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Un Cuento Antes de Morir por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Hola mis querid@s lectore/as, finalmente les traigo el capítulo 18 de este fic. La idea era publicarlo la semana antepasada si no mal recuerdo, pero tuve un problema con mi computadora, ya estaba escrito en su totalidad este cap. Pero tuve que apagar mi computador antes de publicarlo por cuestiones de espacio en donde me encontraba en ese momento y pues no lo publiqué. Esa misma noche volví a encender mi maquina pero no me dejaba ingresar a las operaciones de Window y tuve que recurrir a un técnico para que resolviera mi problema. Fue hasta ayer por la noche cuando mi PC volvió a mi lado y aquí me tienen.

Deseando de corazón que les guste este nuevo capítulo, el encuentro de todos se acerca, si nada sucede (espero que esta vez no pase nada). Publicaré este viernes o fin de semana el capítulo 19. Gracias a todas las personas que me esperan en este escrito, y un especial saludo a mi linda amiga Musha quien me dejó conocer su linda opinión en el capítulo anterior.

Disfruten de la historia.


"
Encuentros espectrales"

 

 

El sonido de las fuertes pisadas retumbaban haciendo eco en las paredes de los pasillos, ya no les importaba nada más que llegar hasta donde estaba el ariano. Gracias a las Sombras al servicio de Darkness, ya tenían el camino hacía el lugar, solo debían evitar que Shi se enterara de sus presencias pues eso la alertaría y se llevaría a Mu con tal de que no interfirieran en sus planes, lo que volvería más desesperante y largo el camino para vencer.

—Las Sombras dicen que ya estamos cerca, Shaka. Nos acercamos a donde el pequeño Mu está prisionero —comunicó la mujer al rubio que corría a su lado.

—Es verdad —concedió—, puedo sentir un poco su cálida energía, no falta mucho.

Shaka y Darkness se acercaban cada vez más a su objetivo principal, solo esperaban que la dueña del Castillo no se enterara de que ellos rondaban por ahí. De lo contrario, todo se complicaría demasiado.

 

 

Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ

 

 

Mientras en el Reino Muerto se sentía la tensión, en el Mundo Mortal —más precisamente en el Santuario de Athena en Grecia—, Sakarya en la habitación que la diosa les diera para su estadía, realizaba un conjuro pidiendo protección para su Ama y el Caballero de Virgo. Todo estaba en aparente calma y silencio. Sin embargo, dicha paz fue interrumpida cuando la pelirroja sintió una presencia ya bastante conocida para ella ahí en la habitación.

Sakarya abrió los ojos para descubrir como frente a ella se formaba una energía oscura que poco a poco tomó la forma de Yami. Ésta hizo una reverencia a la joven del moño, quien se puso de pie sorprendida por la presencia de la quinta integrante de los Guerreros Eternos.

—¿Yami? Pero, ¿qué haces aquí? —le cuestionó afligida.

—Señorita Sakarya, mi señora Darkness me ha enviado con indicaciones para usted y una solicitud para la Reina Gashadokuro —respondió solemne.

—¿La Ama Darkness? ¡¿Qué necesita?! —se apresuró a responder.

—Ella quiere que usted tome control de sus guerreros, yo tengo la orden de traerlos desde Fantasmeria hasta aquí para defender a los Santos de la diosa Athena.

—¡¿Qué?! —la pelirroja no entendía el por qué de aquello— P-pero ¿Por qué debes traer a los Guerreros de las Sombras a este mundo?

—Investigando en el Castillo de la señora Shi, me enteré de que ella planea algo contra este lugar. Le dio ordenes a las Parcas para que subieran aquí y se llevaran el cuerpo del Caballero de Aries, y que aniquilaran a todo aquel que se interpusiera en su camino.

—¡Oh no! ¿Se lo has dicho a Darkness?

—Por supuesto, la encontré con otro guerrero recorriendo los pasillos del Castillo de Luz, y se lo conté todo. Es por eso que estoy aquí, cumpliendo la orden que me dio. Usted debe liderar a los guerreros de mi señora Darkness, ellos no tardan en llegar.

