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Un Cuento Antes de Morir por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Hola hermosuras. Ya vine y les traigo el capítulo 14. Pensaba subirlo ayer pero no pude, pero acá está un poco más largo y con la aparición de mi bessho y sexy dios de los muertos jeje

Espero el capítulo sea de su agrado…

 

 

 

 

El reloj de fuego dejaba saber en su magnificencia que eran la 1.15 am. Shion se encontraba en una habitación acondicionada para el reposo de Muu. Ahora el peli lima miraba al firmamento desde la ventana donde el viento entraba amable acariciándole sus verdes hebras. Cada tanto miraba la fina cámara de cristal de hielo que Camus le había hecho a su querido discípulo. No era un ataúd como en el que encerró a Hyoga, no, este solo poseía delgadas pero fuertes paredes de hielo que permitían el suficiente espacio para comodidad del peli lila quien lucía como si durmiera.

El oji amatista se sentía sumamente impotente al ver a su pequeño “hijo” en aquel estado mortífero del que no podría despertarlo. Leves lámparas iluminaban la habitación. Shion caminaba de nuevo a donde el menor reposaba hasta que una muy conocida presencia para él se hizo sentir del otro lado de la puerta doble que daba al pasillo exterior.

Y no se equivocó.

Miro fijamente la puerta hasta que vio como esta se habría ingresado así Dohko, que al verlo; camino con premura a su lado para contenerlo entre sus brazos.

El chino sabía lo que su amado estaba sufriendo al saber a su alumno muerto. Había subido a buscarlo hasta los aposentos privados de este pero no lo había encontrado. Fue entonces que un soldado que vigilaba le informó que Shion estaba en la habitación donde Muu se mantenía en vigilancia; Dohko no perdió tiempo y se dirigió al lugar.

Ahora estaba ahí sintiendo a Shion entre sus brazos deshaciéndose en lágrimas amargas de desolación.

 

 

-Lo traeremos de vuelta Shion, ya lo veras… -lo alentaba acariciándole la espalda pero él también lloraba.

 

-Yo sé que si Dohko… yo sé que así será.

 

 

 

(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)

 

Darkness se había creado un nuevo vestido con las sombras del lugar. Había tomado el té de Sakarya y se sentía y lucia como nueva. Gashadokuro la había dejado sola hace más de una hora, pero internamente lo agradecía. Era mejor que estuviera sola un tiempo.

Ahora se dirigía guiada por un par de soldados del templo patriarcal, a la habitación donde estaba el cuerpo de Muu. Debía estar pendiente de cualquier actividad; pero sobre todo. Debía buscar a Atena para ir al Inframundo a solicitar la ayuda de su regente.

 

 

-Esta es la habitación señorita. –le habló uno de los hombres.

 

-Se los agradezco, seguiré sola desde aquí.

 

-Como diga. Con su permiso nos retiramos.

 

 

Darkness asintió. Los dos hombres se fueron y ella con su energía abrió la puerta.

Aquella magnifica puerta solo era posible abrirla con la ayuda del cosmos. Darkness, Gashadokuro y Sakarya eran capaces de abrirla con la facilidad de un caballero dorado o de la misma diosa Atena.

Dohko y Shion vieron que la gran puerta se habría y ambos se pusieron de pie del cómodo sofá en donde se hallaban descansando. Esperaban ver a Saori, aunque su energía fuera diferente a la que sentían, pero aunque no fuera la peli morada, quedaron más tranquilos.

 

 

-Señorita Darkness, buenas noches. –saludó Shion, Dohko solo inclinó la cabeza como saludo.

 

-Buenas noches caballeros… veo que todo está tranquilo en cuanto a energías se refiere.

 

-Así es.

 

-Eso me tranquiliza un poco. Lamento no haber venido antes, estaban curando mis heridas.

 

-Lo entendemos perfectamente, no se preocupe. Dohko ha venido hace poco.

 

-Me llena de dicha el que cuente con el apoyo de alguien querido.

 

 

Shion se sonrojó al descubrir el significado de las palabras de la azabache.

