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El arte de la guerra: Amenazas por RoseMalfoyBlack

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Notas del capitulo:

N/A: Gracias por los reviews del cap anterior :3 

Este cap me gustó mucho escribirlo y espero que a ustedes también les agrade. 

Aparecerán nuevos personajes que espero que los convensan de seguir la historia.

¡A leer!

Chapter 2: Un viaje al Callejón Diagon

Era una mañana tranquila y los primeros rayos del sol de verano iluminaban los terrenos de Malfoy Manor. Los cisnes albinos comían tranquilamente y los caballos corrían por el amplio establo mientras eran atendidos por los elfos. Un hombre alto y rubio caminaba en compañía de un muchacho idéntico a él por el  camino rumbo a la entrada de la Mansión. El mayor puso una de sus manos en el hombro del niño y desaparecieron.

Lucius detestaba la aparición, era una sensación extraña. Como si te estuvieran exprimiendo por un tubo a presión. Cayó de pie en la entrada del Caldero Chorreante junto a su padre. Alisó los pliegues de su túnica gris y miró al mayor. Tenía la sospecha de que su padre estaba preocupado por algo, pero no le dio más importancia. Si fuera algo grave su padre ya se lo habría dicho, como cuando su kneazle estuvo enfermo y casi muere. Ambos se dirigieron al interior de la taberna. Las personas allí dentro los miraron con curiosidad y se levantaban para saludarlos.

-Lord Malfoy, es un gusto saludarlo. ─dijo una señora mayor de aspecto espantoso acercándose a ellos para estrecharles la mano.

Lucius hizo una mueca de desprecio, ¿cómo se atrevía esa sucia mujer a tan solo dirigirles la palabra? Su padre hizo una mueca similar, pero dio una seca cabezada como saludo. Él solo lo imitó.

-Lord Malfoy, ¿viene a hacer las compras de Hogwarts? ─preguntó Tom, el tabernero intentando inútilmente hacer pasar el mal trago.

-Así es, Tom. Lucius ya pasa a tercer curso.

Lucius sonrió y le dirigió una mirada superior a Tom. Los dos se dirigieron hacia la parte de atrás de la taberna. Su padre sacó su varita y golpeó uno de los ladrillos de la parte superior izquierda. La puerta de entrada al Callejón Diagon se abrió para ellos y la cruzaron sin ningún problema.

-Tengo que comprar los libros, padre. ─dijo Lucius con un suave suspiro. Sirius, ¿en dónde estás?, pensó con una suave sonrisa en los labios.

-De acuerdo, tú ve a Flourish & Blotts. Yo iré a Gringotts a ver unas cosas. ─Su padre lo miró seriamente.─ No salgas de la tienda hasta que yo llegue, ¿de acuerdo?

-Está bien. Pero padre, ¿por qué tanta preocupación? ¿Sucede algo malo? ─Lucius le dirigió a su padre una mirada seria. ¿Estaría en peligro? ¿Quién querría hacerle daño?

-Tú solo has lo que te digo y no hagas preguntas, Lucius. ─Abraxas estaba consciente de que su hijo era demasiado inteligente para su propio bien. En ese momento dos niños de pelo negro, un hombre alto, elegante y cabello del mismo color que sus hijos con una hermosa mujer tomada de su brazo aparecieron caminando hacia ellos.

-¡Hey! ¡Lucius! ─dijo el niño más alto. Sirius Black caminaba hacia ellos con una sonrisa, ataviado con una túnica azul oscuro casi negro y botas de cuero de piel de dragón.─ ¿Cómo estás?

-Hola, Sirius. Bien, ¿y tú? ─Lucius sonrió a Sirius y su pequeño hermano Regulus.─ Lady Walburga, Lord Black. ─Dio una cabezada elegante como saludo a los mayores.

-Bien. Mi padre irá a Gringotts mientras que madre nos acompañará a por los libros y la varita. ─Orión Black, un hombre atractivo y bastante parecido a su hijo mayor saludó con un movimiento de mano al niño y su padre.

