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Mi pequeño cachorro por Reiga

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Notas del capitulo:

Disculpas, solo eso diré debido al tiempo que me ha tomado actualizar, espero no estén tan molestas, aunque lo comprendería, así que si alguna quiere regañarme, hágalo!! Que yo responderé con besos y abrazos para que la perdonen heheh.


¡Hermosas!, espero hayan disfrutado de una bonita navidad junto a su familias y o seres queridos.


¡Ahh! eh de decirles que he salido tanto como del estudio y de mi trabajo, para pasar unas lujosas vacaciones en mi habitación escribiendo que es lo que más me gusta, es por eso el motivo que ahora las actus serán, como en un principio quise (cada fin de semana).


También decirles que este fics  constara de 15 capítulos aproximadamente dependiendo de cómo vaya saliendo más el extra.


Este capi me quedo más largo que los anteriores espero no les moleste! u.u


Disfruten la lectura y ya saben disculpen cualquier cosita! Pueden decirme con confianza. Muchas gracias a sus hermosos comentarios y sus regaños XD


Ali linda, gracias por darte el tiempo de ser mi tercer y cuarto ojito I love you <3


 Ahora si a leer!!

 

Ambos lobos seguían en una pelea que no tenían intenciones de detener, Kagami estaba furioso y casi frustrado, Jinkai solo había resultado un fanfarrón en cuanto a fuerza,  y si seguía luchando con él, era por la convicción que tenía en querer derrotarlo.  A medida que luchaban, se dio cuenta de que la rabia que nacía del chico era producto también del dolor que le provocaba saber que Aomine había encontrado su pareja.

Lo lamentaba… lo lamentaba por él. Eso sin duda había suavizado su enojo. Mas no se dejaría, si de esa manera entendía que había perdido lo que nunca fue suyo, que así sea.

Kagami volvió a reducirlo al morder su pata en un descuido, el lobo casi rojizo intento levantarse  pero ante el dolor volvió a caer atontado ante el dolor y  el golpe que se había dado en su cabeza anteriormente.

“Jinkai… basta” trató de hacerlo razonar Kagami, mas aun así, aquel tono molestó al lobo caído y le dio las fuerzas para levantarse y volver a la pelea.

Los chicos veían asombrados la agilidad de su alfa, y no solo eso, el lobo rojizo era majestuoso en todos los sentidos, pelaje brillante, ojos fieros pero con la suavidad y sabiduría de una gran líder. La ratificación de su elección solo era reafirmada en sus corazones.

Sakurai miraba con dolor al que aún consideraba su amigo, aquel chico fue uno de los primeros en darle la bienvenida y, con el tiempo se había dado cuenta del amor que sentía por Aomine, en silencio y casi dolor vio lo que le deparaba a su amigo. Pues nunca vio ningún indicio de que Aomine le correspondiera en lo más mínimo.

~*~

Por otro lado, Kise caminaba con Moriyama e Imayoshi a los que alegremente se los había encontrado en el camino, al ponerlos al tanto del por qué a esas horas de la mañana se sumergían en medio del bosque suspiró, pensando para sí mismo que les pondría correa cuando los encontrara.

Al divisarlos un poco desde lejos, inmediatamente Moriyama e Imayoshi iban a intervenir pero Kise los detuvo, preocupados miraron al rubio, quien veía en detalle la situación. Estaba analizándola. Los chicos estaban en pose defensiva, como fieles guardaespaldas de su alfa que peleaba con Jinkai, en donde el pequeño pelirrojo no parecía que estuviera en un apuro.

—¿Kise? —preguntó preocupado el pelinegro de lentes.

—¿No vas a interferir? — fue el turno de Moriyama.

—Algo me dice que no debería — decía pensativo y muy preocupado a la vez.

—¿Qué...? Si algo le pasa a Kagami…  o en realidad a cualquiera… — decía no entendiendo al rubio y teniendo en mente a Mura y Midorima.

—Lo sé… — “demonios que debía hacer” — No es una pelea normal ¿No ven la situación? —. Los dos se calmaron y miraron la pose de los chicos y poco a poco llegó el entendimiento.

—¿Hay un acuerdo? — preguntó Imayoshi no muy seguro y sorprendido a la vez.

—Así es, es como si fuera un problema externo a nuestra manada, si se dan cuenta, todos ellos están aquí porque son nuestras parejas, ninguno porque siga a Aomine en sí, el interferir en lo que podría ser la primera muestra territorial o unión como manada, sería inapropiado.

Los dos comprendieron la situación, pero seguía la preocupación, vieron atentos como Sakurai dio indicios de hablar.

El castaño dio un paso a la zona límite e imaginaria que habían trazado al inicio de manera territorial.

— ¡Jinkai… trata de entrar en razón! — le gritó, dando un paso más.

—No te metas, Sakurai — lo increpó un chico de cabello negro azulado—Ya no tienes nada que ver con nosotros — le dijo a la vez que intentaba golpearlo.

Inmediatamente Kasamatsu reaccionó acercándose, agarrando su mano y de paso empujando al tipo que desde hace rato lo tenía harto, tenía la sensación de que él en particular lo miraba de forma despectiva.

—Te dijeron que no lo tocaras ¿O no?

El chico rió e inmediatamente Kuroko se puso al lado de Kasamatsu.

—No interfieras humano, tú menos que nadie. ¿No crees que te has aprovechado lo suficiente de la amabilidad de Kise-san? No eres nadie ¡No tienes nada que estar haciendo aquí!—las palabras se estaban calando a fondo en Yukio, y Kise podía sentir su sufrimiento y el efecto que esas palabras estaban provocando en su pelinegro —Mientras más  pronto de vayas mej… — Kise iba a interferir, pero antes de hacerlo Kuroko ya le había tapado la boca de un fuerte golpe, se rompió los nudillos al chocar con sus dientes.

Yukio quedó impresionado, y Himuro supo que algo no andaba bien.

—Maldición —Himuro tomó la mano de Yukio y lo atrajo hacia atrás dejándolo junto a Sakurai, quien se puso delante del humano al notar la furia que desprendía el peli celeste.

—Voy a matarte — le dijo con una sonrisa macabra al momento en que cambiaba en un voraz lobo platinado.

Los tres chicos que acompañaban a Jinkai se tensaron sintiendo deseos de querer correr, pero al mismo tiempo no lo hacían debido a sus propios instintos, advirtiéndoles que no era lo mejor, además de que sentían que la furia del lobo no era contra ellos, sino contra el chico en el suelo que lo miraba con verdadero miedo mientras se sujetaba la mandíbula al sentirla dislocada, y ni hablar de un diente que estaba seguro ya no tenía.

“¿Qué rayos?” se preguntó el rubio ante el cambio tan repentino de ambiente, salió de entre los árboles seguido de los centinelas. Yukio al verlo desvió la vista apenado, pensando en si habría escuchado aquello, Kise al ver esa mirada tomó la inmediatamente decisión de que no dejaría pasar más tiempo, le aclararía las cosas a su humano y solo esperaría a que lo entendiera y quisiera quedarse con él.

Kuroko caminaba alrededor del chico lastimado, alterado y con desespero de un lado hacia otro.

Kagami había sentido a su hermano, y en un acto rápido mordió a Jinkai en la yugular, apretando cada vez más fuerte hasta que dejó de moverse, el daño en el lobo era notorio, la mayor parte de su pelaje estaba manchada de su propia sangre y ahora la peor parte era su cuello desgarrado.

Al ver que ya no representaba peligro, ya que ni siquiera podía levantarse, se volteo rápidamente. Lo que sucedió en ese mismo instante los dejó a todos sorprendidos.  Jinkai reunió todas sus fuerzas y se lanzó hacia Kagami con las claras intenciones de hundir sus dientes en la zona desprotegida de su cuello, en donde sabía que podía causar verdadero daño.

Pero aquel ataque nunca le llegó. Takao, quien no había perdido detalle de la pelea de su alfa, se interpuso protegiéndolo y protegiéndose con tu antebrazo, los colmillos se incrustaron en su defensa causándole dolor, pero antes de que el daño fuera aún mayor, con su otra mano reunió fuerzas y encestó su puño en el hocico del lobo mandándolo lejos.

Jinkai iba a volver al ataque hasta que apareció Moriyama en frente.

—¡Ya basta! — le gritó enojado, haciéndolo entrar en razón.

Kagami, al ver que habían llegado los chicos, se sintió más tranquilo y nuevamente corrió donde Kuroko, quedando helado ante el acto de su hermano.