 

 

-Por favor, disculpen mi indiscreción. Pero lo sé, sus energías me lo muestran. He de pedirles entonces que actúen en confianza conmigo. No tienen nada de qué preocuparse, para mi es algo normal y muy humano… el amar. –sonrió con sinceridad lo que contagió a los dos hombres.

 

-Shion y yo se lo agradecemos.

 

-No hay de qué.

 

 

La chica sonrió comprensiva al ver como el pelirrojo abrazaba sin pena al peli lima frente a ella.

Se podía decir que entre los tres, ya había un buen comienzo.

La de los ojos rojos, divisó al ariano menor dentro de una especie de caja de cristal. Se acercó con calma al lugar y al llegar pudo ver que aquello más que cristal, era un fuerte vidrio de hielo completamente transparente. Dejándole apreciar a quien dormía en su interior bajo el hechizo de la muerte.

Los hombres en la habitación, miraban todo con atención. Darkness solo suspiró con la más pura de las tristezas y tocó aquel frio aparador.

 

 

-Muu… juro ante todo que voy a pelear por recuperar tu alma…

 

 

Se quedó mirando el apacible rostro del ariano inconsciente. No podía fallar en lo que sería el segundo encuentro con la recolectora de almas. Tenía que dar todo para ganar y para regresarle la vida y la humanidad al peli lila.

Los tres en la recamara giraron la cabeza acompasados hacia la puerta que se había abierto, y de la que la figura de Saori se había hecho visible. Los tres suspiraron aliviados por la presencia de la diosa.

 

 

-Señora, buenas noches. –habló Shion separándose de Dohko. 

 

-Shion, Dohko, Darkness. Buenas noches… me dijeron que estabas aquí Darkness.

 

-Así es, vine hace poco… -Darkness se alejaba del ataúd para ir al encuentro de Saori. –Iba a salir a buscarla. Ya es hora de que vayamos al Inframundo, Hades aún está despierto a estas horas.

 

-Comprendo y lo acepto, es mejor no perder ni un segundo. Shion, Dohko. –los nombrados la miraron. –Cuiden y protejan a Muu, volveremos pronto. ¿No es verdad Darkness?

 

 

La chica asintió con mirada seria.

 

 

-Lo haremos Atena, confié en nosotros.

 

 

Ambas mujeres salieron del salón para dirigirse por indicaciones de Darkness hacia el pequeño lago que yacía atrás del templo principal. Mismo que era iluminado por la luna, dándole un aspecto sumamente blanco y brillante a las aguas pacíficas.

 

 

-¿No vendrá tu compañera? –Saori cuestionó aquello haciendo que la de negro se sonrojara al recordar a Gashadokuro.

 

-No… Gashadokuro se quedara junto a Sakarya a vigilar en mi ausencia. Esto lo haremos usted y yo solas.

 

-Creo que es lo mejor en este caso.

 

-Entonces ¿Esta lista diosa Atena?  -la sombría se había adelantado unos pasos a la orilla del lago. Llevó lentamente una mano hasta una de sus grandes alas y de esta; arrancó una de sus plumas, para acto seguido, dejarla caer sobre el agua.

 

 

La pluma brillante de un negro verdoso cayó con quietud sobre la imperturbable superficie creando ondas que se esparcieron por toda la planicie. Al mismo tiempo que el agua antes blanca por los rayos lunares; se tornaba negra y espesa para finalmente convertirse en un espejo gigante, mismo que reproducía con éxito el reflejo de ambas.

 

 

-¿Qué has hecho? –interrogaba la peli morada sorprendida por el cambio.

 

-Este es el portal al Inframundo más rápido que pude crear en tan poco tiempo. –contestó resuelta. Aunque Saori aún no estaba conforme.

 

-P-Pero, es una superficie solida ¿Cómo vamos a cruzarla?

 

-Eso es fácil, si gusta, se lo demostrare y luego usted me imitara ¿Le parece bien?

 

 

Saori asintió con mucha duda.

