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|Placer| por Marron15

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|Placer|

«Pan&Marron»

 

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La morena, mira su reflejo en el gran espejo que está en su habitación, y mientras se sigue observando se hace una cola de caballo usando solamente sus manos y ya teniendo la mitad de su pijama puesta se coloca sobre su cama y se arrodilla sobre la misma, con esta acción logra llamar la atención de cierta rubia que hasta el momento se encontraba leyendo una de las novelas literarias más aburrida de todos los siglos. — ¿Te puedo hacer una pregunta, Marron?—cuestiona la adolecente de cabellera negra.

—Sí, pero primero dime ¿por qué no te has puesto la parte de arriba de tu piyama?

Pan, la mira con una sonrisa divertida ¿por qué le respondió con otra pregunta? Con ironía sonríe y decide responderle a su compañera de clase y mejor amiga. —Verás está tarde salí con Fish, y cuando fuimos a tomar un helado, él se quedó viendo como tonto el gran escote de la vendedora…y yo me preguntaba si el tamaño de los senos es importante para los hombre. Porque si lo es, es también imposible que logre conquistarlo.

La rubia se queda mirándola por un largo rato ¿por qué le hacía esa pregunta? ¿Acaso le había visto cara de hombre o qué? Rió en voz alta ante ese pensamiento. El que se la haya follado un par de veces no la convertía en hombre, de todas maneras ella seguía siendo una mujer con gustos peculiares, como cogerse a su mejor amiga, pero seguía siendo mujer en fin. — ¡Ay Pan solo a ti se te ocurre preguntarme si el tamaño de los senos importa! ¡Yo qué mierda sé!

La menor de los Son baja la cabeza para que su amiga no se percate de que está sonrojada hasta las orejas porque después de todo no fue una idea muy brillante preguntarle a una mujer una pregunta como la que ella le había hecho a la rubia pero de todas maneras se quería sacar la duda y no tenía amigos del género masculino como para  sacarse de dudas y por ende se la hiso a Marron ya que además de ser inseparables le tenía mucha confianza y eso también era importante.

—Solo dime si tengo los pechos grandes o no. —cerró los ojos y sin darle más rodeos al asunto se quitó el bracear de un pálido color rosa, y una vez que sus pechos quedaron al descubierto, Marron comenzó a observarlos minuciosamente; se veían suaves, redondos, firmes, muy bien formados…y su tamaño era perfecto ante aquellos ojos azules que los observa como si su vida se fuera en ello, y aquella boca tan sexy y provocativa que era de la rubia se moría de ganas por probarlos y ante esa gran necesidad, Marron se comenzó a morder el labio interior con suma sensualidad como toda ella. Desea poseer a la pelinegra y así lo haría.

— ¿Y?

Susurra Pan en busca de una respuesta con respecto al tamaño de sus pechos pero Marron ya tenía otros planes.

— ¿Sabes algo? Tus pechos me calientan y quiero follarte ahora mientras estás arrodillada.

La casi novia de Fish se sorprende al oír a su amiga y antes de que pueda reaccionar la rubia ya  se encuentran invadiendo su boca y apretando uno de sus senos entre sus manos, tomándola por sorpresa a la vez que el placer comienza hacer efecto en la azabache y la deja sin habla; Los labios de Marron empujaban sobre los de la otra con verdadero deseo, mientras que tomaba a Pan de la cintura, los labios de la rubia recorrían cada centímetro, cada parte de los labios ajenos con un frenesí alarmante  que para la ojinegra no era nada nuevo, esa boca tan primitiva violaba la boca ajena, exploraba cada rincón de la misma y cuando supo que ya había recorrido cada espacio de aquella perfecta boca introdujo su lengua dentro de la misma y entonces sintió un verdadero placer al sentir la cavidad bucal de esa boca tan celestial, su lengua viajaba sin restricción dentro de la misma, se dio el placer y el gusto de saborear cada rincón con su lengua para después sentir como ambas lenguas bailaban osadamente en la boca de la otra formando una sola, mientras que las expertas manos de Marron torturaban los endurecidos senos de Pan; la ojiceleste masajeaba los pechos ajenos con una sabiduría extraordinaria que no hacía más que dejar a la azabache sin aire al sentir como los dedos de la rubia lograban que sus pezones se endurecieran a la vez que sus dedos jugueteaban con los mismos una y otra vez llenándola de espasmo de placer, de un placer absoluto que solo esa rubia era capaz de proporcionarle, y sin poder contenerse un segundo más sintió como su ropa interior comenzó a mojarse a consecuencia del placer sentido.

—Marron, por favor…

Dijo la ojinegra para que la rubia acabara con ese torturador pacer que azotaba en forma de puntadas feroces su sexo.

—Eres tan insaciable. —le plantó otro apasionado beso sobre los labios mientras se encargaba de bajarle el pantalón que formaba parte de la piyama y al sentir lo húmeda que estaba la ropa interior de la morena sonrió para después hundir su boca en cuello ajeno deleitarse con los dulces gemidos de Pan.

— ¡Ah!

La azabache gimió al sentir no solo la lengua de la rubia sobre su garganta sino también al sentir como ella acariciaba su sexo, haciendo así su tortura más grande y sin que Marron se lo viera venir, Pan llevó su mano hasta su sexo y sin pensarlo más introdujo uno de sus dedos en su sexo a la vez que jadeaba y gemía locamente.

— ¡Oh Pan! Estás tan caliente.

Sin importarle nada introdujo uno de sus dedos dentro de la azabache, tomándola por sorpresa pero no por eso Pan quitó el suyo, todo lo contrario se siguió penetrando mientras que Marron también le penetraba y mientras la ojinegra gemía la otra la besaba con demasiada pasión mientras introducía un tercer dedo dentro de Pan, al hacerlo su acompañante gritó a la vez que ya no pudo contenerse más y se terminó corriendo de manera escandalosa.

—A esto llamo yo una follada deliciosa—dijo Marron a la vez que se llevaba los dedos con los cuales había masturbado a Pan a la boca y probaba los peculiares fluidos que emanaban en su amiga, la misma que en ese momento tomaba grandes cantidades de aire.

— ¿Me follaste arrodillada sobre mi cama?

Cuestiona atónita.

—Sí.

Pan la besa y en medio del roce queda recostada sobre ella.

— ¿Ahora te puedo follar yo a ti?

La vuelve a besar sobre los labios.

—Sí y bien duro, pero antes déjame decirte que el tamaño de los senos no es importante, lo importante es lo sensibles que pueden ser. —le susurra al oído con voz de lo más seductora logrando que Pan la deseé mucho más de lo que ya lo hace.

Notas finales:

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