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Runes por SophiaXi

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Ni siquiera sabía cómo, pero de pronto Alec ya se encontraba en su habitación; cerró la puerta a sus espaldas con seguro y con el último esfuerzo se dejó caer de espaldas en la cama.
Se quedó mirando el techo unos momentos, sin querer pensar en nada de lo sucedido en los últimos 20 minutos. Llenó de aire sus pulmones conteniéndolo y se giró quedando sobre su costado.

Un objeto sobre el buró llamó su atención; se incorporó y extendió el brazo tomando el curioso objeto entre sus dedos. Y no era otra cosa que la estela de Jace:

-¿Podría ser peor?- se preguntó a si mismo con una sonrisa amarga y volvió a dejarla sobre el buró, no quería prestarle atención, no ahora que el dueño lo había lastimado tanto-

Volvió a acomodarse en la cama y abrazó a su almohada, cosa que no hacía hace mucho tiempo, pero debido a la situación era una de las pocas cosas que le calmaban.
Se aferró a la almohada como si su vida dependiera de eso, pero al hundir su cabeza en ella se arrepintió. Olía a Jace.
Debía ser una mala broma del cosmos que justo cuando menos quería pensar en él, todo se lo recordara. Y esos recuerdos lo transportaron hasta la noche donde había empezado todo.

*Flashback*
No era que Alec fuera muy discreto , en realidad, la mayoría de las personas cercanas se daban cuenta de lo que sucedía.
La forma en la que el moreno le miraba; con esos ojos de amor cada que tenía la oportunidad, y con ojos de preocupación cada que iban a enfrentarse en una batalla. Cómo se sonrojaba levemente cuando se acercaba demasiado a él. Cómo perdía el control de lo que decía en su presencia… A él, Jace Wayland, su hermano… Tal vez no de sangre, pero si de sentimientos, lo cual era casi lo mismo.

Ese día no era especial, en realidad, una noche común y corriente para cualquier adolescente (Ya ni siquiera un cazador de sombras).
Los ojos azules del chico estaban fijos en un libro entre sus manos, estaba concentrado, era información que tal vez le serviría algún día. O eso pensaba él.

Entonces algo interrumpió su tranquilidad, pensaba que sería su hermana, por el modo en que entró como si fuera su propia habitación. Pero entonces sintió como la cama se hundía junto a él, e Isabelle no hacía eso.

Sobresaltado alzó los ojos chocando con unos dorados que brillaban suavemente; el moreno casi olvidó como hablar:

-¡Jace!- exclamó haciéndose un poco para atrás, pues lo sentía muy cerca para su autocontrol- ¿Necesitas algo?- preguntó mirándole fijo y el rubio meneó la cabeza-

-En realidad no- respondió con una sonrisa natural- solo quería saber porque no estabas abajo cenando- se excusó, a lo que Alexander enarcó una ceja-

-No tenía hambre- respondió, y era la completa verdad; desde la semana pasada que Clary le había hecho la runa se sentía distinto, aunque no había dicho nada, no quería darle el gusto a la chica de verlo enfermo-

-¿Tu sin hambre?- cuestionó el rubio y volvió a cerrar el espacio entre ambos posando una mano sobre su mejilla- ¿Estarás enfermo?- su mano le brindó una suave caricia y esto sumado a la preocupación en su voz hizo que Alec se estremeciera-

-No, estoy perfectamente- le aseguró. No quería mentirle a su Parabatai, pero tampoco preocuparlo más solo por síntomas tontos- Ahora, si me disculpas necesito terminar de leer- concluyó deshaciéndose del tacto en su rostro y volvió a centrarse en el libro-

Se ganó un resoplido de Jace:

-¿Qué es mas importante que yo?- cuestionó con su habitual tono soberbio. El que más le gustaba al cazador de ojos azules-

-Esto- le respondió agitando el libro con una mano-

Jace entrecerró los ojos y miró al libro como si fuera una competencia que le quitaba la atención de Alec; así que de un momento a otro se abalanzó contra él haciéndolo caer de espaldas en la cama; Alec estiró el brazo para quitar del alcance del rubio su preciado libro; así que se quedaron forcejeando, hasta que de pronto Jace estaba a horcajadas sobre Alexander, quien sentía que el corazón se le saldría del pecho; el color se le subió a las mejillas ante la proximidad del de ojos dorados.

Lentamente, el rubio fue acercando sus labios a los del otro cazador, sus dedos sostuvieron el mentón de Alec dándole un pequeño tirón y con esto sus labios se rozaron. El pelinegro sintió una corriente eléctrica corriendo por su espina dorsal y se estremeció entero, pero los dedos de Jace le impedían alejarse, por lo que una vez superado el shock, empezó a corresponderle.
El beso subió más y más de intensidad; Jace le mordía los labios ansioso mientras acomodaba sus manos detrás de su cabeza para sostenerse mejor y con esto poder examinar toda la cavidad de Alec con su lengua.