—Pero yo… no, no puedo, hace mucho que no lidero un ejercito, yo no sé como… ¿Por qué no lo haces tú en mi lugar —Sakarya estaba realmente angustiada.

Sakarya en vida, había sido una joven que vio morir a sus padres y demás seres queridos a raíces de enfrentamientos por opiniones enfrentadas. Su hermano mayor fue uno de los altos rangos que junto a un numeroso grupo de batalla de su aldea, intentó erradicar la violencia y a la vez proteger a los suyos. Pero el enemigo no buscaba ningún trato de paz, y lo asesinaron en pleno combate. Sakarya que era miembro activo del grupo de guerreros que lideraba su hermano —esto por decisión del padre de ambos—. Al ver como asesinaban con tal saña a un ser querido, tuvo que verse obligada a cobrar venganza. La joven de 21 años cegada por la furia, y el hartazgo de tanta sangre derramada, motivó a los que quedaban de ese pequeño ejercito, llevándoles a una lucha sin precedentes que le costó la cabeza a buena parte de los adversarios. Y llevándoles a la victoria al ser la misma pelirroja quien disparara una fecha entre medio de los ojos al líder de los enemigos de su región.

De eso habían pasado ya cerca de dos siglos, Darkness conocía su historia, de hecho, la de negros cabellos la había salvado del purgatorio pues luego de cometer tantos asesinatos en pro de restaurar la paz, se había bañado en sangre de muchas personas. No importaba si no fueran buenas, los había asesinado con todo el odio que desconocía habitaba en su corazón siempre calmo y temeroso, eso además de que toda su familia había perecido ante la masacre previa del rival ahora caído, se hallaba sola angustiada, triste y torturada. Estaba a un paso de caer en la locura. Pero esa madrugada en la que se dio muerte con una soga y un árbol como único y mudo testigo, Darkness apareció en lugar de una de las Parcas de Shi, le tomó entre sus brazos brindándole una oportunidad.

La de Fantasmeria no podía hacerla borrar sus crímenes, pero si podía hacerla mitigar el pesar de su alma, consumiendo la de azabache cabellera las culpas de la pelirroja, y dejándola disfrutar de una calma merecida del otro lado de las sombras junto con ella. Y desde entonces, Darkness cuidó de Sakarya.

Yami dio un hondo suspiro, observó a la joven de tez grisácea temblando frente a si.

—Señorita Sakarya, es necesario que lo haga. La Ama Darkness confía en usted y ella sabe que es capaz de lograr proteger a los Santos de Athena —consoló la oji-gris.

—Pero…

Cuando Sakarya estaba por replicar algo, la puerta de la habitación se abrió dejando ver a Gashadokuro. Ésta al reconocer a la otra joven que acompañaba a Sakarya, se acercó sorprendida.

—Yami, No me equivoqué al percibir tu energía…

—Reina Gashadokuro —inclinó la cabeza a modo de respeto.

—¿Has sabido algo de Darkness? —Gashadokuro alzó el rostro ajeno con suavidad.

—Si, estoy aquí precisamente para cumplir un encargo que ella me ha dado. Y las involucra a ustedes…

—Bueno, te escucho —instó a hablar.

Yami le contó absolutamente todo lo que Darkness le había dicho, Sakarya escuchaba nerviosa, y Gashadokuro asentía afirmativamente, ella no tenía ningún problema en poner a sus guerreros a disposición de su amada. Después de todo, para eso la había buscado la oji-rojo, y Gashadokuro estaba dispuesta a ayudar en todo lo que fuera necesario.

—Las Parcas no tardarán en llegar, pero tampoco lo hará el ejercito de mi señora —Yami comenzaba a desaparecer.

—No te preocupes, traeré a mis Guerreros Espectrales, y Sakarya comandará a los hombres de Darkness. Pero Yami…

—Dígame, Reina.

