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En aquel closet por Thirteen Wilder

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Notas del capitulo:

Siempre he sido mala para escribir resumenes y para buscar nombres para el fic, quemenme y tirenme al rio por favor!!.

Miss! te debia este fic de cumpleaños, espero que te guste!!!

Los personajes no me pertenecen a mi sino a Masami Kurumada.

Tras haber revivido y haber sido obligados a reconstruir piedra por piedra el Santuario, los caballeros dorados estaban totalmente cansados, no tenían la culpa de que los edificios fueran tan viejos, antes hubieran resistido muy bien.

El más afectado en todo esto fue Dohko, quien se había quedado sin casa, pero Mu amablemente le proporciono un techo en donde vivir, no fue fácil acostumbrarse a la forma de vida del rubio, quien escapaba de sus actividades con la excusa de tener que estar en una meditación constante alrededor de las horas que convenientemente eran las mismas que tomaban de trabajos forzados.

Fueron tres años entre quejas de Afrodita por el sol, peleas de los caballeros gemelos sobre quien había hecho su trabajo mejor, los largos y,  de vez en cuando, tediosos sermones que Aioros hacia sobre la responsabilidad que tenía cada uno sobre su casa y de lo importante que era el trabajo en equipo. Bien podía hacer sus tareas en lugar de estar perdiendo el tiempo haciendo todo eso.

Un día Atena los convocó a sus aposentos, ya teniendo a todos ahí reunidos, se puso de pie y los miró con dulzura.

-Sé que estos dos años han sido pesados para ustedes, y en verdad estoy agradecida por su fidelidad- paseaba su mirada de izquierda a derecha, viendo desde el primer hasta el último caballero que estaba en esa enorme mesa- Las casas están terminadas y aunque aún falta mucho trabajo por hacer, quiero recompensarlos a todos.

-¿Me dejará tener una moto?- el caballero de escorpión preguntó en voz alta, sin embargo fue callado con un codazo en el costado izquierdo por Camus.

-Guarda silencio, no seas irrespetuoso- ni siquiera lo miró, solo se mantuvo serio.

-No seas irrespetuoso- lo imitó con una voz aniñada antes de cruzarse de brazos y a fin de cuentas, hacer lo que el aguador le había pedido hacer.

-Poco a poco tendrán sus recompensas, algunos de ustedes han sido recompensados con cosas aún más valiosas que los materiales-

Y aunque les costara admitirlo, la diosa hablaba con razón para su corta edad, tras haber sido revividos, habían podido tomar decisiones que antes no pudieron, esa vez que todos se volvieron a encontrar había sido caótica, entre sonrisas y abrazos, hasta golpes e insultos, había sido una buena decisión de la diosa el haberles ofrecido una vida nueva, en la cual pudieron decidir sobre su futuro, si convertirse en personas comunes y corrientes, o continuar viviendo en el Santuario protegiendo a Atena, obviamente todos tomaron la segunda opción, puesto a que no conocían otro tipo de vida y le estaban agradecidos a aquella mujer por tal acto de nobleza.

-La diosa Atena tiene razón- el patriarca se puso de pie- una nueva vida ha sido la mejor recompensa que pudiéramos haber tenido, así que debemos agradecerle por ello y no estar solamente exigiendo por más cosas-

-Tú no te puedes quejar, vives en la mejor casa de todas- susurró Saga mirando a otro lado

-Te escuché

-Caballeros, por favor- los interrumpió- La recompensa que tengo para ustedes será un viaje para los 14-

-¿Un viaje?-dijeron todos al unísono.

-Sí, necesitan unas vacaciones que les den un respiro de todo, partirán en dos días, en el lugar donde vayan tendrán lo necesario para disfrutar su estadía

-En nombre de todos le agradezco- Shion hizo una reverencia, después todos se pusieron de pie para hacer lo mismo.

Atena los despidió después del banquete y cada uno partió a su casa, o lo poco que tenían aun de cada una. Algunos iban haciéndose grandes expectativas de lo que iba a haber en el lugar, unos esperaban ir a las montañas a tener un momento de relajación, otros querían ir a una ciudad bulliciosa a perderse entre la gente y gozar lo que la noche les tuviera preparada, otros deseaban ir a lugares antiguos donde pudieran aprender y ver cosas nuevas para divertirse. Las opiniones se iban acabando conforme las escaleras iban descendiendo casa por casa.

