Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

[Reviews - 545]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero lo disfruten. 

 

 

!Accio cap 7!

Cuando Ale despertó, se encontraba sola en la cama.

 

-¿Cris?- silencio.

 

Se levantó con pereza, se duchó rápido y se arregló para bajar a desayunar. Cuando entró al comedor, ya estaban ahí los Condes y sus hermanos, la única ausente era su tía Angie.

 

-Buenos días, dormilona.- la saludó Memo.

 

-Buenos días.- saludó a todos y se sentó entre Sofi y Cris.- No  sentí cuando te levantaste.- le susurró a su hermana.

 

-Lo hice con cuidado para no despertarte, tenía que ir a mi habitación a ducharme. Anoche caí muerta.

 

-Me di cuenta.- Se dedicaron sonrisas.

 

-Alejandra y Cristina…- su padre llamó su atención.- Necesito que vayan a supervisar los trabajos del centro comunitario. A las 10 am el ingeniero Mendoza las espera.

 

-Sí, padre.- Contestó Cris. Ale solo asintió.

 

-¿Las enviarás ahí?.- exclamó Angie haciendo su entrada triunfal.- ¡Quería llevármelas al club!

 

-Podrán alcanzarnos ahí en cuanto terminen con sus obligaciones.- sentenció la Condesa.

 

-Ayudarme también es una obligación. El coctel recaudará fondos para el centro comunitario.

 

-¿El coctel es para recaudar fondos?- Quiso saber Ale.

 

-Así es.- respondió Angie mientras comía fruta.- También la recepción de gala será para recaudar fondos.

 

-Creí que la familia pagaba los gastos del centro…

 

-En su mayoría si.- dijo la Condesa.- Sin embargo las mejoras necesarias son muchas. Por eso recaudamos dinero entre nuestros amigos.

 

-Si y todos son tacaños.- dijo inocente Sofi. Alejandra soltó una carcajada.

 

-Me retiro.- Anunció su padre.- Cristina, infórmame si hay algún contratiempo. El Conde besó a su mujer y salió del comedor.

 

-¿Puedo ir con ustedes?- preguntó Sofi.

 

-No es lugar para niños.- Le dijo Cris.

 

-Pero, hermana, hace mucho que no paso tiempo contigo…- Ale miró con reproche a Cris.

 

-Hagamos algo, ¿Qué te parece si paso el resto de la tarde jugando contigo en el club?

 

-¡¿De verdad?!

 

-Claro.

 

Después de que Sofi se tranquilizara, Ale y Cris se preparaban para salir. Irían en el auto de Alejandra aunque una camioneta las seguiría. Al Conde no le parecía dejar a sus hijos sin vigilancia y menos si irían al sur de la ciudad.

 

-¿Lista?- le preguntó a Cris cuando la vio en el recibidor revisando unas carpetas.

 

-Si, ten.- le aventó distraídamente el portafolio mientras seguía leyendo unos papeles.- Ya vamos.- Cris apresuró el paso. Ale la siguió como perro faldero cargando los kilos de pertenencias de su hermana.

 

Con la dirección en su gps (¡bendito gps!), Ale condujo mientras Cris seguía absorta en un plano.

 

-¿Qué tanto miras?

 

-¡No entiendo nada! Los planos siempre se me complican.- murmuró Cris.

 

-Tal vez ayudaría si no lo estuvieras viendo de cabeza… el norte siempre va hacia arriba.

 

-¿De cabeza?- Cris parpadeó rápido observando el plano.- ¡Odio esto!

 

-Ya me di cuenta.- Le dio un ataque de risa.

 

 

 

Tardaron casi 40 minutos en llegar al sitio de la construcción.  El lugar estaba ya limpio de maleza, los trabajadores caminaban de un lado a otro colocando los cimientos. De nuevo, Ale cargaba los papeles y pendejadas de Cris, intentando no tropezar y azotar su bella humanidad. Bajó por una parte excavada y al fin pudo dejar las cosas en unas mesas dispuestas bajo la sombra de unos árboles. Había unos hombres parados a unos metros de ella mirando más planos.

 

-Alejandra, ¿me ayudas?- Cris estaba parada al borde la excavación por donde ella había bajado momentos antes.

 

-Claro.- Se acercó y sujetó fuerte la mano de Cris, que bajó rápido, resbalando un poco gracias a la tierra suelta. La abrazó rápido por la cintura para evitar que cayera.- ¿Estás bien?

 

-Si, gracias.- Se dirigió a los hombres parados ahí.- Buenos días.- los saludó.

 

-Buenos días, señorita. Soy el ingeniero Mendoza, ¿Su padre vendrá?

 

-No. Nosotras trabajaremos con usted. Les presento a mi prima Alejandra.

 

-Mucho gusto.- Ale estrechó la mano de los tipos.

 

-Fantástico. Señorita Cristina, no sé como decir esto sin que usted o su padre se ofendan…- Empezó a decir Mendoza algo nervioso.- Me parece una exageración el cambio al presupuesto ya asignado a la construcción. Sé que a su padre le gustan las cosas hechas con la mejor calidad y me parece que con el presupuesto nuevo, los materiales serán muy malos ya que…

 

-Espere ¿Qué?- Al parecer Cris no entendía nada.

 

-Pues eso. La reducción del presupuesto me parece una locura.-

 

-¿Cuál reducción?

 

Mendoza no dijo nada, se limitó a buscar entre sus papeles y sacó una hoja. Se la entrego a Ale. Leyó rápido.

 

-Esto debe ser una confusión.-

 

-¿Qué dice?- la apresuró Cris.

 

-Que se debe presupuestar con otros materiales.- Ale pasaba su vista por la hoja.- Y añade una lista de proveedores.

 

-Y esos materiales son de pésima calidad.- susurró Mendoza.