—Tú y los demás Guerreros Eternos, protejan a Darkness, por favor…

Yami sonrió.

—Así lo haremos, Reina Gashadokuro.

Yami se desmaterializó por completo dejando solas a las dos más cercanas a Darkness.

—Sakarya, debemos hablar con la diosa Athena y sus caballeros, para informarles que tendremos visitas.

—Estoy de acuerdo contigo, vamos ahora mismo.

Gashadokuro asintió, y ambas mujeres se pusieron en marcha hacía la cámara del Patriarca donde sabían podrían estar las deidades olímpicas con el ariano mayor y los guerreros de Oro.

 

 

Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ

 

 

—Me gustaría saber que es lo que está pasando en ese Reino Muerto… —comentaba Deathmask sentado entre Shura y Afrodita en un sofá cercano, éste último tenía la cabeza recostada en el pecho del italiano y él le acariciaba las celestes y suaves hebras en respuesta.

—Death tiene razón —apoyó Milo—, no soporto esta incertidumbre. Odio tener que esperar aquí sentado.

Milo estaba recostado sobre las fuertes piernas de Camus, ellos dos a diferencia del resto, se habían acomodado en el suelo, cerca de una de las altas ventanas de esa sala. El francés al igual que Death, acariciaba con suavidad los cabellos azules de su griego, mientras éste dibujaba círculos imaginarios sobre la tela del pantalón de entrenamiento de su pareja.

Los demás tras escuchar las últimas palabras dichas por Milo, suspiraron hondamente. En una mesa cercana al trono, se encontraba Hades leyendo un antiguo libro, él debía permanecer en el Santuarios pues, era el encargado del tiempo de Shaka. Shion y Dohko por otro lado, estaban en la habitación donde Mu reposaba y Athena se encontraba en la otra recamara donde el hindú estaba, cubriéndolo con su cálido cosmos.

Todos estaban en silencio, esperando por algún suceso. Solo las respiraciones desiguales y el pasar de las hojas del libro de Hades se dejaban escuchar. Pero pronto eso cambió, se escuchaban pasos venir de uno de los pasillos. Eran lentos y serenos, los dorados pusieron atención a lo que se aproximaba, descubriendo pronto de quien se trataba.

—Hermano, ¿te sientes mejor? —Aioros sonreía acercándose al de Leo que ingresaba acompañado de Kanon.

Saga y Aioros estaban uno al lado del otro recargados en una de las paredes cerca de donde estaban Capricornio, Cáncer y Piscis. El arquero al ver a su hermano menor muy bien acompañado, codeó al gemelo que estaba hundido en sus pensamientos. Los ojos verdes más claros se posaron sobre el castaño quien con un movimiento de cabeza, señaló a los recién llegados. Saga no pudo evitar sonreír al ver la cara de su reflejo con una sonrisa pura adornando sus labios. Kanon estaba feliz de estar junto a Aioria y no se negaba en demostrarlo.

—Aioros… Si, hermano, me siento mejor —respondió también sonriendo.

—Oigan, Aioria, Kanon —llamaba Aldebarán sentado en un elegante sofá en forma de “L” en una de las esquinas de la sala—. Venga a sentarse, y conversemos un poco.

—Claro, mi buen amigo —respondió el Géminis menor yendo hacía el latino.

—Muchas gracias, Alde —acompañó el de Leo trayendo consigo al centauro.

—Saga —Aioros llamó, el aludido lo miró—, ven, acompañanos no te quedes ahí parado.

—N-no estoy muy seguro —le dijo dudando, pensaba que a Aioria no le gustaría tenerlo cerca. Más para sorpresa suya, el leonino habló:

—Vamos, Saga, acompañanos.

Aioria lo había invitado a sentarse con ellos, el joven Leo sonreía con calma, como si no le guardara rencor.

—¿E-estás seguro de que no te sentirás incomodo con mi presencia, Aioria?