-Orión yo también iba al banco, vamos por ahí. Walburga, te encargo a mi hijo. ─El rubio mayor le dirigió una mirada seria a Lady Black. La mujer asintió y se despidió de su esposo con un beso en la mejilla.

-Nos vemos después, Orión. Abraxas. ─dijo la mujer pelinegra con una suave sonrisa.

Ella tomó a Regulus del brazo instándolo a caminar y con un movimiento hizo que Sirius avanzara. Lucius se quedó un rato parado en su sitio mirando a su padre. Sin embargo, los siguió rápidamente poniéndose a la altura de Sirius para empezar a charlar. Walburga sonrió, su hijo mayor se veía bastante cómodo al lado de Lucius Malfoy. Por el rabillo del ojo observó a Regulus que caminaba a su lado sin decir nada, miraba a los otros niños con algo parecido a los celos. Frente a ellos se apareció un hombre con una túnica negra y los apuntó con su varita. Walburga reaccionó con rapidez sacando la suya.

-Expelliarmus ─dijo ella con un fluido movimiento de varita. No iba a permitir que dañaran a sus hijos.─ ¡Atrás de mí! ¡Rápido! ─gritó a los chicos mientras movía su otra mano instándolos a que se movieran rápidamente para guarecerse del fuego cruzado. Lucius tomó a Sirius de la mano y lo hizo agacharse. El Black mayor abrazó a su hermanito que gritaba por su madre.

-¡Desmaius! ─gritó el atacante con furia.

-¡Protego! ¡Incarcerus! ─gritó a su vez Wualburga Las personas que pasaban por ahí gritaban y cogían a sus niños desapareciéndose al instante. Wualburga quería hacer lo mismo, pero tenía que proteger a los niños. Además su esposo y Abraxas estaban cerca. Ellos vendrían rápido. Tenían que hacerlo─ ¿Qué es lo qué quieres? ─preguntó, mientras desviaba otro hechizo del atacante.

-¡Expulso! ¡Bombarda! ¡Incendio! ─los tres hechizos se dirigieron hacia Wualburga con rapidez. Ella esquivó el primero y desvió el segundo, pero el último rozó su túnica prendiéndole fuego.

-¡Mamá! ─Gritaron Sirius y Regulus al mismo tiempo.

-Aguamenti ─dijo la pelinegra apagando el fuego antes de que sea demasiado tarde. Se había quemado la pierna, pero no era nada grave al parecer.─ ¡Depulso!

El atacante lo esquivó con bastante facilidad haciendo que Wualburga se molestara más.

-¡No podrás contra mí! ¡Corpora expellere! ─gritó el tipo con un movimiento lateral de su varita. De la punta de esta un rayo amarillo se dirigió hacia la mujer.

Walburga se hizo a un lado para poder esquivar el hechizo. Ese tipo de verdad la quería matar. Ni siquiera se reprimía en utilizar magia negra.

-¡Inmovilus! ¡Reducto! ─gritó ella intentando herir a su atacante. Tenía que poner a salvo a los niños.─ ¡Diffindo!

-Ignis anulus ─de la punta de la varita del atacante salió una línea de fuego envolviéndolos a los dos para evitar que la ayuden.

-¡Niños corran! ─gritó Walburga. Era su oportunidad.

-No lo creo. ─Walburga vio con terror como unos tipos vestidos también de negro se aparecían frente a los niños. Lucius se puso delante de los dos menores y sacó su varita.─ Creo que los Black y los Malfoy se quedarán sin herederos.

Walburga sonrió. Empezó a mover su varita mientras murmuraba en algún idioma desconocido. El tipo empezó a lanzar hechizos contra ella, pero todos rebotaban. La mujer siguió con su canto hasta que una luz morada  salió de la punta de su varita y se dirigió con fuerza y rapidez hacia el hombre. El hechizo lo golpeó y lo atravesó. Él abrió los ojos y la boca con sorpresa, no pudo hacer nada más, pues se desvaneció del lugar con un sonido horrible.