Para Alexander, era el beso más sucio que jamás había recibido, y a pesar de eso, le encantó.
Correspondió con timidez, más bien dejando que Jace se encargara de todo, porque bueno, siendo sinceros, el rubio tenía mucho más experiencia.

Los dedos expertos del blondo fueron colándose a través del suéter café que llevaba el otro, y se encontró con una piel suave y cálida que se erizaba en cuanto tocaba.
Pero esto pareció demasiado para Alec, quien aún perdido en todo lo que le hacía sentir, tenía en mente que eso no podía estar bien. Así que se separó, con dificultad, pero lo hizó:

-No Jace- susurró mirándole directamente, el rubio frunció el ceño visiblemente molesto, sin embargo el pelinegro continuó- Está mal, la ley no lo permite, si La Clave llegara a enterarse…- no pudo terminar porque los labios del chico Herondale se estamparon contra los suyos-

-No lo harán- prometió el blondo en un susurro todavía sobre los labios del otro y se separó levemente solo para poder mirarle a los ojos- ¿Me crees?- preguntó ante la mirada de incredulidad del moreno-

-Supongo- soltó un pequeño suspiro mientras respondía- pero otra cosa es que no quieras…- susurró desviando la mirada por lo que no pudo advertir el cambio de expresiones en su compañero, sin embargo su sintió como tomaba su rostro por el mentón, de nuevo, obligándole a mirarlo-

-¿En serio crees que no quiero?- cuestionó arqueando una ceja visiblemente sorprendido- No te habría besado de esa forma de no ser así- su voz era suave y sus ojos brillaban como oro líquido-

Y Alec no necesito más palabras para sentirse feliz y entero. Le sonrió radiante y sus dedos ascendieron por su pecho hasta entrelazarse por detrás del cuello del rubio; volvió a besarle, despacio, saboreando sus labios como tantas veces había imaginado.
Jace no perdió más tiempo y le correspondió de la misma forma, pasando sus dedos por debajo del suéter café de nuevo; pero esta vez no se detuvo, siguió recorriendo el cuerpo del moreno hasta que logró sacarle la prenda por la cabeza, y aunque tuvo que interrumpir el beso, se sintió recompensado al ver la nívea piel reaccionar ante su tacto.
El rubio se inclinó un poco hasta que sus labios estuvieron sobre el cuello de Alec, lentamente, empezó a succionar su piel, ganándose un par de sonidos de parte de Lightwood y sonrió.

Por otro lado, Alexander había decidido apartar su mente de todo y estaba sobre la almohada con los ojos cerrados, tan solo mordiéndose el labio para no gemir por la presencia de los labios de Jace en su cuello. Casi podía esta r seguro de que le dejaría marcas , pero no le importaba.
De pronto sintió como las manos del otro se deslizaban por su abdomen hasta chocar con el botón de sus jeans y se tensó. Nunca antes había pensado en llegar a tanto con él, al menos no de manera seria, sin embargo se le hacía tonto querer parar en esos momentos. Además, no quería.

Se dejó hacer. Los dedos de Jace desabrocharon rápidamente el botón y lo liberaron de los pantalones junto con su ropa interior, lo que hizo que Alec abriera los ojos, y al contrario de lo que esperaba, vio a Jace contemplándolo atentamente, como si quisiera grabarse cada centímetro de su cuerpo en la memoria; lo cual hizo al moreno sonrojar levemente.

Estiró el brazo para acariciarle los cabellos dorados y él sonrió. Entonces fue el turno de Alec para quitarle la ropa.
Torpemente sus dedos arrancaron los botones de la camisa del blondo, tirando la prenda a un lado junto a su ropa en cuanto pudo. Jace estaba tan complacido que no opuso resistencia, y mucho menos al sentir como, poco hábilmente, Alexander trataba de quitarle el pantalón:
-Déjame hacerlo- susurró divertido al rescate del moreno, quien asintió un poco apenado de no ser tan diestro como su acompañante-

En cuanto Alec retiró sus manos, el blondo pudo desabrocharse el pantalón y quitárselo junto con todo lo demás. Por suerte no llevaba mucho armamento, tan solo una daga pequeña y su estela que dejó sobre el buró, tirando la daga al piso.

Volvió encima de Alexander, quien al sentirlo por primera vez piel contra piel, se estremeció entrero. 
Jace lo notó mas no dijo nada, en respuesta sus manos empezaron a recorrer el cuerpo del otro, reconociéndolo más que fascinado.
El moreno se encontraba feliz dejándose acariciar por el experto; mas también sentía curiosidad por tocar, así que empezó a recorrer los firmes brazos del blondo, quien, en respuesta sonrió suavemente; poco a poco las manos de Alec fueron descendiendo por el cuerpo de su Dios griego hasta llegar a su firme abdomen donde se detuvo.

Pero Wayland al ver que su compañero ya estaba tomando confianza se abrió paso entre sus cuerpos y con cuidado empezó a acariciar el miembro del otro.
Hecho que hizo que Alec gimiera, esta vez sin poder reprimirse, agradeciendo mentalmente que Jace supiera tocar el piano, porque justamente sus dedos parecían ser expertos en ‘Tocar’. 
Animado por los gemidos del chico de cabellos negros, Jace continuó su labor poniendo un poco más de fuerza, al punto en que su miembro también le dio una punzada más que despierto.

