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Terminal por YasuAmaya

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Notas del fanfic:

One shot escrito en un día. Es parte de una serie, la cual iré escribiendo de a poco.

Notas del capitulo:

¡Aquí está Yasu!

M: -desde la cocina- ¡Deberías estar ayudando a cocinar!

Y: ¡Pero tengo que subir esto!

M: ¡Dejá el porno gay y vení acá!

Y: ¡No es porno gay!

M: ¡Da igual! ¡Te pasaste todo el día en eso!

Y: ¡Tenía que aprovechar que llegó la inspirción!

M: ¡Ojalá te inspiraras para cocinar!

Y: ¡Dejá de interrumpirme o no voy a terminar más con esto!

M: ¡Bueno!

Y: ay, Dios... En fin... ¡Hola! Soy Yasu XD Como habrán podido leer, este one shot lo escribí en una noche y todo el día de hoy. No tenía pensado escribirlo todavía, pero me llegaron las ideas y las ganas de escribir, así que esto fue lo que salió. Ya aclaré que es parte de una serie (que todavía no tiene nombre). Esto es lo que pasa después de ROMAN. Los siguientes fics vendrán en un par de meses. La verdad, terminé de escribirlo recién, así que no lo revisé. Y como quiero dejar la computadora por hoy, decidí por publicarlo directamente. Mañana lo revisaré. Bueno, eso es todo. ¡Espero les guste!

Era una típica noche silenciosa, mucho más que de costumbre. Además, hacía frío, y en el cielo nocturno las estrellas no brillaban; quizá por la contaminación, o porque comenzaba a nublarse. Eran alrededor de las tres de la mañana, razón por la cual no había un alma siquiera transitando en las calles. Pero había algo raro. Tal vez no era por el horario que la noche estaba en perpetuo silencio. Ni siquiera los ladridos de los perros lograban oírse.

 

No había dudas: esa noche no era como cualquier otra. Se sentía el aire pesado, como si la humedad hubiera aumentado. Había algo en el ambiente que hacía todo mucho más melancólico y triste que de costumbre, en especial para aquellos que se encontraban solos. La única manera de escapar de eso, era huyendo al mundo de los sueños. Y eso era lo que aquel castaño estaba haciendo, acurrucado en su cama, ajeno a todo lo que ocurriese en el mundo real.

 

De pronto, el viento sopló, entrando en su habitación a través de la ventana a medio abrir. El frío pegó en su rostro; le hizo fruncir el ceño, y luego giró para quedar boca arriba, sin haber abierto los ojos en ningún momento. No había sido suficiente como para sacarlo de su fase de sueño. Fue por eso que no se dio cuenta de nada de lo que sucedía, ni de la ventana que se abrió por completo, y mucho menos de aquel sujeto con el torso desnudo que entró por ella.

 

El intruso caminó sigilosamente hasta dar con la cama. Puso, primero, su rodilla derecha sobre el colchón, y luego la izquierda, para así gatear y acorralar al durmiente. Este último seguía sin responder a cualquier tipo de estímulo proveniente del exterior, y eso fue muy ventajoso para aquel sujeto de identidad desconocida, quien se acercó al rostro del castaño, deteniéndose a observarlo detalladamente. Sus labios formaron una especie de sonrisa, de lo más tétrica; sin duda, hubiera helado de la sangre del más indefenso si lo hubiese visto.

 

Se relamió, y luego se acercó a los rosados labios del durmiente con los suyos, fundiéndose en un sorpresivo beso. Poco a poco, el calor en aquellas zonas que hacían contacto comenzó a aumentar, llegando a arder, a quemar.  Fue por eso que el castaño despertó de golpe.

 

Abrió los ojos, reconociendo una silueta entre la oscuridad. Le tomó un par de segundos poder reaccionar, y cuando lo hizo, intentó apartar a ese sujeto que le estaba besando. Trató de empujarlo, incluso le golpeó en el pecho, pero sus intentos por salirse de eso fueron en vano. Aquel intruso lo sujeto por las muñecas, con mucha fuerza; tanta que hasta daba la impresión de que le rompería los huesos en cualquier momento y con muy poco esfuerzo. “¿Quién es esta persona? ¿Cómo logró entrar en mi cuarto? ¿Por qué tiene tanta fuerza?”, las preguntas que el castaño se hacía eran demasiadas; estaba muy confundido.

 

Entonces comenzó a forcejear. Sin embargo, el beso se volvió asfixiante, haciéndolo marear.  “¿Qué está pasando?”. Parpadeó un par de veces, tratando de recuperarse. “¿Quién es?”. La desesperación le inundó el cuerpo, más al sentir las frías manos de su atacante recorrer la piel de su abdomen, haciéndolo estremecer. “¿Por qué me haces esto?”. Justo en ese momento, sus labios volvieron a ser libres. Entreabrió sus ojos, tratando de centrarse en el rostro del intruso. Y de pronto, gracias a la luz que entró de la calle, por donde pasaba un automóvil, la identidad del desconocido fue revelada.  

 

— ¿Tú?

 

Su sorpresa fue inmensa. No esperaba encontrarse con ese conocido rostro, o mejor dicho, jamás hubiera imaginado que esa persona podría hacerle algo semejante. “No puede ser”. Estaba atónito. Su mente quedó en blanco, no pudo reaccionar por algunos segundos. “No, no puede ser”. Se negaba a creer que era esa persona, a que ya había visto miles de veces esos rasgos, ese cabello, esos labios carnosos, los cuales formaron una sonrisa macabra.

 

— ¿P-por qué…?

