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Not a love story. por DeLarge_777

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Notas del fanfic:

 

 

Notas del capitulo:

Hm, hola. 

Siempre quise un fanfic como este, donde nada sea romántico, y solo haya sexo y lágrimas. Sí,sí.

 

Una mañana cálida de mayo, Choi Minho se encontraba -con su casi 1.85 metros y su pulcra vestimenta- de pie sobre el primer peldaño de las escaleras de la universidad Quonyang de ciencias y nanotecnología, mirando hacia arriba, buscando por el estudiante Kibum -matrícula kkb2309917-, como usualmente hacía.

 

Siempre era igual: Minho esperaba a ver a Kibum sentado sobre la barda que protegía las escaleras; pero, esa mañana, el rubio no estaba ahí. ¿Por qué no habría llegado a esa hora, acaso pasaba algo?

 

***

 

Dentro del auto del estudiante de último año, Wu Yifan, las cosas estaba algo… interesantes. No es que fuera la primera vez que la situación se teñía en esos colores, solo que esa era la primera vez que ocurría tan temprano en la mañana. De hecho, esos “encuentros” ya eran más que una costumbre, casi eran una adicción para el del cabello grisáceo. A pesar de su nacionalidad, tenía bastante fama entre las masas tanto femeninas como masculinas, aunque, claro, el extranjero tenía una “orientación diferente”, en otras palabras, era gay. 

 

Yifan siempre había sido un espíritu libre, sin pareja, sin compromisos, solo acostones ocasionales. 

 

-Eso… estuvo bastante bien, Yifan. -Un chico de ojos pequeños y tremendamente coquetos había sonreído, algo exhausto y un tanto agitado-.

-Hm, vaya que lo estuvo. -El de cabello gris sonrió, acomodándose el cuello de la camisa azul cielo que llevaba puesta ese buen día-.

-Es la primera vez que sucedía tan temprano, ¿no? -Comentó el menor, acomodándose el pantalón rojo ajustado, subiendo la cremallera de este-.

-Bueno, Kibum, tú tenías ganas, yo tenía ganas, era algo inevitable. -Yifan había alzando una ceja, mirándose en el espejo retrovisor, puliendo su aspecto-.

-Sí, tienes razón, Yifan. -El de menor estatura se acercó a su mayor, besando la mejilla de este-. Tengo que ir a clase. La he pasado más que bien, te llamo luego. 

-Claro, ve con cuidado. Por cierto, Bum, creo que te dejé un pequeño chupetón… lo siento. -El de cabello gris se alzó de hombros, casi arrepentido por lo que había hecho-.

-Oh, no es nada que el maquillaje no cubra. -Su compañero de cama le sonrió una vez más, asegurándole que no tenía importancia-.

 

Y eso fue todo lo que aquellos amantes se dijeron. Key bajó del auto de su mayor, mostrando una sonrisa más que complacida. 

Kibum tenía la costumbre de coquetear con la mayoría de los hombres, provocarlos con el balanceo de sus caderas, volverlos locos con sus juegos mentales, jugar con ellos hast conseguir lo que quería; pero, ¿qué es lo que él podría querer? Sin duda, no era dinero, tenía suficiente; tampoco regalos, él podía comprarlos; lo que quería se reducía a cuatro letras: sexo. Sí, este chico disfrutaba del buen sexo sin compromisos. Como era de esperarse, este muchacho tenía su fama entre los hombres. 

“Deseo de muchos, trofeo de nadie”.

 

***

 

Una vez y otra más, Minho no podía contar las veces que había mirado su reloj de muñeca, más impaciente a cada segundo. Kibum no llegaría, estaba seguro. 

 

Los momentos pasaron, y, justo cuando estaba decidido a entrar a clase, divisó al rubio a unos pocos pasos de él. Esbozó una sonrisa animada, posando sus grandes orbes en el hermoso chico de delicada complexión. 

 

-¡Bummie! -El pelinegro se acercó al de ojos gatunos, con el rostro iluminado-.

-Oh, Minho, ¿no tienes clase? -El rubio solo le dedicó una sonrisa vacía, no tenía ganas de hablar con Choi, bueno, nunca tenía ganas de hablarle-.

