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—No me desampares— por Yukimura_Takano

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Notas del fanfic:

Muchas gracias por leer esto, agradezco que puedan leer mi fanfic en el que tanto tiempo invertí, sudor, lagrimas... además de que quiero agradecer especialmente a mis betas invitados, los que me ayudaron a editar esta vaina: Gabriel y Elena, ¡muchas gracias a ustedes! Esto no sería nada sin los dos xD y mi mama que hizo que me tardara más, pero aun así no me dijo nada de porque me la pasaba días enteros en la computadora. ¡Muchas gracias a todos!

Notas del capitulo:

buenas, de nuevo con un proyecto nuevo, el cual es uno de los mejores trabajo que he hecho a mi opinion, me costo como dije antes, sudor, lagrimas y muchas otras cosas... era para un concurso, el cual no gane U.U pero quisiera compartir mi trabajo ahora que termino y quisiera opiniones... son solo tres capitulos, pero el que sigue creo que lo dividire a la mitad, para que lo disfruten mejor y no se carge de mas owo 

nos veemos despues, y prometo empezar a actualizar fanfics cada miercoles! (lo prometo prometo!)

Los humanos somos pecadores por naturaleza. Nos gusta romper las reglas impuestas por los seres superiores que nos dieron origen. Incluso desafiamos a nuestras autoridades, aquellas auto impuestas o las que fueron elegidas por el pueblo.

El amor es uno de los sentimientos más puros y hermosos que existen y  tenemos el agradable honor de sentir. Pero, siendo el sentimiento por naturaleza que todos queremos, ¿Por qué tendría que ser pecado amar a alguien? ¿Se castigaría entregar el corazón, espíritu y alma?, ¿Se prohibiría volver a ver a esa persona contra viento y marea?

Deseo pecaminoso, placer prohibido, amor imposible.

«¿Por qué me quieren alejar de él?»

«Su amor es asqueroso.»

«¡No le estamos haciendo daño a nadie!»

«Lo suyo no puede continuar»

“¡No!, ¡Él es toda mi vida!”

«¿Por qué niegan que lo suyo no se puede consumir?”

«¡¿Acaso amar a alguien de tu mismo sexo es malo?! ¡¿Qué no todos tenemos derecho a amar?!»

«Altera el orden natural de lo establecido. Será castigado con, la muerte.»

...

¿Quién... soy?—con pesadez abrió los ojos, sintiendo que había dormido por años—.

Tardó un poco en recobrar la vista de su alrededor, pero todo era blanco. No había ningún tipo de color, casi como una cárcel marfil. Se incorporó, sentándose mientras observaba todo con  sorpresa.

Esto es extraño.  No recuerdo nada, no sé qué hago aquí. Las paredes y el color me confunden tanto. —Koujaku colocó su mano en la cabeza, ya que le dolía bastante—.

De pronto, entre el dolor y el zumbido de sus oídos, recordó a aquel chico rubio de ojos color jade, suplicando palabras que no entendía ya que no las escuchaba; no podía leer para nada sus labios: él lloraba, corría para alcanzarlo, pero cada vez que aumentaba la velocidad, se alejaban más hasta que en un punto lo dejó de ver y terminó ese recuerdo.

—Veo que aún lo puedes recordar. —una figura blanca, de cabellos dorado que le llegaban hasta las rodillas, apareció frente a él,

 —¿Qué hago aquí?— le preguntó a la aparición.—¿Quién eres?

—Veo que te han borrado muy buena parte de tu memoria, pero no la más importante.—el desconocido esbozó una sonrisa cínica, mientras respondía.

Se levantó aún con la molestia hacia su acompañante, quedando casi a su altura—Responde mis preguntas, increpó Koujaku.

—No tengo porque decirte. Tú estás condenado a esta cárcel blanca, hasta el fin de esta realidad. Te lo mereces.

Estas palabras sólo lo confundieron más, ¡¿A qué diablos se refería?!

—¿Castigo?—Koujaku necesitaba saber—¿Qué fue lo que hice?

—Verás —le respondió dijo la aparición y antes de que pudiera darle una antes de decirle, un viento fuerte entró a la habitación.

El tipo ajeno volteó y Koujaku huyó hacia la ligera luz que emanaba la entrada. Algo dentro de sí, le decía que lo hiciera, que saliera de allí como diera costo.