 

Su atacante no dejó que continuara. Ya era suficiente con haber descubierto su identidad, no iba a dejar que hiciera preguntas. Lo hizo callar con un beso asfixiante, el cual le hizo perder gran parte de su lucidez. Fue algo muy embriagador y placentero al mismo tiempo, al igual que las caricias con aquellos fríos dedos, pero que dejaban un rastro caliente por todo milímetro de piel que rozaran. “¿Qué está pasando? ¿Qué es lo que está haciendo con mi cuerpo? ¿Por qué no puedo detenerlo?”.

 

—A-ahh…

 

De pronto, un par de gemidos y balbuceos comenzaron a salir de su boca, la cual no podía mantener cerrada. Su cuerpo se retorcía contra su voluntad. Un cosquilleo electrizante le recorría desde aquella zona baja, pasando por toda su columna, y terminaba en una especie de explosión en su cerebro. Con mucha dificultad, estiró su mano para posarla sobre el cabello del intruso. Este lo miró, sin detenerse en su labor. “¿Por qué no puedo moverme como quisiera? ¿Por qué estoy permitiendo esto? ¿Por qué… me está gustando tanto?”.

 

—Nnh… ¡¡ARGH!!

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

 

Al día siguiente, en la tarde, el castaño debía reunirse para ensayar con sus compañeros de banda en el estudio. Sentado en un sillón, abrazando su guitarra y mirando al techo, no hacía más que recordar aquel suceso tan extraño de esa madrugada. “No sé con qué cara verlo ahora”. Su rostro se teñía de carmín al pensar en esa persona. “¿Cuándo y cómo fue que entró? Tampoco recuerdo en qué momento se fue”. Se pasó una mano por el cabello, y soltó un suspiro, totalmente agobiado. “Me gustaría que hubiese sido un sueño, pero las marcas en mi cuerpo son prueba de que fue real”. Cerró sus ojos y se mordió el labio inferior. “Necesito una explicación”.

 

De pronto, la puerta se abrió, y por ella ingresaron sus dos compañeros rubios: el vocalista y el tecladista. Al castaño se le heló la sangre cuando vio a esa persona en particular. Su corazón comenzó a latir mucho más rápido, el estómago le dolió, y las manos le temblaron.

 

— ¡Hola, Takuya!— le saludó el tecladista. Sin embargo, no pudo devolverle el saludo. Estaba pálido, y no dejaba de ver a su otro compañero, quien parecía extrañado por la falta de reacción del guitarrista.

— ¿Estás bien, Takuya?— le preguntó, pero él también recibió la misma respuesta: nada— Takuya… ¿Qué tienes? ¿Te sientes bien? ¿Tienes fiebre?— le tocó la frente. Pero, como si se tratara de un reflejo, el castaño golpeó su mano, alejándola—Takuya…— eso no era normal en él, y el vocalista no lograba entender esa reacción. Takuya bajó la mirada, confundido también. Sus dos compañeros estaban sumamente extrañados. Entonces, el guitarrista volvió a levantar la cabeza.

—Yo… Lo… Lo siento… Miku-san.

—N-no… No pasa nada… Pero, ¿estás bien?— Takuya asintió con su cabeza— ¿Seguro?

—Sí. No te preocupes, Miku-san— el nombrado sonrió.

—Bueno…  No me preocuparé.  

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

 

El ensayo había sido agotador para Takuya; le pareció interminable. Ni siquiera pudo disfrutar de la cena junto a sus compañeros de banda. Estaba muy metido en sus pensamientos, los cuales no dejaban de torturarle. “Debo preguntarle… Pero no sé cómo”. Tenía demasiadas dudas, y solo una persona tenía las respuestas, o al menos eso pensaba. ¿Cómo podía preguntarle eso a esa persona sin que pensara nada extraño? Tal vez hasta lo trataría de pervertido.

 

—Hasta mañana.

 

Luego de la cena, cada quien seguiría su rumbo. Takuya se detuvo un momento, viendo al vocalista alejarse, camino a la estación de trenes. “Esta es mi oportunidad”. Se puso en marcha y aceleró el paso hasta alcanzarle. Al verlo, Miku le regaló una sonrisa.

 

— ¿Tu casa no está para el otro lado?— le preguntó el rubio.

—S-sí… Pero quedé en ver a alguien.

—Oh…— sonrió con picardía— ¿Con quién te vas a encontrar?

—C-con… un amigo.

— ¿Un amigo?— preguntó, sin cambiar su tono pillo.

—Sí, Miku-san. Tengo más amigos aparte de ustedes.

—Ja, ja, ja, ja… Está bien, está bien. Solo preguntaba porque quería saber a dónde vas— Takuya arqueó una ceja.

— ¿Por qué?

—Porque debo cuidarte para que nada malo te suceda— el castaño no se esperaba esa respuesta. Lo tomó por sorpresa, tanto que hasta detuvo su paso.

— ¿Eh?— y eso fue lo único que logró salir de su boca. Miku también dejó de caminar y se volteó a verle.

—Sabes que eres como un hermano menor para mí. Además, hoy estuviste actuando muy raro. Eso no es normal en ti— el guitarrista bajó la mirada—. ¿Sucede algo malo?

—Es que… anoche… no dormí muy bien que digamos.

—Oh, ya veo…  ¿Tienes insomnio?

—N-no… Es… Pues…Tú… ¿D-dónde estuviste anoche, a eso de las tres de la mañana?

— ¿Ah? ¿Dónde estuve? Hmmm… A decir verdad, no salí en todo el día. Me quedé en casa a esperar un paquete que debía llegar. Ya sabes, el nuevo equipo de sonido que te dije iba a comprar.

—Pero, ¿qué hiciste en la noche?

—Anoche… Pues… Cociné y cené a eso de las ocho… Luego me quedé mirando televisión. A eso de las once me puse a ver videos en YouTube, y luego leí mangas hasta las cuatro de la mañana. Me dormí enseguida y desperté al mediodía… ¿Por qué preguntabas?

