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Segundas Partes por Rising Sloth

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Capitulo 3. A un paso más

Ace se veía rarísimo con ropa de calle. No es que Zoro creyera que el pecoso iba siempre con el traje para trabajar, pero lo veía raro. Y eso que solo lo había visto a él, porque cuando vio a Marco sin su corbata turquesa impoluta de todos los días se preocupó por si el cielo no se iba a caer sobre sus cabezas. Y eso pensó al haber visto ya a esos dos, porque cuando vio a la mujer del jefe de secciones se quedó casi impedido para codificar la información recibida.

-Eres Zoro ¿verdad? Encantada- le dio dos besos-. Yo soy Ann.

-I... igualmente.

En su mente solo podía producirse una descripción posible respecto a la chica: Ace con tetas, error 505.

-Vaya, desde luego te gusta dar en la llaga- le dijo Marco a su compañero de trabajo-. De entre todos los que podían sustituir a Sabo no me imaginaba que escogieras al que precisamente tuve que darle recientemente un toque de atención.

-Venga ya. Si eres tú el primero que dices que lo que pasa en el trabajo se queda en el trabajo.

El jefe de secciones suspiró. Cambió su semblante por uno más tranquilo, más amable.

-Tienes razón. Entremos. El partido va a empezar ya.

Se dio la vuelta y se fue, con su mujer, pasándole a esta el brazo por el hombro y atraiéndola hacia él. Los otros dos les siguieron muy de cerca.

-Oye Ace -le susurró el peliverde si poder todavía dar crédito.

-Dime.

-Creo... que Ann me recuerda a alguien ¿A ti no?

-¿Mm? Pues... no. No me recuerda a nadie.

Estuvo a punto de decir "¿Ni siquiera cuanto te miras en el espejo?", pero se lo cayó.

Entraron en el estadio, lleno a rebosar de gente y más lleno aún de entusiasmo. Se sentaron en sus sitios correspondientes, con una cercanía de la cancha más que buena. Zoro no podía dejar de mirar a un lado y a otro como si fuera la primera vez que veía un partido en directo.

-Estas flipando -se rió Ace.

-Ya te acostumbrarás, es normal tener asientos así de buenos cuando andas con expertos del deporte -le dijo Ann- eso fue por lo que, únicamente, me casé con él, unicamente.

-Has dicho dos veces "únicamente".

-Bueno- empezó Marco- ¿Cómo hacemos las apuestas esta vez?

-¿Apuestas?

-Es solo un juego- le explicó el pecoso- nada de dinero, pero el que gana no paga las copas.

-Me parece un juego maravilloso.

-Mira que listo el niño. Venga, como es la primera vez te dejamos escoger ¿verdad Marco?

-Bueno- ladeó cabeza como pensándoselo, Ann le dio un codazo cariñoso.

-¿Entre que tengo que elegir?

-Tienes tres opciones: gana un equipo, gana otro, o empate.

-Ah, bueno -miró la cancha-. Siendo así apuesto por el Toho.

-Muy listo, tienen un jugador estrella muy potente.

-Y su capitán es de los que hay que temer- puntualizó el jefe de secciones.

Marco y Ace sacaron una moneda para ver quién elegía primero, fue el pecoso.

-¡Ja! Yo me quedo con el otro equipo.

-Venga ya Ace, un poco de piedad. ¿Me vas a dejar otra vez con el empate?

-No seas nenaza- Ann le dio un colleja.

Tras un rato el pitido de inicio de partido por fin sonó y los cuatro se quedaron callados, completamente embobados con el juego. Solo hubo algunos comentarios, algunos piques entre el peliverde y el pecoso cuando se metía una canasta. Algunos codazos. Algunos tonteos de los que el becario de Grand Line no quiso ser plenamente consciente y siguió el royo sin más. Estaba demasiado cómodo para prestar atención a si había segundas intenciones.

Sonó el pitido de final del primer tiempo. Marco y Ann fueron a por algo de comer. Ace y Zoro se quedaron solos.

-Uff...-soltó el peliverde estirándose-. Ya no es solo el tiempo que hacía sin asistir algo así, es que los dos equipos son muy buenos.

-Y que lo digas. A estas alturas creía que ya me tocaría pagarte la borrachera. Me alegro de que el destino me lleve la contraria.

-No lo tengas tan claro aún.

-Oh, como si no fueras tú el que lo tiene claro.

-¿Qué me voy a pegar una borrachera? Eso siempre lo tengo claro.