 

 

-Bien. –Darkness se paró justo en la orilla sin que sus pies tocaran la negrura. Extendió sus brazos y con la cara hacia la luna y los ojos cerrados se impulsó hacia adelante dejándose caer a la negra planicie a la vista sólida y dura.

 

 

Saori abrió los ojos, horrorizada pensando que la guardiana se había vuelto loca y que sin duda se llevaría un buen golpe en las narices. Pero mayúscula fue su sorpresa al ver a la de Fantasmeria hundirse en lo que creía duro como roca. Sin vacilar, la peli morada se acercó al borde para ver si había rastro de la mayor pero no vio ni señas de ella, haciéndola preocuparse.

Darkness mientras tanto, ya estaba del otro lado. Había cruzado dando un leve paso. Al llegar, solo siguió caminando otros tres pasos más, para ver si la diosa llegaba… pero la chica no aparecía y  no podía volver por ella.

 

 

-¿Por qué tarda tanto esa chica…? –la de las sombras ya se estaba desesperando.

 

 

[+][+]Del otro lado [+][+]

 

-¿Qué debo hacer ahora?

 

 

Saori se desesperaba aún más. Así que tomando valor, se aproximó al mismo lugar donde la alada había estado parada e imitando su postura con la cara hacia arriba y los brazos extendidos. Se dejó caer hacia adelante.

Pero a diferencia de la primera. Saori no tomó un paso, solo se fue de boca al frente, por lo que cuando llegó al otro lado, cayó al suelo vergonzosamente ante los pies de la azabache que la miraba con una ceja arqueada y los brazos cruzados.

 

 

-¿Está bien, Atena? –tendió una mano a la nombrada. Esta la acepto por demás apenada. Darkness sentía vergüenza ajena pero trato de ignorarlo.

 

-Pensé que era más sencillo. –confesó en lo que se incorporaba con ayuda de la más alta.

 

-Créame que es más fácil de esta manera a tener que morir para venir aquí… me imagino que usted ya conoce este sitio. Pero por favor, no se aparte de mi lado.

 

-Está bien.

 

 

Las dos empezaron a caminar por el mismo camino que recorrieran los de bronce una vez.  Lo que sería el cielo del lugar seguía tan rojo como Saori lo recordaba, pero las pequeñas montañas de piedra solida se miraban más altas a su parecer.

Siguieron así por un buen rato. Atena había llevado a Nike consigo, pero para Darkness, el cetro era innecesario. Ninguna dijo palabra durante el trayecto, hasta que estuvieron frente al gran arco de piedra con aquella leyenda “El que entre aquí, que abandone toda esperanza.”

 

 

-No es muy hospitalario este mensaje… siempre me pareció algo cruel. –comentó, Saori la miró y luego a la inscripción.

 

-No podemos abandonarla… es lo único que nos queda para que Muu vuelva. –inicio a caminar hasta cruzar el portal. Darkness la siguió desde atrás.

 

-Si no mal recuerdo. Al frente está el Rio Aqueronte. –rememoró la azabache.

 

-Es verdad, debemos cruzar el rio para llegar a la primera prisión.

 

-No nos quedemos aquí paradas entonces. Hay que ir.

 

 

Caminaron otro tanto las dos mujeres hasta que divisaron el tétrico Rio Aqueronte frente a ellas. Y como de costumbre; ahí estaba Caronte de Aqueronte con la balsa que usaba para llevar a las almas al otro lado del rio.

El espectro al ver a Atena, salto de su posición para ir en contra de la joven diosa. Estaba por atacarla y Saori no dudaría en defenderse. Alzó a Nike con la intención de atacar al guardián del rio pero una fuerza invisible lo detuvo, mandándolo a volar varios metros hasta caer en la parte profunda del rio.

 

 

-Quieto Caronte. –habló la azabache colocándose al lado de Saori.

 

 

Caronte al verla junto a la diosa de la guerra. Se asombró, nunca pensó que volvería a ver a esa joven de negra cabellera por el Inframundo y menos en compañía de la máxima rival de su señor Hades.

