Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Spin Off - Antes de Superarte, hay que tenerte por kurokaze

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

KuroKaze: 

Hola gente!!

Lamento mucho la tardanza, empezó la época de parciales, me mudo y muchas cosas mas.  Aun así este capítulo especial les gustará.

Quiero agradecer a Orphen que se esfuerza en tenerlos listos cuanto antes mientras yo soy la que siempre se retrasa asi que gracias a ella y gracias a ustedes por esperar y seguirnos, un besote.

 

Orphen:


Yoh Minna!!! Ya por fin!! Habemus Fic!!!

Lamentamos enormemente la tardanza, como ya dijo Kurokaze mas que nada fue por que la vida personal la preciona pero gracias a todos los que siguen con este fic que va lento pero seguro, eso si, no nos iremos a huelga ni nada por el estilo, solo vamos lento.

 

TERCERA HISTORIA

– Across the Telephone Line –

Murasakibara x Himuro 

 

 

Amargo, si tuviera que describir que sentía, esa sería una buena palabra. Entendía que con Taiga las cosas no habían terminado de la mejor manera, pero que ni bien llegara a Japón se encontrara con que su ex ya tenía a otro dolía, le generaba una sensación amarga en la garganta. Luego de Winter Cup habían hecho las paces, la verdad se alegraba por su amigo, se lo veía bastante bien con ese pequeño peliceleste de presencia nula, pero aun así no podía dejar de sentir ese sabor amargo. Estaba seguro de que ese sabor amargo lo hubiera ahogado si no fuera porque había alguien con quien compartir esos sentimientos de frustración, su compañero Murasakibara Atsushi era el único que le entendía a la perfección ya que pasaba por lo mismo. Himuro no conocía bien los detalles pero sabía que el grandote había tenido una relación con su ex capitán en Teiko y ahora que terminaron al parecer el emperador había fijado su atención en alguien más, lo cual traía de muy mal humor al gigante de pelo violeta.

 

 

Himuro se encamino hacia el área residencial de la academia Yousen que constaba de dos edificios, uno para los hombres y otro para las mujeres. Su entrenadora le había encargado darle un mensaje al pelivioleta y faltando dos horas para su próxima clase Mursakaribara se encontraría comiendo dulces en su habitación. El pelinegro abrió la puerta sabiendo de antemano que estaría sin llave y como esperaba su compañero se encontraba tirado en su cama comiendo unos maiubos. – Atsushi, la entrenadora te está buscando y no se ve muy contenta que digamos. – Informo con una sonrisa divertida al más alto.

 

   – ¿Eh? ¿Otra vez Masako-chin? Que molestia, no puedo creer que los profesores vengan a delatarme con Masako-chin otra vez. – Contesto con pereza adivinando cual sería el motivo tras el citatorio.

 

– Es que saben que la entrenadora te matara a golpes con su espada si no subes tu rendimiento escolar, después de todo con bajas notas tus padres te sacaran del equipo y eso la perjudicaría mucho. – Explico el pelinegro sentándose en la cama del menor junto a él.

 

– Hace mucho que mis padres no se ocupan de esto, pero mi hermano va a matarme... – Recordó el pelivioleta suspirando con resignación, realmente le molestaba ser sermoneado por su hermano mayor. – De todas formas no quiero seguir, Muro-chin y los otros se van a la universidad el próximo año y me quedare solo con los inútiles de primero, creo que dejare el basket antes de que sea aun más tedioso y aburrido. – Propuso tras un bostezo esperando ver la reacción del pelinegro.

 

Himuro le quito las golosinas con cierta ferocidad mirándolo a los ojos molesto. – No seas así, si llegas abandonar el basket por esas razones vendré personalmente a golpearte hasta que entres en razón. – Le amenazo manteniendo la mirada como para enfatizar la severidad con la que lo había dicho.

 

– Umm Muro-chin es muy violento cuando se enoja, no tengo ganas de que me uses de bolsa de box. – Decidió sentándose en su cama y desviando la mirada como un cachorro que acababa de ser regañado. El pelinegro realmente sabia como hacerlo cambiar de opinión, de todas formas no era ningún idiota, sabía perfectamente que su compañero tenía un puño derecho que daba miedo y Murasakibara prefería conservar su rostro intacto por el momento.

 

 

 

Luego de eso las clases transcurrieron como de costumbre, el año estaba finalizando y ya en unas semanas al fin terminaría la preparatoria, pero Himuro no estaba especialmente emocionado por ello. A diferencia de varios chicos que ya tenían su futuro planeado a la perfección él apenas si podía imaginarse que haría la semana próxima, no sabía bien a que quería dedicarse así que pensaba tomarse el año para descansar y pensar algo. Por otra parte Taiga no dejaba de llamarlo por el mismo tema, su amigo se tomaba muy en serio lo de "hermanos" y eso irritaba un poco al pelinegro, es decir tener que ser amigos luego de haber sido pareja por varios años era difícil pero ser hermanos era un desafío mayor. Casi todos los días tenía que escuchar al pelirrojo hablar con mucho entusiasmo sobre su relación con la sombra de Seirin y escuchar sus problemas en busca de consejos, no era por malo pero a veces el único consejo que quería darle era que tomara a su novio y se fuera lo más lejos posible para no dirigirle nunca más la palabra o terminaría por matarlo.

 

Para mejorar su humor Taiga le había invitado a cenar en su departamento, el cual cabía destacar estaba compartiendo con su pareja desde hace ya unos meses, Himuro no quería pero aun así paso a comprar unas cosas a una tienda y tomó el tren para allá a regañadientes. Era una noche fría, el pelinegro podía ver su aliento empañando la ventana mientras el movimiento del tren hacia que se diera ligeros golpecitos contra la ventana, antes de quedarse dormido llego a su parada, caminaba arrastrando los pies pensando en dar media vuelta y poner alguna excusa como que había perdido el tren o algo así pero antes de que sus pensamientos le dejaran estar tranquilo se encontró a si mismo frente a la puerta.

 

Himuro suspiro nervioso, frotaba sus manos no tanto por el frio sino mas por la ansiedad y los nervios que le producía todo aquello, finalmente se decidió a golpear aunque para sus adentros deseaba que no hubiera nadie, cosa obviamente imposible. –  Taiga, ya llegue. – Dijo en voz casi inaudible, pero para su mala suerte su hermano tenia buen oído y le abrió al instante.

