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Encuentros Casuales por Kazumi Andy

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-          Es bueno ver que ya todo mejoró Kou-chan. – Takao sonrió mientras le daba de comer a su hija menor, Megumi, una pequeña pelinegra de ojos color azules, la viva imagen de Takao.

 

Esa tarde, se habían reunido todos en la nueva casa de Kouki; que por órdenes de Seijuuro, habían comprado, de vez en cuando pasaba por su antigua casa donde su hermano se quedaba las veces que los visitaba en Tokyo. Ya lo malo había pasado, le quedaba disfrutar de  todo lo que le esperaba. Kenshou y todo su grupo habían sido arrestados a cadena perpetua por todos los crímenes ilegales que habían cometido a lo largo de esos años. Después de casi dos meses de terapia, Seiji le había contado todo; desde su encierro hasta su escape. También sobre aquel joven que lo rescató para que terminara en el pueblo.

 

Kouki, se había enterado que hallaron su cadáver en un lago cerca de la zona. Lo lamento bastante, tenía mucho que agradecerle a ese joven; se había prometido que en la visita al templo por año nuevo, oraría por el muchacho. No le contó eso a Seiji; pero el pelirrojo insistía la mayoría de veces en querer volver a verlo.

 

Jason había viajado con Marienette a Francia para disfrutar de unas merecidas vacaciones; más que nada fue por pedido del castaño. Quería que ambos tuvieran un tiempo juntos; además de que se había enterado que el peliplata era primo de Seijuuro por parte de la madre de este último. Habían muchos secretos que él aún no conocía.

 

-          Sí, además la casa nueva está muy bonita. – Dijo Kise. – Tiene el toque de Akashicchi y Furicchi.

 

-          Recuerda que ya no será un Furihata dentro de tres meses. – lo que dijo Himuro provocó el sonrojo del castaño y la risa de los demás. En el dedo anular del castaño se podía apreciar un anillo de color blanco que brillaba con intensidad. – Sigo sin creer que te vas a casar pronto, o que Akashi tuviera el permiso de cierta persona.

 

Colectivamente, las miradas llegaron hasta un pelinegro que cuidaba el embarazo de su esposo. Este solo se encogió de hombros.

 

-          No me miren así, Seijuuro y yo hicimos las pases hace un tiempo. – Dijo Saito. – Además, no es mi prioridad por ahora. – Esta vez, la castaña que estaba sentada a su lado se sobresalto. – No te librarás tan fácil de mi interrogatorio.

 

-          Saito, no molestes a tu hermana; Yumi, tienes que traer a tu novio estos días o se pondrán peores las cosas. – Naomi miró a sus dos hijos y solo suspiró. Había descubierto una de las salidas de su hija; lamentablemente, Saito la había acompañado aquel día, la discusión duró por lo menos tres días. Su salud había mejorado considerablemente, con la medicina y sus tratamientos, la enfermedad había desaparecido casi por completo y podía disfrutar mucho más tiempo con sus hijos y nietos.

 

-          Volviendo al tema; no pongan nervioso a Kouki-kun, no vaya a arrepentirse. – Kuroko seguía igual que siempre. – Al menos en tu pedida de mano no se desmayaron solo porque un perro apareció de la nada.

 

-          ¡Era uno muy grande Kuroko! – Se quejó Kagami levemente sonrojado al escuchar a su esposo revelar su secreto.

 

Todos rieron por aquello. Mientras que seguían conversando, los niños estaban en el jardín jugando dentro de la piscina adecuada para su edad. Vigilados por la mascota de Kouki, Taki; quien también se había mudado con ellos. Ya estaba grande y se encontraba recostado en una silla viendo desde lejos a los niños. Como todo gato, aún no se acostumbraba al agua. Mientras que Seiji estaba más que feliz, tenía a sus padres juntos y ya había olvidado, de momento, todo lo malo que había pasado.

 

-          Nee~ Seiji-kun ¿Por qué no pides un hermanito? Es divertido cuando tienes uno. – Dijo Shiori mientras seguía pataleando.