El chico se inclinó, ofreciendo una derrota a una batalla que ni siquiera había empezado, Kuroko era muy superior a él y no era tan idiota como para hacerle frente. Luego de eso, el lobo platinado se hizo a un lado ofreciéndole la sumisión del chico a Kagami, queriendo también demostrarle que había dominado su control y lo confiable que podía ser para su alfa.

Kagami se puso feliz ante tal gesto, caminó con cautela hacia su hermano y con una leve inclinación, aceptó la ofrenda y lo reconoció, no como su hermano, pues Kuroko sabía que lo hacía, sino como un miembro más de su manada.   

Ahora los chicos se miraban entre felices y tranquilos, menos uno que se hallaba lejano a esas sensaciones que creía no le correspondían. Kise sujetó fuerte de la mano de Kasamatsu, tomándolo por sorpresa a él y a todos los demás presentes. Tiró de su brazo y lo llevó enfrente del chico culpable de su malestar.

—Escúchame bien, Arai — miró al de cabello negro azulino que estaba afirmado en uno de sus amigos, y luego a todos los demás  —Escúchenme muy bien — dijo en tono amenazador — Kasamatsu es tan  parte de esta manada — se detuvo apretando esa cálida mano que sostenía —  e incluso más de estar aquí que cualquiera de ustedes, si no les gusta, nadie los detendrá y pueden marcharse o esperar el exilio— Yukio abrió sus ojos asombrado ante esa resolución, “¿Echarlos?”— porque lo que han hecho va en contra de toda norma…

—Kise-san — trató de hablar uno asustado por las represalias.

—Debieron haber pensado antes de actuar de esta manera —lo cortó de inmediato —Llévenlos con Kagetora — les ordenó el rubio a un Moriyama e Imayoshi aún sorprendidos por la frialdad nunca antes vista en su rubio amigo.

Una vez quedando solos, el rubio suspiró entre más tranquilo y la vez muy preocupado.

—¡Ustedes...! — suspiró tomando aire nuevamente para morderse el regaño —¿Tienen algún daño? — todos negaron tranquilos, Kise miró a Kuroko, quien vestía solo unos shorts rasgados por el anterior cambio. Se llevó una mano a su espalda, suspiró —Vamos.

Yukio iba más lento a medida que avanzaban. Kise se dio cuenta y retrocedió preocupado.

—¿Qué pasa?

El pelinegro levantó la mirada y se sonrojó al sentir esos dorados ojos sobre él.

—¿Hablas en serio? Sobre lo de echarlos… ¿Eso de verdad va a pasar?

—Sí.

—Pero eso es…

—Kasamatsu… — se acercó y tomó una de sus manos — Nuestras parejas son sagradas, todos lo saben, hacer sentir mal a una de ellas es imperdonable—ahora su otra mano acariciaba su mejilla—  Atacar a la pareja del alfa raya la imbecilidad, más aún si no sabes si puedes ganar… ¿Lo entiendes?

Asintió, mas verdaderamente no lo entendió del todo, la proximidad del rubio lo tenía experimentando nuevas y arrolladoras sensaciones, el confort reinaba en todas ellas.

—No vuelvas a pensar que este no es tu hogar, es aquí donde debes estar, con tus amigos… —“conmigo” pensó —Esa casa es tan tuya como mía, la habitación que se te concedió es solo para ti, no te sientas ajeno — cerró los ojos esperando con todo su ser que muy pronto ocuparan los dos la suya propia, Yukio era con el que debía estar, dormir y vivir.

El humano sintió de un momento a otro su cuerpo débil, sus ojos daban vuelta y a la vez buscaban a aquel ser que tanta tranquilidad le daba.

—¿Qué te pasa?

—Nada—sonrió aún mareado—Creo que como no he comido… —rió, Kise movió su cabeza, se dio vuelta y se inclinó en el suelo.

—¿Q-Qué… que haces?— rojo como un tomate.

—Sube, te voy a cargar.

—¡Ni siquiera lo pienses! — gritó cabreado con su puño enfrente a manera de amenaza, eso era algo absurdo y absolutamente improbable.

Sin embargo Kise no estaba preguntando y si no se quería subir, pues la idea de cargarlo tampoco estaba tan lejana. Con un brazo en su espalda se agachó un poco y su otro brazo lo pasó por debajo de sus rodillas. A Kasamatsu le ganó la impresión del acto y luego la facilidad con la que lo había tomado, muy al estilo de damisela rescatada. Su cabeza quedó a la altura de su cuello y al recobrar el sentido se alejó un poco mirándolo con un sonrojo y una mirada amenazadora que bien podría ahuyentar a una manada completa. Mas no tenía ningún efecto en el sonriente rubio que parecía perderse en esos fieros ojos.

—Yukio —dijo en un tono serio que hizo que todo el cuerpo del humano se tensara y lo mirara con cierto temor, y no por miedo, sino por esa cercanía que en nada le hacía bien —¿Puedo besarte?

La pregunta retumbaba en sus oídos mientras sus ojos se perdían en los contrarios queriendo descifrar algún significado. Algo más detrás y mucho más importante oculto en aquella pregunta. Lo único que se escuchaba era el sonido del bosque al sentir las dulces caricias del viento en cada una de sus ramas y hojas.

Una ráfaga dio contra Kise moviendo sus dorados cabellos que acompañados de esa mirada le dieron un aspecto de la más pura divinidad, sus dorados parecían inseguros esperando una respuesta que no llegaba, la ráfaga trajo consigo un delicioso olor que desde aquella ocasión en que lo abrazara le estaba alterando sin darse cuenta.

La distancia cada vez se hacía más corta, el pelinegro simplemente se había abandonado a la razón, la posición era vergonzosa…  pero muy cómoda para lo que haría a continuación.

 

~*~*~

 

Llegando a la casona los chicos estaban algo dudosos, suspiraron aliviados al no ver a nadie y agradecieron al cielo que aún durmieran, sin embargo en menos del mismo suspiro Aomine venía bostezando por las escaleras. Midorima salía de la cocina junto con Murasakibara y Akashi de la nada apareció detrás de ellos.

—Buenos días—dijo Akashi asustando a los menores.

—Ah, buenos días Sei — le dijo un sonriente peli celeste acercándose a él y dándole un besito en su mejilla.

Midorima fue donde su adoración y lo abrazó por la espalda, Mura hizo lo mismo pero su abrazo era acaparador y posesivo mientras dejaba un sensual beso en su cuello. Aomine iba a hacer lo mismo pero se detuvo a mitad de camino parándose de golpe, mirando meticulosamente  a su pequeño.

Kagami apenas divisó a Aomine recordó todas las palabras que le había dicho Jinkai, estas estaban taladrando sus oídos y confundiendo mucho su cabeza, cerró los ojos ante la ira que le recorría por dentro.

—¿Kagami?—preguntó el moreno. Levantó su mano queriendo tocarlo, pero la mirada que le dedicó el pelirrojo lo dejó congelado, mientras veía como pasaba por su lado y se perdía escaleras arriba. — ¿¡Qué rayos!? — luego de recuperarse de la impresión fue en su búsqueda, mientras los presentes se quedaban confundidos y otros solo suspiraron.

Al llegar a la habitación, Aomine no lo encontró, podía sentir su presencia pero era demasiado minúscula para saber de qué lugar procedía, su cuerpo se quedó congelado sintiendo un escalofrío por toda su columna vertebral, la señal de peligro estaba escrita en todo el ambiente y todo su ser le decía que no se moviera, el lobo detrás de él esperaba un solo movimiento para atacarlo.

¿Qué demonios había pasado para que Kagami se enojara hasta el punto de perder el control?, se preguntaba mientras pensaba que podía hacer, su agilidad no era para despreciar, pero no sabía qué tan bueno era su parejita, además de que confiaba ciegamente en que Kagami no lo lastimaría… al menos no hasta al punto de matarlo. Dio un leve suspiro…

—Ka… — no dijo nada más, el lobo rojo saltó encima de él dejándolo de boca al piso con el otro encima de él con sus patas traseras a sus costados, una delantera en su cabeza y la otra en su hombro.

Aomine se enojó, nadie lo reducía de esa manera, ni siquiera su pareja, se iba a levantar con verdaderos intentos asesinos hasta que escuchó una frase que lo dejó sin defensas, los ojos bien abiertos y el corazón palpitante.

