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Palabras calladas. por Kuramochi Kazuya

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Notas del fanfic:

Les traigo un corto oneshot, el cual tengo planeado (tal vez, más que nada) en sacarle una continuación de igual manera.

Se que tengo otro MiyuMei pendiente pero por cuestiones emocionales no he podido continuarlo.

Notas del capitulo:

Diamond no ACe no me pertenece, es una maravillosa creación de Terajima Yuuji. 

Era demasiado tarde, aproximadamente casi las ocho horas y el oscuro cielo de invierno se estaba cubriendo de gruesas nubes bloqueando el ya débil resplandor de la luna. Además de ello...solo unas farolas viejas y pobres alumbraban el camino de adoquines. El gentío caminaba apresurado tratando de evitar a toda costa lo que parecía ser una fuerte nevada. De hecho...los primeros casi invisibles copos ya habían comenzado a descender y a salpicar el negro césped.
Y allí estaba él. Esperando. El punto de encuentro había sido en esa misma banqueta que yacía bajo el castaño, hace media hora atrás. Ni recibió llamada alguna ni mensaje indicando la tardanza de su viejo amigo. Pero la verdad era que...no importaba.

Por él... esperaría de nuevo tantos años. La diferencia del ahora... era que necesitaba verlo. Casi como una urgencia, un necesitar desesperado. Todo a causa de los múltiples encuentros clandestinos tras acabar un encuentro. Independiente de quién sea.

Exhaló su cálido aliento contra el frío de la noche, formando así una pequeña hilera de humo saliendo de su boca. Juntó las manos cubiertas por guantes gris y las frotó para recobrar algo del calor.

Lo cierto era...que su espera podría haber acabado hace más de diez minutos.

Narumiya Mei estaba unos metros de distancia, semi escondido detrás de una farola y observando a su amigo mientras y cómo lo esperaba. Tragó saliva con dificultad, realmente creyó que no lo vería esa misma noche. Había ocurrido todo muy rápido: se encontraron luego de un último encuentro del pitcher y, a gritos casi desesperados por tener que separarse casi al instante de haberse encontrado, quedaron en verse esa misma noche. En ese punto. Justo ahora. Mei escondió las temblorosas manos, cuyos leves espasmos no se debían únicamente al frío, en sus bolsillos. Tomó un respiro y escondió la nariz y labios en la cuellera marrón.

Oyó el retumbar de sus zapatos contra los antiguos adoquines, rasgándolos casi a regañadientes por tener que caminar casi a las apuradas en un terreno tan incómodo. Kazuya, por su parte, parecía estar concentrado en su móvil tecleando algo a la velocidad que sus fríos dedos lograban hacer. Tocó lo que creyó ser la ultima tecla del objeto de su distracción y descubrió que el timbrar de su móvil, marcando un nuevo mensaje de texto, había delatado su cercanía. El frío abandonó su rostro de golpe, como una bofetada pues así se sintió cuando las mejillas del rubio se tiñeron de carmín. Por suerte medio rostro aún permanecía oculto para el catcher.

Miyuki alzó la vista mientras amagaba en guardar el aparato debido a que nunca creyó que su respuesta estaría frente a sus ojos en cuanto mirara hacia arriba. Frunció el entrecejo y le dedicó una sonrisa de lado. Más de eso no movió.

-Hola- articuló antes que le castañearan los dientes. Le parecía casi ilógico el frío que sufría a pesar de llevar dos buzos de lana, ropa interior de invierno, botas de nieve y un afelpado saco.

-Hola, Kazuya- respondió el rubio amortiguado por su propia prenda rodeando su cuello. Él se encontraba igual de embalsado, listo para un embarque al polo sur. Y aun así se sentía una paleta helada viviente.

Miyuki buscaba como, no literalmente, romper el hielo. Miró hacia todas las direcciones y descubrió que ellos y otros pares dispersos eran los únicos en el lugar. Clavó una mirada de soslayo en el rubio y dibujó una pequeña y sincera sonrisa.

No de burla. No irritante. Sino de añoranza y felicidad. Se animó a mirarlo y se encontró con aquellos ojos celestes que, a pesar del frío que contrastaba con ese color, eran cálidos. Ojos que siempre habían sido su refugio y hogar. Por breves segundos se perdió, olvidó el helado de su cuerpo sintiendo como algo reconfortante y cálido lo recorría de pies a cabeza. Resopló y se colocó de pie frente a su amigo.

Narumiya apretó los labios casi con miedo. Miedo...¡miedo! El príncipe de la capital sentía miedo. Pero ¿exactamente de qué? De seguro era debido a los millones de sentimientos mezclados de forma abrupta, o a la enorme necesidad de enterrarse en su pecho en busca de cariño, incluso podía ser la obsesión de callar los temblores de sus labios al presionarlos con los contrarios. No sabía cuál de ellas. O simplemente todas.

-Mei- susurró el castaño.

A pesar de haber sido nombrado en voz baja, con el helado aire amenazando destrozar sus pulmones a cada inhalación, aun estando en presencia de otras personas, quitando el hecho de estar a oscuras con luces torpes iluminando el camino...no lo pensó ni una primera vez y ya estaba jalando al castaño hacia sí, sujetándolo del cuello de todas aquellas prendas incómodas y molestas que, en otro momento y con los pensamientos adecuados, habían sido un completo estorbo. Sintió amoldar sus fríos labios contra los ajenos. Fue una simple presión de un simple acto desesperado. Pero esa simple acción había hablando lo que ambos callaron desde que se vieron esa noche.

Kazuya parpadeó perplejo pero jamás se le habría ocurrido apartarlo. Como pudo, elevó ambos brazos para rodear el cuello del pitcher para así lograr que esa presión no fuera sencilla de deshacer. Comenzó a mover los labios con suma lentitud hasta lograr que ellos se acostumbraran a la cálida sensación que los embriagaba. El frío no había sido tan malo después de todo. Con atrevimiento y algo de timidez, el rubio se animó a colar sutilmente la lengua dentro de la boca contraria para así encontrarse con su igual y unirlas en un suave roce mutuo. Nada desesperado, buscaba sentir el sabor de su boca a su manera. Lenta y saboreándola.

Miyuki cerró los ojos con fuerza e inclinó la cabeza para facilitar el roce, el acceso invasivo y nuevo. Incluso enredó una mano en los dorados cabellos ajenos. Pero tristemente el hecho de tener el pecho congelado le hizo necesario el aire más de lo normal. Se apartó con suavidad, arrastrando delicadamente ambos labios contrarios como ejerciendo una leve succión.

Ambos abrieron los ojos y se encontraron con los de cada uno logrando una pequeña charla entre ellos. Luego estallaron en carcajadas.

-No dijiste nada- jadeó el castaño recobrando poco a poco el aire.

-Yo creo que eso...lo dijo todo- rió cálidamente buscando su mano para entrelazar sus dedos con los contrarios.

-Dijo mucho, de hecho- afirmó respondiendo al gesto. Tiró de él con cuidado y lo rodeó en un fuerte abrazo.

Mei suspiró y cerró los ojos disfrutando de aquella maravillosa sensación. Se sentía completo, como si por primera vez todas las piezas de su vida estuvieran en su lugar.

Y Kazuya pensaba igual.

-Te quiero, Kazuya- susurró- y solo eso diré.

Miyuki carcajeó y besó su coronilla.

-También te quiero, Mei-.
Notas finales:

Espero que haya gustado :33 ¡Los review no muerden! xDD

 

Saludos~


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