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Masaje. por Yokukane

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Notas del fanfic:

Me inspiré en él cuando escuché "Masaje" del álbum "Love & Hate" de Hyorin. En su momento no plasmé la idea, fue hasta ahora que se me ocurrió, jijí (?).

 

En fin. Enjoy!

 

 

Un pesado lunes, el horrible principio de semana con el cual ningún adolescente quiere toparse. YoungJae es uno de tantos.

 

Sus hombros pesan, sus caderas duelen, su espalda lo tortura al momento en que debe enderezarse para evitar que la profesora de cálculo le vea y piense que está quedándose dormido como el resto de sus compañeros.

 

Incluso el tener que mover sus piernas para cambiar de posición le lastima, y es que aquella pesada semana ha estado llena de exámenes. La semana del horror como le llaman sus compañeros. El estrés se ha acumulado de sobremanera en todo su cuerpo, especialmente su espalda baja. Todo, absolutamente todo a su alrededor se ha puesto en su contra, lo suficiente como para hacerle desear estar en su cama nuevamente a pesar de ser la primera hora del día.

 

¿Cuánto faltaba para su próxima hora? Eran las siete con diez minutos y ya sentía que había pasado una eternidad esa mañana. Definitivamente no le importaría dormir ahí mismo, su cabeza estaba a punto de estrellarse contra la madera de su banca ¿para qué prolongar más su necesidad por un buen descanso? Se arriesgaría a llamar la atención de su profesora, sí, eso haría.

 

“¡Poff!”

 

Como una divertida onomatopeya de algún cómic, el borrador con el cual se encargaban los profesores de limpiar la pizarra había impactado contra su cabeza, cortesía de aquella castaña mujer quien parecía querer sacarle los ojos con sus afiladas uñas, ahora clavándose en las esquinas de su escritorio.

 

Una simple señal con su dedo la cual indicaba que el joven Yoo debía abandonar la sala de clase y éste ya se encontraba levantando su adolorida humanidad hasta la puerta de salida.

 

“Joder, que puntería la de esa mujer…”.

 

 Posiblemente ahora tendría que esperar parado fuera, y en espera de recibir un sermón, pero no tenía las ganas suficientes como para aguantar la aguda voz de la señora Kwon, al menos no en ese momento.

 

Se iría a desayunar, eso haría.

 

Sorpresa. Su almuerzo había quedado en su mochila y, bueno, no contaba con un solo centavo.

 

“Estupendo, YoungJae”.

 

Sólo faltaba que un perro le dejase alguna gracia en sus zapatos y todo sería perfecto.

 

—¡Jae! —.

 

“Oh, no…”.

 

El perro ya no se escuchaba tan mal como el tener que soportar a su pesadilla aproximarse hasta él.

 

—¡Hey! ¿Te saltaste la primera clase? Creí que sería el único, —Ahora, soportar los chillidos de la señora Kwon no se escuchaba tan mal. —Te estoy hablando, Cachetón. Creo que no estás del todo despierto.

 

—¡¿Quieres callarte?! He tenido una semana pesada, DaeHyun. Por favor, sólo… cállate…

 

El silencio se apoderó de ambos, y a pesar del tenso ambiente —no tan tenso como el resto de su cuerpo—no parecía ser suficiente para silenciar al moreno pues tras un par de segundos ya se encontraba riendo con cierto ánimo. Como siempre, sólo quería joder al azabache, y lo había logrado.

 

—Vete a la mierda… —Murmuró el pálido Yoo tras dar un giro sobre sus talones en son de abandonar la cafetería.

 

—Anda, que estás estresado hoy, Yoo, —Bromeó, siguiendo al chico a pasos en los cuales casi le pisaba los talones.

 

—No estoy de humor, Jung. Sólo piérdete, —En otro momento quizá pudiese soportar a DaeHyun, pero ese día, no.

