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Mi pequeño cachorro por Reiga

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Notas del capitulo:

Que más decirles y pedirles un PERDON del tamaño del mundo.

Espero les guste este capítulo! Sería el último pero he decido dejarlo en dos partes, pues en el segundo ira incluido el extra y ya me estaba quedando muy largo.

Al final les dejo una preguntita y como siempre todos mis agradecimientos para no distraerlas más.

 

Capítulo 13 final de Mi pequeño cachorro : “Al fin mío” Parte 1

¿Qué paso? Se preguntó en su mente al sentirse extraño. Kagami abrió sus ojos despacio, recordaba el momento en que su cuerpo había cedido ante el razonamiento. “Aomine”… susurro a penas,  para volver a caer en la inconciencia.

 –Tranquilo… – calmaba el doctor  al alfa de Seirin que veía con preocupación a su hijo – es normal, su celo se adelantó y no es para menos. El que este con su pareja a diario adelantaría el proceso, lo que me preocupa es que Aomine-san no esté aquí. Estando cerca podría ayudar a calmar la fiebre.

–El idiota al parecer tenía algo más importante – dijo Riko bastante molesta, ver a su amigo en ese estado no le gustaba. La última vez que lo había visto en un estado tan deplorable fue cuando su madre había muerto. Su muerte le había afectado tanto que había caído enfermo. Y apenas se movía en su cama.

–No, no es eso – dijo molesto Imayoshi defendiendo el actuar de su alfa y mirando con desdén a la chica – hace días que se encontraba inquieto y  su celo estaba próximo pensó que a lo mejor se adelantaría, no quería estar cerca de Kagami si eso pasaba  y por eso lo dejo.

–Ya veo… ¿al menos Se lo explico? – preguntó el hombre regordete  de confianza en la manada de Seirin.

–No, quiso  hacerlo parecer como algo normal, que lo dejaría unos días ya que su padre estaba enfermo. Pero Kagami no lo sintió así. –respondió el pelinegro de lentes. Acodándoselos en el proceso.

–Era obvio, que no lo tomaría bien, Aomine es un idiota – dijo molesto Sakurai al ver a su alfa tan indefenso nuevamente, verlo quejarse de dolor en una maldita cama de nuevo no le gustaba. Le recordaba los días que tuvo que verlo sufrir cuando lo trajeron de regreso después de su secuestro.

–Bueno. Respeto su decisión. Más si son acuerdos que tiene contigo Tora. – Dijo al hombre mirando al alfa – Pero si  de aquí a mañana su fiebre no baja iré personalmente a buscarlo. El confort de su pareja no se compara con  nada que yo pueda darle.

Dio una última mirada al joven que conocía desde que estaba en la barriga de su madre y se fue. Riko salió de la habitación también muy molesta y quedo solamente Imayoshi, Sakurai y el padre de Kagami a su lado.

 

~*~

 

Yukio estaba en su cama. Su pareja le había preparado un rico desayuno que en segundos había devorado. Decir que extrañaba a Kagami era poco. Takao tampoco regresaba y por ende Kuroko tampoco.

La casa se sentía bastante sola. Se levantó y fue por agua a la cocina. Al entrar estaba Himuro con cara de pocos amigos. Aun así el de lunar se esforzó en darle una sonrisa sincera al verlo.

–¿Cómo estás?

–Como si estuvieran haciendo un festín dentro de mí – y era literal. Su malestar no tenía otro motivo. Gemelos había sido el diagnostico de su visita al doctor.

Himuro no estaba feliz al saber su estado, mas por un tema de inseguridad, mucho menos ahora que sabía eran dos. Aun no estaba listo. Era lo que se repetía cada vez que tocaba su vientre. No era como el pensar en no tenerlo o que no los quería. Eras sus hijos y ya los amaba. Solo estaba confundido.

Takao al ver que Himuro se quedaba pensativo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Se acercó y lo abrazo protectoramente. No sabía que decir. Ni como verdaderamente apoyarlo. Cualquier cosa que dijera le sonaba a mentira pues no tenía ni idea de lo que el joven estaba pasando.

–Solo debo estar algo sentimental…

Takao se dio cuenta que Murazakibara había llegado a la cocina así que mejor se retiró, no sin antes darle un fuerte abrazo al chico. Y pasar con respeto por el lado del grandote. Su tamaño era algo a lo que el joven no podía acostumbrarse.

 Mura resentía el rechazo de su pareja hacia la idea. Era joven aun. No los deseaba tanto como él.

–¿Sabes que no lo odio verdad? – le pregunto Himuro. Estaba tan abatido que ni siquiera había sentido el aroma de su pareja cerca.  Y lo último que quería era que su pareja pensara que no deseaba a sus hijos.

–Lo se chiquito – le dijo con  ternura mientras se acercaba a su lado y lo abrazaba abarcado casi todo su delgado cuerpo. El pelinegro enseguida se apoyó en su pecho y abrazo con más fuerza pidiendo su confort inconscientemente.

–No me digas así me haces sentir como un chiquillo –sonrió. Himuro dio un largo suspiro. Sonrió nuevamente y dejo salir un suspiro aún más largo y  liberador que el anterior –pensé que recibiría todo tu amor para mí por más tiempo. Ahora tendré que compartirlo con estos dos peques – dijo tocando su plano vientre.

