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Carta en Rojo por Jesica Black

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Carta en Rojo

Parte IV

 

                Volver a casa luego de varios meses fue todo un acontecimiento, apenas y recordaba el olor de aquella morada que me había acogido durante años. Me sorprendió no saber nada de mi ‘madre’ desde que llegué, y lo único que hice fue comenzar a cambiarme con aquella playera roja, chaqueta de mezclilla sin mangas y pantalones de jeans.
Como siempre ordené toda mi ropa y me senté en la pequeña mesa de la cocina a tomar la merienda.
Mi calendario lunar marcaba que esa noche sería luna llena, por lo que era necesario que Lupin llegara más temprano de lo debido y así fue. No había pasado una hora de mi llegada que la puerta crujió  y se dejó ver la luz del porche. Caminé lentamente hacia donde se encontraba mi ‘madre’ y le vi arrastrando un viejo y pesado bolso a cuestas, no dudé en ayudarlo.

–¿Qué traes ahí? –pregunté con recelo, sonrió de forma socarrona, casi como aquel que planea un chiste.

–Las cartas que me has escrito desde que estas en Hogwart –bromeó, entendí la indirecta y bufé.

–Lo siento, papá. No he tenido mucho tiempo allí como para sentarme a escribir, pero te prometo hacerlo este año –balbuceé y tomé la valija para colocarla encima del sofá cama donde solía dormir papá.

 

                Nuestra casa es por demás pequeña, una puerta  que permitía ver un enorme living, separado de la habitación, con apenas un cambio drástico en el decorado, se encontraba la cocina, una pequeña mesa de plástico y dos sillas de acero inoxidable. El living era lo más llamativo, un enorme sofá cama y un poof de color azul, pequeños retratos por todos lados encima de los muebles, algunos de James, otros de mis padres, algunos de cuando yo era un bebé, otros de Peter, hasta había uno de Harry junto a Lily y James.
Una chimenea justo frente al sillón principal le daba un ambiente rustico. Del otro lado, en la pared enfrentada en la chimenea, se podía ver dos habitaciones abiertas. Una, el cuarto de baño y otra, mi habitación. No era grande ni tampoco pequeña, solo tenía un escritorio, una cama de una plaza y una biblioteca gigante. Obviamente, mi padre era mi padre y no podía sino tener libros en el lugar donde duermo, tal vez por ello era tan avanzado para mis catorce años.

–¿Y bien? –preguntó él, no se veía muy bien, estaba más pálido de lo normal y las marcas de su rostro parecían sangrantes, había perdido peso de forma notoria y la ropa aún más remendada que de costumbre–. ¿Hiciste tantos amigos y te divertiste que no podías mandarle una carta a tu viejo padre?

–No eres viejo, tienes menos edad de la que tendría un padre normal con un hijo de catorce años –crucé los brazos y sonreí de costado–. Te extrañé mucho, pero no podía mandar cartas, pasaron demasiadas cosas para contarlas en unas líneas.

–No me importa los detalles, solo quiero saber que mi bebé está vivo en Hogwarts.

–¿Por qué no lo estaría? –cruzó los brazos y me miró severamente.

–Tú sabes mejor que yo lo que ocurrió este año, la piedra filosofal y tu profesor de DCAO. ¿Cómo se llamaba?

–Quirinus Quirrell –largué, él me sonrió y abrazó de costado pasando su mano por mis hombros y tirándome hacia él.

–¿Has sacado buenas notas este año?

–Si.

–Se acercan los TIMOs –dijo–, debes prepararlos. Y luego vendrán los EXTASIS, ¿ha decidido ya cuál Extasis harás?

–Ni siquiera he hecho los TIMOs aun papá, no te preocupes –suspiré  y me deshice de su abrazo–. Hoy es luna llena, ¿has conseguido la poción matalobos?

–Aun no –bufé y caminé hasta la cocina–. ¿Qué buscas? –preguntó al ver que revisaba la alacena.