 

-¿Quién le envió este correo?

 

-Empresas San Román, claro.

 

-Tiene el escudo y la firma de tu papá.- Ale le enseñó el documento a Cristina.-  Y la firma de Tomás…- Se miraron e intentaron disimular su molestia frente a Mendoza.- Ingeniero, creo que esto es un error. Usted siga el trabajo con el presupuesto anterior, queremos algo de la mejor calidad, no importa el costo.- dijo con firmeza.

 

-Excelente, señoritas. Nos pondremos a ello.-Mendoza rebosaba entusiasmo.- Déjenme mostrarles la animación 3D de cómo quedará el centro.

 

Y así estuvieron casi tres horas trabajando con el equipo. Alejandra aprendía rápido y todo el tiempo estuvo a lado de Cris, ayudándola y respaldándola en todo. Era impresionante ver a su hermana hablando con autoridad y soltura frente a obreros e ingenieros. Sin inmutarse, siempre con esa expresión de dureza, animándolos a trabajar. A ella le encantaba ver ese gesto en Cris. Álvaro tenía razón, su hermana sería una excelente Condesa.

 

 

 

-Gracias, moría de sed.- le dijo Cris al pasarle una botella de agua. Iban al club a reunirse con su familia.

 

-Tienes la cara muy roja, ¿Te pusiste bloqueador?

 

-Lo olvidé.

 

-Con razón… quiero hacer algo.- Aprovechó que estaban detenidas en un semáforo y sacó su celular. Rápidamente le tomó una foto a Cris.

 

-¡¿Qué haces?!

 

-Estás hermosamente roja.- exclamó Ale riendo.

 

-¡Quiero ver!- le arrebató el teléfono.- ¡Me veo horrible! Recuérdame usar bloqueador.

 

-No, así te ves linda.- Cris le regaló una sonrisa.

 

 

 

No tardaron mucho en llegar al club. Ale se tiró boca abajo a un camastro, medio muerta, mientras Sofi se le subía a la espalda y hablaba sin parar. Cris hablaba con su madre, que se encontraba a unos cinco metros de los camastros y la alberca, tomando un té con unas amigas suyas,

 

-¿Y Memo?.- le pregunto a su pequeña hermana.

 

-En las caballerizas, ¿vamos a buscarlo? ¡Así nos metemos todos juntos en la alberca!

 

-Claro.- Caminaron hacia Cris y la Condesa.-¿Vienes?

 

-No, solo apresúrense. Yo me cambiaré para meterme al agua. Muero de calor.

 

-Ok, no tardamos.- dijo Ale tirando juguetonamente del cabello de la pelinegra.

 

-¡Alejandra!- Cris quiso atraparla pero Ale fue más rápida.

 

De la mano de Sofi, caminaba a las caballerizas buscando a Memo (Memo, no Nemo).

 

-Dijo que quería ver cómo alimentaban a los caballos.- le comentó Sofi.- ¡Ahí está!

 

Pero Memo no estaba solo, con él estaban Alberto, Jorge y un tipo más. Los tres mayores reían, Memo estaba serio y con la mirada en el suelo.

 

-¿Tampoco te dejan cabalgar?.- le preguntaba Jorge.

 

-¡Claro que no!- se apresuró a responder Alberto.- ¡Que no ves que no puede!- Carcajadas.- Es más, creo que el Conde pidió la reforma  de igualdad en la sucesión  porque, ¿se imaginan si en lugar de Cristina fuera Memo el Conde?- Alberto apenas podía respirar entre risas. Dio unos pasos imitando la forma de caminar de Memo, cojeando. Más risas. Memo tenía los puños apretados y la cara distorsionada por contener el llanto.

 

-No mires esto, Sofi.- Ale giró a su hermanita para que estuviera de espaldas a la escena.- Tápate los oídos.- Sofi puso sus manitas sobre sus orejas presionando fuerte.- Ale caminó hacia Alberto, Memo y los demás, tomando una de las palas con las que limpiaban el estiércol de los caballos…

 

-¡Hey, Alberto!-  Cuando el chico volteó, Alejandra le estrelló la pala en la cara.- ¡NO VUELVAS A HABLARLE ASI!.- Bramó mientras Alberto yacía tirado en el suelo, con la cara ensangrentada.

 

-¿Qué diablos te pasa?- exclamó Jorge.

 

-¡Tú no te metas o te romperé el culo a patadas!- Jorge enmudeció.- ¡Lárguense de aquí!- Los dos amigos de Alberto lo ayudaron a levantarse.

 

-Mi padre se enterará de esto.- Alcanzó a decir a duras penas Alberto, escupiendo sangre. ¿Eso eran un diente?

 

-Ya cálmate, Malfoy de cuarta.- Salieron huyendo cuando Ale levanto la pala, como si fuera a golpearlos otra vez.

 

-Gracias.- susurró Memo aún mirando al piso.

 

-De nada.- Ale soltó la pala y se acercó a su hermano.- No dejes que te afecte, eso les daría la razón.

 

-Pero la tienen…

 

-¡Claro que no! Son unos idiotas, tú eres normal.

 

-Ale, mírame, ¿Qué ves?

 

-Veo a un chico castaño, de mirada verde, risueño, divertido y valiente.

 

-No soy valiente.

 

-Lo eres.

 

-No. Tengo miedo todo el tiempo.- confesó triste.

 

-¿Y eso que? Ser valiente no quiere decir que no tengas miedo. Ser valiente es tener miedo y a pesar de eso seguir adelante.  La vida le pone las cosas fáciles a los débiles, pero a los fuertes les complica todo para que demuestren su valor. Haz eso, demuestra que eres más de lo que ellos piensan. Derrótalos.

 

-Gracias, Ale.- Su hermano la abrazó.

 

-De nada. Y si aún estás triste, piensa en la cara de Alberto.

