Él era un ángel, protector de la vida, de la compasión y el bienestar de otros, ingenuo, más puro que la mayor de las purezas conocidas, desde su creación solo tuvo un sueño, procurar la felicidad de los demás aún a costa de la suya, nunca tuvo un deseo propio, nunca se preocupó por sí mismo y no le importaba no hacerlo, estaba conforme con la felicidad de aquellos que le rodeaban y las preocupaciones de estos se convertían en las suyas.
A menudo se le veía entre los humanos intentando ayudarles a encontrar felicidad, a cumplir sus sueños, aliviando sus penas y dolores… y cumplía con éxito su misión en la tierra.
Un día conoció a una pequeña niña huérfana, la infante tenía una extraña enfermedad que la debilitaba poco a poco “¿qué puedo hacer por ti?” preguntó desesperado el ángel “mi único deseo” dijo la niña “es no volver a estar sola”… el ángel no tuvo palabras para esta respuesta, creyó que la pequeña pediría que la curara, pero tan sólo pedía compañía
“¿no quieres ser sanada? Si lo haces podrías vivir, conocer a muchas personas, ser feliz”
“no hay cura para lo que tengo, además, si conociera a nuevas personas no podre estar con ellas por siempre, tarde o temprano terminaría perdiéndolos y sufriría mucho por ello… prefiero ir a donde me esperan mamá y papá”
“¿por qué dices que terminarías perdiéndolos?” preguntó el ángel angustiado
“porque la vida de todos los humanos, por mucho que se oculte, es efímera, y yo ya no quiero perder a nadie más”
“… yo me quedare contigo, lo prometo”
Y así el ángel se quedó al lado de la pequeña… hasta que un día… ella, murió…
El ángel sintió un gran dolor y cubriéndose el rostro comenzó a llorar amargamente…
“¿te duele la perdida de una vida humana?” preguntó una fría pero hermosa voz
El ángel miró entonces a aquel que tan insensiblemente había preguntado… un shinigami.
“claro que me duele”
“la vida de los humanos es insignificante, no vale la pena lamentarse”
“¿¡cómo puedes decir eso!? Has sido tú quién terminó con su vida” dijo con lágrimas en sus ojos
“¿y qué con eso? Le he dado la oportunidad de ir al lugar al que quería ir”
“¡¡lo haces incluso con aquellas personas que no lo desean!! Eres cruel…”
“tú muy tonto… realmente tonto, amar a los humanos es como amar a la flor que nace en los campos”
Y dicho esto el shinigami se retiró dejando solo al ángel…
El ángel continuó con su labor en la tierra, y de vez en cuando presenció el dolor de la perdida, él y el shinigami se encontraron en esos casos, pero ninguno de los dos hablo con el otro…
Hasta que un día se encontraron de nuevo en un cuarto de hospital, personas lloraban alrededor de la camilla donde permanecía un cuerpo ya sin vida.
“todos te odian ¿cómo lo soportas?” preguntó el ángel
“simplemente no me importa” dijo indiferente al dolor ajeno “¿cómo lo haces tú?”
“¿eh?... ¿a qué te refieres?”
“a esto… te quedaras al lado de aquellos que sufren, absorberás el veneno y te forzaras a seguir… y volverás a pasar por lo mismo, es así cuando estas condenado a quedarte al lado de humanos”
“… yo…” el ángel no sabía que decir, los humanos necesitaban su ayuda, y a él le llenaba ayudarlos, jamás ha sido una condena… ¿cierto?
“que te pongan a hacer algo que no puedes, es cruel” el shinigami sonrió al decirlo
“yo…”
…
…
Él, un demonio, un shinigami sin ninguna clase de sentimientos… despreciable y sensual… con tan solo poner un pie en el campo todo aquello que una vez fue hermoso… muere… y su sonrisa se vuelve entonces un doloroso tabú, al igual que su cuerpo entero y sus labios.
Y al otro extremo entre las flores marchitas está el ángel, sutil y grácil, inocente… dolido… todo aquello que una vez amo ya no existe… sólo queda…
“si es una condena… entonces… libérame” pidió el ángel, tal vez por dolor, por miedo a volver a perder algo preciado, por el traicionero encanto del shinigami, o quizá…
“¿renunciaras a todo?” preguntó con una sádica sonrisa
“… sólo pido… me dejes estar siempre a tu lado”
“…”
“…”
Lentamente el shinigami ofreció su mano para guiarlo… lentamente el ángel aceptó…
“todo lo que has sido, lo destruiré”
“ya no importa” dijo aferrándose a él en un abrazo… su olor no era a sangre como imaginó, tampoco a flores en la tierra… era un olor diferente que le tranquilizaba, le gustaba
El shinigami le tomó detrás de la cintura con una mano y la otra fue a las alas del ángel, entonces comenzó a desgarrarlas, un proceso doloroso para el cuerpo entre sus brazos, uno placentero para él…
“¡¡ahh!!” la sangre emanaba del cuerpo del joven mientras que el viento se llevaba las blancas plumas ahora manchadas de carmesí…
…
Sus pasos andaban sobre el agua congelada, el viento soplaba helado, cargaba entre sus brazos un frágil cuerpecito agotado que cubría entre una manta
“¿tienes miedo?”
El chico entre sus brazos le miró y negó despacio, luego se abrazó a su cuello
“estaré a tu lado” aseguro el shinigami
“y yo al tuyo… por siempre” susurró cansado “¿sabes cómo le llaman los humanos a esto?”
“…”
“le dicen amor… porque no tiene final”
“jum, nadie puede amar a alguien como yo”
“yo lo hago, justo ahora…”
“hm, realmente tonto”
“…” el chico sonrió
“juro que protegeré tu sueño”
“… mi sueño, es estar contigo” cerró los ojos, el olor de aquel ser era hermoso
“entonces, así será…”