–Haré tu poción, faltan dos horas para que anochezca y la tendré lista –él me miró con extrañeza, era imposible que un chico de mi edad pudiera hacer una poción complicada como ella.

–¿Lo sabrás….?

–Sé hacerlo.

 

                Las vacaciones pasaron más lento de lo que imaginé. Como era de esperar, había hecho la poción perfecta para mí ‘madre’ y ahora solamente se convertía en un lobo inofensivo, pero ¿Por cuánto tiempo debería hacer ello? No podía quedarme todo el año y no teníamos mucho dinero, por lo que decidí entonces hacer una pequeña provisión, sabía que en su juventud, mi madre no era “tan bueno” en pociones como lo era mi padre, por lo que a pesar de enseñarle que ingredientes o cantidades administrar, estaría más que claro que no lo haría tan bien como yo, lo había heredado de Sirius, una de las tantas cosas que heredé de él.

Pasó entonces las vacaciones y el comienzo de mi cuarto año en el colegio de Hogwarts. En la plataforma 9 ¾ no pude ver a Harry Potter, lo cual me pareció terriblemente sospechoso, pero alegue a que probablemente ya estaba dentro o se tardaría unos minutos más en aparecer.
Caminé por los pasillos hasta encontrar el vagón de Hermione Ganger, una muchachita que se había vuelto buena amiga de Potter y uno de los más pequeños de los Weasley. Entré para cerciorarme estar presente cuando el muchacho llegase y poder tener una plática con él, pero nunca tomó el tren, pasaron los minutos en silencio y jamás abrió la puerta.

–Disculpa –la voz de una joven me despertó y abrí los ojos luego de un rato cerrado–. ¿Usted es…Brighton Black?

–¿Hm? –le miré frunciendo el ceño y se asustó, por lo que intenté suavizar mi expresión para que se tranquilizara–. ¿Cómo lo sabes?

–Se ha hablado mucho de usted el año pasado en Hogwarts, dicen que es uno de los alumnos más brillantes –parecía algo avergonzada, aunque no supuse por qué–.  Supe que sabe transformaciones, encantamientos, DCAO y pociones de avanzada, a nivel de los EXTASIS y me preguntaba, ¿como es que adquirió esos conocimientos tan rápidos?

–Voy a cuarto año –contesté tajante.

–Pe-Pero, disculpe, usted ya tenía esos vastos conocimientos desde su primer año en Hogwarts ¿no es así? –Nuevamente fruncí el ceño y ella volvió a asustarse, tirándose hacia atrás–. Perdón.

–Mis padres son magos, los dos, por lo que estuve rodeado siempre de ésto –crucé los brazos y me acomodé mejor, solo éramos ella y yo en ese pequeño cubículo.

–Black….si, Black, la noble y ancestral familia de magos de sangre pura. Me puse a investigar y….–inmediatamente la miré, mis facciones debieron haber sido sorpresivas y violentas, pues bajó su mirada al libro y tembló ligeramente–. Quiero decir, usted viene de una familia de puros, pero solo hay dos personas que no han entrado a Slytherin como es estipulado….una es Sirius Black y el otro es, bueno, usted, que está en Gryffindor también.

–Y Tonks, Nymphadora Tonks es mi prima política por parte de padre –bufé algo molesto y miré el ventanal–. Ella ya no está en Hogwarts, se graduó hace dos años….creo.

–¿Ella era…?

–Hufflepuff….–murmuró–. Algunos dicen que es la casa donde van los rechazados o los idiotas, yo creo que es la casa donde van los humanos.

–Disculpe…. ¿los humanos? –dejó por un momento el libro que decía leer para evitar mi mirada punzante para verme directamente a los ojos.

–Gryffindor de los valientes,  Slytherin de los astutos, Ravenclaw de los inteligentes y Hufflepuff de los humanos. Hufflepuff era una de las magas más buenas que pudo haber pisado el mundo mágico, ella pensó que separar a la gente por su cualidad era muy discriminador, por lo que acogía a quienes tenían un alma pura y sentimientos humanos. Creo que por eso nunca iría a Hufflepuff –se miró las uñas–. He hecho cosas malas en mi vida antes de aprender a caminar.

