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Primaria por panqueque2

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Notas del capitulo:

Holaaa!!

 

Sé que tardé mucho en actualizar pero me costó mucho tener un tiempo para poder escribir T^T.

 

LA cosa es qye por fin les traigo el segundo capítulo.

A leer ~~

Gracias a las indicaciones de Luhan, Sehun logró dar con la sala de Jongin al instante. Asomó su cabeza por la pequeña ventana  y lo encontró sentado frente al escritorio con una montaña de dibujos que supuso habían sido hechos por sus pequeños alumnos.

 

Dejó que la puerta se abriera con fuerza para así llamar la atención del moreno  e ingresó con su semblante serio y cejas fruncidas como queriendo dejar en claro que no venía muy contento.

 

— ¡Tú, Kim Jongin!­— exclamó apuntándole con el dedo— ¡Espero que seas inmortal porque no saldrás ileso de la paliza que pienso darte!

 

Jongin dejó de corregir los trabajos de los niños y fijó la vista en el enfurecido rostro de Sehun. Con calma, quitó los lentes que llevaba sobre sus ojos y giró la silla acomodándose dispuesto a recibir todos los reclamos habidos y por haber que Sehun traía, porque sí, Jongin sabía que tarde o temprano su amigo vendría a reprocharle.

 

—Buenas tarde Jongin, ¿Qué tal va tu día? Nada mal Sehun, los niños se portaron excelente y no he quedado con trabajo para la tarde— habló dejando notar el claro sarcasmo en su tono.

 

Sehun le miró un momento, luego continuó avanzando hasta quedar frente a él.

 

— ¿Por qué no  dijiste que debía disfrazarme de un maldito pingüino rarito? – gritoneó echando humo por la nariz.

 

—Corrección, se llama Pororo, no “Maldito pingüino rarito” y sabes bien que si te decía, jamás hubieras aceptado.

 

Sehun tuvo que contener sus impulsos de lanzarse sobre Jongin para golpearle, primero, porque estaban en una escuela repleta de niños y segundo, porque no pensaba cargar con un Jongin moribundo hasta el estacionamiento.

 

Caminó en círculos por todo el lugar pensando en alguna solución a su problema, realmente no quería vestir ese ridículo disfraz, dañaría su imagen de por vida y él no estaba dispuesto a eso. Dio varias vueltas por alrededor de la sala hasta detenerse con su rostro fijo en el de Jongin.

 

—No puedo hacerlo, trabajaré en lo que pidas pero no quiero usar ese asqueroso disfraz, quien sabe dónde ha estado— una mueca de asco se formó en su rostro, Jongin sólo sonrió.

 

—Si estuviera en mi poder, impediría que lo utilizaras pero te dije que mi hermana necesitaba gente de confianza. Te conozco desde la primaria, eres responsable y trabajador, además, me has dicho que estabas buscando trabajo porque no tenías  dinero. No sé por qué te quejas, nadie sabrá quién eres debajo de esa cabeza redonda y enorme de pingüino.

 

 

 

Jongin era bastante persuasivo y Sehun bastante fácil de convencer. Terminó persuadiéndole diciendo que el ganaría un buen sueldo y que sólo serían tres meses.

 

 

 

—En estos momentos te estoy odiando — le dijo Sehun sin dejar su expresión de enfado a lo que Jongin respondió con una sutil sonrisa.

 

—Gracias por aceptar — sonrió.

 

 

 

Sehun simplemente bufó rodando los ojos, se despidió con la mano en alto y salió del lugar dejando a Jongin con muy bueno humor.

 

 

 

*****

 

 

 

 

 

A la mañana siguiente KyungSoo iba tranquilamente sentado en la parte trasera de la camioneta con su madre al volante. En sus manos traía envueltas un par de galletas que el día anterior ayudó a preparar para su padre quien llegaba de un viaje de trabajo.

 

—Omma, ¿por qué cocinas galletas? —preguntó KyungSoo apareciendo por el lado izquierdo de su madre.