—N-no… Por… Por nada.

—Ah, vamos. No me engañas. Debes haber preguntado eso por algo— el guitarrista hizo fuerza con sus puños.

—Es que anoche… me pareció ver a alguien parecido a ti.

— ¿Parecido a mí? Pobre de ese tipo.

— ¿Eh?

—Pero, ¿qué tiene que ver que hayas visto a un sujeto parecido a mí con que no pudiste dormir?

—Ah…— el rostro de Takuya se puso rojo— Pues… es que… esa persona…  “No puedo decirle lo que me hizo”.

—¡¡Ah!! ¡No me digas que viste a mi Doppelgänger!— exclamó Miku.

— ¿Tu qué?

—Doppelgänger, es decir, mi doble.

— ¿Tu… doble?

—Ajá. Y eso no es bueno.

— ¿Por qué?

—Si un amigo o un familiar ve a tu Doppelgänger es un mal augurio— se cruzó de brazos—. Algo malo va a pasar… Tal vez no sea momento para comenzar con el tour mundial.  

— ¿Qué?

—Mañana les diré al resto que vayamos todos juntos al templo y también a la iglesia, solo por las dudas.

—Comienzas a asustarme, Miku-san.

—Ja, ja, ja… Tranquilo, quizá no pase nada…— hizo una pausa— Espero no ver a ese tipo que dices.

— ¿Por qué?— el rubio sonrió, de una manera un tanto seria.

—Si tú mismo ves a tu Doppelgänger, significa que vas a morir.

 

Esa no era una respuesta que Takuya hubiese deseado oír. “¿Morir? ¿Miku-san… morirá?”. De pronto, una horrible sensación le llenó el pecho. “No quiero… No quiero que eso suceda”. Bajó la mirada, completamente aturdido. “¿Por qué ese tipo entró a mi cuarto? ¿Por qué tuve que verlo? ¿Por qué está sucediendo esto?”.

 

—No te preocupes, Takuya— le dio unas palmaditas en el hombro izquierdo.

—Pero, Miku-san…

—Es solo un mito que me contaron cuando estaba en la escuela. No creo que exista eso del Doppelgänger. Así que cambia esa cara. Nada malo sucederá. Iremos a recorrer el mundo, conoceremos fans, tocaremos nuestra música, y luego volveremos a casa. Hay que ser positivos ahora.

—Sí… Tienes razón.

—Bien…  ¡A menos que haya sido un ikiryou!— exclamó de la nada.

— ¿Eh?

—No, pero no creo que mi alma haya salido de mi cuerpo en ningún momento… Hmmm… A menos que lo que creí que eran gases, en realidad…

—Eh… ¿Por qué no mejor vamos a la estación de una buena vez?

—Ja, ja, ja… Tienes razón. Vamos.

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

 

— ¿Por qué tuve que decirle eso de mi supuesto amigo? Ahora tengo que buscar la manera de regresar a casa.

 

No podía echarse para atrás y decirle a Miku que le había mentido solo porque quería hablar con él, así que Takuya siguió con su mentira, y se bajó una estación antes que su compañero. Pero su hogar estaba hacia el otro lado de la ciudad, y el servicio de trenes ya había cerrado. Solo le quedaba buscar un taxi. Llevaba unos quince minutos en eso, recorriendo distintas calles, y no había podido dar con ninguno.

 

— ¿Tan difícil es encontrar un taxi en Tokio?

 

Dobló en una esquina, llegando a una calle con escaza iluminación. Se detuvo un momento. “Esto no me gusta para nada”. A unos cuantos metros por delante vio a una persona de ropas negras caminando. Takuya trató de no darle mucha importancia, y comenzó a marchar hacia la misma dirección. “De pronto, hace mucho frío”. Se frotó ambos brazos, tratando de calentarse. Aun así, no se sentía del todo cómodo. Era como si algo le dijera que no debía estar allí. “Debo encontrar rápido un taxi”. Aceleró el paso, y en poco alcanzó a la otra persona, quien, además, se detuvo.

 

Al pasar a su lado, Takuya lo miró de reojo. Aquella persona, también lo miró, e incluso le sonrió. “No puede ser”. Paró en seco al reconocer ese rostro, ese cabello rubio, y en especial esos labios carnosos y rosados.   

 

—Miku… san…

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

 

—Ahhh… Ah… Nnh… Ah… Ah…

 

Cuando quiso darse cuenta, Takuya estaba en su propia cama, y no estaba solo. Aquel rubio con quien se había cruzado en la calle estaba con él, entre sus piernas, deleitándolo como la noche anterior. “No es Miku-san… ¿Quién es este sujeto? ¿Por qué se parece tanto a Miku-san? ¿Por qué me está haciendo esto?”. Aunque quisiera y lo deseara con todo su ser, no podía detenerlo. Era como si ese desconocido lo controlara, como si estuviera bajo un hechizo o algo semejante. Su cuerpo respondía al instante a cada movimiento del rubio. “Nunca había sentido nada así… ¿Por qué me gusta esto?”.

 

Cada tanto lo miraba: él parecía estar divirtiéndose, mas no mostraba ninguna emoción en particular. “Se la pasa sonriendo de esa manera tan rara… ¿Qué estará pensando?”. Aquel desconocido era todo un misterio para Takuya. “Esto no debería suceder, ¿verdad? Ni siquiera lo conozco. Además, se parece demasiado a Miku-san… ¿Por qué lo estoy dejando hacerme esto?”. Por más que le diera vueltas al asunto, era todo muy descabellado. “¿En verdad será… su Doppelgänger?”.

 

—¡¡AHHH!!