–No creo eso –le miré directamente y se volvió a asustar–. Lo siento.

–Eres una chica inteligente, por lo que quiero enseñarte algo –mira por la ventanilla–. Pero nunca digas que lo aprendiste de mí.

–¿Qué cosa? –preguntó.

–Una poción que tal vez te ayude de ahora en más, en algún momento tal vez –volteó a ella y sonrió de costado–. Creo que eres una hechicera con mucho potencial Granger.

–¿Hm? ¿Cómo sabe mi nombre? Jamás se lo dije.

–Yo tampoco el mío, además, fuiste una de las personas que ganó los puntos para nuestra coronación el año pasado ¿no? Todo el mundo sabe el nombre de ustedes –susurró levantándose del asiento.

–¿Ustedes?

–Ron Weasley, Hermione Granger, Harry Potter –entrecerró los ojos–. Cuídate.

 

                Durante la noche del día siguiente le enseñé a Hermione una poción particular, la poción “multijugos”, explicándole no solamente el procedimiento sino para qué servía. Ella quedó maravillada por lo que sabía, pero por ahora no debería dar más información, sabía que lo necesitaba, a pesar que odiaba adivinaciones tenía un bueno ojo para ello, por lo que terminaba viendo en las bolas de cristal cosas que no quería ver. Había tomado esa materia para llenar mi curriculum el día de mañana, nunca pensé que me serviría tanto.

 

 

 

                Querido Papá:

Te escribo porque tú me lo has pedido, pero me alegra poder hacerlo al menos una vez. Cuida a Doddly, esta algo enfermo  y apenas puede cargar una carta.
El profesor Dumbledore me dijo que hay una bóveda en Gringott a nombre de Sirius Black y que a la edad de dieciocho años mi padre dejó estipulado que podía sacar dinero para cualquier gasto que quisiera hacer. Creo que fue antes de saber que estaría encerrado por doce años en Azkaban y creyó que mientras tanto, él administraría el dinero para nosotros tres.
Déjame decirte que este cuarto año no es de lo más diferente a otros años que he vivido. Primero, Harry y Ron han llegado en auto volador a la escuela, por lo que se ganaron un castigo.
El aire está muy tenso aquí, en el castillo.
Permíteme decirte, antes que nada, que le he enseñado a Hermione una poción, sino sabes quién es tal vez pronto la conozcas, es amiga de Harry. Por otro lado, hay una sensación rara en el ambiente, tal así que el propio Erin Melvick pudo captarla. ¿No te conté sobre él? Es un chico de Slytherin que me molesta. Se cree gran cosa por ser Sangre pura y pertenecer a la familia de magos Rusa más poderosa, ¡hay veces que me enferma!
                Me gustaría escribirte toda la vida pero tengo que hacer mis tareas y estudiar para mis exámenes, aunque tú sabes que no lo necesito tanto.

Te quiere mucho y saluda.

Tu adorado hijo,

Brighton J. Black.

 

                Querido Hijo:
Estoy muy feliz de recibir tu carta, justo hoy es luna llena y estoy tomando la poción que me dejaste. Te has ido hace un par de semanas y ya te extraño.
Sabía lo de Gringott, tu padre abrió una cuenta hace muchísimos años y me pidió que firmara para que tu pudieras ser su apoderado a los dieciocho años. Lamento no habértelo dicho antes,  pero pensé que a los trece o catorce años no era una edad para hablar de ese tema, sobre todo porque tu padre está vivo.
                Me alegra muchísimo que pudieras hacer amigos, es esa niña ¿Granger dijiste? ¿Amiga tuya también? Es raro que compartas cosa con la gente, lo sé porque te he llevado a montones de Kinder garden cuando eras pequeño y no solías congeniar con nadie porque ‘odiabas’ compartir tus juguetes. ¡Me haces recordar tantos momentos!
Estoy cuidando a Doddly, él está muy bien, ahora mismo se baña en  el pequeño charco del patio, debería sacarlo de allí así no se ensucia pero creo que es divertido para él. Gracias por escribirme, me hace feliz tener algo que leer ahora que estoy solo y desempleado. Te amo con todo mi corazón hijo y ojalá este año esté lleno de sorpresas. ¡Nos vemos en Navidad! Prepararé lo que te gusta, además, nos han invitado a una fiesta de navidad por primera vez en mucho tiempo, ¡Los Weasley! Dicen que te llevas bien con los gemelos, eso me alegra, pensé que no podrías hacer amigos, aunque tardaste cuatro años en ello. ¿Querrá ese amigo tuyo, Melvick, venir a la cena? Jajaja es solo una broma.

