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Cumpleaños por Marie_Fairchild

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Se acercaba el 30 de Marzo. Sin embargo, nadie por el Cuartel parecía querer preocuparse ni lo más mínimo por esta no demasiado importante fecha. Después de todo, no era más que un día como tantos otros. Sería una jornada llena de peligros e incertidumbres en la que la lucha contra los titanes no daría lugar a ningún tipo de fin.

El Capitán Levi Ackerman se encontraba muy ocupado dando órdenes de último minuto antes de salir a la nueva misión que se le había encomendado. No era más que una sesión de reconocimiento rutinaria, pero el Escuadrón siempre corría peligro, incluso en las más sencillas tareas.

En ese terrible pero inevitable riesgo pensaba Eren mientras caminaba hacia el despacho de su superior y – secreto- novio. Le inquietaba la amenaza que su querido Levi podría sufrir en la misión. Eren sabía que el peligro era el pan de cada día en su vida, pero todavía no se acostumbraba al hecho de que podría perder todo lo que le importaba en un solo instante. Ni pensaba que fuera a acostumbrarse nunca.

Algunas veces, el dolor era soportable, pero solo cuando Eren podía acompañar a su pareja. Sin embargo, en esta ocasión, le había prohibido abandonar la base. Hanji quería hacer un par de experimentos para poder entender un poco mejor su condición de titán, y aquel era el momento propicio.

En unos minutos, Eren se encontró enfrente de la puerta de la oficina de Levi. Llamó suavemente con los nudillos y abrió la puerta. Su rostro se contrajo en una señal de celos cuando vio que Levi no estaba solo en el despacho. Erwin le acompañaba. El rubio estaba apoyado en el buró del comandante, estudiando planos junto a él. Eren reprimió una mueca de disgusto y realizó un impecable saludo para sus mayores.

- ¿Qué te trae por aquí, Jaeger?- preguntó inmediatamente Erwin.

- Quería discutir algo con el Capitán Ackerman, señor- respondió el susodicho, seriamente.

Levi asintió imperceptiblemente con la cabeza e indicó a Erwin que abandonara el despacho. Tras dedicarle a Eren una mirada de recelo, el rubio abandonó la estancia, cerrando la puerta tras de sí.

Inmediatamente después de escuchar los pasos de Erwin avanzar por el pasillo, Levi se abalanzó sobre Eren, con intención de besarlo. Tal vez el verbo “abalanzarse” no sea el más adecuado, pues Levi tuvo que ponerse de puntillas para alcanzar al menor. Murmurando una maldición respecto a su altura, se separó de Eren.

- ¿Qué te trae por aquí? Estábamos a punto de salir.

- Ya lo sabes- respondió secamente-. Quiero acompañaros.

Levi suspiró, cansado. Ya habían tenido esa discusión demasiadas veces.

- Mocoso estúpido, no me hagas repetirlo de nuevo. Solo serán dos malditos días. Estaré de vuelta para el día 30 de Marzo, no te inquietes.

Eren no sabía por qué debía inquietarle la fecha, pero no desistió. No tenía intención de rendirse.

- Me da igual cuando vuelvas. Solo quiero que no te vayas. Y, si debes marcharte, quiero ir contigo. Si no estoy, podría pasarte algo.

- ¿Y cómo diablos piensas que sobreviví durante todos los años que no estuviste? Sé cuidar de mi mismo, Eren.

Y eso Eren lo sabía. Pero simplemente no era capaz de despedirse de su amado, por muy corto que fuera a ser el tiempo de la separación. Las lágrimas empezaron a inundar los ojos de Eren, que bajó la mirada para que Levi no se diera cuenta de ello.

- Está bien. Nos vemos- respondió con la voz rota. No quería huir y rendirse, pero corría el riesgo de enfadar a Levi o, peor todavía, que este se diera cuenta de lo triste que estaba. El Comandante no soportaba las lágrimas de los débiles.

Eren desapareció a la velocidad del rayo por la puerta, de camino a su habitación. Solo en el cuarto, Levi se dejó caer sobre su silla. Detestaba discutir con Eren. Era un mocoso y muchas veces lo irritaba, pero en el fondo lo amaba. Levi abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó una pequeña caja de terciopelo azul oscuro. Los tiempos estaban demasiado mal para regalos, pero eso a Levi no le importaba. Eren era lo primero de su vida. Y por eso llegaría a tiempo.

--------------

Eren se despertó muy temprano por la mañana. Ya era 30 de Marzo. Levi le había prometido que regresarían ese día. No había podido obtener demasiadas noticias, pero al parecer la misión estaba yendo bien. Se habían topado con un par de titanes, pero habían acabado con ellos sin mayores problemas.