—Completamente, además con todo lo que está pasando, no creo que sea conveniente ni mucho menos necesario seguir enemistados. En momentos como este, nos necesitamos los unos a los otros. Así que ven y siéntate.

—Está bien… gracias, Aioria, y por favor disculpame por todo lo anterior…

—No tengo nada que disculparte, Saga… creo que lo importante aquí es que cerremos cicatrices y nos apoyemos mutuamente.

—Estoy muy de acuerdo contigo, Aioria —dijo Alde—. No es momento para que haya bandos divididos. Debemos de estar juntos.

—Así debe de ser —apoyó la noción el de Capricornio.

—Uno para todos y todos para uno, muchachos —incluyó el sueco del grupo.

—Nos ayudaremos entre todos —sonrió Camus.

—¡Si! —concedió el resto desde diversos puntos de la sala.

Hades sonrió levemente detrás del ejemplar que tenía en sus manos. Internamente le sorprendía la actitud que tenían esos sujetos unos a otros, era extraño pero comenzaba a comprender por qué nunca podía ganar las Guerras Santas, si esa era la determinación y compañerismo de los Caballeros de Oro, los chicos de Bronce eran aún más unidos y determinados todavía, en especial el joven Pegaso… Y hablando de Pegaso. ¿Donde estaban los de Bronce? Hades quiso saber.

—Disculpen, Caballeros de Athena —pronunció el azabache, bajando su libro y logrando la atención de los susodichos.

—Dinos, Hades —respondió con calma el mayor de los de Oro en esa sala.

—Yo me preguntaba, ¿no deberían estar los de Bronce aquí con ustedes también?

La duda de Hades logró que los guardianes de Oro se miraran entre si. Era verdad. ¿Donde estaban Seiya, Ikki, Shun, Shiryu e Hyoga?

—Oigan, es verdad —Aioria se puso de pie—. ¿Donde están los chicos?

—Calma, Aioria —tranquilizó el de Acuario desde su posición—. Ellos se quedaron en las doce casas desde que trajimos a Mu después de la pelea de esas dos chicas.

—¿Eh? ¿Y por qué se quedaron ahí? —quiso saber Kanon.

—Por qué dijeron que vigilarían a que nada malo ocurriera. O si algo se acerca al Santuario, ellos harán frente mientras nosotros protegemos a Athena y a Mu.

—Comprendo… —soltó Hades volviendo a retomar su lectura.

—Ikki está en Leo, Shun en Virgo; Shiryu se mantiene en Libra, Seiya vigila Sagitario e Hyoga custodia Acuario, mientras estamos aquí.

—¿Ellos ya sabrán que Shaka prácticamente está muerto, verdad? De no ser así ya hace mucho hubieran venido preocupados.

—Ya lo saben —aclaró Hades, de nuevo lo miraron—, Athena antes de que Virgo partiera con Darkness, se los hizo saber mediante su cosmos. Por eso ellos están tranquilos de cierto modo.

—Por eso es que han permanecido imperturbables… esos chicos maduran cada vez con más rapidez —meditó Saga pensativo.

—Es mejor que lo hagan —siguió Camus—, después de todo algún día no muy lejano tendrán que tomar nuestro lugar junto con la nueva generación.

—Nos hacemos viejos, chicos… —se lamentó Afrodita apretando más el abrazo en el torso del de Cáncer.

—No te lamentes mi pez ángel, tú no dejarás de ser hermoso ante mis ojos…

—Gracias, cariño. Tú tampoco dejarás de parecerme guapísimo —el sueco alzó el rostro para besar con ternura los labios sonrientes de su amado quien respondió gustoso de igual forma.

—¡Oigan! —les reclamó en forma de broma Milo que miraba la escena— No coman pan frente a los pobres, no ven que el pobre de Shura tiene muy lejos a Aioros —comenzó a reír al ver la cara roja de Shura.

Death y Dita voltearon a ver a su amigo español, él estaba completamente rojo con el ceño fruncido. Miraba a Milo con rencor en lo que los dos de al lado se reían bajito.