Murazakibara sonrió abrazando con cariño a su chico que tenia de vuelta. Quería contestarle que lo único que quería era verlo con una panza gigante. Que quería verlo caminando  por la casa con su mano en la espalda para darse apoyo por tamaña barriga. Prestarle su ropa cuando la suya ya no le quedara. Lidiar con sus antojos. Su apetito sexual y hasta el rechazo  que tendría cuando sintiera que su propia cercanía podría poner en peligro a sus crías. Estaría gustoso de ver ese momento de lejos.

 

~*~

 

Más al norte cercas de las montañas, las cosas no iban tan bien. El silencio era sepulcral. La visita a la manada de Takao fue corta. Ahora ya iban de regreso. Su caminar era lento y cada vez más pesado.

Tanto Kuroko como Akashi se detuvieron al sentir que Takao se había detenido y en consecuencia Midorima también.

Takao tenía la mirada perdida en el suelo  y no podían ver sus rosto por sus cabellos largos que lo ocultaban. Sus puños  los apretó con fuerzas antes de dejarlos caer sin vida a sus lados.

–Yo… –Takao levanto su cabeza, Midorima apretó sus dientes ante la impotencia de no poder borrar la tristeza que su halcón estaba sintiendo. –En el fondo… había esperado que me pidiera perdón –sonrió… una sonrisa totalmente rota.  Su cuerpo temblaba de pena  mientras sus ojos revelaban lo mal que se sentía.

Kuroko no podía evitar lágrimas al verlo así tampoco.

–¡Soy su hijo! –gritó. Al caer al suelo tapándose el rostro con sus manos. Su llanto fue fuerte cualquier sonido del bosque fue opacado por su dolor. Midorima se incoó a su lado acariciando su espalda de arriba a bajo con delicadeza, sin palabras de aliento para darle, solo  le decía que llorara, que dejara salir todo aquello que no le grito a la mujer que le había dado la vida.

Al llegar a lo que un día fue su manada. Lo recibieron con sorpresa para luego pasar a la completa felicidad. Su gente lo amaba y nunca dudo de ello. Dos de sus amigos fueron los primeros que se acercaron a él para abrasarlo. Mientras le pedían perdón por no haberlo podido ayudar.

No estaba en sus manos, ellos nada podían hacer y no tenía nada que reprocharles. Estaba contento de que ambos hayan sobrevivido al ataque de Shiro.

El trato era sencillo, Takao por el bienestar de los halcones. Y por Karin sabía que Shiro no había respetado y cuanto él se había ido había atacado matando casi la mitad de su manada entre  ellos a su padre.

Ahora podía corroborar que muchos habían sobrevivido, la noticia de que Shiro ya no estaba fue liberación para una manada atemorizada.

Cuando pregunto por su madre. Hubo  silencio. Y su amigo sin saber que decir la guio a donde estaba. En cuanto entro a lo que antes fue su casa su madre lo miro un segundo para luego ver aterrada a los lobos que lo acompañaban.

Enseguida Takao les pidio que se quedaran afuera. Kuroko y Akashi salieron, pero Midorima se quedó adentro en un rincón donde casi no se veía por la sombra que le daba.

–Mamá…

–¿Porque volviste? –fue la Pregunta que lo dejo sin habla. La mujer no lo miraba. Takao a pesar de que ya ni recordaba si su madre alguna vez había tenido un comportamiento cálido hacia él. Había esperado que al menos le sonriera en cuanto lo viera.

–Porque me importa esta manada, quería ver que estuvieran bien – respondió controlando su voz que amenazaba con flaquear.

–Lo estamos…los que quedamos… –Su mamá seguía sin mirarlo y solo se enfocaba en su vientre, Takao pudo corroborar lo que uno de sus amigos le había dicho antes de que entrara en la casa.

–Estás embarazada… ¿Mi padre lo supo? –pudo ver como su madre se tensó y apretó un poco su vientre.

–Ni yo lo sabía… quiero que te largues… saca a esos lobos de aquí

La mujer no pensaba con claridad. Lo único en lo que podía pensar era en que Takao era una amenaza para el y su cría. Ella se había vuelto el centro de la manada, la pareja de un alfa caído y además embarazada era un tesoro al que cuidar. Takao llegaba y amenazaba esa estabilidad y seguridad. No lo quería cerca.

Midorima no soporto más el sufrir de su halcón y lo tomo de la mano apretándola con fuerza. Estaba furioso. Si Takao no cedía a su gesto de retirarse las cosas no terminarían bien. Su lobo estaba alterado. Los deseos de matar a la mujer eran muy grandes para seguir controlándose.  Y así mismo lo entendió el pelinegro. Quiso decir un adiós. Pero prefirió omitirlo del solo miedo a recibir una despedida aún más hostil que su recibimiento.

Recordarlo todo ahora era aún más doloroso.

Midorima se ganó de frente y levanto su rostro desde su mentón para que lo observara.

–Te amo… piensa en eso, lo hago y lo hare por siempre, piensa en kasamatsu… ese niño ni siquiera sabe el lazo que los une  pero estoy seguro de que te ama también. Kagami, Himuro Kuroko Sakurai…

Takao sonrió un poco. Hasta que sintió a dos personas tras de él. Eran sus dos amigos.

