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Segundas Partes por Rising Sloth

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Notas del capitulo:

¡Pues no he tardado mucho en subir el siguiente!

...

Mejor no os acostumbréis.

Capitulo 2. Pájaros en la ventana

 

Casi siempre le observaba desde la otra punta del vagón, coartado por el exceso de personas, pero ese día y ese momento eran uno de los estaban frente con frente, sentados cada uno en su asiento.

A esa distancia podía ver como el traqueteo de la cabina del metro le adormecía; sus ojos entornados estaban colocados sobre él, como un anciano sentado ante un televisor esperando conciliar el sueño, importando poco la programación de ese instante.

No me reconoce, pensó, no me reconoce para nada. Después se rió de si mismo. Claro, entre toda esa gente porqué iba a reconocerlo a él.

 

 

 

Habían pasado ya dos semanas desde que consiguió el puesto en Grand line. Hasta el momento la frase que más había escuchado era:

-Becario, pásate por unos cafés que ya es la hora.

Había que joderse. Cuando Ace le dijo "aunque sea sirviendo cafés" nunca creyó que sería tan al pie de la letra.

No obstante, por suerte o por desgracia, el proveer a sus compañeros de trabajo de cafeína y donuts necesarios para poder aguantar toda la jornada laboral no era su único cometido. Recibía órdenes aquí y allá, que dirigentemente obedecía sabiendo que estaba en el eslabón más bajo de la cadena, y que mientras nadie se propasase esa era su prueba para hacerse más fuerte. Así se encargaba de dar paseitos de un lado a otro llevando y trayendo montañas de papeles, cosa que le hizo llevarse más de una bronca porque se perdía constantemente; era considerado el especialista por excelencia en todo lo que requería fotocopiar, escanear o grapar; y en cuanto a escribir artículos pues... bueno, se podía decir que se encargaba de la redacción o, con otras palabras, de corregir las faltas.

Si podía atribuirse un pequeño logro que le ofreció la planta encargada de la página web oficial de la Grand Line, la sección Oline, donde pasaba casi todo el tiempo. Un sitio más parecido al infierno de Dante que a una oficina, cosa que no se les podía culpar. Mientras la revista se publicaba cada quince días, la página web tenía que estarse actualizando constantemente, lo que le llevaba a una fuerte carga y estrés para los empleados pertinentes de esta sección. Fue por uno de ellos, que se desmayó, que Zoro ocupó su silla y colocó la publicidad debida en su sitio correspondiente. A pesar de lo orgulloso que era y de que hubiese preferido trabajar una noticia, no pudo evitar sentirse contento cuando le dijeron "buen trabajo".

 

 

 

Suspiró. Agotado. Casi tirado en las escaleras que daban a la puerta principal de Grand Line. Se miró los tenis, con la caña que les estaba dando cada vez era más seguro que tendría que comprarse unos nuevos.

-Como sigas ahí tirado te van a confundir con un vagabundo.

Volteó la cabeza, era Ace. Este le sonrió mostrándole dos cafés.

-¿Te apetece?

Le ofreció uno de ellos y se sentó junto a él.

-¿No has salido muy tarde hoy? ¿Creí que los horarios de los entrevistadores era hasta la hora de comer?

Ace tiró del nudo de su corbata para desapretarlo.

-He tenido que organizarme como mi sección y nos hemos quedado hasta las tantas, como podrás ver.

Los dos bebieron en silencio. Miró de soslayo al de Recursos humanos. Siempre había oído decir que las primeras impresiones nunca valen, pero tampoco podía evitar sorprenderse al ver como eso se hacía patenten en la figura del pecoso. Bien sabía Zoro, y Luffy, que le había tachado de gilipollas. No obstante, Ace era el único hasta el momento que podía considerar su amigo, el único que parecía verle como persona y no como un obstáculo en su trabajo, como un becario que renunciaría por la presión. Se había ganado el respeto de Zoro, y este, a veces, esperaba que fuera reciproco.

-La verdad estoy sorprendido contigo -le dijo-. Cometes fallos, como todo el mundo, pero desde luego no he visto a nadie que le siga echando ganas y sin cobrar.