—¡Cállate, Milo! —reclamó Shura provocado la risa de los demás.

Aioros que miraba como su pareja se cruzaba de brazos en su sitio y volteaba hacía otro lado el rostro. Se levantó de su lugar y caminó hasta donde el peninsular estaba, cuando menos se dio cuenta, Afrodita se levantó de su sitio dejando que Death ocupara su lugar en lo que él se le sentaba en las piernas al italiano. Dejando así el espacio para que Aioros se sentara al lado de Shura.

El griego castaño con una sonrisa en sus bonitos labios, colocó su mano derecha bajo el mentón de Shura y con rapidez le hizo girar el rostro. El de España sorprendido no atinó a reaccionar, hasta cuando los labios de Aioros reclamaban los suyos en un ósculo profundo pero tranquilo.

Una vez el oji-verde se separó del peli-negro, las miradas verdes de diferente tono se encontraron y las dos bocas sonrieron.

—No es necesario que te molestes con Milo, yo estoy contigo y sino, pues no me cuesta nada ir hasta donde estés, Shura. Te amo… —dijo el arquero con un bonito sonrojo en su tez acanelada.

—Y yo a ti, Aioros —la piel de Shura por ser más clara, dejaba apreciar más claramente el carmín que brotaba.

—Milo —inició el acuariano en tono bajo—, de todo lo que haces, esto es lo mejor que has ocasionado… —Camus sonrió inclinándose para dejarle un beso en los labios al escorpión.

—Te amo, Camus.

—Te amo, Milo, pero ya no molestes a nadie.

—Está bien, copito, no más...

Los caballeros y Hades miraban cada escena que se desarrollaba en ese espacio, a pesar de todo lo que ocurría no querían dejarse vencer por los sentimientos negativos que buscaban hacer de las suyas y mermar en sus corazones. Pero no siempre las cosas pueden irse por donde uno las quiere, y los Santos estaban a punto de enterarse.

Ninguno lo notó pero el dios del Inframundo volteó su mirada azul cielo hacía la entrada de uno de los pasillos que guiaba a las habitaciones privadas. Sentía las energías de las acompañantes de Darkness acercarse a donde ellos se encontraban. Y no se equivocaba, un par de minutos bastaron para que la joven de cabellos rojo sangre y la de cabello negro se presentaran en la sala. Llamando la atención de los ahí congregados.

—Caballeros, lamentamos interrumpir lo que hacían —inició la oji-verde—, deseamos hablar con ustedes y los dos dioses de un tema importante.

Sakarya buscaba a Athena con la mirada por toda la sala pero no la divisaba por ninguna parte. Hades notando esto dijo:

—Athena no está con nosotros en esta sala.

—¿Y donde se encuentra? —respondió la pelirroja— Es muy importante que ella esté aquí para que juntos tomemos las precauciones necesarias, no hay tiempo que perder.

La angustia en el rostro y el tono de voz de la joven era palpable, los caballeros se pusieron serios unos, preocupados otros. Cada uno de ellos se levantó de donde estaba para acercarse a las dos mujeres. Aioros aportó:

—¿Que sucede? ¿Han sabido algo de Darkness, Shaka o de Mu?

—Del joven Mu no hemos recibido ninguna novedad por parte de Darkness —decía Gashadokuro.

—Pero lo que si sabemos es que su cuerpo físico corre gran peligro… —completó Sakarya.

—¿Como es eso? —indagó el dios.

—Shi a mandado por él y sino planeamos todo ahora mismo, ustedes podrían morir.

Los dorados se miraban con angustia. ¿Morir? Hace unos meses que todo en la Tierra se había calmado y ellos llevaban una existencia tranquila, y ahora les decían que podrían morir. ¿De nuevo? Era un destino triste, muy triste en verdad…

—Iré a buscar a Athena, si eso es verdad es porque algo grande está por ocurrir —Hades se retiró de la cámara del Patriarca para ir en busca de su sobrina y de paso, traer consigo al Patriarca Shion y al Caballero de Libra, Dohko.