 

– ¡¡Tatsuya!! – Le saludo enérgico el pelirrojo mientras lo estrechaba cálidamente entre sus brazos. – Que alegría, por poco y pensé que no vendrías. – Confeso con una gran sonrisa de alivio invitándolo a pasar.

 

– Yo también lo pensé. – Admitió sin mucho ánimo pasando e intentando poner la sonrisa que menos falsedad reflejara. – Afortunadamente alcance el tren a tiempo, ten, traje un poco de helado para el postre. – Le entrego con cierta rigidez, para su conveniencia el menor no era una persona despierta o de las que se diera cuenta fácilmente de las cosas así que paso aquel gesto totalmente por alto.

 

Kuroko se acerco lentamente y tomo la bolsa del mayor ofreciéndose a guardarla, al saludar le sostuvo la miraba a Himuro unos instantes y luego agrego con su típica voz neutra. – Me alegra que hayas podido llegar, Taiga-kun tenía mucha esperanza de que pudieras acompañarnos.

 

– Lo sé, me ha insistido toda la semana. – Coincidió desviando rápidamente la mirada, los ojos de aquel chico le impacientaban bastante, además el hecho de que ya empezara a llamar a Taiga por su nombre y que este lo tomara con normalidad denotaba lo cercanos que eran ahora, casi como si le estuvieran refregando en el rostro que su relación iba en serio y de maravilla, eso hizo que ese sabor amargo volviera a hacerse presente. – Creo que no debí haber venido. – Dijo con una mezcla de rabia y frustración.

 

– No digas eso Tatsuya, ven comamos algo, quiero que pasemos un buen momento. – Pidió Kagami animadamente mientras se dirigía a la cocina para traer la comida.

 

No había duda de que su hermano era el mejor cocinero que había conocido, todo sabia tan bien o incluso mejor de lo que se veía, había probado mil veces la carne asada pero el pelirrojo tenía un toque especial que hacia a todo saber mucho mejor. Himuro intento pasar un buen rato, no podía estar molesto el resto de su vida, las cosas habían terminado ya y debía hacerse a la idea de que ahora Taiga estaba mejor aunque fuera con otro. La cena avanzo como si nada, disfrutaban de una conversación tranquila y de los enérgicos comentarios por parte del pelirrojo sobre los entrenamientos y demás, la situación parecía casi agradable hasta que el tema menos preferido del pelinegro apareció: planes para el futuro.

 

– Gracias a la entrenadora y a los demás mis notas han mejorado así que si sigo así el próximo año podre empezar a prepararme para los exámenes que debo tomar. – Comentó Kagami orgulloso de sus logros.

 

Himuro se tuvo que esforzar por recordar, la verdad es que cuando le hablaban de planes futuros solía asentir sin prestar mucha atención por lo que intentaba recordar que le había dicho el pelirrojo sobre a qué se quería dedicar, finalmente al recordarlo lo pronuncia sin mucho entusiasmo. – Bombero... ¿En verdad piensas empezar ya con eso Taiga? – Cuestiono preocupado, quería apoyar a su hermano en esto pero la idea de verlo entrar a edificios en llamas y con grandes probabilidades de derrumbarse no le hacía nada feliz.

 

– Sí, el año entrante. Aunque haya terminado la preparatoria puedo empezar adelantado un par de cosas, la universidad donde averigüe todo tiene unos planes de estudio increíbles. – Comentó con un brillo especial en los ojos que no duro mucho, sin mucho ánimo ya agregó. – Lamentablemente luego de eso, debo seguir al principio la carrera de policía para luego especializarme, y eso significa que deberé ver a Ahomine seguido.

 

– Aomine-kun dijo que tampoco está muy feliz con eso pero a mí me parece bien, después de todo creo que hacen buen equipo. – Agrego Kuroko con una pequeña sonrisa al imaginar a ambos estudiando en la misma universidad.

 

– Yo aun no sé, no tengo prisa por esas cosas ni entusiasmo tampoco... creo que me tomare el año para pensarlo mejor. – Dijo Himuro relajado, prefería dejar el tema de lado y concentrarse en terminar su plato.

 

Kagami le lanzo una mirada de reproche. – Cielos ¿Que has estado haciendo todo el año? Al menos deberías tener una noción de que quieres hacer de tu vida. – Le regaño siendo ignorado por completo, tras renunciar a la idea de intentar hablar con su hermano de ello prefirió cambiar el tema. Le hizo unas señas al menor para que fuera a buscar el postre y de paso poder aprovechar para acercarse a su hermano con gran emoción. –  Hablando de planes para el futuro, tengo una cosa más planeada para el año que viene.

 

Himuro no tenía ganas de seguir hablando sobre el futuro, el único futuro que le preocupaba era si el tren para volver estaría lleno o no, pero por ser Taiga intento poner su mejor cara. – ¿Que es ahora? Veo que tu cabeza ha estado trabajando mucho este año ¿Debería preocuparme? – Agrego divertido.

 

– No te burles que es algo importante. – Comento ofendido. – Mira... – Su voz tembló un poco mientras se mostraba un pequeño sonrojo en su rostro. – Veras el próximo año... al finalizar, cuando terminemos la preparatoria estaba pensando en ir con Kuroko a América y... – Sonrió algo avergonzado y emocionado por ello como si fuera un niño. – Y quería que nos casemos allá ¿Qué opinas? – Pregunto con una gran sonrisa y los ojos más brillantes que nunca, Kagami estaba hablando en serio y antes que nadie quería que Tatsuya fuera el primero en saberlo.

 

 Y el sabor amargo volvió a hacerse presente con mucha más intensidad que antes ¿Era acaso Taiga muy idiota o qué? ¿Cómo se le ocurría preguntarle esas cosas a su ex pareja? Una gran rabia le oprimió la garganta a Himuro, se levanto de golpe bruscamente y con la cabeza baja pronuncio arrastrando los dientes. – Bien por ustedes, ojala les vaya bien, ahora si me disculpas se hace tarde. – No le importo nada, solo quería salir de allí como sea o terminaría matándolo, quería golpear algo y llorar hasta que la bronca se fuera.