 

-¡Épico!

 

-¿Qué paso?- preguntó Sofi al acercarse corriendo.

 

-Nada.- Contestó Memo.

 

Regresaron a la alberca. La Condesa seguía con el té y las amigas. Cristina estaba sentada en un camastro poniéndose tres litros de bloqueador en os brazos. Ya se había cambiado. Traía el cabello recogido y un traje de baño turquesa, del que solo se veía la parte superior, pues tenía un pareo del mismo color. Ale la miró de arriba hacia abajo mientas se acercaba.

 

-Fiuuu fiuuu.- Cris volteó y le sonrió.

 

-Deja de mirarme así y ayúdame.- le reclamó su hermana lanzándole el bote de crema.

 

-¿Qué hago?- Cris se dio la vuelta, acostándose boca abajo. Se soltó el nudo del bra, dejando su espalda desnuda. Ale estaba parada con la boca abierta y sosteniendo como pendeja el bote de bloqueador.

 

-Alejandra…-

 

-Uhm…-  Cris la veía con cara de “apresúrate maldita”.- ¡Voy!

 

Sacó una cantidad generosa de la crema y se la pasó a Cris en la espalda. Despacio sus manos lubricaban esa piel blanca y suave. Desde los hombros hasta la parte baja de la espalda, llenó todo con bloqueador. Cris no decía nada pero soltaba pequeñas risas, seguramente le hacia cosquillas el contacto de sus manos. Ale sentía calor en la cara. Cuando terminó, anudó con cuidado la ropa de Cris.

 

-Gracias.- Su hermana se sentó de nuevo.- ¿Te meterás a la alberca?

 

-Estaría genial, pero no traje ropa.

 

-Lo sé por eso te conseguí algo adecuado. Está en la bolsa.- señaló una pequeña maleta a sus pies.

 

-Wow, gracias. Que atenta. ¿Me acompañas a cambiarme?

 

-Claro.

 

Se encaminaron hacia los vestidores. Cuando ellas entraban, sus hermanos menores salían rumbo al agua.

 

-Apresúrate Alejandra.- bufó Cristina después de pasarle un top y un short de licra muy corto, según observó la castaña.

 

-Está muy pequeño, no me quedará.

 

-Claro que si, póntelo.

 

Con incredulidad, Ale se colocó la ropa. Eso dejó al descubierto su abdomen marcado y sus piernas duras.

 

-Vaya…- Cris la veía, sonrojada.- Tienes un cuerpo muy… lindo. Se ve duro.

 

-Lo sé. Siempre ha estado así, creo que es genético porque la verdad, no hago tanto ejercicio como para estar en esta forma.

 

-Sin duda. Mira a mi papá y a nuestra familia. Heredaste mucho de mi tío Tony.- Seeeeh.- Me gusta aquí.- Le dijo Cris picándole el abdomen.

 

-¡Oye! Don´t touch.- Ale se hizo la monjigata y Cris rió.

 

-Uy, perdón. Vamos, madre Teresa.

 

Cuando regresaron a la alberca, Ale se puso bloqueador a lo pendejo, ya quería meterse al agua. Cris la regañó por ser tan atrabancada pero baah ¡al agua! Ale se adelantó unos pasos hacia la alberca. No había muchas personas, eran como 12 o 15, pero todas miraban en su dirección.

 

-¿Qué tanto miran?- Volteó y enseguida entendió el interés de todos.

 

Cris se había soltado el cabello azabache, que caía libre por su espalda y hombros. Y ahora se soltaba el pareo, dejando a la vista todo su perfecto cuerpo, cubierto solo de ese traje turquesa que contrastaba con su hermosa piel. Ale empezó a balbucear, mirando sin parpadear a la bella chica ahí parada.

 

-Te he dicho que no me mires así.- dijo Cris caminando hacia ella.

 

-¿Cómo?

 

-Con cara de boba.- Cris parecía muy satisfecha de sí misma.

 

-No… yo…- Ale no sabía que responder.

 

-¡Vamos!- Cris corrió la poca distancia que la separaba de la alberca y saltó a ella, salpicando a Ale.- ¡Ven!

 

-¿Ah?- Movió rápidamente su cabeza de un lado a otro para salir de su aturdimiento. También saltó. El agua estaba fresca, justo lo que quería después de estar horas bajo el sol.

 

-Nademos hacia ellos.- dijo Cris señalando a sus hermanos.

 

La pelinegra tomó aire y se sumergió, nadando bajo la superficie, Ale se quedó un momento mirándola y luego la imitó, yendo tras ella. La siguiente media hora se la pasaron jugando dentro del agua, hicieron carreras entre ellos. Primero Ale contra Cris, luego Ale contra Memo y al final una entre todos. Se hicieron los pendejos y dejaron ganar a Sofi, la pequeña estaba feliz al haberlos vencido. Después, la Condesa los apresuró a que salieran de la alberca para comer.  Cuando lo hicieron, Ale se fijó en que una mujer acompañaba a Sofía. Era peliteñida, rubia y con una mueca de desprecio.

 

-Así que tu eres Alejandra.- dijo en cuando estuvieron cerca de ella.

 

-Eh…si.- Estaba confundida.

 

-Tu eres la que golpeó a mi hijo.

 

-¿Su hijo?- ¿Qué hijo?

 

-Alejandra, - la Condesa tomó la palabra.- Te presento a Carlota Salamanca, la madre de Alberto.- ¡Ah! ¡Ese hijo!

 

-Mucho gusto.- dijo Ale como si nada secándose el cabello con una toalla que le había pasado Cris.

 

-Ojalá pudiera decir lo mismo, aunque con esos modales no eres digna de pertenecer a una familia tan distinguida.- dijo soltando todo el veneno posible.