 

Por breves pasos logró dejar atrás al moreno, sin embargo, DaeHyun era rápido y poco le había tomado igualar el paso de YoungJae. Ahora el menor de los Yoo se veía a sí mismo acorralado contra una de las paredes de aquel pasillo. Bien podría llamar a un profesor y decir que estaba siendo violentado, no sólo conseguiría escaparse de DaeHyun sino también vería al mayor ser amedrentado por un superior, pero no… YoungJae detestaba pedir ayuda a los profesores, demasiado para su orgullo.

 

—Estás muy insoportable, Yoo. Demasiado para mi gusto, —Alegó, arrugando el entrecejo.

 

—¿Ah sí? No es como si tú no lo fueses a diario, Jung —El aludido, sólo sonrió. Al parecer, con orgullo en sus acciones.

 

—No es divertido verte molesto si no soy yo quien lo provoca, —Reconoció, halando los oscuros mechones del chico para así captar su atención.

 

—¡Yah! Basta… —Pero no, DaeHyun no iba a parar.

 

—¿Es el estrés? —Y sí, había dado en el clavo, YoungJae no parecía negarse.

 

—Estoy cansado, sólo quiero dormir… —Y ahí estaba, un pasivo YoungJae dejándose hacer por el moreno. Si había algo que DaeHyun odiase más que ver al ajeno molestarse por causas externas a él, era el dejarse molestar. No era divertido.

 

Se alejó lo suficiente de YoungJae como para examinarlo de arriba hacia abajo como si hubiese algo mal en él. Y sí, lo había, sin embargo su escrutadora mirada comenzaba a poner nervioso al azabache.

 

—¿Qué tanto me miras, Jung? —Su voz había captado la atención del castaño, separándolo de sus cavilaciones.

 

—Estás tenso, —¿Había algo que el pálido YoungJae no supiese?

 

—No me digas… —.

 

—Sígueme, —Y por “sígueme”, era un “No hagas preguntas y déjate llevar”, porque sí lo había tomado sin permiso alguno por la muñeca, y aunque YoungJae no había puesto resistencia lo consideraba como algo en contra de su voluntad, pero de nuevo, demasiado cansado para detener al moreno. Sólo gastaría saliva y éste posiblemente no le dejaría escapar.

 

Al cabo de unos minutos, muy largos por cierto; llegaron hasta los edificios viejos del colegio. Abandonados, algo tétricos, pero ya nadie los usaba, al menos no a esas horas. Por lo general, los clubes escolares eran quienes acaparaban los solitarios salones. Algunos incluso dejaban vestigios de su presencia en ellos; instrumentos de la banda musical, acrílicos y cinceles, así como cuadros en blanco por parte del club de arte. Fotografías en grandes paneles adornando la sala de fotografía y cacerolas, así como también hornillas que eran utilizadas por el club de cocina, pero en ese momento el objetivo del moreno se encontraba en el último salón, aquel que tenía una curiosa cama y era utilizada por los estudiantes de grados superiores para sus encuentros sexuales. Egh.

 

—Estás loco si crees que me acostaré en eso, Jung, —Negó.

 

—Estás estresado ¿No? —inquirió el moreno tras alzar una de sus gruesas cejas con obviedad.

 

—Dije estresado, no desesperado, —Y como toda una dama delicada el menor se indignó, cruzándose de brazos sin atreverse a tocar esas sábanas en las cuales Dios sabe cuántas personas habrán estado.

 

—¿Tengo que quitar las malditas sábanas? —¡Dios! ¡No!

 

—¡Qué asco! ¿Sabes qué podría ser peor que una cama con sábanas sucias? —La expresión de duda del moreno parecía responder un claro “No”. —Una cama sucia sin sábanas… —.

 

—Vale… —.

 

Y ahí estaba Jung DaeHyun. Girando la cama para que la delicada princesa pusiese su trasero en ella.

 

—Te tomas muchas molestias, Jung. Se supone que no nos agradamos, —Bromeó, dejándose caer sobre el semi-decente colchón.

 

—Ya te lo dije, Yoo, si no soy yo quien te estresa no es divertido, —Alegó, ésta vez dejándose caer a un lado del azabache.