“Eres mío”

Resonaba en su cabeza una y otra vez, Kagami no dejaba de decirlo. Inclinó su cabeza un poco más y con su cuerpo y pelaje comenzó a acariciar al moreno, lamió su oreja seguido de refregar su hocico en su cuello, quería que su olor quedara impregnado en su pareja. Abrió su hocico e iba a morder su cuello, pero la nebulosa dejó claros sus ojos y se dio cuenta de lo que hacía. Se detuvo ante la sensación de que había atacado a su pareja, confundido y herido se alejó arrepentido y torpemente salió corriendo de la habitación.

Aomine se quedó recostado en el piso, con los pensamientos taladrando su cabeza y pecho, eso no había sido un ataque como su pareja pensó, sino prácticamente una especie de reclamo hacia su persona. Algo normal cuando se siente amenazado de perderla y no ante la muerte sino por otra persona.

“¿¡Qué demonios pasó!?”

 

~*~

 

Kise iba ingresando en la casona, feliz como una lombriz con un sonrojado pelinegro, cuando se dio cuenta de que el ambiente no congeniaba con su actual felicidad, y no evitó preguntar el por qué.

—Eso es lo que quiero saber yo ¿qué pasó?— Aomine nuevamente venía por las escaleras pero con un ánimo totalmente diferente.

Al rubio lo envolvió el terror al mirar a los chicos y luego a Aomine, el balde de agua fría le vino con todo, claro que sabía el por qué. El segundo pasional e inexperto beso compartido e iniciado por su propio humanito le había hecho olvidarse del pequeño acontecimiento de esta mañana y ahora tendría que cantarlas todas. Miró a los menores por si alguno quería hacer los honores.

Kuroko negó con la mirada, Himuro fingió no tener idea, mientras se miraba con Takao preguntándose que pudo haber pasado, Sakurai se encogió de hombros y miró hacia otro lado.

— ¿Y bien? — presionó el alfa tranquilo al sentir que Kagami estaba más relajado en el bosque y no muy lejos.

Kise suspiró y comenzó con el relato como si de un informe se tratara, a medida que hablaba las reacciones no se dejaban esperar mientras en todos reinaba el enojo.

—No puedo creerlo, lo que hicieron fue muy irresponsable — dijo Mura alejándose de Himuro y mirándolo reprobatoriamente.

—¿Qué fue lo irresponsable? — contraatacó Himuro cruzándose de brazos.

—Que Kasamatsu es humano y Takao está lastimado, podrían haber salido gravemente heridos — dijo totalmente furioso Midorima, respondiéndole a Himuro y luego mirando a su halcón, enojado por su inconsciencia.

—Estábamos muy consciente de eso, de haber habido una mínima posibilidad de perder o algo así, yo mismo no hubiera estado de acuerdo y estoy seguro que ninguno… ¡Deja de tratarme como si fuera un inválido! —le gritó

El ambiente se tensó.

—Además la pelea solo era entre Kagami y Jinkai, no es tan grave — dijo Kuroko un poco más relajado para calmar el ambiente.

—¿Sí? — habló Sei — Entonces… —levantó su mano  — ¿Me podrías decir que te pasó? — todos miraron ésta un poco manchada de sangre y se preocuparon.

—No es nada, solo mi intento de volarle la cabeza a Arai, pero para su suerte solo logré sacarle un diente — decía con sarcasmo y cierta rabia al recordar las palabras del chico — y si quieres saber, fue porque se metió con Yuki-chan.

Sei, al verlo en esa pose, lejos de enojarse le dio gracia y a la vez le llenó de orgullo.

—No es tan simple Kuroko, lo que hicieron fue imprudente, dejarse llevar por simples provocaciones no está bien, no para ustedes —aclaró lo último, Kuroko se mordió el labio ante esa última reprimenda, si bien lo podían tomar como una pelea de niños, para ellos no fue así.

—Tómalo como quieras, pero te digo algo, no es fácil negar un reto cuando te ponen la pata encima y, además, cuando te recalcan en la cara y enfrente de otros que eres quizás qué número de persona que ha pasado por tu cama —Kuroko era pequeño, pero supo mantenerle la mirada y el porte al alfa de Teiko, también se arrepentía por dentro su falta de respeto… pero por defender a su hermano, cualquier cosa. —Permiso — dijo luego de retirarse, seguido de Yukio.

Aomine no salía de su impresión ante lo último mencionado “¿Tenía eso que ver en el comportamiento de Kagami?”

—Ahh, este hermanito mío, me disculpo por él, a veces no controla su lengua —rió Himuro ignorando la mirada de su pareja — Kagami de seguro lo aprendió de él— dijo para luego abandonar el comedor, seguido de Sakurai que escapaba de cualquier otra pregunta, un Takao molesto y un humano en otro mundo.

—Hay que ver que son descarados — decía Mura no pudiéndolo creer, con sus manos en sus caderas y una sonrisa en su rostro.

—Sin duda, olvidémonos de la idea de que alguno sea mansito —rió Kise seguido de un suspiro de Midorima y Akashi.

—Que fue lo que viste Kise —dijo en tono serio Aomine y algo cansado… hace nada se había reconciliado con su cachorro y ahora de nuevo volvían a estar en las mismas. No alcanzaba a avanzar ni dos pasos cuando ya estaba cuatro atrás.

Kise suspiró comprendiendo la frustración de su alfa.

—No sé realmente por qué se formó todo esto, cuando llegué Kagami ya estaba peleando con Jinkai, la situación estaba bajo control, por eso y lo que ya les mencioné fue que no interferí, Kagami es fuerte y les estaba dando una paliza, ninguno de los demás se metía, pero estaban alertas. Se salió de control cuando Arai comenzó a decirle cosas hirientes a Kasamatsu, no alcancé ni a moverme cuando Kuroko ya lo había golpeado. De un momento a otro sentí como si todo el bosque se congelara, ese pequeño es de temer —dijo con un pequeño escalofrío recorriéndole por la espalda —Creí que iba a matarlo y creo que Kagami también lo pensó, fue donde se distrajo un momento, pensando que Jinkai ya no podía moverse hasta que lo atacó por la espalda.

—¿Por la espalda? — preguntó Akashi enojado y casi incrédulo, los demás habían agudizado la mirada, aquello era lo más bajo y traicionero que un lobo con supuesto honor pudiera cometer.

—Sí, ahí fue donde se metió… Takao — se le había olvidado ese gran detalle “sus brazos” — Dándole un golpe a Jinkai — miró a Shintaro y su mandíbula endureció mientras sus nudillos se ponían blancos de la rabia.

—¿Dónde están ahora? —.

—Imayoshi  y Moriyama los llevaron con Kagetora—.

—Bien, la resolución es obvia, Jinkai y Arai se van; los otros tres, ellos lo verán, sin embargo y dependiendo de su decisión,  Mura — miró al más alto de ellos — Déjales en claro que no habrá más indulgencias.

—¿Puedo encargarme yo de eso?— preguntó el peliverde muy serio, ajustándose sus lentes.

—No— tajante — Estás enojado, y no aceptaré una pelea dentro de la manada, mejor ve a ver a Takao — el peliverde casi bufó al sentirse descubierto.

—Quizás…—.

—No, tú tampoco — cortó el moreno a Akashi —Dije Murasakibara, no hagamos un alboroto de esto, por ahora vayan a arreglar las cosas con sus parejas, que más tarde tenemos que ir a la ciudad — les dijo suspirando mientras iba caminando a la salida.

Ahora lo más importante era ir donde su pareja lo esperaba, corrió entre los árboles llegando al claro al que anteriormente había llevado a Kagami. Encontrando a su pelirrojo sentado y apoyado en el tronco de un árbol con un aspecto sereno y relajado.

Su pecho descubierto y acanelado era apetecible a su vista, lo recorrió a gusto deteniéndose con deseo en esos botones que ansiaba besar, lamer, morder y chupar hasta irritarlos… movió la cabeza de un lado hacia otro, no era el momento para pensar en eso.

—¿Estas más tranquilo? —.

Kagami lo había sentido, pero no era capaz de abrir los ojos… no quería ver la decepción o el enojo en los azulinos, sabía que lo que había hecho era imperdonable, un acto de traición hacia tu pareja. Él no quiso comportarse así, y aún seguía muy confundido de que su falta de control lo haya llevado hasta tal hecho.

 Aomine avanzó y se inclinó frente a él.

—¿No piensas hablarme? — le decía calmadamente y sonriendo — Kagami, no estoy enojado — le dijo viendo con satisfacción como esas orbes rojizas se dejaban ver.