 

Ella le sonrió mientas continuaba dando forma a los trozos de masa dulce.

 

—Tu appa ama las galletas y como yo quiero ver a appa feliz, preparo galletas para él.

 

La expresión de asombro en el rostro de KyungSoo invadió todo su rostro. Sus ojos y su boca estaban abiertos a mas no poder mientras su pequeña mente de niño iba procesando la  respuesta de la mujer.

 

—Omma ¿podría ayudarte a hacer galletas?-volvió a preguntar entusiasmado.

 

Su madre le quedó viendo por unos instantes antes de que asintiera a su petición con su bonita sonrisa aun en el rostro.

 

—Ve a lavar tus manos, yo acercaré el piso para que puedas pararte sobre él…

 

 

 

  

 

Un leve cosquilleo se hizo presente en su estómago acompañado de una tímida sonrisa que enrojeció sus abultadas mejillas. Apretó fuerte el pequeño envoltorio contra su pecho y se mantuvo mirando por la ventana sintiendo el latir acelerado de su corazón.

 

 

 

A la primera hora de clases, el curso de Jongin tenía gimnasia. Los niños corrían de un lado a otro jugueteando a perseguirse o a las escondidas. Jongin caminó hacia ellos con su uniforme de entrenador que consistía de una camiseta color blanco y los short verde obscuro tal como el color de la institución. Tocó el pequeño silbato que colgaba en su cuello  logrando así la atención de los niños que muy rápidamente se alinearon frente a él tomando asiento en el suelo del patio.

 

—Hoy jugaremos a las quemadas – comenzó a explicar — se van a dividir en dos grupos, cada uno escogerá a un representante que irá en el área del arco. El juego  consiste en no dejarse tocar por el balón que lance la persona del  otro equipo, de lo contrario, estarán quemados. Si el balón llega a sus manos y luego cae al suelo, contará también como quemado. El grupo que quede sin integrantes para quemar, pierde. ¿Listos?

 

Los niños gritaron en respuesta y en menos de un minuto, el curso se dividió en  dos equipos para comenzar el juego.

 

Luhan era muy bueno jugando, se mantenía de aquí por allá esquivando y devolviendo pelotazos que el equipo contrario lanzaba a su grupo. También se preocupaba de siempre estar cerca de Soo, el niño era tan lento y despistado por lo que muchas veces estuvo a punto de ser quemado pero Luhan aparecía de quien sabe dónde e impedía que un certero golpe le llegara en alguna parte de su cuerpecito.

 

Jongin por su parte, observaba a sus alumnos jugar a una distancia prudente para poder supervisarles y no distraer el juego. Una sonrisa se posaba en su rostro cada vez que veía a KyungSoo esquivar el balón o hacerse bolita para no ser golpeado. Su pequeño favorito lucía tan inocente y bonito corriendo de un lado a otro con un Luhan que molesto le regañaba por lo torpe que llegaba a ser.

 

En ese momento, una mujer  joven y guapa, de contextura delgada y cabello rubio, ingresó a la cancha buscándole con la mirada. Era la profesora Jung, Jessica Jung. Jongin al verla, le sonrió y se acercó a saludar para conversar. La señorita Jessica era profesora de cuarto año de primaria, muy  agradable y femenina, podría decir que se acercaba mucho al  tipo ideal de Jongin aunque él jamás le había visto como una potencial “conquista” a pesar de que ella varias veces le  invitó para quedar y tomar algo.  Pero  con todo el embrollo de KyungSoo,  Jongin estaba reconsiderando el tener” algo” con la bonita profesora.

 

—Buenos días Jongin—saludó ella, con su resplandeciente sonrisa y dientes blancos.

 

—Buenos días profesora, ¿qué la trae por aquí? — Jongin le saludó con su grave voz de hombre conquistador.

 

Jessica pareció cohibirse un poco y eso hizo que él sonriera gustoso.

 

—Hoy tenemos reunión con el director, venía a hacerte recuerdo- le dijo tímida mientras arreglaba el mechón de su cabello que se coló a su rostro.