 

-¿Podría repetir lo que dijo?-pidió Ale.- Me distraje pensando en cuando iré a ver Dragon Ball Z la Resurrección de F.- Cris disimuló su risa.

 

-¡Insolente!

 

-Alejandra, ¿podrías explicar lo que pasó?- pidió seria la Condesa.

 

-Le estrellé una pala en la cara a Alberto.

 

-¡Lo admites!

 

-No tengo porqué negarlo.- se encogió de hombros, como si el mundo valiera verg.(…)

 

-¡Eres una salvaje! ¡Mi pobre hijo!

 

-Su hijo es un maleducado, un arrogante. Se merece ese golpe y mil más. Yo con gusto se los daré.-

 

-¡¿Cómo te atreves?!- Carlota quiso adelantarse, seguramente para golpear a Ale, pero Cris se le interpuso.

 

-¿Por qué no deja que mi prima explique lo que pasó?

 

-Yo… yo lo explicaré.- Memo, que se había mantenido en silencio a un lado, intervino.

 

-¿Viste lo que pasó?- interrogó Sofía.

 

-Alejandra me defendió. Alberto… él estaba ofendiéndome.

 

-¡Alberto no sería capaz!-

 

-¡Si es capaz!- Memo miraba desafiante a Carlota por atreverse a contradecirlo.- él y sus amigos se burlaban de mmi por… por cojear. Se reían e imitaban la forma en que camino. Por eso Ale lo golpeó y me alegra que lo haya hecho.- ¡Toma perra!

 

-Será mejor hablar esto en privado.- Le dijo la Condesa a Carlota, visiblemente furiosa. Las mujeres se alejaron unos metros.

 

-¿Estás bien?- preguntó Cris a su hermanito.

 

-Si.- respondió el chico cabizbajo.

 

-Ven, Memo.- Sofi le tomó la mano y se sentaron juntos en la mesa de la Condesa.

 

-¿Por qué no me dijiste?- le reclamó Cris, encarándola.

 

-Bueno… en cuanto volví nos metimos a la alberca…-

 

-Ese… Alberto es un… ¿Cómo puede ser así? ¡Desgraciado!- Ale miraba a Cris debatiendo con ella misma, buscando un insulto suficientemente ofensivo para Alberto.

 

-¿Hijo de puta?

 

-¿Qué? No, eso es…- Cris lo pensó un poco.- ¡Hijo de puta! ¡Lo mataré! ¿Dónde dejaste la pala?- Cris empezó a ir hacia las caballerizas pero Ale la tomó suave del brazo y la jaló hacia sí.

 

-Tranquila, con el golpe que le di dudo que pueda hablar bien en un buen tiempo.

 

-Pero… ¡Aaaarghh!

 

-¿Hijo de la chingada?

 

-¡Hijo de la chingada!

 

-Ya. Memo está bien. Aunque creo que estaría bien si lo llevaran a un psicólogo, tal vez le sería muy útil.-Ale afianzó más el agarre sobre Cris, rodeándola de la cintura. Su hermana aún se veía enfadada.

 

-Le haré la sugerencia a mis papás, gracias por defenderlo.- Cris suspiró sacando todo su malestar y acto seguido le dio un beso en la mejilla.

 

-Era lo menos que podía hacer. Cris…

 

-¿Si?

 

-No te cases con Alberto.

 

--Jamás.- respondió su hermana sonriendo y abrazándola también.

 

 

 

-¿Qué les parece?- les preguntó Angie después de contarles a detalle todo lo planeado para la cena de gala y el coctel.

 

-Ah pues… ¡genial!- dijo Ale levantando los dos pulgares y con una sonrisota en el rostro. Cris le dio un codazo disimuladamente.

 

-Lo sabía ¡soy genial!- exclamó Angie levantando los brazos al cielo. Acababan de comer en familia.- ¡Oh, mi amor!- Su tía se levantó rápido y corrió hacia un sujeto que caminaba hacia ellas.

 

-¿Quién es ese?- le preguntó a Cris.

 

-El novio de tía Angie.

 

-No sabía que tenía uno.

 

-Pues es él. Se llama Gerardo y es un metrosexual.

 

-Se nota.- Gerardo tenía el cabello castaño y con rayitos rubios. Los ojos azules, alto y con el cuerpo trabajado. Todo un mirrey. Angie y él se besaban.- Wacala.

 

-Envidiosa.- dijo Cris riendo.- Ya quiero irme a casa, estoy cansada, ¿me llevas?

 

-Si. Yo creo que todos ya nos iremos.

 

-Chicas, esperen.- Las detuvo Angie caminando hacia ellas con su galán.- Alejandra, quiero presentarte a mi amor, Gerardo Montero.  Ella es mi sobrina, Alejandra.

 

-Alejandra, un placer. Tan bella como tu tía.-

 

-¡Mi amor!- Angie abrazó a su novio, emocionada. Ale tenía cara de “pero que chingados…” y Cris contenía la risa.

 

-Hola, Cristina.

 

-Hola, Gerardo.

 

-¿Ya se van?- preguntó su tía.

 

-Ya queremos irnos.- le respondió Cris.- Estamos cansadas.

 

-¡Pero si no me ayudaron en nada!-

 

-Claro que si… el agua de la alberca está perfecta, no intoxicará a nadie.- comentó Ale.

 

-Alejandra San Román, no te pases de lista conmigo.- Amenazó Angie. Cris empezó a reír por la cara de enojo de Angie y la de espanto de Ale.

 

-Ya tía, de verdad estamos cansadas, pero si necesitas algo con gusto te ayudaremos.

 

-No se preocupen chicas, yo me quedo con ella.- dijo Gerardo salvándolas.

 

Aprovechando eso, recogieron rápido sus cosas y salieron huyendo. Después de esperar a la Condesa, salieron detrás de la camioneta que transportaba al resto de su familia, rumbo a la mansión.