 

No pudo contenerse más. Le gustaba, le excitaba, lo volvía loco todo lo que el doble de su compañero de banda le provocaba. “Es idéntico… tanto… que hasta creo que me gustaría que fuera el mismísimo Miku”. La expresión tan seductora que el rubio tenía a medida que lamía sus propios dedos llenos de aquel líquido con la semilla del castaño, lo hizo perder la cabeza.

 

—Más…— dijo, a medida que intentaba regular su respiración— Quiero… más… No te detengas… por favor— el rubio sonrió de costado, y se acercó lentamente a su rostro.

—Te daré todo lo que quieras— le dijo al oído, con exactamente la voz que esperaba oír.

 

“Incluso su voz es la misma”.

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

 

Esa tarde, An Cafe tenía ensayo. Habían estado alrededor de dos horas en eso, cuando por fin decidieron tomarse un pequeño descanso. Takuya se sentó en uno de los sillones, para estirar y tronar sus dedos. A su lado se sentó un pelinegro, el bajista, también para estirar sus dedos.

 

—Parece que estás algo acelerado hoy— le dijo su compañero.

— ¿Eh? — Takuya lo miró extrañado— ¿A qué te refieres, Kanon-san?

—Creí que estaba haciendo algo mal, pero luego me di cuenta que estabas tocando en un ritmo que no era el correcto.

—Ah… No me había dado cuenta. Lo siento.

—No te preocupes, lo disimulaste muy bien.

—Takuya— lo llamó otro de sus compañeros.

—Dime, Teruki-san.

—Te noto algo cansado hoy.

— ¿Qué?

—Estás muy pálido.

— ¿En serio? — se llevó ambas manos al rostro.

—Sí— continuó Kanon—, hasta tienes ojeras.

—Oh… Quizá sea porque no he estado durmiendo bien.

—Debes tener cuidado con eso— le dijo Teruki—. En menos de dos semanas comenzará el tour mundial. No puedes enfermarte.

—Lo sé. Tendré cuidado.

 

Takuya se quedó pensando, mientras sus compañeros conversaban entre sí. “¿Será por lo del Doppelgänger?”. Ya iban dos noches seguidas que se encontraba con el supuesto doble de Miku. “Me pregunto si hoy también me lo encontraré”. Una parte de su ser deseaba que eso ocurriera, pero otra aún tenía cierto temor. “Esto es muy raro. Esa persona se parece mucho a Miku-san, incluso en la voz. Si realmente es su Doppelgänger, ¿por qué me busca a mí y terminamos teniendo sexo?”.

 

De pronto, un sonido en particular lo sacó de sus pensamientos.

 

—¡¡El teclado de Yuuki!!— exclamó Teruki, y junto a Kanon se acercaron enseguida a revisar el instrumento de su amigo.

—Se le salieron varias teclas.

—No puede ser. ¿Justo ahora viene a suceder esto?

—Pero, ¿cómo fue que se cayó?

—No tengo idea. El otro está bien, ¿verdad?

—Déjame revisar— el bajista se acercó donde el otro teclado se encontraba—. Este está bien. No le sucedió nada.

—Dios… Yuuki va a querer morirse cuando vea esto.

 

Y en ese preciso momento, el par de integrantes que faltaba regresó de hacer las compras.

 

— ¡Es la última vez que voy a comprar con Yuuki!— exclamó Miku— Estuvo a punto de-…— observó lo que sucedía.

—¡¡Mi teclado!!— Yuuki corrió enseguida a revisar su instrumento.

—Alguien que me explique lo que pasó aquí.

—El teclado cayó al piso.

—Eso es obvio, Kanon— negó con la cabeza.

— ¡¿Cómo sucedió?!— quiso saber el tecladista.

—No sabemos— respondió Teruki—. Nosotros estábamos conversando, cuando de pronto el teclado se cayó.

— ¿Así como así?— preguntó el vocalista.

—Ajá. Lo más extraño es que este ni se movió— señaló el bajista—.Y el soporte no parece tener ningún problema.

—Hmmm… Habrá que revisarlo por las dudas— el vocalista suspiró—. Esto es malo. ¡Y justo antes del tour mundial!— se revolvió el cabello y luego miró al guitarrista, quien no se había movido de su sitio— ¿Y tú qué tienes que estás tan pálido?

—Doppelgänger— soltó.

— ¿Ah?

— ¿Doppelgänger?

— ¿Sigues con eso? Te dije que esas cosas no existen.

— ¿De qué está hablando Takuya?— preguntó Teruki.

—Anoche, Takuya me dijo que vio a alguien parecido a mí. Le dije que podría ser mi doble.

— ¿Eh?

—Pero— habló Kanon—, ¿no es malo que aparezca tu Doppelgänger?

—Es lo que dicen— se rascó la nuca—. Si fue él quien tiró el teclado, deberé tener cuidado de no encontrármelo.

 

Una sensación extraña recorrió el cuerpo entero del guitarrista, una que no le gustó para nada. “Si me está siguiendo, podría llegar hasta Miku-san. Y si Miku-san lo ve… morirá”. Se puso de pie en un rápido movimiento, llamando la atención de su sus compañeros. “No quiero… que Miku-san muera”. Sin detenerse a pensarlo, salió corriendo de la sala de ensayos.

 

— ¡Takuya!

 

Escuchó la voz de Miku llamándole, mas no se detuvo. “Su Doppelgänger debe estar utilizándome para llegar a él”. Si antes no lograba entender nada, en ese momento entendía mucho menos. “No debo permitir que él y Miku-san se encuentren… No debo permitir que… eso suceda”.

 

Llegó a uno de los baños para hombres. Notó que su respiración y pulso estaban acelerados, e incluso que su cuerpo temblaba. Caminó al sector de los lavamanos y miró su reflejo en el espejo enorme de la pared. “No me veo nada bien. Teruki-san y Kanon-san tenían razón”. Lucía agotado, aunque no se sentía así. “¿Será que solo son alucinaciones? Pero es todo muy real”. Se mordió el labio inferior. “Definitivamente, no es bueno que ese doble de Miku-san haya aparecido”.

