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Noches de París por anvari

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Notas del fanfic:

¿Cuánto tiempo tengo sin pasarme por aquí? Bah en fin, espero y les guste. Gracias

La noche se posaba suavemente sobre la bóveda celeste en París, tiñendo suavemente el cielo con un bello color oscuro alumbrado con las pocas estrellas que se asomaban en el medio de las luces de la romántica ciudad.

Un joven de piel de porcelana, cabellos y ojos color sangre de complexión delgada y fina se encontraba sentado en el medio de un restaurant silencioso. Vestido con una camisa de manga larga color crema y jeans negros, botas color café con una bufanda roja que se posaba sobre su cuello. Sus dedos jugaban con la tasa de café americano que había pedido hace poco más de una hora y aún no se podía acabar, el humo del cigarro se esparcía por todo el establecimiento y se perdía en el medio de las conversaciones que la gente sostenía. Manos ansiosas recorrían toda la tasa, delineando los bordes de la oreja antes de por fin tomarla y darle un sorbo pequeño. ¿Cuánto tiempo llevaba perdido en sus pensamientos? No lo sabía, las horas se habían detenido después de que pidió el café a la dulce camarera, quien una vez más intento invitarle a cenar y a quien una vez más rechazó.

No, no podía ir a una cita con la bella chica de ojos azules y cabello castaño, no podía darle falsas ilusiones y al siguiente día no volverle a llamar, rompiendo su dulce corazón y verse condenado a buscar otro lugar donde hicieran un café tan amargo como el que pedía todas las noches desde ya hace un mes.

Un mes, vaya si el tiempo volaba rápido cuando solo te preocupas sobre las cosas banales de la vida y no piensas en que la muerte te podría llegar en cualquier momento, cuando solo piensas en el mañana como una rutina más y no como el día en que se desataría una guerra y quizás tú o el ser que amas muera en el campo de batalla, protegiendo a un mundo que jamás llego a saber tu nombre o de tu existencia.

Un mes desde que no veía a sus camaradas y amigos, hermanos. Cada quien decidió abandonar el santuario y llevar una vida normal, tranquila. Por fin podrían volver a casa. ¿Normal? ¿Casa? Eran palabras que tantas veces había dicho en el último mes pero que aún no comprendía. Nunca habían tenido una casa ni mucho menos una vida normal, eran Santos de Athena con un carajo, desde pequeños habían sido entrenados para morir por su diosa, no tenían una vida normal y mucho menos una casa.

Es por eso que decidió regresar a Paris, el único lugar, aparte de Grecia y Siberia, del cual tenia algún vago recuerdo. Y es que aunque amaba el sol de Grecia y sus bellos paisajes necesitaba aclarar su mente e intentar, palabra clave, llevar una vida normal lejos de dioses, muertes y traiciones. Y por supuesto que ni loco regresaría a Siberia.

Los ojos azules de la camarera aún estaban sobre él. Azules, así eran los ojos de Milo; bueno no, los ojos de Milo tenían el cielo inscrito en ellos, dulces e inocentes sin el menor rastro de lujuria o maldad. Ojos de cielo, sí, así eran los ojos de Milo.

Milo, su mejor amigo, su hermano, su compañero de armas. Su amor eterno (quien nunca supo cuanto lo amaba). Sí, Milo, el mismo niño que conoció a los siete y ama hasta el día de hoy. Dedicándole sus respiraciones y pensamientos, el Milo que lloro durante meses su muerte y durante horas su traición, el mismo que sufrió cuando lo vio del lado de Hades. Y cuando por gracia y obra de su diosa resucitaron, solo le dirigió una última sonrisa, antes de que partiera a Paris.

La noche aún estaba posada sobre el cielo galo y las estrellas eran dulces luciérnagas alumbrándolo.

Tomo el último sorbo de la tasa antes de salir del café, fue ahí cuando lo sintió. Una dulce ráfaga de viento que recorrió su espina dorsal, el olor de las playas de Grecia y del Cappuccino que tanto adoraba, era Milo.

Dulces ojos azules y melena dorada que apuntaban hacia donde él se encontraba sentado, sonrisa cálida y amable; como la que le había regalado antes de partir de Grecia. El guardián de la octava casa se encontraba vestido con unos jeans color azul marino, una camisa color gris, chaqueta y guantes de piel. Una bufanda color negro adornaba su cuello. Sin duda Milo sufría con los horribles climas de Francia los cuales eran helados comparados al siempre soleado cielo Heleno. El rubio se dirigió a su mesa con la más dulce de sus sonrisas.

-Carajo Camus ¿Cómo es que puedes vivir aquí? Este clima es horrible-

-No todo es como las bellas playas de Grecia-

-Por eso me pregunto cómo gente puede vivir en lugares tan horribles, creo que voy a morir de frío-

-Esto no es nada comparado al frío en el invierno de Siberia ¿sabes?-

-Estás loco Camus, desquiciado ¿Cómo pudiste sobrevivir a algo así?-

-Eres tan exagerado Milo ¿Qué te trae a Francia? No eres amante del frío o el vino, así que no se me ocurre una razón por la cual estés aquí-

-Se disfrutar un buen vino señor intelectual y no todos amamos la idea de poder morir por una hipotermia.

-Siempre te quejas de todo-

-¿Quieres que te diga por qué estoy aquí sí o no?

-No interrumpiré más tu explicación-

-Después de que todos partieran a casa me quede solo un tiempo en el Santuario, visité los pueblos aledaños al Santuario, fui con Aioria y Aioros a su pueblo natal, luego me quedé unas semanas con Saga y Kanon. En fin, intenté hallar mi lugar, mi casa. Pero no tengo recuerdos claros de donde nací, la ciudad entera se quemó poco después  de que fuera reclutado al Santuario y por lo tanto no tenía a donde ir. Debo de admitir que fueron semanas pesadas, es díficil procesar la idea de no saber de dónde vienes, aceptar que no tienes algún hogar o una familia tradicional, sin embargo, después de días de vagar entre mis pensamientos hasta el amanecer me di cuenta  que los únicos recuerdos sobre un hogar o una familia que tengo son todos contigo, tú fuiste mi hermano, mi compañero de armas, mi mejor amigo. Camus, tu eres lo único que tengo en este mundo y con eso estoy más que satisfecho, no importa que no tenga una casa a la cual regresar, ni saber qué fue de mi ciudad, no importa si el frío de París me congela hasta la medula. Te extraño y no quiero vivir condenado a no verte en esta vida ni en ninguna otra-

-Milo, te he extrañado desde el momento en que pisé Francia por primera vez en esta nueva vida, no importa si las estaciones pasan y los hoteles agotan, si no encontramos casa fija y tenemos que vagar por el resto del mundo, he cruzado el infierno solo y lo haría una vez más contigo.-

La cara de ambos se adornó con una bella sonrisa, en la cara de Camus formando un suave rubor del color de sus cabellos y en la de Milo dos bellos agujeros en sus mejillas. Sus rostros como dos polos opuestos se juntaron y sus besos como dos átomos se estrellaron, dando origen así a un Big Bang de sentimientos y emociones. Dando paso a una lluvia de pensamientos y miles de agujeros negros se formaron en las mentes de ambos, borrando los recuerdos de un pasado doloroso y sustituyéndolos con las esperanzas de un mañana que esperaban hoy poder soñar juntos, tomados de las manos en la cama de algún Hotel barato de París. 

Notas finales:

Espero y les haya gustado, espero y poder pasarme por aquí mas seguido.


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