 

 

Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ

 

 

—¿Donde está la señora Darkness, Yami?

—Ella se encuentra en el interior del Castillo, debemos encontrarla. Hay cien de los Soldados Oscuros por todo el interior, ellos están ayudando a la Ama y a su acompañante a llegar a un punto en especifico.

Yami había ido al Palacio de las Oscuridad en Fantasmeria en busca de sus cuatro compañeros, Los Guerreros Eternos, eran una especie de caballeros guardianes. Éstos eran considerados como la “guardia real” de Darkness, la Reina de las Sombras, la Oscuridad de los hombres personificada. Ellos junto a la azabache se encargaban de que todo en el Reino Sombrío —tierras de Darkness— estuviera en calma.

El quinteto estaba conformado por dos mujeres y tres hombres, quienes respondían a los nombres de Nayamu, quien era una de la chicas y representaba la angustia, Kanashimi joven hombre que era la tristeza, Kodoku hombre serio y sereno era la soledad, Ikari lo regía el sentimiento de la ira. Y finalmente Yami, quien no nacía de ningún sentimiento negativo humano, sino de la fe marchita de los mismos.

Vestían armaduras ligeras pero resistentes de color negro en casi su totalidad, y cada cual tenía una habilidad especial como el resto de guerreros de los demás reinos.

Ahora los cinco guerreros se escabullían veloces por el bosque previo al Castillo de Luz, encontrarían a su Ama más rápido de lo pensaban pues, los Soldados Oscuros les decían el camino exacto que la regente de las Sombras había tomado. Tenían que darse prisa para llegar a donde estaba junto con Shaka y defenderla de cualquier peligro. Lo que los Guerreros Eternos ignoraban, era que su señora ya había vivido un encuentro casi mortal con su adversaria en el Mundo Mortal…

 

 

Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ

 

 

—Ama, deberá girar a la derecha y adentrarse al estrecho pasillo que tendrá enfrente, al final de éste hay una habitación, esa es la biblioteca del Castillo y es ahí donde usted y su acompañante encontrarán lo que buscan —decía uno de los soldados de la azabache.

Darkness miró a Shaka con determinación, el rubio entendió lo que la mirada rojiza de la mujer quería transmitirle .

—Haré lo que sea para salvarlo.

—Vamos entonces, este es el momento.

Shaka empezó a andar hasta el pasillo frente a él, hasta adentrarse. El lugar por ser algo más estrecho que los demás pasillos que recorrieron, los obligó a andar uno tras el otro para evitar atorarse.

En otra parte del Castillo…

Shi leía sin descanso los antiguos textos plasmados, estaba nerviosa, el ritual para unir al nuevo Rey de Sombras tendría que llevarse a cabo esa misma noche, sino era de ese modo, el Caballero de Aries —quien ahora era apenas un chiquillo sin recuerdos— crecería hasta adoptar su apariencia original y con esto también volverían los recuerdos de quien era y su gran poder cósmico.

—¡Más les vales a las Parcas no fallar…!

—Dudo que sean las Parcas las que fallen… —siseó una voz profunda fría y siniestra detrás de ella.

Shi se dio la vuelta deprisa al sentir como los vellos de su nuca se erizaban ante el aliento de ultratumba que la acompañaba en esos momentos. Encontrándose de frente con una silueta formada de humo oscuro, cuyos ojos siniestros eran lo único distinguible.

—Oh, Rey, eres tú —fingió calmarse—. ¿Por qué dices que ellas no son las que fallaran?

—Tú estás fallando… Shi.

—¿De que hablas? No he cometido errores.

—Claro que los has cometido, no puedo creer como no te das cuenta de que han entrado al Castillo, a MI Castillo —enfatizó muy para el desconcierto de Shi.

—¿Quien a entrado? ¿No me digas que es…?

—La actual Reina de las Sombras está aquí acompañada de uno de los Caballeros de Athena —susurró molesto, flotando al rededor de la peli-plata.