 

 

 

A lo lejos, KyungSoo miraba todo con un pequeño puchero en sus labios. Sentía unas ganas enormes de echarse a llorar y todo por culpa de esa profesora que conversaba con su maestro. Su corazoncito latía fuerte tanto que le asfixiaba, KyungSoo quería correr lejos y llorar en los cálidos brazos de su omma porque su omma siempre le hacía sentir bien, pero en esos momentos, debía estar trabajando  y muy difícilmente podría aparecer para acariciarle y brindarle palabras de apoyo. KyungSoo estaba tan concentrado en los movimientos que hacía su profesor que no percibió el balón volar hacia él.

 

—¡Kyung ah, cuidado! — oyó a Luhan gritar.

 

Volteó en seguida pero de todas formas no logró esquivar la pelota y terminó con un chichón en el costado de su frente.

 

 

 

 

 

*****

 

 

 

 

 

—Con eso bastará, la hinchazón bajará en poco tiempo.

 

KyungSoo asintió cohibido y triste a las indicaciones de Jongin. Estaba sentado en la camilla de la enfermería con su maestro al frente untándole ungüento para su chichón. Miró a Jongin sonreírle con dulzura y eso no hizo más que volver a hacer que sintiera ganas de llorar. Cubrió su rostro con las manos y comenzó a lloriquear bajo la mirada de preocupación del moreno.

 

— ¿K-KyungSoo q-qué sucede? ¿Aun te duele? –preguntó Jongin tomándole de los hombros con suavidad.

 

El niño negó.

 

—L-lo siento profesor— lloriqueó—Yo no sé jugar a las quemadas y por eso todo el curso tuvo que dejar de jugar. Ahora usted debe odiarme y y y  —se sorbió los mocos que amenazaban por escapar para continuar sollozando.

 

Jongin estaba estupefacto, no esperaba que KyungSoo se sintiera culpable por haber tenido que detener el juego. De hecho ninguno de los niños pareció molestarse y ver al pequeño deshacerse en lágrimas le puso mal.

 

Con aflicción rodeó el pequeño cuerpo de KyungSoo y lo atrajo a su cuerpo acariciándole el cabello con cariño.

 

—Ya ya, KyungSoo, todo está bien—le calmó.

 

KyungSoo dejó de llorar al sentir los largos brazos de Jongin rodearle. Ahora su corazón latía igual que antes pero la razón era diferente. Su profesor, su amado profesor le estaba abrazando y brindando apoyo. De a poco sus gimoteos fueron cesando y Jongin se fue separando lentamente. Con sus delgados y largos dedos, limpió las lágrimas del pequeño para terminar besándole en la frente logrando que un notorio sonrojo se apoderara de las mejillas de éste.

 

—Gracias— susurró KyungSoo.

 

Jongin le sonrió.

 

—No hay de qué preocuparse, nadie está molesto contigo KyungSoo así que sonríe ¿de acuerdo?

 

El niño asintió con su labio abultado, Jongin le habría besado en ese momento pero la enfermera entró en el lugar para revisar a KyungSoo y cerciorarse de que todo estuviera bien.

 

Lástima por Jongin.

 

 

 

Cuando el día en el colegio llegó a su fin, uno por uno, los niños fueron despidiéndose de su profesor para luego salir corriendo por los pasillos hacia el patio de entrada camino a sus casas. KyungSoo fue el último en salir, esperó a que la sala quedara vacía para colgarse la mochila y acercarse a Jongin titubeando.

 

— ¿Pasa algo KyungSoo?- preguntó el maestro arrodillándose a la altura del pequeño, el cual tenía todo el rostro sonrosado.

 

A Jongin, KyungSoo no podía causarle más ternura. Miró sus pequeñas manitos tiritar mientras le entregaba un envoltorio azulado. Jongin lo recibió y con sumo cuidado lo abrió, sus ojos se agrandaron cuando pudo ver las galletas con chips de chocolate que venían dentro.