—Yo… lo lamento, nunca…—

—Ya, ya — le acarició sus cabellos mientas sus ojos se miraban entre la comprensión y la calidez— No te preocupes, ya pasó, no hablaremos de eso, no sé lo que te habrá dicho Jinkai, pero quiero que te quede clara una cosa —puso sus dos manos en sus mejillas — He tenido relaciones  antes, no te lo voy a negar, sería idiota de mi parte dada nuestra diferencia de edades, pero puedo decirte que nunca tuve algo estable, tampoco jamás he traído a la manada a alguna persona, el que lo hable es sin base, ese lugar solo lo ocuparía mi pareja.

El pelirrojo se sintió infinitamente más tranquilo, su cuerpo se relajó, la tensión de sus hombros desapareció y le sonrió sinceramente.

Aomine, por otro lado, no le daría más vueltas al asunto, no quería seguir peleando con él y menos por algo de lo que se enorgullecía, lo había defendido e inconscientemente casi lo reclama al sentirse amenazado, ese calorcito en su pecho no lo cambiaba por nada. Su parejita era una caja de sorpresas y en todo el sentido, perfecto.

Jamás llegó a pensar que pudiera ser tan celoso, o al menos no pensó que fuera de los que lo demostraban, aunque lo hacía de manera inconsciente. Al ser un sentimiento nuevo era algo que no podía controlar.

—Aomine —el moreno salió de sus pensamientos, quedando perdido nuevamente ante la sorpresa de un nuevo beso, poco a poco notaba como Kagami lo besaba con más confianza, las manos de su pequeño fueron a dar a su nuca para apegarlo aún más a sus labios, el beso inicialmente tranquilo se tornaba en algo más salvaje y deseoso por parte de ambos, ninguno quería dar tregua, sus lenguas se acariciaban lujuriosamente dejándose escuchar aquellos existentes sonidos ante cada diminuta separación.

Kagami avanzó un poco más, sin ningún pudor se sentó a horcajadas sobre un sorprendido moreno, los labios del rojizo descendieron por su cuello besándolo con gula, mientras su pelvis la frotaba lentamente con la contraria.

—Dios, Kagami — gimió al sentir su miembro duro, la succión en su cuello estaba causando estragos en su cuerpo, sus manos viajaban con desesperación por toda esa acanelada y descubierta espalda. Una de sus manos la llevó a su pecho, para jugar y  torturar uno de sus pezones.

—Ah~ D-daiki —gimió al sentir la caricias y sus dientes mordiendo el lóbulo de su oreja a la vez que lamía a gusto aquella  misma zona.

Aomine cerró los ojos tratando de controlarse al escuchar aquel jadeo con su nombre, podía sentir el cuerpo del cachorro estremecerse por completo entre sus brazos.

Necesitaba más.

De un movimiento brusco se fue sobre él recostándolo en el pasto y posicionándose donde debía, lo observó con verdadero deleite, sus labios enrojecidos, ojos brillantes y deseosos, respiración agitada… le sonrió, lujuriosa y descaradamente mientras con su piernas lo rodeaba por la cintura atrayéndolo con fuerza sobre él.

—Te necesito Daiki — le susurró en su oído mientras lo lamía a gusto.

Motivo y detonante de que la mente del moreno hiciera click y mandara todo al diablo, la nebulosa de placer lo cegó y mandó a otra dimensión hasta que…

—Ejem— carraspeó.

—¿Interrumpimos algo? — Aomine levantó la vista y se topó con un ceñudo Kuroko de brazos cruzados, y al lado, ls misma pose y mirada molesta de Himuro. Un poco más lejos estaba Mura con Akashi mirando hacia otro lado por respeto, por más que quisieron detener al parcito, no les habían hecho caso.

“No, no, no es que acaso no pudieron llegar un momento más tarde”  pensaban ambos totalmente frustrados. Kagami estaba muerto de la vergüenza y disimuladamente bajó sus piernas y se escondió debajo del cuerpo de Aomine. 

—¿Es que acaso no se dan cuenta de que sí interrumpen algo? — dijo molesto el alfa.

—Así veo — contestó Himuro — Kagami, a la casa —dijo en tono demandante.

—No gracias, estoy bien aquí — dijo infantilmente, bien que conocía ese tono, sabía que lo regañarían.

—Taiga —presionó esta vez Kuroko, esperando no volver a repetirlo.

Kagami suspiró, “imposible contrarrestar el tono de hermanos mayores”. Rojo como un tomate se levantó sin mirar a nadie, Kuroko y Himuro le siguieron, mirando reprobatoriamente al moreno.

—Ahh— suspiró rascándose la cabeza Aomine — Me siento peor que un colegial pillado por el padre del novio, y eso que ha pasado bastante tiempo como para recordar aquellos días.

—Lo sentimos, estaba vendándole la mano a Kuroko cuando de la nada dijo que tenía que venir a buscarlo.

—Algo similar sucedió con Himuro  “¿Sensor de hermanos, quizás?” — Dijo con gracia el más grande.

—¿Ibas en serio? —  preguntó Akashi.

Aomine se sonrojó ante la pregunta y volvió a suspirar.

—Sí — contestó seriamente. Y era por eso mismo que no se había enojado completamente por la interrupción, fue el momento justo antes de que hiciera algo de lo que seguro luego se arrepentiría.

Esto se estaba poniendo.

 

~*~

 

Tres de la tarde y los chicos disfrutaban de un lindo momento, los enojos ya habían quedado en el olvido luego de la última discusión sobre el exilio, los más pequeños no estaban de acuerdo con una decisión tan drástica, sin embargo, ni el tiempo les dieron para replicar.

Mura al ir a ver Jinkai y su grupo, con una actitud completamente fría y sin afecto, se rió en su cara. Al decirles que tenían que irse y por la puerta de atrás, ninguno dijo nada.  A ninguno les dio la opción de quedarse, mas le dio dos días para que Jinkai se recuperara, luego de eso era mejor que se fueran silenciosamente, antes de que el mismo hiciera algo al respecto.

—Chicos — llamó la atención Aomine a los  menores que juagaban  animadamente en el comedor— Tenemos que ir a la cuidad, les pido por favor que se porten bien ¿Puede ser? — Preguntó con sarcasmo —En especial tú “atrae problemas” — le sonrió al molestarlo.

Kagami iba a abrir la boca, pero ésta fue tapada por Himuro.

—Claro que sí, no se preocupen, como unos angelitos—.

Aomine, Mura, Midorima, Kise y Akashi miraron con suspicacia a cada uno, algo escondido había en aquella frase.

Aomine y los demás habían descuidado las empresas debido a la llegada de los nuevos residentes, a pesar de que tenían personas de confianza trabajando en los altos mandos, era necesario estar al tanto de todo y de vez en cuando ir a ver cómo iban las cosas, además, se requería la presencia de Akashi y Midorima para una reunión, eso ya no lo podían aplazar. Después de todo, eso era lo que mantenía en pie su manada, algo que con trabajo habían cultivado y ya era algo más que rentable y muy estable.

A Moriyama, Imayoshi, Miyaji y Nijimura los habían dejado en la casa vigilando, mientras que Mayuzumi, Haizaki y Reo aguardaban afuera.

El de lentes y los demás, al ver que los menores estaban tranquilos, jugando y compitiendo en el play como si de ello dependiera su vida, se retiraron para dejarlos solos, se quedaron a las afueras de la casona junto con los demás mientras disfrutaban de la tarde entre ellos.

Mas adentro las sonrisas aparecieron y el juego quedó en pausa.

Himuro apreció con botellas de tequila y a Takao pareció brillarle los ojos.

—Parece que te gusta… — sonrió el pelinegro.

—Hombre, si se trata de licores, el tequila es el elixir de la vida —le dijo recibiendo una botella, ninguno tenía la intención de tomar en vasos.

—Bien, hoy haremos la previa por el cumpleaños de mi hermanito — dijo Himuro, dándole una botella a cada uno, todos sonreían.

—¿Solo es un motivo para tomar, verdad?—Kuroko reía, a su hermano le encantaba el tequila y al parecer en Takao causaba el mismo tipo de placer —Kasamatsu, lo sentimos pero no podemos darte — le decía con pesar, dándole una botella de jugo. Ellos si podían, ya que al ser cambia formas, el alcohol no les afectaban de igual manera.

—¡Oe! Aunque no lo crean, tengo buena resistencia —dijo enfurruñado mirando con molestia su jugo.

—Jajaja — reía Kagami —Toma — dándole una botella — Veremos tu resistencia, si quedas hecho nada luego, pagarás penitencia mañana.

El humano rió con prepotencia, muy confiado, y se empinó un sorbo sin siquiera arrugarse para la expectación de todos. Luego de comprobar que el pequeño no mentía. Siguieron con el generoso juego expuesto por Sakurai.

