Capítulo 13
¡Juro que no lo toque!
Harry corría a todo lo que podía, entre tropezones había logrado ponerse los pantalones y luchaba por lograr ponerse la camisa también, aunque la verdad para todas las chicas y algunos chicos que lograban ver su trabajado abdomen, no era algo que precisamente desearan lograra el héroe del mundo mágico.
-Detente Harry, no escaparas- gritaba Fred mientras corría tras Harry con varita en mano.
-Por Merlín, ¡Ya déjenme en paz!, ¡Juro que no lo toque!- gritaba desesperado Harry logrando meter el brazo a una de la mangas de la camisa, ahora solo faltaba el otro, pensó exhausto, si lo mataban por Merlín lo matarían vestido.
-Si eso es lo que queremos Potter, dejarte en paz, de preferencia a 3 metros bajo tierra- grito Snape, que corría junto a los gemelos, buscando también su pedacito de Harry que destruir.
-Enserio no lo toque- lloriqueaba Harry ya cansado de correr.
-¡Tu, pervertido!, ¡Claro que tocaste a mi bebe!- grito Fred con fuego saliendo de sus ojos.
-George has algo, pensé que éramos amigos, casi familia- trato de abogar a su favor Harry.
-Lo siento Harry, pero él manda- contesto George, señalando a su hermano- además… ¡Tu tocaste a nuestro bebe!- grito con furia.
-Que no lo toque T.T
-¡Agárrenlo que lo mato!, ¿Dónde están mis pociones?- gritaba histérico Snape- lo convertiré en una cucaracha.
Todos pararon al escuchar lo dicho por Snape.
-Así le arranco pata por pata, y si le vuelven a crecer, se las vuelvo a arrancar- se justificó con un encogimiento de brazos- en todo caso…lo hare sufrir!
Todos lo aceptaron y continuaron con la carrera, Harry había aprovechado para ponerse bien la camisa, y hasta unos botones había logrado abrochar, pero ante el reinicio de la carrera corrió como nunca, sin fijarse en el camino chocando con alguien por esto y causando una dolorosa caída al suelo, además de la perdida de la carrera.
-Auchhhhhhhh!!!!!! oh no, ya morí T.T- se lamentó Harry, mientras sus perseguidores llegaban junto a él.
Todos pararon en seco al ver con quién se había chocado Harry, ya que era nada más y nada menos que… Lucius Malfoy, quien veía extrañado la situación.
-¿Qué pasa aquí?- pregunto educadamente y con ese aire de elegancia propio de él y su linaje.
-Este pervertido, manoseo y se aprovechó de Draco- acuso Severus, apuntando hacia Harry con su dedito acusador.
-¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿¿¿¿Que?????!!!!!!, ¡¡¡Yo te mato desgraciado!!!- grito Lucius como condenado mirando con odio y furia al azabache, que solo atino a encogerse en su lugar.
Pero cuando parecía que todos harían sopa de Harry-a-la-cucaracha, Severus insistía en convertirlo en eso o algo con muchas patitas para torturarlo, llego Sirius que en realidad había tardado en llegar, porque tenía que esperar a Dumbledore y McGonagall que corrían lo que podían, y aun peor Dumbledore con todas esas bolsas de caramelos de limón.
-Tranquilos, ya llegue y los caramelos de limón están bien- anuncio el anciano director, a lo que todos lo miraron con cara de, ¿Enserio? para luego ignorarlo y continuar con sus planes de Harry a la cacerola.
-Pido calma, estoy segura que hay una explicación para todo lo acontecido anteriormente- dijo McGonagall mientras se arreglaba los cabellos alborotados por la carrera- no pueden actuar de esta manera ante la situación, no han dejado que tan siquiera el Joven Potter se explique sobre lo ocurrido.
Todos tuvieron que aceptar a regañadientes que la mujer tenía razón, Lucius no entendía nada pero sabía que algo había pasado allí, de modo que exigía una inmediata explicación, pero ante todo saber exactamente donde estaba su hermoso Dragón.
-¿Dónde se encuentra Draco?- hablo primero Lucius, recobrando su temple y elegancia de siempre.
-En estos momentos lo dirigiremos hacia donde se encuentra el Joven Malfoy- contesto McGonagall.
Ante esto Lucius simplemente asintió, y se dirigió hacia Severus.
-Severus, vine por la carta que me enviaste sobre algo que tenías que comunicarme, al terminar mi visita con Draco, hablaremos- le dijo cortésmente, añadiendo una calidad sonrisa al final.
