No sabía si se había vuelto tan buen actor, o “él” sólo era demasiado cínico como para seguir con él como si nada. Lo que si era seguro, es que ya nada era como antes, ahora todo ese amor que antes le tenía a su “pareja”, ahora era una vil actuación, digna de un Oscar, si se lo preguntaban. Justo ahora estaba en casa, esperando a que llegara de su “trabajo”.
-hola mi amor- le dijo el otro cuando llegó a casa, dejando un suave beso en sus labios. Antes, ese simple hecho lo hacía sentir mil cosas en su interior, ahora, sólo sentía el peso de aquel engaño.
-hola, ¿Qué tal te fue?- dijo correspondiendo el gesto, alcanzando a oler los rastros de perfume de mujer en él, apenas notorio.
¿Por qué no lo dejaba? ¿Por qué seguían metidos ambos en esa mentira? Fácil, si se lo preguntaban a él, era porque luego de haber pasado el “shock” de haberse enterado que su novio de toda la vida lo engañaba, sencillamente se había sumido en un sopor tranquilizante, en el que su corazón ya no sentía nada, ni dolor, ni otra cosa, y le resultaba más cómodo seguir su rutinaria vida. Si le preguntaban al otro chico, era más fácil aún, él no era plenamente consciente de que su pareja sabía su pequeño sucio secreto.
-uff, muy cansado, no sabes el dia que tuve- dijo convincente
-me lo puedo imaginar-dijo el otro chico con sarcasmo a medio disimular.
Una vez cada cierto tiempo, se citaba con alguna mujer, bajo cualquier pretexto, en algún lugar que su pareja jamás visitaría, o eso quiso creer él. Lo que nunca supo, es que si bien él no iba a esos lugares, algunos de sus amigos en común si lo hacían, y la noche en que todos lo descubrieron, él estaba tan ocupado besando a la mujer de turno, que ni cuenta se dio que sus amigos estaban unas mesas más adelante, y lo habían terminado grabando todo, por si el otro chico, en su terquedad, se negaba a ver la realidad.
Cuando el otro chico vio ese video, su mente simplemente quedó en blanco, se negaba a creer que todo el amor que aquel le decía tener fuese, de hecho, falso. Otra explicación debía haber ¿no? No, no la había, tenía la prueba frente a sus ojos, no había lugar a dudas.
Les pidió entonces a todos que le dejaran a solas, cosa entendible, así que eso hicieron.
Lloró, algo que él generalmente no hacía, pero lo necesitaba. También necesitaba tomar una decisión respecto a la situación, pero de todos modos no entendía, habían sido 4 años de relación, de vivir y convivir, ¿habría hecho algo mal? Fue su primer pensamiento, en medio de su inseguridad. ¿No había demostrado suficiente su amor? Entre dudas pasó la noche en la que él, para colmo, tampoco llegó. Al amanecer había tomado una decisión, aun cuando sus amigos le decían que era estúpido.
Había decidido que de ahora en más, se esforzaría el doble en mantener aquella relación perfecta que los había atrapado, pero de un tiempo a la fecha aquella decisión le comenzaba a pesar en el corazón. Por más que se había empeñado en mantener el amor intacto, cada mañana le odiaba un poco más, no lo podía evitar. Todo esto era más fuerte que él. Era una sensación tan asfixiante que lo invadía cada mañana, al despertar junto a él, que lo volvía loco, de mil maneras posibles.
¿Qué hacer? A estas alturas del asunto, no sabía que era lo correcto.
“déjalo” “huye de él”
“no puedo”
“si puedes, anda, déjalo”
Unos meses atrás, había comenzado a escuchar aquellas vocecitas en su cabeza, no sabía que había de malo en él, pero al menos, las voces lo hacían sentir menos sólo de lo que realmente estaba.
"no puedo"
“entonces, hazlo pagar”
“¿Cómo?”
“castígalo” “hazlo sufrir” “termina con esto” “tú sabes como” sugirieron, y lo sabía, pero no, no era el modo
“¡no!”
“¡hazlo!”
“no quiero dañarlo”
“es él o tu” “será fácil, no sufrirá”
“Pronto” les concedí. Era el único modo en que me dejarían en paz por un día, al menos, mientras estaba con él. Mientras seguía con esta mentira, hasta que las voces me hicieran ceder. “pronto”, me repetí a mí mismo, mientras me acercaba con una sonrisa a recostarme a su lado nuevamente.