 

El pelirrojo intento alcanzarlo pero el mayor le cerró la puerta en el rostro y para cuando el menor llego a la calle ya no se lo veía por ningún lado. En medio del viaje y una vez que su mente dejara de estar nublada por la rabia Himuro recordó que en la prisa por abandonar el lugar había olvidado las llaves de su dormitorio sobre la mesa, se maldijo mentalmente por aquello pero prefería dormir bajo un puente a regresar allá, tomo su celular y llamo a la única persona que sabia estaría solo y dispuesto a escucharle hablar de aquello. Luego de unas horas llego a la academia Yousen recibiendo un sinfín de regaños por parte del supervisor de piso. Luego de disculparse se deslizo en silencio hasta llegar al dormitorio del pelivioleta, este lo recibió entre bostezos y el cabello alborotado intentando entender que había pasado, aunque ya sabía de ante mano que la única persona que podía poner al pelinegro así era el As de Seirin.

 

– Entonces eso fue lo que Kaga-chin dijo... mmm es un idiota. – Dijo sin mas mientras le ofrecía algo de chocolate caliente y unos dulces al mayor.

 

         Himuro tomo la taza mirando fijamente su contenido sentado en la silla junto al escritorio y masticando casi con rabia lo que el menor le había ofrecido. – Lo sé, es realmente molesto que sea tan poco considerado con mis sentimientos, Taiga es un verdadero imbécil.

 

– Pero aun así Muro-chin lo quiere ¿Verdad? – Pregunto centrando su atención en el rostro y la reacción del mayor, sin embargo el pelinegro no contesto por lo que el más alto tuvo que tomar aquello como un sí. – Mmm pues no sé qué decirte, él y Kuro-chin están juntos ahora y por lo que dices es serio... deberías renunciar. – Sugirió con cierta indiferencia y frialdad, aunque más bien pareciera estar queriendo ordenárselo.

 

 – ¿Crees que no lo sé? Lo nuestro ya termino hace bastante, no tengo derecho a reclamar nada pero aun así no puedo evitar que me moleste... fui un idiota, si terminamos fue por mi culpa, sentía que me estaba quedando atrás, que pronto si seguía así el me dejaría atrás... y el que termino alejándolo fui yo. – La voz se le quebró al final intentando en vano contener algunas lágrimas.

 

Murasakibara se acerco para acariciarle la cabeza al mayor arrodillándose a su altura. – Si, Muro-chin fue muy idiota pero eso ya paso. Aka-chin decía que hay que saber cuando las cosas ya no van mas, cuando nosotros terminamos lo hicimos porque sabíamos eso, pero aun así me molesta saber que algo que fue mío le pertenece a alguien más ahora. – Dijo molesto tanto con el pelirrojo como consigo mismo. – Supongo que soy inmaduro. – Agrego reprochándose así mismo.

 

El pelinegro no dijo nada, ambos quedaron en silencio unos instantes, por alguna razón le gustaba aquello. Cada vez que el venia sacado por alguna estupidez eran las inmensas manos del titán de Yousen las que lo calmaban, esa dulzura que demostraba hacia que de a poco ese sentimiento amargo desapareciera. No dijeron nada al respecto, el pelivioleta se sentó en el piso y estrecho entre sus brazos al mayor como lo había hecho durante muchas noches ya. Tatsuya se quedo quieto sentado entra las piernas del menor, sintiendo sus fuertes brazos apresándolo desde atrás, sintiendo su corazón contra su espalda. A pesar de lo bien que le hacía estar junto a Atsushi lo que necesitaba en ese momento el moreno era alejarse de todo, así surgió su única alternativa: volver a Los Ángeles. 

 

Himuro se había quedado sentado recostado contra el pecho del pelivioleta durante algunas horas, aunque estaba vez tras considerar su idea no estuvo tan cómodo, la garganta le temblaba y cada intento de palabra parecía un puñal incrustándose en su cuello. – Atsushi… necesito hablar contigo... lo eh estado pensando y... me voy. – Le dijo con la voz quebrada y antes de poder articular alguna otra palabra más sintió como los brazos que le rodeaban se tensaron y le aprisionaron aun mas contra el cuerpo del gigante.

 

– ¿A dónde iras? ¿A la tienda por más dulces? – Inquirió Atsushi intentando disimular aquel momento de pánico que se había apoderado de él, pero el pelinegro no respondió, entonces el menor calzo su frente en la nuca de este entendiendo a que se refería con aquellas palabras. – Pero... volverás pronto ¿No? – Su voz sonaba algo tortuosa y entre cortada, como si le costara respirar o tuviera un nudo en la garganta, lo cual no estaba muy lejos de la realidad.

 

– No lo creo... todo esto no me gusta, necesito pensar tranquilo. Volveré a América y me quedare allí un buen tiempo, quizá unos años. – Dijo pensando en la posible boda del pelirrojo y en que obviamente no quería presenciar aquello. Entonces sintió algo húmedo recorrerle el cuello y aquello hizo que su corazón diera un vuelco doloroso.

 

– Comprendo... si es lo mejor para Muro-chin no me enojare pero a cambio Muro-chin debe prometer que hablara todos los días conmigo por la video cámara ¿Si? – Logro pronunciar conteniendo el llanto, no quería sonar como un niño encaprichado con un juguete, su amigo necesitaba que lo apoyaran así que tenía que ser fuerte.

 

– No te preocupes, te llamare todos los días, lo prometo... ahora déjame ir, aun hay algunas cosas que debo arreglar. – El pelivioleta lo soltó pero permaneció con el rostro mirando el suelo, se produjo un silencio incomodo pero antes de que el pelinegro pudiera intentar romperlo el menor simplemente se recostó en su cama con el rostro hacia la pared. – Buenas noches Atsushi.

 

Luego de eso los días pasaron rápido, nadie salvo el pelivioleta sabía que Himuro se marcharía pronto, pero aun así pareciera como si este lo estuviera evitando a propósito, otra vez el sentimiento amargo se hizo presente pero no lograba entender el por qué en esta ocasión, no había hablado con Taiga desde la cena de aquella vez ¿Por qué se sentía así entonces? La duda continúo y tuvo que quedarse sin resolver ya que el día llego y el moreno regreso a su casa en Los Ángeles. Los primeros días casi no tuvo tiempo de desempacar ya que el maldito teléfono no paraba de sonar, una vez que el pelirrojo se cansara de llenar su celular y contestadora de voz con mensajes empezaron a caer las llamadas de Alex preguntando qué ocurría y si realmente se encontraba en América. Luego de callar a su hermano tuvo que lidiar con la insistencia de la rubia, pero sin importar lo que digiera ella no se tragaría ninguna excusa barata como la que le había logrado imponer a Taiga, así fue como esa noche la rubia llamo a su puerta con un pack de latas de cerveza.

