Habían pasado alrededor de tres horas, desde que Aioria lo encontrara casi muerto en su bañera. Tiempo en el que el rubio lo acompaño, hablaron largamente sobre el engaño de Saga. Pero el carnero no comento nada sobre lo que ocurrió con el joven hindú, no quería más problemas además de que quería olvidarlo. También se desahogó llorando desbordadamente en lo cual el felino lo consoló por largo tiempo.
Aioria preparo algo para que el peli lavanda comiera, cosa que no le fue sencilla pero al final convenció a Muu de que necesitaba comer.
Hace poco se habían despedido muy a pesar del mayor que no quería dejar solo al oji verde. Pero ya era entrada la noche y Muu le había dicho que fuese a descansar, el por su parte aria lo mismo. A lo que el rubio cenizo termino aceptando de mala gana.
Pero Muu lo último que haría esa noche seria descansar…
No dormiría…
Muu se encontraba sentado en su cama. La luna llena de la noche era la única que aportaba luz a aquella habitación penumbrosa, leves rayos tocaban al ariano quien tenía la mirada perdida en un punto oscuro de un rincón en el lugar.
Seguía sintiendo un doloroso vacío. El pecho le dolía por culpa de todo ese daño que le habían causado. No quería ver a su amado Saga sintiendo felicidad por poder estar ahora con la persona que en verdad amaba, quería dejar de sentir para ya no sentir todo lo que ahora lo estaba torturando, complicándole incluso el respirara. Ya no lo soportaba, quería gritar hasta que su garganta se desgarrara, hasta sacar lo que llevaba dentro.
Unas silenciosas lágrimas surcaron sus mejillas pálidas. Se puso de pie para comenzar a caminar hacia la ventana, se arrodillo ante un pequeño cofre de madera el cual tomo y luego abrió. Sacando de este una daga un poco parecida a la que Atena le diera a Saga para tomar su vida en la batalla contra Hades, pero esta era completamente blanca. El brillo del filo se hizo notorio al tocar uno de los rayos de luz lunar iluminando por un segundo el lugar.
Empuño el mango del arma con ambas manos, para seguidamente alzarlas al nivel de su cabeza donde la daga reflejo su rostro. Cerro los ojos para lo siguiente pues su intención era enterrar aquella mortal pieza en su vientre, bajo las manos con velocidad con la punta amenazante de clavarse en su ser pero unas suaves manos sobre las suyas le impidieron cumplir con su cometido. Asombrado por aquella intromisión, giro el cuerpo para ver de quien se trataba. Por un momento pensó que Aioria había vuelto pero casi se muere de la impresión cuando se dio cuenta que no se trataba de ninguno de sus compañeros.
Frente a él se encontraba una joven muy bella de ojos rojos como brazas, cabellos completamente negros, lacios que le llegaban más debajo de la cintura, de figura delgada, labios carnosos aunque estos no tenían color, de una piel más pálida que la de él mismo. Vestía un vestido largo y negro en su totalidad el cual dejaba sus hombros al descubierto, pero cubría sus brazos a excepción de sus manos, en el blanquecino cuello llevaba un collar un poco grueso también negro. Pero sin duda lo que más sorprendió a Muu fue el hecho de que aquella joven poseía un par de alas tan oscuras como las mismas tinieblas y tan grandes como su estatura.
Aquel ser le miraba con tristeza. Al reaccionar Muu se puso de pie rápidamente para alegarse hacia una de las paredes cerca de la ventana soltando la daga provocando que esta hiciera un molesto sonido metálico al caer al suelo.
-¿Q-Quien e-eres tú? –formulo el ariano mirando alterado a la joven.
La criatura camino un paso al frente.
-Hermoso caballero. Mi nombre es Darkness, soy el ángel de las almas que sufren. –el ángel se inclinó para recoger la daga que seguía en el piso. Al levantarse agrego. –Sé que tu alma está sufriendo y tu corazón está muriendo. Vengo a ayudarte.
-¿Cómo sabes eso? –el peli lila se acercó más a la joven, por alguna razón que el caballero desconocía, ya no sentía temor por aquella criatura.