 

-          No pidas una hermana, son de lo peor. – Yudai recibió un golpe de su hermana al poco tiempo. - ¿Ves?

 

Seiji rio; pero recordó lo nervioso que se puso su padre cuando se lo dijo; mientras que Akashi le decía que tal vez le darían uno pronto. Ese día el pelirrojo mayor fue obligado a dormir en otro cuarto. Seiji seguía sin entenderlo del todo.

 

-          ¡Sería genial! – Dijo Kazuki, el hijo de Takao. – Cuando tengas uno tienes que decirnos y jugaremos todos juntos.

 

Kouki, que se había acercado a darles su merienda a los niños, decidió retroceder lentamente. No sabía de donde sacaban tantas ideas esos niños. Solo suspiró, la idea de un bebé había cruzado por su mente; pero de momento estaba feliz siendo ellos tres. Sintió un abrazo en su espalda y unos brazos alrededor de su cadera.

 

-          ¿En qué piensas tanto? – preguntó Akashi con una sonrisa. – Si es lo que pidió Seiji el otro día no tienes que preocuparte por eso, podemos seguir intentando.

 

-          Idiota. – contestó Kouki. – Solo pienso que tal vez podríamos esperar un poco más ¿No crees?

 

 

-          No, más bien me encanta la idea de tener más niños, me perdí de mucho cuando estabas con Seiji, esta vez no pienso dejar pasar nada, hermanito. –

 

Rio. Le dio un pequeño beso y lo abrazó. Más niños, la idea no era tan mala.