 

YoungJae parecía aún confuso por aquellas palabras, pero le restó importancia, al menos podría dormir las primeras clases. Materias como Literatura, historia cultural de Corea e inglés le daban exactamente lo mismo. Se dejaría inundar por la paz y caería en el hermoso país de los sueños. Al menos así fue hasta que el movimiento en aquel colchón le hizo despabilarse un poco. Hubiese restado importancia de no ser porque unas manos extrañas se colaban bajo su camisa, tocando de forma un tanto íntima a su parecer.

 

—¡¿Qué haces?! —Totalmente alerta, apartó al moreno, echándose atrás en el proceso notoriamente cohibido.

 

—Masaje. ¿Sabes qué es eso? ¿No? —Dijo, como si no fuese obvio.

 

—C-claro que lo sé… —Aseguró. —Es sólo que lo hiciste sin avisar, —.

 

—Creí que estarías dormido, así que supuse que no hacía falta decir nada, —Murmuró, dejándose caer a un lado nuevamente.

 

El azabache aún parecía impresionado, sin embargo ignoró todo y de nueva cuenta se dejó caer a un lado del moreno, en espera de aquel “masaje reparador”.

 

—Anda, Jung. Antes de que me retracte, —La sonrisa burlona en rostro del mayor le hizo fruncir el ceño. De alguna manera, DaeHyun había ganado, y YoungJae era un mal perdedor.

 

—Deberías agradecerme, Yoo, —Murmuró una vez colocó sus manos sobre la espalda del chico.

 

—Já, eso quisieras… —.

 

—Quiero muchas cosas  de ti, Yoo. Pero ya me las darás por tu cuenta, —Y ahí estaba de nuevo, con comentarios que YoungJae no lograba comprender, y prefería dejar pasar.

 

Los pulgares del moreno hacían círculos por sobre la espalda del azabache, de vez en cuando, ejerciendo una dolorosa presión por sobre puntos muy sensibles en él los cuales en contadas ocasiones le hicieron expresar su incomodidad, sin embargo, al final las hábiles manos del joven Jung le hicieron suspirar debido a la relajación en que le estaba induciendo. Nunca lo admitiría, pero DaeHyun tenía muy buenas manos.

 

YoungJae comenzaba a relajarse más de lo esperado. Su cuerpo comenzaba a reaccionar a las caricias, tanto así que, llegó un punto en el cual las manos del moreno pasaban por zonas las cuales eran, por demás, sensibles. Pequeños escalofríos recorrieron la anatomía del azabache hasta que en un determinado punto…

 

Aah…

 

Un gemido se había dejado escuchar.

 

Posiblemente, nunca en su vida había experimentado tanta tensión como en ese momento. La relajación por la que había pasado se estaba yendo al carajo en cuestión de segundos. Sus manos se aferraron a la almohada en la cual descansó todo ese tramo de tiempo y finalmente, decidió hundirse en su propia miseria al imaginarse la burla en cara de DaeHyun.

 

Asombrosamente, el moreno de estruendosa risa no omitió palabra alguna, ni sonido; y aquello era peor, sólo conseguía aumentar el terror en el menor de los Yoo.

 

—Jae tú…

 

—Sólo cállate, ¿Quieres? —No quería hablar, en definitiva, quería hundirse en su propio silencio.

 

—YoungJae…

 

—¡¿Qué quieres, DaeHyun?! ¡¿no entiendes que quiero silencio?! Es que acaso -…

 

—Tus pantalones…

 

Mierda.

 

Aun debajo de sus prendas, una erección se hacía ver. Era aún peor.

 

—Y-yo…

 

—¿Estás excitado? —¿Qué? ¿No era obvio? No había necesidad de echárselo en cara.

 

Su silencio parecía aumentar la diversión en rostro del moreno, quien no tardó en mostrar una divertida sonrisa tras observar como el menor de los Yoo se removía inquieto y al borde del llanto debido a la pena.

 

—YoungJae...

 

—Sí, joder, lo estoy, —Y no quería hablar al respecto.

 

Pensó en huir, aún con aquel molesto bulto entre sus pantalones, sin embargo unas manos paseándose sobre sus costados impidieron su plan al girarle de forma un tanto brusca y al tiempo, colocarle contra el colchón sin escapatoria alguna.