—No huyas de tu realidad, espectro despreciable.

De pronto se dio cuenta que caminaba sobre la nada. Estaba recorriendo un sendero tal como lo ilustraron aquellos pintores famosos. Sorprendido se detuvo de inmediato,  pero la gravedad lo hizo caer pesadamente.

Un pensamiento violento llegó a su mente, lo dura que sería la caída, su muerte y  el dolor que estaba por experimentar. Cerró los ojos con fuerza y se cubrió el rostro con los brazos. De pronto divisó a  lo lejos los edificios de una ciudad.

Al dejar de sentir la caída libre, se destapó con cuidado de su cuerpo, checando ahora un bucle negro infinito, donde solo él era la única cosa seleccionada por una luz desde arriba. Notó que justo adelante suyo se había colocado un espejo; dándose cuenta de este detalle, gateó hasta estar lo más cerca posible de él, tocándolo, fijando su mirada a como era: cabello negro profundo, ojos rojos como rubíes, un tono tostado y unas cicatrices por todo su cuerpo. Venía también con un flequillo en su cara que cubría uno de sus ojos y un gran tatuaje que teñía toda su mano, torso y pierna.

—Te hayas contemplándote en tu propio yo, ya que no sabes ni quien eres.

No tuvo necesidad de voltear, porque veía una clase de nube sin forma definida atrás suyo.

—Todo lo que han hecho desde que recobré la conciencia es confundirme. —Recriminó Koujaku—No entiendo para nada lo que pasa aquí.

—Es lo normal para alguien a quien le han quitado sus recuerdos. Aún puedes remembrar a alguien que no reconoces como a ti mismo ¿no?

Koujaku asintió tragando saliva, mientras que un sudor frío le recorría la espalda.

— Fue el espíritu de un zorro es quien te hizo recobrar tus sentidos...

—Por favor—pidió Koujaku cerrando los ojos lo más fuerte—.Ya no sigas. Mi cabeza está a punto de estallar por tanta información acumulada y sigo sin tener ninguna respuesta... ya no...

Pronto sintió la soledad absoluta ante el ambiente monocromo. Agachado, se abrazó a sí mismo, llorando de frustración.

— ¡Mamá! ¡Papá!

A lo lejos, escuchó una voz aguda de un niño que sonaba desesperada y triste. Fijó sus ojos a su alrededor, viendo una pequeña rejilla que no estaba antes, a gatas, se dirigió a los ruidos.

— ¡No!, ¡Por favor...!

—Eres la vergüenza de nuestra familia.

—¿No ves que nos pones en ridículo a mí y a tu madre con lo que haces?

Le llamo bastante la forma en que hablaban. Parecía que era un castigo, pero no era el berrinche típico de un niño malcriado que le quitaron su muñeco favorito

—¡Se los suplico! —el mocoso se aferraba a las piernas de sus progenitores: sus intenciones eran nunca soltarse pero la fuerza de un adulto era superior—.

—Es una orden. Te quedarás en esta habitación.

—Willhelm, suficiente con el lloriqueo, es una orden que te quedes aquí.

El padre entregó al infante que pataleaba para zafarse a una sirvienta quien con esfuerzo lo encerró en una amplia habitación. Ahora se ponía a llorar en medio de esta.

—Es por su bien, joven.

“Que crueldad dejar a su pequeño hijo encerrado... pero, no puede ser tan malo,  ¿Verdad?”

De golpe, la escena fue cerrada cual telón al terminar la obra de teatro; fue jalado de su cabellera con violencia.

—Querido prisionero, te informo que tu libertinaje me ha hecho enojar. También hizo enojar al jefe y bastante...

— ¡Suéltame!—Koujaku trataba de liberarse de su verdugo, pero parecía que no podía ni tocarle.

—Es inútil...—sonrió aquella aparición de manera burlona—.

Koujaku vio que de la espalda de aquel extraño ser, brotaban unas enormes alas. Las batió elevándose sobre el suelo, dejando atrás el mundo negro,  ascendiendo hacia el cielo,

— ¡Déjame maldita sea! —Gritó Koujaku, porque el ángel lo llevaba sujeto del cabello.

Su voz no se dejó oír y el ángel sólo rió continuando su camino hacia lo que parecía una puerta celestial. Koujaku fue conducido con la misma rudeza, por las escaleras de cinco pisos, hasta llegar a un salón.

