Noticias alarmantes;
Huang Zi Tao era un chico aparentemente correcto, fino, educado y siempre obediente. Dignas cualidades de un acaudalado heredero de una de las más opulentas familias chinas y a esto se le sumaba que era un estudiante del muy prestigioso instituto Beauty.
Aparentemente.
Porque de ser esto completamente cierto, Tao, como le gustaba que le llamaran y no el estúpido término “chaebol”, no estaría escabulléndose de su chofer y “niñera” para correr a uno de los tantos restaurantes de propiedad de su familia a ayudar como mesero.
Pero la experiencia de escaparse y hacer algo totalmente “inadecuado para su posición social” producía mucha adrenalina en su sistema, lo sacaba de la ya tan conocida rutina y de paso le daba algo en lo que distraerse.
Si, en definitiva ser mesero de vez en cuando era sumamente divertido.
Y uno que otros días se enteraba de cosas muy interesantes.
Hoy era uno de esos días.
—Wolf está cayendo en picada —bufaba frustrado un hombre relativamente joven, si los cálculos no le fallaban debía tener unos veintisiete o veintiocho.
— Concuerdo totalmente contigo, KyuHyun —otro hombre de casi la misma edad decía y el de su costado asentía.
—Demonios, he administrado Wolf tan bien como mi padre pero los estúpidos inversionistas siguen diciendo que soy muy joven y no dejaran en las manos de un inexperto su valioso dinero.
—Ellos son idiotas por naturaleza.
—Esos idiotas tienen en sus manos el futuro de Wolf.
—No me lo recuerdes, SiWon, todo por lo que lucho mi padre se desvanece.
—Yo podría...
—No te estoy pidiendo nada, SiWon, no te vamos a obligar a volver a aquella casa.
—Estoy de acuerdo con KyuHyun, SiWon, tú saliste de esa casa con la cabeza en alto y no vas a volver solo para bajarla —el tercer hombre de oscura cabellera mostraba una determinación admirable.
—Gracias.
—Vamos, hombre, eso no se agradece.
—Bueno, dejemos eso de lado, tengo algo que decirles.
—Hasta que te dignas a sacar el tema a colocación, qué era lo que querías decirnos JongWoon, y por qué en este lugar —el tipo llamado KyuHyun miraba el lugar recelosamente.
— Me ha llegado una propuesta para salvar Wolf.
—¿Cuál?
—¿Cuándo?
—Hace unos días... conocen Beauty ¿cierto? —JongWoon tenía un brillo de diversión en sus ojos.
—Como no conocerlo, las nenas bien portadas estudian ahí.
—Mi hermano DongHae estudio ahí, KyuHyun-ah, que no se te olvide —SiWon le sonreía amablemente.
—Ok, retiro lo dicho.
—En fin, casualmente me topé con el director de este instituto, muy extravagante a decir verdad, y me preguntó si era cierto que Wolf se estaba cayendo a pedazos.
—No me digas...
—Le respondí que si, KyuHyun, tal vez no fue lo más acertado pero lo hice.
—¿Qué te dijo?
—Que él podría ayudarnos.
KyuHyun abrió los ojos como platos sin poder creer lo que oía.
—¿Qué carajos se fumó ese hombre?
—Nada de eso, Kyu, él dijo que conocía a tu padre y que lamentaba mucho su muerte.
—¿Quién es?
—Kim HeeChul.
—Vaya, demonios, así que ya tomo el puesto como director.
—¿Lo conoces? —SiWon pregunto totalmente curioso.
—No exactamente —KyuHyun apoyó los codos en la mesa preparado para dar una explicación—, cuando yo era un niño mi padre me llevó a dar un paseo y encontramos a un chiquillo que parecía muy refinado llorando en un callejón. Lo siguiente que supe fue que estábamos en casa con el chico ahí, mi padre cuido de él y luego lo llevó donde su familia que lo recibió entre lágrimas, vi a la madre del chico llorar de alegría al verlo, al parecer su padre lo había reñido demasiado y le había pegado sin pararse a pensar. Aquel chiquillo era HeeChul, heredero de los Kim y su emporio de diseñadores de ropa. Además de su tan conocido instituto.
—Ah, ese Kim HeeChul —SiWon mostró una sonrisa pequeñita.