Te amo con todo mi corazón,

Remus J. Lupin.

 

                No esperaba que comenzaran a caer como piezas de domino uno tras otro, resultó extraño ver a varios niños petrificados y tirados en el suelo luego que la inscripción en sangre apareciera decorando la pared central de un pasillo. “La cámara de los secretos ha sido abierta”. No podía evitar golpearme la cabeza para intentar descubrir donde estaba aquel lugar. Durante mis años de colegio había escuchado hablar, más que nada de los Slytherin, que justamente el dueño de la casa “Salazar Slytherin” había construido una especie de cámara en Hogwarts, y que la misma solamente sería abierta por su ‘heredero digno’ o algo así. Seguramente Granger usaría la poción multijugos que le enseñé para entrar a Slytherin y averiguar más, no pensó que tendría que prepararla tan rápidamente pero seguro la niña lo había aprendido muy bien a pesar de la poca habilidad que tenía como docente.
Para mi conveniencia, yo tenía un Slytherin al alcance de mi mano y no era sino Melvick quien podía ayudarme antes que Harry y sus amigos pudieran meter un pie en la sala común y meterse en problemas. Caminé por las extensas canchas hasta encontrar a un joven solo, leyendo un libro en las gradas, siempre estaba allí porque era el lugar más cómodo y silencioso en el que podía estar.

 

–¡Melvick! –levantó su mirada verdosa para cruzar con mi visión. Me tensé, y noté en su cuerpo que él también se tensó–. Debiste haber sido un Ravenclaw –señalé su libro y continué–. Necesito información.

–¡Eso es lo que me dijo el estúpido Sombrero hace cuatro años! Y sobre la información: ¿crees que te la daría? No seas idiota, ahora vete que intento leer –me acerqué y me senté justo a su lado–. ¡¿Qué?!

–¿Sabes algo de la cámara de los secretos?

–No más de lo que sabes tú, Black –susurró intentando volver a la lectura, pero mi intensa vista lo ponía nervioso–. ¿Algo más?

–Necesito saber que saben los Slytherin sobre eso –cerró fuertemente el libro y lo dejó en su otro costado, luego se giró para mirarme directo a los ojos.

–Poco y nada, Black. Según escuché de Malfoy, su padre le contó que hace cincuenta años un fulano abrió la cámara de los secretos y una hija de muggles murió –intentó rechazar mi mirada pero inmediatamente sus ojos se clavaron en la nada misma–. Espera…

–¿Qué pasa? ¿Te has iluminado?

–Idiota –bufó–. Creo que hay alguien que puede ayudarnos –se levanta–. Pero me deberás una gigante por ésto, Black.

–Depende de que tan buena y certera sea la información, te daré lo que quieras –Melvick rió de costado y bajó las gradas lentamente, tomé su libro y le seguí, mirándolo seriamente–. ¿A dónde vamos?

–Al baño.

–¿Al baño?

–Al baño de mujeres del segundo piso, a hablar con una persona –inmediatamente supe a quien se refería y le seguí.

–¿Qué pasaría si nos descubren?

–¡Por favor! Nadie va allí desde comienzo de año, las chicas de primero han aprendido la lección el primer día –dirigió su vista hacia mí y sonrió para luego volver al camino.