 

La puerta se abrió y el vocalista, completamente serio, ingresó. Takuya no dijo nada. Miku se aseguró de que estuvieran a solas antes de comenzar a hablar.

 

— ¿Por qué te fuiste así de la sala?— le preguntó, con cierto tono autoritario. Takuya apartó el rostro, intimidado— Estás actuando muy raro, demasiado. ¿Qué es lo que te está pasando? — el castaño se pasó una mano por el cabello.

—Tenías razón.

— ¿En qué?

—En lo del Doppelgänger.

— ¿Qué? Pero, Takuya, ¿en serio crees en esas cosas?— el guitarrista lo miró a la cara.

—Volví a verlo, Miku-san.

— ¿Eh?

—Volví a encontrarme con esa persona que es igual a ti— el rubio no parecía estar convencido; soltó un suspiro.

— ¿Dónde lo viste?— el guitarrista bajó la mirada.

—Anoche, luego de bajar del tren, lo encontré caminando en la calle… Él me vio… Fue… todo muy raro— Miku hizo una mueca.

—Quizá solo era alguien parecido a mí y como era de noche-…

— ¡Su voz es la misma!— exclamó el castaño.

— ¿Qué?— Takuya tragó en seco.

—Su voz es idéntica a la tuya… T-tiene tus mismos ojos y labios…— se llevó una mano a la frente— Me gustaría poder decir que lo soñé o lo vi estando ebrio… Pero es real— el vocalista respiró hondo.

— ¿Y dices que lo has visto de noche solamente?— el guitarrista asintió— Ya veo… Bueno… Hay algo que podemos hacer.

— ¿Qué?

—Pasarás la noche en mi casa.

— ¿Eh?

—Parece que ese sujeto te está siguiendo. Es mejor que no estés solo.

—Pero, Miku-san, si ves a tu Doppelgänger…

—Moriré— dijo con una sonrisa inocente—. Lo sé. Pero eso no me preocupa.

—Quizá a ti no, pero…— agachó la cabeza— No quiero… que mueras.

—No moriré, Takuya.

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

 

Esa misma noche, cuando terminó el ensayo y luego de cenar, Miku y Takuya fueron a la casa del primero. El guitarrista fue muy serio todo el camino; era evidente que el tema del Doppelgänger lo atormentaba. “Espero no se le dé por aparecer estando Miku-san presente. Eso es lo que menos deseo”. El vocalista no sabía de qué manera ayudarle. Fue un viaje en tren muy silencioso, como si ambos estuvieran esperando que algo sucediera; la calma que precede a la tempestad.  

 

Al llegar al departamento del rubio, este invitó a su compañero a pasar. Allí fueron recibidos por la dulce mascota del lugar.

 

—Oh… Nyappy, cuidaste muy bien la casa hoy— le dijo a la pequeña perrita, acariciándole la cabeza— Ja, ja… Takuya se quedará a pasar la noche, así que sé amable con él, ¿de acuerdo?— miró a su compañero, con una sonrisa— Pasa a sentarte en la sala. Puedes dejar tus cosas allí. Yo iré a preparar té.

—Está bien.

 

No podía negarlo, tenía mucho miedo. Por más que intentara relajarse y pensar en otras cosas, no podía olvidarse de aquel sujeto que se parecía tanto a su amigo, ni mucho menos de todo lo que le hizo. Y es que uno no se olvida fácilmente de ese tipo de experiencias, en especial si son tan placenteras y excitantes. Pero que aquella persona tuviera el mismo rostro y la misma voz que su compañero de banda, lo abrumaba bastante. Le gustaba, y ocultarlo no le era posible, pero, al mismo tiempo, le era algo incómodo. “No es Miku-san. Aunque se le parezca no lo es. No tengo que hacerme ideas raras”. Se masajeó las cienes, completamente desesperado.

 

En eso, la pequeña mascota de su compañero se subió al sillón, y comenzó a examinarlo con su olfato. Al principio, Takuya no le dio mucha importancia; los perros suelen hacer eso con todas las personas. Lo que sí llamó su atención, fue que no le quitara la mirada de encima. “¿Qué tanto me ve?”. Eso le incomodó bastante.  

 

—Esta mañana— dijo Miku, entrando en la sala con una bandeja con tazas, una tetera, y un pastel—, tenía ganas de hacer algo dulce. Así que horneé un pastel. Espero que te guste.

—Ah…— el castaño sonrió con ternura— Seguro que sí.

 

Estando con Miku, el guitarrista se sentía un poco más seguro. Por alguna razón, pudo olvidarse del Doppelgänger y todas sus dudas. El rubio era muy atento con él, incluso evitaba tocar el tema que tanto le preocupaba. Los chistes que Miku hacía, por más que no fueran buenos, lo hacían reír a carcajadas. Y, sin lugar a dudas, el pastel que había preparado le hizo sentirse muy afortunado, puesto que estaba delicioso, como para chuparse los dedos. Siempre le había gustado cualquier cosa que Miku preparaba; a veces hasta le decía que le traía recuerdos de cuando era pequeño.

 

—Puedes dormir en mi cama— le dijo el rubio.

— ¿Eh? Pero…

—Eres mi invitado y se nota que necesitas descansar. Te prestaré un pijama— caminó hacia una cómoda, y abrió un cajón, para tomar un par de prendas—. Toma.

—Gracias.

—No es nada— fue hasta el armario, para abrirlo y sacar un futón—. Espero que puedas descansar lo suficiente para recuperar todas tus energías.

—Sí… Yo también.

