Comenzaba otro día, el sol daba quizás desde el norte; no era realmente importante. No abrió los ojos ya que tampoco había podido cerrarlos más que para parpadear, y se sentó en el colchón mirando a la pared del frente como si algo más que cemento lo recibiera con unos buenos días. Agachó la cabeza, miro la ventana y cruzó los brazos alrededor de las piernas; hundió la cabeza en las rodillas dobladas sin emitir sonido alguno.
"Es demasiado tarde, Hyukjae. Mañana lo desconectan"
Cerró los ojos con fuerza y odiándose por recordarlo; cada mañana, cada noche, cada minuto y segundo de su vida durante los últimos seis meses. Abrió la boca dejando que la respiración se le volviera agitada, abrió los ojos y miró las sábanas azuladas que él había comprado.
"¿Compramos esas? ¡Porfis, Hyukkie! ¡Porfis! ¡Pooorfisss!"
Una gota recorrió su mejilla, abrió y cerró los labios intentando controlarse; pero el solo recuerdo lo hizo sollozar y caer por ese barranco en el que siempre se encontraba cayendo y tratando de alejarse del borde. No había nada peor que despertar cada mañana sin él a su lado, sin poder acariciar la suave piel, sin poder susurrarle cuanta falta le hacía; cada día lo necesitaba más que el anterior.
"¿Me prometes que siempre estaremos juntos?"
-Pero tú rompiste tu promesa...-suspiró sonoramente, ahogando el próximo sollozo.
Separó los brazos con lentitud exagerada, deslizó las piernas fuera de la cama y se puso en pie. Metiendo los pies en las zapatillas blancas, los arrastró hasta la pared y observó el cielo por la diminuta ventana blindada; para luego bajar las persianas y quedarse hundido de nuevo en la más profunda penumbra. Tiró del hilo de la persiana, sin fuerza y deslizándose hacia abajo. Sentado en la esquina, volvió a respirar entrecortado.
-Hyukjae -un agujero cuadrado apareció en la pared y un plato de comida lo atravesó-, cómetelo todo, ¿vale?
La mano blanquecina del doctor salió rápida y temerosa del agujero. Empujó cerca el plato con una mano y cogió el inofensivo tenedor de plástico, pinchó la comida y la comió sin ganas, dejándose más de la mitad abandonada. Bebió agua y dejó el vaso de plástico cerca del agujero.
"Todo es por tu bien. No podemos dejar que sigas autolesionándote de esa forma"
Se abrazó a si mismo. Poco a poco, se deshizo de la camiseta que cubría la parte superior de su cuerpo y se recorrió el pecho con parsimonia. Cada corte, cada intento había quedado guardado en sus brazos y cuello, las quemaduras en su pecho y aquel inútil pinchazo en su hombro que no había hecho más que sacudirlo.
-Donghae...
Se apretó el antebrazo derecho, el tatuaje de un corazón con un ancla y se clavó las inexistentes uñas en él. Lloró al saber que le iba a ser imposible todo intento de suicidio, habían tomado precauciones absolutamente con todo.
-¿Por qué?
Se recostó en el suelo, en posición fetal y estiró el brazo hasta la cama, abrazando las sábanas como si de alguna forma hicieran que el castaño estuviera más cerca de él. Las olió con fuerza y sollozos.
"Te amo, y no quiero que lo olvides nunca"
Cerró fuertemente los ojos. Recordó a su novio...su constante obsesión por usar gorros y lo reticente que se mostraba en mostrarle la cabeza.
"Estoy bien, Hyukkie. Son unas revisiones tontas, no tiene importancia"
Las constantes visitas al médico. Como su piel era cada vez más blanca, las ojeras más presentes y el cuerpo se volvía más delgado.
"Donghae está en el hospital -había dicho Donghwa por teléfono, con la voz ahogada-, no le ueda mucho tiempo"
Mordió la camisa para no chillar, mientras los recuerdos del calvo y durmiente Donghae volvían a su mente.
"Donghae no quería hacerte daño; pensaba que la quimioterapia funcionaría. Pero, a veces, la vida es demasiado injusta"
"¡No! ¡DONGHAE NO!" se recordaba chillando y pataleando. Cayendo junto a su novio y tirando de su mano para que despertara.
Golpeó el suelo con fuerza. Se levantó y miró todo lo que lo rodeaba, necesitaba hacerlo...lo necesitaba.
"Lo siento, Hyukjae. Él...dejó ésto para ti"
Miró el rayo de luz que iluminaba la habitación muy muy débilmente, la cuerda que colgaba de la persiana...
Se puso la camiseta, arregló su pelo como pudo y se acomodó el pantalón. Con una profunda respiración, hizo un puño sobre el papel que llevaba en el bolsillo del pantalón y se rodeó el cuello con la cuerda.
"Querido Hyukkie, si estás leyendo ésto es porque no he logrado sobrevivir. ¿Recuerdas el día que me dio apendicitis? Los análisis mostraron algo más grave que eso. No quería que fueras cómplice de mi sufrimiento, no quería verte sufrir. Tu sonrisa era lo único que me animaba a seguir, saber que si lo soportaba iba a ser capaz de pasar toda mi vida contigo. Pero he sido un debilucho y te he fallado. Monito, ojalá ésta carta nunca llegue a tus manos.
Te amo."
El doctor entró en la habitación, listo para la sesión que tenía con cada paciente. Y lo que jamás esperó, era ver a Hyukjae sonriendo. No tenía pulso, no respiraba y sin embargo hacía seis meses que nadie lo veía tan feliz.
-¡Idiota! ¿Qué haces aquí?
-Siempre juntos, ¿recuerdas? No hubiera soportado un día más sin ti...