—Jjong está muy mal, hyung.
El mayor no pudo contener el suspiro que abandonó su boca.
— ¿Lo fuiste a visitar?
—Sí, te dije que lo haría.
—Lo sé. Sólo quería asegurarme.
—Su casa es un desastre, reflejo de cómo debe sentirse por dentro —Key puso mala cara—. Está sufriendo sin ti.
—Yo también, Bummie. Quiero estar a su lado pero... ya sabes.
—Tienes miedo al rechazo, lo sé —la diva lo miró, consternada—. Sólo dime una cosa.
— ¿Qué quieres saber? Porque te he dicho millones de veces que lo amo y que me encantaría estar con él en estos momentos.
—Detente ahí, ¿vale? Que no era eso exactamente lo que quería saber.
— ¿Qué es entonces?
—Sé que tienes miedo, que si le cuentas la verdad, puede ser que te dé una patada en ese enorme trasero que tienes y no quiera verte nunca más pero —cortó sus intenciones de interrumpirle—... ¿qué pasaría si estás equivocado? JongHyun es un loco por los niños. ¿No crees que alucinaría sabiendo que va a ser padre?
—Sí, he pensado mucho sobre eso.
— ¿Y?
—...y no sé. Es tan complicado —se tapó la cara con ambas manos—. No quiero criar solo a nuestro hijo.
—Pero tampoco le estás dando la oportunidad a su padre para decidir si quiere acompañarte en esto o no. Eso es muy egoísta de tu parte.
—No me hagas sentir peor de lo que ya me siento.
KiBum se acercó hasta él, dándole unas palmaditas en la espalda.
—Hyung, tú tranquilo. Lo que sea que pase, yo estaré aquí, contigo, ayudándote en lo que necesites para que ese bebé crezca contento y con personas que lo amen a su lado
—Gracias, Bummie.
—No llores, ¿ya? Que le hace mal a tu niño.
—Lo intentaré —reprimió un sollozo.
—Ahora debo irme pero recuerda avisarme si necesitas algo.
—Lo haré. Y gracias otra vez.
El menor le dio un beso en la frente, una caricia a la pequeña panza y se marchó, dejando al futuro padre con la cabeza girando ante tanto en lo que debía pensar.
De pronto, todo dejó de tener importancia: un leve golpe en su vientre le devolvió a la realidad.
—Lo sé, Jjongie~ yo también necesito a papá con nosotros —otra patadita—. Supongo que soy un cobarde —una más—. Pero lo haré por ti. Mereces una familia que te adore. Aunque nadie lo hará tanto como yo lo hago desde el primer día.
Con una gran sonrisa en sus labios, se puso de pie, avanzando lento y con cuidado hacia su habitación.
Ahora que ya sabía qué hacer, podía descansar un poco.
Taemin no sabía si creerle o no. Su hyung se veía muy serio, pero aun así...
— ¿En serio se lo vas a decir?
—KiBum tiene razón, Tae-ah. Jjong es el padre, no puedo ocultarle algo así por siempre. Está en todo su derecho, además.
—Lo tengo claro. Es sólo que bueno, estabas tan seguro de que esto —mostró lo que les rodeaba aunque JinKi sabía que se refería a la ausencia de su ex allí— era lo mejor para ti, para los dos.
—Sí, hasta hace poco estaba "seguro"... pero no puedo seguir tapando el sol con un dedo: yo lo amo. No puedo vivir sin él junto a mí. Y por lo que supe, JongHyun está muy mal. No puedo, simplemente...
Y antes que pudiera evitarlo, una lágrima se escapó de sus ojos. El embarazo lo tenía sensible, sobre todo si se trataba del amor de su vida.
El menor se acercó para abrazarlo y darle cariño.
—Está bien, hyung. Sólo déjame saber si necesitas mi ayuda, ¿ok? No estás solo ahora, ni menos más adelante. No lo dudes.
—Gracias.
—Ven, es tarde. Necesitas descansar.
Onew sólo asintió y se dejó llevar. Su amigo le ayudó a cambiarse ropa para pronto estar acurrucado en su cama.
—Si quieres, puedo quedarme.
—No, Tae. Me las puedo arreglar solo. Regresa a casa antes que oscurezca por completo.
—Ok.
Luego de recordarle que lo llamara por cualquier cosa, le besó en la frente y lo dejó, a solas con sus pensamientos.