 

-¿Necesitas algo más, jefa?- preguntó Ale a su hermana, cuando estaban a unos pasos de su alcoba.

 

-Si, ¿me ayudas a acomodar todos esos papeles?- dijo señalando lo que Ale cargaba desde la cochera..

 

-Claro.- Entraron a la habitación de Cris y platicaron de mil tonterías mientras ponían todo en su lugar.- Por cierto, te… te… te queda bien ese traje de baño.- Comentó Ale una vez terminó el encargo de Cris. Su hermana estaba a unos metros de ella, sentada sobre su cama, quitándose los zapatos.

 

-Gracias. Espera, ¿me miraste?- preguntó la pelinegra con cara de ofendida.

 

-¡No! Bueno, un poco… ¡pero no!... o sea…- Cris empezó a reír y dio dos palmadas a la cama para indicarle que se sentara a su lado. Ella lo hizo.

 

-No me ofende que me mires.

 

-¿No? Que bien, porque no te miré de la forma en que piensas. Es solo que…- se quedó en silencio viendo a Cris, seria.

 

-¿Qué?

 

-En el momento en que te vi ahí, me di cuenta que ya no eres una niña, me hubiera encantado conocerte antes, crecer juntas, así ahora tu ya…es…- ¿Cómo explicarle? Ahora Ale entendía todo lo que los admiradores de Cris veían en ella, era preciosa. Y Ale no la había visto crecer. Al menos con Sofi aún tenía tiempo.

 

-¿Ahora?- Cris la animó a terminar lo que quería decirle, aunque ni Ale sabía bien de qué iba esa conversación.

 

-Ahora… -¿Ahora  que?- ya me… querrías.- Cris esbozó una sonrisa.

 

-Tonta.- le dijo jalándole una oreja.- yo te quiero.- Afirmó abrazándola.- Debiste presentarte con nosotros antes, me hiciste falta.- Cris se acomodó en su hombro.

 

-Perdón, es solo que, - no podía contarle, por más que quisiera, no podía decirle la verdad. Pero ¿porqué no?- nunca tuve buena relación con mi padre. Por eso no quería venir aquí, no me sentía parte de su familia.- Cris se aferró más al abrazo, dándole consuelo pues sus palabras estaban cargadas de melancolía. Luego la tomó de la cara y la hizo que mirara su rostro.

 

-Estás equivocada, Alejandra. Siempre has sido parte de nosotros, eres mi familia.- le dijo suavemente.

 

-Gracias.- Ale dejó un beso en la frente de Cristina. Y fue en ese momento en que por fin se sintió en casa.

 

 

 

 

 

Riiing riiing…

 

-Uhm.- Con cara de zombie babeado, tomó el celular de su buró.

 

-¡Alejandra!- al otro lado de la línea se escuchaba música muy fuerte.

 

-Si.- sus ojos se negaban a abrirse.

 

-¿Dónde estás?

 

-¿Quién es?

 

-¿Cómo que quién? ¡Valeria!

 

-Uhm ¿Qué se te ofrece?

 

-Ven a bailar conmigo.

 

-¿Cuándo?- Ya empezaba a soñar con unicornios otra vez.

 

-¡Ahora! ¿Estás dormida? ¡Apenas son las 11pm!

 

-Cansada…estoy…te llamo mañana.

 

-¡Alejandra! ¡Alejandra!- Ya estaba roncando nuevamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-So-fi- de- ja –de- brin- car- so- bre- mi.- se quejaba Ale mientras su hermanita saltaba sobre ella y le sacaba el aire.

 

-¡Ale! ¡Despierta!

 

-Ya-des-per-té.- girando sobre la cama, logró ponerse de pie.

 

-Iremos a misa, apresúrate.- Sofi salió corriendo como si tuviera pulgas ¿De donde sacaba tanta energía?

 

Eran las 8.20am. Los domingos, el desayuno se servía alas 8.45, así que se dio una ducha y se vistió para salir. Cuando bajó encontró a su familia rumbo al comedor. Faltaban Memo y Cris.

 

-Buenos días.- dijo feliz antes de sentarse frente a toooooda esa comida. Moría de hambre.

 

-Buenos días.- saludaron todos.

 

-Alejandra, después de misa quiero hablar contigo y Cristina sobre trabajo ¿Te parece?

 

-Por supuesto.

 

-Buenos días, familia. – exclamó Memo, yendo a besar a sus padres y luego sentándose.

 

-¿Empezamos? – preguntó Sofi mirando con ansias su plato.

 

-Esperemos a tu hermana.- le respondió su madre.

 

-Aquí estoy, disculpen la demora.- Cris hizo acto de presencia. Tenía un vestido un poco por arriba de la rodilla, ajustado arriba y voladito abajo, blanco y con algunas flores estampadas, en colores pastel. Sus sandalias iban a juego.  Memo y Guillermo, como caballeros, se pusieron de pie mientras Cris iba a su lugar. A Ale se le formó una sonrisa en el rostro y por inercia se paró para ayudar a Cris con la silla.

 

-Te ves hermosa.- dijo acercándose un poco para que solo Cris la escuchara.

 

-Gracias.- Cris le devolvió la sonrisa y le dio un beso rápido en la mejilla.

 

-Buen provecho a todos.-

 

¡A comer! No perdió tiempo y se sirvió generosamente de todo, necesitaba recuperar fuerzas después del día anterior. Después de desayunar, salieron a toda prisa para llegar a la misa. En una camioneta iban os Condes, Angie, sus hermanitos, el chofer y un guardaespaldas.  Cris se acomodó el vestido para subir a la moto en la que  Ale la esperaba.

 

-No olvides que hoy me enseñarás a bailar.- Habló Cris sobre su hombro.

 

-Bailaremos, bailaremos.- Canturreó Ale moviendo los hombros al ritmo, evocando a Dori, de Buscando a Nemo.