Sin embargo la octava casa estaba vacía, su habitante se había detenido en la onceava solo para fastidiar.

-Me hiciste quedar mal- seguía con los brazos cruzados

-Tu solo decidiste eso- el caballero se iba deshaciendo de su armadura poco a poco- En las condiciones que esta el santuario no puedes pedir tantas cosas

-¿Disculpa?-introdujo un dedo en su oído- No pude escucharte bien, el sonido de tu librero enorme y tu fonógrafo  sobre mi cabeza no me dejaron oír bien…pedir un fonógrafo que pretencioso eres-

-Eso no es de tu incumbencia, además es diferente, a mí me dieron esas cosas, tú quieres todo gratis

- Creí que eso te gustaba de mí...

-No estoy de humor para soportarte

-¿Quieres que te ponga de buenas?- lo abrazó por la espalda

-Preferiría que no- se dejó abrazar por él- tengo mucho que hacer mañana como para andar adolorido por tu culpa

-Te puedes dar por enfermo- le dio un beso en el cuello.

-No soy tu- cerró los ojos un poco, pero antes de perder la compostura se separó – Caballero de escorpión, ya es muy tarde y debe irse a su casa-

-¿Y si no quiero?

-Tendrá que hacerlo por las buenas-

-No sé qué pasa contigo, ha pasado ya mucho tiempo que no hemos hecho nada- una rara sensación lo invadió- ¿Ya no te gusto?

-Que no tenga sexo contigo no quiere decir que ya no te quiera, no seas estúpido-lo tomo de los hombros y fue haciéndole una capa de hielo por toda la espalda, dejándolo inmóvil.

-¿Qué haces? ¡Libérame!- se trataba de mover inútilmente

-O si no ¿Qué?- alzó una ceja mientras lo iba llevando poco a poco a las escaleras.

-¡Te va a pesar!

-Mmm…-se puso frente a él- Tomaré el riesgo- pateo el pseudo ataúd de hielo para dejarlo acostado sobre las escaleras- espero que tu nuevo muro sea en verdad resistente- de un simple empujón el caballero se deslizó, derribando como bolos a sus demás compañeros que iban caminando y llegando a su casa dándose contra la pared que rompió el hielo.

Cierto era que cada uno había recibido una recompensa, estos dos por fin habían tomado la decisión de estar juntos y enfrentaron a todos, haciendo publica su relación. Nadie iba a juzgarlos, algunos de ellos se encontraban en la misma situación, pero no podían sentir aun la valentía necesaria para ir con la persona amada y decirle la verdad.

Después de muchas dudas y apuestas, llegó el día del viaje, cada uno traía una maleta pequeña con las pocas posesiones que tenían. Bajaron y vieron un avión privado que Atena les tenia listo, todos subieron y hablaban en voz alta antes y durante el viaje. Después de unas cuantas horas de vuelo y uno que otro hombre nauseoso en el baño, el avión aterrizó en una isla que tenía diferentes tipos de cabañas localizadas a las orillas de las playas. Fueron recibidos y llevados cada uno a su habitación, la diosa creyó conveniente ponerlos en parejas para no tener problema alguno al momento de elegir en donde hospedarlos, claro, al saber de la relación de Camus con Milo, decidió hacerlos dormir juntos en una cabaña.

Todos miraban lo novedosas que estas eran, eran amplias, tenían una sala con dos sofás que daban hacia una pequeña televisión, velas en la mesa de centro, una enorme puerta que daba hacia una terraza no más grande de 2x5, en esta había un jacuzzi, y una escalera que daba hacia el mar, por si querían tomar un baño ahí también. La habitación estaba bellamente adornada, tenía la imagen de un lugar fresco con las sábanas blancas  y la madera de color oscuro haciendo un buen contraste, el baño estaba al lado y era lo suficientemente grande. Una persona podía relajarse ahí sin tener que salir de la habitación, sin contar la cantidad de actividades que podían hacer en la isla, ya fuera una excursión, una visita al spa, etc.