 

—DaeHyun, ¿Qué estás-…

 

—No sabes, cuánto he deseado tenerte así para mí, YoungJae, —¿Qué?

 

—DaeHyun… —.

 

—¿Sabes cuántas erecciones me ha costado verte cambiar en las duchas después de jugar soccer?—¿Era una declaración acaso? —Demasiadas…

 

—No es divertido, Jung… —Y claro que no lo era, para YoungJae la idea de DaeHyun tocándose por su causa le repugnaba. Él no tenía esos gustos y en vida sospecharía que el moreno los tuviese.

 

—No me vengas con que te has puesto duro por nada, Yoo.

 

—Así pudo ser… —Mintió, notoriamente ruborizado.

 

—¡Já! Anda que negarlo sólo te hace ver más lindo.

 

Dios, ¿le había dicho lindo acaso? Cachetón, gordo, barriga grande, incluso ardilla pero… ¿Lindo?

 

—No te atrevas a tocarme, te acusaré de violación…

 

—No es violación si tú también lo quieres así.

 

—¿Qué te hace pensar que yo-… ¡Ah! —un gemido escapó tan pronto una de aquellas manos masajeó su endurecida entrepierna. Dios, odiaba que el moreno tuviese tan buenas manos. —D-DaeHyun… b-basta…

 

—Llevo deseando esto desde octavo grado, no vas a detenerme ahora, YoungJae.

 

Su intimidad fue profanada por un par de manos las cuales ahora masajeaban no sólo su entrepierna, sino también sus muslos; un área por demás sensible en él. Cerró ambas piernas, para su mala suerte consiguiendo rozar aquella mano contra su erecto miembro. Un apretón dado por aquellas tibias palmas le hizo ver estrellas al momento en que el menor de los Jung consiguió acariciar su extensión aún por sobre su ropa. No quería admitirlo, no cuando eso le hacía ver débil pero… en verdad, tener a DaeHyun masajeando su hombría le había desear más que sólo un toque superficial.

 

—DaeHyun… —Jadeó, aferrando sus manos a los hombros del moreno.

 

—Como me pone escucharte así, YoungJae, —Respondió el mayor, rozando su nariz con el perfecto cuello del menor de los Yoo. Besó aquel lunar el cual reposaba sobre la yugular del azabache, deteniendo sus caricias justo cuando el pelinegro comenzaba a entreabrir sus piernas en la búsqueda de un poco más de placer.

 

Una queja a manera de gemido se hizo escuchar en labios del menor, lo cual hizo subir el ego en el joven Jung. Comenzaba a molestarle aquellos pantalones, y aquella camisa claro. Deshizo la corbatilla propia de su uniforme, así como la del ajeno hasta dejar ambas en segundo plano. Lo siguiente fue la camisa del menor de los Yoo, la cual entreabrió de forma desesperada. Los botones casi reventaron, y por casi se refería a que trató de hacerlo con la suavidad suficiente como para que el chico no anduviese semi-desnudo por el instituto el resto del día.

Lo siguiente eran sus pantalones, lentamente y a ritmo tortuoso se deshizo de ellos, haciendo sufrir al menor en el proceso. Un deslizamiento el cual parecía eterno hasta hacerle doler.

 

—¡DaeHyun, apresúrate! —Exigió, dejando pasmado al moreno.

 

—¿Dejaremos de lado el asunto de la violación? —Comentó entre socarronas risas.

 

—Sólo fóllame de una vez, —.

 

No había que decir más. Besos desesperados llegaron a labios del azabache por parte del chico de bronceada piel. Sus manos corrían desesperadas por la amplia espalda de DaeHyun hasta terminar en el borde de aquellos pantalones, deseando hacerlos desaparecer.

 

Sus dientes chocaron algunas veces al ritmo en que sus desesperadas lenguas se encontraron en una fogosa guerra de dominio entre ambas. Los dedos del menor de los Yoo habían encontrado el camino para deshacer la camisa del moreno, al tiempo en que DaeHyun había descubierto que a YoungJae le hacía gemir el hecho de que apresara sus nalgas entre manos.