— ¿Tú también lo conoces, SiWon?
—Su familia y la mía están ligadas, ellos fabrican colecciones enteras para las campañas publicitarias de las agencias de mi padre. Conocí a HeeChul siendo un niño, me lo presentaron como el que algún día seria mi esposo.
—Vaya.
—Pero eso nuca paso porque renuncie a todo lo relacionado con el apellido Choi.
—Eso es un alivio.
—Me siento fuera de lugar.
—Vale, solo habla JongWoon.
—Me propuso unir Wolf y Beauty.
—No jodas —KyuHyun no lo creía—, los chicos no aguantarían ni un día en Beauty.
—No es tan malo.
—¿Estas de broma, SiWon? Los chicos odian las reglas y los refinamientos, Beauty es eso y más, se matarían entre ellos en menos de lo que canta un gallo.
—O es eso, o Wolf se va a la mierda —JongWoon dijo mientras tomaba su café—, estamos atados de pies y manos.
—Debe haber otra forma.
—Lamentablemente no hay otra, o es Beauty o nuestro inminente adiós a Wolf.
—Podríamos intentarlo, mientras eso pasa buscaremos recursos para salvar a Wolf, además nos daría más prestigio —SiWon alegó.
—Mierda, me voy a odiar por esto.
—Tomaré eso como un si, por lo tanto tenemos mañana reunión con Kim HeeChul.
—Odiaré cada segundo que pase ahí.
—Contamos con ello, KyuHyun —JongWoon y SiWon soltaban risas divertidas.
Si Tao no había soltado un grito de sorpresa era porque había aprendido muy bien que las apariencias eran importantes. Por eso decidió ir a la cocina a recuperar la compostura.
¡Beauty y Wolf! ¡Juntos!
¡La tercera guerra mundial estallaría!
Wolf era totalmente opuesto a Beauty, mientras el último era exclusivamente para herederos y familias ricas, el otro era para los chicos de recursos bajos. Beauty era conocido por su refinada educación, en cambio parecía que Wolf no tenía en su curricular los cursos de modales y etiqueta.
Tao dudaba mucho que pudieran llevarse siquiera un poquito bien, si el siendo alguien amable por naturaleza y para nada soberbio les guardaba recelo, había que imaginarse como se lo tomarían los que vivían en sus burbujas rosas.
Rezaba para sobrevivir a la masacre que se avecinaba.
—Chaebol —oyó la voz de su amiga Suzy llamarle.
—No me digas así, sabes que lo odio.
—Ahora no, chaebol, JongHyun viene para aquí.
— Diablos.
—Espérelo afuera, chaebol, no quiero más regaños ya —Suzy le sonreía cariñosamente.
—No te preocupes y gracias, Suzy.
—Siempre será un placer ayudarlo a ser feliz.
—Gracias.
Suzy soltó unas pequeñas risitas mientras iba a atender a otras mesas. Ella era una de las mejores amigas que el poseía, y la que más lo ayudaba cuando de escapar se trataba. Aunque era solo unos años mayor que él, lo trataba como a un hijo, algo que realmente le agradaba.
Con alegría, y olvidando un momento la guerra que se avecinaba, se cambió sus ropas de trabajo por su fina ropa hecha a medida. A veces se sentía como un muñequito en 3D y tamaño real.
A lo lejos vio a JongHyun acercarse en su limusina y estaba seguro que recibiría una buena reprimenda.
— Chaebol, ya le he dicho que no huya, su padre me va despedir —JongHyun se quejaba como un niño pequeño mientras sostenía la puerta del auto para que Tao entrase.
—No lo hará, Jong, está en China ¿lo recuerdas?
—Cuando se le ocurra venir de sorpresa y no lo encuentre me colgará en el jardín.
—No seas dramático.
—Yo sería muy feliz si dejara de huir, chaebol —JongHyun conducía rumbo a la mansión Huang.
—Y yo lo sería si dejaras de llamarme chaebol, pero ya ves, a veces no siempre conseguimos lo que deseamos.
—Si no tuviera una familia que mantener... —JongHyun movía la cabeza, divertido.
—Hablando de eso —Tao empezó a sonreír— ¿Cómo están KiBum y Luna?