-No sé qué hacer primero, deberíamos ir a… ¿Qué estás haciendo?-

-Leo…-Camus se había acostado en el sofá y abrió un libro- anda, vete a pasear

-¡¿Qué?! ¿Vas a perder tu tiempo leyendo?- le quitó el libro de las manos- No puedes hacer eso

-Claro que puedo, no me hagas congelarte hasta que acaben las vacaciones-lo amenazó

-No puedo creerlo- le entregó el libro- Deberían multarte por hacer esas cosas

El aguador no le hizo caso, simplemente se pondría a leer un rato y quizá y solo quizá, nadaría un momento a solas, quería disfrutar del silencio al menos una vez en mucho tiempo. Milo se había ido a la excursión con Aioria, Aioros y Shura.

Terminó de leer y se puso su traje de baño, encima de ello una camisa blanca desabotonada, no iría mas lejos que al mar que tenían en el balcón, dejó las cosas ahí y se dio un buen chapuzón, disfrutando lo fría que estaba el agua, nadó y nadó sin preocupaciones, hasta que salió del mar y subió las escaleras.

-Así que, solo ibas a leer- Milo lo estaba esperando en el balcón.

-¿Qué haces aquí? ¿No estabas de excursión?-lo vio con indiferencia

-Aioros olvidó algo…-lo dejó pasar- Últimamente pienso que no quieres estar conmigo

-Eres muy fastidioso- buscó su camisa

-¿Eso es un sí?

-Milo, no podría cansarme de ti- entró a la casa en busca de algo para secarse

-Eso dices ahora, pero me has estado evitando desde hace ya un tiempo-le tomó el brazo-¿Qué pasa?

-Aun no estoy acostumbrado, es todo- se acercó a él para zafar su brazo del agarre

-Haré que te acostumbres entonces…

Milo le tomó el rostro con ambas manos y beso sus labios lentamente, siendo correspondido por el otro fue solándolo poco a poco para abrazarlo, juntar su cuerpo con el suyo y sentir sus brazos a su alrededor, había sido un beso corto, algo tímido para venir del escorpión, lo volvió a mirar en aquella corta distancia que los separaba y abrió más boca para hacer un beso mucho más apasionado, se fueron respondiendo con mordidas en el labio inferior, uno a otro, una que otra mordida que hacía que la lengua se raspara antes de entrar en pelea con la otra. Camus lo abrazó por el cuello, pidiéndole aún más a cada beso que le daba, no lo quería dejar respirar hasta que satisficiera los besos que estaba necesitando. Claro, eso fue difícil hasta cierto punto que el francés necesitó también tomar un bocado de aire.

-Creo que ya te acostumbraste a esto…

-Cierra la boca…- lo abrazó de nuevo para continuar con el beso.

Poco a poco fueron caminando hacia la habitación, dejándose llevar por las caricias que se estaban dando mientras se besaban, la puerta estaba cerrada por lo que Milo lo acorraló ahí, se quitó la camisa y el otro sin tener alguna pereza pasó su mano fría por el hermoso y bien trabajado abdomen del moreno. Sintiendo la sonrisa de placer que el otro hacía, lo tomó de las nalgas para cargarlo, Camus lo rodeó con sus piernas y podía sentir como ambas entrepiernas estaban comenzando hincharse poco a poco, y con el roce que estaba ocurriendo, pedían a gritos que fueran liberados de esa cárcel de tela que los estaba asfixiando poco a poco. Esas caricias lo estaban enloqueciendo, Milo dejó en paz su boca, se dirigió a su cuello para devorarlo, lo moría, lo besaba, recorría cada centímetro que podía, disfrutando el sabor que el mar le había dejado en su piel.

-No vas a escaparte…

-No tenía pensado hacerlo- le lanzó una sonrisa al escorpión, aquella llena de cinismo que le gustaba tanto.

Continuaron los besos y las caricias, poco a poco estaban quedándose sin ropa, cuando escucharon la puerta de la cabaña abrirse, Milo de inmediato tomo las cosas y lo único que se le ocurrió fue entrar al closet que estaba en la habitación junto con Camus.