 

—Dae… y-ya… hazlo de una vez.

 

—¿Qué quieres qué haga?

 

—No te burles de mí…

 

—Pídemelo…

 

Mordió su inferior. Mañana quizá le daría una paliza al moreno, pero por hoy, lo dejaría pasar.

 

—Te quiero dentro.

 

De un momento a otro sintió la brisa golpear con su ahora húmeda piel, al igual que había sentido aquella erección rozar su desprotegida y aún virgen entrada. Lo sería hasta que el moreno se apoderase de su cuerpo.

 

No tenía problema con los roles sexuales, imaginar a DaeHyun como pronto se vería a sí mismo no era algo realmente sexy, muy por el contrario, quería dejar de imaginar o se pondría flácido pronto, y aquel momento era para disfrutar, especialmente cuando su cuerpo no dolía tanto como hace un rato.

 

Los labios de DaeHyun marcaban perfectamente un claro camino en su cuello y clavículas, así como le hacían saber que quería dejar vestigios de lo que sería su paso por aquel terreno desconocido como lo era su piel. Jadeos sin control abandonaron sus regordetes labios ante las fingidas embestidas que el moreno marcaba contra su ahora temblorosa entrada.

 

—Dae… dentro…

 

Rogó, aferrándose a la espalda del moreno, pero aún faltaba un poco.

 

—Te dolerá. Sabes lo que sigue…

 

Tragó, lo sabía perfectamente. Aún no sabía cómo si él nunca había visto porno homosexual, pero no había que ser muy listo para adivinar.

 

Apenas y una de aquellas manos se había acercado a sus labios YoungJae ya se encontraba haciendo una felación a un par de dedos, y por qué no, un tercero. Se ocupó en hacerlo lo suficientemente sensual como para observar como el moreno se embelesaba con sólo mirarlo.

 

Tras un pequeño “plop” por parte de sus húmedos labios abrió sus piernas en espera de lo que seguiría.

 

—Es aquí donde me pides que sea gentil, —Comentó el burlón trigueño, dirigiendo su prepotente vista a un excitado YoungJae.

 

—¡Sólo mete tus dedos ahí de una vez! —Le gustaba, sin duda, le gustaba la forma tan directa que tenía YoungJae para llegar a los asuntos.

 

Apenas y había introducido un dedo YoungJae gritó, un grito que le hizo plantearse la idea de que el menor tenía futuro en los escenarios con grandes notas en sus presentaciones. Un segundo dedo hizo compañía realizando movimientos similares a una tijera, así como círculos en todo aquel húmedo y estrecho agujero.
YoungJae era virgen y DaeHyun tenía pruebas que lo demostraban, pero pronto dejaría de serlo y eso era lo que más le enorgullecía. El último dedo entró en él sin mucha dificultad, inclusive podría decirse que fue acogido por el interior del menor sin poner pero alguno. Algunas embestidas simuladas fueron dejadas en el interior de YoungJae, siendo éstas las cuales le hicieron gemir con deseos de más, inclusive obligándole a mover sus caderas en la búsqueda de un placer mayor.

 

—DaeHyun… por favor…

 

Ojalá tuviese una cámara, pero sacar su móvil sería tentar su propia suerte y aquel momento valía oro.

 

—… DaeHyun… ya… entra…

 

¡Dios! El mejor día de su vida, sin duda.

 

—Te necesito…

 

Dos palabras las cuales le hicieron bajar el zipper de sus pantalones junto a sus bóxers, y en el proceso un masculino jadeo se dejó escuchar. La liberación de su adolorida entrepierna fue el edén para el moreno, y pronto experimentaría aún más junto a aquel bajo su cuerpo.

 

Se alineó justo donde la rosada entrada del menor se contraía pidiendo un nuevo contacto. Su glande, apenas y rozó aquel espacio cuando ambos jadearon perfectamente sincronizados debido a la nueva sensación. Era la parte más gruesa en la anatomía del moreno y YoungJae debía soportar sólo aquello para sentirse en el cielo al lado del joven Jung.