—Ellos están bien —Jong sacó un pequeño paquete de entre los asientos— KiBum le manda esto, esperaba que le gustara.
Tao recibió el paquete con entusiasmo encontrándose con una rebanada muy grande de lo que parecía ser un delicioso queque de naranja.
—Gracias.
—Y este también —dijo pasándole ahora un recipiente—, al parecer a Luna y a él se les ocurrió hornear para distraerse.
¡Eran galletitas de chocolate!
A los chicos les iba a encantar eso.
Y sobre todo si eran de KiBum. Él tenía un talento innato para la cocina.
—Con esto viviré para toda la vida —Tao se sentía sumamente alegre— dile muchas gracias a tu querido esposo y dale muchos besos de mi parte a tu hija, también que un día de estos me escaparé para visitarlos.
—Cuento con ello, chaebol —Jong reía, era imposible mantener encerrado a un alma libre como lo era Huang Zi Tao.
¿Quién pensaría que los niños ricos podían ser tan amables y divertidos?
JongHyun nunca lo hubiera creído posible, hasta que conoció a Tao y descubrió que a pesar de tener lo que tenía aún conservaba una humanidad que no muchos poseían. Además era una persona realmente adorable.
Si, era agradable trabajar cuidando al ya no tan pequeño chaebol.
Tao miraba por la ventana mientras comía distraídamente el delicioso queque que KiBum le había mandado. Veía los edificios desaparecer mientras los kilómetros para llegar a su hogar se hacían menos. Era un alivio que a su padre no se le hubiera ocurrido la idea de mandarlo a vivir en Gamgnam, en cambio había comprado una amplia residencia a las afueras de la ciudad. La residencia era simplemente hermosa, con sus amplios jardines y el diseño antiguo de la casa casi como un castillo.
Era algo muy grande para solo dos personas, pero quién era el para contradecir a su padre.
Su madre había muerto al darlo a luz y su padre se había dedicado a su cuidado, lo había criado con cariño. Aunque siempre había estado rodeado de sirvientes se sentía muy solo cuando su padre tomaba largos viajes y no lo veía en meses. Así que aprovechaba todos los momentos que podía para compartirlos con el único familiar que tenía en el mundo.
Su padre había contratado a JongHyun hacía ya muchos años, era gracias a ello que los largos viajes se habían hecho soportables. JongHyun había sido uno de sus mayores protectores y lo veía como un segundo padre y consideraba a KiBum como su omma y a Luna como su pequeña hermanita.
Tenía una vida feliz.
Pero detestaba seguir las reglas de su “alta posición social” y tener que actuar con extremada finura. Demasiada a su parecer.
Y era irritante como el infierno que los chicos se le acercaran solo para poder arreglar un matrimonio con mucho dinero de por medio. Huang era un apellido que olía a dinero y eso atraía a los roedores y arribistas.
Prefería morir virgen a tener que soportar algún estúpido como marido.
—Chaebol, ya llegamos.
La voz de JongHyun lo sacó de sus raras cavilaciones y decidió dejar pasar el término “chaebol”, había costumbres que eran imposibles de eliminar.
Cuando estuvo ya en su recamara, tendido a lo largo de su amplia cama, recordó lo que había oído en el restaurante. El pánico volvió enseguida y decidió que debía contárselo a alguien.
Y el elegido de esa tarde fue Do KyungSoo.
Llamó al celular de este pero no obtuvo respuesta, eso no era muy raro porque KyungSoo dejaba su celular en cualquier lugar. Si después de siete u ocho llamadas no contestaba recién uno podía empezar a preocuparse.
Dejando de llamar a su celular, optó por llamar a su casa y su llamada fue contestada casi al instante.
—Muy buenas tardes, Residencia de los Do, ¿con quién tengo el gusto?
—Huang Zi Tao, SooRi, comunícame con KyungSoo por favor.
—Señorito Tao, el joven esta con sus padres tomando el té.
—Dile que es urgente, vamos SooRi.
—Está bien —la chica río un poquito y Tao rezaba para que le dejaran coger la llamada a KyungSoo.
•♥•♦•♥•
Los toques en la puerta acabaron con el cómodo silencio que se mantenía en aquella habitación.