–¿Que hacen aquí? – se levantó secándose las lágrimas.

–Nos iremos contigo –dijeron seguros, pero tristes al ver al chico que recordaban ya parecía no existir.

–¡¿Qué?! No, los necesito aquí…–siguió hablando al ver que los chicos se rehusaban ante esa posibilidad – necesito que cuiden a mi madre, sé que es egoísta de mi parte pedirles esto, pero quiero que lo hagan hasta que nazca mi hermana. Ella no pasara por lo mismo que yo.

Había tomado una decisión. Su madre no cambiaría y gozaba de algo que tarde o temprano le seria arrebatado. No abandonaría a su manada. Pero les daría tiempo.

Los jóvenes entendieron las palabras de Takao y aceptaron la tarea de cuidar a la futura princesa. Cambiaron a su forma de halcón no sin antes dar una leve reverencia a Midorima para luego  abrazar con cariño a su amigo y volver.

–¿Que te hace pensar que será niña? – le preguntò el peliverde posando su brazo por el hombro del halcón  para emprender la caminata nuevamente hacia su manada. Seguido por un más tranquilo  Kuroko que sonreía para Akashi.

–No lo sé… quizás solo quiero que sea niña y que saque la fortaleza de mi padre que heredo Yukio también.

–Tú eres fuerte. –Midorima se detuvo y lo tomo de las mejillas con ambas manos un poco molesto por el pensar de su pareja. Takao sonrió mirando el cielo estando al lado del peliverde sentía que lo era.

 

~*~

 

El alfa de Seirin se retiró de la habitación dejando solo a Sakurai e Imayoshi, el Castaño se acercó a la cama mientras  acariciaba uno de los brazos de Kagami que se encontraba en posición fetal.

–¿Estas bien? – le preguntó Sakurai el pelinegro al verlo un tanto incomodo

–Si…

–Es mejor que salgas… ¿Tan fuerte es?

–Lo es, esta habitación está llena de su aroma y se hace cada vez más intenso – dijo con algo de dificultad, no sentía el deseo de saltarle el encima pero la reacción en su cuerpo no podía frenarla. El aroma es agradable. Y su amigo estaba en pie de guerra.

–Será mejor que te quedes fuera de la habitación – dijo el castaño poniéndose de pie al lado de Kagami pero ahora mirando firmemente al pelinegro.

–No seas idiota,  jamás le haría algo… – dijo molesto

–Lo se Ima… pero en cuanto Aomine-san se dé cuenta de que no era el sino Kagami, estará aquí en un segundo y preocupado por su error y si además de eso percibe tu aroma y que además estas reaccionado a él, créeme no te ira bien.

En eso tenía razón, Daiki iba a matarlo. Y posiblemente no estaría exagerando. Pero no quería perderlo de vista.  Si algo le pasaba estaría muerto de todas formas.

–Está bien… –suspiro – cualquier cosa me avisas mira que si le pasa algo ambos estaremos ¡más que fritos! – dijo sonriendo el pelinegro.

Al quedar solo Sakurai volvió a sentarse al lado de Kagami. Pero está  ves tomando el paño frio para limpiarle el sudor de su frente. Su primer celo no era algo bonito para recordar. Kagami no pasaría por algo así.

 

~*~

 

Aomine estaba a dos manos sujetando sus cabellos en su escritorio.

–En serio no puedo creer que lo hayas dejado solo en un momento así…– dijo el rubio recriminándole  

–Bastante tonto… – fue el comentario de Akashi.

–¿En que estabas pensando? –Midorima al igual que los demás estaba molesto. Takao quería ver a Kagami al llegar, pero eso no había pasado. Hasta la tristeza se había ido por un momento al enojarse por el actuar de Aomine.

–Ya lo sé maldición, tampoco me hace gracia no estar con él. Pero ya sea mi celo o el suyo creo que es mejor ¿o no? –preguntó con total sinceridad al hombre mayor que estaba al fondo de la sala con los brazos cruzados.

Harazawa suspiro hondamente antes de contestar.

–Entiendo tu actuar Aomine. Tampoco creo que le vaya a suceder algo malo. Pero si pienso en Kagami lo mejor para él ahora es estará  tu lado. Además… –Aomine lo miraba atento–en serio no puedo creer que te estés perdiendo el primer celo de tu pareja. No todos tenemos ese privilegio y tu estas aquí perdiéndotelo. ¿Se puede ser más idiota?

Aquello fue un balde de agua fría. Era un completo y total idiota. En el mismo momento que ser había dando cuenta de que no era el sino Kagami debió haber detenido esa maldita camioneta conduciendo a toda velocidad donde su lobo lo esperaba.

Miro a Midorima y Murazakibara que habían asentido ante lo dicho por el hombre mayor. Aquello era un privilegio y el aún seguía ahí esperando segundas opiniones… ¡A la mierda con todo!

Esta vez se levantó sin decir nada. Sin pedir compañía, sin dejar órdenes. Lo único que estaba en su cabeza era su pequeño cachorro.

 

~*~

 

Sakurai quería ir al baño, así que el pelinegro volvió a ingresar a la habitación. Mirando hacia un lado al notar que el pelirrojo se retorcía en la cama en posición fetal. Kagami movía sus piernas buscando una pequeña fricción de ellas con su miembro caliente.