 

                No tardamos demasiado cuando habíamos entrado, casi nadie se pasaba por allí debido al fantasma que vagaba por esos lares, no había niña que quisiera estar cerca del lugar por miedo o posiblemente por desagrado de saber que una persona te miraba mientras estabas haciendo lo tuyo. Ambos caminamos hacia el centro del lugar, justo al lado de los cubículos. Erin pareció buscar algo con su mirada y sonrió al encontrarlo, no estaba llorando pues no se escuchaba su voz, pero se encontraba allí flotando.

–Myrtle –murmuró Erin, yo retrocedí un paso cuando la joven se acercó a nosotros–. Tú cursabas aquí hace cincuenta años atrás ¿no es verdad?

–Hmmm….–afirma y clava sus vista en mi–. ¿Quién es? Es apuesto…..

–Es….un amigo –bramó, algo incómodo, podía notarlo. Intenté sonreír pero no era mi fuerte y ella pensó que me veía realmente mal cuando hacía eso, por lo que se alejó–. ¿Cómo has muerto?

–Estaba en ese cubículo, llorando porque Olive Hornby se había burlado de mis gafas –susurró y se limpió el rostro–. Escuché unos pasos, creí que sería un alumno e iba a abrir la puerta y decirle que se marchara, pero……cuando lo hice simplemente morí.

–¿Moriste? –pregunté–. Así sin más.

–Vi unos enormes ojos amarillentos salir de allí –señala los lavabos–. Y solamente eso, cuando me di cuenta, mi alma se había desprendido completamente de mi cuerpo.

–¿Suficiente información, Black? –miré al joven que me sonreía y asistí, volví la mirada hacia el lavabo, acaso….

–Es allí, la cámara de los secretos –de repente un suave ruido comenzó a escucharse.

–¿Escuchaste eso?

–Si –murmuró–. Vamos –le tomé del brazo y nos escondimos en un cubículo.

 

                Allí nos quedamos bastante tiempo, escuchando lo que tramaban Ron, Harry y Hermione, mientras le pedíamos a Myrtle que no comunicara donde estábamos. Ron y Harry se fueron, pero Hermione se quedó, aprovechamos para salir mientras la chica seguía encerrada en su lugar. Teníamos que averiguar que había en aquella cámara secreta.
No tardaron demasiado a aparecer los problemas, lo cual parecían jamás acabar. Inundaciones, chicos petrificados como Justin o Colin, los mensajes escritos en sangre se multiplicaron en las paredes del colegio y el miedo aterrorizaba a los maestros.

                A poco de empezar el partido de Quidditch me enteré que Hermione Granger había sido petrificada, por lo que fui a verla un rato después de la visita de Ron y Harry. Encontré entonces en su mano un pedazo de papel arrugado y muy apretado en sus manos, lo saqué suavemente y lo leí.

–Basilisco –susurré, en ese instante ingresó Erin, quien se encontraba más que pálido en la entrada de la enfermería. Giré la cabeza para verle, su mirada de terror me alertó–. ¿Qué tienes?

–¿No escuchaste?

–¿Qué cosa?

–La voz. Eso, él quiere matar –cerró los ojos para agudizar su tímpano–. Está hablando ahora.

–No escucho a nadie hablar, Melvick –saco una pluma de mis ropas–, ¿Trajiste lo que te pedí?

–Si –susurró el muchacho y buscó en sus ropas un estuche de tinta para acercármelo–. Tengo algo que decirte.

–¿No puedes esperar? –escribí en el papel ‘tuberías’ de esa manera Harry sabía dónde se encontraba el basilisco.

–Brighton.

–¿Qué? –pregunté algo indignado.

–Puedo hablar con ellas –mis ojos no parecían entender, pero Erin palideció aún más–. Yo puedo hacerlo, yo entiendo su idioma.

–¿De qué hablas, Melvick? –me levanté luego de volver a colocar el papel en su lugar.

–Hablo pársel –mis ojos se abrieron más de lo que es común–. Mi familia es pariente en algún punto de Salazar Slytherin, creo que mi ascendente más antiguo era el hermano menor de Salazar y se apellidaba Slytherin, hasta no hace mucho el último ‘Slytherin’ de mi familia seguía vivo.