-¿Qué pasa?- susurró

-Es la cabaña de Aioria y Aioros… ¿no te diste cuenta?-

 -No…-se quedaron en silencio ahí mismo, sin saber qué hacer, solo ocultaron su cosmos para no ser sorprendidos en esa situación.

Ignorando el silencio de Camus, el escorpión se puso encima de él y siguió besándolo, le abrió las piernas para que ambas hombrías continuaran su roce, haciéndolos jadear un poco, besó su cuello y bajo a su abdomen.

-Milo. No…detente…-susurro tratando de detenerlo, pero el otro no le hacía caso y seguía besándolo y acariciándolo.

Cuando Camus soltó un jadeo lo suficientemente audible, Milo se detuvo, los hermanos habían entrado a la habitación en busca de lo que fuera que se había escuchado. Ambos caballeros se quedaron congelados del terror, podían escuchar las pisadas de los otros.

-Seguramente fue un animal- dijo el mayor- Esta isla es bastante pacifica

-sí que lo es- se habían acostado cada quien en las camas individuales que tenía la habitación- Seguramente Milo fue a lloriquearle a Camus para que viniera con nosotros.

No iba a escuchar como los hermanos estaban hablando sobre ellos, tomó la mano de Milo y la jalo hacia él, dándole a entender que quería que el continuara con todo eso. Volvió a besarlo, dejaría que el escorpión le hiciera todo lo que quisiera, ya que si él se movía, el closet haría ruido y el par que estaba afuera de este se iba a dar cuenta. No iba a mentir, le estaba gustando demasiado como estaban dándose las cosas, la adrenalina lo estaba excitando más de lo que Milo podía imaginar.

Entre los besos y las caricias, el griego busco el miembro ajeno, lo acarició en toda su extensión y sentía como empezaba a salir liquido pre seminal de este, jamás había visto  Camus de ese modo, estaba sorprendido por ello, con el líquido que le salía en abundancia, lo fue untando poco a poco en su entrada, quería formar uno con él, lo necesitaba.

-ha…hazlo…-susurró el otro con mucho cuidado

-sí...- acomodó su miembro y fue entrando con mucha lentitud y cuidado

Camus tuvo que morderse el brazo para no soltar una queja fuerte, le había dolido bastante cuando por fin lo penetro hasta el fondo, había recibido golpes más fuertes claro está, pero eso era completamente diferente a lo que estaba sintiendo en ese momento. Había curveado su espalda, sus cuerpos estaban cubriéndose con el sudor por el poco aire que estaba entrando por las orillas del closet. Milo se movió lentamente, para no hacer rechinar al mueble, se quedó totalmente pegado al francés, aunque de esa forma no podría verlo de cuerpo completo, tendría cerca su rostro para llenarlo de besos y acariciarlo. Lo demás se lo dejaba a la fricción que su movimiento haría.

-¿Sabes? No voy a esperarlo, si quiere ir de excursión que vaya con Camus- Aioria se puso de pie y paso muy cerca del closet,  se quedó quieto creyendo haber escuchado algo.

-…-Camus se llenó de adrenalina al escuchar al griego tan cerca del closet, estaba asustado y muy excitado, como hace tanto tiempo que no lo hacía, se encontraba muy sensible, quería que se detuviera pero a la vez deseaba que continuara más fuertemente. Estaba totalmente estresado al no poder gemir con tranquilidad, los latidos en su corazón estaban al mil por hora.

El par de hermanos había salido, escucharon la puerta cerrarse con todo y seguro, Milo lo cargó sin salir de él,  empujo la puerta, cayendo de espaldas hacia el piso el piso, y claro, con un francés cayéndole de sentón sobre él. Inhalaron profundamente, el aire de dentro del closet los empezó a sofocar un poco.

El caballero de acuario inhaló y exhaló agitadamente, su pecho y hombros subían y bajaban, el cabello caía al costado. Luego se asusta, el piso estaba frio y ambos sudados y calientes-¡Levántate idiota! ¡El piso esta helado!

