Acto Primero
A mis ojos
Ella no es especialmente hermosa o carismática, sólo es una niña muy infantil e insegura.
Esta es una historia simple, común y corriente. Es sólo una fantasía, una ilusión, un sueño. No es más que uno de mis anhelos. Anhelo que hare realidad.
Recuerdo la primera vez que la vi, de cuerpo pequeño y complexión mediana. De rostro aniñado, cabello corto y ligeramente ondulado. Todo su ser me hacia querer protegerla, resguardarla, y al mismo tiempo, corromperla. Puede que suene agresivo y pervertido, pero no podía evitar sentir esa sensual atracción hacia "ella".
Una vez, la observe desde lo alto del primer piso, "ella" estaba en la planta baja de la escuela ensayando “la tabla rítmica” con sus compañeras de clase –evento que realizan los de tercer año para la clase de Formación Deportiva.- No es más que una simple coreografía que es presentada en el patio principal de la escuela. Llevaba, como de costumbre, un pants holgado y una mariconera. El pants de aquel día era de un intenso color aquamarina que fácilmente podría ocasionar burlas a su alrededor, pero para mí, era adorable, su piel se veía aún más blanca con ese color; a diario cargaba una mariconera rosa de tamaño pequeño, ¡Sabrá dios que es lo que carga en ella!
Mantuve mi vista fija en "ella" solamente. Ana,–compañera de clases y vieja amiga- se encontraba al lado mío, abrazándome por el cuello; al igual que yo, echaba un vistazo a los jóvenes de tercero; recordamos efímeramente como, hace ya un año y medio, nos había tocado presentar a nosotros una coreografía también. Ana miraba sobre mi cuello a los quince adolescentes ir de un lado a otro. Mis ojos permanecieron, casi siempre, fijos en "ella". Observe su infantil rostro de piel tersa, su cabello alborotado por el mal clima, y su cuerpo aún sin desarrollar; conforme le prestaba atención, me di cuenta de una de sus manías. Morderse suave y constantemente las uñas, tocar su bolsa con nerviosismo y repetir.
-“Inseguridad” –pensé en voz alta, Ana asintió con la cabeza afirmando lo que dije.
-Demasiada –fue lo que contestó –Me da cosa por ella, aseguro a que se la comen viva en el salón.
-Muy probablemente –respondí. Inconscientemente, repetí el mismo movimiento de las manos que "ella". -¿El estomago humano puede digerir los residuos de uña?
-¿Qué? –me cuestionó sin entender muy bien mi pregunta, volteé a ver a Vane –mi mejor amiga en la preparatoria -, se encontraba platicando con Peter; devolví mi vista al patio principal, vagando un rato observando como los alumnos comenzaban a irse.
-Sí, me refiero, el estomago humano no puede digerir el cabello, por eso lo acumula en las paredes del mismo, al final hay que operar para sacarlos ¿Sucede lo mismo con las uñas?
-No lo sé, yo creo –se separó de mi, golpeando suavemente mi cadera con la suya, le regrese el gesto un par de veces.
Nos mantuvimos un tiempo hablando de cosas triviales, ya saben; sobre los maestros, los cursos inútiles al que nos veíamos obligadas a asistir con el fin de cubrir las horas de servicio social, la tarea que habían dejado ese día, sobre el extraño comportamiento de Peter hacia Vanessa, el futuro examen de ingreso a la Licenciatura, etc. No fue sino, hasta que mencionamos la Licenciatura, cuando recordé el poco tiempo que me quedaba en la escuela –“Sólo dos meses” –pensé. Eche nuevamente una mirada a los chicos de tercero, "ella" aún seguía ahí, sola, mordiéndose las uñas y tocando su bolso. Me pregunte “¿Cómo serán sus padres?” “¿Serán tan sobre-protectores como me imagino?”
-Parece una niña de secundaria –le comente a la mujer ligeramente rubia a mi lado.
-De primaria, diría yo –Ana la miró con una rara expresión en su rostro. –De verdad me desespera, es demasiado mansa. Ni siquiera parece una muchacha de dieciséis años.
Asentí con la cabeza sin responder algo más. Últimamente me había vuelto muy consiente de mi bisexualidad, y aunque Ana también lo era, me incomodaba un poco decirle sobre el hecho de que recientemente, prestaba mucha atención a aquella tímida criatura.
-Quiero conocerla –vocifere con voz decidida.
-Pero es muy insegura.
-Es esa misma inseguridad la que me hace desear conocerla. Quiero saber como es su casa, como son sus padres, como es ella, su forma de ser, de hablar –calle por unos instante reflexionando lo que había dicho –Sí, definitivamente, quiero conocerla.
Annie–apodo que le había dado a Ana recientemente-, se levantó de hombros dirigiéndose al salón, la seguí inconscientemente.
Permanecí el resto del día pensando en "ella", no sabia su nombre o algo más, sólo tenía conocimiento de que era una alumna de tercer grado. Llegue a la casa un tanto ofuscada y molesta, había sido un día muy largo. La cita con el dentista y la larga caminata de regreso a casa, habían sido la cúspide de mis energías; me recosté en el sofá sin darme cuenta de en que momento me había quedado dormida.
...
Abrí mis ojos, y me encontraba en la preparatoria, múltiples jóvenes iban y venían a lo largo de los pasillos y el patio principal, sus rostros eran borrosos; Ana y Vane iban a mi lado, no lograba concentrarme en sus palabras; de repente algo llamó brutalmente mi atención, levante mi vista un tanto extrañada, entonces, la vi pasar.
–“Debe ser un recuerdo” –pensé entre sueños.
El tiempo se detuvo cuando la mire, traía puesto un pants y sudadera deportiva en color azul, rápidamente la seguí con la mirada, su rostro quedo grabado en mi mente con fuerza.
–“Algo así es mi tipo ideal inocente” – hable para mi misma, recordando la conversación que tiempo atrás habíamos tenido Vane y yo, la platica era acerca de nuestro tipo de pareja ideal. Vane, quien es completamente heterosexual, describió a un hombre sexy y de mediana complexión, mientras que yo, tuve que detallar a mi hombre y mujer ideales. El hombre no fue complicado de explicar, el problema, fue la mujer; puesto que tengo dos tipos de ideales, el “Salvaje o agresivo”, y el “Inocente”.
Olvidando un poco la conversación atrasada, retome mi ojeada a la mujer de cabello corto –“Sería lindo hablarle”.-
La imagen de la escuela se borró trayendo consigo una nube grisácea. El recuerdo había desaparecido. Más tarde, pareció frente a mí, un cuarto negro iluminado por una sola luz, "ella" estaba ahí, recargada en la pared con manos sobre el pecho. Me acerque a "ella" rápidamente y la bese, sus labios eran pequeños y suaves, pero a la vez, inexpertos. Su cuerpo temblaba bajo mi tacto, podía sentir su corazón latir al mil por hora, y como la temperatura de su cuerpo aumentaba gradualmente formando un intenso sonrojo en sus mejillas.
-Tranquila, no hare nada que te lastime.- dije mientras me separaba un poco de ella.
...
Me levante precipitadamente arrojando a Camila –mi perra-, quien descansaba en mi vientre, lejos del sillón.
Mis labios estaban humedecidos, y mi respiración ligeramente acelerada. Fue entonces cuando me di cuenta, en verdad necesitaba conocerla, hablarle, me estaba volviendo loca por "ella".
-Mierda –me maldije a mi misma.