Un gran trono se ubicaba al centro de ese espacio magnífico y sentado sobre éste, la figura de un anciano. Su apariencia era peculiar, el cabello largo  y las gigantescas alas, mucho más grandes que su cuerpo entero.

—Lo encontré—dijo el ángel empujando a Koujaku hacia el trono, haciéndolo caer al suelo—. Aunque lo encontré en un lugar bastante extraño. Parece que alguien lo puso en un tipo de espacio cerrado—.

—Te encomendé a este joven desde hace años... —se acercó al más joven de los dos y le dirigió una severa mirada—. Pero va en contra de nuestras normas el maltrato hasta aquellos que reciben la condena máxima.

El ángel sólo pudo esbozar algo de pánico, arrodillándose frente a él, cabizbajo y asintiendo

—Déjame solo con el prisionero.—ordenó el anciano.

Una vez se quedaron solos, continuó.

—Desde antes sabía que alguien te iba a despertar de tu estado de pausa, aun no comprendo la totalidad de las intenciones por las cuales sólo te liberaron a ti.

Koujaku estaba sorprendido que después de tal jalón de cabello, este siguiera intacto, es más, sólo le dolió levemente cuando lo aventó hacia el frente.

—Yo... quisiera que me respondieran mis dudas... ¿De qué hablan todos? ¿Quién soy? ¿Por qué soy un prisionero?

—A ustedes no podemos explicarles algo, pero no me sorprende que estés tan confundido ante tal tiempo sin conciencia. —suspiró sentado sobre su trono— Ya aclararé  lo importante, lo demás lo sabrás tú.

Podía ahora saber el porqué estaba así , colocar la primera pieza del rompecabezas que parecía en una figura abstracta de su pasado.

—Gracias... esto ha sido una gran dolor de cabeza para mí.

—No lo tienes que agradecer, lo hago por mera obligación. —suspiró el anciano acomodándose porque aún no terminaba.—. Ya sabrás que eres un recluso de aquí, una prisión celestial. En los que los que reciben la máxima condena, están aquí, pero no residen en los nexos del infierno. Aquí están los que tienen una condena digamos, injusta.

Koujaku prestababa atención, pero resonaban las cosas más importantes de la conversación. Según el anciano, los ángeles se encargaban de este tipo de prisiones, mientras servían al “ser superior”. Al cual por raro que parezca, no hizo demasiado énfasis. Le explicó que su verdugo era un potestades, ángeles que se encargan de salvaguardar la conciencia y la historia de los seres vivos, mientras que el, era un querubín, los terceros del cielo, y que el era encargado de saber qué hacen con ellos; que en realidad él estaba en un estado de sueño, pero que “un espíritu de un zorro” deshizo el coma.

—Espera, ¿y porque me mantenían así?

—Aquí usamos este método para que los prisioneros, de manera pacífica, abandonen los pensamientos que tuvieron antes de estar aquí, para que puedan volver a formarse las almas como es programado.

—Entonces, ¿Qué soy en realidad?

—Eres un espíritu, bueno, lo más parecido... ustedes fueron despojados de su cuerpo físico para siempre; nunca podrán reencarnar; además serán condenados a ser infelices, pero... tu eres de los casos que abren una excepción

Le llamo cósmicamente la atención esta última frase.

—Tus casos han llevado mucho a las discusión con nuestro “ser superior”, aun mas cuando te liberaste. He pensado en tener una oportunidad de liberarte,  aunque con ciertas condiciones.

—Lo acepto, haré lo que sea.

—No podrás tener contacto directo con los humanos. Tienes que recuperar tus recuerdos por ti mismo. Aquellas memorias de qué pasó y porqué estás aquí. Tendrás que valerte totalmente tu astucia para conseguirlo.

—¿Son todas las condiciones?

—Lo único que no aceptaremos será que hagas un método sucio para llevar a cabo esto. ¡Ah! Y que no vuelvas a tropezarte con la misma piedra.

—No entiendo ¿A qué se refiere?

—No puedo entrar en detalles, eso será tu problema.

Koujaku agachó la cabeza. Habían aclarado varias preguntas, pero aun así seguía tan confundido. ¿Qué fue lo que hizo para estar aquí? Tropezarse con la misma piedra...