 

-Tonta.- le dijo Cris abrazándola con más fuerza, de su cintura.

 

La misa como siempre fue divertida, gracias a la forma tan amena en que la oficiaba su tío Sebastián. Al terminar, la familia se acercó a saludar al padre y a algunos conocidos. El sacerdote aprovechó un momento en que los San Román se descuidaron para platicar con Ale.

 

-¿Cómo van las cosas?

 

-Bien.- dijo Ale sonriendo.

 

-Te ves relajada.-

 

-Me siento cómoda.-

 

-Te dije que te adaptarías ¿te tratan bien?

 

- Si, son muy amables. Es como si me conocieran desde siempre. Sobre todo, Cristina.- volteó a ver a la chica que saludaba a unas personas del pueblo.

 

-¿Qué pasa con ella?- preguntó Sebastián también observando a Cris.

 

-Me ha apoyado más que nadie. Es muy linda conmigo.

 

-Oh, entiendo.- su tío sonreía extrañamente.- ¿Y tu padre?

 

-Hemos charlado un par de veces, creo que vamos bien.

 

-¿Aún le guardas rencor?

 

-Estoy entendiendo varias cosas. Cosas que no veía antes pero… aún me falta. Creo que me llevará un poco de tiempo.

 

-Toma el tiempo que necesites, es difícil para ambos.

 

-Hola.- saludó Cris tomando a Ale del brazo.

 

-Hola, Cristina. Te ves muy bonita hoy, ¿no te parece, Alejandra?

 

-Muy muy muy bonita.

 

-Tu también te ves muy bien hoy.

 

-Gracias.- Ale sintió ardor en las mejillas.

 

-Bueno, yo me voy por ahí.- dijo pícaro Sebastián señalando dos direcciones a la vez.

 

-¿Quieres hacer algo ahora? ¿O vamos a casa?- le preguntó a su hermana.

 

-¿Paseamos por el pueblo? Doña Soco vende unos helados deliciosos.-

 

-No sabía que conocieras a doña Soco. El padre habla mucho de ella, claro como dice que cocina muy bien, a él le encanta comer ahí.- Cris rio con ese comentario. A hurtadillas salieron de los terrenos de la parroquia y cruzaron la calle corriendo.

 

La tienda tenía una barra larga, dividida en dos. Por un lado vendían helados, malteadas y frituras y por el otro comida. Había unas mesas con sombrillas grandes para resguardar a los clientes del sol. Una puerta a la izquierda te daba acceso a la parte de los abarrotes y productos de uso doméstico.

 

-¡Niña Cristina!- exclamó una mujer gordita, con la cara roja y el cabello entrecano. Rodeó la barra para poder abrazar a Cris.

 

-Hola, doña Soco. Le presento a mi prima Alejandra.- Ale le dedicó una sonrisa encantadora y sincera. La mujer la observó un momento.

 

-Vaya, es idéntica a… - doña Soco la abrazó también.- ¿Qué les sirvo chicas?

 

-¡Yo quiero unas fresas con chocolate!- pidió feliz Cristina.- Te las recomiendo.- le dijo a Ale.

 

-Yo quiero un helado napolitano y… me comeré de tus fresas.- amenazó

 

-Tomen asiento aquí. Ahora les sirvo.- se sentaron en la barra, observando a la mujer prepararles su pedido. Unos minutos después ya comían y platicaban las tres.- Qué bueno verte, niña. Hace mucho que no venías.

 

-Si, así es. He estado muy ocupada pero siempre tengo ganas de estas fresas. Prueba.- Le dijo a Ale dándole una fresa con chocolate en la boca.

 

-¡Está buenísima! Dame más.- le pidió a su hermana abriendo la boca.

 

-Quiero de tu napolitano.- Ahora fue Ale la que le dio de comer.

 

-Ahí viene tu padre.- dijo doña Soco. Efectivamente Guillermo caminaba hasta ellas. Sonreía.

 

-Buen día.- saludó a la mujer.

 

-Buen día, Guillermo, tanto tiempo sin venir por aquí.

 

-Si, disculpe. Esto de ser un Conde roba tiempo.- la mujer rio.

 

-¡Guillermo, sigues siendo el mismo irreverente!- ¿El mismo irreverente? ¡Pero si su papá era muy serio! ¿No?- ¿Quieres un helado de pistache?

 

-Ahora no. Tengo prisa. Solo vine a decirles algo a estas jóvenes.- dijo poniendo una mano en el hombro de Cris y a otra en el hombro de Ale.- Chicas tengo una comida con unos inversionistas asiáticos. En cuanto vuelva hablaremos de trabajo.

 

-Si, papá, te esperamos en casa.

 

-Alejandra.- su padre la miró con advertencia.- conduce con precaución. Cuida a Cris, me llevaré a los guardias.

 

-No te preocupes, ella está segura conmigo.- dijo mirando a la chica.

 

-Confío en ti. Nos vemos después doña Soco.

 

-Nos vemos. Ten.- dijo entregándole un bol de helado.- Sé que quieres aunque digas que no.

 

-Usted si me conoce.- dijo su padre antes de alejarse a toda prisa.

 

-Nunca se ha resistido al pistache.- Ale recordó algo: ese era el sabor favorito de su madre. Tenía que disimular.

 

-¿Cómo sabe que le gusta el pistache?- preguntó como si nada.

 

-Porque… no sé si deba decir esto.- respondió insegura, mirando a Cris.

 

-¿Por qué?- preguntó un poco alarmada la pelinegra.

 

-Se trata de la antigua novia de tu padre.- el corazón de Ale dio un brinco.

 

-Ah, eso. No se apure. Cuéntenos.- dijo Cris curiosa.