 

– ¡¡Yoh Tatsuya!! Tiempo sin verte, me alegra que me hayas invitado a venir. – Le grito emocionada mientras se abría paso alegremente sin prestar atención a las palabras del chico y se desplomo en el sillón.

 

Himuro suspiro resignado, evidentemente ella no cambiaria nunca pero eso le simpatizaba. – Adelante pasa cuando quieras, déjame adivinar ¿Taiga te destrozo los oídos preguntando por mi? – Dejo soltar una risita tras decir aquello, no quería preocupar a nadie pero en el fondo lo disfrutaba un poco.

 

– Más o menos, aunque si estaba muy preocupado por ti, desapareciste sin decirle nada ¿Tan mal terminaron las cosas? La última vez que los visite se llevaban bien. – comentó la rubia algo confundida.

 

– Sí pero las cosas cambiaron un poco, para empezar se consiguió una pareja nueva. – Dijo con evidente fastidio pero inmediatamente una sonrisa se abrió paso al recordar todas las noches que el pelivioleta lo había consolado por ello mismo. – Pero al menos Atsushi ah estado ahí para mí cuando lo necesitaba, siempre me escuchaba y compartía sus opiniones conmigo.

 

– Ohhh, eso sí es interesante, si mal no lo recuerdo Atsushi era tu compañero de equipo, así que él te ha estado consolando ¿Eh? Y justamente desde que te enteraste que Taiga tiene pareja, que casualidad. – Comentó con evidente ironía mientras se reía y abría una lata de cerveza.

 

– ¿Y ahora a que te refieres? – Inquirió desconfiando del tono que la rubia había usado. – Dime qué cosa estas insinuando. – Ordeno acercándose curioso y quitándole la lata de cerveza a la mayor riéndose por el berrinche que esta hacia. – Anda, cuéntame.

 

 – Solo decía que me parece demasiado oportuno que te empezara a molestar tanto lo de Taiga justo cuando encuentras a alguien para que te mimara ¿No es así? – El tono empleado por la rubia dejaba más que evidente sus verdaderas intenciones, le gustaba ser directa y más ver como su ingenuo niño reaccionaba ante ello.

 

  De repente un gran sonrojo se apoderó del rostro de Himuro al recordar todo su tiempo con el grandote, y de a poco sintió como ese incomodo sabor amargo crecía en su garganta. – E-es... estas equivocada, no tiene nada que ver, es normal que me moleste lo de Taiga, pasamos mucho tiempo juntos y ahora me presenta sus planes matrimoniales como si jamás hubiera ocurrido nada.

 

Alex logro recuperar su lata y al vaciarla abrió otra. – Que yo recuerde dijiste que estabas molesto desde antes de eso. – Le recordó con un tono juguetón y cantarin.

 

Himuro se sintió derrotado por la rubia, pero antes de que esta pudiera cantar victoria la empujo fuera del departamento dejándole dinero para un taxi e ignorando sus reclamos hasta que finalmente esta se marcho, ni bien se quedo solo se dejó caer contra la puerta sujetándose sus negros cabellos molesto consigo mismo y algo frustrado. – No lo entiendo... ¿Acaso... acaso... lo que me gustaba era la atención de Atsushi? – Se pregunto a si mismo intentando recordar cuando había empezado aquello.

 

Había sido a fines del primer año luego de un encuentro amistoso con Rakuzan, el gigante se encontraba practicando solo en la cancha, lo cual le resulto demasiado raro al pelinegro, parecía molesto y eso se notaba en lo agresivo de sus tiros. Por lo poco que había podido averiguar sabía que su kohai había roto con el capitán de la generación de los milagros ni bien dejaron Teiko, pero según le había dicho habían terminado en buenos términos así que aun no entendía el motivo de tanto enojo.

 

– Tranquilo Atsushi o volverás a romper el tablero. – Le advirtió acercándose al mas alto. – ¿Puedo saber qué es lo que te molesta tanto? – Pregunto con calma para poder serenarlo.

 

– Hummm no estoy de humor ahora Muro-chin... estoy algo molesto. – Se limito a responder tomando otro balón y lanzándolo con fuerza al aro, sin embargo este reboto con gran brusquedad.

 

– Si estas así de alterado no lograras hacer buenos tiros, regla de principiantes. – Se rio un poco al tiempo que conducía a su compañero a las bancas, le ofreció una botella de agua con una amplia sonrisa sentándose a su lado. – Bien ahora te calmaras y me dirás que te está molestando tanto.

 

Murasakibara frunció el seño pero sabía que no podía ganarle al mayor con las palabras, o con los puños, pero gracias al cielo ese no era el caso. – Bueno... Aka-chin está interesado en otra persona, se que terminamos y eso pero me molesta que tan rápido allá encontrado a otro, es muy molesto. – Confeso recordando con rabia la forma en la que el emperador de Rakuzan observaba a su escolta.

 

Himuro le sonrío cariñosamente y acaricio su cabeza disipando la rabia del menor para que en su lugar una expresión de desconcierto se apoderara de él. – Bueno supongo que es inevitable que te sientas molesto, créeme que te entiendo, si Taiga llegara a encontrar a otro ni bien terminamos me haría sentir como si no le importara ni en lo más mínimo. Pero todo está bien, será incomodo pero con el tiempo tu también encontraras a alguien y ahí incluso estarás feliz por Akashi, ya verás. – Le dijo dándole un dulce.

 

– Muro-chin... gracias, cuando estoy contigo me siento mejor, incluso los dulces saben mejor. – Confesó el pelivioleta con una sonrisa tierna sosteniéndole la mirada, lo cual hizo sentir algo incomodo al moreno que sentía como el corazón le brincaba del pecho.

 

¿Cómo podía ser tan ciego? Al final Alex tenía razón, lo que le molestaba en si  no era que Taiga se hubiera conseguido a otro, más bien usaba eso como excusa para poder sentir las caricias del menor que lo reconfortaban rápidamente. Esa era la razón de que siguiera sintiendo ese sentimiento amargo aunque ya no estuviera hablando con Taiga, el sentimiento amargo venia en realidad de su conciencia, reprochándole constantemente que estaba mirando hacia el lado equivocado, recién ahora podía entenderlo. Quería verlo, volver a escucharlo, volver a sentirlo, necesitaba estar con él pero eso no sería posible ahora que los separaban tantos kilómetros.