Los dos rieron. Se observaron. Ace le besó en la mejilla. Zoro se quedó parado, mirándole a los ojos. Ace le sonrió.

-¡Ya hemos llegado! -anunció Ann tan alegremente mientras se sentaba, Marco detrás de ella-. Aquí tenéis vuestras provisiones.

-Ay, gracias linda, eres un sol.

-Tú si que eres un sol, bonito.

-¿Me cambio de sitio para no interponer en este puto sistema solar binario?-preguntó el tercero en discordia con retintín.

Todo se desarrollaba con naturalidad, pero no para Zoro, que aún no había sido capaz de reaccionar. A su alrededor todo sucedía como a cámara lenta, como mermado. Miró a Ace, sonriente, como si nada. No pudo soportarlo. Se levantó y se fue.

Sus piernas no corrían, pero iban rápidas. No miró atrás. Fue hacia delante, subiendo las escaleras hasta la puerta. Saliendo de la puerta para cruzar un pasillo. Llegando al final del pasillo para abandonar el estadio.

-¡Zoro!- alguien puso una mano sobre su hombro, se volvió. Era Ace-. ¿Por qué te has ido?

Le miró directamente a los ojos.

-Me has besado.

El moreno no esperaba eso. Se cortó un poco, aunque no parecía avergonzado. Sonrió.

-Pensé que tú también lo querías.

El peliverde apartó el rostro.

-No. No lo quería.

-¿Por qué?

-¿Cómo que por qué? Pues porque somos hombres.

A Ace se le escapó una risa. Zoro notó como se enrojecía su cara.

-Me llevas siguiendo los tonteos desde hace tres semanas. Dame otra escusa.

-...- No sabía donde meterse, tenía ganas de desaparecer.

-¿Zoro?

-Somos compañeros de trabajo- fue lo único que se le ocurrió-. ¿Qué pasa si la cosa no sale bien?

-Que yo estoy en Recursos Humanos y tú en la planta que te toque. Ambos petados hasta el culo. Podemos hasta olvidarnos que el otro existe.

Se quedó callado. Ya si que no sabía como apartarle.

-¿Es que no te gusto?

El peliverde volvió a mirarle. Era incapaz de decir nada. ¿Qué le gustaba? Claro que le gustaba. Le gustaba tanto que tenía miedo de soltar el nombre de otro delante suya.

-No, no es eso.

El moreno se acercó más a él.

-Entonces, déjame besarte otra vez.

No le dio la afirmativa, pero el pecoso ya tenía una mano en su cogote. Cerró los ojos, y él le siguió. Juntaron sus labios, en un beso con engaño. Porque lo que parecía pura castidad, al apartarse, Ace lo convirtió en un pequeño juego al sacar un poco sus dientes, como si se hubiese aguantado las ganas de darle un mordisco, como diciéndole "si me dejaras..."

Al separar ambos los parpados, Zoro volvió a mirar a Ace a los ojos.

-Al cuerno.

Y, esa vez, como si quisiera devorarle la boca, fue él el que besó al pecoso.

 

 

 

La puerta del piso se abrió dejando paso al peliverde. No había nadie en el salón.

-Buenas noches -apareció Law desde la cocina con un vaso de agua en la mano y una mirada de reproche en el rostro.

-Ah, hola. Se me ha hecho un poco tarde.

-Son las dos de la mañana.

-Si... es que he perdido una apuesta y...

-¿Estas borracho?

-No, si en verdad no he bebido demasiado- porque había tenido que pagar las copas de Marco y llevaba casi un mes trabajando como un mulo y sin cobrar un solo céntimo.

-¿Y por qué estas tan contento?

-¿Yo estoy contento?

-Se te nota en la cara.

-...

-Me has dejado solo con Luffy para ir a ligar- no era una pregunta.

-...

Law resopló, se llevó la mano libre a la boca, que en verdad no estaba libre, tenía una pastilla para el dolor de cabeza, y bebió.

-Me voy para la cama -colocó el vaso sobre la mesa mientras se iba.

-¿Qué ha hecho Luffy?

-Nada. Siguió jugando. Pidió tres pizzas que se comió el solo. Se aburrió y se fue.

-Entonces no entiendo porque estás tan cabreado.

-No esto cabreado- se metió en su habitación de un portazo.

Zoro se encontró solo. Dejó de aguantarse la sonrisa. Caminó hasta el sofá y de espaldas, por la parte del apoyabrazos, se tiró en el. Se sentía muy bien.