 

~~~~~Años después~~~~

 

-          ¿Nos vemos mañana en el maji? – preguntó cierto pelirrojo mientras tomaba de la mano a su novia.

 

-          No creo poder; mamá ya sabe de lo nuestro y me ha dicho que tenga cuidado con papá, suele ser un poco… impulsivo. – La mayor de los Kagami trataba de encontrar las palabras exactas para describir a su padre.

 

Seiji sonrió y la abrazó por los hombros. Con el pasar de los años y la cercanía que tuvieron se dieron cuenta de lo que realmente sentían. Fue en su segundo año de secundaria que Seiji declaró abiertamente sus sentimientos por la ojiroja; ella correspondió de inmediato; ya iban dos años de relación. Él había adoptado el mayor parecido con Seijuuro al ir creciendo, era como una copia; a excepción de los ojos castaños y su cabello un poco más despeinado. Ambos ya estaban por culminar su primer año en Seirirn.

 

-          Me sigue sorprendiendo que Akashi-san aceptara que estudiaras aquí. – Comentó.

 

-          Cosas de mi padre, papá sabe cómo convencerlo.- Shiori podía imaginarse al castaño mayor sin poder caminar una semana.

 

 

-          Hey, par de tórtolos ¿Ya podemos acercarnos sin que se sigan besando? – La voz del mayor de los Midorima se hizo presente. Rieron por el comentario de Kazuki, que venía tomado de la mano con Mei Aomine.

 

Como se encontraban en una plaza muy concurrida, era de esperarse que se encontraran con sus amigos. Kazuki había sido inscrito en Shutoku por sus padres; a él no le agrado mucho la idea; pero después de varias semanas, se fue acostumbrando. Mei estaba en Kaijo, fue una sorpresa para ella al ver que su padre no se opuso a sus ideas.

 

-          Me imagino que pasaría contigo, Kazuki, si Aomine-san se enterara de tu relación con Mei. – Dijo Shiori con una sonrisa. A veces era más tenebrosa que el mismo Kuroko.

 

Yudai, su mellizo, solo rio al ver el nerviosismo del pelinegro. Con los mismos años, las facciones de ambos fueron cambiando, tanto Yudai como Shiori eran muy parecidos a Kuroko; pero por los colores del cabello y ojos era fácilmente diferenciados. Sin embargo, si Yudai se comprara una peluca y entre otros accesorios, podía pasar como su hermana. Y sí, ya lo había comprobado con sus amigos.

 

-          Tranquila hermanita, no querrás dejar viuda a la pobre de Mei. – Dijo Yudai. – O que papá asesiné a Seiji. – El pelirrojo tembló ligeramente.

 

-          O que Midorima-san se entere de que estás detrás de su hija; tres años menor que tú por cierto.

 

 

-          Sigues sin tener mi aprobación. – Kazuki se giró molesto para encarar al peliceleste, quien solo levantaba sus brazos en señal de paz.

 

Continuaron hablando un poco más, entre risas y bromas o unas anécdotas que sus padres les contaron de sus épocas de juventud. Poco a poco se fue atardeciendo y cada uno se iba por distintos caminos. Yudai se fue a comprar dos batidos en lo que esperaba a su hermana, no quería hacer mal tercio en la pareja. Además, se ponían muy empalagosos cuando les convenía. 

 

-          Mañana iré a verlos, tienes que derrotar a Kazuki. – Dijo Shiori sonriendo. Eran ya las finales de la Winter Cup y tanto su hermano como Seiji, eran el arma principal de Seirin. – Confió en ti; pero aposte con Mei, así que no me defraudes.

 

-          A veces eres muy manipuladora pequeña. – mencionó el pelirrojo. – La victoria será dedicada a ti. – La pelirroja se sonrojó levemente; pero igual asintió. Llevó sus manos alrededor del cuello de Seiji y solo esperó a que el otro continuara.

 

Un pequeño beso de despedida; pero antes de que el roce continuara, un grito los tomó desprevenido.

 

-          Kagami-kun baja la voz. – Kuroko solo suspiró resignado. Le había advertido a su hija sobre eso, ya tendrían que hablarlo en casa. - ¿Dónde está Yudai?

 

-          Vaya, les dije que no se tomaran su tiempo. – El peliceleste menor apareció al lado de su hermana con un batido en cada mano.

 

Shiori se alejó rápidamente del pelirrojo y tomó del brazo a su hermano para ir al carro de sus padres. Seiji comprendió de inmediato, en la mirada de su novia, que se vendría un nuevo problema. No estaba muy preocupado, el carácter de Kuroko solía ser comprensible y siempre le había dado camino libre para estar con su hija; mientras que Kagami, él era otro caso a su parecer. 

 