 

– Necesito hablarle... ¿Qué hora será allá en estos momentos? Bueno al menos supongo que podre dejarle un mensaje. – Se dijo confiado de que sería lo correcto y busco algo desesperado entre sus cosas su notebook y la encendió, no había tenido tiempo de conectarse con la mudanza y esas cosas pero ni siquiera así se habría esperado aquello, ni bien abrió su cuenta de correo encontró más de cien mensajes de parte del titán de Yousen, Himuro sabía que su compañero no poseía la virtud de la paciencia pero aquello ya era absurdo, apenas habían pasado tres o cuatro días. Sin embargo a su vez eso le hacía inmensamente feliz, intento contestar algo pero tras unos segundos de conectarse le llego una video llama de nada más ni nada menos que del  pelivioleta. – ¿Atsushi? – Inquirió sorprendido y se apresuro a contestar.

 

– ¡¡Muro-chin!! – Grito emocionado el gigante al tiempo que sonreía ampliamente del otro lado de la pantalla. – Al fin te encuentro, no es justo Muro-chin, me prometiste que me hablarías ni bien desempacaras. – Le reclamo el menor como haciendo un berrinche.

 

Himuro se rio ante el comportamiento de su compañero, no podía evitarlo pero el también estaba muy feliz de verle. – Lo sé y lo lamento, tenía demasiadas cosas en las cuales pensar... Aunque para ser, aunque sea por una vez sincero, no he dejado de pensar en ti.

 

Murasakibara se sorprendió ante los comentarios del mayor y su rostro se tiño de rojo, estaba realmente feliz y emocionado a la vez pero de inmediato recobro la compostura y su expresión paso a una un poco más irritada imaginando lo peor. – ¿Acaso paso algo mas con Kaga-chin? ¡No entiendo porque te haces tanto problema por ese cejas sobre-pobladas! Si te está haciendo mal de nuevo…

 

– No seas malo con Taiga, esta vez no tiene nada que ver con él. Necesitaba reflexionar y con algo de ayuda entendí que no me molesta lo de Taiga, así que relájate no volveré a molestarte con aquello de nuevo. – Le dijo calmándose y poniendo una gran sonrisa.

 

– Ah... qué bien, me alegro por ti. – Le felicito pero su tono de voz sonó apagado, estaba triste. Aunque le molestara escuchar sobre el ex de su amigo le gustaba consolarlo, realmente sentía que de ese modo el pelinegro le necesitaba, si no fuera por esas constantes quejas tal vez el mayor nunca se hubiera acercado tanto a él. Tenía miedo de lo que seguía, no solo estaba perdiendo su única oportunidad de ser necesitado por el moreno sino que además ahora ya no estaban en la misma escuela, ni siquiera en el mismo país; sería tan fácil que ahora se olvidara de él, ya no tenía lugar en el corazón de Himuro y eso le dolía. – Bueno me alegra ver que llegaste bien y ya no piensas en ese idiota cejas-sobre-pobladas. Supongo que Los Ángeles es el mejor lugar para ti, espero que seas feliz allí lejos... – Intento que su voz no se quebrara, lo importante era que Himuro fuera feliz. – Muro-chin ya es tarde, será mejor que hablemos otro día... Adiós Muro-chin. – Y sin darle tiempo al otro a contestar corto el video llamado y apago la computadora.

 

Luego de eso Himuro intento en vano volver a hablar con el pelivioleta pero este ya no le respondía, ni siquiera le contestaba ningún mensaje, no entendía que había sucedió apenas si habían entablado un inicio de conversación y por alguna razón ya no le había vuelto a dirigir la palabra. Himuro repasaba mentalmente su última conversación intentando hallar el momento en el que había metido la pata, las últimas palabras del menor resonaba en su mente: "Adiós Muro-chin". Evidentemente esa era una despedida definitiva pero ¿Por qué? ¿Qué le había pasado a Atsushi para decidir que ya no quería verlo? El pelinegro le dio vueltas al asunto durante días y noches sin dejar de intentar contactar con él, maldita distancia, le hubiera encantado  tomar un bus un tren o lo que sea para llegar pronto a la casa del menor. Finalmente luego de unos días de insistencia consiguió que alguien le atendiera el teléfono en la casa del pelivioleta, pero para la sorpresa del mayor quien atendió era una mujer.

 

 – ¿Hola? Habla Murasakibara Yui. – Contesto la chica, por su tono de voz parecía una mujer madura de la edad de Alex más o menos, debía de tratarse de la hermana mayor de Atsushi.

 

– Habla Himuro Tatsuya, soy amigo de Atsushi... me preguntaba... ¿Se encuentra Atsushi? Necesito hablar con él, es urgente. – Respondió intentando impedir que se notara la desesperación en su voz.

 

– ¿Himuro-kun? – Repetía pensativa la chica intentando recordar en donde había oído ese nombre antes. – ¡¡Ah, Muro-chin ¿Verdad?!! Tú eres el chico del que mi pequeño hermanito siempre habla, lo lamento pero Atsu-chin no se encuentra en este momento, se veía muy desanimado así que le pedí comprara algunas cosas y unos dulces a ver si eso le subía el ánimo. Estoy tan preocupada, desde hace unos días que lo veo mal.

 

Aquellas palabras golpearon como un puñal de hielo al moreno. – Bueno... entiendo ¿Podría pedirle un favor? Cuando Atsushi vuelva quiero que le diga que le he llamado, que le he estado llamado desde hace días sin parar. En vedad quiero hablarle, lo necesito. – Dijo ya en un hilo de voz.

 

Colgó inmediatamente, lo que aquella chica había dicho le dolía, pensar que él había sido quien le causaba tristeza a Atsushi le dolía, le hacía sentir ese gusto amargo de nuevo y multiplicado por mil. Pasaron otros dos días sin respuesta pero eso no desalentó al pelinegro, seguía intentando incansablemente contactarse con él. Era tarde ya y había empezado a nevar, se encontraba realizando unas compras cuando de pronto su celular comenzó a sonar, el número saltaba como desconocido así que dudo antes de atender pero finalmente respondió.

 

– ¿Si? ¿Quién habla? – Pregunto con fria formalidad y algo de desconfianza.

