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Mi pequeño cachorro por Reiga

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Notas del capitulo:

¡Hola, hola Chibi-chanes! Les da besitos a cada una! (haciéndoles la pata desde un principio ;_;),no creen que hoy... es una fecha demasiado bonita para  enojarse? No me odien!... Hermosas pequeñas disculpen la demora <3 aquí les traigo un nuevo capítulo y a mi parecer bastante largo así que espero lo disfruten  y no se aburran, las adoro.


Otra cosita que no puedo dejar pasar y es el  ¡FELIZ CUMPLEAÑOS HERMOSO TAIGA!, tengo uno en especial por su cumpleaños, pero no podía no mencionarlo aquí!, espero que todas anden bien  y felices el día de hoy.


Ya saben también (al parecer eran varias cositas XD )  cualquier duda, solo pregunten, así como también si algo les molesta solo díganme y no tengan miedo a decir lo que piensan n.n claro que con respeto, si no llorare ;_;.


Muchas gracias Ali-chan por revisarme el capi <3 ! y a todas por seguir leyendo y comentando espero les guste.


Ahora si las dejo leer!!   

 


La pelota rebotó en la cabeza del pelirrojo yendo a caer en un remoto lugar, aquel acto por unas milésimas de segundo dejo a todos sin reacción, pero en cuanto se recuperaron de la impresión estas no se hicieron esperar.


Himuro que estaba a un lado no miro al agresor, si al atolondrado pelirrojo que casi queda inconsciente y que  con una mano en la cabeza trataba de seguir en este mundo, Himuro lo miraba con preocupación mientras tomaba su rostro para que su hermano pudiera centrarle la vista, pero no lo lograba.


Kuroko se había quedado inmóvil ante el tenso ambiente que se había formado, quiso correr donde Kagami pero como protección hacia la pequeña con la que jugaba, la abrazó y le acarició la espalda para que no se asustara. Akashi llego rápidamente a su lado, miraba atentamente y a la defensiva.


Midorima que  estaba en la terraza con Takao, con una sola mirada le indicó a Moriyama que se quedara al lado de su pareja. Al ver que estaba protegido, salto desde la terraza furioso y listo para defender si era necesario al pequeño y no solo porque fuera la pareja de su alfa, también porque  le tenía mucho aprecio y estaba seguro de que para Takao era importante.


Los centinelas se pusieron alerta ante el evidente peligro y tres lobos que estaban transformados rodearon con cautela a los que venían llegando.


Aomine luego de que se repuso del impacto y vio que a su pareja acudían Himuro e Imayoshi, de un salto llegó donde el atacante. Su enojo era tan grande, que sus colmillos eran notorios y sus ojos tintineaban en lo azul y dorado tratando de reprimir a su lobo. Iba a  agarrarlo del cuello, sino es porque, para la sorpresa y estupefacción de todos, Kise se había interpuesto y solo alcanzo a empujarlo un poco antes de detenerse.


–Apártate – una voz autoritaria, que muy pocas veces se dejaba escuchar, una voz digna y fuerte de un alfa, a la cual no se le contradecía y  hacia que flaqueara hasta el más valiente.


Kise lo miró con tristeza, no quería contradecirlo. Cualquiera sabía que Kise era unos de sus fieles centinelas y antes que todo su amigo, el rubio daría la vida por el con una sonrisa en el rostro, pero… las cosas cambian radicalmente si la vida de tu pareja está en juego, su mente viajaba a mil por hora, aún seguía aturdido, su pareja se había puesto la soga al cuello solo, el mismo defendería con garras y dientes a Kagami de quien quisiera lastimarlo pero… nuevamente llegaba a la contradicción de que el chico en cuestión no era nada más ni nada menos que su recién descubierta pareja.


–No –dijo con la misma firmeza, colocándose en una posición de defensa ante su respuesta.


–Kise –presionó nuevamente con voz demandante Aomine.


Kasamatsu había reconocido al pelirrojo y antes de que su rostro pudiera formar una sonrisa sintió un miedo que lo recorrió desde los pies hasta la punta de sus cabellos, miró a su alrededor, todos lo miraban como queriendo matarlo, como autoprotección se acercó al cuerpo del rubio y quedó totalmente sorprendido cuando el chico moreno quiso golpearlo, pero fue defendido por Kise.


¿Por qué? ¿Qué pasaba? ¿Por qué el silencio sepulcral? ¿Por qué ese chico quiso golpearlo? No entendía nada y sus manos se aferraron a la ropa del rubio, mientras miraba al pelirrojo siendo asistido por los otros, viendo que de a poco  se recuperaba.


Kagami salió de su atontamiento extrañamente familiar y una rabia lo inundó al comprender que había sido golpeado, se levantó furioso tomando el objeto redondo y se encaminó a grandes zancadas.


–¡¡Con un demonio!! ¿¡Por qué me golpeaste!? – gritó con todos sus pulmones dispuesto a devolverle con creces el favor, a quien quiera que sea.


Cuando el pelinegro salió con el ceño frunció detrás de Kise, Kagami detuvo su paso quedando sorprendido.


– ¿Yu-ki…chan? – dijo Kagami reconociendo a un viejo amigo y  aún no saliendo de su sorpresa.


–¿A quién le dices Yuki-chan? ¡Princesita! – se defendió con burla el pelinegro, a la vez que los dos sonreían, reprimiendo las ganas de correr abrazar al otro, pues ya no eran esos niños chicos de antes… al diablo con eso, Kagami caminó lentamente y estrechó al que fue su mejor amigo de infancia, este hizo lo mismo y…


Ya nadie comprendía nada, Aomine y Kise estaba que no salían de su estupefacción ante la casi batalla que iniciaban por defender lo suyo y ahora estos salían con semejante escenita.


–¿Yuki-chan? – dijo Kuroko reconociendo el sobrenombre y ahora al chico, y  es que Kagami solo había utilizado aquel apelativo con una persona.


–¿Lo conocen?  – Pregunto Midorima acercándose a ellos.


–Sí, es un amigo – sonrió con calidez al recordarlo, el pelinegro había cambiado bastante, Akashi en acto seguido les ordenó a los lobos que se alejaran y que los demás siguieran con lo suyo.


Aomine suspiró un tanto estresado, si su inteligencia era tanta como de la que siempre se jactaba… algo le decía que aquel nuevo intruso sería un nuevo dolor de cabeza para él.


–Entren – ordenó, y como si fuera decreto de ley, todos empezaron a moverse.


Ahora Kasamatsu se encontraba muy incómodo en el comedor, Kagami tuvo la intención de hablarle, pero aquel energúmeno se lo había llevado casi a la rastra del brazo, Kise lo había dejado sentado en el sofá advirtiéndole que no se moviera de ahí  hasta que él regresara, y luego se fue a la siga de los demás, el chico pelirrojo de ojos bicolores que no se separaba de Kuroko, había dado un largo suspiro, para luego seguir el mismo camino.


Kasamatsu dio otro nuevo suspiro, se sentía peor que un condenado a muerte. Estaba casi seguro de que se habían retirado para decidir qué pasaría con él después de haber cometido el mayor de los pecados. ¿Qué cual había sido?... ni el tenía idea ¿Haber atropellado al rubio?... a lo mejor era una especie de príncipe. Y es que con lo bonito, fino, delicado, sexy… ya va, movió su cabeza de un lado a otro ¿Qué rayos le pasaba a su cabeza? Quizás es mejor que se fuera y siguiera su camino, ya había cumplido con su cometido, que era acompañar al rubio a su casa. Y gracias a eso había vuelto a ver a taiga, mostró una sincera sonrisa para sí mismo pero enseguida la cambio por un semblante  triste.


