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Compañeros de Habitación por zoralollonais

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Notas del capitulo:

Hola, gracias a los que pasan un rato a leer.

Al fin los dos quedaron solos y ya saben los sentimientos mutuos que tienen ¿Qué pasará?

Un poco de luz se divisaba desde una ventana casi cerrada, era la habitación de la Golden Pair. En ella, se encontraban sus dos inquilinos a la luz de un pequeño velador. Eiji con unos pantaloncitos y una camiseta para dormir; y Oishi con unos boxer y una musculosa pegada al cuerpo.

-Oishi…-decía con algo de vergüenza- Podemos dormir juntos, ¿verdad? –fue por detrás del mayor y lo abrazó, ocultando su rostro en la espalda del mismo.

-Claro que si Eiji –dándose vuelta para quedar de frente a su pequeño y darle un beso.

-Anda y acuéstate, yo te cuidaré –salieron unas orejas de gatito en ese momento.

-No hace falta que me cuides, ya me siento bien –le resbaló una gota por la siendo, recordando esa mentira.

-¿En serio? Mira que no tengo problema. Si necesitas algo me lo pides, ¿nya? –lo tomó de la mano y llevó hasta cama, se acomodaron y finalizaron abrazados.

-De hecho, si necesito algo –lo miraba tiernamente y se incorporó un poco.

-¿Qué? ¿Te duele la cabeza? ¿La panza? –con cara de preocupación y casi haciendo puchero.

-No, nada de eso… lo que necesito es –se ruborizó y continuó nervioso- un beso.

-Nyaa –las mejillas se sonrojaron y se acercó despacio para brindarle el beso que le fue pedido. Se separó de él y se miraron tiernamente, mientras sus corazones latían rápidamente. Eiji comenzó a besarlo dulcemente en un instante. Oishi acariciaba los rojos cabellos con una mano y tomaba de la cintura con la otra a su neko, mientras que éste rozaba sus manos en las mejillas y pecho del más alto. El calor los fue venciendo provocando que ambos se sacasen las prendas superiores que tenían, dejando sus torsos desnudos y que comenzaban a transpirar. En ese momento, Eiji estaba sobre su sub-capitán proporcionándole besos dulces, el pequeño niño ya dejó de ser tan inocente, fue deslizándose hacia abajo por su cuello, su pecho, donde se detuvo en los pezones excitados de Oishi donde le rozaba con su lengua. A cada acto que realizaba el menor, Oishi se excitaba cada vez más y daba suspiros. Eiji siguió deslizando su lengua por el abdomen hasta que llegó al boxer que impedía ver el miembro erecto del mayor; el gatito sacó ese boxer con sus manos, mientras besaba la parte baja del abdomen de su amante. Cuando al fin estaba completamente desnudo, comenzó a proporcionarle el mayor placer que nunca antes había sentido Oishi. Empezó a lamer suavemente el miembro, para luego succionarlo. Para este momento Oishi, estaba completamente excitado que no aguantaba más, tendría que hacer algo con eso que tenía dentro, pero no quería aún. Así que paró a su neko en ese momento agarrándolo del rostro y llevándolo hacia su boca. Esta vez el que estaba abajo era el pelirrojo, así que ahora sería el turno de Oishi de proporcionarle placer a su kouhai. Le daba besos con mucha dulzura, mientras que con su mano derecha comenzaba a excitar el miembro del menor que dejaba escuchar gemidos satisfactorios. Oishi empezó a besar su cuerpo, no se le olvido ningún centímetro de ese cuerpo delgado. Llegado a la parte más deliciosa, el miembro erecto del pelirrojo, lo empezó a lamer, empezando a escuchar clamados cada vez más excitados. Luego, paró un instante y lamió el orificio del pelirrojo y, nuevamente, se detuvo y miró a la cara de su pelirrojo desde la cadera de éste.

-Oishi…sigue… por favor… -le suplicaba el pelirrojo, mientras Oishi comenzó a ascender por su cuerpo y terminó junto a su oído.

-Eiji, quiero que seas mío esta noche –le susurró un poco agitado.