Tenía calor. Como no conocía a ningún embarazado aparte de sí mismo, muchas veces había tenido que usar información sobre la gestación femenina. Y, según eso, las ansias que le atacaban por tener sexo con alguien —JongHyun para ser específico— eran normales dados los altos niveles de hormonas. Obviamente, había tenido que recurrir a ciertas herramientas si quería sacarse las ganas.
Pero esa noche ni siquiera su mano parecía ser de mucha ayuda.
Luego de cenar, ambos se dejaron caer en el sillón. Habían tenido un extenuante día de trabajo, en especial JinKi, y ninguno planeaba hacer algo que no fuera relajarse. O por lo menos él pensaba así, porque pronto fue evidente que JongHyun tenía otra cosa en mente.
— ¿Te parece si nos damos un baño... juntos?
En un principio, el mayor no se percató de nada extraño, el cansancio no se lo permitió.
—Oh, me encantaría —le sonrió medio dormido.
—Ven conmigo.
Jjong le extendió su mano para ayudarle a pararse y le dejó apoyarse en su cuerpo mientras caminaban hacia su baño privado.
—Abriré la llave para que la tina se llene mientras te desvistes, ¿te parece?
—Ajam… ¿y qué harás tú?
—No te preocupes —le sonrió de lado—, yo haré algunas cosas. Estaré de vuelta lo más pronto posible.
JinKi parecía decepcionado. ¿Iba a dejar que se bañara solo? Qué raro.
— ¿Irás a alguna parte?
—Nop. Estaré en la casa, pero ya basta de plática. Apresúrate para que el agua no se enfríe.
—Ok.
Al no verlo del todo convencido, el menor se le acercó para besarlo lento, profundamente.
—Disfruta de tu baño, Onew-ssi. Ya regreso.
Como siempre, JinKi terminó haciéndole caso y, murmurando un sí, se quitó la ropa para pronto sumergirse en las cálidas aguas del jacuzzi.
Sintió que la puerta del baño se cerraba. JongHyun lo había dejado solo, con la cabeza funcionando a mil por hora. Pensó y pensó mientras dejaba que el agua lo relajara.
Nada de lo que imaginó podía siquiera compararse a lo que sucedió en realidad.
Onew despertó jadeando, con su mano entre las piernas y la sábana manchada.
Suspiró. No era la primera vez que los sueños eróticos que tenía lo sacaban de su sueño en esas condiciones. Y estaba claro que tampoco sería la última.
Ya era hora de que superara sus miedos.
A la mañana siguiente, sin embargo, dio mil vueltas por la casa pensando en cómo decirle a su ex que necesitaba hablar con él.
— ¿Y si le pido a Key que lo haga por mí? —Se preguntaba en voz alta para luego regañarse—. ¡Se supone que no vas a seguir comportándote como un cobarde!
Cuando el reloj marcaba las once de la mañana —estaba levantado desde las ocho— pulsó la tecla “enviar”. Sabía que no podría llamarlo, por lo que con un mensaje de texto tendría que bastar.
Los nervios comenzaron rápidamente a carcomerle el cerebro.
— ¿Y si está tan enojado conmigo que de verdad no me quiere ver ni en pintura?
— ¡Hyung! Como vuelvas a decir eso, me aseguraré yo mismo de que JongHyun no vaya a tu casa.
—Vale, Bummie. No es necesario que te pongas así.
El menor suspiró. Realmente no se podía contra él.
—Está bien. Olvido que debo tener paciencia contigo.
—Sip. Debes cuidar de mí y darme mucho cariño y amor.
—Lo sé. El caso es que te aprovechas porque soy débil.
JinKi no pudo aguantarse la risa.
—Vale, lo que tú digas.
En ese momento sonó el timbre. Su instinto le dijo que había llegado el momento y, de manera inconsciente, se llevó una mano a su tripa.
—Ya llegó.
—Oh. Envíame un mensaje si las cosas se ponen feas, ¿de acuerdo? Te veo más tarde.
—Adiós.
Colgó sin esperar nada más. Tomó aire y, con toda la valentía que realmente no sentía, se dirigió hacia la puerta.
“Esto es por ti, Jjongie”, pensó, antes de abrir y permitir que la realidad por fin se hiciera presente en su vida.