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XII.
Lo que paso en aquel lugar, era algo que solo le concernía a ellos dos, tanto Haru como Sousuke, sin decirlo en voz alta habían acordado que jamás dirían a nadie como ambos se ayudaron mutuamente, ni uno ni el otro revelaría nunca como se vieron entre sí derrotados por la vida, ni como lograron ponerse de pie nuevamente, heridos y con cicatrices, pero de pie aun así.
Se mantendría solo para ellos dos.
Nadie más debía saber.
Y ambos lo sabían.
Las lágrimas, los gritos, el llanto. Junto con el dolor y la ira que ambos habían descargado ese día, se mantendría en los recuerdos, recuerdos que jamás serian hablados ni dichos en voz alta a otra persona.
Solo Sousuke y Haru lo sabrían.
—Esto aún no termina Haru, aún tenemos mucho por delante.
Había dicho Sousuke, cuando ambos se habían calmado. Ahora los dos bajo la lluvia de la regadera y recargados sobre la pared de azulejos.
Ambos totalmente cansados, pero no derrotados.
Haru no había dicho nada por un momento, pero luego de unos segundos en los que el alto nadador pensó que no hablaría este, abrió sus labios.
—El agua me rechazo una vez pero...volveré a ella cuantas veces sea necesario...hasta que vuelva a ser libre.
Como siempre palabras extrañas con una filosofía rara, pero para Sousuke aquello fue todo lo que necesitaba para saber que el pequeño nadador estaría bien.
Haru estaría bien.
Ambos habían tropezado ese día, cayeron al suelo y se mantuvieron ahí viendo sus heridas. Pero se levantaron, y se levantarían una y otra vez. Porque ellos eran nadadores competitivos, y perder no era algo que aceptarían de buena gana y no perderían; ni siquiera contra ellos mismos.
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XIII
Los recuerdos de aquellos días, de las finales de la competencia nacional, estaban algo distantes. Sousuke no supo cómo logro sobrevivir a esa parte de su vida, ni se dio cuenta de lo rápido que pasaron los días hasta que, cuando menos lo esperaba que el año había terminado y él estaba ya a punto de iniciar su universidad.
Recodaba a Rin enterándose de su lesión.
Recordaba su última carrera de relevos y como su hombro colapso completamente, pero aun así termino y llego a la meta.
Recordaba el viaje de Rin a Australia.
Recordó tomar su decisión de ir a Tokio para seguir sus estudios.
Su promesa con su amigo.
Y por supuesto, recordaba perfectamente a Haru.
Las duchas y Haru.
Seguramente para Sousuke ese será uno de los momentos más importantes de su vida. El momento en que decidió seguir su camino y seguir luchando, el momento en que encontró a su alma gemela quien entendería el dolor por el que pasaba, a pesar de que el otro sufría de una distinta manera.
Siempre lo recodaría. Siempre.
Aun así, la verdad era que no sabía cómo habían terminado las cosas entre esos tres amigos, Rin ya no había comentado nada del asunto, aparte de aquella noche en que se derrumbó cuando Haru se enteró. Supuso que era normal el que ya no quisiera hablar de ello y Sousuke no iba a traer el tema a una conversación.
Tendría que esperar a que el tiempo pasara y las heridas se curaran del todo.
Podría hablar con Rin de nuevo, sobre el tema, solo tenía que esperar un tiempo más.
Por ahora, él iba tarde a clases ¿Y lo peor? Es que no tenía ni idea de donde quedaba su salón.
Así que iba a ciegas y tarde, definitivamente no era su día. Y eso que esta era su primera semana como estudiante universitario.
Pero luego, una luz al final de su oscuro camino a llegar tarde.
Frente a él había un chico de cabellera oscura caminado con suma lentitud y tranquilidad, Sousuke supuso que ese joven podría decirle donde se encontraba su salón de clases y ahorrarse la vergüenza de llegar tarde.
Sonaba como un buen plan, por lo que aligero su paso para alcanzar al otro, luego toco el hombro de este para llamar su atención.
—Disculpa ¿Me puedes ayu-...?
Su pregunta no termino de salir de sus labios a causa de aquellos grandes y brillantes orbes azules que se cruzaron con sus propios ojos.
Él reconocería aquel mar zafiro en cualquier lugar.
— ¿Haru?
Ahí en toda su gloria se encontraba Nanase Haruka con una mochila en su espalda y con su neutro y desinteresado rostro de siempre.
—Yamazaki.
Si estaba sorprendido por el inesperado encuentro con el alto chico de ojos aguamarina, Haru no lo demostró, toda reacción que tuvo fue un ligero brillo de reconocimiento en sus orbes azules profundos y una pequeña, imperceptible, sonrisa en sus labios.
Sus caminos se habían encontrado de nuevo, en ese enorme mundo de aquella gran ciudad como lo era Tokio, Haru y Sosuke se volvieron a ver.
Una vez más.
Lo que pasaría después bueno…
Solo el tiempo lo diría.