-No puedo permitirme daros la escusa de no contratarme porque no rindo.

Ace rió.

-Eres sorprendente. No me extraña que Luffy se fijara en ti, le encanta la gente como tú.

-Demasiado para mi gusto.

-Venga, si es adorable cuando viene a la hora de comer solo para engancharse en tu espalda.

-No bromees- dijo entre cansado y malhumorado.

-Vale, vale -hizo una pausa-. ¿En qué sección te gustaría entrar?

-¿Perdona?

-En qué sección de la revista. Ya sabes: la Online por ejemplo, puedes seguir allí, es un poco estresante, pero tampoco te hace falta salir de tu oficina ni hacer horas extras; la de Mujer lo más complicado que tiene es a su jefa de sección, Hancock lucha día para que desde los artículos se pueda inculcar una igualdad de sexos; la de Humor son para los que tienen ingenio, desde luego...

-Quiero hacer trabajo de campo.

-¿Entrevistas?

-Competiciones.

-Uff... mucha agua tiene que llover para que te den algo así.

-Lo sé. Pero es lo que me gusta. Estar ahí, poder sentir...- se calló tapándose la boca, como avergonzado.

-¿Qué?

-Nada, déjalo.

-Venga ¿Qué ibas a decir?

Ace le sonreía, amable, expectante, interesado. Le ponía nervioso.

-Poder sentir el choque de energía cuando dos personas o dos equipos compiten.

Las sonrisa del pecoso se tornó como satisfecha, como divertida. Miró para la carretera. Los coches pasaban en ambos sentidos.

-¿Y tú?

-¿Yo qué?

-¿Por qué te metiste en Recursos humanos?

-Ja, vaya pregunta- rió.

-No tienes que contestarla si no quieres.

-No, no es ningún problema -se quedó unos segundos como pensado- Veo este sitio como un barco.

-Un barco.

-Si. Un barco no se mueve si la tripulación al completo no pone de su parte -rió entre dientes-. Hasta si el chico de los recados no trae el café a su hora ya hay un peligro de que todo se vaya a pique -le miró a los ojos-. Por muy importante que pueda llegar a ser el jefe. -miró hacia el cielo-Yo quiero que este barco siga, por ello, no puedo permitir que la gente que se enrole sea mediocre. Tengo que encargarme que cada uno de ellos pretenda ser siempre... el mejor.

Ace resopló agotado.

-No estoy acostumbrado a hablar de esto -se rasco la cabeza- te debo parecer un cursi.

-Un poco- el pecoso se quedó cortado-. Pero me gusta que lo veas así -le sonrió.

De repente se dieron cuenta que llevaban un rato sin decir nada, mirándose como imbéciles. Cada uno se puso a prestarle atención a su propio café.

-Bueno- Ace se levantó- Nos vemos mañana. No tardes demasiado en irte a casa. Las calles son peligrosas por la noche.

-Oye tío -su tono se volvió cabreado-.¿Qué edad te crees que tengo?

-Vale, vale- se decía yéndose- pero llama a tu madre para decirle que llegas tarde.

Una vena asomó en la frente de Zoro.

-¡Tú eres más niñato que yo!

Ace se volvió, Zoro creía que era para responderle, pero el pecoso no había cambiado su forma de actuar.

-Sigue así, Zoro. Sé que llegará tu momento -habló consiguiendo atraparle por unos segundos- Y un niñato no tendría el coche que tengo yo listo – se chuleó girando las llaves de un coche con su dedo índice- Hasta luego.

-¡Vete ya posturero!

Zoro resopló y se levantó para por fin irse para las escaleras el metro. Tenía una presión en el pecho, pero no una de estas que no te dejan respirar tranquilo, sino una cálida. Hacía mucho que no se sentía así. Si no fuera porque se conocía a si mismo hubiese jurado que estaba... no, imposible, eso era absolutamente imposible.