 

Miku dejó el futón a un lado de la cama, mientras que el guitarrista comenzó a desvestirse para ponerse el pijama. Entonces se dio cuenta que aún tenía marcas en su piel, producto de la noche que pasó con el doble de su compañero. “Chupones… Esto no puede ser peor, ¿verdad?”. Se pasó una mano por el pecho. “Esto prueba que nada de lo que estoy diciendo es mentira ni producto de mi mente… Es real… Pero, ¿qué es lo que está buscando?”.

 

— ¿Qué es eso?— preguntó el vocalista, al notar las marcas en el pecho del castaño.

—Ah… ¿Q-qué?

—Ja, ja… ¿Me dirás que son picaduras de mosquito?— rió. Takuya bajó la mirada.

—Me los hizo él.

— ¿Él?

—El sujeto… que se parece a ti— sus mejillas se pusieron rojas. Le daba mucha vergüenza mirar a su compañero.

—Takuya… ¿Acaso él…?

—La primera noche… apareció en mi habitación mientras dormía… Y anoche… también me…

 

Sin decir nada ni dejarlo continuar, Miku rodeó con sus brazos al guitarrista. Este último se quedó helado por un momento, incapaz de reaccionar. “¿Por qué…?”. El rubio lo abrazó con más fuerza, como si se negara a dejarlo ir. “¿Por qué quiero llorar?”. Cerró sus párpados, permitiendo que las lágrimas que se acumularon en sus ojos cafés se derramaran y empaparan todo a su paso. “¿Por qué duele? ¿Por qué me gusta? ¿Por qué no quiero que este abrazo se rompa jamás?”. Movió sus temblorosos brazos, para poder corresponderle al vocalista, quien aumentó incluso más la fuerza. “No me sueltes… No me dejes, por favor”.

 

[— ¡No quiero que mueras! No quiero volver a perderte… Prefiero convertirme en demonio y traicionar a los ángeles con tal de tenerte a mi lado.]

 

De pronto, la voz de Miku hizo eco en su cabeza. “¿Qué fue… eso?”. Abrió los ojos, con asombro, sin dejar de llorar. Su cuerpo entero temblaba, su corazón latía y bombeaba rápido, como nunca antes lo había hecho. “¿Por qué… siento que esto ya lo viví?”. Su pecho comenzó a doler, era insoportable, tanto que hasta creyó que se quedaría sin aire. Abrazó con mayor fuerza a su compañero, con temor. “Contigo estaré bien. Algo me dice que no deberé preocuparme de nada, siempre y cuando esté a tu lado”.

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

 

Alrededor de las cuatro de la mañana, Takuya despertó. Se había quedado profundamente dormido en los brazos de Miku, y este lo dejó en su cama. El guitarrista buscó al dueño del lugar, entre la oscuridad, pero no lo encontró. Encendió el velador junto a la cama, y notó que estaba solo. “¿A dónde habrá ido?”. Se levantó de la cama, fue hasta la puerta y la abrió lentamente. Se asomó, y todo estaba a oscuras, excepto por la luz que llegaba de la sala. Caminó sigilosamente, y a medida que se acercaba, pudo oír dos voces: una era la de Miku, la otra era de una mujer.  

 

Se asomó detrás de la pared, y pudo ver a su compañero y a una rubia de larga cabellera. “¿Quién será esa mujer?”. Miku estaba de espaldas a Takuya, así que solo podía ver el perfil de aquella desconocida.

 

—No debiste haberle dicho eso— le dijo la rubia.

—Tenía que hacerlo. Podría haber pensado que era yo.

—No. Directamente, no debiste decirle nada.

—Pero no podía dejarlo así. Algo está mal, y él debe saberlo.

— ¿Y crees que no lo sabe? Debe haberlo pensado. No todas las noches entra alguien desconocido a tu cuarto y tiene relaciones contigo.

—Por eso mismo le dije lo del Doppelgänger.

—Solo hiciste que se preocupara más.

— ¿Quieres que le diga la verdad?

—No. Es mejor mantenerlo alejado de todo esto mientras encontramos la solución.

—Ya no se puede. Ese tipo lo encontró y lo marcó.

—Le diste muchas vueltas al asunto y él se te adelantó.

— ¡No puedo tocar a Takuya!— golpeó la mesa— No quiero… meterlo en todo esto otra vez y perderlo.

—Lamento informarte que mientras tú y él estén unidos por ese hilo, es un asunto que los involucra a los dos.

—Lo sé…— suspiró— Lo que ahora importa, es encontrar a ese sujeto antes de que le haga algo peor.

—Ya sabes lo que tienes que hacer.

—Sí… Pero… no estoy seguro. ¿No hay otra manera?

—Pensaré en algo.

—Te lo encargo.

—Tranquilo. Tu entrenamiento va muy bien. Confío en que podrás encargarte de él.

—Eso espero…

—En cuando a Takuya… Será mejor que no descubra la verdad— miró de reojo al castaño, quien se tensó al instante—. O al menos no toda.

—Sí.

 

Takuya regresó a la habitación rápidamente, intentando no hacer ruido. Una vez allí, cerró la puerta, y volvió a meterse en la cama, tras apagar la luz. “¿Quién era esa mujer? ¿Por qué estaban hablando sobre mí?”. Las dudas solo iban en aumento, sin encontrar respuesta alguna. “¿Qué es lo que intenta ocultarme?”.  

 

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Entreabrió los ojos, y con los escasos rayos de luz que entraban a través de la persiana, pudo reconocer la silueta de aquella persona que se encontraba encima de él. “Este sí… Es Miku-san”. El vocalista acariciaba su pecho desnudo con las yemas de sus dedos. “De pronto me siento algo nostálgico… ¿Por qué me da la impresión de que no es la primera vez que hace esto?”. Sintió un cosquilleo, muy agradable, recorrer cada centímetro de su cuerpo. “Por favor, no te detengas”. Volvió a cerrar sus ojos, y solo se dedicó a centrarse en las caricias que su compañero le brindaba.