—“Supongo que se refiere a que no haga lo mismo... algo así...”

—Bien, puedes retirarte por ahora.

Koujaku se levantó e hizo una reverencia.Caminando entre escalón y escalón pensó en lo primero que pasó por su mente al recobrar la conciencia, será que eso tenía que ver con el pasado... pero se preguntaba quién era el joven que le seguía.

—Serás perdonado por un querubín, pero para mí, sigues siendo meramente un tío que no merece perdón por lo que hizo. —Al finalizar la bajada, vio a ese despreciable ser “angelical” con una expresión de molestia— vengo por ti, ya es hora de que te encierre de nuevo en tu hogar.

—Hogar... te refieres a ese espacio reducido en que me tenían confinado...  con mucha razón no quiero ir.

—No te estoy preguntando humano, te expreso que es tu obligación venir conmigo: —lo agarró del cuello, mirándolo con repudio y burla— seas quien seas, tu no me mandas, ni mandaras.

Koujaku gruñó ferozmente, estaban provocando una riña en medio de un lugar sagrado.

—Iré solo para que no vea a un tipo como tu mas nunca.

—Yo hasta el fin de los tiempo tendré que aguantarte a mi lado,

...

—“es el día uno para recuperar mi vida:

A decir verdad, estoy bien por ahora... tengo una meta por cumplir, que a pesar de ni recordarme a mí mismo, estoy bien con que en un futuro no muy lejano podré recordar todo.

Aquel querubín, ese tipo tan serio, tan frio... pero a pesar de todo, tan amable... se que por algo es un ángel tan importante.

Ah... en cambio, ese otro angelucho de cuarta... se la pasa haciéndome la vida de cuadritos con sus comentarios sarcásticos, llenos de molestia, de ira... no sé qué trae en contra mía, ni me importa. Lo peor, son sus aburridos y sosos chistes negros que solo me hacen querer matarlo ahorcándolo o mínimo quitarle la voz... por favor, ¡que alguien se deshaga de ese pedazo de mierda alado!

También en ocasiones venían los recuerdos de aquel niño que fue encerrado en su cuarto, ¿cómo estará? A lo mejor ya le levantaron el castigo para estos momentos, al menos eso espero... ya que se veía bastante mal; no entiendo que hiciera el para que sus padres se avergonzaran y dijeran cosas tan malas a una criatura que apenas anda pisando la vida tan dura. Igualmente aquel bucle negro al que entré y la figura negra... se me hizo bastante... familiar cuando me calme... tengo deseos de frecuentarlo.

Entonces, eso es lo resumible de mi estancia aquí, un día de muchos, de lo que pienso que serán bastantes días... espero volver a ver al tipo de mi visión, o mínimo saber quién era para mi, no?”

...

—oye, despierta de una buena vez. —comenzó a sentir una ligera molestia en la espalda, pero hizo caso omiso y volvió a dormir—. ¡Despierta maldito insecto! —ahora sintió el dolor de un pie que lo golpeaba rítmicamente—.

Se levantó, recibiendo nunca bienvenida presencia.

— ¿Ahora tienes que hacer eso?

—Particularmente pensé que estabas en un plano casi como la muerte... las almas como tu no llegan a dormir, por lo mismo que no tienen necesidades fisiológicas como tal.

— ¿Y eso es bueno o malo?

—Yo que sé, tienes que levantarte porque lo digo yo.

—mmm,.. “por favor...más abuso de poder no puede ser...”. —suspiro resignado: su última esperanza sería el que se iría—.

—Aún falta mucho para que te deshagas de mi, por lo que me querrás mucho hasta entonces... ¿no?

—Aun me pregunto, cómo así llegaste a ser un ángel.

—Soy más puro que tú, por eso es que lo soy.

—Si acto de pureza significa maltratar a los despechados que están a tu cargo, ser cínico, abusador y además hacer tu maldita voluntad, entonces serás el ser más puro de la existencia.

— ¡¿Cómo te atreves?! —El ángel lo sujetó de nuevo de la cabellera negra y lo miro con rabia—.

Las puertas de nuevo se abrieron de par en par, invitándolo a salir. Lo notaron los dos pero lo soltó sin más.

—Vete, igual que tú, no me quiero meter en problemas.

—gracias por la amable autorización.