 

 

 

El viento entraba por la balconada del hotel. Un hombre de cabello azabache posaba sus manos sobre el hierro de la barandilla. Miraba hacía el horizonte, hasta el que se extendía millones de edificios. En su dedo anular lucía un dorado anillo de casado. Nada en su gesto podía dar una idea de lo que pasaba por su mente en ese momento.

-Ya estás otra vez haciéndote el melancólico en la ventana- dijo su compañero de habitación que le veía desde el espejo del cuarto de baño donde se afeitaba la barba. No le contestó- Anima esa cara Mihawk, nos espera otro duro día.

El moreno cerró sus ojos, inspiró y expiró por la nariz. Después se volvió para entrar en la habitación. Recogió de su cama la corbata que le esperaba para ahogarle el cuello. Se la puso, sentado, reflejándose en el cristal de la cómoda.

-Estoy agotado Shanks. Como tú te dedicas a plasmar tu carisma eres incapaz de darte cuenta de que yo hago todo el trabajo sucio.

-En eso quedamos ¿no? Tú el cerebro y yo la cara. ¿Por qué te crees si no que me estoy quitando la barba?- dejó la cuchilla en el lavabo y puso las manos en cazo para enjuegarse.

El moreno rió débilmente.

-Si te soy sincero estoy un poco preocupado por la revista.

-Siempre has disfrutado preocupándote de más por todo-se secaba la cara con una toalla-. Marco está al mando, no pasará nada.

-Lo sé, es tan solo un mal presentimiento.

Shanks sonrió amable, salió del cuarto de baño. Colocó sus manos sobre los hombros del otro, él también tenía un anillo de casado. Se agachó para darle un beso a Mihawk en la mejilla.

-Solo dos semana más y podremos volver a casa.

Se miraron, el moreno sonrió poniendo su mano izquierda sobre la de su compañero. Le besó en los labios.

-Vamos, nos están esperando.

-Si- asintió- ¡Y anima esa cara! Seguro que la revista no tiene el caos que te imaginas.

 

 

 

El caos que había en la revista era inimaginable. Cuando entró en esa mañana por la puerta principal ya intuía algo, pero cuando dejó atrás la primera planta para entrar en la de la sección Online se quedó a cuadros.

En una revista, más en una como Grand Line, más en esa sección, siempre se estaba todo el día con un cierto estrés que te obligaba a ir al cien por cien, porque si ibas al noventa y nueve por cien la revista, como le había dicho Ace, se iba a pique. Pero lo que Zoro veía en ese momento no era estrés, era pura histeria.

-¡Faltan fotos de dos miembros del equipo de béisbol que protestó contra la ley del aborto!

-¡Hay que hablar con los de Adidas! ¡Nos han mandado un cartel calidad "puta mierda"!

-¡Que alguien le diga a lo de la sección de Humor que dejen de rascarse los huevos! ¡Necesitamos chistes y escándalos a la de ya!

-Veo la sombra de la muerte sobre nosotros.

-¡Cállese Hawkins! ¡Es nuestro jefe de sección, ponga algo de su parte!

A todo esto, cuando Zoro aún seguía atónito, apareció alguien a su espalda. Era jefe de sección de entrevistas.

-Eh, muchachos, apañarosla. La entrevista con la nadadora se ha cancelado.

-¡No nos jodas! -gritó toda la sección al unisono.

Mientras el caos se exclamaba aún más Zoro siguió al jefe de entrevistas, único que emanaba un poco de tranquilidad.

-Don Yasopp -le hablaba mientras seguían andando apresuradamente-. ¿Qué ha pasado?

-Una putada muy gorda. El partido de veteranos de esta noche se ha cancelado.

-¿¡Qué!?

Eso era surrealista, era uno de los más esperados del año. Si, fuera de liga, si, solo para fondos benéficos, pero era algo que habían organizado grandes futbolistas, retirados pero ninguno mayor de cuarenta años, que habían jugado entre los mejores equipos conocidos, y entre ellos bailaba el nombre de Zeff Piernaroja. Era de lo que más se había hablado en esos meses respecto a fútbol, y eso era ya muy grande. El mismo llevaba esperando para verlo desde hace tiempo, imaginandose sentado en su sofá con una buena cerveza.