-Espera...-respiró profundamente, y tomó sus manos, le regaló una sonrisa- Agárrate bien primero- las sostiene con fuerza, y empieza a propinarle fuertes y rápidos empujones, haciéndolo saltar y gemir fuertemente

-¡Ah! ¡Milo! *gemía con fuerza abrazándose con fuerza de él. Cada que hacia una embestida hacia un gemido fuerte*¡Sigue... mas... más rápido! *también el ayudaba moviendo sus glúteos de arriba a abajo, pero no era la rapidez que deseaba*

-S…s…si- tartamudeo, abrazándolo un poco más fuerte y aumento la velocidad, se estaba perdiendo un poco, apretó sus ojos por el deseo desgarrador que tenía, y los abrió de manera precipitada, haciendo que un brillo fugaz se escapase de estos. Al momento de embestirlo su cosmos parecía querer quemar al otro, no pudo evitar que este escapara.

-¿Te gusta?- preguntó con rudeza mientras jadeaba, y empezó a moverse casi a la misma velocidad pero con más fuerza.

-¡Sí! ¡Me gusta! ¡Sigue así! –se agachó para darle un beso hambriento en los labios, mientras abajo seguía toda la acción. Ambos cuerpos seguían calientes y sudando, el frio del piso quedo olvidado

Milo bajó su mano y acaricio su miembro, el cual parecía derretirse de tanto liquido pre seminal que salía, el francés se había excitado demasiado allá dentro. Eso lo alentó a continuar de la misma manera, pero se sentía algo cansado de esa posición, así que se sentó y continuo así, pero chocando un poco con la cama. Tomo sus nalgas y las elevo y las bajo muy rápidamente, después lo juntó lo más que pudo a su cuerpo, haciendo que el miembro se masturbara entre ambos abdómenes. Mordió su cuello, su pecho, todo lo que podía tocar con su boca lo saboreaba, no quería dejar un rincón solo.

Sus piernas empezaron a temblar, sentía el final cerca y no quería, quería estar así un poco más, pero no podría resistirlo más.

-Camus...ahh...ah...ya...ya...-se sonrojaba un poco más de lo que ya estaba, tenía planeado retirarse y no terminar dentro de él.

-Hazlo dentro…no…no importa- había apretado los ojos, sentía su final igual de cerca.

Solo movió su cabeza hacia atrás, con su mano empezó a masturbarlo,  quería verlo terminar primero, aunque él también estuviera a punto de. Junto el suficiente valor y le dio un último par de penetraciones rápidas y fuertes. Hasta que estuviera más que satisfecho, entreabrió los ojos y lo miró jadear, completamente sonrojado, con la mirada igual de perdida, era una imagen demasiado erótica.

Camus no pudo resistir más y termino por explotar en la mano de su amado, también manchando  su abdomen con semen, jadeaba con fuerza, su pecho se movía de arriba abajo. La imagen fue lo que lo hizo estallar, lo abrazo y empezó a moverse más lento, sus piernas temblaban, empezó a llenarlo poco a poco, hasta que todo el líquido salió. Terminando ya, lo miro a los ojos y lo beso profundamente.

-Te amo...-jadeaba un poco.

-Y yo a ti- lo miró haciendo una sonrisa muy pequeña

Se quedaron así un buen rato, lo abrazo y le besaba el hombro de vez en cuando. Ninguno de los dos hablaba. Solo se compartían caricias y una que otra mirada. Poco a poco la unión entre ellos iba desapareciendo y Milo tuvo que salir de él.

-No creí verte así…-seguía calmando su respiración-El santuario tiene 12 closets en los que podríamos hacerlo de nuevo…Puedo demostrarte mi amor cuantas veces quieras- lo único que recibió por respuesta fue una mirada asesina.

Lejos de ahí, por un sendero, iban el par de hermanos caminando, disfrutando poco a poco de lo que  el paisaje les ofrecía.

-Solo espero que limpien el desastre que hicieron…

-Descuida…ellos creen que no los vimos

-No los vimos del todo pero, deberían de haberse dado cuenta que la tela del closet era casi transparente…

 

 


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