 

   

-¡Tú!

 

-Si… necesitamos ver a Hades, y como aquí mis alas son un poco inútiles, necesitamos que nos lleves al otro lado del rio.

 

-¿Qué me darán a cambio? –dijo mordaz. –Saben que nada en este mundo es gratuito.

 

 

Darkness entorno los ojos con fastidio.

 

 

-Te pagaremos espanto. Pero ahora muévete porque nos urge. –apuró.

 

-¡Primero el pago! –presionó subiéndose en la balsa que había ido por él.

 

-¡Eso sí que no! Te pagaremos cuando estemos al otro lado.

 

 

La mirada que dedicó al espectro. No le dejo más ganas a este de seguir negociando. Sabía quién era esa bella mujer y lo que podría hacerle si seguía haciéndola perder el tiempo.

 

 

-¡E-está bien! Está bien… pero más vale que cumplan. Las dos tienen que pagar, no solo una.

 

-¡Ya lo sabemos! –contestaron las dos al unisonó ya hartas.

 

 

Una vez el guardián se acercó. Darkness ayudó a subir a Atena y luego subió ella. Con los tres a bordo de la balsa. Caronte inicio a remar con dirección al otro extremo de ese rio de almas ahogadas.

 

 

-¿Por qué quieren ver al señor Hades? –quiso saber el de los colmillos.

 

-Eso es algo que a ti no te concierne.  –Saori se mantenía en silencio, solo viendo las aguas de lejos.

 

-Tan educada como siempre no es así ¿Ángel de sombras?

 

-Ahórrate el sarcasmo, no vaya a ser que nos lo quieras cobrar también.

 

-No, solo lo del viaje bastara…

 

 

Siguió remando el espectro. Nadie dijo más palabra ya y en media hora llegaron a la orilla del lado contrario del camino.

Las chicas iban a bajar pero Caronte les impidió seguir; obstruyendo la pasada con su remo.

 

 

-¿Qué demonios? –se quejó la mayor molesta.

 

-Recuerden que ustedes me deben algo. –pronunció sonriendo torcidamente.

 

-Maldito… toma. –Darkness le arrojo a Caronte un pequeño saco de seda negra cuyo contenido eran piedras preciosas.

 

 

El tipo abrió grandes los ojos bajo la máscara.

Saori sabiendo que posiblemente tendría que hacer aquel recorrido por las aguas del rio. Había tomado de sus pertenencias una muñequera de oro blanco con incrustaciones de amatistas que llevaba en su mano derecha. Se despojó de la alhaja y se la tendió al espectro que quedó maravillado con su pago.

 

 

-Espero que esto sea más que suficiente. –pronunció la de negro dedicándole al hombre una mirada de odio.

 

-Cuenta con ello. –se alejó de ellas aun con su botín en mano, cantando una desconocida y desentonada canción.

 

-Qué tipo tan desagradable… sigamos Atena, aún falta camino y la siguiente parada es en la primera prisión.

 

 

La menor asintió y ya consientes del tiempo perdido, empezaron a correr.

 

 

 

(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)

 

-Creo que el momento se acerca. Puedo sentirlo, por fin el Rey de las sombras renacerá y será mejor regente que esa desagradecida de Darkness.

 

 

Shi contemplaba una daga negra en sus blancas manos. Hace unas cuantas horas que se había dedicado a curarse sus heridas de batalla y ahora lucia como si nada.

En la misma habitación en la que se encontraba. Yacía el pequeño Muu con los ojos profundamente cerrados.

 

 

-Antes que despiertes, tengo que haber sacado la oscuridad de lo profundo de tu alma pequeño. Y solo así esa misma podrá destruirte completamente.

 

 

La peli plata, prendía velas alrededor del cuerpo del joven lemuriano. Velas de color negro para alimentar esa oscuridad que residía en su interior. Al estar todas las velas completamente encendidas. Shi procedió a acercarse al inocente rostro del niño y sin culpa, unió sus labios con los pequeños del peli lila. Un beso por demás bizarro considerando que Muu era ahora un chiquillo.