-Si, eso hemos dicho todos. Pero es lo que hay. Uno de ellos ha fallado por una lesión, o al menos eso dicen- se golpeó la nariz indicando que lo que el pensaba era que más bien el jugador se había pasado con las "rayas"-. Pero sea lo que sea el resto de jugadores se han hecho un mocho. O juegan todos, o no juega ninguno, eso es lo que han declarado.

-Joder...

-Ya ves. Ha sido un error por nuestra parte no estar preparados. Todas las secciones le iban a dedicar un poco al asunto.

-Tú pareces tranquilo.

-Intento no pensar en que tenemos poco más de veintidós entrevistas que irán a la basura. Para colmo de males está Keimi Gyonji.

-¿La nadadora olímpica?

-Veo que está bien informado. La chica es buena chica, pero tiene un manager hijo de puta. Se ha enterado de lo del partido. No ha pedido condiciones económicas pero ha liado una buena bronca porque su representada no sea una simple sustituta. A ver quién es capaz de convencerle y... ¿Eh?

El jefe de sección se dio cuenta de que el chico ya no estaba con él.

 

 

 

Ace había salido con mucha cautela a por su café de media mañana. A esas alturas del día todo el mundo se había enterado del chupinazo del partido de veteranos, por lo que todo el mundo era susceptible de convertirse en un asesino por crimen pasional. Solo lo de los Recursos humanos que eran, por lo menos de manera directa, ajenos a aquella catástrofe podían resguardarse tras los irreductibles muros de su despacho.

-¡Ace!- abrió Marco la puerta de una patada al borde de que le diera un infarto. Adiós a sus muros irreductibles-. ¡Necesito el número de teléfono del capullo al que contrataste!

-¿De quién?

-Del del pelo verde.

-¿De Zoro? ¿Para qué? ¿No está ahí?

-¡Yasopp me acaba de avisar del que el muy gilipollas posiblemente se haya largado a hacerle una entrevista a Keimi Gyonji!

-¿La nadadora olímpica?

-¡Si, la nadadora olímpica! ¿Sabes lo que puede pasar si ese becario la caga? Esa chica no es reconocida aún, pero lo será. Que un becario le dé por culo no va hacer ningún bien a la revista.

-Espera, no vayas tan rápido, no sabes donde está Zoro.

-Lo que sé es que no está en su puesto. Llámalo y dile que está despedido.

Dicho esto se fue, Ace atorrullado le siguió.

-Espera Marco. Entiendo lo que dices, soy un recurso humano, soy el primero que entiendo lo que dices. Pero te estás apresurando.

-¿Apresurando? No niego que ese chico ha dado mucho estas últimas semanas ¿Pero de qué vale si cuando lo tenemos peor falla?

-¿Y si trae una entrevista grandiosa?

-Es un becario Ace, está empezando.

-Yo confío en él- dijo tajante.

Ambos hombres pararon el paso, se miraron a los ojos seriamente.

-Somo amigos Ace, no me hagas decir que si le defiendes eres tú el que se juega el puesto.

-Merece la pena. Lo sé.

Marco le mantuvo la mirada unos segundos más, pero a continuación se la apartó resoplando.

-No tengo tiempo para esto. Que sea lo que sea.

 

 

 

Ace esperaba en la calle, impaciente, preocupado. Zoro tardaba mucho, eso si seguíamos en la idea de que había ido para la entrevista. En nada se acabaría el plazo para todo, en tan solo unos minutos. Debería haberle llamado, pero tenía miedo. No quería saber que se había largado, que de verdad les había dejado con toda esa tormenta en alta mar. También pensó en que la orientación del peliverde no era muy buena. Tampoco sus modales era muy buenos, era fácil caerle mal a una nadadora olímpica. Joder, daba igual que opción pensara que Zoro había escogido, las dos le preocupaban demasiado.

Varios claxon enfurecidos sonaron a la vez, llamando su atención. Vio entonces como una pequeña hierbecilla se hacía pasado entre los coches y las personas. Después vio que no era una hierbecilla y mucho menos pequeña.