Koujaku se paró con una amplia sonrisa, sintiendo el aire golpeándole el rostro. Frente a sus ojos se dibujaba un paisaje divino. Las nubes blancas, atravesadas por los rayos solares, se venían etereas. Caminaba disfrutando la textura esponjosa bajo sus pies y se detuvo cuando llegó al límite del sendero. Un paso más y lo que le esperaba era una caída abismal.

—N voy a morir, después de todo, ya estoy muerto.

Suspiró  relajando sus músculos y abandonandose en las manos de  la gravedad.

El viento golpeaba su cuerpo, sentía la adrenalina que provocaba la caída libre. Una sensación extraña, lo invadió,  el miedo a morir, a pesar de que él ya estaba literalmente muerto.. Era algo que su corazón, o lo que tuviera por órgano en el pecho, nunca antes experimentó,

Por momentos no sentía el descenso tan violento, parecía que  flotaba. Abrió los ojos poco a poco, encontrándose cara a cara con una casa que suponía que era una mansión, aunque era claramente de un lugar del extranjero.

—Es claramente ridículo... no se ni siquiera donde nací o en qué país viví.

También descubrió que no estaba precisamente en tierra firme, sino sobrevolaba el área de complejísima arquitectura y gran tamaño.

Respiró hondo para,según él, no preocuparse y caer dolorosamente al suelo. Con esfuerzo mental pudo avanzar con dirección a las ventanas. El acabado, el tapiz, se le hacía familiar en muchas maneras, pero no podía recordar exactamente a que le recordaba. Hasta que de pronto, creyó escuchar la voz del niño de antes, llorando de nuevo. Ese sonido vino acompañado de varios golpes.

—Según soy un fantasma. Así que puedo atravesar las paredes. ¿verdad?

Posó la mano en una de las paredes, traspasándola sin problemas. Pero como apoyó todo su peso sobre esta, cayó en seco hasta el suelo. De pronto se encontró en un pasillo muy obscuro. Era más que evidente que la caída dolía.

— ¡Déjenme ir!

Se sobó la cabeza y viendo a su alrededor supo que estaba completamente solo. Aún así los ruidos persistentes latiendo de pared a pared como golpes leves, no desaparecían. Apoyó la oreja a una de ellas, dirigiéndose donde era el origen del desesperado golpeteo.

— ¡No quiero estar aquí!

Seguía y seguía, hasta que de pronto lo supo. Era la misma puerta, el mismo pasillo. Aquí está todavía el niño. ¿Cuánto tiempo habría pasado? ¿1 día?, ¿1 mes?, ¿1 año? Pasó sobre la puerta y allí lo vio: los puños rojos de la sangre, con el rostro sucio, empañado por múltiples lágrimas.

— ¡Mamá!, ¡Papá! ¡No quiero que me dejen aquí! —el último grito acompañó el escándalo con un puñetazo

Se asustó, ya que la dirección a donde venía era a su pecho, pero como se lo habían recalcado: él era un ser intangible.

— ¡basta joven Willhelm! Se está haciendo daño. —la mucama estaba demasiado asustada, ya estaba bastante lejos del joven que no paraba—.

Pero, ahora que lo veía, era cierto... literalmente sus nudillos eran rojos del desgarre de la piel con la superficie dura de la pared.

— ¿Por qué... me abandonaron...? —más que dolor, parecía que el cansancio lo había agotado, cayendo al suelo derrotado.

No era solo un castigo... viendo bien, era parecido a una pequeña casa, solo que no tenía el aire del exterior. Solo poseía aire artificial, una mesa, un par de juguetes y una pequeña sala. La pared se había manchado bastante de rojo.

La prisión para niños, o lo que se le parecía, ya que ese encierro no se veía nada bonito para alguien de su edad... era plenamente horrible.

—pobre criatura... esto es terrible. —acaricio con ternura su cabello rubio, haciéndolo lo más delicado posible—. Ojala... pudiera ayudarte a liberarte...

La lastima no solo era lo que sentía, sino igualmente tristeza de ver un niño desesperado y muy probablemente incomprendido. Trago un poco de saliva y lo abrazo por la espalda, consolándole silenciosamente: sentía que debía hacerlo, ya que no tenía el amor que le tienen que dar... él lo haría, al menos hasta que sus capacidades se lo permitiesen...


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