—Adelante.
La pequeña y rubia cabeza de una chica se asomó.
—El señorito Huang está en el teléfono y busca al chaebol.
El padre de KyungSoo lo miró interrogativamente a lo que KyungSoo solo atinó a encogerse de hombros.
—Está bien, SooRi, puedes retirarte —la chica hizo una venia y se fue—, puedes contestar KyungSoo.
—Sí, padre.
KyungSoo tomó el teléfono de la mesita de noche preguntándose qué era lo que el panda, como le habían apodado, quería.
—Muy buenas tardes Zi Tao, ¿en qué puedo ayudarte?
—Hola a ti también KyungSoo, te tengo que contar algo... ¿estás con tus padres?
—Sí.
—Chocolates.
—Oh, vaya, ya lo entiendo, no te preocupes, te llamo en un momento.
—Gracias KyungSoo.
—No hay de que, hasta luego.
—Adiós.
KyungSoo colgó sabiendo que tenía que volar a su cuarto para llamar a Tao, “chocolates” era la palabra clave que significaba “esto es demasiado para hablarlo frente a los padres y/o personas de alta sociedad”.
En fin, conversaciones secretas.
—¿Qué ha pasado Kyung? — su madre le preguntó amablemente.
—Oh, nada, solo que se le olvidó una tarea y necesita que se la pase... ¿puedo retirarme a llamarle?
—Por supuesto, hijo, ve —su madre le sonrió y su padre asintió en acuerdo.
—Con su permiso —KyungSoo hizo una venia y salió rumbo a su habitación.
Su madre tenía una sonrisa orgullosa en su rostro.
—Tiene unos modales exquisitos, hemos criado muy bien a KyungSoo.
—Por supuesto, querida.
—No creo que se oponga a casarse con el chico de los Lee —la mujer suspiraba—, es un buen muchacho, es lo mejor para mi pequeño KyungSoo.
—KyungSoo siempre es obediente, el hará lo correcto —el hombre asentía satisfecho por tener un hijo tan perfecto, además que se casase con el heredero de los Lee le daría mucho más estabilidad a su vida.
Era un excelente partido y además que traería más riquezas al negocio familiar, y como decía su esposa: el chico era una persona formidable.
Do KyungSoo debía casarse con el heredero de los Lee.
Nada ni nadie impediría aquello.
•♥•♦•♥•
Tao esperaba pacientemente la llamada de su querido amigo KyungSoo. Necesitaba contarle lo que había oído aquella tarde en el restaurante, quería saber que opinaba la persona más cuerda del pequeño y exclusivo grupo GLG.
GLG era el nombre que se les había dado al grupo de herederos de las familias más opulentas, lo exclusivo entre lo exclusivo. Tao realmente no entendía el por qué tener que separar en categorías hasta a los herederos.
Ricos eran ricos ¿no?
GLG significaba Good-Looking Guys, chicos atractivos, o eso era lo que los demás decían; no es que Tao no se considerara atractivo por el contrario, él sabía perfectamente que era agraciado, pero tampoco era para tanto. Sobre todo si tenias a Lu Han o BaekHyun a tu lado.
Ambos chicos eran toda una monada, traían babeando a todos los chicos de otros institutos, pero eso ya era otra cosa.
El timbre de su celular lo saco de sus extrañas cavilaciones y se fijó el nombre de la llamada entrante.
“Pororo”
Era un chiste privado.
—Ahora sí, panda, que tienes para mí.
Tao rio alegremente, podía ser que KyungSoo se mostrara muy correcto y refinado frente a la sociedad, pero en realidad era una persona muy alegre y tierna.
Y ansiosa de información.
—A que no adivinas.
—No, así que dímelo, vamos.
“Desesperado” paso por la mente de Tao.
—Hoy fui a Sweet Cloud y estaba ayudando con los pedidos...
—Huang Zi Tao, cuantas veces te he dicho que no hagas eso, tu padre puede regresar de sorpresa y si te encuentra ahí...
— ¡Yah! KyungSoo, después me regañas —pudo oír el bufido poco elegante que emitió su interlocutor—, esto es más importante.
—Bien, te escucho.
—Habían tres hombres conversando... eran de Wolf.
— ¿Wolf? ¿El instituto?