 

 

 

Habiéndole pasado lo que le pasó el día anterior con Ace, lo más normal era imaginar que ese lunes iría tan campante, iluminado, fresco como un rosa, gracias al haber podido dormir a pierna suelta.

Pues no.

Zoro no pudo dormir la noche anterior, porque su vida amorosa no era toda su vida, y al volver al mundo real, recordó que ese lunes, es mismo lunes, dejaba de ser becario y le dirían si eso era para tener un puesto fijo o para irse a la puta calle. De esta manera, la madrugada antes de ir a trabajar, le pasó lo que le había pasado tan pocas veces en la vida que hasta podía contarlas con los dedos de una mano, que no concilió un buen sueño.

Si la entrevista del primer día no hubiese salido tan mal a lo mejor podría haberse permitido estar un poco más confiado, pero bien sabía que la entrevista no fue para nada bien. Si, si, Ace le había besado la noche anterior ¿Eso era algo a tener en cuenta? ¿Un puto enchufe? Joder, no lo había pensado pero si desde luego el maldito pecoso hijo de la gran puta le había dado el puesto por eso lo mataría, desde luego que lo mataría. Joder... ¿Y si Ace le había dado el puesto porque quería que se la chupara? Lo mataría, desde luego que lo mataría.

-Eh -alguien palmeó su espalda- ¿Qué haces ahí plantado?

-Ah, buenos días Marco.

-Don Marco o Señor Fénix. Aquí estamos en el trabajo.

-Disculpe señor Fénix -entonó la palabra "señor" con sarcasmo.

-Así mejor- parecía entretenido- ¿Y esas ojeras? No me digas que seguiste con la juerga tu solo cuando nos despedimos.

-Ojalá. De todas formas, Señor Fénix, preferiría que no usara la palabra "despedir".

Marco se rió.

-Nos esperan en la última planta.

-¿"Nos esperan"?

-Las preguntas para después, becario.

Se montaron en el ascensor y Marco pulsó el botón. Zoro se conocía bien esa cabina y la de los otros dos ascensores, además de las malditas escaleras; era lo que tenía ser chico de los recados, pero nunca había subido a la última planta. Esa era la de los "jefes". La utilizada por los dos dirigentes de la revista y los jefes de secciones. El peliverde era un simple becario, lo tenía más que claro, no entendía porque lo llevaba para allá.

La puertas del ascensor se echaron hacia un lado, Marco le guió por los pasillos y lo llevó hasta una habitación. Esta era alargada, con cristaleras que daban a la calle, la presidía una enorme mesa ovalada, en cuyo extremo más alejado se sentaban dos personas. Ace D. Portgas, jefe de Recursos Humanos, y Yasopp Sogeking, jefe de la sección Entrevistas.

-Siéntate ahí- le indicó Marco mientras el se sentaba al lado del pecoso.

Zoro miró la silla que le habían indicado. Era justo en frente de ellos tres. No. Justo enfrente de la silla vacía que había entre Ace y Yasopp. Tomó calma y se sentó.

Yasopp se rió por lo bajini.

-Lo siento chico, pero es que se te ve acojonado.

-Mejor relájate -le sugirió Marco- Puede que te quede un buen rato ahí. Los jefes odian que los hagan esperar pero no se aplican el cuento.

-¿Los jefes?

La puerta volvió a abrirse. Los párpados del peliverde se separaron de sorpresa. Vestido de chaqueta, porte elegante, un hombre que rondaba los cuarenta, pelirrojo. S. Akagami.

-Buenos días señores.

Todos se levantaron, inclusive Zoro, que esperaba que no se le notara lo aturrullado que estaba. Conocía a ese hombre por fotos, la cara de Grand Line le llamaban. Sabía que trabajaría bajo su yugo, pero no esperaba conocerle tan pronto. No podía ni imaginárselo.

-Así que usted el señor Roronoa -dijo acercándose a él. Le tendió la mano- Es un placer.

Zoro le apretó la mano.

-El placer es mio.

-Vaya, un apretón como dios manda.- le soltó pidiéndole que se sentara-. Nervioso, pero decidido.-dio la vuelta a la mesa, yendo hacia esa silla vacía-. Nada que ver con el tuyo-le dijo a Ace mientras se sentaba.- parecías más gelatina que persona.

-Todos hemos empezado alguna vez.

-Y que lo digas. Recuerdo cuando esta empresa no era más...

-Shanks, por dios -le cortó Yasopp en tono de broma-. no te pongas ahora de abuelo contando batallitas, tenemos mucho trabajo.