Un yenga al cual jamás le habían dado mejor uso. A medida que pasaban el tiempo jugando, le agregaron ahora que cada vez que uno perdía, tenía que tomar y perder una prenda, emocionados seguían hasta de Takao quedó en solo un bóxer al igual que Sakurai, Himuro y Kuroko, siendo Kagami y Kasamatsu los ganadores.

Las horas pasaban, y la cantidad de alcohol que habían ingerido ya hacia efectos en sus cuerpos, no había caso seguir jugando, pues al primer intento de sacar un palo, éste se caía y se mataban de la risa, luego prácticamente corrían al baño y en patota. Ya ni siquiera había pudor.

Los chicos afuera de la casona decidieron entrar cuando escucharon la música a todo volumen. Algo tan fuerte que parecía que explotarían las ventanas, pero esta de inmediato se apagó.

Kuroko había prendido la radio, pero el volumen estaba a todo lo que daba por lo que el susto fue inmenso para todos, ahora todos se agarraban el estómago de la risa que les había dado el recordar sus caras de susto.

—¿Qué…? —Moriyama se quedó tieso en la entrada provocando que Imayoshi chocara con él.

—Ay caray —Nijimura se llevó una mano a la cabeza al ver a los menores matados de la risa y en paños menores.

—Miyajsshiii ven amigop mío y bebe conmigo—le decía Kasamatsu arrastrando las palabras, mientras sostenía la botella vacía y al revés. El rubio suspiró y llegó hasta él, quitándole la botella y ayudándolo a levantarse con cuidado, guiándolo al sillón.

—No puedo creerlo… ¿De dónde sacaron esa caja? — dijo Haizaki molesto, levantando al semi desnudo chico, con la mirada buscó lo que creyó era su ropa —Levanta los brazos — le ordenó, Kuroko lo hizo obedientemente.

—Oh hip… hace unos días la encontré, por ahí — contestó Himuro bebiendo hasta la última gota que quedaba en una botella que le había quitado al dormido castaño que babeaba en la alfombra. Moriyama llego hasta él y se la quitó.

—Ya basta, apuesto a que ni siquiera le sientes el sabor — le regañó el de cabellos marrón.

—Tienes razón —contestó un triste halcón —No lo tiene, un tequila sin sabor es un crimen — decía con sus ojitos llenos de lágrimas.

—Ya, ya —Mayuzumi le sonrió y acarició sus cabellos — No llores, ya verás que mañana tendrá sabor de nuevo — le decía, no había caso razonar con un borracho, eso no se podía negar, estaban ebrios a más no poder.

—Kagami, quédate quieto — discutía Nijimura, tratando de vestir al pelirrojo.

—Ngh… no quiero, tengo calor — se quitó nuevamente la polera y fue por su short, Nijimura se apresuró en detener sus manos.

Kuroko gateó donde Sakurai y se puso sobre él.

—¡Oye Sakurai! ¡No te mueras! — le gritó mientras lo sacudía fuertemente por los hombros. Haizaki suspiró y, tomándolo por debajo de las axilas, lo alejó antes de que matara al pobre castaño. Así también Mibuchi levantaba al dormido, que lo intentaba luego de ese despertar.

Entre que se reían y los acomodaban y los vestían de pronto sintieron el aire decaer sobre ellos.

—Wow ¿Qué pasó aquí? — dijo Kise al ingresar y ver el estado de los menores, su olfato era bastante delicado, por lo que inmediatamente se tapó la nariz ante lo fuerte del olor, comparado con el aire fresco de afuera.

Nijimura, al ver que Aomine se acercaba a él, se alejó inmediatamente.

—Estaban tranquilos jugando play, así que loa dejamos solos…—

—Vamos, no los regañes—

Todos miraron a Himuro, que iba por una polera en el suelo y se la ponía, luego respiraba calmadamente como tratando de pensar claramente lo que diría.

—Soy totalmente culpable de todo esto — decía sin una gota de arrepentimiento, el pelinegro hablaba con una elegancia que ni estando borracho perdía, pero aún así era gracioso verlo en ese estado —Quería que se distrajeran un poco por lo de esta mañana… Sí, lo sé — dijo antes de que  Akashi dijera algo — No era la mejor forma… para ustedes — aclaró luego riendo, dejando claro que para él no había otra— Aunque… se suponía que no nos afecta el alcohol… ¿Habré pasado algo por alto? —se preguntaba a sí mismo con pose pensativa, mientras sus pies hacían un pequeño bailecito.

Viéndolo de esa manera, no podían enfadarse, Midorima veía con gracia como Takao abrazaba una botella vacía mientras parecía susurrarle algo. Akashi por primera vez en su vida casi carcajea al ver como Kuroko regañaba con Haizaki para poder llegar a un Sakurai que le mostraba la lengua.

Kise se había acercado a Takao masajeando su espalda mientras se deleitaba en cómo este jugaba con su propio hipo.

“¿Que si se le había olvidado algo?” pensaron todos los que estaban lúcidos, claro que sí, Kagami y Kuroko eran menores, la tolerancia al alcohol la obtenían después de beber con el tiempo, el alcohol, así mismo como las medicinas, era más difícil que hicieran efectos con el pasar de los años. Kasamatsu era humano, punto muy importante para que el menor estuviera de ese modo, Sakurai nunca había sido un gran bebedor, así que no les sorprendía verlo muerto de borracho. Takao ha estado tomando medicinas muy fuertes inicialmente para que no sintiera el dolor en sus brazos, solo hace poco Kagetora le había bajado la dosis, si fuera un humano normal, lo más seguro es que ahora lo estuvieran lamentando y al culpable de todo… ciertamente no entendían o no sabrían la razón, lo único que pensaban es que quizás fuera la misma que Sakurai.

—Bueno, ya qué, al parecer tuvieron una tarde movida y decirles algo ahora no servirá de nada — le hablaba Aomine a Mura, éste asintió afirmando a Himuro de la cintura.

—Ya es tarde, gracias chicos — les dijo Mura a los centinelas a su cuidado — Vayan a descansar.

 

~*~

 

Ahora cada uno se las arreglaba con su borracho personal en su habitación.

—Nu… nunca más—

Kasamatsu había ido al baño y botó todo lo que pudo, el mal sabor de boca no se le pasaba ni con todo el enjuague que había utilizado.

—¿Cómo fuiste a tomar tanto? — le regañaba entre divertido y a la vez en serio el rubio. Kasamatsu estaba acostado en su cama de lado, con sus manos en su estómago y cara deprimente, debido a lo mal que se sentía. Kise se había negado rotundamente cuando el menor quiso ir a su habitación.

Ahora solo estaba a su lado sobándole el brazo con el fin de apaciguar un poco su malestar.

—No lo sé… de primera lo encontré muy fuerte, pero ya luego no podía parar, lo estaba pasando tan bien, que ni siquiera me di cuenta cuando mi botella estaba vacía — le decía mostrando una cálida sonrisa —Hace mucho tiempo que no me reía tanto — cerró los ojos al sentir  la mano de Kise acariciar su mejilla para luego viajar a su cabello y detenerse ahí moviéndola con ternura.

—Me alegro de escuchar eso, ahora solo tendrás que afrontar las consecuencias — ambos rieron.

Kise se puso serio de repente, quería hablar con su humano de lo sucedido esa tarde. Saber una respuesta a su pregunta. Lo miró nuevamente y rió, ya sería mañana, el menor parecía haberse quedado dormido, por lo que iba a levantarse cuando este habló.

—Yo no entiendo — susurró aun dudoso de lo quería decir.

—¿De qué? — volvió a sentarse prestándole atención.

—Lo de las parejas, el destino, es algo que está escrito… ¿No es algo que decidan ustedes? — preguntaba confundido. Abrió sus ojos mirando con cierto dolor los dorados.

El rubio miró hacia el frente pensado, el había tenido el mismo pensamiento y ciertas recriminaciones cuando era joven.

—Pensaba lo mismo, pero con el tiempo he aprendido que el destino solo se encarga de juntarnos en alguna parte del camino, lo que pase antes o después será en parte decisión nuestra — el menor no entendía y Kise comprendió —Mira, supongamos que tú eres mi pareja, la atracción será inevitable, mi cuerpo llamará al tuyo como el tuyo al mío, de alguna u otra manera nos complementamos, con solo mirarte puedo saber que ya tengo sentimientos hacia ti — el menor inconscientemente se llevó una mano al pecho — Puedes entenderlo como un amor a primera vista, ahora piensa… si tú eres mi pareja, y yo soy una mala persona que dejé a una novia no importándome que esta haya estado embarazada, ¿qué pensarías de mí?