Sus ojos se abrieron ante su incomodidad y al ver a Imayoshi se sintió avergonzado.

–Esto apesta –se sentía débil casi sin energía ni siquiera para masturbarse. De pronto los  ojos de Taiga se abrieron de par en par. Molesto –Imayoshi puedes acercarte un poco – pidió rogando que el pelinegro no lo pensara demasiado. Y así fue. El pelinegro se acero preocupado a Kagami.

Imayoshi no alcanzo siquiera a reaccionar cuando Kagami ya lo había tumbado en el suelo posicionándose sobre él. Se aterro completamente al ver a Kagami a horcajadas sobre su cuerpo mirándolo con una sonrisa torcida. “lo siento” le susurro Kagami antes de acariciar su mejilla contra la de él como si de un gatito se tratara.

Aomine al ver tal escena  con su hocico agarro la polera de Kagami desde la parte de atrás de su cuello jalándolo con tal fuerza que provocó que callera sobre la cama pero rebotara pasando de largo y llegando al suelo.

Imayoshi estaba aterrado. Aomine le gruñía dando pasos tortuosamente lentos.

Kagami por otro lado también estaba asustado había metido la pata. Cambio rápidamente y se puso enfrente del pelinegro.

“Cá-calmate” pidió Kagami

“Apártate Taiga” le ordenó el lobo negro con los pelos crispados. Y Kagami sudo frio ante esa orden.

“No, perdona lo hice apropósito”

Aomine no entendía razones y dio un paso con todos sus intentos asesinos para llegar al traidor. Pero se detuvo al escuchar ese ladrido de Kagami que le erizo la piel y le hizo temblar hasta los timpanos.

“Te sentí cerca y llame a Imayoshi, quería… quería molestarte” Ahora se daba cuenta de su error.

El lobo negro miro al lobo rojo y entro en algo de razón al notar su respiración irregular. “Sal Imayoshi”. Le ordeno y en cuanto el pelinegro salió de la habitación Kagami colapso en el suelo quedando inconsciente.

Aomine miraba arrepentido a su pareja dormir en su cama. Se sentía fatal después de que le dijeran que la fiebre que su pequeño ahora sentía era por su culpa. No se lo habían  dicho de esa manera  pero así lo sentía.

Se sentía mareado por el  aroma, el que estuviera usando ropa de Kagami no lo hacía sentir mejor. Sin embargo era algo que podía controlar. Ver a su pareja indefensa frenaba todos sus instintos. Destapó a Kagami de la cama. Y lo arropo con una frazada para luego tomarlo estilo nupcial. Kagami no despertó solo se acurruco aún más en el pecho del moreno. Sonrió queriendo llegar pronto a su habitación para acurrucarse a su lado como era debido.

Al salir de la casa lo esperaba el padre de Kagami. Con las llaves de un auto.

–Ninguno contaba con que su celo se adelantaría. Si mi hijo así lo desea… lo que hablamos déjalo en el olvido – le sonrió el hombre. La naturaleza era la naturaleza.

Aomine sonrió al hombre. Aunque en estos momentos lo último en lo que pensaba era en tener sexo con él. Ya que  tal como  lo había dicho el hombre “si mi hijo así lo desea” y era justamente lo que quería. Que Kagami lo deseara tanto como él.

–Vámonos – le dijo a Sakurai e Imayoshi. El pelinegro tomo las llaves y fue directo a delante con Sakurai al ver que Aomine se situaba en los asientos traseros con su pelirrojo 

 

~*~

 

Todos estaban impresionados por la manera en que habían visto nuevamente al pelirrojo.

–¿Que paso? –Preguntó Yukio, cuando el alfa ya se había perdido escaleras arriba con Kagami. Kise estaba a su lado pasando su brazo por el hombro del menor.

Kuroko tenía el ceño fruncido. Y Akashi sobaba su espalda para calmar su enojo. Takao miraba molesto también esperando que alguien diera respuestas.

–Nada malo. Solo que a Kagami se le adelanto su celo. Como no es normal que fuera tan pronto tiene fiebre. – dijo Sakurai calmando por completos los ánimos.

–Claro, el que tenga su celo y además fiebre lo hace peor todo para él. Debe sentirse débil. – dijo Kagetora –lo mejor ahora será estar con Aomine. Lo conozco lo suficiente para saber que no le hará nada al pequeño –dijo con ternura está vez mirando a todos los menores.

–¿Y a ti que te pasa que estas pálido?  – pregunto Midorima al pelinegro de lentes que aún no salía por completo de su shock. Las piernas aun le tiritaban. Llego al sofá y se recostó cerrando sus ojos y llevando su antebrazo a su frente.

–Ahh… creo que estuvo un poquito estresado hay que dejarlo descansar –dijo el Castaño con una sonrisa  nerviosa. Había presenciado aquella escena. Y hasta él le había traspirando hasta el trasero al sentir toda esa presión territorial que había ejercido el moreno sobre Imayoshi.

Nadie dijo nada más. Solo los que conocían de más tiempo al castaño, supieron que había algo más. Pero optaron por no preguntar al menos no por ahora.