-¡Walburga! ─escuchó que gritaban. Por la voz supuso que era su esposo. Empezaron a aparecer los aurores con sus capas azules ondeando.─ ¿Qué pasó? ¿Y qué le hiciste a ese hombre? ─dijo Orión mirándola con los ojos entrecerrados.

-Lo forcé a desaparecerse. ─dijo ella mientras se apoyaba en su esposo. La pierna le dolía mucho ahora. Necesitaba díctamo.─ ¿Por qué demoraron tanto? Podrían habernos matado. ¡Casi se llevan a los niños, por Merlín!

Orión no respondió, solo la miró con algo parecido al asombro y al orgullo. Alzó la mirada de su mujer, había sentido que alguien lo miraba. Un hombre ligeramente rechoncho se acercaba a ellos con paso rápido.

-Jefe Robarts, por fin llegan usted y sus hombres. ¿Acaso nadie les avisó del ataque? ─el sarcasmo en la voz de Lord Black era tan obvio que Robarts retrocedió. Se tomó unos minutos intentando recobrar la compostura.─ Como acaba de escuchar, mi esposa, hijos y ahijado casi mueren. A los niños casi se los llevan si es que Abraxas y yo no llegamos a tiempo. Déjeme decirle que su trabajo deja mucho que desear.

-Lo sentimos mucho, Lord Black, pero nadie nos avisó de este ataque. ─dijo Robarts fijando sus pequeños ojillos azules en los ojos gris tormenta de Lord Black.

-¿Y no se supone que ustedes deberían estar vigilando el Callejón? ─Abraxas se había acercado a ellos y miraba a Gawain como si fuera una cucaracha. Unos metros más allá Walburga, que se había alejado sin que se dieran cuenta, era atendida por un medimago al igual que los niños.─ En la última reunión del Wizengamot se tomó esa medida de seguridad. Creo que los Lores Black y yo dijimos que debíamos asegurar el comercio, por el tema que usted sabe.

El Jefe de los aurores lo miró con molestia. Sabía de esas medidas. No solo el Callejón debía ser vigilado sino también el mercado mágico y los grandes poblados mágicos como Hogsmeade, Ottery St. Catchpole, el Valle de Godric e Instituciones como San Mungo, la Academia de Aurores, Hogwarts, el Ministerio, Azkaban, etc. ¿Acaso no se daban cuenta que no contaban con tantos aurores?

-Al menos nadie salió gravemente herido, Lord Malfoy. ─después de decir eso se dio cuenta que era un error. Orión lo miró furioso.

-¿Qué nadie ha sido herido gravemente? ─siseó el hombre con ira. Sus labios se curvaron en una mueca macabra.─ ¿Y mi esposa qué? ¿Y el trauma de los niños qué? Creo que no fue justamente por sus hombres que no hubo un asesinato ¿no?

-Robarts, usted debería cuidar lo que dice. Y más frente a un hombre que puede hacer que lo  saquen de su cargo ¿no es así? ─Abraxas sonrió con arrogancia.

Orión murmuró algo en otro idioma a Abraxas provocando que este sonriera. Robarts solo entendió las palabras “osado” y “Thomas”. Por lo poco que había entendido supo que era francés.

-¡Orión! ¡Abraxas! ─los dos hombres se volvieron. Un hombre alto, de cabello castaño, piel ligeramente bronceada se acercaba a ellos acompañado de dos niños idénticos a él.─ Acabo de enterarme del ataque. ¿Cómo están Walburga y los niños?

-Hola Thomas. Están, gracias a Merlín y no a los aurores, bien. ─dijo Orión con saña. Thomas Storm era el patriarca de dicha familia sangre pura. Su linaje era casi tan antiguo que el Black o el Malfoy y, poseían una fortuna casi tan grande como la de ellos. Thomas había ido a Ravenclaw y era amigo de la infancia de Abraxas y él. Era un hombre inteligente y muy hábil en los negocios. Por algo su familia dominaba el comercio marítimo de la comunidad mágica inglesa.─ ¿Esos son George y Oscar?