-Sí, para siempre… seré tuyo –agarró la cara del morocho y lo besó con pasión.

El más grande comenzó a dilatar la cavidad del más delgado con un dedo primero, mientras lamía su miembro también. Luego siguió con dos dedos y por último con tres. Eiji dejaba escuchar cada vez más placenteros gemidos.

-Oi…Shi… estoy listo… -lo miró mientras acariciaba su rostro.

-¿Estás seguro? –le preguntaba mientras movía cada vez más sus dedos dentro del pequeño.

-Si… por… favor… solo hazlo… -entre gemidos y suspiros fue el pedido.

Oishi tomó las caderas del pelirrojo, lo acomodó para que quedara perfecto para empezar a penetrarlo suavemente. Es lo que hizo comenzó a penetrarlo lenta y pausadamente.

-Aaahhh… duele… ahhh –gimió mientras sus manos apretaban las sábanas y fruncía un poco el seño.

-Pararé entonces... –le dijo dulcemente.

-Aaaahh…. No… ¡No hagas eso! –sus ojos se abrieron y miraron suplicante al pelinegro.

-Pero… te duele… no hace falta que hagas esto –fue interrumpido por una mano que se posó en sus labios.

-Lo… aguantaré… -ahora tenía su mano en la mejilla de su amante.

-…- lo miró con preocupación posando su mano sobre la del neko.

-¡Quiero ser tuyo! –le dio una sonrisa como signo de que estaba bien.

-Eiji… -dijo suavemente- te amo…

-Yo también… te amo –le dio un beso suave.

Oishi, comenzó, nuevamente a penetrarlo suave y pausadamente como antes, hasta que ya fue más cómodo para el más pequeño. Cuando ya no eran gemidos de dolor, sino de placer, el mayor comenzó a poner un ritmo más rápido. Cuando el pelirrojo ya estaba lleno de delectación, Oishi lo tomó de la espalda y lo levantó para que quedase sentado sobre él y siguió proporcionándole envestidas más fuertes y a la vez se escuchaban gemidos más placenteros por parte de los dos. Eiji finalizó sobre el pecho de Oishi, y éste alcanzó su clímax y terminó su trabajo dentro del pequeño neko y ambos cayeron desplomándose de cansancio, transpirados y con la temperatura en altas, sobre la cama.

-Gracias –dijo Eiji mientras se acomodaba en el pecho del mayor.

-¿Por qué gracias? –acariciando la espalda del neko.

-Por quererme… tenía miedo de que no tomaras bien mis sentimientos.

-Yo soy el que tiene que darte las gracias. Durante mucho tiempo estuviste esperándome y amándome en secreto y nunca dijiste nada –ahora jugaba con el cabello del pelirrojo.

-Desde que nos conocimos sentí algo especial por ti. De hecho, hace más de un año que me di cuenta que estoy enamorado de ti, Oishi –la cara del nombrado tomó una expresión de sorpresa y buscó los bellos ojos azules que ahora lo tenían cautivado.

-Eiji… pero… ¿tanto tiempo estuviste así? Discúlpame por todo lo que tuviste que pasar –acariciando la mejilla del pelirrojo.

-No es nada. Primero pensé que era solo mi imaginación. Pero a medida que pasaba el tiempo me daba cuenta todo lo que amaba estar contigo, todas las cosas que me hacías sentir con solo mirarme y sonreírme… -le decía mientras jugaba con su dedo índice en los pectorales de morocho.

-Eiji, talvez, yo, hace tiempo que he estado enamorado de ti. Pero hasta hace solo unos días reaccioné y acepté mis sentimientos hacia ti. Yo soy el que tiene que dar las gracias por esperarme tanto.

-¡Nyaaa! ¡Te amooooo! –le dio un beso dulce como la miel.

-Yo también te amo, Eiji –y siguieron besándose hasta que se quedaron profundamente dormidos.

 

-Oye Ryoma… ¿Estará mejor Oishi? –decía Momoshiro mientras el grupo se acercaba al hotel a eso de la medianoche.