El pelirrojo lo había abandonado de un día para otro, si no había sido importante para él en ese entonces, menos lo sería ahora después de tanto tiempo. Pero… esta idea surcaba su cabeza, Taiga lo había abrazado y se notaba contento cuando lo reconoció ¿Eso debía significar algo?


Se levantó dispuesto a irse.


–Siéntate – el pelinegro se quedó congelado ante ese tono y miro al causante. Midorima lo miraba serio mientras se acomodaba sus gafas.


–Me tengo que ir-


–Kise te dijo que lo esperaras –respuesta corta que para el peliverde tenía todo el sentido del mundo, sin embargo Kasamatsu estaba que le daba un tic en el ojo “¿Y quién rayos era ese rubio para que él le hiciera caso?” pero obviamente omitió comentario y se volvió a sentar suspirando nervioso.


–Shin-chan deberías ser más amable, lo estas asustando – Le regañó Takao, el pelinegro se levantó de su asiento y fue a ubicarse al lado de Kasamatsu – Hola, me llamo Kazunari Takao.


Kasamatsu miró al chico y en su rostro se alojó un leve sonrojo, aquel chico le pareció muy delicado y con una gracia de alguien muy amable y gentil, sin mencionar esa sincera sonrisa que portaba mientras se presentaba, lo miró a detalle y le llamó la atención que tuviera los dos brazos vendados y sin mucho movimiento, su mirada se entristeció al pensar en si le dolería.


–No me duele – le respondió notando la pregunta en su mirada y sonrió –Un pequeño accidente, pero me estoy recuperando – y era verdad, cada vez sentía que recuperaba una poco la movilidad de sus brazos y manos.


–Lo siento, no quise incomodarte –se disculpó a la vez que le contestaba la sonrisa – Me llamo Kasamatsu Yukio… ¿Entonces estas son para ti? – preguntó tomando la bolsa que antes Kise le había pasado, y pensando si este chico era la persona especial que Kise había mencionado.


Takao iba a tomar la bolsa pero antes de eso Midorima ya la había recibido y  al abrirla se topó con muchas pelotas, movió la cabeza de un lado hacia otro y sacó dos para dárselas a su pareja.


–¿Puedes apretarlas? –Preguntó arrodillándose a su lado, Takao sonrió y trató de apretarlas –¿Te duele? Si te duele lo dejas – le dijo inmediatamente al ver a su pelinegro frunciendo el ceño.


–No, no me duele, pero me cuesta un poco – decía sonriendo mientras seguía jugando con las pelotitas tratando de apretarlas.


–Está bien, no te fuerces demasiado – le dijo levantándose y dándole un casto beso en su frente, lo cual provocó un sonrojo en Takao – Quédate aquí y cuida que no se escape –Takao sonrió ante esa tarea, poco podría hacer si esas eran las intenciones del pequeño atacador, pero supo que lo dijo con toda la intención de molestar al pelinegro más bajo.


Sin embargo Kasamatsu no dejaba de mirarlos, era casi obvio que aquellos dos chicos eran pareja o algo, su manera de mirarse era demasiado cariñosa, en sus miradas se notaba el amor que profesaban el uno al otro y sintió un poco de celos, no en el mal sentido, solo que tener una persona que te mire así debía ser algo bonito, luego llegó  a su cabeza el pensamiento de que, si el chico de nombre Takao estaba con el peliverde ¿Dónde quedaba Kise?… ¿Su amor no era correspondido?, la tristeza volvió a surgir en su pecho al pensar en su sufrimiento “vivir en la misma casa donde está la persona que amas pero ésta está con otro”.


–¡Hey, regresa! – Kasamatsu salió de sus pensamientos –¿En qué pensabas? –desvió la vista.


–N…nada – desvió la vista y rió nervioso.


–Kasu-chan ¿Puedo saber por qué golpeaste a Kagami?– el pelinegro menor se sorprendió ante ese cálido apelativo a primeras instancias, de haber sido otro, le habría gritado por el “chan”, pero de parte de ese chico con su mismo color de ojos, no le daban ganas ni de hacerle frente y mucho menos para gritarle.


–Por impulso- respondió.


–¿Lo conoces?-.


–Lo conocía-.


–¿Estás enojado con él?-.


–No – contestó cual niñito chiquito mientras desviaba la mirada y fruncía el ceño con todo lo que podía, ignorando la sonrisa cálida que adornaba los labios del mayor.


 


~*~*~


 


En el despacho las cosas nuevamente estaban silenciosas, Aomine llegó y se sentó en el asiento frente a su escritorio mientras llevaba a Kagami con él sentándolo en sus piernas, las protestas simplemente fueron ignoradas por el mayor, que miraba y revisaba el golpe de la discordia, aquella pelota le había llegado en plena frente y una marca rojiza ya se hacía notar.


–¿Te duele? ¿Cómo te sientes? ¿Quieres que llame a Kagetora? – decía con una mirada de preocupación, que al verla, Kagami dejó de moverse y le sonrió.


–Solo fue un golpe, Aomine, no me voy a morir –bromeó, pero para el alfa de la manada no le era ninguna gracia –Bueno, da igual –le dirigió una mirada a un angustiado Kise que no decía ni pío – ¿Yuki-chan es tu pareja o ya lo conocías?


Todos se quedaron en silencio por su deducción y por lo directo que había sido, Kagami suspiró cansado.


–No me subestimen – se puso serio levantándose del cálido regazo y poniéndose a un lado de Aomine – Puedo ser un niño para algunas cosas, pero no idiota… ¿Es tu pareja?


Aomine y Himuro sonreían con orgullo, este último con total admiración. Midorima y Akashi de a poco se daban cuenta de lo que sus propias parejas veían en aquel pelirrojo y no evitaron sonreír discretamente.


–Sí, es mi pareja… yo de verdad lo siento, jamás me espere que él fuera a hacer algo así – se disculpaba apenado, cerrando los ojos con sus dos manos enfrente en señal de disculpa, pero los abrió cuando  la risa de Kagami los dejó a todos desconcertado.


–No te preocupes Kise… Yuki-chan siempre hace lo mismo, aunque… –puso una pose pensativa mientras recordaba algo –Antes estaba acostumbrado, por lo que podía evitarlo y mis reflejos no son tan malos, pero ahora no me lo esperé –sonrió apenado y Kise sonrió más tranquilo… ya va… ¿Lo conocía?


–Eso es verdad, ellos dos se la pasaban peleando, júntenlos y tendrán un tornado imposible de detener si no es por ellos mismos – rió el peli celeste recordando las jugarretas de los dos menores.


–Aunque siempre era Kasu-chan el que daba su brazo a torcer lanzándole lo que tuviera más cerca, una peculiar manera de hacer las paces – acotaba Himuro.


Aomine volvió a suspirar y se echó en la silla tocándose la sien, ¿Se odiaban o se querían?... algo le decía que era lo segundo.


–¿Acaso conoces a todo ser que anda por ahí afuera? – Pregunta cargada de molestia y de la cual no quería respuesta, solo dejarlo en evidencia –Kise ¿Cuándo y cómo lo conociste? ¿Él es humano? ¿Sabe algo de ti o de nosotros? – y las preocupaciones ya venían.


–Lo conocí hace un momento, cuando venía de vuelta de la cuidad, se apareció de la nada en la carretera y fui a dar de lleno a un árbol y…


–¿Estás bien? – preguntó de inmediato el moreno preocupado, por lo que Kise sonrió ante eso.


–Sí, no me paso nada, pero ese fue el motivo por el que é está aquí, se sentía culpable y me aproveché de eso para traerlo,  además de que mencionó que no tenía hacia donde ir  y eso es todo.