 

~*~

 

En la habitación, Aomine deposito a su pareja en la cama y le quito tanto la frazada como sus ropas. Limpiándolo con cuidado para luego vestirlo con solo una polera y ropa interior. No debían ser más de las siete de la tarde. El sol aun iluminada su habitación así que cerro las cortinas. Se aligero también de sus prendas. Y se acostó al lado de su pequeño. Apoyo su frente en su espalda y pidió perdón.

–Soy yo quien debería pedir disculpas. Fue inmaduro de mi parte hacer eso con Imayoshi…

Aomine sonrió a su espalda

–Lo fue. Ver eso no me sentó nada de bien y me cegué completamente al sentir tu aroma en él.

 Kagami pensó en eso y en si la situación fuera al revés. No podía saber si reaccionaria con rabia… pero el solo pensamiento lo llenaba de dolor. Había sido un idiota.

Nuevamente sus piernas se recogían para darse un poco de ese alivio que buscaba inconscientemente.

Aomine lo rodeo por la espalda pasando sus brazos por los lados de su cintura. Llevando sus manos aquella parte que aún se mantenía dura.

–Sepáralas un poco – el menor los apretó incluso más ante la sensación de las manos de Aomine sobre su miembro. –Cachorro. Solo quiero ayudarte – le susurro sobre su oído.

–¿No estás enojado?

–No lo estoy… – Aomine sonrió complacido al sentir una de las piernas de Kagami estirarse y darle más espacio para bajar un poco su bóxer y así tocar su pene directamente.

Kagami sabía que había cometido un error. Después de pensarlo se sentía fatal. Una inmadurez en toda la regla. Pero se había molestado tanto que no lo había pensado. Su cuerpo reacciono por si solo en cuanto el aroma del moreno lo golpeo avisándole que se acercaba. Su  cuerpo se había crispado. Llevándolo a recordar el hecho de cuando  lo había perdido de vista en esa camioneta y se había sentido completamente solo.

Ahora nuevamente sentía ese calor y protección que sabía solo podía brindársela él. El que su cuerpo estuviera caliente y lo deseara triplemente lo hacía sentir rabia. Rabia por querer mucho más de ese contacto que lo estaba volviendo loco.

Sus caderas se refregaban grotescamente en el miembro duro detrás de él. El mismo Aomine masturbaba su pene con más fuerza para que todo su cuerpo se presionara aún más contra el suyo. Aquello ya no era casto, mucho menos una simple ayuda.

Kagami había escuchado que el celo te nublaba la mente. Pero como demonios estaba tan consiente de lo que deseaba y no solo eso, quería. Quería completar su lazo, quería Aomine llenándolo por completo. Quería por fin ser uno con el moreno. Porque lo amaba.

Sus deseos por vivir y ver aunque sea una vez más a Aomine estando al lado de Shiro le habían hecho comprender aquello. Amor y solo amor era lo que sentía por el alfa.

Kagami salió de sus pensamientos completamente claros al sentir el miembro latente de Aomine pasar por sus muslos desnudos. Su cuerpo tembló y  no de miedo si no al estar completamente a la expectativa.

–Tranquilo… solo lo frotare – le dijo Aomine  meciendo suave sus caderas al momento que no soltaba su miembro que ya se había liberado pero casi y no lo había sentido porque no era suficiente.

Su cuerpo clamaba entero por algo más real. Por algo mucho más firme; al escuchar el jadeo frustrado de Aomine al momento que lo dejaba tendido de boca a la cama y se situaba sobre el para que la simulación fuera más certera. Supo que no era el único   que quería algo más.

La sensación de las embestidas era mejor que la atención que fue dada a su miembro. Kagami se sentía embriagado de solo escuchar esos jadeos varoniles del hombre que a toda costa quería llegar al orgasmo entremedio de sus piernas.

Cuando Aomine se corrió Kagami también lo hizo de solo escuchar su gemido de placer. De sentir a su moreno temblar sobre suyo.

¡Al diablo con todo!

En cuanto Aomine se levantó un poco sobre su cuerpo Kagami se dio vuelta llevando sus manos alrededor del cuello del moreno para guiar sus labios a su boca caliente y deseosa. El beso que desato entre ambos fue con deseo por ambas partes algo totalmente compartido.

Aomine estaba disfrutando del contacto con el pecho inflado de felicidad. Al ser iniciado por su cachorro lo había tomado por sorpresa. Algo a lo que esperaba acostumbrarse muy prontamente.

–Daiki~ – su nombre por primera vez  salir de su boca lo hizo sentirse conmovido y por primera vez una cercanía casi palpable de Kagami hacia él –No me hagas esperar tanto. El pensar ahora en casi dos años parece una mala broma.

–oh bebe – dijo con pesar entendiendo eso claramente.

–Si tus escusas son mi padre, él  te dio su aprobación y déjame decirte que la única que te tiene que importar es la mía. – dijo un poco enfurruñado.

–Tu celo…

–Estoy caliente hasta la medula pero en mi vida he estado más lúcido, idiota

–Va a dolerte… – dijo abrazando el cuerpo bajo suyo mientras apoyaba su cabeza en el pecho del pelirrojo. Kagami sonrió con ternura y correspondió su abrazo acariciando con cariño sus cabellos.