-Estabas decidido a acabar con tu vida para que el corazón ya no te doliera. Pensé que te ahogarías esta tarde, no interferí porque era la manera más natural en la que podrías morir pero al verte con la daga, tuve que evitarlo. Se lo que sufres porque lo he visto todo.
La voz de aquel ángel era suave, delicada y tranquilizadora.
-¿Eres espectro de Hades? ¿Hades te mando a espiar en el Santuario? –Muu cada vez estaba más confundido.
-No, yo no habito en el Inframundo, ni en el Olimpo. Yo vengo de lo más profundo de la oscuridad.
-Si no eres del Inframundo... entonces ¿De dónde vienes? ¿Porque ahora estas aquí? -el peli lila miraba con dudas a aquella mujer extraña frente a él. No entendía que podía querer aquel ser de él pero sin duda no se iba a quedar con las dudas.
-Yo soy la oscuridad misma, vengo de los más profundos y oscuros sentimientos de los hombres... en cualquier lugar donde haya un corazón herido, ahí estaré para poco a poco terminar con su sufrimiento.
Aquel ente se acercaba cada vez más al ariano quien ya estaba en un estado de tal confusión, pues no se imaginaba la manera en que aquella cosa podría ayudarlo a quitarle todo el dolor que su alma sufría.
¿Que quería ese ángel de él? No lo sabía pero de lo que si estaba seguro es que fuera como fuera, no era de una manera agradable. Mas Darkness no le infundía ningún temor ni la sentía como amenaza; al contrario. Sentía que le transmitía una calidez y una paz que si bien no se asemejaba a la que destilaba Atena, lo hacía sentir que todo estaría bien y en parte no se estaba equivocando... En parte.
Cuando menos se dio cuenta. Muu diviso a la oscura sentarse en el suelo de la habitación, con sus alas abiertas a cada lado de su cuerpo mientras apoyaba su espalda en los colchones de la cama. El ángel de las sombras, miro a Muu con una mirada llena de calidez y ternura mientras alzaba una de sus manos hacia él, con la intención de invitarlo a que se sentara entre sus piernas ligeramente abiertas y cubiertas con el largo vestido negro. Sin saber muy bien porque, Muu acepto la invitación, yendo hacia Darkness y sentándose de espaldas a ella en medio de sus piernas.
Una vez en esa posición, el primer guardia pudo sentir el pecho del ángel apretándose contra su espalda y los finos brazos vestidos de negro enredándose alrededor de su cintura como en un abrazo fraternal y protector como hace mucho el joven tibetano no sentía. Con un calor especial...
El espectro inclino su rostro, recostando una blanca mejilla sobre el hombro del de ojos verdes, Darkness sintió que un travieso mechón del peli lila, le acariciaba juguetonamente la cara por lo cual cerro los ojos con expresión de paz. Muu al sentir la cercanía de la mujer, inclino su cabeza hacia donde la del espectro reposaba.
Quien viera la escena que se desarrollaba en ese momento. Sin duda se hubiese quedado en shock al no tener respuesta para lo que acontecía. Ver a un Muu tranquilo con los ojos verdes cerrados, entre los brazos de una mujer completamente de negro y con enormes alas saliendo de su espalda sentados sin preocupaciones sobre el suelo de la habitación privada del carnero.
Aquello era por demás extraño y a la vez fascinante. Pero nadie sabría lo que acontecería. Hasta el momento al menos.
-Yo te cuidare pequeño carnero... pronto encontraras la paz que tanto te mereces y que tantos te han negado.
Aquellas suaves palabras provocaron en Muu un estremecimiento el cual no paso desapercibido para la de cabellos negros, mas no se separó. Alzo su cabeza del hombro del chico y llevo una de sus manos a la cabellera lavanda la cual comenzó a acariciar de forma dulce y cuidadosa.
-Mi corazón está muy herido ángel... -aquello había sido dicho por el de Aries en casi un susurro, y de sus ojos cerrados, brotaron un par de brillantes lágrimas que reflejaron la luz de la luna.