-          ¿¡Desde cuándo!? ¿Por qué? … ¿¡El hijo de Akashi!? ¿¡Es en serio!? – Las exclamaciones del pelirrojo resonaban en ese auto. Kuroi, el menor de todos los Kagami solo observaba con curiosidad la escena.

 

-          ¿Por qué papá está molesto?

 

 

-          Porque no puede aceptar que tu hermana tenga novio, cosa que yo sí apruebo y él también lo hará si no quiere dormir en la sala otra semana. – La mirada desafiante del peliceleste lo hizo callarse.

 

Mientras que Shiori y Yudai solo estaban en la parte trasera del auto tomando sus batidos en silencio. La pelirroja tratando de ocultar su sonrojo y el otro conteniendo la risa para no ganarse un golpe de su hermana o reclamo de su padre.

 

Seiji decidió irse alejando lentamente, no quería recibir algún comentario de Kagami hasta que se calmara. No le tomó mucho tiempo llegar hasta su hogar. La mudanza se había hecho dos semanas atrás; pero ya se acostumbraba poco a poco al camino. Con la llegada de nuevo hermano, tenían que ampliarse un poco más. Además de la visita constante de sus primos, era necesario tener unos cuartos extras.

 

-          Aimi, tu padre te está hablando. – Kouki solo suspiró resignado al ver a su esposo e hija discutir, no era la primera vez que eso pasaba.

 

Y la menor solo tenía siete años; pero había nacido con los ojos escarlata de Seijuuro, tan parecidos al momento de enojarse. Su cabello también era rojo; pero en las raíces se diferenciaba un poco el castaño. La pequeña había nacido cuando Seiji tenía ocho años; fue una total sorpresa, literalmente los tomó a todos desprevenidos al nacer un mes antes de lo acordado. A Seijuuro por primera vez lo vieron con nervios e incluso un poco exaltado por no tener ningún informe de Kouki cerca de un día entero.

 

La pequeña nació una madrugada. Kouki nunca olvidaría la expresión de Seijuuro; para él era la primera vez que podían compartir ese momento. Seiji también entró junto a su padre, estaba muy feliz de tener una hermana pequeña a quien proteger en un futuro. El castaño estaba muy feliz por la llegada de su hija; mas no tanto como su esposo. El pelirrojo siempre estaba ahí, cuando Aimi dijo su primera palabra o cuando dio sus primeros pasos. A diferencia de lo que pasó con Seiji, él no pensaba perderse ninguno de esos momentos.

 

Ahora bien, a pesar de su amor padre e hija; ya habían iniciado con una nueva discusión.

 

-          Hey, ¿Qué pasó pequeña? – preguntó Seiji llegando hasta donde estaba su hermana. – Papá, Akashi-san. – Con el tiempo se acostumbró en decirle “Akashi-san”, aunque había momentos que sí le decía “Padre”.

 

-          ¡Hermano! – exclamó Aimi. - ¡Se quiere llevar a papá lejos!

 

Por la mira confundida de Seiji, Kouki decidió responder.

 

-          La próxima semana tengo que realizar un viaje por la publicación del autor que tengo a cargo; será en Osaka y Seijuuro también tiene que viajar por mandato de tu abuelo. – Explicó. – En mi caso serán solo tres días; mientras que tu padre cinco, solo que Aimi cree que es un tipo de “secuestro”. – Hizo énfasis en la última palabra.

 

-          Ya le he explicado; pero insiste en que lo quiero robar… aunque no es mala idea. – Eso último provocó que la menor solo lo mirara con más intensidad.

 

 

-          ¿Nos quedaríamos solos o vendría nuestro tío a cuidarnos? – preguntó interesado.

 

-          Saito tenía trabajo y Jason también debía de viajar a Alemania, así que pensé dejarlos con Tetsuya.

 

La cara de Kouki cambió repentinamente.

 

-          Claro, es buena idea dejar al adolescente con su novia en la misma casa, cuando ambos ya tienen las hormonas alborotadas. – Dijo con sarcasmo el castaño.

 

-          ¡Papá! – exclamó Seiji con un leve sonrojo. Aunque se preguntaba de donde había sacado ese detalle entre Shiori y él. – De todas formas ¿Estás seguro de viajar? ¿No será malo en tu estado? – Kouki tenía cinco meses de embarazo.

 

 

-          Le dije lo mismo; pero no quiere escucharme. – contestó Seijuuro. – Espera… ¿Estás saliendo con la hija de Tetsuya y Taiga?

 

Seiji desvió la mirada, respondiendo la pregunta de Seijuuro. Este solo se quedó sorprendido por un instante, no se imaginó que su hijo ya estaría en ese tipo de relación tan pronto.

 