–Creo que se complicarán un poco las cosas – dijo firme el alfa – Kagami, ya que lo conoces ¿Qué me puedes decir? ¿Son amigos? ¿Él sabe de tu condición? ¿De dónde viene? ¿Tiene familia? –Kagami lo miró un tanto molesto pero aun así se limitó a contestar.


–No tiene familia, lo conocí en un orfanato donde mi mamá trabajaba, siempre nos llevaba  cuando éramos pequeños y nos hicimos amigos, pero dejamos de ir por el problema que se generó con Kuroko – se refería a cuando cambió por primera vez y atacó a un niño – Luego solo iba yo, pero dejé de ir también cuando mamá murió, por lo que perdí todo contacto con él – su semblante cambio ante eso, había sido triste para él en ese tiempo ya que ni siquiera se había podido despedir de su amigo.


–¿Entonces él sabe de nosotros? –pregunto Kise con toda la emoción contenida, si sabía que Kagami era un cambia formas, eso le dejaba la mitad del camino recorrido para él.


–Lo sabía,  pero no sé si lo recordará-.


De nuevo se formó un incómodo silencio que Akashi decidió romper.


–Daiki, tendrás que hablar con la manada – sugirió su comandante – Sabes que hay muchos a los que no les agradan los humanos, sin mencionar que su acto no fue el mejor para presentarse – habló del obvio golpe que para nada favorecía al mencionado chico.


–¡Ya, pero eso…! – interfirió Kagami


–Taiga – le detuvo su pareja – Si Kise no se hubiera interpuesto, ese chico estaría en serios problemas ¿Comprendes por qué?– el pelirrojo lo comprendía, solo quería defenderlo, Aomine se dio cuenta de esto y sonrió ante su pequeño.


–Es mi pareja… – dijo un tanto triste el rubio, para luego cambiar al enfado – Si a alguien de esta manada no le gusta ¡Bien puede irse! –


Midorima sonrió y se acercó acariciando los cabellos del alegre chico, no le gustaba verlo serio, a ninguno a decir verdad, de los cinco y desde que eran pequeños, Kise fue siempre el más delicado y alegre, que traía la bromas y sonrisas al grupo, una personalidad tan distinta a la de ellos que aprendieron a querer. Siempre lo sobreprotegían, aunque bien si se enojaba podría trapear el piso con los cuatro.


–No te preocupes Kise, es comprensible que a algunos les moleste, pero de eso se encargará Daiki, el chico tiene los mismo derechos que nuestras parejas a estar aquí y sabes que son intocables – le apoyó a la vez que Akashi y Aomine asentían.


–Bien, no sabemos si el chico sabe de nuestra condición, así que kagami se encargará de eso, hasta no saberlo están prohibidas las trasformaciones – todos asintieron – Se alojará en una habitación a un lado de la de Himuro


–¡De eso ni hablar, se quedará conmigo!-.


–No seas tonto Kise – le regañó Akashi – ¿Qué le dirás? ¿Hoy dormirás conmigo? Si quieres que te mande a freír espárragos, adelante.


–Pero… – iba a protestar.


–Pero nada, creo haber entendido que no te conoce, si le dices algo así se asustará –acotó Midorima.


–Ashh, está bien – respondió resignado – Kagamicchi –llamó su atención – Por favor pídele que se quede, tienen razón, si le digo algo yo querrá matarme – sonrió avergonzado. Kagami sonrió y asintió.


 


~*~


 


Todos salieron del despacho yendo hacia el comedor, notando al par de pelinegros en un silencio que no parecía incómodo, el más bajo parecía enfurruñado mientras Takao le sonreía y jugaba con las pelotitas en sus manos.


Kasamatsu miraba a los recién llegados, sintiendo algo extraño en la atmósfera, había algo en el ambiente que lo hizo sentir incómodo.


Kuroko venía con Akashi abrazándolo por atrás, el peli celeste le sonrío con cariño y no evitó corresponderle tímidamente, recordaba claramente la admiración que les tenía a los hermanos mayores de Taiga.


Kise vio a Takao con la pelotitas y se acercó a él.


–¿Te gustaron?... ¿Cómo se siente?... ¿Te cuesta mucho? – pregunto alegre, Takao le sonrío.


–Están lindas Kise, pero no era necesaria tantas – le regañó con fingido enojo mientras lo golpeaba despacio en la cabeza con una.


Una ligera presión inundo su pecho al ver la escena.


–Bu-Bueno yo me tengo que ir, espero te mejores – le dijo al pelinegro mayor, intentando sonreír, tomó su mochila.


–Espera – lo detuvo Kagami –Yuki-chan ¿Por qué no te quedas? Ya es muy tarde y…


–No puedo, tengo…-.


–No seas obstinado y quédate-.


–Ya te dije que…-.


–¡No me importa, vas a quedarte!  – le gritó y los demás tenían una ligera gotita en sus frentes ¿Así era como lo convencería? Kise veía un futuro oscuro.


–¿No crees que ya estoy grandecito para que me ordenen Hime-chan? – lo miró desafiante el pelinegro y a Kagami le tembló una ceja.


–Sigues siendo igual de odioso-.


–Y tú igual de insoportable – Kasamatsu dio por terminada la conversación e iba a retirarse antes de que un brazo lo rodeara por el cuello y lo sacara a rastras – ¡Qué crees que estás haciendo Taiga!-.


–No se preocupen, lo iré a dejar a su habitación –gritó el pelirrojo, desapareciendo con un Kasamatsu que intentaba no caerse debido a que iba de espaldas y sujetado por el más grande.


–Wou, esos dos van a matarse, ¿Seguro que eran amigos? – preguntó Midorima sonriendo con nerviosismo.


–Sí – respondió de la misma manera Himuro.


–Yo también lo creo, pude hablar un poco con kasamatsu y me dio la impresión de que le tiene aprecio pero le guarda un poco de rencor o algo parecido, quizá es bueno dejarlos a solas para que hablen.


Kise suspiró esperando que lo convenciera.


–¿Por qué le dice Hime-chan? – preguntó de la nada un curioso Aomine, era la segunda vez que se lo escuchaba y la primera no había reparado en ello por su enojo.


–Ah, eso… – dijo Kuroko sonriendo como si recordara algo – En el orfanato, cuando éramos pequeños, se hizo la obra de la bella durmiente y eligieron a Kagami de Aurora, bueno más bien mamá lo propuso, siempre aprovechaba cualquier ocasión para vestir a Kagami de niña – dijo con nostalgia al recordarla, Kagami de haber sido niña hubiera sido idéntica a ella – Desde esa vez y como una forma de molestarlo Yuki-chan le dice así – Akashi lo abrazó más fuerte, dando un tierno beso en su mejilla al percibir sus sentimientos.


La imagen de Kagami pequeño vestido de princesa se le hizo muy antojable al alfa, y bien lo dejó saber en su sonrisa un tanto torcida.


–Ehem – carraspeó – Sigan con lo suyo chicos, yo hablaré con la manada –dijo un poco sonrojado al sentirse pillado en su fantasía, se apresuró a dejar la casona ignorando las sonrisitas de sus amigos.


 


~*~


 


Llegaron  a la habitación antes mencionada por Aomine.


–¿Por qué estás tan enojado conmigo? – preguntó soltando al pelinegro, se sentía triste pero no quería demostrarlo, además de que ya intuía la razón.


Kasamatsu lo miró enojado para luego suspirar y recorrer la habitación, se veía agradable aunque con algo de polvo.