-Ya no lo estará mas... he venido para que dejes de sufrir, no permitiré que sigas llorando por nadie. Lo he visto todo, desde el principio, al fin. He observado a Saga a Shaka y también a Aioria... -comenzó el espíritu con voz pausada, estrechando con más fuerza al tibetano, luego reanudo. -Aioria es el único que tiene sentimientos sinceros, puedo sentirlo. Pero tú solo lo quieres como un amigo.
Muu asintió pausadamente como si estuviese quedándose dormido.
-Entiendo... si en verdad quieren salvarte. Tendrán que venir a mí. Pero cuando se den cuenta, será demasiado tarde, tú ya te habrás ido conmigo.
Darkness acaricio por última vez los cabellos largos de su nueva víctima quien quedo sumergido en un profundo sueño.
-Pronto nos iremos mi pequeño... pronto dejaras de sentir.
“Había una vez un alma pura que solo quería encontrara felicidad, quería amar y sentir amor. Un día un ser hermoso apareció, le dijo que lo querría y lo trataría con devoción, solo para conseguir su corazón. Una vez que lo consiguió, el hermoso ser jugo y jugo para obtener a su verdadero amor. El alma pura se enteró de que un juego fue su ilusión. Fue un juguete de entretención, mientras el demonio obtenía algo mejor. Su corazón ya no latió y morir era su intención. Más un ángel de las sombras apareció y para ayudarlo, le pidió lo que le quedaba de corazón. El alma pura se lo cedió para evitar sentir dolor; su alma se perdió en las sombras del horror convirtiéndolo en un espectro sin emoción. Dio su inocencia para borrar toda su ingenuidad. El ángel sombrío lo tomo para que ya no volviera a sufrir de amor convirtiéndose así en un vagante del eterno adiós.”
-O-O-O-O-O-O-O-O-O-
Aioria se había quedado preocupado por el estado en el que su adorado Muu se había quedado solo en el primer templo. Le hubiese gustado quedarse ahí con él y protegerlo de toda esa tristeza que invadía su cosmos pero comprendía que el ariano necesitaba estar un tiempo alejado de los demás para sanar sus heridas y recuperar su confianza perdida por culpa del gemelo mayor y por el del sexto templo. Claro lo último sin conocimiento del felino.
Con algo de dificultad y tras muchas vueltas sobre la cama, se logró quedar dormido mientras miraba por la ventana la luna llena que coronaba el cielo de Grecia.
Por otro lado, un templo arriba del de Leo, el guardián de la sexta casa se encontraba en una situación similar pero por motivos diferentes.
Pues Shaka se paseaba con desesperación y frustración por su alcoba mientras todos los recuerdos de lo sucedido con el tibetano se paseaban por su cabeza con verdadera fuerza. No comprendía por más que indagara en ello. El hecho que lo hizo enamorarse de una manera casi enfermiza del primer custodio del zodiaco; no negaba que el de cabellos lavandas era realmente hermoso, con unos rasgos tan finos y delicados pero sin perder su masculinidad.
Era algo que solo de ser pensado, hacía al de Virgo desear ir y tomarlo entre sus fuertes brazos. Más sabia que no podía hacer aquello, pues él había profanado el cuerpo de Muu mientras este estaba inconsciente.
El rubio no sabía en qué condiciones reacciono el lemuriano al despertar y verse desnudo y quizás sentirse adolorido.
-A estas alturas debe de maldecir mi nombre con profundo odio… -se decía el joven hindú mientras detenía su andar en círculos por la habitación para mirar con tristeza hasta el oscuro exterior de su ventana.
Quería verle, saber cómo estaba. Lo que pensaría de él en ese preciso momento, sabiendo que su rival declarado le había confesado tenerle un sentimiento tan hermoso y a la vez peligroso como lo es el amor. Pero aunque fuera amor. Shaka sabía a la perfección que su forma de expresárselo había sido completamente incorrecta y si Atena o el Patriarca se enteraban de eso, sin duda recibiría un fuerte castigo por su falta hacia un compañero dorado. Y más porque se trataba de Muu, el pupilo de Shion el actual Patriarca del Santuario.