–¿Sera tan así? –Todos los chicos estaban enlazados y a ninguno lo había escuchado quejarse. Bueno a Yukio, si lo había escuchado. Pero aun así el joven no parecía estar arrepentido. Adolorido, pero no arrepentido.

–Lo será…

–Tendré tiempo para arrepentirme después

Aomine levanto su mirada topándose con esos ojos rojos que lo habían cautivado aquel día que fue a buscarlo a su manada. Aun recordaba el choque de visión que había tenido aquel día que todo su cuerpo vibro al encontrarse con su compañero de vida.

–Taiga, ¿Quieres ser mi pareja?

Kagami sintió algo mucho más fuerte que toda la calentura que estaba sintiendo. Su interior se estaba arremolinando  y su respiración se estaba acelerando sin darse cuenta.

–Tranquilo… – Aomine comenzó acariciar su mejilla con la otra – no puedo creer que el aun no me acepte.

Kagami entendió a que se refería he intento por todos los medios de calmarse.

–Mi lobo si te acepta, me ha traicionado dos veces. Pero aun no te perdona que cuando nos conocimos intentaras doblegarme, es algo rebelde – dijo con una sonrisa un tanto apenada, su instinto era más fuerte algunas veces.

–Lo siento ese día estaba confundido porque no  me reconociste y me mirabas como si quisieras matarme.

–Nos estamos alejando del tema –dijo Kagami esta vez notando que se había tranquilizado. –sí, sí quiero que seamos una pareja, así que ahora hazte responsable de mí.

El Aroma de Kagami se volvió más intenso, Aomine sonrió de una manera poco sana agarrándose de toda su racionalidad para no  llegar a  ser brusco.

 

~*~

 

Los chicos cada uno habían salido de la casa por respeto.

Kagetora afuera con los demás chicos se sujetaba  el entrecejo porque hace pocos minutos había puesto las manos al fuego por su alfa y bien que se había quemado.

–Deja de preocuparte lo más seguro es que el pequeño tampoco se lo puso fácil. –Harazawa se acercó a su castaño y beso su mejilla.

Kuroko que estaba de la mano de Akashi asintió también riéndose por la situación

–Es verdad. Este tema lo habíamos hablado con mi padre y todos sabíamos que sería difícil y casi imposible seria mucho tiempo. Pero Aomine ha hecho un buen  trabajo. Cualquier otro solo habría tomado lo que quería y ya. –dijo Himuro

–Eso es cierto

Todos se quedaron mirando al peli plateado con su pareja. Ambos venían llegando de la ciudad. Al parecer habían ido de compras. Se notaba por la cantidad de bolsas.

–El algo pequeño, pero espero te gusten para empezar.

Himuro recibió la bolsa y totalmente feliz vio los dos conjuntos de ropa blanca para sus bebes. Las lágrimas aparecieron y fue Mura quien rápidamente lo abrazo.

–Quien diría que serías tan llorón – dijo Kuroko divertido por el comportamiento de Himuro. Y enternecido como todos los demás.

 

~*~

 

En la habitación Kagami yacía desnudo afirmado en sus rodillas y manos. Tratando de hacer los menores ruidos posibles. Aquello era muy vergonzoso pero trataba de no pensar en eso. Si no más bien en el hombre que se estaba tomando el tiempo para prepararlo con delicadeza.

Kagami con cada pequeña embestida de ese dedo en su interior sentía las ganas de alejarse. Era molesto, incomodo, no llegaba a hacer completamente doloroso, pero lo era. Si no fuera por la lentitud con la que Aomine metía su dedo comprobando cualquier reacción, estaba seguro que saldría huyendo. Aunque cuando aquella mano lo tenía fuertemente agarrado de su cadera.

Aomine dejando su dedo dentro lo movió en círculos tratando de ensanchar esa rosada entrada. Aquello tomaría tiempo y estaba dispuesto a tomar todo el del mundo. Beso un glúteo y saco su dedo para lamer la zona dilatada, quería que sintiera más que solo molestia.

Lo que provoco la sorpresa en el pelirrojo y la total vergüenza. Kagami estampo su cara en la cabecera. Jadeando a gusto cuando Aomine hacia lo suyo en una zona tan íntima. El placer lo ataco con todo, más cuando Aomine ahora acariciaba su miembro también. Ni siquiera se dio cuenta cuando esa lengua fue remplazada por el dedo nuevamente.

El segundo en entrar fue aún más molesto que el primero.

–Sí que duele –  comento Kagami mas para sí mismo que para Aomine. El moreno sonrió con ternura.

–Puedo ir más lento, pero no me voy a detener – le dijo Aomine moviendo su muñeca, para impulsar las yemas de sus dedos en otra dirección que  le causó estragos al pelirrojo en su interior.

–Tampoco te lo voy a pedir, pero si me gustaría darme vuelta… –Kagami levanto su rostro y miro al moreno.

Aomine, sintió el respingo en su miembro adolorido ante tal visión. Y se levantó jalando su mentón para robarle un beso necesitado.

–Más adelante hasta brincando sobre mí te tendré pero por ahora te quedaras así – Aomine pudo ver claramente como ese rostro avergonzado y suplicante cambiaba a uno completamente molesto en un segundo.

–Serás idiota.