-Si, si. Lo siento. Me hago mayor- miró a Zoro- seguramente te preguntarás porque te hemos sentado ahí como si fuera esto un consejo de guerra. La verdad es que me gusta asustar a los novatos, pero ya pocas veces tengo ocasión -rió- No, perdona, ciertamente he oído hablar de ti y me dio curiosidad. Quería conocerte antes de que pasaras a Entrevistas.

-¿Qué?

-¿Todavía no se lo habéis dicho?

-Se suponía que se lo íbamos a decir con usted presente, jefe- remarcó el jefe de secciones.

-Era una sorpresa -comentó Ace.

-Vaya, que mala pata. Bueno señor Roro... ¿Puedo tutearte? -preguntó aunque ya desde el minuto cero lo estaba haciendo-. ¿Cómo te llamas?

-Zoro- ese jefe iba perdiendo a cada palabra más la imagen de jefe.

-Zoro- dijo con una cara de "tienes nombre de hijo no deseado"-. Bueno. Estos señores me comentaron que la liaste por tu cuenta el día de la cagada del partido de veteranos. Pero que la cosa acabó bien. Yasopp quiere que formes parte de su equipo.

-¿En serio? -Miró a Yasopp- Muchas gracias por la oportunidad.

-No, no me la des. La entrevista era muy buena, no parecía de alguien que empieza en esta profesión, necesito ha alguien que trabaje así. Pero no me gusta tu actitud individualista. Entras en mi equipo, pero con las riendas apretadas.

Zoro no pudo evitar que se frunciera el ceño. No obstante lo que dijo fue:

-Vale.

Shanks sonrió.

-Su actitud no sé. Pero desde luego tienes intención.

-No lo animes.

El jefe se levantó para volver a tenderle la mano.

-Bienvenido a nuestro barco.

Zoro se quedó mirándole. Sonrió, con esa suficiencia propia de él. Se levantó y volvió a apretar la mano de ese hombre.

-Muchas gracias -dijo, en un tono que divirtió al pelirrojo. Lo veía perfectamente, ese joven era pura ambición.

 

 

 

Cayó la noche, y con ella los últimos empleados que quedaban salieron de Grand Line, Zoro entre ellos. Agotado, pero satisfecho. Si lo pensaba su situación solo había cambiado en que había pasado de chico de los recados de la revista a ser chicos de los recados exclusivo de Entrevistas. Pero había dado un paso más, ya tenía un puesto.

-Mira tu cara "ji,ji, a este paso me convierto en jefe de Grand Line"-apareció Ace detrás suya.

-Joder, no te aparezcas así.

-¿Te he asustado?

-Sorprendido. ¿Que haces aquí?

-¿Cómo que que hago? Me robas un beso y ahora me ignoras. Que fresca.

-¡Tu fuiste el que me besó a mi!

Y lo volvió hacerlo en ese instante.

-Solo quería que fuésemos a tomar algo -se encogió de hombros-. Para celebrarlo.

Zoro le sonrió. Estaba muy bien con él. Tanto que aún se mantenía su miedo.

-Pues más te vale que me lleves a un sitio donde se puede beber en condiciones.

-¿Qué quieres? ¿Pegarte una cogorza un lunes?

-Aja.

 

 

 

Shanks entró en su habitación. Ahí estaba Mihawk, en la cama, con la lampará de la mesilla de noche que le tocaba más cerca encendida, para así poder seguir leyendo.

-Vaya día -el pelirrojo empezó a desnudarse- estarás más que satisfecho.

-Solo te he pedido veinticuatro horas de descanso -le habló sin levantar la mirada del libro-. No creo que sea para tanto.

-Esta bien, está bien... -dijo en tono conciliador mientras empezaba a desabrocharse el cinturón-. Como te dije: Marco se ha encargado de manera excelente de la revista. Mejor que Ben en sus buenos tiempos. No le digas que te he dicho eso.

-No se me ocurriría.

Shanks, con solo unos calzoncillos se metió en la cama.

-Hoy ha entrado un chico nuevo en la sección Entrevistas. Parece de los que valen, y con carácter difícil. Me recuerda a ti a su edad. Para Yasopp va a ser bastante complicado encauzarle.

-Vaya -dijo importándole poco esa información- Por cierto, Shanks. Hablando de encauzar...

-No, no me digas que otra vez...

-Si, otra vez. Llamé para ver que tal les iba a cada uno. Tu hijo se salta el horario de clases deliberadamente.