 

– ¿Eh, porque eres tan frio conmigo Muro-chin? Pensé que querías verme o al menos hablar conmigo ¿Pensé mal? – Inquirió divertido el pelivioleta fingiendo un tono de decepción.

 

– ¡¡Atsushi!! – Grito emocionado, podría haber roto en llanto en ese mismo instante pero intento contenerse, no quería que el menor cambiará de opinión y le cortara. – ¿En verdad eres tú? No sabes todo el tiempo que he esperado para hablar contigo, desde ya lo lamento,  principalmente quería pedirte disculpas Atsushi yo... – Las palabras se chocaban en su boca intentando salir a la vez, tenía miedo, miedo de que repentinamente el otro volviera a cortar la llamada.

 

Murasakibara comenzó a reír ante lo ocurrido. – Tranquilo Muro-chin, no colgare esta vez. Aneki me conto todo y estuve pensando durante unos días, no fue tu culpa... no  me gusta admitir esto así que escucha porque solo lo diré una vez... Tuve miedo, no quería que Muro-chin me abandonara, yo solo te servía para descargar toda la rabia que tenias hacia Kaga-chin y por eso cuando te fuiste y dijiste que ya no estabas mas enojado con él pensé que me dejarías. – Dijo con tristeza recordando aquel momento.

 

Himuro sintió como su corazón daba un vuelco al escuchar aquello. – Atsushi... lamento eso, si me hubiera explicado mejor hubiéramos evitado ese mal entendido. Puede que estemos lejos pero definitivamente no te quiero fuera de mi vida, me he dado cuenta de ello sobre todo en estos últimos días, fui un tonto por no notarlo antes pero... Atsushi, i love you. – Susurro contra el teléfono.

 

El menor no supo que decir, estuvo a punto de gritar de la emoción pero quería sonar maduro con respecto a ese tema así que se aclaro la garganta y siguió. – Muro-chin... también te quiero, te quiero mucho y no me importa que estés en América, ni bien termine iré a verte, es una promesa. – Le terminó prácticamente gritando por teléfono.

 

A partir de ese día ambos se llamaban o mandaban mensajes a toda hora, así aunque la distancia era mucha lograron pasar un año entero, ya hasta habían llegado al punto de aprenderse de memoria que hacia el otro a cada hora del día. Ya era de noche cuando el pelinegro caminaba por las pobladas calles de Los Ángeles en busca de algunos refrigerios, como siempre bien puntual sonó su celular, esbozo una sonrisa y atendió, su novio podía ser despistado y poco organizado pero cuando se trataba de sus llamadas siempre era perfectamente puntual.

 

– Hola Atsushi ¿Como estas?... ¿Atsushi? ¿Me escuchas? – Había demasiado ruido como para poder diferenciar algo, como si hubiera una multitud completa tras el teléfono lo cual extraño la pelinegro, en ese momento no debería haber mucha gente en las calles de Japón.

 

– Lo lamento Muro-chin, me encuentro en la calle y la gente está muy escandalosa ¿No es muy tarde verdad? ¿Qué estás haciendo? – Preguntaba con su tono dulce habitual.

 

– Nada en particular, simplemente sentí un poco de hambre y quise venir a comprar, hay una tienda de dulces nueva aquí a dos calles y tienen unos chocolates rellenos que seguro te fascinarían. – Comentó levantándola vista en dirección a la tienda.

 

– ¿En serio? En ese caso compra algunos, ahora necesito que me hagas un favor pero no me cuestiones solo hazlo ¿De acuerdo? – Rio por lo bajo emocionado, el pelinegro quiso objetar pero se limito a reír y aceptar. – Bien ahora compraras una caja de esos chocolates y mientras caminas de regreso abrirás uno y lo sostendrás muy en alto ¿Entendiste?

 

– No entiendo el objetivo de esto pero de acuerdo. – Se resigno divertido tratando de imaginar que estaba tramando su pareja, tal como él le pidió compro los chocolates y camino a su departamento desenvolviendo uno y levantándolo alto. – ¿Y ahora que quieres que haga Atsushi?... ¿Atsushi? – Revisó el celular sin bajar el otro brazo algo entrañado. – Colgó... ¿Acaso habría interferencia o se le habrá acabado el crédito? – Se preguntó preocupado y decepcionado a la vez, de repente sintió unos firmes brazos rodeando su cintura y que alguien se comía el chocolate que sostenía, rápidamente levanto el rostro algo alterado y entonces sus ojos no dieron crédito a lo que vieron.

 

– Mmm tenias razón Muro-chin, definitivamente me gusta este chocolate. – Comentó Atsushi sonriéndole a su pareja el cual le miraba perplejo sin poderlo creer. –  ¡Sorpresa! ¿Me extrañaste?

 

– Atsushi. – Pronunciaba su nombre sin poder creer aun que en verdad era él quien lo estaba abrazando en ese momento, había soñado tantas veces con volverlo a ver que estaba cuestionando si este no era otro sueño haciéndole una broma pesada. – ¿En verdad eres tú? Atsushi... – Se giro rápidamente y tomo el rostro del menor con ambas manos mientras dejaba escapar sin vergüenza algunas lágrimas.

 

– Sí, perdón por la tardanza pero juro que vine ni bien pude, ahora estaremos juntos. – Abrazo fuertemente al mayor y ambas bocas se unieron en un profundo y apasionado beso, no les interesaba estar a mitad de la vía publica, llevaban tanto tiempo sin verse que necesitaban sentir al otro lo más pronto posible.

 

– No preguntare como, para explicármelo tenemos tiempo, te extrañe demasiado no sabes lo feliz que me hace poder al fin volverte a ver, un año es demasiado tiempo. – Le dijo el pelinegro antes de recostarse sobre el pecho del más alto.

 

– Bueno es que debía terminar la preparatoria primero para poder hacer esto. – Dijo tomando el rostro del mayor entre sus manos obligándolo a mirarle. – Aneki vino a América por que se casara ahora con un chico que consiguió trabajo aquí así que me ayudara a buscarme algo, a partir de ahora viviré contigo Muro-chin.