El pelinegro abrió grande  sus ojos, ese era un punto muy  delicado para él, debido a su vida podría decirse que odiaba a ese tipo de personas.

—Creo que me decepcionaría mucho de ti—

—¿Ves? Eso es algo que ni el destino puede arreglar, un sentimiento así terminaría debilitando el enlace y finalmente rompiéndolo, por eso es que luego surgen las parejas a la fuerza y vidas hechas un infierno.

—Ah~ creo que comprendo — dijo más tranquilo sonriendo, sin embrago había algo más que le preocupaba. Se mordió el labio para no decir lo que más le dolía y le tenía con el corazón apretujado.

—Kasa… sobre lo de esta tarde — quiso hablar, pero nuevamente parecía que dormía.

—Kise…Si tú y yo iniciáramos una relación — Kise lo miró y se sorprendió al verlo con la mirada casi ida mientras su labio temblaba y sus ojitos se llenaban de lágrimas. Esa mañana luego de ese beso compartido, puramente tierno, inexperto y lleno de amor, el rubio se le había declarado, dijo que le gustaba y si quería salir con él, sin embargo Kasamatsu no fue capaz de contestarle con lo que su corazón le gritaba por dentro —¿Qué pasará si tu pareja aparece?… ¿Me dejarías? — Sus ojos se cerraban producto del sueño que le embargaba, dejando salir las lágrimas acumuladas —¿Me elegirías a… mí? —

—¡Kasamatsu! — se apresuró en hablarle, no quería que se quedara dormido, no podía quedarse dormido… no ahora, lo zamarreó un poco y gradualmente y de manera muy lenta los abrió.

—Elígeme a mí — susurró antes de caer en la inconsciencia, ya no daba más con su cuerpo.

Kise sonrió mientras lo miraba dormir, pasó sus dedos por su frente hasta su mejilla.

—Claro que sí — le susurró sobre sus labios antes de besarlos tiernamente, disfrutando de la paz proporcionada por ese cálido beso, se fue alejando lentamente, abrió sus ojos y notó que el menor lo miraba con una sonrisa en su rostro, sus ojos estaban parcialmente abiertos, pero eso no impidió que notara la diferencia en esas hermosas gemas que antes eran de un curioso azulino plateado y ahora...

—¿Kasamatsu? — dijo sorprendido, el menor volvió a cerrarlos — Yukio — movió sus hombros fuertemente haciendo que este los abriera de nuevo algo atontando, pero viendo los mismo ojitos de siempre.

Lo dejó tranquilo para descansar, debió haber sido su imaginación. No dándole importancia, volvió a sonreír al recordar lo dicho por Kasamatsu. 

Mañana sería el día, pensó antes de acurrucarse a su lado mientras lo tapaba con una pequeña frazada.

 

~*~

Por otro lado las cosas estaban más animadas, Akashi no la estaba teniendo fácil pero se estaba divertido con la situación.

—Vamos Kuroko, duérmete — le decía. Ambos estaban acostados en la cama con las intenciones de dormir.Después de cambiarlo de ropa y obligarlo a lavarse los dientes lo acostó para que descansara. Pero luego de unos minutos. Akashi volvió a abrir los ojos luego de largos suspiros de su peliceleste.

Estaban en posición de cucharita pero Kuroko se dio vuelta acurrucándose en el pecho de Akashi. Nuevamente intentaban dormir, pero Kuroko de la nada empezó a soplar.

El pelirrojo sonrió al sentir el aire tibio en su barbilla.

—Kuroko— le regañó, escuchando su risita— Deja de jugar.

—No tengo sueño — de manera juguetona se levantó fuertemente posándose encima de Akashi, pero debido a que no controló su fuerza,  el mareo lo atacó con todo y  fue a dar al piso.

El pelirrojo se levantó más que rápido, encendiendo la lámpara de su velador viendo con tranquilidad como el menor se reía, con el trasero al aire y su cara pegada al piso.

—Ahh~  — suspiró Akashi — Ven aquí — lo tomó de la cintura y lo ayudó a levantarse, sentándolo en la cama.

—Tetsu, hagamos un trato… duérmete y mañana te daré un premio — Kuroko lo miró indignado.

—No me trates como a un niño y mejor dame mi premio — le dijo amurrado causando la risita de Akashi — Sei~ —se quedó en silencio un momento —En unos minutos es mi cumpleaños — le dijo mirando el reloj que estaba colgado en la pared.

Akashi se sorprendió, lo había olvidado.

—Estoy ansioso, creo que por eso no puedo dormir — le decía arrastrando las palabras debido a la embriaguez.

Akashi le sonrió con ternura. Quizás, de no estar bebido lo habría tomado a las doce en punto, ni más ni menos. Sin embargo no le quedaba más que la resignación, unas horas más no harían la diferencia ¿Verdad?

—Por lo mismo será mejor que durmamos así el mañana llegará pronto—.

—Tienes razss ah! —Gritó—Ahh— fingió un lloriqueo — Me mordí — decía sacando su lengua y tratando de mirársela.

—A ver—

—Lámela — le dijo sacando a la lastimada y enseñándosela a un sorprendido Akashi.

—¿Cómo? —

—Mi lengua, lámela — le volvió a decir un tanto sonrojado.

Ok, Akashi estaba decidido a eliminar cualquier mísera gota de alcohol de esa casa.

Kuroko al ver que no había respuesta atacó al chico quedando encima de él, le sonrió seductoramente, su boca la acercó a la contraria y de manera lenta y sensual fue sacando su lengua, para que con solo la punta, poder delinear los de Akashi, que parecían pegados con neoprén.

Akashi se entregó al momento y abrió las paredes dejando salir su lengua para encontrarse con la de Kuroko, la misma que se quedó quieta esperando lo pedido.

Akashi sonrió internamente, su pequeño era obstinado y no se iba rendir, complaciente como siempre, la suya propia comenzó a moverse alrededor de la Kuroko, lamiéndola como si de un chupete se tratara, no conforme con eso la comenzó a succionar obteniendo placenteros gemiditos de placer y un poco de dolor cuando la succión era muy fuerte. Lo que comenzó como un lujurioso juego de lenguas se trasformó en un sofocante y caliente beso que les robaba el aliento.

Akashi decidió romper aquel vicio al ver que su otro participante perdía su potencia inicial, con ternura vio que ya el sueño lo vencía.

Lo acomodó a su lado y se dispuso a dormir, no era necesario taparse por ahora, aun conservaba el calor de aquel beso y el que el cuerpo de su pequeño le proporcionaba era lo único que necesitaba.

 

~*~

 

Takao estaba notablemente mejor, solo un poco avergonzado de que Midorima lo haya visto quizás, en un estado deplorable.

De solo recordarlo le daban ganas de ahogarse. Ya que estaba en la tina lo intentaba una y otra vez, se hundía, aguantaba lo más que podía y luego salía, clamando por aire.

—Deja de jugar y sale de una vez antes de que te arrugues como una pasa — le dijo Midorima, dándole una mano para que saliera.

—Estoy bien, el agua está rica — le sonrió nerviosamente, estaba totalmente desnudo y no estaba seguro de si la espuma tapaba mucho, además de que Shintarou ingresó al baño solo con unos shorts. Definitivamente no estaba ayudando a su situación,  de reojo lo miró, su cuerpo era más grande y formado que el propio.

—Sí, pero será mejor que salgas, te estás poniendo rojo — volvió a decirle. Takao se hundió hasta la nariz, no era precisamente por el agua, sino por haberlo estado mirando, su cuerpo reaccionó por sí solo, su miembro se puso rígido y duro con solo haberlo mirado — Takao  — presionó.

—Ya… ya voy — Midorima se retiró del baño y el halcón suspiró un tanto frustrado “¿Es que acaso el no sentía nada?”

Se puso la toalla a la cintura y luego se vio al espejo, mirándose en detalle, y rió ante su leve inseguridad… no, Midorima lo quería, lo sentía y sabía que si él no tomaba la iniciativa, Midorima jamás lo haría.

Se pegó dos palmetazos en la cara y decidido salió del baño, encontrando a su lobito mirando por la ventana. Lo abrazó aspirando un poco su aroma, sin que el peliverde se diera cuenta.

—¿Te sientes me... oye… —Midorima se tensó un poco al sentir la fría piel de Takao chocar contra la suya — Vístete — le regaño tomando sus manos para que lo soltara,  pero Takao solo lo abraso más fuerte — ¿pasa algo? — pregunto preocupado dándose vuelta.

