Luna
Furihata Kouki estaba, literalmente, atrapado. Atrapado en un cuerpo que no le obedecía, en un cuerpo que se derretía a cada caricia del otro; a cada beso, a cada palabra, a cada mirada que Seijuurou le daba. Esa mirada que le helaba la sangre y lo llenaba de deseo.
Akashi mordía, chupaba y besaba cada pequeño pedazo de piel que asomara por la yukata de su “pareja”. ¡Dios Mío! De haber sabido de todas las ventajas que esa prenda poseía lo habría obligado a usarla antes.
-A-A-Akashi- murmuraba el castaño, totalmente nublado por el placer- l-la la- lu-luna- desde su posición sobre el tatami, Kouki veía perfectamente como el magnífico astro nocturno se iba tiñendo de rojo. Tan rojo como el cabello del emperador, como sus ojos, como cada marca que dejaba en su piel…
La ropa estorbaba, los besos ya no eran suficientes… el cielo cambiaba lentamente de color, al igual que su rostro
-Kouki- era extraño, como a pesar de todo, su voz no estuviera afectada por el momento. Tan tranquilo, tan perfecto como siempre… tan perfecta como aquella vez
-FlashBack-
Kouki sabía que había metido la pata. De esta no saldría vivo. Porque ¿Qué simple mortal se atrevía a besar al Emperador y seguir viviendo tan campante? Así que, ahí estaba el, sentado en el andén, esperando. Esperando el dichoso tren que traería consigo a su verdugo.
Aquella noche, el cielo estaba despejado; la luna llena iluminaba con su brillo plateado las calles, incluso, algunos de esos rayos plateados se filtraban a los anden, golpeaban las vías. Le daban una magnificencia única. Agradecía a Dios, el que le permitiera tener esa vista en su última noche.
“El tren de Kyoto va arribando por el andén 5” anuncio la bella voz. Kouki suspiro, pues bien… al mal paso darle prisa.
Espero, no podía evitar el temblor de sus manos, de sus pies…. De todo su cuerpo. “Vamos, Kouki… tal vez será compasivo y… terminara rápido… a no ser que, saque a su psicótico interno, en cuyo caso… podría ser una muerte muy dolorosa”… genial, ahora su mente le jugaba bromas tan crueles.
No paso mucho tiempo para que el emperador arribara, y se parara a su lado.
-Buenas noches, Kouki-
-Buenas… noches, Akashi-san-
-Pensé que ya nos tuteábamos, Kouki-
-A… esto… pues… -
-Yo esperaba que me llamaras por mi nombre como la última vez- ¿eh? Sera posible…. Que mientras estaba con fiebre..?-
-Akashi-san… le pido una disculpa. Yo no sabía lo que decía ni lo que hacía, estaba con mucha fiebre- todo esto lo dijo tan atropellada y rápidamente, que era un milagro que Akashi lograra entenderlo.
-Pues… a mí me parecía que sabias muy bien lo que querías- comento como si nada. Acercándose ´poco a poco al castaño que, retrocedía a cada paso. –Vamos a comer algo- más tardo en escuchar y procesar esas palabras que en lo que ya estaba sentado en un modesto café en las afueras de la estación.
-¿Por qué?- pregunto incrédulo, bajo pero lo suficientemente audible para Akashi.
-¿Por qué?- repitió, tomando tranquilamente de su taza humeante.-¿Por qué que?
-¿Por qué hace esto?-
-Obvio, tengo hambre… trata de estar 3 horas en un tren… no es la gloria-
-No me refiero a eso!!- Exploto- me refiero a, ¡¿Por qué no me reprocha lo del beso… cualquier otra cosa que haya hecho mientras estaba con fiebre?!
-Simplemente, porque no tengo nada que reprochar-
Eh?-
-Lo que trato de decir Kouki, es que… no me molesto ese beso-
-eh?-
-De hecho, estaba pensando en repetirlo… un par de veces-
-eh?-
-¿puedes decir algo más que eso?- pregunto ya, un poco, exasperado.
-perdón, pero… es que… eso… significa que…-
-¿Qué crees que significa, Kouki?-
-que sigo soñando-
-¿Tú crees que un sueño se sentiría así?- y sin más, lo beso. Y por esos, escasos segundos, Kouki reprendía a su maldita consciencia… el recuerdo del primer beso, opacado por la fiebre, no era nada, pero nada, comparado con las sensaciones que en ese momento estaba experimentando.
-Kouki… se mi novio- el emperador no podía saber, ni imaginarse, cuanto había querido escuchar Kouki esas palabras, desde que supo de sus sentimientos por el pelirrojo. Y, con lágrimas en los ojos, con un nudo en la garganta… solo pudo asentir.
Así, con la luna como testigo, daban comienzo a una relación extraña y, poco creíble.
-Fin FlashBack-
La piel le quemaba, los labios le ardían y el cansancio cerraba sus ojos. Extasiado y agotado, Akashi dormía plácidamente a su lado. Y ellos que habían planeado observar el eclipse juntos. Terminaron haciendo de todo, menos ver tal espectáculo.
-la próxima vez, vayamos con los chicos- susurro a nadie en particular, sorprendiéndose cuando una voz, medio adormilada le respondio.
-Prefiero seguir disfrutando de privacidad… Kouki- Seijuurou, lo abrazo por la cintura, tirándolo de nuevo sobre el futon.
-Sei… Deja de jalarme así…- dijo, con un puchero en el rostro que hizo reír a su amante. –No te burles-
-Es inevitable si pones esa cara- se defendió, sin quitar esa mueca burlona de su rostro. Kouki sonrió, era increíble ver al gran Akashi con esa actitud tan infantil.
Y, con la luna de sangre como testigo… terminaron uniéndose como siempre… y como nunca.