 

El corazón de Himuro estuvo  a punto de detenerse si es que no lo había echo ya, su amado Atsushi había venido a vivir con él a Estados Unidos, podrían pasar todo el tiempo juntos, ya no tendrían que estar mirando el reloj impacientes por que llegase la hora en que el otro pudiera atender, ya no habría frases como "ojala pudieras ver esto" o "me gustaría que estuvieras aquí". Ahora podía morir feliz, finalmente su mundo podía considerarse completo, ahora lo invadía un sentimiento dulce que le relajaba y hacia parecer que todo estaría bien de ahí en mas. Sin dar más vueltas ambos se dirigieron al departamento del mayor, continuaron besándose con cada vez mas deseo mientras se iban desasiendo de sus prendas que estorbaban. El más alto dejo caer al pelinegro en la cama mientras terminaba de desnudarlo, no quería perder tiempo, necesitaba sentir el cuerpo del pelinegro uniéndose con el suyo pero a la vez quería disfrutarlo, después de tanto tiempo sin poder siquiera tocarlo quería saborear cada instante. Comenzó a besar todo el torso de Tatsuya, su Tatsuya por el que tanto había esperado tener entre sus brazos, deleitándose con el sabor de aquellos botones rosados, mientras lamia uno retorcía el otro con una mano haciendo que los gemidos del mayor empezaran a llenar la habitación, el pelinegro enredaba sus dedos en los cabellos del menor presionando más la cabeza de este contra su torso. Por su parte el menor no daba tregua alguna, recorría cada parte del cuerpo ajeno con sus amplias manos hasta llegar a las piernas de este, acariciado suavemente sus muslos, dirigió su mano a la erección del mayor masturbándolo rápidamente haciendo hincapié en la punta del miembro lo cual aumentaba los gemidos de su pareja

 

 – Atsu... ¡Ahhnm! ¡Hmmn! ¡Atsu... shi! – Gimió excitado y tomando la mano del pelivioleta comenzó a lamer los dedos de este de forma seductora, inmediatamente se giro y apoyo el pecho contra la cama, levantando la cadera. – Atsushi... apresúrate. – Dijo ansioso.

 

– Muro-chin, yo tampoco quiero seguir esperando pero no te lastimare. – Le dijo tranquilo y con cierta firmeza mientras separaba las piernas de este y comenzaba a introducir los dedos en la entrada del mayor disfrutando de la vista y de los sonoros gemidos de su novio.

 

Ni bien termino de prepararlo se apresuro a terminar de desvestirse, con algo de torpeza debido al apuro, dejando ver una gran erección, roso la punta de su miembro en la entrada del mayor mientras este se aferraba con fuerza a las sabanas, era bastante grande pero poco a poco logro introducirlo del todo. El pelivioleta podía sentir como el interior del mayor le apretaba excitándolo más, quería comenzar a moverse pero espero un poco para no lastimarlo, luego de eso el pelinegro comenzó a mover las caderas indicándole al menor que podía continuar. Atrajo el cuerpo del pelinegro contra el suyo haciendo así más profundas las embestidas, los gemidos del moreno eran ahogados por besos salvajes y hambrientos, las fuertes y profundas embestidas terminaron por manchar las sabanas y llenar el interior de pelinegro el cual soltó un fuerte gemido mientras arqueaba más la espalda elevando la cintura y  pegando el pecho contra la cama. El menor salió y se recostó junto a su pareja, en cuanto sus respiraciones se regularizaron el menor lo acuno entre sus brazos mientras volvían a besarse.

 

– Entonces... ¿Ahora viveras conmigo aquí? No te iras de regreso a Japón ¿Verdad? – Pregunto con cierto temor a lo que el menor asintió con una sonrisa. – Eso significa que ya no tendremos que separarnos, estoy tan feliz. – Dijo con una amplia sonrisa mientras se acurrucaba contar el pecho de su pareja.

 

– Prometo no irme a ningún sitio, a partir de ahora viviré con Muro-chin y estudiare aquí, estaremos juntos como debe ser, incluso me casare con Muro-chin ni bien consiga dinero para comprar unos anillos y planear una luna de miel decente. – Le aseguro con un tono dulce pero con verdadera determinación.

  

Himuro no pudo evitar reírse ante el comportamiento del pelivioleta y lo fácil que resumía su futuro, amaba esa sencillez. – Bien, estaré esperado ansioso ese anillo pero. – Le interrumpió sentándose sobre la cadera  del menor con una mirada lujuriosa. –¿Podemos saltarnos el casamiento hasta entonces y pasar directamente a la luna de miel? – Pregunto de forma traviesa antes de besarlo apasionadamente dispuesto a continuar.

 

 

 

 

 

Unos años después el pelinegro corría desesperado por las calles de la ciudad mientras miraba con pánico su celular, registraba impaciente y asustado cada rincón del lugar en busca de alguien. Era tanta su preocupación que no noto a la rubia hasta que esta lo abrazo por detrás asustándolo.

 

– ¡¡Tatsuya!! Cuanto tiempo ¿Cómo te encuentras? – Pregunto Alex abrazándolo con cariño.

 

– ¡¿Alex?! ¿Qué estás haciendo aquí? – Dijo algo decepcionado de que no se tratara de la persona que buscaba. – Estoy algo ocupado en este momento, no tengo tiempo para hablar.

 

– Te ves pálido ¿Acaso ocurrió algo malo? – Inquirió preocupada, era la primera vez que veía así al pelinegro. – ¿Estas buscando a alguien? Si quieres puedo ayudarte.

 

– Alex gracias, no sabes lo preocupado que estoy. Estábamos paseando por la plaza y los descuide un minuto para comprar algo de comer, fue solo un minuto, y cuando regrese ya no estaban. – Decía al borde del ataque de pánico. – Dios no debí dejarlos solos ¿En que estaba pensando? – Se reprochaba así mismo con severidad sujetando sus cabellos.

 

– Tatsuya cálmate, si me explicas mas tranquilo la situación te podre ayudar ¿A quién estamos buscando? – Le pregunto intentando tranquilizarlo.

 

 Himuro la miro algo molesto como si no fuera obvio. – ¡¿A quién mas podría estar buscando?! ¡Mi pequeño Nai y Atsushi han desparecido otra vez! Esos dos tienen un don especial para perderse, ya llame a todas las estaciones de policía por si los veían. – Le respondió histérico.

 

– ¿Otra vez? – Alex no pudo evitar reírse aunque se cayó ni bien el pelinegro le dirigió una mirada de disgusto. – Lo lamento Tatsuya pero esos dos se pierden día por medio, ya todos los miembros de todas las estaciones de policía los reconocen y tienen tu numero registrado, ni siquiera debes explicar la situación cuando llamas que ya saben que pudo haber pasado. – Dijo entre risas intentando no ofender al menor.