-¡Zoro!

Le recibió al pie de las escaleras, colocando las manos sobre sus hombros.

-¿Eres imbécil o que te pasa? ¿Cómo se te ocurre irte así? Después de todo ese royo de "no para hasta que soy el mejor"... Dime por favor que tienes la maldita entrevista de la nadadora.

Zoro todavía estaba tomando aire, no parecía muy animado. Ace se temió lo peor.

-Tengo la maldita entrevista de la nadadora- sonrió orgulloso de si mismo.

 

 

 

En cierta ocasión leyó que una de las cosas que más debe temer alguien es la ira de un hombre amable. Cuando estuvo delante del tercero al mando lo entendió. Marco era un hombre amable, todo el mundo lo sabía y él, en ese par de semanas que había estado allí lo había notado. Sin embargo ese momento sentía como miedo. Marco no alzaba la voz, no había aspavientos, pero su aura era suficiente para que dijeras "mierda".

-Sé que a primera vista tus intenciones parecían buenas, que a ti te parecía buenas. Pero aquí todos somos un equipo, y en un equipo nadie se va por su cuenta, nadie vale más o menos que nadie. ¿Entiendes lo que quiero decir? Por mucho que ansíes reconocimiento eso no se valora si te vas solo a buscar gloria, además...

Estuvo a punto de hartarse de la bronca contenida y educada que le estaba echando, de mandarlo todo al carajo y gritarle que si le quería despedirle que lo hiciera ya de una vez por todas pero que le dejara de dar por culo. A punto estuvo pero...

-Marco- apareció el jefe de sección de entrevistas, con Ace- la entrevista es buena, nos la quedamos.

-¿Qué?

-Si, el chico sabe como hacer preguntas. Keimi Gyongi le ha dado incluso una crítica de porqué los futbolistas viajan en jet privado con el dinero del Estado mientras ella tuvo que pagarse su billete para ir a representar al país en las olimpiadas.

Marco se quedó un poco parado, mirando a unos y a otros.

-Joder, esta bien, publícala. Acabemos con esto de una vez.

El jefe de entrevistas asintió y se fue. Marco puso su atención de nuevo en Zoro.

-Por esta vez pase. Pero que no vuelva a ocurrir. Sigo pensando lo que te he dicho. Nos has hecho un favor pero no nos has salvado la vida.

El tambíen se fue por su lado. Solo quedaban él y Ace.

-Gracias.

-No me las des. Has puesto la carne en el asador y has ganado. De todas formas estoy con Marco, no te envalentones, lo de hoy ha sido mucha suerte.

-Lo sé.

-Uff... que tensión. ¿Nos tomamos una copa?

-O dos.

 

 

 

Domingo, dulce domingo. Parecía mentira que ese día no tuviera que estar obligado a levantarse. Estaba tan feliz en la cama que cuando le llegó el olor del desayuno que estaba preparando Law le pareció que su compañero de piso era una especie de enfermo por no saber disfrutar de lo que era no separase de las sábanas hasta tres de la tarde; como hizo él, no porque quisiera, sino porque las reglas del apartamento implicaba que cada quince días le tocaba cocinar a él.

Salió de su cuarto bostezando amplia y sonoramente.

-¿No eres un poco exagerado cuando te levantas?- preguntó Law recogiendo su ropa del tendedero.

-¿Y tú no eres un poco remilgado? A veces me parece que estoy viviendo con Sheldon Cooper.

-Retiro lo dicho, eres un exagerado en todo.

-Si, si. Lo que tú digas. ¿Qué quieres para comer?

-¿Me lo estas preguntando en serio? Si lo más elaborado que sabes hacer pasta al burro.

-Pues pasta al burro se ha dicho.

Zoro se metió en la cocina. Law escuchó como empezaba a trastear cosas. Resopló. De seguro el peliverde le haría otro plato combinado de macarrones, totelinis y raviolis; por no hablar de que seguro se olvidaría que el punto de coacción era diferente para cada uno.

Sonó el timbre, cosa que le extrañó.