 

—Y-yo ayudé a omma a prepararlas, e-ella dijo que cuando uno quiere a una persona, hace este tipo de cosas para que sea feliz y yo…sólo pensé en usted, profesor.

 

Un calor abrumador invadió a Jongin, podía sentir sus mejillas calentarse con las palabras de KyungSoo, miró nuevamente las galletas y luego al niño. Quiso decirle muchas cosas pero no logró articular nada ya que KyungSoo acortó el espacio que separaba sus rostros y le besó tiernamente los labios.  Fue un pequeño y casto beso, uno que dejó a Jongin con ganas de más pero que fue suficiente para hacer que su corazón revoloteara de emoción.

 

— ¡Me gusta profesor! —exclamó KyungSoo, con los ojos cerrados y la nariz arrugada. Luego, salió corriendo por la puerta de entrada hasta el automóvil donde su madre le estaba esperando, dejando a Jongin perplejo dentro de la sala de clases.

 

 

 

 

 

*****

 

 

 

Luhan ese día se fue caminando hasta su hogar. Él vivía solo con su abuela de gran edad quien iba a buscarle todos los días a la escuela, pero esa mañana ella no amaneció bien por lo que Luhan fue al colegio prometiéndole que se vendría con algún amigo para que así  su abuela no se preocupara y él llegara bien.

 

El problema era que Luhan, con lo agrandado e independiente que creía ser, odiaba tener que pedir favores a otros y no quiso molestar a KyungSoo y a sus padres para que le fueran a dejar- aunque sabía que para ellos no era molestia-

 

Por esa razón, se fue caminando solo a través de las desoladas  y estrechas calles de la ciudad. Pero aunque Luhan fingiera siempre ser fuerte y conocedor de todo, seguía siendo un niño, inocente y asustadizo de lo desconocido.

 

Iba a paso rápido con su mochila bien sujeta a su espalda sintiendo como su pulso aceleraba debido a los nervios. Divisó a lo lejos una pandilla que no le trajo mucha confianza, intentó cambiar de ruta pero los hombres parecieron notar sus intenciones y comenzaron a  seguirle. Luhan ahogó un sollozo cuando empezó a correr en la dirección contraria.

 

Los pasos de los hombres resonaban en sus oídos acompañando el palpitar de su corazón.

 

— ¡Hey niño! — escuchó que le gritaban. Tuvo miedo de voltear por lo que siguió corriendo con fuerzas— ¡Niño!...¡Luhan!

 

 

 

¿Qué?...

 

A penas escuchó su nombre, giró hacia la calle encontrándose con el rostro serio y preocupado de Sehun. El chico conducía su automóvil último modelo y al parecer le venía siguiendo hace un tiempo. Luhan miró hacia atrás percatándose de que ya no le perseguían.  Sin poder contenerse, comenzó a llorar poniendo a Sehun en aprietos.

 

El adulto bajó del vehículo de inmediato y se acercó hasta quedar sentado a su lado. Luhan se lanzó a sus brazos abrazándole fuerte mientras las lágrimas seguían cayendo de sus acaramelados ojos.

 

—T-tenia tanto miedo— sollozó aferrándose a Sehun como lapa.

 

El chico sintió su corazón ablandarse antes de que comenzara a corresponder el abrazo. Tomó con cuidado a Luhan y le levantó hasta llevarlo a su auto para sentarle en los asientos de atrás con el cinturón bien abrochado. Se inclinó hacia delante y le acarició el cabello regalándole una sonrisa dulce.

 

—Todo estará bien, yo te llevaré a tu hogar ¿de acuerdo?

 

Luhan asintió limpiándose con las mangas de la chaqueta del uniforme. Sehun volvió a sonreírle antes de cerrar la puerta para ubicarse en el asiento de  al frente. Jamás se percató de las mejillas sonrosadas de Luhan ni del fuerte latir de su corazón  el cuál latía única y exclusivamente por él.

Notas finales:

Muchas gracias por sus comentarios, prometo responderlos todos *-*

Nos leemos pronto.


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