–Perdona –Aomine retiro sus dedos y se recostó sobre el pelirrojo abrazándolo. –no era el momento pero es verdad.

Kagami sonrió. Definitivamente era un imbécil.

Aomine volvía a su trabajo de preparar a su cachorro.  Mientras sus dedos seguían en la labor. Su vista se deleitaba. Con la piel desnuda de Kagami. De pronto algo vino a su mente y le pidió darse vuelta.

En cuanto Kagami se vio boca arriba en la cama y con sus piernas totalmente abiertas y a la vista del moreno que miraba concentrado su pene. Se arrepintió de haber preferido aquella posición aún más terrible.

Una sola lamida del moreno en la punta basto para que liberara aquel líquido que parecía no acabarse. Kagami llevo sus manos al cabello del moreno para impedir que llegara a su pene nuevamente. Pero en sus brazos no había ni una pisca de intención de alejarlo como lo tenía previsto.

Sus piernas solo se abrían más y sus manos acariciaban ese cabello azul. Complacido. Su cuerpo volvía a repartir espasmos ante su nuevo orgasmo. Esta vez Aomine subió y lo beso compartiendo ese sabor agridulce. Su mente  prácticamente se había desconectado.

Aomine sonrió al ver a Kagami cegado en el placer. Solo por esa razón no habría querido tomarlo estando en su celo, por otro lado estaba feliz porque tal y como dijo Harazawa aquello era un privilegio. Él lo tomaría en su primer celo, sería su primer hombre y el único que Kagami tendría en toda su larga vida.

–Vuelve conmigo cachorro. Aún nos queda mucho.

Kagami sentía que quería más. Con cada segundo sentía con más intensidad el aroma intenso de su lobo negro. Y eso le estaba volviendo loco. Aprovechando la posición Kagami enrosco sus piernas en la cintura del moreno y lo beso mientras movía sus caderas buscando más caricias en su miembro.

Aomine ya no soportaba tampoco. Volteo de un jalón al pelirrojo y lo acomodo nuevamente buscando lo que sería más cómodo para ambos.

Aomine volvió a tomar el lubricante y vertió una gran cantidad. Estaba dilatado. Nunca sería suficiente para no sentir dolor la primera vez  pero ya estaba listo.

–Abre las piernas bebe – le dijo separándolas más  y bajando un poco sus caberas –Voy a comenzar a meterlo.

Kagami salió de su trance al sentir la punta de Aomine presionando su entrada. Por instinto apretó su entrada pero enseguida trato de relajarse. Y contuvo la respiración cuando la punta se fue metiendo más dentro de él.

Dejo salir el aire cuando aquel miembro estuvo por completo dentro de él. El pene de Aomine no tenía comparación a sus dedos. Su caliente miembro le quemaba por dentro.

–Mi cachorro –susurro Aomine acariciando su vientre y pecho. Al momento que besaba su espalda. Y su cuello lamiendo con ternura las cicatrices él. –Te amo bebe como no tienes idea.

Kagami se estremeció ante sus palabras. Y volteo su cara buscando los labios del moreno.

Aomine se quedó así un largo rato. Dejando que se acostumbre a la nueva intromisión. A su tamaño. Al dolor. Verlo llorar era algo que sabía pasaría. Pero desearía que no fuera así.

–Piensas quedarte así para siempre – dijo Kagami enfurruñado.

–No es mala idea, sabes que lo haría. – Claro que lo sabía  y no era tan  mal plan. Kagami estaba un poco más decepcionado. Por lo que había escuchado, llego a pensar que su celo provocaría más al moreno pero lo notaba demasiado tranquilo. Al pensar en eso lo embargaba la inseguridad.

–No lo estoy, ni un poquito –le dijo Aomine dejándole saber que sus pensamientos le habían llegado – En mi mente estoy pensando en ti y en todos los motivos por los cuales no quiero hacerte daño. Falle como tu pareja y no quiero volver hacerlo por un instinto tan bajo. Tu aroma me está matando al punto querer hacerte trizas cachorro. Pero veo tus muñecas,  tu cuello… y no puedo hacer otra cosa sino frenarme…

Kagami estaba empezando a odiar esa posición de nuevo. No podía ni mirarlo ni abrazarlo. “No te frenes, por favor no lo hagas” Rogo en sus pensamientos. Arrepentido después al darse cuenta que el moreno podía leerlos.

Aomine rio por ese ruego de su pequeño. Se irguió nuevamente  y tomo esas caderas con firmeza. Su pene lo fue sacando de apoco para volver a meterlo. Con cuidado, lentamente. Así estuvo estimulando a su pareja hasta que aquella entrada estaba completamente dilatada y el acceso era más resbaladizo y no rasposo.

Kagami gemía despacio, reprimiendo sus alaridos de dolor mezclados con placer.

Aomine acerco todo su cuerpo al de Kagami besando con deseó su espala, su mano izquierda no soltaba su cintura y su otra mano la había entrelazado  con la de Kagami. La necesidad estaba siendo más grande,  de ello se daba cuenta con sus acciones. Su pelvis incrementaba la rapidez con la que lo embestía. Golpeando duro dentro de su cachorro.