—¿No puedo abrazar a mi pareja?—hundió su cara en el pecho descubierto.

—Cl-claro que sí, pero será mejor que te vistas antes de que te resfríes —el peliverde echó su pelvis hacia atrás, para que Takao no sintiera su miembro erguido como una roca, mas no fue a tiempo, ya que Takao sonreía complacido por la reacción de su compañero.

—Shin-chan —se separó un poco, llevando una mano a su mejilla, luego la misma viajó por su pecho hasta situarse temblorosas en sus caderas. Bajó la cabeza. —Si te digo que me siento listo ¿entenderías?

Midorima lo miró enternecido, guardando silencio, claro que lo entendía. Tomó sus manos y las entrelazó con las suyas, mientras mantenían el mínimo de distancia.

—Ya no tengo arrepentimientos… quiero pensar que todo lo que pasó fue necesario para poder conocerte a ti y a los chicos — aún no levantaba la cabeza y Midorima lo escuchaba atentamente —Estando aquí, he sentido más calor familiar que en todos los años viviendo con mi familia, también sé… sé — tartamudeó agachando más la cabeza ante lo que diría —sé… que te tengo a ti — Midorima puso una mano en su barbilla y lo obligó a levantar la mirada, avergonzado y sonrojado tomó el valor que le faltaba —Por eso quiero que me…

Silenciado por un beso lleno de amor, se daba inicio a lo que sería lo más maravilloso para ambos.

Un abrazo y delicados pasos hacia atrás, hicieron que se toparan con la cama, una mano en su cintura hizo que el viaje a ella fuera delicadamente lento, siendo recostado como si fuera una pluma en una nube. Se perdió en medio del calor y la necesidad.

Midorima se situó sobre él sin hacer más contacto que el de sus bocas, que danzaban sin apuros sobre la otra, Takao lo atrajo con sus manos de la cintura subiendo por su espalda y hombros hasta llegar a sus verdes cabellos, moviéndolos con saciedad.

El peliverde, dejando su boca libre, besó sus mejillas, barbilla y cuello, para luego comenzar a besar cada trozo de piel expuesta, sus manos acariciaban sus costados con firmeza queriendo grabar cada lugar en sus manos, su boca besaba y lamía su pecho. Con erotismo sopló sobre una tetilla y con deleite miró como por arte de magia esta se erguía buscando más de aquello, un profundo suspiro del halcón le hizo saber lo mucho que le había gustado esa pequeña acción.

Dicha acción la repitió varias veces después de cada succión. Sacando sonoros jadeos del pronto a reclamar.

Dando pequeños y seductores besos, llegó a su ombligo. Un temblor involuntario, que reconoció como de temor lo hizo detener, levantarse y mirar a Takao, que apretaba sus dientes y cerraba sus ojos con fuerza, sus manos parecías soldadas a las sábanas.

No,  él no quería ver esa expresión.

—Takao — abrió sus ojos ante la voz y sobre todo el tono melancólico — Mírame, necesito que me mires — El pelinegro se dio cuenta de que su cuerpo completo lo había endurecido y lentamente fue relajándose, mientras una solitaria lágrima se deslizó por su ojo izquierdo, riéndose con tristeza mientras con su antebrazo se cubría los ojos.

—Lo lamento, estoy bien

Midorima retiró su brazo y lo miró con tranquilidad antes de besarlo.

—Haré que lo olvides y que te acostumbres a mí. Que solo mis besos, mi piel y mi tacto sea lo único que se grabe en ti… no es tu culpa, así que no lo lamentes —Takao volvió a derramar lágrimas, pero esta vez era diferente, se sentía tranquilo, por primera vez en su vida verdaderamente amado, estiró sus brazos y lo abrazó con fuerza, siendo correspondido.

—Continúa, por favor — le susurró en su oído.

Mientras volvía a besarlo, desató la toalla, retirándola por completo de la cama. Con asombro, en medio del beso, sintió como Takao bajaba sus shorts ayudándose con sus piernas, dio el grito al cielo cuando su hombría chocó con la del pelinegro. Un espasmo le recorrió de punta a punta al sentirlo tan cerca.

Midorima se levantó un poco, llevándose sus manos por debajo de las rodillas de Takao, flexionándolas para luego él situarse en medio con las piernas igualmente flexionadas a cada costado, dejando sus hombrías muy juntas.

Takao sonrojado intentó sentarse, ya que la distancia le hacía sentir muy expuesto y le avergonzaba, pero con una mano en su estómago Midorima lo detuvo.

—Quédate ahí, quiero verte —le pidió con una mano en la cadera y la otra en el pene de Takao, comenzó con una tortuosa masturbación.

Su mano bajaba y subía lentamente, situando de vez en cuando su pulgar en aquel ya jugoso orificio. El líquido pre-seminal se hacía presente al igual que los jadeos más sonoros de Takao.

—P…pervertido — le dijo el halcón al ver de reojo como Midorima lo masturbaba con avidez pero no quitaba la vista de su cara, cada expresión estaba siendo grabada por los verdes.

—No lo soy — le contestó divertido.

—Claro que… ah — gimió al sentir un leve apretón—Shin-chan voy a… — se mordió el labio ante la ola de placer.

—Hazlo— le ordenó agachándose y besando uno de sus muslos — Aquel sorpresivo beso que le hizo hervir la sangre fue el detonante para gemir de placer a la vez que dejaba salir todo su semen.

Midorima veía embelesado aquella inolvidable imagen, su cuerpo desnudo, después de un orgasmo proporcionado por él, respiración agitada, labios semi abiertos, ojos llorosos y piel cristalina por el  sudor.

Masajeó el flácido pene, sacándolo todo, espasmos recorrían a Takao producto del reciente orgasmo.

—Shin-chan — jadeó, cerrando sus ojos y con algo de timidez pero completamente decidido, abrió  más sus piernas, de manera incitante

Midorima asintió a una petición no hecha con palabras, pero que había entendido claramente. Soltó su miembro subiendo hasta Takao, su boca ingresó en la que ya se proclamaba dueño. Una mano jugaba con una de sus tetillas alternándose de vez en cuando.

Cuando lo sintió perdido en placer, fue que su otra mano se atrevió a bajar aquella zona gloriosa, apenas lo acarició lentamente con la yema de sus dedos, vio el cambio de expresión en el rostro de Takao y cerró los ojos para no verlo, no sabía por lo que había pasado pero sin duda lo ayudaría a superarlo, se concentró en besar y lamer cada parte de su cuello mientras un dedo lograba colarse en aquella caliente cavidad.

Cuando adentro el segundo. Takao soltó las sábanas a las que se aferraba con su vida y lo abrazó con fuerza, convenciéndose de que era Midorima con quien estaba, que eran sus dedos y no otras cosas las que estaban dentro de él provocando solo placer en vez del torturante dolor que juraba desde hoy olvidar.

Su espalda se arqueó al sentir el tercero, su punto dulce fue tocado e instintivamente se echó hacia adelante para más contacto, provocando que sus miembros se rozaran.

—A-Ahora — pidió soltando y mirándolo con deseo.

Midorima se puso entre sus piernas, acomodando la punta de su miembro en la entrada, su otra mano la entrelazó con la de Takao.

—Kazunari, mírame… mírame mientras entro en ti — sus ojos nuevamente se perdían en los contrarios, el peliverde fue entrando  despacio pero cada vez con más confianza al percibir en sí la molestia, que no podía ocultar, pero que sí se apaciguaba con esa hermosa sonrisa con la que lo recibía.

Su pene había entrado por completo y estaba haciendo uso de todo su autocontrol para no correrse. Y no es que sea precoz o algo por el estilo, sino que tanto desear estar con él desde que lo conoció y, que ahora estuviera llevando a cabo ese deseo, le hacía sentir que era mucho mejor de lo que alguna vez imaginó, provocando el querer correrse de inmediato.

Otro beso acompañó a las lentas embestidas, el calor de sus entrañas estaba a punto de volverlo loco. Su mano la pasó por debajo de su espalda y se aferró a su hombro mientras la otra lo tomaba de uno de sus muslos, levantándolo un poco.

—Te amo, Takao — gimió sobre sus labios, adentrándose más en él, las penetraciones subían en fuerza y velocidad, arrancando sonoros jadeos y gemidos de placer por parte de ambos

La explosión culminante de placer se acercaba y ambos lo sintieron.

—Takao — dijo afirmando la voz a la vez que lo penetraba lento pero constante, dando en el punto preciso que lo hacía perderse en la excitación.