Se separó lentamente y esperó…

A los pocos minutos, las llamas de las velas fueron cambiando de su particular tono a uno mucho más rojo. Tras este hecho, de los labios semi abiertos de Muu, una extraña nube de humo negro comenzó a salir. Posesionándose frente a ella y adquiriendo una forma vaga, mas sin embargo; se podía distinguir claramente la silueta del guardián de Aries, cuyos ojos eran lo único que se visualizaba: eran negros con destellos rojizos, carentes de vida y de brillo… mirándola fijamente.  

 

 

-Por fin… has despertado, Rey de sombras…

 

 

 

(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)

 

-¿Aun despierto hermanito?

 

-No puedo dormir Aioros…

 

-Creo que nadie puede… todos están a espera de que algo ocurra para luchar.

 

 

Aioria estaba sentado en la entrada trasera del templo de Capricornio. Miraba las nubes moverse tapando la luna en algunas ocasiones. El león se sentía deprimido e impotente, no podía hacer nada por Muu y eso lo hacía sentir vacío e inútil. Aioros sintiendo el cosmos deprimido de su hermano, había ido hasta donde se encontraba el menor para hacerle compañía y brindarle su apoyo. Shura había estado de acuerdo.

 

 

-No sé porque está ocurriendo todo esto… me siento tan inútil…

 

 

Aioria se quebró, no lo soporto más y de sus ojos salieron lagrimas que trato de ocultar tras su mano en el rostro pero los espasmos eran videntes y eso no podría esconderlo.

Aioros viendo la desesperación en el más joven, se acercó a él y lo abrazó con fuerza.

 

 

-No sabes cuánto me duele verte así Aioria.

 

-Perdóname hermano… no soy tan fuerte como pensé.

 

-No digas eso, eres muy fuerte Aioria. Porque te permites sacar lo que sientes, lloras y eso es la muestra más grande de fortaleza que puedas darme, me demuestras que no eres un insensible y eso me enorgullece hermano.

 

 

Aioria enredó sus brazos en la anatomía del castaño, hundió su rostro en el pecho del mayor y se permitió sacar todo lo que llevaba rezagado. No le importaba ya nada, solo quería desahogarse, no podría dormir con tanta pena quemándole el alma y el corazón y de seguir así. Aioros sabía que su pequeño hermano se hundiría en si mismo y nadie podría ayudarle. 

Al final, el León se separó del Centauro.

 

 

-Gracias por estar aquí conmigo… Aioros… -limpio las lágrimas de su rostro con el dorso de su mano, dándole al arquero una pequeña pero sincera sonrisa.

 

 

Aioros también le sonrió, y removió sus cabellos como cuando era un niño.

 

-Siempre estaré para ti hermano. Nunca lo dudes.

 

 

El de Leo se puso de pie. El mayor le imito.

 

 

-No quiero que dejes solo a Shura por mi culpa… es mejor que ustedes tengan un tiempo para ambos, yo saldré a caminar un momento.

 

-Pero Aioria, Shura está de acuerdo en que te acompañe, lo necesitas y a mí no me molesta. Además, es de madrugada…

 

-No te preocupes hermano, volveré aquí. Pero necesito meditar un poco las cosas, poner en orden mis ideas… mis sentimientos.

 

-¿Estas confundido?

 

-Algo así… -volteó el rostro.

 

-¿Es por lo que hizo Kannon en el templo principal?

Aioria se tensó.

 

-No lo sé… sinceramente, sé que siento algo muy grande por Muu pero… me gustó ser abrazado por Kannon… -se sentía extraño. Rascó su nuca con nerviosismo y las mejillas sonrosadas. 

 

 

Aioros sonrió y negó suavemente con su cabeza.

 

 

-¿Qué es lo que sientes por Mu, Aioria?

 

-Pues… lo quiero… lo amo.