Y Kagami en aun intenso de detenerlo llevo la mano  que no estaba sujeta a la pierna de moreno para disminuir la fuerza que ejercía  sobre suyo. Provocando que este solo golpeara más fuerte.

–Espe… dai…

Kagami sintió algo en su interior que lo bloqueo por completo. Algo que no entendía ni conocía lo estaba ahogando por dentro.

De su cuello fue levantado para quedar parado sobre sus rodillas con Aomine aun detrás suyo. De su mentón fue tomado para mirar al hombre que le estaba haciendo el amor por primera vez. Ni una sola palabra podía salir de su boca. Su saliva se escurría de sus labios en su intento nefasto por soltar palabra. El beso fue arrebatador. Las palabras que salieron de la boca de su lobo lo llenaron de algo que no podía descifrar ni entender. Solo sabía que eran sumamente importantes. Asintió de manera dócil ante sus palabras que le arrancaron el corazón.

Cuando volvió a su lugar solo le quedo agarrarse de la sabanas y susurrar el nombre de su pareja una y otra vez. Ya no estaba consiente.

Aomine sentía que era el momento. Lamentaba no haber sido amable en sus palabras pero le había dicho todo lo que quería decir. Su pene se engrandecía en el interior de su pequeño haciéndolo gritar. Y con la yema de sus dedos acaricio su cuello antes de incrustar sus filudos colmillos.

Kagami había querido alejarse pero eso solo provoco que Aomine lo embistiera aún más fuerte y su mordida fuera más severa. El dolor fue demasiado cuando algo caliente se alojó dentro de él. En cada embestida que Aomine seguía dándole sentía como si el moreno quisiera sacar algo dentro del él. Tiraba y dolía. Solo eso pensaba cuando ya no pudo más y cayó rendido en la cama.

 

~*~

 

Kagami se despertaba con un dolor que sintió hasta en su cabeza. Al abrir sus ojos con lo primero que se topo fue con el moreno sentado en la cama dándole la espalda.

–Si me dices que estas arrepentido. Voy a mata… –Aomine se dio vuelta y le mostro una sonrisa nunca antes vista.

–No lo hago. Solo estaba cuidado tu sueño pequeño. Llevas dos días durmiendo ¿Cómo te sientes?

–¿Dos días? –Estaba asombrado. – Bien, No me había imaginado que dolía tanto. Llego en momento en que ya no sabía nada.

–Si eso es normal. Pero no será siempre así bebe.

–Eso espero… – sonrió con vergüenza el pelirrojo. –Los chicos ¿cómo están?, ¿Takao ya llego? ¡Él bebe! – grito luego recordando tantas cosas.

–Tranquilo… – le dijo Aomine con ternura acariciando su mejilla sintiéndose maravillando por sentir que todo en ese pelirrojo le pertenecía ahora.

 

~*~

 

Una semana después y ya la paz definitivamente reinaba en la manada Teiko. Los tiempos malos eran solo un mal recuerdo que ya ni siquiera se mencionaban.

Las reuniones que antes eran solo de cinco personas ahora lo eran de  trece o más personas. Y no en el despacho de Aomine sino que en pleno comedor que hace unos días habían agrandado con más sofás. Espacio había de sobra pues la casa era verdaderamente grande y ahora solo quedaba aprovechar los espacios.

–Me agrada la idea –dijo Kuroko feliz, después de que Aomine les contara los planes de hacer crecer su manada. Era hora de pensar en el futuro. –Me gustaría dar clases – dijo el peli celeste  casi preguntando sí él podría.

–Claro que sí. Habrá tiempo necesario para prepararnos. –dijo Akashi besando a su pequeña parejita que mantenía en su brazos.

Kise había querido hacer lo mismo pero su rebelde halcón nada más lo había ignorado y se había ido a sentar al lado de Kagami y Sakurai. Indignado por avergonzarlo públicamente cada vez que podía.

En otro sofá estaba Murazakibara más concentrado en sobarle la pancita a su chico que en otra cosa. Himuro  comía y comía mientras asentía a cada plan dado por el moreno. Y Takao solo sonreía de las desgracias del rubio causados por su  hermano.

De pronto escucharon el sonar de ruedas frenando bruscamente en el suelo de arena y piedras. Aomine se levantó extrañado y salió de la casa seguido de kise. En  cuanto sus parejas quisieron seguirlas, Imayoshi y Nijimura se interpusieron

Akashi se levantó del sofá y miro por la ventana.

–Ay no…

Misma expresión que dijeron Aomine y kise al ver dos camionetas a lo lejos rodeadas de lobos negros y aun lado lobos de un color tan blanco que parecía brillar bajo el sol.  

 

Continuara…

 

 

Notas finales:

Les gusto!!?? De todo corazón espero que sí. Una vez más perdonen por demorarme tanto.


 Estoy muy agradecida por las personitas que leen esta cosita. Lo comentan y que a pesar de todo el tiempo que no actualicé me han dejado saber que lo siguen esperando. No las hare esperar mucho para el otro.


Solo me faltan unos arréglines y nombrar unos NN que tengo. Si pudieran ayudarme dándome nombres tanto para mujeres como para hombres que les gusten se los agradecería un monton!!


Las adora!! Nos vemos prontito!!! Estaré atenta a su comentarios!! Y otras vez perdónenme!!


 


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