones se dio cuenta de que él quería estar junto al otro nadador en este momento. Verlo, darle su compañía, apoyarlo.
Pero no podía, estaba aquí junto a Rin como el buen amigo que siempre había sido. Aun así él seguía preguntándose.
¿Quién estaría para Haru de ahora en adelante?