 

-No… -negó. –No lo amas, eso es lo que tú crees. Pero lo que en verdad sientes por él, es el verdadero sentimiento de amistad desinteresada, aun no has conocido a la persona a la que verdaderamente amaras. Pero cuando eso ocurra, tú lo sentirás en el corazón y sentirás una emoción inexplicable que comenzara en tu vientre y se expandirá por tu espina dorsal. Como una descarga eléctrica… ¿eso te pasó cuando estabas con Muu?

 

-N-no… nunca me sentí así.

 

-¿Lo ves? –sonrió alentador. –Aun no has amado, pero quizás esa persona no esté tan lejos como crees.

 

-¿Tú crees que sea…?

 

-Yo no creo nada. Eso lo sabrás tú mismo.

 

 

Aioria lo miraba compungido. Pero tras meditarlo unos minutos sonrió con renovada alegría al mayor.

 

 

-Tienes razón. Si así debe ser. Entonces no me opondré a nada. Volveré en unas horas. –sonrió, Aioros lo hizo también y vio partir al rubio cenizo al interior del templo para ir hasta la salida al otro lado.

 

 

Quizás había puesto una gran tarea a su hermano menor, pero lo cierto era que Aioros no quería que Aioria sufriera creyendo que lo que sentía por el de Aries era amor… el leonino no merecía vivir de esa manera, con esa mentira autoimpuesta para tratar de encontrar la felicidad que solo otro ser puede dar.  Muu no era esa persona y más claro no podía estar.

Además, había sentido la energía de Kannon antes de acercársele al menor en la sala patriarcal horas atrás. Pudo sentirla pura y abrazante, cálida y humana. Y entonces al ver como abrazaba a su hermano con aquel apoyo y cuidado; comprendió que el gemelo menor llevaba un latente sentimiento en su corazón por Aioria, algo que él conocía bien. El mismo lo sentía por el español en la actualidad, y no dudaba que era genuino.

Solo esperaba que Aioria se diera cuenta del amor que le tenía el géminis y que no lo desaprovechara. Sin saber cómo, el arquero tenía el presentimiento de que ese peli azul curaría el marchito corazón de su pequeño hermano. 

 

 

(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)

 

No podía dormir, la atmosfera de preocupación que reinaba en el lugar no lo dejaba. Con la idea de caminar por los alrededores para distraerse, se dirigía a la entrada del templo para salir. Pero al pasar por una de las habitaciones que se utilizaba como sala de estar, vio a su hermano sentado en uno de los muebles que había en el espacio, con lo que divisaba un pequeño pero ancho vaso de vidrio en la mano cuyo contenido inequívoco era whisky.

Sigiloso se acercó al mayor.

 

 

-¿Saga…?

 

 

El nombrado giro el rostro para ver a su reflejo.

 

 

-Kannon… deberías de estar durmiendo ¿Qué haces levantado?

 

-Lo mismo te pregunto yo a ti. No deberías de estar tomando Saga. –el mayor miró su vaso y luego volvió sus ojos verdes de nuevo a él.

 

-Fue… solo para ver si me daba sueño. No puedo dormir.

 

-Yo tampoco…

 

-¿Vas a algún lado? Te has quitado la ropa de descanso.

 

-Iba a caminar por los alrededores. Puede que eso me de cansancio y pueda dormir aunque sea unos minutos.

 

-Ten cuidado entonces hermano. –bebió del líquido suavemente. Los hielos bailaron dentro del cristal.

 

-Lo tendré… y tú, deja de beber.

 

-Lo hare…

 

 

Kannon no contesto más. Salió de la habitación con dirección a la salida. Al salir al exterior, lo primero que sintió fue el frio viento golpearle el rostro, metió las manos en sus bolsillos y comenzó a bajar las escalinatas con destino incierto. No sabía a donde ir, pero el iría; necesitaba despejar su mente y una buena caminata siempre ayuda.  

En el transcurso de media hora, había bajado los templos restantes al suyo y ahora andaba por los caminos de roca que los años y la misma naturaleza habían trazado, iluminados por la luna que aún seguía en lo alto, dándole claridad a sus pasos con esa luz que parece más azul que blanca pero que es tan bella a la vista.   