 

-Verán, este puesto de helados es muy viejo. Era de mi abuela y desde pequeña le ayudaba aquí. Todos compraban de estos helados, incluidos el viejo Conde, tu abuelo. Traía a sus hijos, así que conozco a Guillermo desde que era muy pequeño. Siempre fue muy gracioso.

 

-¿Mi papá?- preguntó incrédula, Cris.

 

-Sí, él era muy diferente a como es ahora. Era muy relajado. Andaba como loco en su moto, de aquí para allá. Un verano, cuando él tenía 16 años, llegó a vivir al pueblo la sobrina del padre Sebastián. Laura.- Ale rogaba porque los latidos de su corazón no se escucharan ¡su madre!- Ella era muy bonita, pelinegra. Con una sonrisa encantadora, una sonrisa que solo he visto en otra persona…-¿eh?- Cuando Guillermo la conoció, se volvió más loco. Laura tenía una facilidad enorme para meter a tu padre en problemas. Tu abuelo siempre terminaba regañándolos a ambos. En una ocasión le guardaron la bicicleta a don Pablo y el pobre tuvo que repartir el pan a pie durante tres días. Luego Guillermo y Laura la regresaron, montados en ella, paseándose por las calles como si nada.- Ale podía imaginárselos. Miró a las calles y casi vio a su madre de 16 años pasar frente a ella.-Pero Laura también influyó positivamente en Guillermo, lo hizo un mejor hombre, más consciente de sus actos. Y él se enamoró de ella. Era tan lindo verlos juntos.- Ale sonreía embobada.—Eran tan graciosos.

 

-¿Laura que hacía aquí?- preguntó Cris.

 

-Estudiaba danza clásica en el Instituto de Artes de Thó. Vivía aquí con el padre Sebastián.

 

-¿Y qué pasó?-

 

-Después de unos años de novios, todos creímos que se casarían. Incluso supe que tu abuelo había dado su aprobación para el compromiso. Pero Laura no quiso.

 

-¿Qué? ¿Porqué?- Cris parecía devastada por esa noticia. A Ale se le hizo gracioso.

 

-Laura no quería ser una Condesa. Amaba a Guillermo pero su vida era la danza, quería viajar por el mundo, bailando para las compañías más importantes. Y créeme, esa chica era muy talentosa.

 

-¿Se fue? ¿Solo así?

 

-Lo que supe es que tu padre se iría con ella. Ya tenían todo listo.- ¿de verdad?-  Pero a unos días de que Laura tuviera su primera presentación como profesional y de que se marchasen de aquí, tu abuelo falleció de un infarto. Y tu padre, así como así, se volvió Conde. Ella se fue y creo que intentaron arreglar las cosas para estar juntos. Se que Guillermo la visitó varias veces pero las cosas no funcionaron. Así que decidieron separarse.- Eso Alejandra no lo sabía. ¿su padre lo había intentado? ¿Por qué su madre nunca le habló sobre eso? Casi no tocaba el tema de su juventud, ni de su padre,- Fue entonces que Guillermo cambió. Se volvió melancólico, serio. Más aún de lo que es ahora. Se le veía demacrado y delgado, como si estuviera enfermo. Y luego de un tiempo se hizo novio de tu madre y se casaron.

 

-¿Cuánto tiempo después?- Quiso saber Ale.

 

-Como año y meses.- ¿Tan poco?  Al parecer su padre no se esperó mucho.

 

-Que linda historia, bueno el final estuvo triste, pero…- Cris empezó a reír.- Jamás me hubiera imaginado que mi papá fuera tan travieso.

 

-Lo era. Muchas veces el padre Sebas o yo terminábamos corriendo tras Laurita y Guillermo para regañarles por alguna travesura.

 

-¿Sabe que pasó con Laura? – Ale miró hacia otro lado. No quería escuchar la respuesta. Quería que en su mente aun estuviera la imagen de sus padres adolescentes robando bicicletas.

 

-Si, fue triste. Falleció hace un par de años.

 

-No…- Cris quedó boquiabierta.- ¿Cómo fue?

 

-El padre Sebas no habló mucho de eso, pero al parecer fue un accidente en el teatro. Ella y otros de sus compañeros murieron.

 

-Que triste.- Ale miró a Cris. Su hermana tenía los ojos cristalinos y las fresas ya no le apetecían. Abrazó a Cris para consolarla. Consolarla por una mujer de la que nunca había escuchado. Que nunca conocería y que era la madre de Alejandra.- ¿Sabe si fue feliz? ¿Se casó? ¿Tuvo hijos?

 

-Conociendo a Laurita, seguro fue muy feliz.-

 

-Lo fue.- dijo sin pensar Ale. Cris volteó a verla.

 

-¿Cómo sabes eso?

 

-Eh… yo… ella era una artista, estoy segura que vivió y disfrutó su vida.- quiso corregir lo que había dicho.

 

-Seguramente fue feliz y no se si se haya casado.- Doña Soco miró interrogante a Ale ¿porqué la miraba así?- Y no sé si haya tenido hijos, aunque sospecho que sí.-¡¿Por qué coño la miraba asi?!

 

-Que pena que mi papá no se casó con ella.

 

-Si lo hubiera hecho tú no hubieras nacido.- le recordó Ale a su hermana.

 

-No importa. Hubieran tenido su final feliz.

 

-Tal vez, aunque separados, los dos tuvieron un final feliz.

 

 

 

Una hora después se encontraban de regreso en la mansión. Cris se había mantenido callada y Ale pensaba en su madre. La había sepultado en su antigua ciudad, a miles de kilómetros de ahí. Le encantaría tenerla cerca.

 

-¿En qué piensas?.- le preguntó Cris sentada junto a ella, bajo la sobra de un árbol del jardín.

 

-En… la hora en que regresará tu papá.

 

-Calculo que como en dos horas.

 

-Uhm. Tu, ¿en que piensas?

