Cap. No. 1: “La leyenda de los dioses malditos”
Los verdes campos de primavera se teñían de un suave carmín. Eran tiempos de guerra donde hombres contra las bestias peleaban por el dominio de las tierras, por el derecho a regir sobre la raza más débil. Ambos bandos se enfrentaban día y noche en feroces batallas, a lo lejos se podían escuchar los choques entre las espadas, los gritos y alaridos entre ambos. Sin embargo la realidad cruel y casi siempre eran los humanos quienes terminaban retrocediendo ante las feroces fieras.
¿Qué podían hacer simples mortales armados con apenas un par de espadas y lanzas? No eran capaces de hacerles frente a esos seres con colas, garras y hasta alas. Sus hombres cada vez eran menos y ellos cada vez eran más fuertes era cuestión de tiempo para que se vieran obligados a jurarles lealtad. Pero los hombres eran reacios a aceptar tal situación alguna solución encontrarían para derrotar a sus enemigos.
Fue en una reunión entre los clanes que un viejo coronel se levantó entre ellos y grito “Usemos las reliquias malditas”, el resto lo miró mal. Aquel hombre senil estaba delirando, ningún ser en su sano juicio se atrevería a tomar tales objetos. Negaron la moción alegando que era una tontería.
La leyenda contaba sobre 9 dioses al servicio del creador, quienes fueron los encargados de dar vida al mundo y a las criaturas que habitaban en él, cada uno de ellos se dedicó a enseñar a los humanos sobre el arte, la caza y más. Estaban tan orgullosos de su creación que la soberbia y la envidia comenzó a contaminarlos y en su búsqueda por crear seres más perfectos nacieron los demonios, después de eso los dioses siguieron contaminándose con él odio por las guerras y terminaron por corromper sus almas y su creador los termino por encerrar, pero no pudo hacer nada más por el resto, sellar a los dioses malditos le había agotado y termino por dormir miles de años.
El resto conocía los rumores tras la leyenda, aquel de poseyera los 9 tesoros se harían de un enorme poder. Nadie aseguraba que fuera cierto, el miedo por terminar maldito era mayor aunque tampoco tenían mucho que perder dentro de poco todos ellos serían sometidos. El ejército considero que valía la pena arriesgarse y por intentar sobrevivir se fueron adentrase a la búsqueda de aquellos templos.
Tardaron un par de días en dar con cada uno de los templos. Todos estaban en las mismas condiciones en medio de la nada y abandonados a su suerte, en completas ruinas con sus alrededores igual de deteriorados, el aire se impregnada a muerte a cada paso.
Pese a todo, los hombres lograron apoderarse de todos los tesoros. El las siguientes batallas lograron derrotar a los demonios, caían cada vez más rápido hasta que nunca más volvieron a aparecer. Los humanos habían ganado la guerra sin ningún efecto secundario por hacer uso de las terribles reliquias.
Ahora eran libres para poder vivir tranquilamente, ya no debían preocuparse por aquellas guerras contra los demonios. Los años pasaron lentamente, ya nadie recordaba la guerra, ni los demonios, incluso las reliquias malditas habían desaparecido de sus manos, aquellos tiempos en el campo de batallas habían pasado a ser simples leyendas. Todos habían ignorado el precio a pagar por despertar aquellos objetos, pero no desconocidos entre los sabios demonios… en alguna generación los nueve dioses despertarían trayendo con sí una nueva era de obscuridad y eso los demonios no lo desaprovecharían.
Japón, 2015.
Por las transitadas calles de la ciudad se miraba a un joven de cabellera rubia y hermosa piel canela correr a toda prisa, ocasionalmente paraba por los semáforos dejando al resto admirar aquellas y curiosas marcas en sus mejillas parecían un par de bigotitos, además de tener unos hermosos ojos de un color azul tan brillantes, claros y expresivos. A simple vista parecía un chiquillo tierno pero él no era precisamente “tierno”, quizá su apariencia lo era pero Naruto tenía un carácter fuerte e impulsivo y odiaba a todo aquel que lo tratara como una damita.
-¡Uuugh! ¡Voy a llegar tarde!- se dijo mirando la hora en su celular, ahí iba de nuevo a acelerar el paso esperando que el castigo no fuera tan duró, pero no podía evitar quedarse dormido todas las mañanas. Él trabajaba por las noches, llegaba a casa tarde y por si fuera poco en las mañanas no tenía quien lo despertara al pasar de las alarmas. Era duro vivir por su cuenta, tras la extra muerte de sus padres Naruto paso por un par de tutores, sin embargo por más que lo intentara nunca logró establecer un verdadero vínculo con esas personas. Al final le permitieron vivir solo, sin condiciones.
Tras una larga carrera el joven llegó a la escuela y tal y como predijo su profesor le castigo con un absurdo reporte de historia. Naruto asintió desganado y luego del regaño arrastro sus pies hasta su lugar ignorando las risas y burlas de sus compañeros. Estaba acostumbrado a que el resto de sus compañeros se divirtieran a su costa, al parecer entre más desdichado fuera el resto de la clase parecía más feliz. Nunca comprendió la razón del odio que sentían por él, por más que intentara hacer memoria nunca encontró un momento en el que los ofendiera, al final llegó a la conclusión de que sólo descargaban su frustración con su persona.
Naruto tomó asiento al fondo y se dispuso a no poder atención el resto de las clases. Realmente no le importaba no tener amigos ni las calificaciones, si lo meditaba no tenía nada que en verdad lo motivara. Qué triste y vacía era su vida.
Al dar la hora del almuerzo se dirigió hasta la biblioteca, no tenía tanta hambre y necesitaba comenzar con su castigo lo más pronto posible ya que con el trabajo y el resto de las tareas no le darían el tiempo suficiente. Pasaba de un libro a libro medio leyendo sobre el tema, no encontraba mucho de los puntos que el profesor le había encargado hacer.
-Que fastidió- dijo, seguramente la información no estaría en los libros de la escuela y el profesor le había tomado el pelo por su falta de atención en clases –Esto no es gracioso –
Cuando estaba a punto de tomar un tomo más su mirada se desvió a un pequeño estante del fondo, entre ellos algo llamo la atención, quizá era el lomo rojo entre tanto negro, el rojo y el naranjo siempre lo hacían. No supo porque, su cuerpo parecía ir automáticamente a tomar aquel objeto.
En menos de lo que imaginaba el pequeño libro rojo ya estaba entre sus manos, era completamente rojo con unos extraños símbolos en la portada y el nombre.
-“La leyenda de los dioses malditos”- leyó el título en voz alta y comenzó a pasar las hojas leyendo la historia. Naruto se sorprendió al notar que no era más que un simple cuento ilustrado para niños, no sabía qué hacía algo como eso en su escuela, a pesar de eso lo había leído de principio a fin.
–Que pérdida de tiempo- se dijo al escuchar como la campana anunciada el final del receso. Dejó el pequeño libro en su lugar y se apresuró a regresar a su salón de clases, y tendría otro receso para ir a buscar de nuevo.
A lo lejos, escondido entre los arboles alguien observaba al blondo, no pudo ocultar su sonrisa de satisfacción, después de tanto tiempo de espera por fin lo había encontrado. En un simple movimiento agito su par de alas desapareciendo al instante.