—¡Darkness!

—Y no son ellos dos solos, también han llegado aliados, quizás sus guerreros o protectores…

—¡Maldita sea! Es posible que sean los Guerreros Eternos, son de temer y al servicio de esa desgraciada lo son aún más.

—Sabes bien a lo que han venido. ¿Verdad?

—Oh no… ¡La pureza del Caballero de Aries!

Al Shi caer en la cuenta de lo que estaba ocurriendo, decidió ir hasta la biblioteca del Castillo donde había encerrado al pequeño Mu. El niño todavía seguía en la misma jaula donde lo trajo. Eso al menos le daría un poco más de tiempo para evitar que Darkness y el caballero que la acompañaba interrumpieran su negro propósito.

—Maldita Darkness, no te saldrás con la tuya. ¡Antes te destruiré!

Shi para ahorrar tiempo, se esfumó en un cegador fulgor de luz, para poco después aparecer en el pasillo estrecho que llevaba a su biblioteca.

Al verse solo el espectro sonrió para si mismo.

—Que mujer tan estúpida… —rugió la maldad de Mu— Cuando menos te des cuenta me desharé de ti, Shi, y tomaré tu lugar como el Rey del Reino Muerto —terminó seguido de una risa maligna, desapareciendo en el aire tan rápido como había llegado.

 

 

Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ†Ϯ

 

 

Hades, Athena, Shion y Dohko, entraban a la sala del trono. Los custodios esperaron pacientes a que las dos mujeres espectrales explicaran lo que estaba ocurriendo.

Athena inició a hablar:

—Hades me ha dicho que es una situación urgente. Las escuchamos.

—Diosa Athena —comenzó la pelirroja—, su Santuario y sus guerreros están en peligro. Uno de los guerreros personales de Darkness vino a vernos a Gashadokuro y a mi por ordenes de mi Ama.

—Darkness fue informada de que Shi ordenó a sus Parcas subir a esta tierra para llevarse el cuerpo del joven Mu y así poder hacer el ritual ceremonial para unir la maldad con su cuerpo humano, permitiéndole entonces permanecer en el Reino Muerto ya que si el lado oscuro del joven destruye su pureza, es como si hubiese muerto completamente. Y solo así podrá ser permitido que el cuerpo entre permanentemente a nuestra dimensión —contaba la morena.

—¿Y que podemos hacer nosotros? —cuestionó la japonesa— Hemos prometido luchar para que Mu no siga en esta situación. Pelearemos de ser esa la solución final.

—Diosa Athena, las Parcas tienen ordenes claras de no fallar, y de asesinar a quien se interponga en su misión.

—Así es, y es por eso que aunque mi Ama no esté aquí para protegerlos, ha ordenado a su ejercito de guerreros más poderosos que suban hasta aquí y peleen para que ustedes no paguen por las culpas que ella ha cosechado.

—¿Sus guerreros? —preguntó Hades con el entrecejo fruncido— ¿Acaso te refieres a…?

—A Los Guardianes de las Sombras, efectivamente —concedió la pelirroja.

El dios del Inframundo conocía múltiples historias de esos guerreros. Si ellos se prestarían a proteger a Athena y a sus caballeros , no había mucho que las Parcas pudieran hacer, aunque no por eso dejaban de ser peligrosas.

—Y no solo serán ellos, también parte de mis guerreros Los Guerreros Espectrales los acompañaran a luchar y protegerlos a ustedes, así como a el joven Mu y al joven Shaka.

A pesar de que Darkness no estaba presente, había hecho muchos movimientos bien ejecutados, una aliada como Gashadokuro apoyándola y una antigua líder sanguinaria entre sus cartas no era de esperarse. Además de que la misma peli-negra contaba con sus propios guardianes y ejercito que era conocido y temido en el bajo astral. Si, sin duda se avecinaba una gran Guerra Espectral.

 

 

Notas finales:

Nos leemos en el siguiente capítulo.


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