—Sí.
— ¿Qué decían?
—Que el instituto se estaba llendo a la ruina y que el mismísimo Kim HeeChul les había ofrecido ayuda.
— ¿El director?
—Así es, y eso no es todo, KyungSoo, si ellos llegan a un acuerdo lo más probable es que ambos institutos se fusionen, Wolf va a ingresar a Beauty.
—Mierda.
Si, así de sorprendente era la noticia para que el correcto Do KyungSoo soltara una palabrota. Pues para todos era bien sabido que Wolf y Beauty era la pareja más perfecta para definir el concepto de antónimo.
Wolf era para personas de bajos recursos mientras que Beauty, para niños ricos; un tanto vulgares y los otros refinados, uno para chicos y el otro para... doncelles.
¿Qué había pasado por la cabeza de Kim HeeChul?
—Lo sé, va a ser terrible.
— ¿Está totalmente confirmado?
—No, dijeron que se reunirían mañana con el director —Tao rodaba nervioso en su cama.
—Creo, que no debemos comentárselo a los demás... —KyungSoo hablaba lentamente—, no pienso que sea prudente si aun no hay nada confirmado.
—De acuerdo.
—Sabía que Wolf estaba mal, mi propio padre dijo que pensaba retirar su ayuda porque como iban las cosas, el final iba a ser muy feo.
La familia Do era conocida por sus múltiples inmobiliarias en todo el continente, también era reconocida por sus jugosos aportes a instituciones para las personas de bajos recursos. Era de suponerse que estuviesen involucrados en el apoyo financiero a Wolf.
—Yo ni enterado.
—No son cosas que se digan por lo alto... pero a todo esto ¿Por qué Beauty ayudaría a Wolf?
—El director conocía al padre de la nueva cabeza de Wolf.
—Vaya.
—Se me olvidaba, entre esas tres personas estaba el hijo de los Choi.
—Oh mi dios ¿Cuál de ellos?
—Choi SiWon.
Había sido un total escándalo en el mundo frívolo que los hijos menores de la gran familia Choi habían decidido abandonar su hogar y quedar sin herencia porque se negaban a realizar todo lo impuesto por sus padres. Solo la hija mayor, JiWon, se había quedado pero con unas extensas condiciones, entre ellas decidir con quien se casaría por si misma o en su defecto, no casarse.
Lo último que se había sabido era que DongHae, el hijo intermedio, se había ido a Japón terminando sus estudios y era feliz al lado de Lee HyukJae, dueño de los más grandes centros recreativos de Corea y Japón, con el cual tenía un pequeño bebe. Y no mantenía contacto con la familia que le había dado la espalda cuando se negó a casarse con un riquillo ingles.
De Choi SiWon no se sabía mucho, se decía que estaba metido en Wolf y tenía algunos negocios con su cuñado. Nadie sabía nada más.
—Woo.
—Sí, y sucede que este era el ex prometido del director.
—Vaya, tu sí que te enteras de todos los trapos sucios.
—Eso es lo dulce de escapar de vez en cuando.
—Nunca cambiaras.
—Ni un poquito.
—Solo nos queda prepararnos.
—La escuela será interesante de ahora en adelante.
—Trágica, sería la definición más correcta.
Ambos se quedaron en silencio analizando detenidamente lo que se venía en el futuro, con lo quisquillosos que eran algunos chicos no había duda que peleas iban a ser el pan de cada día. Luego estaba el hecho de si algunos se sobrepasaban con otros, y peor si resultaban embarazos no deseados, ahí la cosa se iba a tornar realmente fea.
Tao no quería estar cerca de BaekHyun cuando le soltaran la bomba, temía su reacción y el escándalo que iba a armar después de esta. Unas vacaciones al infierno se oían prometedoras en comparación a la ira de Baekhyun.
No era que BaekHyun fuera malo, por el contrario, el era muy lindo y gracioso. Pero poseía un carácter digno de una diva, y a eso se le sumaban los pequeños traumas de infancia por parte de la hermana de su difunta madre.
Esas eran cosas que se mantenían en secreto y eran consideradas un tabú entre ellos.
— ¿Tao?
— ¿Eh? ¿Me decías algo?