-          Tienen dos años juntos, pronto tres ¿O me equivoco? – Ambos pelirrojos se sorprendieron. Seiji porque su padre supiera eso y Seijuuro por todo el tiempo sin haberlo notado. – En todo caso, sería llamar a su abuela para que viniera a cuidar-

 

-          ¡No te llevarás a papá! – Aimi corrió hasta el castaño y lo abrazó fuertemente de las piernas. Kouki solo suspiró y acarició los cabellos de su menor hija.

 

 

-          Aimi nació con sus mismos gustos Akashi-san. – Seiji solo sonrió. - ¿Por qué no me dejan a mí a cargo? Puedo encargarme de ella y yo al menos tres días.

 

Tanto Seijuuro como Kouki intercambiaron una mirada ajena al pelirrojo menor. Seiji podía ser un muchacho responsable; pero también tenía sus descuidos. Aún recordaban la vez que lo dejaron a cargo un día cuando tenía quince, y terminaron buscando a Aimi por varias horas. Era un incidente que había marcado a su hijo.

 

-          Sé lo que piensan; pero eso solo fue porque ella se escapó, ya les expliqué. Yo no tengo la culpa de que Aimi sepa escaparse tan bien. - 

 

-          ¡No es cierto! Yo te dije que había un gato en el jardín, se parecía mucho a Taki y tú no me prestabas atención. – Se defendió la ojirroja sacándole la lengua a su hermano.

 

El castaño recordó por un instante a su fiel felino. Aquel gato de manchas negras que siempre estuvo con él de alguna manera. Lloró cuando murió a los cuatro años de Aimi, había resistido mucho a su lado; incluso pudo notar en los ojos de Seijuuro la nostalgia por la partida del felino, había llegado a quererlo después de todo. Desde entonces no había considerado la opción de otra mascota. Volvió a la realidad y solo suspiró, ya debían dejar el tema por un momento.

 

-          Lo hablaremos más tarde ¿De acuerdo? Seiji, tú tienes un partido mañana, así que esta vez tu padre te entrenará en el jardín. – El pelirrojo asintió, tenía ganas de enfrentar a Seijuuro. Desde que supo lo que significaba el ojo de emperador, quería desarrollarlo completamente y poder darle un uso adecuado en los partidos.  – Y tú Aimi, tienes tarea que hacer.

 

La menor asintió y se separó de su padre. Volvió a mirar a Akashi de una forma seria para ser una niña de siete años y fue a su habitación directamente, Kouki ya se encargaría de hablar con la pelirroja. Vio como Seijuuro y Seiji ya se dirigían a la parte trasera de su hogar, donde tenían una pequeña cancha de básquet, mientras que él solo se recostó un rato en el sofá. Sonrió sin querer al sentir movimiento por parte de su bebé. Era un poco más activo a diferencia de sus hermanos. Pero lo quería, estaba emocionado por su tercer hijo, muy emocionado.

 

-          ¿Estás seguro de viajar? – La voz de Seijuuro lo hizo abrir sus ojos. – Creo que mejor declinas la oferta, el autor mismo no te está obligando a ir.

 

-          Quiero ir, me emociona ver como uno de los libros que edité se vuelve tan popular. – Sonrió. – Ve con Seiji, sabes que ha estado esperando este momento desde que comenzó a usar esta nueva técnica.

 

-          Lo sé, me siento orgulloso. – Le dio un pequeño beso y se fue al jardín encontrándose con su hijo impaciente. Kouki siguió recostado hasta dormirse sin querer. Ese día  le tocaba cocinar a Seijuuro.

 

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-          Akashi-san sigue poniendo más sal de lo normal. – habló Seiji mientras terminaba de lavar los platos junto a Kouki.

 

-          Es porque tú no aprecias mis secretos culinarios. – dijo Akashi dejando los últimos trastes sobre la mesa de su cocina.

 

 

-          Moriré envenenado la próxima vez. -

 

Kouki rio levemente. Era cierto que Seijuuro podía hacer muchas cosas; pero al momento de cocinar, le faltaban algunas cosas. Suspiró, en ese momento Aimi seguía en el comedor y seguro el pelirrojo trataría de hablar con la pequeña sobre el asunto que los mantenía un poco en discusión.

 

-          ¿Sigues enojada cariño? – Akashi se sentó a su lado. – Sabes que no intento robarme a papá.

 