-Claro Lucius, de hecho el asunto es sobre Draco, así que en cuanto lo veas sabrás el motivo de mi carta- comunico el pocionista devolviéndole la sonrisa, Lucius era alguien muy especial para Severus, no solo era su amigo, era casi como un hermano mayor para él, siempre cuidándolo y haciéndolo sentir querido.
Pero la familiaridad que mostraban los Ex – Slytherin no le agrado a un animago que observaba la escena, y el cual como todo buen Gryffindor actuó por impulso y sin pensar, tomando a Severus desde atrás lo atrajo hacia su pecho, para luego mirar a Lucius por sobre el hombro del pocionista.
-Él es mío, no quiero tanta confianza de tu parte rubiecito- gruño posesivo, ante lo cual Severus solo se sonrojo y le dio un codazo al animago en el estómago, que lo dejo sin aire.
-No soy un objeto Black, y ciertamente no soy tuyo- le espeto enojado, pero aun con un tono carmín en las mejillas.
Después de eso, Severus tomo el brazo que Lucius le ofreció y se dirigieron tras los demás que regresaban a la sala de menesteres, Lucius había observado atento y curioso la escena, Sirius Black era conocido por ser todo un mujeriego, y por ello no confiaba en que el animago tuviera serias intensiones con su querido Severus.
Por ahora atendería el asunto de Draco, pero después una vez resuelta la situación actual, se concentraría en el problema de Severus, porque hasta el momento eso era Sirius Black para Lucius, un problema, conocía su historia desde el colegio, cuando protegía a Severus, pero aun así era víctima del cuarteto de Gryffindor.
Lucius no dejaría que Black lastimara a Severus de nuevo, en aquel tiempo su protección se había visto limitada por Severus, que no quería ser tratado como una damisela que siempre necesitaba ser rescatada por alguien, y Lucius lo entendía, como Slytherin tenían orgullo y un fuerte sentido de independencia, por ello había respetado en la medida de lo necesario lo impuesto por Severus, pero ahora no se quedaría tan tranquilo como antes, pues solo con el sonrojo que mostraba su mejor amigo, sabía que en ese momento podría estarse jugando el corazón de su pequeño.
Si Black no tenía buenas intenciones para con su amigo, lo alejaría sin más, no dejaría que este lastimara a Severus, pues Lucius más que nadie como su mejor amigo que era sabia de la inocencia que se gastaba el pocionista en esos temas, tanto era así, que de besos no sabía prácticamente nada, pues estaba casi seguro que si no era virgen de labios más de 2 besos en la vida no había tenido su amigo.
Lucius soltó un ligero suspiro, era tan difícil ser el responsable de todo, cuidar a Draco, Severus, mantener a raya las ocurrencias de su padre, que aunque este lo negara ya tenían su parecido con Dumbledore, y por ultimo las locuras de Narcisa, por Merlín que esa mujer era cada vez más siniestra y desquiciada, debió verlo venir, después de todo era hermana de Bellatrix.
Malfoy miro por el rabillo del ojo al animago que los seguía con una oscura expresión, estaba casi seguro que este imaginaba mentalmente las mil y una formas de matarlo, “Tal vez su interés sea verdadero” pensó divertido, ya que si este lo miraba como si él fuera su mayor enemigo, algo fuerte debía sentir por su pocionista amigo, ya vería cómo actuar más adelante ante eso, pero aunque este sintiera algo real por Severus, no se la dejaría fácil, para merecer el amor de su Severus, tendría que hacer mucho, porque Lucius Malfoy no dejaría que nadie lastimara a Severus Snape, su hermano declarado desde el colegio, y bueno divertirse molestado al chucho tampoco era tan malo.
Con una sonrisa el rubio mago paso un brazo por sobre los hombros de Severus, mientras que este al sentir el abrazo repentino de su amigo, lo miro extrañado.
-Te he extrañado mucho Sev- le dijo haciendo pucherito.
Severus solo sonrió ante las palabras de su amigo, no entendía porque Lucius se comportaba de esa manera con el ante todos, pero se imaginó que alguna razón debía tener, al ver la sonrisa divertida y llena de malicia que le regalo segundos después, estuvo seguro que Lucius se traía algo entre manos, pero ya más adelante averiguaría de qué se trataba.
A solo unos pasos de distancia del dúo de amigos, un animago echaba fuego por los ojos, y un aura maligna desprendía de su cuerpo, “Definitivamente no estoy celoso, Sirius Orión Black nunca se pone celoso, pero si ese rubio peliteñido sigue con el brazo alrededor de MI Severus, juro que se queda sin brazo” gruño para sus adentros, mientras asesinaba con la mirada a Lucius.