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Acepto. por Hiroshi Hayato

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Notas del fanfic:

Este es el primer escrito que me animo a subir, y es que no he escrito one-shots, yo soy más de escribir drabbles puesto que mi mente no da para mucho más. 

Espero que les guste, es cortito pero con mucha dedicación. Se aceptan toda clase de críticas constructivas. 

gracias por leer.

“Acepto.” La voz de Kagami se escuchó con mucha seguridad, pues había escuchado hacía unos segundos decir aquella misma palabra a Aomine; ese ‘acepto’ que los uniría para toda la vida.

Aomine lo miraba con ternura y un brillo inusual en sus ojos, sentía el toque cálido de las manos morenas que tomaban las suyas, con dedicación, no queriendo soltarlo nunca.

Ya lo había dicho en sus votos matrimoniales, pero Kagami siempre guardaría esa promesa de estar con Aomine en las buenas y en las malas, porque después de tantas cosas, parecía que ya había pasado todo lo malo… todos aquellos momentos de rechazo por parte de la familia de su novio, e inclusive de su padre.

Giró el rostro hacia las bancas de la iglesia, y allí encontró a sus ahora suegros y a su padre, mostrando sonrisas grandes y sinceras. Aquellos malos ratos habían quedado para el recuerdo.

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Aomine por su parte también recordaría todos los días al despertar junto a Kagami sus votos, esos votos que decían que amaría incondicionalmente al pelirrojo cada día de su vida. No pensaba de otra forma, no podía evitar amar tanto a ese cabeza hueca que lo había enamorado en todos los sentidos.

Imitando las acciones de Kagami, giró el rostro hacia las bancas, sus ojos de inmediato se posaron en sus amigos; todos estaban allí, con rostros de felicidad e incluso su amiga de la infancia dejaba salir un par de lágrimas… Todo era perfecto.

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“Entonces los declaro marido y marido” El sacerdote dijo su penúltima línea, a lo que ojos color zafiro y color rubíes se miraron con dedicación “Puede besar al novio”.

Ante ese permiso, Aomine dio un paso al frente, y sin soltar las manos del pelirrojo lo atrajo hacia él para juntar sus labios en un acto tierno que fue correspondido con gusto por Kagami.

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Todos los presentes empezaron a aplaudir y a felicitarlos desde sus lugares, con palabras y deseos de amigos sinceros.

Después del corto beso, Aomine y Kagami bajaron del altar; ante los gritos de felicidad y aplausos, caminando lentamente por el pasillo pequeño de la iglesia, yendo hacia la salida.

Era Kagami quien llevaba el típico ramo de boda, ya que Aomine lo había convencido de llevarlo, como algo típico que tenían que hacer, y el pelirrojo había estado de acuerdo, teniendo en mente que eso estaba bien. ¿Pues cuantas veces alguien se casaba por la iglesia?

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Justo antes de llegar a la salida de la iglesia, de espaldas, el pelirrojo arrojó con fuerza el ramo. Todos los presentes miraron el adorno de flores volar por el cielo, pero nadie imaginó que éste caería en manos de Kise, quien gritó como vil colegiala emocionada, mirando a Kasamatsu y diciéndole que ellos dos eran los siguientes. Kasamatsu solo sonrió sincero, para él no era una mala idea ser los siguientes en la lista de ‘amigos casados’ ya lo pensaría más seriamente.

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Salieron de la iglesia y caminaron felices hacia la enorme limusina –regalo del padre de Kagami- que los estaba esperando, abordaron a dicho auto lujoso y miraron por la ventana cómo sus amigos y familiares con sus manos se despedían de ellos, deseándles un buen viaje y una buena luna de miel.

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La limusina comenzó a avanzar lentamente por la calle. Kagami y Aomine sentían que no podían con la emoción al saberse ahora casados; el simple pensamiento de Kagami al saber que ahora se llamaba Aomine Taiga, hacía que su corazón saltara de felicidad.

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Aomine no soltó la mano de Kagami, sintiendo cómo el metal del anillo de oro de Kagami chocaba contra su morena piel; era un sentimiento fuerte y demasiado agradable.

“Te amo, Taiga.” Musitó, dejando un beso en la mano del nombrado,  percatándose de cierto sonrojo en el rostro de su esposo.

“También te amo, Daiki” Finalizó Kagami con la misma muestra de amor en palabras.

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Ninguno podía imaginar lo que les depararía el destino, pero de algo sí estaban seguros, y eso era que de ahora en adelante todos los problemas los enfrentarían como esposos; como pareja; como amantes; como amigos…

 


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