–¿Quién?

–Mi abuela, Theodora Slytherin –masculló, parecía bastante frustrado y temblaba–. Yo las oigo todo el tiempo, cuando Potter habló con ellas en el duelo, yo pude entenderlas. Cuando quiso atacar a ese Hufflepuff, Potter la detuvo diciéndole que no lo hiciera.

–¿Tú pudiste….?

–Escuché la conversación como si estuviéramos hablando tú y yo en este momento.

–¿Hace cuando…?

–Desde que tengo memoria. Mi familia es de los magos más siniestros de todo el mundo….mis padres, mis abuelos.

–Tenemos que hablar con Dumbledore –le toma del brazo y corrió hasta el despacho vacío del profesor.

 

                Siempre me supe la clave de la dirección, no había secretos para mí en Hogwarts y a pesar que no era prefecto ni maestro, sino un simple estudiante, yo sabía más de lo que podía ser común. Al entrar estaba vacío, la naciente ave allí sentada, mirando con extrañeza a nosotros dos. No me había dado cuenta que tenía a Erin tomado de la mano hasta que giré para ver su rostro completamente rosado, bajé la mirada y me aparté inmediatamente.

–¡Melvick y Black! –susurró el sobrero que estaba colgado a dos metros en un estante–. Nunca me olvidaré ustedes, la pareja que hubiera quedado tan bien en Ravenclaw.

–No lo creo así –susurró Melvick.

–¿No? Tú inteligencia y la del joven Black son admirables, supongo que la vida los seguirá juntando y les espera un futuro común –miré al sombrero con los ojos entrecerrados–. ¿Sucede algo, joven Black?

–Ya deja de hablar idioteces y dime ¿dónde está Dumbledore?

–¿No lo sabes? Se ha ido, no sé cuándo volverá pero sé que aquí no está –lo observé con una expresión en mi rostro de ‘no me digas’ con cierta ironía, el sombrero baja de golpe–. Me pidió que te dijera algo.

–¿Qué cosa?

–Cuando llegue el momento, el fénix te hallará, mientras tanto mi querido Black, tú lo aguardarás, donde puedan verte, él te buscará. Eres necesario de alguna manera para esta nueva pelea –murmuró

–Maldito sombrero, siempre debe cantar lo que dice – y el sombrero se tiró o recostó sobre la mesa completamente inmóvil, casi sin saberlo levanté un poco de él para ver una hermosa y reluciente espada.–¿Ésto es…?

–¡La espada de Godric Gryffindor! –Melvick retornó a su palidez y se acercó–. Sólo los verdaderos Gryffindor pueden tenerla, es lo que te hace Gryffindor y no Ravenclaw.

–Hmmm –giré sobre mis talones y le entregué la espada a Erin–. Tú también debiste quedar en Gryffindor.

–Lo sé.

–¿Por qué no lo pediste entonces? –pregunté una vez que Erin tuvo la espada en sus manos.

–Por qué mi familia me mataría si pasara eso, prefiero quedar en Slytherin aunque no encaje allí –me entrega nuevamente la espada–. Es tu deber.

–Desde ahora es ‘nuestro’ deber.

–¿Nuestro? Lo único que hice es guiarte; mi deber acabó y aun me debes una Black, así que me retiro –antes que pudiera dar un paso al costado mi varita le apuntó la cara, él me observó como solía hacerlo.

–Sé un hechizo para envolverte en una soga y arrastrarte hasta mí, preferiría no hacerlo, tu hermosa ropa se ensuciaría y a tus padres no le gustará.

–No serías capaz de hacerlo –su rostro parecía bastante más aterrado a lo que normalmente estaba.

–No me provoques Melvick, sabes como soy cuando me provocan –suspiró y afirmó, lo que hizo que bajara mi varita.

–Aun no entiendo por qué me quieres en ésto, tú me detestas y yo a ti –no parecía bastante convencido de lo último pero en ese momento lo ignoré.