-Sí, estos son mi hijo mayor, George ─señaló al niño más alto que sonrió con timidez a los dos adultos─ y el menor Oscar. ─le dio un suave empujón al niño que también sonrió, pero con más confianza que su hermano mayor.

Abraxas sonrió. El mayor parecía tener la misma edad que su hijo Lucius y el menor le calculaba unos diez años como Regulus.

-Padre ─dijo una voz suave y que arrastraba las palabras. El niño rubio miraba a su padre con el ceño fruncido.─ ¿Me puedes explicar qué fue lo que pasó?

-Aquí no Lucius. ¿En  dónde quedaron tus modales? ─reprendió Abraxas a su primogénito.

Lucius bufó imperceptiblemente.─ Buenos días, Lord Storm. George, Oscar.

Abraxas frunció el ceño. Creía que su hijo y el  mayor de los Storm eran amigos. Es cierto que no eran muy cercanos pues Thomas y su familia habían pasado casi todo el tiempo de vida de su hijo mayor en el extranjero. Sin embargo, en Hogwarts ellos debían de compartir habitación, ¿acaso George no iba a Slytherin? Lucius lo había tratado con demasiada formalidad.

-Déjame preguntarte George, ¿en qué casa estás? ─carraspeó un poco para atraer la atención de todos los presente.

-A Ravenclaw como mi padre.─ el niño respondió arqueando una ceja ligeramente.

-Ya veo.

-¿Sucede algo Abraxas? ─dijo  Thomas ligeramente incómodo.

Él había asistido a la boda de Thomas, estaba casado con una mujer hermosa, de cabello rubio y largo, tez blanca como la leche; una sangre pura. Fleur Prince, la hermana pequeña de Katleen Prince. Y ellas dos eran Slytherin. Al parecer, todos los Storm eran Ravenclaw. Después de todo se decía que eran descendientes de la misma Rowena.

-No es nada, es solo que pensé que Lucius y George iban juntos en Slytherin. ─dijo alzando los hombros de una manera elegante.

Thomas rió.─ Todos piensan eso, pero los Storm prácticamente nacimos en la casa Ravenclaw.

Y sus sospechas fueron confirmadas con eso. Muchos rumores circulaban en torno a los Storm en la comunidad mágica británica. Él personalmente sabía que Thomas era un hombre poderoso, tenía un gran talento mágico. La capacidad de usar la magia sin varita era algo que muchos magos experimentados no dominaban y sin embargo, él lo hacía con la mayor naturalidad del mundo cuando apenas tenía once. Además, su gran capacidad de crear hechizos, la aritmancia era uno de sus cursos favorito y según Abraxas sabía, había seguido unos cursos extras.

Walburga miró con interés disimulado la interacción de los tres hombres. Parecía que hablaban algo demasiado importante. Se acercó y pudo escuchar como Thomas decía:

-… Debemos asegurarnos de que esto no vuelva a ocurrir. Personalmente creo que debemos mantenernos en grupo, así será más difícil que nos vuelvan a atacar.

-Tienes razón, es importante mantenernos juntos. No quiero que Walburga se tenga enfrentar sola a esos tipos de nuevo. ─Walburga sonrió, la preocupación de su esposo la enternecía.

-Querido ─dijo con suavidad cuando se hubo acercado lo suficiente. Orión se volvió al igual que Abraxas mientras que Thomas hacía una pequeña reverencia y los niños lo imitaban.─ Creo que debemos seguir con las compras, al menos para que los niños se distraigan. Sinceramente, no quiero venir otra vez al Callejón.

-Por supuesto, Walburga querida. ─dijo  Orión sonriendo a su mujer. Sus hijos se habían acercado siguiendo a su madre y lo miraban expectantes─ Ya que estamos aquí iremos juntos. Por seguridad.