Llegó al límite, donde un pequeño bosque daba inicio, se adentró a el y camino lentamente meditabundo en sus propias emociones. Iban tan centrado en sus pesares y en los hechos recientemente vividos, que no fue consiente del momento en que sus pies lo llevaron a un bello claro en medio de los árboles.

Y justo ahí, recostado en una larga roca plana. Se encontraba el motivo de que su corazón latiera desbocado: Aioria de Leo estaba acostado embelesándose con el cielo cubierto de estrellas y recibiendo los rayos del bello satélite de plata.

El gemelo se acercó un poco temeroso donde el menor se encontraba ajeno a su alrededor. Aunque al sentir la energía del mayor, lo hizo incorporarse para corroborar su presencia en el lugar.

 

 

-¿K-Kannon?

 

-Hola, Aioria.

 

 

Ambos se miraron por un largo tiempo a tres metros de distancia uno del otro. Hasta que el de Leo habló más relajado.

 

 

-Ven, siéntate conmigo. –invito y Kannon accedió.

 

-No pensé que te encontraría por aquí y menos a esta hora. ¿Qué haces aquí tu solo? –cuestionó el oji verde. 

 

-Estaba con mi hermano en Capricornio pero Salí para poner algunas ideas en orden. ¿Y tú? También andas solo.

   

-Sí, no podía dormir. Saga tampoco puede, pero sentía que si me quedaba más tiempo encerrado en el templo, iba a destruirlo sin culpa. –suspiró. 

 

 

Aioria miraba fijamente a Kannon. Era un hombre sumamente atractivo el gemelo, no lo negaría pero estaba el detalle de que él había sido el autor del daño hecho a su amigo. Y Kannon, pareció leerle la mente. 

 

 

-Aioria… ¿Tú me odias?

 

 

La pregunta descolocó por completo al más joven.

 

 

-Lo hice… pero ya no más.  –el peli azul bajó el rostro. –No te odio Kannon… quizás no pensaste en su momento sobre lo que ocasionabas pero… creo que estas arrepentido.

 

-No te imaginas cuanto pequeño…

 

-Eso es lo único que importa. No soy nadie para juzgar a otros por sus actos, pero… al menos yo te perdono, y sé que Muu también lo hará cuando vuelva.

 

-No me merezco su perdón…

 

-Eso no lo decidimos nosotros… por cierto. Gracias Kannon.

 

 

El ex marina lo miró extrañado.

 

 

-¿Porque me agradeces pequeño?

 

-Por brindarme tu apoyo hoy en el templo principal… -le sonrió.

 

-Aioria… -Kannon le paso el brazo por sobre los hombros al peli corto. Este a su vez, se recostó en el fuerte pecho del más alto; Kannon olía bien, y el estar así con él, se sentía mucho mejor. –Siempre estaré para ti, no importa lo que pase.

 

 

El de géminis depositó un dulce beso sobre la melena del otro. Se sentía feliz de poder estar así con su pequeño. Aioria había sentido la caricia y con una sonrisa en los labios, levantó el rostro para ver al contrario que le miraba con infinita ternura.

Fue entonces que Aioria recordó aquella conversación que escuchó tener a Kannon y a Saga, donde el primero le confesaba a su hermano el amor que le tenía. Lentamente, la sonrisa de Aioria se fue yendo de su boca. La mirada intensa que se posesionó de los ojos verdes y azules de cada guerrero en el lugar, cada vez se iba nublando y escondiéndose detrás de los parpados que ocultaban las inseguridades en la oscuridad placentera de las nuevas experiencias y los contactos inocentes y a la vez tan profundos.

Y solo los árboles, las estrellas y la diosa luna fueron testigos de la unión armoniosa de los labios de esos guardianes de la paz que ahora compartían su propia paz con su compañero en un tan ansiado ósculo. Mismo que era el inicio de lo que ambos esperaban y encontraron en la suavidad del contrario.