-Zoro ¿Esperas a alguien?

-No.

Law miró la puerta, dejó lo que estaba haciendo y fue hacia ella, sin esperar para nada que sería alguien que cambiaría completamente su vida.

-¡Hola que tal! ¡Soy Luffy! ¡Está Zoro!

Law le cerró en las narices de un portazo.

-¡Zoro!

-¿Qué pasa? -volvió al salón- ¿Por qué estas rojo?

-¡Hay un niño ahí!

-¿Un niño?

-¡Si, mierda! Un chaval de más o menos esta altura.

-¿Moreno?

-¡Yo que sé! ¿Crees que me fijo en esas cosas?

Zoro miró un poco atónito como Law se sentaba en el sofá con los brazos cruzados, como intentando parecer indignado, pero su pierna derecha tenía un tic nervioso. Sin entender absolutamente nada, el peliverde fue a abrir la puerta.

-¡Hola Zoro! ¿Qué tal? Oye, que viento hace en tu casa, la puerta se ha cerrado de repente.

-Si... va a ser eso... -lanzó una mirada de soslayo a Law-. aquí estamos de levante todo el día. ¿A qué has venido?

-Mis padres todavía no han vuelto de viaje de negocios. Y la casa estaba muy sooola. Y me aburría. Así que me dije "¿por qué no cojo la pley y me voy a casa de Zoro?".

-...

-...

-...

-...

-Está bien, pasa.

-¿¡Qué!?- se quejó Law casi a punto de levantarse.

-¡Yupi! ¡Casa de Zoro! -entró como si la casa en realidad fuese suya, tirándose en plancha sobre el sofá, cosa que hizo que Law definitivamente si se levantara, como si Luffy le diera calambre, y después intentara hacerse el indiferente.

-¿Te pasa algo Law?

-A mi nada. ¿Por qué?

-¿Te llamas Law?

-Law Trafalgar- le presentó Zoro.

-¿Toraoqué?

-Trafalgar, como el Cabo Trafalgar. El de la batalla.

-No sé de que me hablas, Zoro.

-Será porque te pasas el horario de clases por el forro.

-Es verdad- rió a carcajadas- Bueno, Torao. Encantado de conocerte soy Luffy.

-...

-...

-Igualmente.

Luffy sonrió. Law le apartó la mirada. Zoro miró a uno y a otro, se encogió de hombros, decidió pasar del tema.

-Bueno, iré preparando la comida. Vosotros iros conociendo.

-¡Comida! ¡Bien! ¡Lo mejor del mundo! ¿Es carne?

-No pero le puedo poner.

-¡Ese Zoro como mola se merece una ola! ¡We!

-Zoro espera.

Law le siguió hasta la cocina, Luffy continuó a su bola.

-¿De qué conoces a ese chico?-le preguntó por lo bajo pero en un tono que si hubiesen llegado a estar en el Bronx se habría calificado de amenaza.

-¿A Luffy? Bueno él es... es una larga historia. Pero...-pensó en Ace y la relación que había entre los dos-. Creo que es el hermano del recurso humano que me contrató. ¿Pero y a ti que te pasa? Estas rarísimo. Lo conocías de antes ¿o qué?

Law se puso tenso, después miró para otro lado, muy serio.

-No.

 

 

 

Luffy no paraba de hablar, tuviera comida en la boca o no, que normalmente era lo primero porque tampoco paraba de engullir. Después estaba Law. Zoro ya se había acostumbrado a sus silencios, no obstante, no podía decir lo mismo de esa aura presionante que ejercía en ese momento. Si eso le pareció raro, más raro le pareció que su compañero de piso, tras terminar su almuerzo dijera que se iba a su cuarto a dormir la siesta. ¡La siesta! Como si Law tuviese ojeras por nada.

Fuera como fuese, Zoro y Luffy se quedaron en el salón jugando con la pley y se divirtieron tanto que no se percataron de la hora que era hasta que el peliverde recibió una llamada a las seis y media de la tarde.

-¡Ah, dale a stop! ¡stop!

-¡Ja! ¡Te he vuelto a ganar!

