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He is... It [YeWook] por OH FLOWER

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Notas del fanfic:

Disclaimer:

Los personajes no me pertenecen, se pertenecen a si mismos y a su empresa. La historia es ficción.

 

Nota Autora:


Mi primera historia de Super Junior ¡Oh, Dios! Es un regalo para mi alma gemela Rocío a.k.a Kang Ji Seok en AY.

¡Feliz cumpleaños!

Espero que lo disfrutes.

Notas del capitulo:

Es mi primera vez escribiendo de Super Junior y del género suspenso y terror. Lo hice porque este es el regalo para mi hermosa alma gemela Kang Ji Seok ¡Feliz cumple!

 

Sin más... espero que les guste.

¡¡¡A leer!!!

 


Una noche oscura. Relámpagos iluminando el cielo y truenos estallando en sus tímpanos. La tormenta cayendo con fuerza inundando las calles por completo. La familiar sensación de ser observado, recorriendo su cuerpo. Ese conocido escalofrío estremeciendo su espina dorsal y aquel usual cosquilleo acariciando su cuello. Haciéndole saber que eso, lo que sea que fuere, estaba allí. Al asecho. En la distancia. Observando callado, vigilando cada uno de sus movimientos.Auscultando con sigilo cada una de sus acciones.


 


Ryeowook se ajustó el abrigo y frotó sus manos viendo el vaho escapar de sus labios y perderse en la húmeda atmósfera. Miró en todas las direcciones, a sabiendas de que no lograría ubicarlo. Eso... estaba en todas partes y en ninguna a la vez. Aunque no pudiera verlo, Ryeowook podía sentirlo.


 


Cada noche de luna nueva se repetía lo mismo. No sabía qué o quién era. Ryeowook se estaba planteando que eso fuera en realidad un él. Aunque no podía asegurarlo, estaba tentado a creer que no pertenecía a este mundo. No al de los vivos por lo menos.


 


Muchas veces estuvo tentado a preguntar, pero siempre retrocedió al último segundo, las palabras morían antes de siquiera ver la luz. Ryeowook tomó las llaves que se encontraban en el bolsillo de su abrigo y entró a su hogar. Encender la chimenea y colgar su abrigo fue lo primero que hizo, sabía por experiencias pasadas que, en estas condiciones, la energía eléctrica podía abandonarlo en cualquier momento.


 


Casi como una premonición, las luces se apagaron repentinamente, dejándolo a la iluminación tenue del fuego proveniente de la chimenea. Un relámpago brilló, alumbrando de forma tétrica la estancia. Ryeowook suspiró y se giró a la repisa donde se encontraban los cerillos. Los necesitaba para encender el candelabro que usaba cada vez que esto ocurría. Tomó el candelabro y prendió una a una, las tres velas. Se volteó dispuesto a colocar el candelabro en la pequeña mesa al lado del sillón, cuando un mudo grito se atoró en su garganta y el candelabro cayó al suelo apagándose por el impacto.


 


 


Allí, en su pequeño y gastado sillón individual, una figura se encontraba asentada. Un hombre por lo que podía observar, una aura oscura como un manto lúgubre, lo envolvía. Sus cabellos negros caían ligeramente sobre su pálido rostro. Su mirada estaba fija en las llamas danzantes de la chimenea, como si el movimiento de cada flama, lo hipnotizara. Y Ryeowook estaba hipnotizado también, pero no por el fuego sino por el oscuro y misterioso hombre frente a él.


 


Una voz en el cerebro de Ryeowook le pedía que reaccionara, que gritara, que pidiera ayuda. Le gritaba que este hombre era peligroso. Mortal. Sin embargo, una fuerza más grande lo mantenía congelado en su posición, incapaz de hacer o decir nada. Lo más sorprendente es que Ryeowook debería estar asustado, temeroso o perturbado porque un extraño irrumpiera de esa forma en su casa, pero no era así; Ryeowook no sentía temor del extraño. Fascinación por la fúnebre belleza, curiosidad, morbo, incluso atracción. Pero temor o miedo, no los sentía.


 


El extraño volvió la vista en su dirección, Ryeowook se encontró con los ojos más negros que jamás hubiese visto, eran casi como pozos sin fondo, oscuras gemas sin vida. El miedo se abrió paso en el cuerpo de Ryeowook pero también lo hizo la curiosidad.


 


—¿Quién eres? —cuestionó con asombrosa tranquilidad.


 


—Tú deberías saberlo... Ryeowook —habló mirándolo fijamente, el reflejo del fuego danzando en sus orbes oscuras.


 


«Eso» pensó Ryeowook. «Él es... eso.»


 


—Ya lo has adivinado ¿no es así? —una sonrisa fría, cínica y maliciosa surcó sus labios.


 


El cuerpo de Ryeowook se estremeció por completo.


 


—¿Por qué estás aquí? —interrogó— ¿Cómo entraste a mi casa?


 


—Típico de los humanos hacer ese tipo de preguntas. —dijo aun con esa sonrisa tatuada en el rostro.


 


«Humanos... ¿acaso él no lo es?»


 


Sintiendo como si estuviera a punto de cavar su propia tumba, de condenarse voluntariamente, de entregarse a algo más allá de su entendimiento. Sabiendo muy en el fondo, que no debería hacerlo. Ryeowook no pudo evitar que las siguientes palabras abandonaran sus labios


 


—¿Qué eres? —susurró


 


¿Qué soy? —preguntó en retórica quedando unos segundos en silencio— Soy nada y soy todo. No estoy vivo pero tampoco muerto. No pertenezco a este mundo ni al otro —las palabras abandonaban sus labios como una melancólica melodía— Sólo soy un ser que busca recuperar lo que alguna vez perdió. En busca de aquello que me pertenece, aquello que me quitaron y que debe volver a mí. —miró a Ryeowook con tanta intensidad que hizo su corazón latir acelerado— Soy Yesung, aquel que esperó toda la eternidad para recobrar aquello que le fue arrebatado y que hoy por fin volverá a ser mío.


 


La respiración de Ryeowook se hizo dificultosa, su corazón martilleaba contra su pecho, el sudor recorrió su frente. Había algo en este ser que lo hacía volverse loco, algo místico y oscuro. Algo completamente extraño y familiar al mismo tiempo.


 


—¿Que te fue arrebatado?¿Qué es aquello que debes recuperar?¿Qué volverá a ser tuyo?


 


Las preguntas apenas habían abandonado los labios de Ryeowook, cuando Yesung ya lo tenía atrapado entre su frío cuerpo y la pared. Los ojos de Yesung se clavaron en los suyos y Ryeowook se encontró siendo presa de su captor.


 


Colocando sus labios cerca del oído de Ryeowook y esbozando la más escalofriante de las sonrisas, Yesung le heló la sangre cuando susurró —Tú...


 


Un viento inesperado sopló, la ventana se abrió y el fuego de la chimenea...


 


se extinguió.


 


 

Notas finales:

Déjenme sus comentarios, no olviden que de eso me alimento.

Además quiero saber si puedo volver a escribir misterio, suspenso y terror o si debo tirarme de un puente xDDDD ono.

xoxo´s


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