Naturaleza Muerta
IX
Incluso hay gente que asegura, que cuando hay tempestad
Las olas las provoca Miguel luchando a muerte con el Mar
“Mi querido Wolfram… sigue ahí, sigue esperándome… ¿Por qué no he vuelto aún? ¿Qué me detiene de ir en este momento hacia él? ¿Quién fue capaz de cubrirlo de sal y de coral? ¿Quién fue el que se atrevió a asilarlo del mundo? ¿Quién lo encarceló en el desesperante sentimiento de la espera?”
Azul miraba la reacción de Yuuri, era la misma que siempre mostraba al reconocer al chiquillo en la playa. No importaba cuántas veces ‘durmiera’ a Yuuri, no importaba cuántas veces relatara ese cuento ni qué tan odioso describiera al chiquillo… Yuuri siempre lo recordaba.
Recordaba la vez que se conocieron, las veces que pelearon para reconciliarse de una envidiable forma; recodaba los besos, las caricias… las palabras de amor que se profesaban; luego de los recuerdos, venía el arranque de furia… venía la exigencia de explicaciones… venía el forcejeo de Yuuri al querer ‘regresar’.
Contra todo pronóstico, Yuuri se levantó y arremetió contra azul “¿Por qué lo haces? ¿Por qué me mantienes en este lugar?” preguntaba Yuuri con un tono herido, esto no era lo usual, algo había cambiado… el ‘sueño’ al que inducía a Yuuri parece estar perdiendo su propósito.
“Es por tu bien. Yuuri, yo… jamás haría algo que te dañara.” Aseguraba Azul, volvía a esquivar otro golpe de su Rey.
“No te creo… me alejaste de la persona que amo, la encerraste en esa prisión espantosa, intentas borrar mi memoria… ¿Qué te hice para merecer tal castigo?” imploraba una respuesta el pelinegro, otro ataque, pese a saber que no podría herir a Azul… algo en su interior le decía que no se rindiera, que si lograba derrotar a Azul podría volver.
“Tú no lo amas Yuuri, él está jugando contigo, con tus sentimientos, él no tenía derecho de meterse en tu camino.” Intentaba razonar Azul.
“¿Y qué sabes de ‘mi camino’?... Wolfram es ‘mi vida’ ¡No sabes nada! Simplemente llegaste y me alejaste de su lado… ¿Con qué derecho?” susurró lo último.
“Estás confundido Yuuri, ese manipulaba tus acciones, tus sentimientos los retorcía a su antojo… él no te merece. Él no es digno de ti… Nadie en la tierra es digno de ti… ¿A caso no lo sabes? Tú eres un rey, el Rey del Mar. ¿Qué puede un simple humano ofrecer a un Rey como tú?” intentaba persuadir Azul, esquivaba los ataques de Yuuri.
“¡¿Y tú qué sabes?!... Yo puedo hacer de mi vida lo que quiera, yo no soy un ‘rey’ yo soy pescador, soy afortunado que él se haya fijado en mí… ¡todos somos humanos!” rugía Yuuri.
“Tú eres mucho más que humano, Yuuri, Tú eres MI REY. Eres el Rey del Mar… yo soy el Mar, yo te salvé cuando apareciste de la nada, en lugar de dejar que te ahogaras te cuidé y te llevé a la costa… donde dejé claro que tú eras mío, solamente mío.” Azul/Mar interceptó uno de los tantos malos ataques de Yuuri, lo apresó en un abrazó donde trataba de infundirle paz, tranquilidad y hacerle ver el amor que sentía por él.
“¡No digas tonterías!... ¿En verdad crees que el Mar haría algo como lo que tú haces?... El Mar no haría algo tan cruel y ruin como lo que has hecho. Él es un protector, un dador de vida… no ser egoísta y obsesivo como lo eres tú.” Decía Yuuri mirando directamente a los profundos ojos de Azul/Mar.
Así continuaba el enfrentamiento entre un inexperto Yuuri en peleas quien sólo se dejaba guiar por su instinto y una deidad aferrada a una ilusión.
En algún lugar, ahí en las profundidades de los océanos… en ese lugar que nadie sabe que existe, el eco de la voz de Yuuri provoca ventiscas en la superficie, los toques de Azul/Mar en el cuerpo de Yuuri provocan olas que pretenden arrastrar la voluntad del pelinegro.
Así pasa el tiempo, en la superficie, fuera del reino marino han pasado años desde la desaparición de Yuuri, ‘el rey del Mar’; han pasado los años suficientes para que el olvido cayera sobre la roca en playa, no quedan más que leyendas. Esas leyendas que se escuchan de la boca de los abuelos, las leyendas que cuentan cuando hay tormentas desastrosas, cuando hay vientos que amenazan con arrancar los árboles en los bordes de los riscos que flanquean el Mar.
Una de esas leyendas, la que solo aquellas personas enamoradas aprenden, cuentan que el Mar se enamoró una vez… al ver que su amado no correspondía sus sentimientos, decidió llevarlo con él con la esperanza de que llegara a amarle con la misma intensidad. Pero, ese a quien ama el Mar no podrá hacerlo, se dice que hay alguien esperándolo, se dice que as tormentas son a causa del amor no correspondido del Mar. El Mar tiene a su amado cerca, pero no su corazón, no su tención, no su amor.
>>Continuará...