Dejó de acariciarle y prosiguió a frotarse contra él haciendo que ambos lo disfrutaran y soltaran gemidos.
Incapaz de soportar más, Jace llevó uno de sus dedos a los labios de Alec quien le miró duduso, aunque igual , obedeció chupándolo. Entonces, el rubio acomodó sus piernas alrededor de su propia cadera y le besó, deslizando su dedo en la entrada del moreno.

Alexander intentó gemir con ganas o incluso gritar, mas los labios de Wayland se lo impedían, por lo que solo pudo retorcerse entre sus brazos.
Jace, que no era muy paciente, introdujo otro dedo, ganándose una fuerte mordida de parte del otro, gimió sintiendo como Alec se relajaba un poco y se aventuró a meter un tercer dedo. Pudo sentir como el rostro del moreno se contraía y casi pudo jurar que si seguía haciendo eso se ganaría un golpe.

Así que unos segundos después- ya seguro de que Alec estaba preparado- sacó sus dedos. Acomodó de nuevo sus piernas subiéndolas a sus propios hombros y musitándole un ‘Tranquilo’ al sentir como se removía inquieto, empezó a introducirse con delicadeza.

La espalda de Alec se arqueó, el dolor que sentía era importante, pero no insoportable. Empezó a jadear aferrándose a los fuertes Bíceps del blondo:

-¡Muévete!- le exigió con la voz entrecortada, y Jace en seguida le obedeció-

La cadera del rubio empezó a mecerse. Poco a poco la intensidad de las embestidas fue subiendo, haciendo que a Alexander se le olvidara cualquier rastro de dolor y se dedicara a disfrutar.

Las manos de Jace volvieron al miembro contrario acariciándolo con más energía cosa que Alec agradeció. Ambos estaban gimiendo a mas no poder, moviéndose hasta hacer que la cama se estremeciera y chocara contra la pared en repetidas ocasiones.

En el momento en que el rubio golpeó el punto mas sensible de su compañero llegaron al momento cumbre, donde un par de embestidas más bastaron para que ambos terminaran al mismo tiempo.

Se derrumbaron en un glorioso orgasmo y antes de aplastar al moreno, Jace se dejó caer en la cama sobre su costado, atrayendo a su acompañante por la cintura.
El chico de ojos azules se acomodó entre los brazos del otro, poniendo sus manos sobre el pecho bien marcado de Jace, cerrando los ojos y tratando de regularizar su respiración. Sus dedos podían sentir el latido desbocado del rubio y sonrió, orgulloso de si mismo por lograr eso.

Se quedaron en silencio unos segundos mientras se reponían, entonces sintió como le besaban en la coronilla y abrió los ojos alzándose para poder mirarlo:

-¿Dónde habías estado toda mi vida?- preguntó en un susurro el blondo, esbozando una enorme sonrisa, satisfecho. A Alexander se le ocurrieron muchas respuestas, pero decidió no decirlas. No era el momento adecuado para reclamarle por no haberlo notado en todos esos años. Así que tan solo se encogió de hombros con una débil sonrisa- Eres increíble- musitó bajando su rostro para depositar un peso en los labios del moreno con dulzura-

-Significa mucho viniendo de ti…- respondió él volviendo a esconderse en su pecho-

Estaba más que feliz con lo sucedido, pero también confundido, asustado y nervioso. ¿Dejaría de ser solo su Parabatai después de eso?. Soltó un suspiro y se aferró mas al contrario ante la idea.

-Te amo- susurró casi inaudible el chico Lightwood, le había costado trabajo, pero lo había hecho. No importaba si no le respondía igual, al menos ya se sentía con una carga menos-

-Te amo y lo seguiré haciendo hasta el final de mis días- musitó el rubio, ante la sorpresa del otro, con una voz segura pero audiblemente cansada-

Así que Alec decidió no importunar y con un beso en su pecho se acomodó para dormir. Nada podía hacer de ese momento más perfecto 


Siguió hecho un ovillo en su cama, no quería llorar, no de nuevo por él, pero se sentía muy idiota al pensar que todo lo que le había dicho Wayland era verdad:

-Lo hecho, hecho está- susurró para si mismo-

Y acomodándose de nuevo en la cama cerró los ojos dispuesto a descansar. Cerrando sus brazos alrededor de su vientre, que aunque no había cambiado nada, a él ya le parecía hermoso; pues albergar una vida, no era cosa de todos los días, y mucho menos si el padre era el maravilloso Jace Wayland Herondale Morgensten Lightwood.

Notas finales:

¡Hola!~ Primero que nada, muchas gracias por el apoyo, realmente no merezco tanto amor <3 Estaré actualizando diario y como siempre, déjenme uno de esos hermosos reviews para saber qué opinan y que al mismo tiempo tanto me animan a escribir :'3 ¡Muchas gracias! ¡Nos leemos! XO. <3


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