-Sí, pero te esperaba… -Una pausa se hizo presente entre ambos, Minho dirigió su mirada al cuello blanco del gatuno, ladeando la cabeza-. Bum, ¿eso es un chupetón?

-Ah… no, es que… me pegué. -El chico de delgadas piernas había inventado la excusa; excusa que había sonado mejor en sus pensamientos-.

-¿En el cuello…? 

-¿Pero quién te crees que eres para interrogarme así? -El rubio subió las escaleras, sin molestarse en esperar por el de espalda ancha-.

-Pero…

 

Y bueno, esa era la vida del pelinegro: se pasaba la vida entera buscando cómo conquistar al rubio, sin éxito alguno. Ellos dos habían pasado varios años juntos en esa universidad, y Choi había gastado sus energías en tratar de invitar a salir al gatuno; pero parecía que este último era de piedra, pues nunca recibió respuesta positiva. Aunque, como dicen, la esperanza es lo último que muere. ¿Cierto? 

 

 Minho, dulce Minho, ¿no puedes ver que eres un simple niño para mí? Pobre Minho, sueñas con tenerme; pero soy inalcanzable para ti, incluso si solo fuera una noche, tú eres un niño. 

 

las palabras de Key resonaban en la cabeza del rubio, casi complacido al ver como el pelinegro iba tras de él, justo como le gustaba. Kim siempre fue el centro de atención, nunca hubo nadi más que él; a cada lugar que iba, todos lo miraban, todos lo enviadaban, todos lo deseaban, y a Kibum le gustaba. Casi podía sentir lo que su provocador balanceo de caderas causaba en los demás; saboreaba cuando, en algunas ocaciones, los chicos le palmeaban el trasero en la calle; disfrutaba cada palabra obscena que los hombres le decían; gozaba el ir a clubes nocturnos y seducir a unos cuantos para que le compraran bebidas. Sí, eso era vida para Kibum.

 

 

Choi Minho no podía quitar sus ojos de aquel trasero bien formado, se mordía el labio al ver como el rubio balanceaba sus caderas justo frente a sus ojos, fantaseaba con tomar al felino y hacerlo suyo de tantas maneras, besar esa boca acorazonada y hacer que esas piernas tan seductoras se enredaran en su cadera, con gritos de placer pidiendo por más. Simplemente, para el pelinegro, Kibum era la lujuria hecha persona. No podía evitar sus fantasías y sus deseos carnales, era imposible el no soñar con Key, con el sabor de sus labios, con la textura de su piel, con la sensación de haberlo marcado… 

 

-Minho, ¿podrías dejar de verme el trasero y responder a mi pregunta? -El rubio sacó al pelinegro de sus pensamientos, un tanto apenado ante las palabras del más bajo-.

-Lo siento, no puse atención… -Murmuró el alto, elevando su vista para observar la nuca del chico blanco-. 

-Te dije que si me podrías ayudar con un trabajo. -Kibum respondió, con un deje de cansancio-.

-Oh, sí. -Asintió el moreno, sosteniendo un suspiro dentro de sus labios-.

 

El rubio se había girado, esbozando una sonrisa más que coqueta, acercándose al de grandes orbes para pasar sus brazos al rededor del cuello contrario, acercando sus labios rosados al mentón del de cabello ondulado,susurrándole despacio.

 

-Minho, sé que me deseas, me doy cuenta de como me miras…

-¿De cómo te miro? -El alto trataba de contener sus impulsos, no podía hacer mucho en la escuela, aunque estaba deseando acorralar al rubio en los casilleros, besarle sin ningún cuidado-.

-Sí. De como usas tus ojos para desnudarme con la mirada, de como me miras cuando camino, de como no puedes mantener tu vista alejada de mis piernas cuando traigo pantalones ajustados, de como te muerdes el labio…me doy cuenta. Me gusta que me vean ¿lo sabes? Aunque… también me gusta que me toquen. 

 

El de piernas gruesas llevó sus manos a la cintura delgada de Kibum, mirándolo casi sorprendido. Esta era, su oportunidad había llegado.

 

 

 

¿O no?  

 

Notas finales:

 

Nos vemos luego, cuídense. 

 

PD: si escuchan ruidos en su casa, quizá sea yo. 

 

PD2: estoy drogada.


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