Todos avanzaron por el Callejón, primero entraron a Flourish & Blotts para comprar los libros. Sirius salió cargando una ordenada pila de ellos, Lucius tenía una también al igual que George. Regulus y Oscar hablaban tranquilamente de trivialidades. Ambos entrarían al colegio el próximo y discutían a que casa los mandaría el Sombrero Seleccionador. El niño Black decía que él iría a Slytherin como sus padres y hermano, Oscar decía que él quería ir a Ravenclaw, pero que no estaba muy seguro. Los adultos conversaban entre ellos sin desatenderse de los niños.

Por fin llegaron a Ollivander’s. Sirius estaba realmente emocionado, tendría una varita. Su padre le había prometido enseñarle unos hechizos básicos, quería que esté preparado y que supiera cómo defenderse. Al entrar, Sirius fijó sus ojos grises en el hombre que lo miró primero sin decir nada.

-Buenos días, señor Ollivander. ─dijo Sirius nervioso. No sabía porque, pero el hombre le ponía los nervios de punta.

-Buenos días. ─En ese momento, Orión y Walburga entraron en la pequeña tienda. Los ojos del vendedor se abrieron con sorpresa y se fijaron nuevamente en el pequeño Black.─ Oh usted debe ser Sirius Black ¿no es así? Aún recuerdo cuando sus padres vinieron aquí a comprar sus varitas. ─Ollivander sonrió. Sin esperar a que Sirius respondiera algo, se volvió sobre sus pasos y empezó a rebuscar entre las cajitas que tenía por ahí. Pronto se acercó con una de ellas y la abrió mostrándosela a Sirius.─ Abedul, centro de fibra de corazón de dragón. Flexible. Muy buena en Defensa y Encantamientos.

Sirius la movió y varias de las cajitas que estaban delante de él saltaron o simplente cayeron al suelo. Ollivander negó con la cabeza y empezó a buscar de nuevo entre las cajas. Sirius ya había dejado la varita en la mesita cuando Ollivander apareció de nuevo.

-Nogal, centro de pelo de unicornio, 26 centímetros. Dura. Especial para Transformaciones y Defensa. ─dijo sin más entregándosela a Sirius.

Sirius la agitó y la varita vibró en su mano. La sensación era cómoda, bastante cómoda. Casi como se la había descrito Lucius, pero era más. Él lo sabía, era como si su mente y la varita se hubiesen unido y fueran uno. Se sentía muy bien, solo pudo sonreír. Ollivander asintió con una ligera sonrisa.

Feliz salió de la tienda acompañado de sus padres. Regulus corrió hacía él y le preguntó cómo le había ido. Él solo sonrió aún más y se la mostró con orgullo.

-¡Guau! ¡Es asombrosa! ─Regulus hablada como si no hubiera nunca antes una varita. Sirius le sonrió y lo despeinó ocasionando que su hermanito le dirigiera una mirada molesta.

Lucius, George y Oscar también se acercaron observaban divertidos el intercambio entre los dos hermanos. Después de eso, se dirigieron al Boticario a comprar los ingredientes para pociones. Luego, fueron a la tienda de animales. Ahí vieron a otros niños (dos pelinegros y un castaño) que seguramente también irían a su primer año en Hogwarts, pero no les prestaron demasiada atención. Sirius compró una bonita lechuza negra y algunas cosas para que pueda alimentarse. Como se acercaba la hora del almuerzo decidieron ir al caldero Chorreante para poder pedir algo y después seguir con las compras.

Alrededor de las dos de la tarde regresaron a casa. Sirius estaba seguro de que ese día se le quedaría gravado en la memoria. Aunque, lamentablemente no solo por sus primeras compras escolares, sino también por el ataque.  ¿Por qué los habrían atacado? Definitivamente tenía muchas cosas que preguntarles a sus padres, pero eso lo haría mañana. Estaba muy cansado, dispuesto a tomar una siesta, se recostó en su cama y se durmió.

Notas finales:

Muchas gracias por leer. De verdad,esta es la primera historia que subo a una página y me alegra que les guste. 

Cualquier cosa comenten. Lo que sea, si les gusta la historia, que no les gusta o si tienen algún consejo. Acepto de todo, por supuesto con respeto.

Los quiero, un beso :3

Rosie <3


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