–Creía que éramos amigos… te consideraba mi único amigo en ese lugar, pero desapareciste sin siquiera decirme algo –  no había enojo en sus palabras, pero si dolor.


–Yuki…-.


–Cuando Kuroko dejó de ir por lo que pasó, tuve miedo de que tú también lo hicieras, y te lo dije, sin embargo tú me prometiste que jamás me dejarías solo y confié en ello-.


–¿Tú… recuerdas lo de Kuroko?


–Claro que sí… ¿Por eso se fueron? Al menos pudiste despedirte, así no hubiera esperado cada día a que llegaras-.


–Lo siento Yuki…-.


–No importa, eso ya pasó, ahora debo irme-.


–¿Podrías escucharme al menos? – Kasamatsu simplemente guardó silencio y caminó por la habitación.


–Yo no tenía la intención de irme… pero sabes, mamá murió en ese tiempo – el pelinegro bajó sus brazos y lo miró asombrado – Por el incidente de Kuroko no nos iban a llevar más al orfanato, pero le supliqué a mamá que al menos a mí me dejara ir por ti – Yukio se sonrojó ante el comentario, su reclamo más la justificación de Kagami estaban sonando un tanto íntimo.


–No te sonrojes idiota – dijo avergonzado.


–¡Pues no digas cosas cursis! – le gritó a la vez que sonreía, cuanto lo había extrañado.


–Ash, bueno  – desvió la vista y continuó – Con ese accidente que nos arrebató a mamá, papá se puso mal, no quería nada con la ciudad, de alguna manera los culpaba, ya no quería contacto con ellos, le pedí que me llevara pero no me hizo caso, luego sucedieron otras cosas que solo hicieron más difícil el poder ir a verte.


–Lo siento… ¿Estás bien… por lo de tu mamá? – Kagami sonrío y asintió.


–Sí, no negaré que la extraño, pero eso paso hace mucho así que estoy bien – ambos se miraron y sonrieron hasta que Kagami se puso serio – ¿Yuki-chan porque te escapaste?-.


–Ah, llegó un cuidador que no dejaba de mirarme como si quisiera comerme, además que me estaba comenzando a molestar, solo me quedaba un año más en ese lugar, así que solo lo adelante.


–¿Te quedarás entonces? – preguntó esta vez.


–Supongo que puedo hacerlo por esta noche, si me voy ahora de seguro me perderé, no tengo idea de donde estoy-.


–Eres un cabezón, me refiero a para siempre, ésta es tu casa de ahora en adelante, Yuki quédate, mis hermanos y yo vivimos aquí, no te sentirás incómodo, podemos ser una familia.


Ante la mención de aquella palabra, sentía que todo su ser flaqueaba, siempre había querido demasiado a Kagami como su mejor amigo y casi hermano, a Himuro y Kuroko los había visualizado como los hermanos mayores que le hubiera gustado tener, sin mencionar que los dos lo trataron muy bien en aquellos tiempos, esa vez fue la única en la que sintió lo que él creía era calor familiar, y hace un rato cuando miró a aquel delicado chico, tuvo el pensamiento de que de haber tenido un hermano mayor de seguro se parecería a Takao.


Sonrió con nostalgia ante su debilidad, la familia que no tenía y sin duda deseaba.


–¿De verdad puedo quedarme?


 


~*~*~


 


Aomine venia entrando a la casona notándola ya en silencio, Midorima y  Takao se había retirado a su habitación al igual que Akashi y Kuroko y Himuro a la suya.


–¿Cómo te fue? – pregunto el rubio.


–No te preocupes Kise, no harán nada, entendieron la situación – el rubio respiró más tranquilo - ¿Los chicos no han salido?-.


–No y no he querido molestarlos… Daiki, él al ser humano ¿No siente la atracción? – preguntó asustado.    


–Tengo entendido que si la sienten, pero con menor fuerza y eso irá creciendo a medida que logren forjar más su lazo, en si tendrás que esforzarte, eso solo depende de ti, solo te digo que vayas despacio – ambos se sonrieron para luego caminar hacia la habitación en donde se encontraban  sus parejas.


Cuando iban por el pasillo, ya casi a punto de llegar a la habitación nombrada, Kise se quejó de una molestia que no pasó desapercibida por el moreno.


–Déjame ver, de seguro te lastimaste-.


–No es nada Aomine, solo una molestia – volvió a quejarse con la mirada ante el movimiento.


–¡Que te des vuelta te digo!  –  le gritó y lo volteó levantándole la polera para observarle la espalda – ¡Mira nada más como tienes! – exclamó alarmado al ver un gran hematoma en el centro de su espalda.


–¿No creen que para ponerse cariñosos al menos deberían esperar a llegar al cuarto? – veneno impregnado en cada palabra por parte de Kagami, los dos al escuchar el golpe cerca de la puerta salieron de la habitación para ver de qué se trataba, encontrándose con semejante escenita del que se suponía era su pareja con Kise.


Sus rojizos ojos tintineaban de cólera contenida, mientras Kasamatsu miraba la escena un tanto confuso, su percepción de situaciones no era la mejor y había entendido que a Kise le gustaba Takao y creía que aquel moreno tenía algo con Kagami, sin embargo ahora veían a los dos en una pose un tanto comprometedora.


–Espera, Kagami no es… –dijeron los dos al unísono, el pelirrojo les dirigió una mirada tan potente que los dejó en silencio y asombrados.


–Me quedaré con Yukio – dijo sonriendo tétricamente, mientras lo tomaba del brazo para volver a entrar en la habitación.


–¿Qué? ¡No!... espera – se apresuró a acercarse Aomine, esa idea eran tan absurda como descabellada y absolutamente improbable.


–¡Buenas noches! – dijo a la vez que daba un portazo que se escuchó en toda la aldea.


Aomine estaba desconcertado ¿Su pequeño estaba celoso? ¡Se había puesto celoso! Pensaba a la vez que una sonrisa deslumbrante se alojaba en su rostro y una calidez impagable en su corazón. Pero ya va… ¿Dormir con otro?... eso ni pensarlo, iba entrar a esa habitación y sacarlo a rastras si era necesario.


–Yo que tú, no entro ahora-.   


Otras voz llamó su atención antes de botar esa puerta.


–Himuro ¿No es mejor aclarar las cosas inmediatamente? – preguntó con duda Kise, ante todo este problema.


–Lo es… pero no si se trata de Taiga-.


–¿A qué te refieres? –preguntó Aomine.


–Taiga es muy fácil de hacer enojar, pero muy difícil de poner totalmente furioso y, lo felicito alfa, acabas de ponerlo así – sonrió el pelinegro, Aomine y Kise tragaron seco –  Cuando se enoja explota con facilidad, aun así es inofensivo pero cuando se pone furioso se controla, es contradictorio, pero él sabe que nada bueno saldrá en un momento así, así que por eso lo hace y prefiere distraerse-.


Aomine suspiró  – No creo que sea lo mejor, además ¿Cómo se yo que no es alguna trama tuya para…?


–Sí, puedes pensar eso, pero no es el caso, es verdad que no te soporto y de seguro seré tu karma hasta que se me pase la rabia por habérmelo quitado, pero en realidad no haría nada para perjudicarlos – “Mucho menos cuando Kagami ya ha tomado su elección y, en consecuencia yo también” pensó.


–Está bien, yo me retiro entonces, mañana hablamos con él – dijo Kise un poco cabizbajo.


Aomine volvió a suspirar, está bien, dejaría que se le pasara la rabia, eso sonaba lógico ¿Pero por qué dormir con otro? Eso no entraba en su cabeza.


–Aomine – Himuro lo sacó de sus pensamientos – ¿De quién es la segunda habitación al subir la escalera?