 

Los dedos del menor se aferraron a aquel viejo colchón, justo después de que una embestida hizo que DaeHyun entrase en una mínima porción al cuerpo del menor.

Un nuevo gemido, desgarrador, hizo eco en aquel solitario edificio. Daba gracias a que se encontraban lo suficientemente lejos porque definitivamente, aquellos sonidos podrían ser considerados una violación.

 

—¡DaeHyun! ¡Dios! ¡¿Qué mierda tienes por pene?! A-ah… es demasiado… g… g…

 

—¿Qué?

 

—Ya… a-ah… ya lo sabes…

 

—Me gustaría que lo dijeras.

 

—Vete a la mierda…

 

Embistió, entrando casi por completo en el menor.

 

—¡Grande! A-ah… —El moreno sonrió, dejando ver aquella altanera faceta en él.

 

—Me alegra que te guste, —.

 

—Idiota… ¡Ah! —Nuevamente, una agresiva embestida había llegado a aquel, haciendo a sus paredes contraer hasta abrazar aquel trozo de carne en su cuerpo.

 

—¿Cómo? No te escuché.

 

—E-eres un… ¡Ngh! ¡DaeHyun! ¡Basta! —Rogó, sintiendo aquel ritmo acrecentarse en su delicado interior.

 

—Al parecer, la agresividad te va bien ¿No? Yoo.

 

—Imbécil… ¡Y-yah! —Por cada insulto el moreno propinaba una marcada estocada, haciéndose llegar más profundo en el interior del menor.

 

Pronto aquel rito de insultos y estocadas había pasado a ser sólo placenteras embestidas y besos por parte de ambos némesis. YoungJae estaba tirando su orgullo al caño por hacerle saber al moreno cuanto deseaba sentirlo cada vez más dentro, incluso cuando el mayor encontró aquel punto tan sensible en él rogó por que entrase reiteradas veces hasta hacerle perder el conocimiento de sus acciones.

 

Sus uñas habían marcado la espalda de DaeHyun, así como las ajenas habían apresado las caderas de YoungJae con cada nueva embestida en él. Pronto ambos se sentían llegar al edén al lado del otro. YoungJae tocaba el cielo con las puntas de sus dedos y DaeHyun, él entró en él desde que escuchó al menor gemir su nombre por tan sencillas caricias.

 

Algunos golpeteos más contra la sensible próstata de YoungJae y éste ya había apresado su miembro, obligándole a correrse al igual que él, siendo la diferencia que el moreno había llenado aquel espacio en su interior, y éste sólo se había derramado en ambos; marcando así al ajeno a su manera.

 

 

 

 

—¡Estás pesado!

 

—Eso te ganas por dejarme inválido, —Se quejó el menor, apresando el cuello del moreno desde espaldas de éste.

 

—¡Egh! Exagerado…

 

—Tú y tu pene descomunal me hicieron esto. ¡Me lo debes!

 

—Admite que lo disfrutaste, Yoo.

 

—¡Jamás!

 

—¿Entonces por qué mierda me dejaste seguir? —Le había tomado con la guardia baja. El rubor en mejillas del menor era notorio para cualquiera, menos para DaeHyun quien no tenía una vista del menor.

 

—Porque estaba excitado… —Susurró, muy por lo bajo el menor de los Yoo.

 

—¡Eso quiere decir que te gustó!

 

—¡No voy a admitir nada! —Negó de nuevo aquel avergonzado pelinegro, halando por tercera vez el cuello del mayor.

 

—¿Eso quiere decir que no se repetirá?

 

 

DaeHyun aprendió a mantener la boca cerrada. Y también descubrió que YoungJae tenía la mano pesada. 

Notas finales:

¡Si llegaron hasta aquí! Se han ganado mi amorsh. 

Confieso que para no dormir me drogué con la gloriosa voz de Sam Smith ; 3 ; <3. Mi bebé brilló esta noche, ay. Tan bonito.

 

En fin. Nos leemos después <3. 


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