 

Luego sintió los labios del rubio haciendo presión sobre la piel de su pecho. “Es distinto… Es como… una mezcla de tristeza, melancolía y dolor… Pero también de felicidad y calidez, una que nunca antes había sentido… O tal vez sí”. Las caricias de Miku lo relajaban, tanto que hasta se sentía adormecido. “No estoy soñando, ¿verdad?”. Y luego llegaron los besos, el calor aumentó, hubo algo de dolor también, pero nada de eso importó, puesto que el placer borró todo lo negativo. “Sus labios son exquisitos… Su piel es más suave de lo que imaginaba… Y sus dedos, fríos y cálidos al mismo tiempo”.

 

—Takuya…

 

Su voz era como la melodía más hermosa y perfecta que pudiera existir. “Dime más… Quiero escucharte cantar mi nombre”. Lo llenaba por completo, nunca antes se había sentido tan extasiado. “Por favor, hazme saber que esto no es una mentira”.

 

—Takuya… No caigas en su juego.

 

“¿De qué está hablando?”.

 

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Abrió los ojos de golpe, y se encontró con todo el cuarto iluminado. “¿Fue… un sueño?”. Se sentó en la cama, miró hacia un costado, y vio a su compañero durmiendo tan plácidamente que hasta se le caía la baba. “Entonces… eso no sucedió”. Volvió a recostarse, y se dedicó a mirar el techo. “Creo que todo el asunto del doble me afectó demasiado… Miku-san y yo… Eso no sucederá jamás”.

 

Volvió a cerrar los ojos y se quedó dormido.

 

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El resto del día pasó tranquilo. Takuya trabajó muy bien durante el ensayo con la banda, y todos notaron que ya se sentía mucho mejor. Como acostumbraban, luego de su intenso día de ensayo, fueron a cenar todos juntos, y después cada uno siguió su camino. Takuya volvió a su hogar. Miku estaba un poco preocupado por él, así que le pidió que le llamara si algo malo sucedía. El guitarrista no pudo negarse a su pedido; aunque le inquietaba que su compañero se metiera en eso.

 

Apenas llegó a su departamento, se metió a bañar. Quería relajarse un poco luego de tanto trabajo, además de intentar despejarse y olvidarse por un rato de todos los sucesos extraños que se habían presentado en tan solo un par de días. “Quiero que esto termine… Pero no entiendo nada. ¿Cómo voy a poder hacer algo para que todo vuelva a la normalidad?”. Estando en la bañera, cerró sus ojos y tiró su cabeza hacia atrás. Luego suspiró con pesadez. “Solo espero que nada malo suceda durante el tour… ¿Qué haré si me sigue en Europa o América? Miku-san… podría encontrarse con él”.

 

Luego del baño, se decidió por dormir y escapar al mundo de los sueños, el único sitio donde se sentía seguro. Sin embargo, aunque en sus sueños se sintiera fuera de peligro, lo que podía hacerle daño provenía del mundo real. Claro, estando dormido, dejó de ser consciente de eso. Y por ese motivo, no se percató de que la ventana se abrió. Tampoco notó la presencia de aquella persona que se había metido en su cuarto y que se acercaba a la cama. Cuando ya la hubo alcanzado, se sentó junto al guitarrista y le acarició el cabello. Soltó una pequeña risita, para después depositarle un beso en los labios al castaño.

 

A causa de ese efímero contacto, Takuya despertó de golpe, sentándose rápidamente sobre el colchón, y buscando el velador para poder ver a la persona que estaba con él. Al hacerlo, se quedó congelado.

 

—T-tú… N-no…

—Tranquilo, Takuya, soy yo— le dijo, con un tono amable.

— ¿Mi-Miku-san?

—Sí, soy yo.

—Pero… ¿Q-qué haces aquí?

—No podía dormir, así que vine a verte. Olvidaste cerrar la puerta. Espero no te moleste.

—N-no… No me molesta…— suspiró— Casi me matas del susto.

—Lo siento— le acarició la mejilla izquierda con un dedo—. No era mi intención.

— ¿Para qué viniste? Te hubieras quedado en tu casa.

—Quería verte. ¿No es un buen motivo ese?

— ¿Eh?

—Takuya… — lo tomó por los hombros— No sé cómo decirte esto, pero… yo…— bajó la mirada— no puedo… dejar de pensar en ti.

— ¿Q-qué?— el rubio metió su mano derecha debajo de la camisa del pijama del guitarrista— ¿Qué estás…?

—Necesito… Te necesito, Takuya.

 

Sus palabras, gestos, e incluso su aroma, embriagaron al guitarrista al instante, quien no se percató en qué momento se dejó vencer y sucumbió ante los encantos de aquel rubio que le dedicaba caricias y besos. “¿Por qué hace esto? ¿Por qué lo siento distinto? No es… como aquel sueño… ¿O no fue un sueño?”. Puso sus manos sobre el pecho de su acompañante, quien no dejaba de besarlo. “Miku-san nunca me haría esto… ¿O sí? Tal vez… no de esta manera… Porque él… y yo…”.

 

De pronto, la puerta cayó al piso, sorprendiéndolos. El rubio se detuvo, y ambos miraron en dirección a la entrada. “No puede… ser”.

 

Allí, parado bajo el marco de la puerta, estaba él. “¿Miku-san?”. Aunque no lucía como de costumbre: su cabello era rubio, casi blanco, tenía orejas y cola del mismo color; su ojo derecho era azul, y el izquierdo café. Incluso su forma de vestir no era la habitual: solo llevaba un pantalón blanco, con su torso desnudo. Ni siquiera su mirada era la misma de siempre; no era cálida, sino más severa y llena de dolor. “No puede ser él… ¿O sí lo es?”. Y por alguna extraña razón, Takuya sintió alivio, mucho alivio.