–¿Eh? ¿Atsushi?... ¿Por qué lo preguntas? – preguntó curioso por su interés.


–Necesito hablar contigo – dijo serio el mayor de los hermanos. 


 


~**~


 


Por otros lados las cosas estaban más acaloradas, Akashi cada vez pensaba que haber tocado más allá de lo permitido había sido un error un exquisito y placentero error, las ganas de poseerlo se acrecentaban con los segundos que pasaban.


Sus manos cobraban vida recorriendo ese blanquecino y deleitable cuerpo, tenerlo descubierto de su cintura hacia arriba se estaba volviendo su perdición y su más grande fascinación, los gemidos que dejaba salir de sus labios mientras él recorría su cintura, besaba sus tetillas y pecho hasta llegar a su blanco y plano vientre, pasando con erotismo su lengua por aquel centro que traía placer al peli celeste.


–Sei~ – pronunciaba retorciéndose debajo del pelirrojo, éste lo miró y sonrió antes de devorar su cuello, estuvo un buen rato succionando, el tono rojizo que dejó allí poco le importó en ese momento. – Yo también quiero – le dijo con voz necesitada refiriéndose al chupón.


Akashi sonrió y expuso su cuello, acercándolo a los labios del que hasta ese entonces era inexperto, sus labios se abrieron succionando con casi desesperación ese pedazo de piel, Akashi cerró los ojos y presionó su hombría con la de Kuroko, quien casi se desconcentra ante tanto placer, pero siguió con lo suyo, mientras su manos recorrían esa definida espalda descubierta.


Cuando lo soltó, divisó esa marca rojiza sonriendo orgulloso de ella, dio un beso antes de alejarse y besar a Seijuro con pasión y desenfreno.


Los dos sentían el placer recorrer sus cuerpos anunciando lo que ambos buscaban, Akashi devoraba su boca acallando los jadeos de ambos, mientras los fuertes roces causaban estragos en sus partes bajas dando paso a la inminente liberación.


Sus respiraciones eran aceleradas, mientras ambos se sonreían con amor.


–Te amo Tetsu – susurró sobre sus labios.


–Ta-también – dijo entrecortado, debido a su acelerada respiración.


–Vamos, levántate, será mejor que nos duchemos – dijo reincorporándose sobre el cuerpo de su pequeño.


–¿Juntos? –preguntó con una linda sonrisa, Akashi le miró y, pensando que era una descabellada idea, asintió rendido ante esa linda y pura sonrisa, eso sería una completa tortura, pero valía la pena.


Al entrar al baño, la luz les dio de lleno, por lo que Akashi pudo visualizarlo mejor, su torso descubierto, esos pantalones a medio abrochar y esa carita que lo miraba con inocencia innata.


–¿Fría o caliente? – preguntó el menor dejando correr el agua.


–Fri-fría – contestó tragando duro, si se bañaba con agua caliente de seguro jamás saldría del baño.


Caminó hasta su adoración y lo metió a la ducha con ropa y todo, se quedaron mirando hasta que Akashi juntó sus frentes cerrando sus ojos.


–¡Ah! ¡Está fría! – gritó ante el severo cambio de temperatura, trató de alejarse pero Akashi lo retuvo entre sus brazos mientras el agua bañaba sus cuerpos e intentaba llevarse la excitación del mayor.


–¿Po-por qué hiciste eso? – le regañó mientras sus dientes tintineaban con ternura.


–Lo siento, pero era necesario – el menor no entendía y seguía tiritando, Akashi reguló el agua y de a poco ésta fue siendo acogedora para ambos  – Vamos, será mejor apresurarnos –le dijo dando un tosco beso  en su mejilla a la vez que se daba vuelta para darle privacidad.


Éste lo ignoró y empezó a despojarse de su pantalón, Akashi sudó frío al escuchar el cierre bajando y los pantalones llegar al piso, en qué estaba pensando cuando aceptó algo tan tortuoso para su ser.


–Tetsu, iré a buscar toallas, báñate por mientras – le dijo aparentando tranquilidad, para luego prácticamente escapar del baño.


Kuroko quedó asombrado ante tal cambio, sin embargo aquel sonrojo hasta las orejas que Akashi intento ocultar no había pasado desapercibido por el menor que sonrió ante su pensamiento.


–Solo dos semanas Sei~ – susurró “En dos semanas seré tuyo.” 


   


~*~


 


Las cosas definitivamente estaban más calmadas en otras de las habitaciones, Midorima estaba con Takao en la habitación de éste último ayudándolo a ponerse el pijama, proporcionado por Sakurai.


–Cuando te sientas mejor iremos a la ciudad por ropa para ti ¿Sí? – le decía al sonrojado pelinegro, Midorima le había quitado la polera y estaba a torso descubierto – Levanta – le dijo, a lo que Takao levantó con cuidado sus brazos mientras que el peliverde con delicadeza ponía la parte de arriba de la pijama y ahora iba por la de abajo, pero el ave se alejó por instinto.


–Lo siento, lo siento… no te asustes – dijo rápidamente alejándose,  Takao se acercó y acarició su mejilla.


–No es miedo sino… – desvió la vista – Vergüenza – murmuró bajito, aún así Midorima lo escuchó – Lo haré yo – dijo para luego tener una batalla a muerte con el botón de su pantalón – Maldición - suspiró frustrado – Me siento tan inútil – susurró con tristeza y desviando la vista del ser que seguramente lo veía de manera patética.


–No lo eres  – le dijo sujetando su mentón para que lo mirara y luego cerró sus verdes ojos,  llevando sus manos al pantalón despojándolo de ellos, Takao lo miraba con cariño y amor, toda su vida había esperado a su pareja, soñando con encontrarla. Y nada de lo alguna vez soñó e idealizó podía llegar siquiera a los talones del ser que tenía de rodillas vistiéndolo.


–Listo ¿Ves?  – le sonrió.


–Gracias –.


–Ven, será mejor que descanses – mencionó mientras abría la cama para que se acostara, pero el pelinegro se negó – ¿Qué pasa… no quieres?


–Esta habitación no me gusta – contestó con un sonrojo – cuando… cu-cuando te vas, se siente tan vacía – el calor y la vergüenza subía a sus mejillas delatándolo, y Midorima sonrió complacido


–¿Estás seguro? – preguntó ante la evidente insinuación.


–Sí – le contestó con firmeza, en donde verdes con azules platinados se encontraban.


Midorima extendió su mano siendo recibida por el pelinegro, ambos salieron con una sonrisa en el rostro, al llegar Takao pudo ver una limpia y ordenada habitación, tal y como la imaginó.


-Desde que llegaste, ésta se convirtió en tu casa y tu familia y, desde hoy ésta es nuestra habitación - le decía acariciando su espalda pero guardando cierta distancia.


–Ahora sí,  tienes que descansar – lo guió hasta la gran cama, abriendo un lado para recostarlo y taparlo – Iré a cambiarme, vuelvo enseguida-.


Al regresar fue hacia Takao y depositó un beso en su frente antes de sonreírle y darle las buenas noches, para luego situarse al otro extremo de la cama, el pelinegro sonrió con ternura ante el gesto y se acercó al cuerpo del peliverde.


Cuando Midorima lo sintió, lo rodeó con cautela, pero a los pocos segundos su cuerpo comenzó a temblar e inmediatamente lo soltó.


–No te fuerces, Takao – el pelinegro negó.


–No lo hago, yo quiero que tu tacto sea normal para mí, quiero sentirte cerca – decía acurrucándose en su pecho – Ayúdame también, Shin-chan.