-Te dije que le dieras a stop, tramposo. ¿No ves que me están llamando?

-Escusas, escusas.

Mientras descolgaba hizo un gesto amenazante de levantarle la mano a Luffy, pero solo consiguió que se encogiera un poco, muerto de risa.

-¿Diga?

-Zoro soy yo -reconoció la voz de Ace- Estas con Luffy ¿verdad? No digas mi nombre.

-¿Qué pasa?

-¿Puedes irte a un lugar que no te escuche?

El peliverde miró al estudiante. Ya estaba jugando una partida por su cuenta. Se levantó y se fue para su cuarto.

-Ya, que pasa.

-¿Tenías algún plan esta noche?

-¿Un plan? No ¿Por qué?

-Tengo entradas para el partido de baloncesto de las ocho.

-¿De verdad? ¿Creí que estaban agotadas?

-Marco compró cuatro para ir con su mujer, conmigo y con alguien más que yo quisiera. Pero al que yo se lo pedí me ha dado plantón. ¿Te apetece?

-Bueno... no sé. Con Luffy aquí...

-¿Tiene la pley?

-Si.

-Entonces dile que sales un momento. Ni se dará cuenta.

-¿No sería mejor que le invitaras a él? Por eso de que es más cercano a ti y eso.

-Cuando se saque el bachillerato me planteo si es más cercano a mi o no. Venga, te recojo en tu portal.

Ya no hubo nada más que objetar. Zoro hizo lo que le dijo Ace, pero no muy seguro de que la pley fuese suficiente distracción añadió más agua al asunto.

-Law- le llamó abriendo la puerta de su cuarto- Salgo un momento. Te quedas a solas con Luffy ¿vale?.

-¿¡Qué!?

-Venga ya solo será un momento, adiós- aceleró el paso para salir a la calle.

-¡No me jodas, Zoro! -se puso a perseguirle- ¿Qué hago yo con ese crio?

-Ponte a jugar a la pley.

-¿Qué edad te crees que tengo?

-Luffy, salgo un momento- le dijo ya saliendo por la puerta- Te quedas con Law.

-¡Vale!

-¡Nada de vale!- pero el peliverde ya había cerrado la puerta. Resopló, miró al chico, que igualmente le miraba a él.

-Si no sabes jugar yo te enseño.

Law se quedó quieto, tan solo un momento. Tomó fuerzas y se sentó en el sofá, a una distancia de más que respeto.

-No, gracias. Prefiero mirar.

-Como quieras- sonrió ya volviendo a usar los mandos.- pero si cambias de idea me lo dices.

Se quedaron callados mientras los sonidos de coches disputándose una carrera se propagaba desde el televisor.

No me reconoce, pensó Law, no me reconoce para nada. Después se rio de mi mismo. Claro,¿Quién reconoce a los pájaros que asoman a la ventana?

Continuará...

Notas finales:

Si, lo siento, yo tambíen pensaba que este capitulo sería el reencuentro, pero se me alargó más de lo normal y las siguientes escenas quería escribirlas sin preocuparme mucho de cuantas páginas llevaba escribiendo. De todas formas diré que ya si que en el siguiente capítulo no hay escapatoria. O se ven o se ven.

No se si os habréis dado cuenta, pero he pasado un kilo de las cicatrices que deben llevar los personajes en el manga. Lo digo sobre todo por Zoro, una cosa es que sea el becario de pelo verde y otra el becario tuerto. No, no. Además, eso cambiaría sus razones por las que dejó el deporte para hacerse periodista, por mucho que el quisiera y pudiera más que nadie, es difícil que se arriesguen a añadir a un tuerto a su equipo.

Ah, y con respecto a Noche Rara, para quien se lo haya leído. Si, Mihawk dijo unas cuantas cosas, todas no tenían que ser verdad.

Y por cierto, hablando de Mihawk, siempre he escrito su apellido como Yurakiur (que es como se pronuncia), porque Dracule siempre me sonó a guasa, pero en este si que le he puesto el apellido como corresponde. Me dio por ahí.


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