 

—Aléjate de él— le ordenó.

—Je… Te tardaste mucho en encontrarme.

—Aléjate de Takuya— volvió a ordenarle.

— ¿O si no qué? ¿Me matarás?— rió con maldad— Por favor, ni siquiera puedes dejar ese cuerpo humano. No podrás hacerme ni un rasguño. Pobre lobito, tonto.

—No pienso volver a repetirlo— afiló sus garras.

—Ja, ja, ja, ja, ja… ¿Crees que me asustas?— tomó el rostro de Takuya entre sus manos— Lástima, deberemos dejar lo nuestro para otra ocasión— rozó sus labios—. Estaré esperando por el día en que decidas renunciar a los ángeles y convertirte en demonio.

— ¿Q-qué?

— ¡Quítale tus sucias manos de encima!— el lobo le lanzó un golpe.

—Ja, ja, ja, ja... — que le fue muy sencillo esquivar— ¿Qué pasa? ¿Tan lento eres?

—Te arrepentirás de haber tocado a Takuya.

— ¡Ja! ¿Quieres pelear? Porque necesito jugar un rato— sonrió con malicia—. Eso sí: no dudaré en matarte si tengo la oportunidad.

—No cantes victoria antes de tiempo.

—Bueno… Vamos.

 

Salió por la ventana por la cual había entrado. “¡¿Qué está pasando aquí?!”. Takuya seguía sin poder comprender la situación. No era cosa de todos los días ver dos versiones de su compañero de banda peleando entre sí en su cuarto. Veía al rubio de cola alejarse, dispuesto a salir por la ventana también. “¿Qué hago?”. No podía dejarlo ir. Seguro, él tenía las respuesta s que necesitaba.

 

—Miku-san— se detuvo al oír que lo llamaban—. Miku-san…— el nombrado lo miró— No… No vayas— el rubio sonrió tiernamente.

—Eres tal y como te recordaba.  

— ¿Qué?

—Volveré por ti… te lo prometo— tras decir eso, salió por la ventana.

— ¡Miku-san!— el guitarrista se paró de un salto de la cama. Y en ese preciso momento, alguien lo detuvo por la espalda— Pero, ¡¿qué-…?!

 

Vio una mano acercarse a su rostro con un pañuelo, y todo se volvió negro.

 

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Cuando despertó ya era de día. Se sentó en la cama y observó todo a su alrededor. Todo estaba como siempre: la puerta estaba en su lugar, y la ventana cerrada. No había rastro alguno de que alguien hubiese entrado. Aún estaba adormecido, pero, de todas formas, desabotonó su camisa para poder verse el pecho: no tenía ni una sola marca. Se pasó ambas manos por el cabello, totalmente frustrado.

 

—Entonces… ¿Solo fue un sueño?

 

No podía dejar de darle vueltas al asunto; era una verdadera tortura, y muy confuso. “¿Era realmente Miku-san? Pero, ¿por qué eran dos? ¿Y por qué peleaban?”. La única manera de averiguarlo era preguntándole, aunque lo tratara de loco. Por suerte, no tenía que esperar mucho para eso, puesto que la hora del ensayo llegó rápido. Cuando quiso darse cuenta, ya estaba en el estudio, junto a Kanon y Miku, conversando. “Parece ser el mismo de siempre”.

 

—Iré a comprar algo para comer— dijo el vocalista.

—Te acompaño, Miku-san— le dijo Takuya.

—Claro.

 

Ambos salieron de la sala de ensayos, conversando. Takuya no podía dejar de mirarlo. Por algún motivo, se sentí muy intrigado y atraído por su compañero. “Es el Miku-san que conocía, de eso no tengo dudas”. El vocalista comenzó a reír de la nada.

 

—Ah… ¿De qué te ríes?

—Es que… tu cara es muy graciosa.

— ¿Eh?

—Tienes una sonrisa de oreja a oreja.

—Ah… ¿En serio?

—Sí… ¿Qué fue eso tan bueno que te pasó para que estuvieras así?

—No… No me pasó nada.

—Hmmm… ¿Volviste a ver a ese sujeto que se parecía a mí?

—Eh… “No puedo decirle la verdad”. Ahora que lo mencionas… No, no lo he vuelto a ver.

— ¡Eso es bueno! Ja, ja, ja… Quizá ya se haya ido al infierno o a donde sea que esos seres vivan.

—Sí, tienes razón.

—Cambiando de tema, quiero hacer otro pastel y traerlo para que todos puedan comer. ¿De qué te gustaría?

—Cualquier sabor que prepares estará bien.

—Oh… Takuya, qué indeciso eres.

—Ja, ja, ja, ja… Lo siento.

—Bueno, ¡será una sorpresa!

—Una muy dulce.

—Ja, ja, ja, ¡sí!

—Estaré esperando por tu pastel, Miku-san.

—Me voy a esforzar.

 

Es noche, Takuya no volvió a recibir ningún visitante indeseado, ni la siguiente, ni la siguiente a esa. 

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Fue entretenido? 

Hacía mucho que no escribía lemon, aunque no considero que lo que escribí sea lemon XD 

Si hubo algo que no se entendió, pueden preguntarme en los reviews. 

No tengo mucho más que aclarar. 

Espero que les haya gustado.

¡Ah! Ayer dije, en IO, que iba a actualizar B.A.P. o El lluvioso distrito comercial... Sigo pensando cuál de los dos sentarme a escribir. Espero decidirme pronto.

¡Gracias por leer!

Bye bye!!


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