Midorima sonrió y su mano fue a su mejilla acariciándolo con ternura mientras esta misma se deslizaba hasta su espalda, muy despacio para no asustarlo, con su mano lo masajeó hasta que su cuerpo dejó de temblar y su respiración se escuchó tranquila.


Volvió a abrazarlo, disfrutando de su primer acercamiento, dio un último beso en su frente antes de acomodarse para dormir, ambos ignorando la sonrisa que adornaba el rostro del contrario.


El miedo estaba presente, pero los dos sabían que juntos podrían superarlo.


 


~*~


 


–¿Y bien? ¿De qué querías hablar? – después de que Himuro lo pidiera, ambos caminaron  hacia las afueras del segundo piso, instalándose en la terraza.


– Yo deje mi manada – soltó sin rodeos sorprendiendo al alfa – ¿Te imaginas por qué?


– ¿Taiga?-.


–Ese es un motivo, mis dos hermanitos están aquí – dijo sonriendo con ternura –  Por respeto, creo que tenía que decírtelo ya que eres el alfa de Teiko, pero debes saber que te veo como la pareja de mi alfa – le decía esperando que comprendiera.


–Lo entiendo, y ¿Cuál es el otro motivo? – preguntó sorprendiéndose de que estuvieran teniendo una conversación civilizada.


Himuro se sonrojó antes de hablar – Cuando estuve aquí la primera vez, no lo noté, pero ya luego cuando Akashi y tú fueron a buscar a Taiga, lo percibí, el olor de mi pareja estaba en ustedes, era muy ligero pero aún así pude sentirlo, hablé de esto con mi padre y como comprenderás ya estaba resignado – sonrió triste al recordar la expresión de su papá.


Aomine estaba que no se lo creía.


–¿Por eso preguntabas por atsushi?


–Sí, cada vez que paso cerca de esa habitación me altero ¿Dónde demonios está? – Aomine rió ante el arrebato y algo llamó su atención.


–Ya debería estar por llegar, ¿Puedo saber tu edad? – Himuro se avergonzó al verse descubierto y el moreno para no incomodarlo cambio el tema.


–Tu papá debe odiarme – comentó y Himuro agradeció que no tocaran esa penosa situación.


–Sí, te odia – balde de agua fría para el alfa y el pelinegro sonrió – Dijo que te dijera que te odiaba con el alma y que esperaba que te ahogaras, que maldecía el momento en que se vinieron a estos territorios – rocas y más rocas seguían cayendo en la cabeza del moreno y Himuro lo disfrutaba.


–Ya entendí – mencionó cabizbajo.


–También mencionó que había visto a alguien de bien en ti  y que le recordabas a él cuando  era joven o algo así… – dijo entre dientes queriendo omitir esa parte – Y que más te valía que cuando viniera a visitarnos estuviéramos en perfecto estado – Aomine sonrió con orgullo y felicidad ante esas palabras.


Pero también al oír “En perfecto estado” se puso serio recordando cierto tema que no se le olvidaba.


–Himuro, también hay algo que me gustaría hablar contigo…-.


Inicialmente a Himuro solo le contaron que habían “encontrado” a Takao, no todo lo atribuía al tema de Shiro por petición de Kagami, así que Aomine optó por contarle cómo sucedieron las cosas a ver si podía saber algo más que Kagami pudiera haber omitido, pero no. Al parecer tendría que esperar a Murasakibara.


El pelinegro estaba lleno de rabia al escuchar ese nombre.


–Maldición ¿Para qué pudieron haber vuelto? – decía caminando de un lado para otro.


–No lo sé ¿Crees que pueda tener algo que ver con lo que pasó entre sus territorios antes?


–¿Venganza?... – lo pensó – Puede ser… acabamos con muchos aquella vez por lo que hicieron y luego quemamos su aldea.


–Es una alternativa-.


–Mañana iré a mi aldea, tengo que decirle a mi padre, ponerlo sobre aviso-.


–Está bien, pero espera al medio día e irás con uno de mis centinelas-.


–No es necesario, te recuerdo que llegué solo –  dijo con suficiencia, lo que era mentira, ya que tres de sus guardias vinieron a dejarlo hasta entrar en los territorios de Teiko.


–¡Y con un demonio¡ ¿Qué tienen ustedes tres en contra de que alguien los proteja? – Himuro sonrió al ver al alfa gritándole y levantó las manos en son de paz.


–Está bien, está bien, no te sulfures-.


Un tic se estaba haciendo cada vez más permanente en el lindo rostro del alfa.


–Ya es tarde, será mejor que vayas a acostarte – le dijo antes de que cometiera asesinato.


–Está bien –  dijo casi entrando a la casona pero se detuvo – ¡Ah! Otra cosa, mi papá no dijo nada de eso, al menos eso de que te ahogaras – iba a irse  victorioso, hasta antes de que Aomine se levantara y se detuviera a su lado.


–Bueno, gracias por aclararlo – se adentró en la casona pero de nueva cuenta se detuvo como si hubiera recordado algo – Himuro, no te preocupes por tu estado, a tu edad es normal, todos pasamos por eso, espero que Mura llegue luego, si no yo personalmente iré a buscarlo para que te ayude a liberarte – le sonrió antes de darle un golpecito de apoyo demasiado sínico para los dos y se fue complacido ante el rostro desencajado del menor.


No había querido tocarle ese tema pero Himuro se lo había buscado.


Al pelinegro lo había atacado el sonrojo, la vergüenza y hasta la humillación para luego llenarse de rabia aquello había sido un golpe bajo a su persona y juraba y re juraba vengarse.


A cierta edad los lobos despertaban lo que se conocía como deseo sexual, después de todo a los humanos también les pasaba, pero a ellos con más fuerza ya que en parte eran más animal, el deseo era poderoso y deseaban saciarlo independiente si tenías a tu pareja o no, como era normal no encontrabas a tu pareja tan pronto, por lo que la mayoría saciaba sus instintos con chicos o chicas de la buena vida. Una temporada más bien conocida como “primera etapa en celo”.


Y Himuro estaba justo en esa edad y temporada inicial. Pero al presentir a su pareja simplemente no podía ir y acostarse con cualquiera y eso lo tenía alterado.


 


~*°*~


 


Un nuevo y hermoso amanecer comenzaba de manera tranquila esta vez, Kagami fue uno de los primeros en levantarse seguido de Yukio, el menor se sentía un tanto nervioso y prácticamente no se alejaba del pelirrojo, ayer hablaron de mucho y al enterarse de que estaba rodeado de lobos lo aterró, pero Kagami le dio la tranquilidad de que no le pasaría nada, también le explicó el funcionamiento de la manda. En si la jerarquía, pues había que tener cuidado con eso, bien lo sabía él.


Se sorprendió bastante al enterarse que Kuroko vivía con su novio y, que el moreno que le daba un poco de miedo era novio de su amigo, claro solo le dijo eso, lo del término parejas, enlaces y esas cosas, se las tenía reservadas a Kise.


–Vamos come, estas delgado-.


–Wow, Taiga  aprendiste a coci… – un cucharón le llegó en la cabeza.


–No molestes y come – el moreno rió y Kagami pudo notar que se derretía por comer, pues había un ligero brillito en sus ojos – ¿Hace cuánto que no te alimentas?-.


El pelinegro ignoró la pregunta y se dispuso a comer, mientras  a la cocina iban ingresando un nuevamente feliz Kuroko, seguido de Sakurai, un malhumorado Himuro y un somnoliento Takao.


El peliceleste se fue derechito hacia donde ya estaba preparada su malteada, cortesía de su hermano y uno a uno se fueron  sentando.