El pelirrojo resopló.

-Que voy hacer con él... No es un chico desinteresado, al revés, creo que tiene tantas motivaciones que necesita una muy concreta para ir al instituto... ¿No me podrías cambiar la adopción de la tuya?

-No.

-... A veces eres de lo más rotundo.

 

 

 

Era martes, iba en el metro, de camino al trabajo y no lo estaba pasando bien. El lunes estuvo a punto de eludir ese trayecto, tomar otras lineas y, tras todo, arriesgarse a llegar al hospital soberanamente tarde. Pero no se lo permitió, no se permitió que un maldito crio de instituto manejara así su vida sin ser tan siquiera consciente de ello. No, a él nadie le daba ordenes, directa o indirectamente. Así que tomó la linea de siempre... al final para nada. Luffy era imprevisible hasta para eso, a veces llegaba, a veces no...

Por eso, ese segundo día de la semana, estaba igual que el primero. Expectante, nervioso. Después de lo del domingo ¿Cómo debería comportarse? ¿Debería saludarle? Maldita sea, la gente en el metro hablaba ¿De que mierda podría hablar con él? Ya había visto que no tenían nada en común, menos que antes, que nada más con verlos se hacía evidente.

Se intentó tranquilizar. El chico no le había prestado mucha atención esa tarde, y parecía que era de los que no se acordaban bien de una cara, si coincidían en el metro seguramente Luffy ni se fijaría en él. Seguiría a lo suyo, como siempre. Si, como siempre. No pasaba nada. No pasaba nada. Todo volvería a su normalidad.

-¡Torao!

Se quedó de piedra cuando escuchó esa voz a su espalda, más todavía cuando vio la imagen del niño reflejada en el cristal que tenía por delante, con su cara sonriente y sus ojos brillantes llenos de una estúpida e irracional ilusión. Law se giró, como si fuera una máquina a la que ya tocaba engrasarse de nuevo. Ahí estaba.

-No sabía que tu tambíen cogieras esta linea ¿A donde vas?

-Voy... a trabajar.

-¿En serio? ¿Ya trabajas? Que chulo ¿Donde?

-En el hospital.

-¡Eres médico!- dijo en un todo de voz tan alto que los demás pasajeros pusieron miradas e hicieron sonidos de queja-. ¿Y vas todos los días?

-Si -contestó sin saber bien que clase de pregunta era esa.

-Que bien. Yo me aburro mucho en el metro. Creí que Zoro yo iríamos juntos por las mañanas, pero el día que lo acompañé me equivoqué de linea y total... además el móvil no funciona bien bajo tierra y no tengo nadie con quien hablar. A veces hasta me duermo y...

No paraba de hablar y hablar. Y reía. Todo haciendo que Law se sintiera abrumado, cohibido, y mal. Luffy se creía que se acababan de conocer, pero no era así. No era así para nada. Y eso hacía que se sintiera avergonzado de si mismo.

 

 

 

-Becario, baja a Online y lleva estos papeles.

-Becario, llama a estos números y concreta entrevistas.

-Becario, corrige las faltas de este articulo.

-Becario, ¿No es ya la horita para los donuts?

Zoro resopló, sentado sobre la taza del váter de la revista solo para descansar un poco, intentando recordar que la semana, antes o después, tenía que terminar. Antes o después. Volvería a ser libre, libre para dormir a pierna suelta.

Llamaron al a puerta.

-Esta ocupado -contestó sin esforzarse demasiado en alzar la voz.

Volvieron a llamar.

-Está ocupado- repitió en un poco un poco más alto.

Volvieron a llamar.

-¡He dicho que está ocupado!-le dio una patada a la puerta, abriéndola así. Se sorprendió- ¿Qué haces aquí?

-He reconocido tus tenis y vaqueros cochambrosos debajo de la puerta -le sonrió Ace.

-¿No te da vergüenza espiar así? -se levantó con esfuerzo-.Y además en unos servicios que usan todos los hombre de la empresa. Maldito gay pervertido... -abrió el grifo para mojarse las manos echarse agua en la cara.

-Se te ve cansado.

-Estoy bien -se secó las manos y la cara con la camiseta-. Solo me hace falta acostumbrarme al ritmo de trabajo.

-Uff... suerte con ello- bromeó- ¿Cómo tienes este fin de semana?

-No lo sé. ¿Por qué?