Kannon había besado a Aioria de una manera suave al inicio, pero conforme el calor aumento. La caricia se hizo necesitada y hambrienta. Donde las lenguas sonrosadas y húmedas danzaban en la boca del menor mientras su cuerpo era atrapado entre los poderosos brazos del gemelo, mismos que el felino recorría con sus manos, tocando, sintiendo los marcados músculos en su tacto.

Ambos habían dado inicio a algo que no querían detener. Pero que a la larga, ambos necesitaban con la potencia de sus cosmos. Y el silencio fue sustituido por gemidos, suspiros y confesiones que ellos necesitaban liberar para alegría del otro…

 

 

(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)(+)

 

Habían pasado alrededor de tres horas desde que habían cruzado el Rio Aqueronte, la primera, segunda presión hasta que finalmente llegaban a Giudecca donde se encuentran con Radamanthys, el primer juez del infierno que les impide el paso al palacio de Hades.

 

 

-Pero miren quien está aquí. –habló el inglés con mirada fría interponiéndose en el camino.

 

-Solicitamos ver a tu señor Hades. –se adelantó Darkness frente a Saori.

 

-El señor Hades no recibe a nadie mujer.

 

-Eso lo tendría que decidir él ¿No crees?  

 

 

Radamanthys encendió su cosmos listo para enfrentar a la oscura. Esta también encendió su energía. De ninguna manera se dejaría amedrentar por ese espectro. Pero el despliegue de energías alertó a la heraldo del dios de los muertos quien salió del palacio para ver lo que estaba ocurriendo.

Pandora se quedó estupefacta al ver a al de ojos rojos frente a ella.   

 

 

-Tu eres… ¡la guardiana de las sombras…! –exclamó. El juez la miro consternado.

 

-¿Conoce a esa mujer señora Pandora?

 

-Sí. Ella es la oscuridad de los mortales personificada. ¿A qué has venido?

 

-Necesitamos hablar con Hades.

 

-Está bien… síganme. –pidió mirando por primera vez a la peli morada. Pero por mucho que le molestara, no podía decir nada; la diosa estaba con Darkness y se la ofendía sería peor.

 

 

El de Wyvern no se quedaría de brazos cruzados, así que siguió a las tres mujeres al interior del palacio.

Los cuatro caminaron por un largo pasillo. Hasta que tras uso minutos llegaban al salón donde se encontraba el trono del dios peli negro, quien se encontraba sentado imperturbable e imponente tras la cortina semi transparente.

 

 

-Pandora, no sé si estoy enloqueciéndome pero siento el cosmos de Atena en mi palacio. –dijo con su profunda voz.

 

-No es producto de su imaginación mi señor. Atena está aquí… y viene con.

 

-¿Me recuerdas Hades? –interrumpió la azabache antes de que la alemana pronunciara su nombre.

 

-Darkness…

 

-Hemos venido para pedir tu ayuda. –sentencio seriamente. Hades se levantó de su trono.

 

 

No sabía por qué Atena estaba en compañía de un ser como Darkness así como tampoco sabía que era aquello en el que su ayuda era lo suficientemente necesaria para hacer a ambas mujeres bajar hasta sus dominios. Pero lo que el dios sentía seguro, es que nada bueno era lo que sucedería.  

Bajó las escalinatas, cruzando la cortina y miró frente a frente a la guardiana de las sombras.

 

 

-Te escucho. –dijo paciente el apuesto hombre. Darkness sonrió, sabía que no sería difícil. Lo difícil sería lo que desencadenaría esa alianza.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bien, este ha sido el cap. 14. Espero de corazón que les gustara. Para los que quieran comentar si les ha gustado o hacerme una observación. Los reviews son bien recibidos y los contestare sin falta.

También a los que quieran contactarme. En Facebook tengo mi página. Darkness la reyna siniestra, pueden dar like y ahí podrán saber de las actualizaciones de mis fics en especial si alguien sigue el otro que tengo en proceso “Amándote desde tus zapatos”

aca el link: www.facebook.com/darkreynafics.

Bueno, me despido por hoy espero actualizar rápido el cap. 15, gracias por leer. Sigan bellos.  

 


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