–Buenos días Tai-chan, Kasu-chan – saludó Takao. A los otros ya los había saludado de camino a la cocina, Himuro se sentó a su lado e inmediatamente empezó a prepararle un café. El halcón sonrió ante eso, sus  manos ya podían sostener el peso de la cuchara, pero al parecer los menores no comprendían o no querían comprender, bien le había dicho Sakurai que jamás le ganaría esa discusión. “Nunca discutas contra la familia de Kagami”.


Además estaba disfrutando de toda esa atención, jamás en los siglos que llevaba de vida había recibido tantos mimos y se había sentido tan querido, ni siquiera de parte de los que alguna vez consideró su familia.   


A Kagami y Kasamatsu les tembló una ceja ante esos nombrecitos y miraron al susodicho sonriendo de una manera tan delicadamente alegre que ninguno fue capaz de replicarle nada,  a él y solo por ser él, le aguantarían el chan.


El desayuno de las parejas transcurrió con tranquilidad, hasta que la batalla campal se desató entre los más pequeños del grupo, de una conversación salió otra y luego otra, hasta que llegaron al tema de que Yukio no sabía ni echar a hervir agua en una tetera eléctrica. Comentario mordaz del pelirrojo y con todas las intenciones de hacer enojar al pelinegro de cabellos revoltosos.


Los demás solo miraban tan linda escena, estaban a grito limpio, pero para ninguno era desagradable verlos discutir, aquello era tan infantil como entretenido, pero ya luego no les pareció tanto.


Después de discutir llegaron a la conclusión de que harían un simple huevo revuelto, genial y fácil idea de Kuroko para demostrar que ambos sabían cocinar, claro todos estaban apostando que Yukio supiera hacer aquello, ya que estaba por demás demostrado de Kagami era un experto en la cocina.


Ahora era que tenían las dos pailas en frente y la razón del porque ya no era nada divertido, ya que ellos eran los jueces y tenían que probar, pero aquello ni siquiera era necesario, el primer plato de un color delicadamente amarillo con rasgos blancos y que parecía que brillaba mientras a su alrededor los mismos ángeles le cantaban el ave maría, competía contra un plato entre negro con unos míseros rasgos de que alguna fue amarillo, ondas siniestras salían de allí mientras éste parecía rugir.


Kuroko ahora comprendía que su idea por querer ayudar al pelinegro había salido mal, y es que de verdad no creía que no supiera hacer un mísero huevo revuelto.


–Yuki-chan – pronunció Takao queriendo ser delicado con una gotita en el frente.


–Tsk – Yukio desvió la vista frustrado – Bien, la cocina no es lo mío – dijo con un simpático sonrojo que se intensificó al escuchar la carcajada desde el alma de Kagami, pero antes de recibir algún improperio de su amigo le habló seriamente mientras lo rodeaba con su brazo por los hombros.


–No te preocupes Yuki-chan, mientras estés conmigo, de hambre nunca te morirás – lejos de molestarse y tomarlo como insulto aquello le enterneció, una sutil promesa de parte de su único y mejor amigo, como lo de la noche pasada al mencionarle lo de ser una familia.


Agachó la cabeza para ocultar con sus flecos sus ojos aguados. Mientras los demás lo miraban con comprensión, en especial Takao, al comprender que tenían los mismos anhelos, y su mirada volvió a posarse con seriedad en aquel pelirrojo que le había salvado la vida. 


El ambiente fue roto por el carraspeo de dos personas molestas por la imagen, Akashi había entrado en la cocina y de manera autómatica había caminado hasta situarse detrás de Kuroko, mientras los dos se sonreían de manera cariñosa, ambos se miraban y entraban como en una burbuja incapaz de romperse por cualquiera externo a ellos, el peliverde que había atravesado esa puerta definitivamente era otro, su rostro era serio como de costumbre pero aun así esta vez denotaba algo diferente.


Y luego teníamos a un cejudo Aomine, mirando inquisitivamente a Kagami, seguido de un rubio que fulminaba con la mirada al pelinegro y ahora sí que el humano no entendía nada, ¿Por qué lo miraba enojado? ¿Acaso le gustaba Kagami también?… No, seguramente su mente ya estaba alucinando. Y antes de que cualquiera dijera algo Takao se había levantado y inclinado delante de Kagami, este confundido soltó a Yukio.


–¿Qué pa…-.


 –Sé que no soy de tu misma especie, eres mucho menor que yo y estás en crecimiento… aun así mi ave y yo te reconocemos como alfa, he vivido mucho y conocido  personas respetables, pero ninguna que quisiera que caminara delante de mí. Te estaré eternamente agradecido por haberme salvado la vida y darme la oportunidad de conocer a mi pareja, pero debes saber que no es solo agradecimiento – llevó su mano derecha a su pecho – Decido seguirte y daré mi vida por protegerte, déjame caminar a tu lado y crecer contigo, ver cómo te conviertes en un excelente alfa y la mejor pareja de uno – mencionó lo último queriendo hacerle sentir sus respetos a Aomine, no queriendo pasarlo a llevar, este lo entendió y sonrió en medio de su aún asombro.


Kagami quedo atónito, siempre en su manada lo habían llamado el siguiente alfa y lo respetaban por su potencial, pero también por ser el hijo de jefe  y el siguiente en tomar el mando de Seirin, tenía la certeza de que lo querían  y hasta adoraban por esa combinación perfecta de sus padres y por verlo crecer prácticamente, aun así a medida que pasaba el tiempo sentía que nada de eso era suyo, cuando comprendió el sentido de la palabra alfa, se dio cuenta de que una manada heredada no era lo mismo.


Ahora frente a él tenía al chico que en pocos días se había ganado su cariño y, que ahora con sutiles palabras, le decía que le faltaba quizás para llegar a ser como su padre o como Aomine, pero que aún así y por sobre todo decidía seguirlo a él, por su propia elección.


Sonrió al sentirse lleno de “algo” en su pecho y se inclinó tomando la mano que Takao tenía en su pecho, la apretó con delicadeza y sus ojos se cruzaron sintiendo la conexión y la aceptación entre un nuevo alfa y la primera muestra de ello; un halcón lastimado físicamente, pero con una fortaleza que no le envidiaría a  nadie.


Todos sonrieron ante lo que solo era cosa de tiempo, pues ya los mayores se habían dado cuenta de la inclinación de Himuro, Kuroko, Takao y Sakurai, aunque el castaño no se diera cuenta aún, los chicos ya lo habían notado.


Kasamatsu no comprendía del todo  la situación por la formalidad de las palabras de Takao, pero de algo estaba seguro, de una u otra manera  y como en su interior lo presentía… a Kagami lo seguiría a donde sea. 


 


~*~


 


 Ya era el medio día y los mayores se encontraban en una reunión en el despacho, Aomine luchaba por concentrarse, pero se le estaba haciendo bastante difícil. Cuando Kasamatsu le mencionó a Kagami si jugaban un partido de básquetbol, a su hermosa pareja le habían prácticamente brillado los ojos, de manera similar se encontraba Akashi, al ver esa sonrisa en su pequeño que pocas veces dejaba relucir.


Bien y todos los habrían acompañado, pero ya llevaban días sin siquiera revisar a fondo los documentos que les había enviado Mura.


–Me surgió una duda… – dijo de la nada Imayoshi, llamando la atención de todos, y es que parecía que algo hace un rato lo atormentaba – ¿Kagami está enojado contigo? – y ahora todas las miradas se posaron el moreno, que al parecer la depresión le llegó así también como un roca de mil kilos.


Kise había hablado con Kagami, explicándole la situación de la noche anterior, y este le creyó mientras le sonreía con sinceridad y con preocupación le decía que no se descuidara y que fuera con Kagetora, sin embargo a Aomine lo pasó por alto sin siquiera mirarlo, acto que no pasó desapercibido por los demás.