–Hay que llevar al Fénix a la cámara secreta cuando sea el momento, él vendrá a nosotros, aun no estoy seguro que debo hacer – coloca la espada dentro del horro y lo toma para meterlo doblado en su bolsillo–. Vámonos.

 

                Bajamos de la dirección y esperamos en las escaleras cerca del gran comedor durante varios minutos, vimos pasar a Lockharts algo aterrado pero no le dimos importancia y continuamos leyendo algunos libros muggles que había traído de mi casa. Erin parece completamente diferente a la imagen que todo el mundo tiene de él, a pesar de su forma sarcástica de hablarme y de ser temible para el resto de las casas, yo sé la verdad, él no es así.

No pasó ni dos horas hasta que vimos al fénix volar cerca, lo que nos hizo despertarnos de nuestro mundo maravilloso del arte e indicarle al animal donde estaba la cámara secreta. Fuimos a los baños del segundo piso y encontramos la entrada. Erin miró el profundo agujero y tocó con sumo cuidado uno de los lavabos, intentando buscar un botón que activara o desactivara.

–¡No lo encontrarás!, es una cámara con un código, como todo acá, pero este código es especial, dado que solamente puede ser abierto por aquel que habla parsel, como tú.

–¿Yo era el heredero de Slytherin? –Niego–. Hablo parsel y soy de slytherin.

–Yo también hubiera apostado por ti, pero no lo creo –saca de su bolsillo el sombrero y se lo coloca en las patas del animal–. Tú ya sabes que hacer, ayúdalo –le deja lugar al plumífero amigo y éste directamente se sumerge en las profundidades.

–¿Qué haremos?

–Ayudaremos en las pociones de mandrágoras, deben estar casi listas pero necesitan ayuda porque los petrificados son muchos….

–¿No ayudaremos a….?

–No, eso ya no está dentro de nuestra jurisdicción.

 

                Querido Papá:

Han pasado muchas cosas en Hogwarts en estos días. He ayudado a preparar pociones para los chicos petrificados, seguramente estarás orgulloso de mi, dado que no eras muy ducho para las pociones.
Hagrid ha salido de Azkaban y me ha comentado algo sobre Sirius, pero no quise oírlo y si lo hubiera hecho no te lo diría porque sé lo mal que te pone el tema.
Gracias por el reloj, sé que te ha costado muchísimo y será hermoso tenerlo en el cuarto, sobre todo porque te dice cuando hay luna llena y puedes prepararte para eso. Me han comentado de una poción para hijos de licántropos, la cual te mantiene estabilizado emocionalmente, algunos diría que tengo trastorno bipolar si fuera un muggle, pero sé que es por la luna.

La próxima semana llegaré a la estación y podremos ir a tomar algo, sé que no te gusta salir mucho por tu problema pero te agradecería que pudiéramos pasar un tiempo juntos. Llevo una carta para ti, el director Dumbledore dice que con ella puede abrirte nuevos caminos.

PD: El profesor Lockharts ha perdido completamente la cabeza y está internado en St Mungo. Menos mal, porque era un profesor de DCAO horrendo, tuve que calmar a los gorros rojos yo mismo durante una de sus clases.

Brighton J Black.

 

                Le informamos al señor REMUS J. LUPIN de la existencia de cupos para impartir la materia Defensas Contra las Artes Oscuras en el colegio Hogwarts de magia y hechicería. Desde ya nos sentiremos alagados de recibir su presentación en los horarios y días establecidos en la notificación anexa a dicha postal.

Le deseamos mucha suerte.

Director Albus Dumbledore.

 

–¿Qué es esto? –pregunté mientras comía en la sala, junto a mi padre, quien leía la carta que le entregué.

–Creo que Dumbledore tenía razón, es una nueva puerta a un futuro más brillante.

 

Continuará.       

Notas finales:

Bueno, espero que les guste. Gracias a quienes me escriben comentarios y les gusta la historia. Brighton es mi personaje favorito y amo, además van a ver como mutará su personalidad en los próximos capítulos. 


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