El pelinegro apretó el brazo que lo sostenía de su hombro y su otra mano la puso en el pecho del peliverde, atento a ese llamado.

Sus ojos se miraban formando la inicial conexión visual, mientras sentían como el calor les inundaba el pecho.

“Veré el cielo a través de tus ojos y  tus alas serán mi abrigo.
 Serás tú mi guardián en el cielo, yo tu protector y guía en la tierra.
Juntos de ahora en adelante veremos la vida de otra manera,
me encargare de hacerte feliz…

Recitaba a cada certera embestida. Ante cada palabra y cada letra, Takao lo recibía, mientras sus lágrimas se mezclaban, entre el gran placer proporcionado y la calidez de su juramento de vida para con él.

“De ahora en adelante mi vida solo se basara en ello… ¿Aceptas ser mi pareja ahora y por lo que nos quede de vida?”

Takao, sonrió de manera resplandeciente.

—Acepto… Acepto ser tu pareja y compañero de vida—

Midorima, sonrió y una fuerte corriente viajó desde su pecho hasta su hombría, hinchándolo de golpe en medio de una fuerte penetración, al segundo expulsó fuertemente su semen y el líquido de enlace que hizo gritar de dolor al halcón. Midorima vio con admiración como esos platinados ojos habían cambiado a un hermoso dorado, ojos filudos y agudos le daban la bienvenida.

Takao sentía como si algo caliente hubiera ingresado a su cuerpo tomando sus entrañas, apretándolas y tirando de ellas hacia afuera, su alma volvía a su cuerpo luego de aquel dolor indescriptible pero que tanta calma le había traído a todo su ser. Volvió a correrse, sin siquiera haberse tocado y había sido aún más glorioso que cualquier orgasmo vivido alguna vez.

Solo respiraciones agitadas quedaban del recién acto, frente contra frente, disfrutaban de aquella sensación tan arrolladora, mientras con una sonrisa recibían el cálido aliento sobre sus labios y, lo más importante… la promesa de una vida juntos.

 

~*~

 

El alfa de Teiko esa noche, había sufrido gotas y gotas de sudor, a Kagami le había dado por enseñarle un baile que cuando era pequeño Himuro le había enseñado, diciéndole que algún día tenía que bailárselo a su novio.

Simpatizado con ver al pelirrojo borracho, lo dejó, pero cuando puso una música un tanto insinuante a sus oídos, se preocupó, su mini sospecha fue acertada cuando vio que Kagami danzaba al compás de la música con  una sensualidad jamás antes vista, subiendo cada vez más el tono en sus movimientos. Cuando fue retirando prenda por prenda y, la última que tapaba su humanidad cayó sobre su cabeza, fue que despertó de su letargo golpeándose la frente y cerrando los ojos para calmar la calentura que Kagami ebrio le haba provocado.

A situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Tomó de la muñeca al desvergonzado chico y se metió a la ducha con él.

Kagami estaba tan ido que ni siquiera protestaba y solo se reía, Aomine frustrado y la vez contento, se había encargado prácticamente de bañarlo, limpiarlo y arroparlo en la cama, luego lo miró pensando en lo injusto e inconsciente que era, lo regañó infantilmente por eso y se acostó a su lado con una sonrisa que le sería imposible de borrar.

 

~*~

 

Ya venían siendo las 6 de la mañana y Himuro había madrugado por un malestar en su estómago que no le había dejado dormir. El retorcijón lo había obligado a correr al baño.

—¿Tatsuya? — escuchó de fuera de la puerta.

—Ya… ya voy, Atsushi — se levantó del retrete y se lavó los dientes por tercera vez esa mañana.

Al salir, se topó con esos violetas que lo miraban con preocupación.

—Estoy bien, creo que ayer me accedí —sonrió convencido, pero por dentro estaba un tanto intranquilo, era buen bebedor y se enorgullecía de ello, siempre que había fiesta o salía con sus amigos jugaban y siempre era el último en pie, su cuerpo metabolizaba casi de inmediato el alcohol, el efecto en el cuándo tomaba mucho no duraba demasiado y al siguiente día estaba fresco como una lechuga.

Y ahora sentía un vacío en el estómago, que lo golpeaba de la nada y lo obligaba a ir al baño y botar hasta lo que no tenía dentro.

—¿Seguro? — preguntó sujetando su mejilla y levantándola solo para mirar lo pálido que se encontraba — Será mejor que te quedes acostado por lo que resta del día — le dijo tomándolo en brazos y llevándolo de vuelta a la cama, ignorando sus protestas.

—No puedo, Atsushi — se removía entre su brazos para poder levantarse pero el más grande volvía a acostarlo. Así un buen rato entre risas y risas que se detuvieron al escuchar la puerta.

—Pasa — dijo Mura sabiendo de antemano de quien se trataba.

Himuro con solo verlo sabía de qué se trataba, ambos se sonreían como si estuvieran conectados, el día de hoy harían aquello que se hacían desde hace quince años, lo había tomado como una tradición y, el día de hoy no podría faltar.

Ambos hermanos fueron a la habitación de Kuroko, como dos expertos ladrones, la manilla al abrirla ni siquiera había hecho ruido. Mura los seguía, sonriendo en las sombras por lo que el par tenía pensado hacer, gracias a su conexión,  Himuro  se lo había dejado saber.

Llegaron al lado de su cama, e ignorando al compañero de él, saltaron en la cama gritando su nombre y dándole las felicitaciones por su cumpleaños.

El asalto mañanero, despertó al peliazul, pero aquel calor emanado por el abrazo de ambos hermanos, lo había tranquilizado al instante, recordando el por qué del ataque luego de procesar sus palabras. Aquella jugarreta la habían optado de su madre, que siempre iba a despertar a los menores para luego ir a saludar al que estuviera de cumpleaños.

A Akashi casi le da el infarto de su vida, pero se tranquilizó de inmediato, la escena era enternecedora y, aquel instinto asesino que tuvo se le esfumó al ver esa sonrisa en su pequeño junto a sus hermanos, así mismo se encontraba Murasakibara, afirmado y de brazos cruzados en el marco de la puerta.

La mañana pasó tranquila, en el desayuno prácticamente se fue todo a la parrilla, todo aquel en la manada que se te enteró del cumpleañero, lo felicitó.

Sin embargo algo faltaba, y no podría no estar para la celebración que se vendría en la noche y, más para la llegada del padre de los hermanos, era necesarias otras cosas.

Kagami insistía en que  no podía no hacer el pastel para Kuroko. Era lo primordial, y no estaban los ingredientes necesarios.

Aquella petición y secundada por la demandantes parejas, no le había dado más razón que aceptar. 

Una de la tarde y los chicos irían a la ciudad, más bien solo Imayoshi y Moriyama irían, pero Himuro, se les había colado, con la excusa de que él conocía los ingredientes precisos que le gustaban a Kuroko.

Con la misma excusa Kagami se había subido a la camioneta y, de la nada, Takao, Kuroko y Kasamatsu se habían arrimado en ella, por la misma razón era que ahora iban dos camionetas sumándoseles, Haizaki, Mayuzumi, Sakurai, Reo y Nijimura.

Iban con el tiempo contado y más que advertidos. Los chicos solo los habían dejado, hoy sería un día especial, y las cosas que arreglar la harían en su debido tiempo, un pequeño respiro no les haría nada de mal.

Una vez yéndose, las felicitaciones llegaron a Midorima y como si de viejas chismosas se tratara, pedían detalles que sabían de antemano que el peliverde se negaría a dar. Contentos por él, lo dejaron irse con la felicidad y el sonrojo impregnado en su rostro.

 

~*~

 

Muy lejos de ahí, en  un lugar húmedo y frío, la noticia llegó en un abrir y cerrar de ojos. Sonrisas ladinas y miradas llenas de maldad, se dejaron ver entre los presentes.

—Es hora—.

—Que empiece a diversión—.

 

Continuará…  

Notas finales:

¿Qué tal?

Bueno de aquí en adelante, empieza el climax(?) de la historia, ok no pero si el quiebre, que algunas ya han mencionado y que era importante no olvidar.

Muchas gracias por sus comentarios, por leerme y esperarme. Se les quiere!!!

Siguiente capítulo :  Emboscada

Esta vez no les hare alguna pregunta solo les dire mis más sinceros deseos para este próximo año que se nos avecina, despidan con una sonrisa este 2015 aceptando lo bueno y lo malo y reciban con una más bella sonrisa el 2016 que de seguro será mejor!!

Nos leemos prontito!!


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