— Si... no cabe duda que lo de Yi Xing es contagioso.
— No digas eso en frente de él... te asesinará.
— Yi Xing no mata ni una mosca.
— O quizás ni siquiera se de cuenta que lo has molestado.
Ambos chicos rieron completamente divertidos. Yi Xing era de esas personas desplegadas que no se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor y siempre tenían que explicarle las cosas a detalle. Lo que ellos no sabían era que a pesar de tener ese pequeño defecto, Yi Xing era muy observador y siempre estaba en su propio mundo cavilando sobre como corregir las vidas de sus queridos amigos. Definitivamente Yi Xing valía su peso en oro.
— BaekHyun quiere ir al cine —KyungSoo le dijo aun conteniendo la risa.
— ¿Cuando?
— La próxima semana.
— Me apunto, ¿quién va a conducir?
— MinSeok.
Tao ahogó un gemido. — Vamos a llegar al cine cuando ya no haya función.
— Oh, vamos Tao, es lo más seguro que tenemos... o ¿BaekHyun?
— Soy muy joven para morir.
— ¿Yi Xing?
— El chico está en la luna.
— ¿Lu Han?
— Él no sabe conducir.
— Me rindo... ¿vas o no vas?
— Bien, iré.
— Esta bien, nos vemos el lunes.
— Adiós, Pororo.
— Panda feo.
Escuchó aquel conocido sonido de las llamadas cuando finalizan, luego estiró sus brazos y piernas en busca de un poco de relajación a sus agotados músculos. Ciertamente sabía que de ahora en adelante la vida no sería tan fácil como antes y la palabra tranquilidad perdería total significado.
•♥•♦•♥•
Yi Xing conducía de regreso a su hogar, había ido en busca de un llaverito de unicornio que solo vendían en una de las tiendas del centro de la ciudad. De alguna extraña manera tenía un mal presentimiento, era una de esas corazonadas que te apretaban el pecho y no te dejaban tranquilo. Pese a lo que todos creyeran, cuando él no prestaba atención al resto era porque estaba demasiado ocupado analizando pequeños y grandes problemas.
Algo grande estaba por pasar en su escuela lo podía sentir tanto o quizás más de lo que sentía el aire traspasando sus pulmones.
¿Qué era lo que se avecinaba? ¿Qué era eso que no lo dejaba tranquilo desde la mañana y que lo hacía sentirse tan nervioso como un pavo en navidad? ¿Las cosas iban a ser demasiado insoportables?
Estaba tan metido en sus pensamientos que tuvo que frenar en seco cuando cayó en cuenta que una persona estaba atravesando la calle.
— ¡Hey! —el chico delante de él tenía las manos puestas en el capote.
¡Demonios, había estado a milímetros de atropellarlo!
Yi Xing soltó un gran suspiro mientras apoyaba su rostro en el volante. Tenía que dejar de abstraerse tanto de la realidad. Con algo de vergüenza y las mejillas de un color durazno salió del auto a enfrentar a su casi víctima.
— Discúlpame, no sé en qué estaba pensando —Yi Xing dijo y luego hizo una reverencia, puede que fuera una persona de muy buena posición económica, pero todos se merecían respeto.
— Tienes que estar más atento, pude haber muerto.
— Lo siento —y ahí iba otra reverencia.
— Bien, bien, acepto tus disculpas —el chico sonaba divertido—, pero ya deja de hacer tantas reverencias.
Yi Xing se enderezó y vio al chico que estuvo a punto de atropellar. Era un poco más bajo que él y poseía una sonrisa que podía describirse como encantadora. Por un momento se quedó anonadado.
— Claro —respondió Yi Xing nervioso—, ¿Seguro que está bien?
— Si, no te preocupes, pero ten más cuidado, la próxima vez quizás no tengas tanta suerte —ahí estaba otra vez esa sonrisa y los dedos de aquel extraño dándole un golpecito en la frente.
— S-Si, adiós —dicho esto hizo una pequeña reverencia y subió a su auto.
El chico se hizo a un lado y lo observó partir, de un momento a otro se agachó y recogió el pequeño llavero en forma de unicornio que al parecer se le había caído a su casi asesino.
— Creo haberte visto en alguna parte —soltó al viento y siguió su camino.
...