-          Pero será la primera vez que papá Kou y tú estén fuera mucho tiempo, no quiero que ninguno se vaya. – Lo  que esperaba. Aimi tenía la costumbre de tardar en explicar cómo se sentía para esas situaciones. Su hija solía ser muy cerrada por lo que no hablaba fácilmente, sintió una punzada en su pecho al ver pequeñas lágrimas asomándose por sus ojos. La pelirroja las quitó rápidamente. – Lo siento, no quise causar problemas.

 

 

-          Nunca los causarías Aimi. – Sonrió. – Es el trabajo de tu papá y el mío, pronto tendremos un viaje todos juntos… además si vinieras con nosotros ¿Quién se encargaría de animar a Seiji en sus partidos? – los ojos rojos de la menor brillaron mientras miraba a su padre. – Tampoco queremos encontrar la casa quemada o algo así.

 

Aimi rio, su risa era muy parecida a la de Kouki. – No, no quiero eso ¡Tienes razón! ¡Debo darle todo mi apoyo a Seiji-niisan! – Abrazó al pelirrojo mayor y volvió a sonreír. – Cuida mucho de papá y de mi hermanito ¿Si?

 

-          Siempre lo haré Aimi, siempre lo haré. – La cargó al momento en que Seiji y Kouki entraban. El castaño sonrió al ver que ya habían hecho las paces, más que nada su hija.

 

Ya pasado las horas, Seiji se fue a descansar temprano para el día siguiente. Derrotaría a Kazuki y llegarían a la semifinal de la Winter Cup. Su padre ya le había explicado muchas cosas y esa tarde, pudo dominar por completo el ojo de emperador. Estaba listo.

 

Aimi se quedó dormida antes que él. Su costumbre era dormirse en los brazos de alguno de sus padres aunque ya tuviera pronto ocho años. Seijuuro la dejó en su cama y mantuvo encendida su luz de noche. Volvió a su habitación y encontró a Kouki ya acostado leyendo uno de los libros que Kuroko le había prestado. Se cambió de ropa y fue hasta su esposo.

 

-          ¿Planeas seguir ignorándome mientras lees? – Preguntó con una sonrisa.

 

Kouki no se inmutó y pasó de hoja. Seijuuro tomó el libro y lo dejó en la mesa de noche. El castaño solo suspiró y lo abrazó para después besarlo.

 

-          Listo, ya no te ignoro.  – Contestó aún aferrado a su cuello.

 

-          Estás muy engreído Kouki. – Apegó su frente a la del castaño y volvió a besarlo. En la mejilla, en sus labios, en la nariz, cualquier parte, amaba todo de Kouki. Era adicto a él y no se sentía culpable en lo absoluto. – No te causa problemas ¿No?

 

 

-          Es un poco inquieto; pero no me da tantos líos como lo hicieron Seiji y Aimi. – Llevó la mano de Seijuuro hasta su vientre abultado y ambos sintieron a su hijo. – Además sabe cuándo papá está cerca.

 

-          Es un niño listo, como su padre. – Volvió a capturar los labios del castaño, esta vez mordiendo su labio inferior. –kouki… te amo.

 

 

-          Dime algo que no sepa Seijuuro. – Kouki era feliz. Demasiado, al punto que sentía que no merecía todo aquello; pero al ver los ojos de su esposo, cualquier pensamiento se esfumaba y solo quedaba una sonrisa en su rostro junto al amor que sentía por el pelirrojo. – También te amo~ hermanito. –

 

Una risa resonó en su cuarto. Quien hubiera pensado que todo eso iniciaría por el hecho de que sus padres se conocieron, se casaron y los convirtieron en hermanos. Nunca cambiaría las decisiones que tomó. Conocer, enamorarse de Seijuuro, todo. Tenía una familia, dos hijos; pronto tres, los amaba con toda su alma y podía disfrutar de eso el tiempo que quisiera. Aquel encuentro casual, su destino, todo ya estaba escrito de alguna manera y no se arrepentía de haber seguido por ese camino. Ni aunque le dieran la oportunidad de cambiar algo de su pasado; realmente no tenía ninguna intención de hacer una locura como esa.

Notas finales:

Y llegamos al final de este fic. No tengo mucho que decir; aunque en realidad sí; pero me aguanto o terminaré sentimental xD 

Este es mi primer fanfic AkaFuri, el primer long fic que escribí sobre ellos así que por eso le tengo un gran cariño. Gracias a todos por leer y dejar sus comentarios a lo largo de este fic~ <3 Tuve mis bajas y altas, tanto en la inspiración como otras cosas que influyeron de alguna manera e.e 

Amo sus reviews, en serio, me hacían sonreír de alguna manera u otra x3 Gracias por todo <3 Espero leerlos en mis próximos fanfics, tengo nuevos planes y proyectos, tanto con ellos como con otras parejas; pero primero me pondré al día con todos los demás >u<

Besos y abrazos /o/ 

Nos leeremos~ 

Kaz.Andy


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