-Oh, por nada, me apetecía comprarme unas litronas y darme de puñetazos con alguien en plan El Club de la Lucha. ¿Por qué crees que va a ser Zoro? Pasar un poco de tiempo juntos, ir conociéndonos. Ya sabes, esa cosas.

Zoro resopló casi riéndose.

-A mi ya se me ha olvidado que es eso.

-Venga ya. No seas melodramático. ¿Y cómo debo tomarme yo eso?

-Solo que mis ultimas relaciones no han sido muy largas, Ace.

-Ah, bueno, eso ya lo llevabas escrito en tu cara de tipo duro e inaccesible.

-...

-Bueno. ¿Que me dices? Nos vemos este sábado.

-Depende. ¿Me vas a llevar a un sitio bonito?

-Oh, te iba a llevar a un sitio precioso. Pero después pensé que me llamarías gilicursi, así que el plan es que vayamos a mi casa, pidamos unas pizzas y nos veamos el Formula 1.

Zoro no pudo más que asentir, le parecía bien el plan.

-Oye, ¿Y Luffy?

-¿Qué pasa?

-¿No estará allí pegando botes como un mono?

-Hombre, yo no esperaba que le trajeras a nuestra primera cita. Pero si a ti te va el royo familiar...

-¡No es eso imbécil! ¿Acaso no vive contigo?

-¿Por qué iba Luffy a vivir conmigo?

Zoro se quedó pensativo.

-¿No es... tu hermano?

-¡Otro! -carcajeó- Todo el mundo piensa lo mismo al vernos. Pero no. Simplemente el se pasa mucho por aquí y entablamos mucha amistad.

-¿Y eso? Quiero decir ¿Qué hace un adolescente paseándose así como así por una revista de alto standing?

-Pues...

La puerta del cuarto de baño de hombres se abrió de repente.

-¡Zoro! ¡Ace! ¡Ya sabía que erais vosotros! -el rey de Roma les abrazó a los dos a la vez- ¡Que bien veros! ¿Qué estáis, en el descanso? ¿Vais comer? ¡Yo también tengo hambre! Pero no puedo... ¡Tengo que ir a saludar a mi padre que ya volvió de viaje! ¡Quería saludarle ayer! ¡Y antes de ayer! ¡Y antes de antes de ayer! Pero no pude porque llega muy tarde de trabajaaaar... ¡Adiós!

Y así como se vino, se fue. Zoro miró a Ace.

-¿Su padre trabaja aquí?

-Si.

-Ah, por eso viene tanto... ¿Le conozco? Al padre digo.

-Puede ser... ¡Uy que tarde se me ha hecho! Tengo que volver al trabajo. Nos vemos luego.

El peliverde se quedó en estado contemplativo mientras el otro se alejaba. Con efecto retardado, pudo atar los cabos.

-¿¡Qué su padre es quién!?

-No lo airees por ahí, es un secreto.

-Espera Ace un moment...

Tal y como el otro que no era su hermano se fue.

-Vaya- pensó en voz alta mientras se rascaba la cabeza-. Es no me lo esperaba...

Se había quedado solo en el baño, que se mantenía en pleno silencio salvo por el gotear pausado de un grifo. Zoro inspiró por la nariz. Resopló. Sus manos se apoyaron en el borde de lavamanos, quedando unos segundos con la cabeza gacha. Se miró en el espejo. No era solo el trabajo por lo que estaba tan agotado. Era también esa maldita sensación que no paraba de rondarle, de acosarle. Como una presencia que le perseguía y no conseguía ver. Como el augurio de que algo iba a acabar mal.

Continuará...

Notas finales:

¡Esto es indignante! ¡Se supone que ya tendría que haberse encontrado! ¡Desde el primer capitulo se tenían que haber encontrado! Pero ahora ¿Qué? Vamos por el tercero todavía no saben que están en el mismo edificio. ¡Subnormales profundos! Y todo ¿Por qué? Por ir echando más mierda al asunto ¿no? No basta con que sean jefe y empleado, no. Tiene que ser un jefe, casado y con dos hijo y un empleado que por fin empieza a tener una relación decente después de dos años. ¡Irse ya a la mierda! ¡Autora dimisión! ¡Dimisión!

PD: No sé si el Formula 1 es un deporte, investigué y parece ser que es depende de quien preguntes, de todas formas parece que las revistas deportivas si incluyen artículos sobre esto.

PD2: Lo siento profundamente, pero se me alargan los capítulos. Y es verdad que yo pensaba que se vieran ya en el primero. Lo que está claro es que ya no prometo más nada.


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