Pasó todo el día en trance, esperando ver las puertas del muro abrirse para dejar paso a los miembros de la tropa. Sin embargo, anochecía y no había noticias de ellos. Al final del día, un telegrama llegó al Cuartel. Eren se enteró tiempo después, pero las noticias no eran alentadoras. Al parecer habían encontrado un elevado número de titanes anormales de golpe, y no habían podido defenderse del todo bien. Las bajas habían sido pocas gracias al trabajo del Comandante Levi. Había actuado de la manera más profesional posible y en poco tiempo todo el escuadrón trabajaba al unísono, perfectamente sincronizados. Sin embargo, uno de los titanes resultó ser demasiado fuerte, y acabó con la vida de un par de soldados. Y habrían sido más, de no ser por la impecable actuación de Levi. Se interpuso entre uno de los miembros y, él mismo, hirió al titán de muerte. Pese a todo, el anormal tuvo la fuerza suficiente para lastimar al Comandante en una de sus zonas vitales. En esos momentos, el escuadrón avanzaba lentamente, pero esperaban llegar antes del final del día.

Y así fue. Una hora antes del final del día, cuando Eren ya había recibido las poco alentadoras noticias, los muros se abrieron. Muchos soldados a caballo lo encabezaban. Al final de la fila, una carreta llevaba los cadáveres de los dos soldados muertos en combate. A su lado, una figura respiraba entrecortadamente.

- Levi…- murmuró Eren, pálido. Ya conocía las noticias, pero tenía la firme convicción de que su novio se curaría. Pero viéndolo ahora…

Hanji salió inmediatamente del edificio y corrió a atender a su amigo. Con la ayuda de Eren, que se había ofrecido como ayudante de forma “desinteresada”, cargaron a Levi hasta la enfermería. Los ojos verdes del castaño no pararon de observar al pelinegro, incluso sabiendo que estaba inconsciente. No soltó la mano de su amado en todo el tiempo que Hanji lo examinó, cosió las heridas y dio su veredicto.

- Está muy mal- sentenció seriamente la chica - y le costará recuperarse, suponiendo que lo haga. Todo lo que podemos hacer es esperar.

A pesar de que obligaron a Eren a irse a dormir, este se negó, alegando que era responsable de su superior. Hanji tampoco se movió del lado de su amigo, ofreciéndole un silencioso apoyo.

Fue gracias a la presencia de esa chica que Levi pudo llevar a cabo sus deseos. Despertó unos 10 minutos antes de la medianoche. Lo primero que distinguió en la oscuridad fueron los párpados de Eren, cerrados a causa del sueño. La respiración de su mocoso, tranquila y regular, lo tranquilizó de sobremanera. Después, vio a Hanji, a la que le pidió un favor.

Sin embargo, al escuchar hablar a su amigo, la chica no quiso hacer nada más que un chequeo médico.

- Hanji, por favor. Por favor te lo pido, hazme caso- suplicó Levi.

Escuchar a su duro y serio amigo pidiendo algo tan fervientemente la convenció, y fue a buscar aquello que le había pedido. La encontró en un cajón del escritorio. Una pequeña cajita azul.

Tras dársela a su amigo, Hanji abandonó la estancia, sonriendo. Estaba feliz por Levi.

El Comandante movió suavemente su mano por el cabello del castaño, tratando de despertarlo. Eren abrió sus enormes ojos lentamente, y pegó un respingo al ver a su novio despierto.

- Shhh… Silencio, Eren. Todo está bien. Solo tenía que hablar contigo.

- ¿De qué se trata? Creo que este no es el momento propicio para hablar… No estás recuperado.

- Hazme un favor y coge esa cajita de ahí- le indicó el mayor.

Eren obedeció curioso. Al ver el rostro de impaciencia de Levi, se apresuró en abrirla. En su interior pudo ver un anillo de color plata. Era una joya sencilla, pero hermosa.

- Feliz Cumpleaños, mi amor- dijo Levi, sonriendo casi imperceptiblemente.

Era cierto, recordó Eren. El 30 de Marzo había nacido él. Lo había olvidado. Pero Levi todavía lo recordaba, pese a que se lo había dicho 2 años atrás, una única ocasión.

El castaño trató de contener las lágrimas de la emoción, pero no pudo, debido a las siguientes palabras del moreno.

- ¿Te quieres casar conmigo?- preguntó, alzando su mano, donde en uno de los dedos lucía el anillo gemelo al de Eren.

El castaño se cubrió la boca con las manos, ahogando una exclamación de sorpresa.

- Claro que sí- respondió, mientras lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas.

- No llores, mocoso estúpido- ordenó Levi, juntando sus labios con los de su novio.

Tal vez no fuera perfecto. Distaba mucho de serlo. Su mundo ni siquiera era el adecuado para el amor. Además de la horrible personalidad del chico con el que acababa de comprometerse. Sin embargo, nada de eso inquietó a Eren. Tenía fe en sus sentimientos y en el futuro. Todo iría bien, porque se tenían el uno al otro. Ese era su deseo, seguir cumpliendo años junto a Levi. Para siempre.

Notas finales:

Este he sido mi primer fanfic yaoi, espero que os haya gustado. Si es así, comentad, que no cuesta dinero y me animais a seguir escribiendo.

¡Muchas gracias por leer!


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