-¿Cómo voy a saberlo, Takeshi? No soy adivino –caminaba con sus manos posadas en su sien.

-Oye, no me hables así. ¿Qué te ocurre? Me has estado tratando mal desde que salimos del hotel –lo miraba con el ceño fruncido.

-Para nada… -miró hacia otro lado.

-Siempre te enojas por cualquier cosa. Y lo peor, es que ahora no sé lo que hice, es más no recuerdo haberte hecho nada. Además, el que tendría que estar enojado soy yo. ¡Me hiciste quedar como un ridículo frente a las chicas cuando me pintaste la cara! –le decía con cara de enfado.

-Haz lo que quieras. Solo te preocupas por cómo te ven las chicas. Además, tú empezaste tirándome al mar –le decía un tanto enfadado y decepcionado a la vez pensando en que desde que salieron del hotel hasta ahora que llegaban Momo estuvo saludando y hablando con toda chica que se le acercaba y a él solo lo molestaba y lo traía de acá para allá como un muñeco.

-Pero… no eres el Ryoma Echizen que yo conozco… -le dijo un tanto triste- ¿tienes un hermano gemelo?, ¿te cambiaron antes de venir aquí? –con un tono de picardía le dijo ahora.

-¡Eres un idiota! ¿No puedes hablar en serio una vez? –muy enfadado, mientras estaban entrando al hotel y separándose del resto para ir a sus habitaciones.

-Pero Ryoma, yo solo bromeo… -hizo una pausa- Mira, la luz de la habitación de Eiji y Oishi está prendida ¿Estarán despiertos aún? –decía mientras veía por la persiana de la ventana que estaba medio abierta, una luz tenue.

-Debe estar leyendo Oishi y Eiji seguramente está dormido –luego de esto golpeó suavemente la puerta- Está abierto, que raro… -mientras abría despacio la misma.

-Echizen, no entres. Deben estar durmiendo, los despertarás. –decía Momo en voz baja.

-Pero voy a decirles que cierren la puerta con lla… - no terminó de decir la frase que su cara tomó un color tomate al ver a sus dos sempai durmiendo abrazados, apenas tapados por la sábana y con la ropa tirada alrededor de la cama. Cerró la puerta inmediatamente, bajó su gorra ocultando su rostro y siguió caminando.

-¿Qué te ocurre Ryoma? ¿Por qué tienes esa cara? –se notaba la cara sonrojada del pequeño por más que la quisiera ocultar.

-Nada, Momo. Vamos a la habitación… estoy cansado… -decía muy nervioso mientras lo jalaba de la campera y pensaba "Eiji y Oishi estaban desnudos… y abrazados… no, no puede ser… no, ¡sí! Puede ser, es lo que vi…" terminó sus pensamientos con una media-sonrisa pero sin dejar su color rojo de las mejillas y su vista hacia el piso tapada por su gorra.

-…- miró extrañamente a Ryoma con una ceja arqueada, se zafó del agarre y por curiosidad abrió la puerta- Pero, ¿qué? –abrió los ojos enormes.

-¡Momo! Te dije que vamos. –en ese momento Momoshiro cerró la puerta, su cara tomó la misma expresión que la de Echizen momentos antes. Llegaron hasta la habitación en silencio, hasta que el mayor habló.

-¿Tú también viste eso? A Eiji y a Oishi…

-Sí, Momo. Vamos a dormir. Déjalos tranquilos –mientras abría la puerta.

-Pero es que, ¿qué piensas sobre eso? – le preguntó cuando estaban entrando en la habitación.

-¿Sobre qué? –comenzó a cambiarse para ir a dormir.

-Sobre Oishi y Eiji, que estén juntos –estaba sentado de piernas cruzadas, estilo indio, en su cama mirando hacia donde estaba Ryoma.

-… -estaba de espaldas a Momo, se quedó mirando hacia el suelo con las mejillas un poco rosadas, pero no dijo ninguna palabra.

Notas finales:

Espero sus comentarios y nuevamente, gracias por leer ^_^

Matta ne!


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