 

– ¡¡No es tiempo para reírse!! Mi pequeño Nai tiene seis años ¿Que pasaría si le ocurriera algo? Las personas aquí son muy irresponsables, podrían atropellarlo o llevárselo, y Atsushi no ayuda mucho tampoco. Los dos son un peligro, no puedo dejarlos solos.

 

 – Cálmate Tatsuya, seguro volvieron a casa o se quedaron quietos en un lugar como siempre les dices, no será complicado encontrarlos. – Dijo intentando serenar al menor.

 

Finalmente el celular del pelinegro sonó y fue a buscar a su marido e hijo a una de las estaciones de policía. Se despidieron de la rubia que no paraba de reírse antes de ingresar a su casa y ni bien llegaron a su casa reprendió a ambos como si no hubiera un mañana. El pequeño niño de seis años se encontraba parado con la cabeza baja intentando no llorar, no le gustaba ver a su mamá enojada y menos cuando había sido culpa de él, había querido conseguir un globo que vendían en la plaza y se fue persiguiendo al vendedor mientras su padre intentaba atraparlo.

 

Nai tenía seis años, llevaba un jersey de jean y una playera blanca, su cabello le llegaba hasta los hombros de un hermoso color violeta como el de su padre. – Perdón, no fue mi intención... yo... yo... – Varias lágrimas escaparon de sus ojitos y trataba de limpiarlas inútilmente mientras intentaba disculparse. – No quiero que Mommy se enoje conmigo ni con Daddy. [mami y papi en ingles respectivamente]

 

El enfado de Himuro se desvaneció inmediatamente, le era imposible enojarse con su hijo y menos cuando este ponía esas caras. Lo levanto en brazos y le sonrío mientras le limpiaba las lágrimas para consolarlo. – Ya esta, ya pasó, no estoy enojado. Es que no puedes irte por ahí sin decir nada, me preocupe mucho, no sé qué haría si algo te pasara. – Le dijo abrazándolo con cariño mientras le daba un beso en la frente.

 

– Muro-chin estaba preocupado por eso se enoja Na-chin, pero lo hace porque te quiere igual que yo. – Le explico a su pequeño hijo acariciando su cabeza con una sonrisa. – Sin embargo ¿Era necesario que le dieras a la policía mis datos también? Es vergonzoso, sé que no tengo un gran sentido de la orientación pero podría arreglármelas. – Le replico a su marido avergonzado por la situación.

 

– Sí y por eso te has perdido treinta y tres veces este mes, ¿No? – Le indico totalmente seguro de sí mismo mostrando que tenía razones para hacer lo que hizo y dejando sin nada que decir a su esposo. – No interesa, lo importante es que ambos están bien. Ahora tenemos que ponernos a trabajar, aun hay mucho que empacar.

 

– Mommy ¿De verdad tenemos que irnos? No quiero dejar América, no conozco a nadie en ese lugar raro. – Protesto el menor como por millonésima vez desde que se entero de la mudanza.

 

– Japón no es un lugar raro, además allá tendrás muchos amigos nuevos, de entrada tienes dos primos de tu edad ansiosos por conocerte, veras que será muy divertido. – Dijo Himuro despeinándole los cabellos a su hijo con cariño intentando consolarlo.

 

– ¡¿En serio?! Daddy ¿Dónde queda Japón? ¿Cuál de los garabatos es? – Pregunto señalando el mapa que salía en uno de los libros de su padre había dejado tirado sobre la mesa del living.

 

– Mmm es este, el que tiene forma de fritura de queso. – Le indico el mayor en el mapa, haciendo reír a su pequeño por la comparación y tranquilizándolo un poco en el proceso. – Ya verás que será divertido, hay un montón de dulces que aun no has probado que son realmente deliciosos, como los maiubos. – Le explico con un especial brillo en los ojos.

 

– ¡¿Muchos?! – Preguntó emocionado el pequeño a lo que su padre asintió logrando que Nai se emocionara también. – ¡¡Qué bien!! Quiero ir ya a Japón, prometo portarme bien y ayudar a empacar, incuso practicare japonés así que vayamos ya. – Pidió el pequeño con una gran sonrisa.

 

Himuro se rio ante lo prometido por el menor conmovido. – Si claro, pero aun faltan dos días así que primero ve a lavarte las manos y cenaremos ¿Te parece? – Propuso al pequeño que gritando emocionado fue al baño a toda velocidad. – ¡Nai no corras o podrías hacerte daño! – Amonestó al menor al verle. – Dios necesitaremos una casa grande para que no se lastime con los muebles.

 

Murasakibara abrazo a su esposo por detrás besándole el cuello. – No te preocupes tanto Muro-chin, Na-chin no está hecho de vidrio así que puedes relajarte. Todo está bien ya que estamos juntos. – Le dijo dulcemente consiguiendo que sonriera, inmediatamente aprovecho para besarlo de nuevo. – Y en cuanto a la casa si quieres que compremos una grande te costara, quiero que me des otro hijo o hija cuando nos mudemos. – Pidió con voz melosa.

 

Himuro se rio y alejo un poco al menor. – ¿Apenas puedo sobrevivir a los nervios de criar a uno y quieres darme otro? Está bien pero al menos dame un descanso, quizá cuando Nai crezca, tampoco quiero que se sienta celoso de tener un hermanito o hermanita menor. – Negocio el pelinegro.

 

– Está bien, pero te tomaré la palabra, me debes otro hijo y si Nai se duerme temprano nada nos impide intentarlo hoy. – Decidió por su cuenta dándole un beso en el cuello divertido mientras el pelinegro le gritaba que se comportara.

 

 

 

 

        FIN

 

 

 

Notas finales:

PARA LOS QUE HAN SOLICITADO ENTRADA AL GRUPO DEL "CLUB MOLESTEMOS A LA PLANTA" Y AUN NO HAN SIDO ADMITIDOS.

En verdad una disculpa, estamos mandando un pequeño test de 10 preguntas relaicionadas con el fic para la adminición, no es dificil pero si no lo responden no les estamos dejando entrar, cosas de seguridad.

Por favor cuando soliciten entrada asegurence de que SU PRIVACIDAD permita que se les envie mensajes privados o Inbox (como ustedes los conozcan) y si lo tienen fijense si no se les envió a la parte de OTROS ya que a veces pasa que su FB lo guarda en otra parte y no les avisa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).