–Eso es verdad, yo igual lo noté ¿Qué le hiciste?-.


–¿Qué les hace pensar que fue culpa mía? – respondió molesto por el comentario.


–Es obvio, será fácil de enojar pero siempre tiene un motivo – respondió ahora con una sonrisa el peliverde.


–Sí, después de todo, Kagami es un amor de cachorrito – dijo ahora Moriyama divertido, y es que de vez en cuando era bueno molestar un poco a su alfa.


–Sigan, par de idiotas, y se quedarán sin lengua – respondió causando la risa de todos los presentes


 


~*~


 


Detrás de la casona había una cancha de básquetbol sementada, pero los chicos habían improvisado una canasta que si bien les servía, no era lo mejor ya que no podían hacer clavadas y el que más lo lamentaba era Kagami, aún así los menores estaban en su salsa.


–¿Qué tal si ahora jugamos un partido? – preguntó entusiasmado Himuro.


–Pero necesitaríamos más personas – mencionó el peli celeste


–¡Le preguntaré a los chicos! –dijo alegremente Sakurai, nunca había jugado básquetbol pero le había encantado.


El castaño se acercó a algunos de los tanto que rodeaban la cancha. Ya que mientras jugaban entre ellos de a poco casi toda la manada se había aglomerado a los alrededores para ver a los más hermosos ejemplares, más de alguno botaba la baba ¿La razón?.


Kagami, Kuroko, Himuro y Kasamatsu se encontraban solo con sus short’s y zapatillas, los cuerpos tostados, tonificados y de un perlado de sudor, más esas sonrisa traviesas y hasta coquetas cuando encestaban la pareja del alfa y el humano, eran demasiado para lo que algunos podían soportar.


La palidez y finura de Kuroko y Himuro, más esa delicadez en cada movimiento mientras  sonrisas discretas iluminaban sus rostros, tenían a otros tantos con paros cardíacos.


Y los que no babeaban por ellos, admiraban al amurrado chico pelinegro, quiso jugar pero con el dolor en su corazones no lo habían dejado, Kagami le dijo que si podía hacer rebotar la pelota diez veces jugaba, entusiasmado lo intentó, pero a la número ocho su rostro ya no pudo ocultar el malestar siéndole arrebatado el balón, Kagami con ternura le acarició los cabellos, mientras Kuroko le pasaba las pelotitas para que siguiera con sus ejercicios.


 


~*~


 


Mientras tanto, dentro de la casona los chicos luego de recibir la amenaza de Aomine para nada en broma, siguieron con lo suyo hasta que escucharon unos ruidos para nada normales.


–¿Qué está pasando? –Akashi frunció el ceño ante lo que él creía eran ovaciones, como si de un estadio se tratara, los ceños fruncidos y la rareza de la situación los llevo a dejar  lo que hacían para ir a dónde provenía el bullicio.


Al llegar, vieron realmente a toda la manada de tras de la casona, gritaban unos de alegría, otros hasta casi de desesperación y frustración, alzaban su manos, silbaban, los más pequeños estaban sobre los hombros de sus padres para ver tal acontecimiento.


Picados en la curiosidad se fueron acercando, mientras que las personas que se daban cuenta de su presencia se recataban y hacían lugar para que pasaran.


Cuando pudieron visualizar el motivo de tal descontrol en su “calmada” manada, sus ojos casi abandonan sus rostros.


Akashi después de su asombro tenía cara de asesino en serie, Kuroko se encontraba serio y demasiado cerca de Haizaki, este lo rodeaba con sus brazos rozándose en ocasiones para evitar que el menor pudiera enviar un pase.


Kise quería ir a agarrar a su chico y amarrarlo definitivamente a la cama, y es como podía el muy sinvergüenza estar sin polera y sonriéndole de esa manera a Miyaji, “Oh sí” el castaño desaparecería de la faz de la tierra.


Midorima con susto buscó a su pareja con la mirada, y su corazón volvió a latir cuando lo encontró enfurruñado en un rincón, sonrió con ternura al imaginarse por qué y caminó hasta él.


Al diablo con la compostura y la pose de alfa, Aomine iba a descuartizar lentamente a Nijimura. Kuroko había podido lanzarle el balón y Kagami la encestó, pero el pelinegro con motivo de detener el tiro, accidentalmente cayó encima del pelirrojo que ni se inmutó, él estaba feliz pues se escuchó el pitido, el partido se terminaba y ellos le habían dado una paliza.


Nijimura se levantó y le dio la mano al pelirrojo para ayudarle a levantarse, pero aquello no pasó ya que Aomine se adelantó.


–¿Se puede saber qué están haciendo? –dijo entre dientes Aomine.


–Jugando – le respondió, sonriéndole como nunca lo había hecho – ¿Quieren jugar contra nosotros?


–¿Y era necesario que jugaran sin polera? – era el turno de Kise, Kasamatsu se sintió intimidado por esa intensa mirada que iba dirigida hacia él.


–Es… es que hacía calor – dijo sintiendo la necesidad de justificarse.


Akashi se estaba mordiendo la lengua para no decir algo de lo que después se arrepentiría, y Kuroko sonreía con inocencia fingida ante la cara de enojo de su pelirrojo.


Himuro solo se reía de los chicos para luego ir por algo de agua a la cocina. Y los demás de la  manada poco a poco se fueron alejando al ver tantas auras negras.


Aomine podría jurar que moriría por ver esa sonrisa más seguido. Kise iba a volver a alegar o exigirle que se vistiera cuando sintió a alguien cerca.


–¿Mura? –murmuró y solo los que quedaban voltearon a donde lo había hecho Kise, algunos sonrieron al reconocerlo, y los otros quedaron sorprendidos al ver al chico más alto que conocerían, mientras este se llenaba la boca de comida y  con su otro brazo traía más golosinas de las que podía cargar.


Pero todas estas fueron a dar al suelo cuando cierto olor llegó a sus narices, caminó rápidamente hacia el grupo frunciendo el ceño.


–Aomine… ¿Por qué tu pareja tiene el olor de la mía? – preguntó enojado y acercándose demasiando al pelirrojo para aspirar su aroma, luego miró al peliceleste – Tú también – dijo mirándolos  serio mientras su enojo solo se acrecentaba.


Gracias a sus buenos reflejos, el pelimorado pudo evitar una botella que se dirigía con fuerza hacia su cabeza.


–Porque son mis hermanos idiota, ni se te ocurra hacerles daño – le advirtió al notar que tenía esas intenciones, y como si fuera magia se calmó.


Caminó condenadamente lento y al asecho hasta el pelinegro, el cuerpo de Himuro temblaba ante eso, con cada paso que daba su respiración se aceleraba y sentía un calor asfixiante.


–¿Cómo te llamas? –le preguntó casi sobre sus labios, Himuro podía observar con claridad esos hermosos ojos violetas hasta que los suyos se posaron en esos labios y esa traviesa lengua que los acariciaba con sensualidad.


–Hi-himu… – a medias quedó, pues un beso arrollador le quitó el habla, la respiración y el sentido.


 


Continuará…

Notas finales:

¿Les gusto?


¡Por fin apareció mura!


Estaré atenta a sus comentarios hermosos, espero que les vaya gustando como van desarrollándose las parejas ;) ¡pregunta! Para que interactuemos un ¿poquito?


¿Cuál pareja es su favorita? Hay algunas de ustedes  que no las  tengo claro, ¿hay alguna que no les guste o que les guste menos?.   


En fin, que tengan una excelente semana nos leemos!! <3 <3 


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