 

-En lo que nos contó doña Soco.

 

-¿Por qué piensas en eso?

 

-No lo sé. Siento que hay algo importante en esa historia.- Rio.-- ¡Creerás que estoy loca!

 

-Para nada.- Ale le tomó la mano. Esa historia era suya, quería decírselo a su hermana pero no podía.

 

-¿Sabes que ´pienso?- Cris cambió de mano el agarre de Ale para así poder acariciarle el cabello.

 

-¿Qué?

 

-Me gustaría saber si Laura tuvo hijos.

 

-¡¿Qué?!- ¡Nooo!- ¿Porqué?

 

-No sé… hay algo que… como si presintiera algo.

 

-¿Algo?- Tragó en seco. ¿Por qué Cris era tan obsesiva? ¿Por quéeeeee?

 

-Siento algo aquí.- Cris dejó de acariciarle el cabello y se tocó el pecho, a la altura del corazón.- ¿Me ayudarías a averiguar?- What?????

 

-Seeh.-

 

-Gracias. Oye ¿bailamos ahora?

 

-Va.- se paró de un brinco y jaló a Cris para ponerla de pie.

 

-¡Llévame de caballito!

 

-¿Tienes cinco años?

 

-Anda, nunca me llevaste así de niñas.

 

-¡No te conocía!- Ale caminaba de prisa, ¡no iba a llevarla así!

 

-Eso significa que me la debes, ¡Ven aquí!- Cris trotaba tras Ale.

 

-Mejor tú llévame.

 

-¡Tú eres la mayor! Anda.- Cris la atrapó justo antes de llegar a los escalones para entrar a la casa.-¿Siiii?

 

-Mmmm, ya sube.- Feliz, Cris brincó a la espalda de Ale.- ¡estás pesada!

 

-Claro que no.

 

-¿Qué hacen?- Sofi las vio cuando entraron a la casa.- ¡yo también quiero subir!

 

-Puta madre.- dijo por lo bajo Ale.

 

-¡Alejandra!- No lo suficiente bajo. Recibió un zape de Cris.

 

Llegaron a la habitación de Cristina pero Sofi fue la que estaba en la espalda de Ale. Cris buscaba alguna pieza en su lap para que les sirviera de práctica. Ale y Sofi esperaban sentadas en la cama, con cara de no romper un plato.

 

-¿Te parece bien esta?- Cris dejó que las notas de El Danubio Azul llenaran el cuarto.

 

-Si. Ven, primero te explicaré.- Cris puso pausa y se acercó hasta quedar frente a Alejandra.- En el vals el compás es de tres tiempos. Vamos a marcar esos tiempos así…- Ale deslizó el pie izquierdo a un lado.- uno…- el pie derecho lo siguió dando un golpe suave al suelo.- dos…- el pie izquierdo marcó el tercer tiempo dando a su vez otro golpe.- tres. Ahora hazlo tu. – Cristina siguió a Ale en sus movimientos, frente a ella, como si fuera su espejo.- ¿por qué dices que no sabes?

 

-Porque me equivoco.

 

-Solo sigue ese paso, es el básico.

 

-Cuando bailo con alguien termino pisándole los pies.

 

-Uhm, veamos.- Ale se acercó y colocó su mano derecha en la espalda de Cris y extendió su mano izquierda esperando que su hermana se la tomara. Cris lo hizo y colocó su otra mano en el hombro de Ale.- Siempre hay que mantener los brazos a esta altura. La postura hace del vals un baile elegante.- Con una indicación por parte de Ale, empezaron a moverse, haciendo el paso básico.- No mires tus pies, mírame a mi.- Cristina lo hizo. Ale sonrió al ver a su hermana sonrojada, tal vez bailar le daba pena.- ¡Sofi, pon la música!- la pequeña corrió hasta a lap y presionó enter.  Cuando el Danubio Azul empezó a sonar, Cris le pisó un pie.

 

-¡Lo siento!- Se alejó de Ale, estaba muy roja.

 

-Tranquila, no pasa nada. No pesas.

 

-Hace rato dijiste que si.

 

-Mentí.- Ale volvió a abrazarla.- ¿sabes que haces mal?

 

-¿Qué?

 

-Debes dejar de guiar, deja que tu pareja te guíe. Relájate, no quieras controlar hasta el baile.- Su hermana soltó un suspiro largo, concentrándose.

 

-Hagámoslo.- Ale le tomó la mano con mayor firmeza. 1..2…3...1…2…3…-

 

-¿Ves que fácil? ¡Ahora, a girar!- Conservando el paso, Ale le enseñó a Cris a como dar vueltas sin pisar pies. Su hermana se veía más relajada, sonreía y su flequillo caía por su rostro haciéndola ver muy linda. Cristina era muy guapa.

 

-¿Quién te enseño?

 

-Vi bailar a muchas personas durante mi niñez y adolescencia.- ¡No era mentira!

 

-¿Aprendiste solo viendo?- Ale asintió. Seguían girando por toda la habitación.- ¿Esto está permitido?- preguntó Cris al quitar su mano del hombro de Ale y pasarla detrás de su cuello, teniéndola así abrazada y más cerca.

 

-Solo conmigo.- Cris rio.  Estuvieron bailando de esa forma los minutos restantes de el Danubio Azul. Cuando la pieza acabó, Cris se mantuvo inmóvil mirando de cerca los ojos de Ale…-¿Cris?

 

-¿Si?- preguntó apenas en un susurro.

 

-Ya terminó.

 

-¡Ah si!- Su hermana la soltó de golpe.

 

-Creo que ya lo tienes. ¿Te parece una más y luego practicar una que otra tarde antes de la cena de gala?

 

-Si, perfecto.- Observo a Cris un momento, parecía inquieta. Fue hasta la lap y tecleó: Voces de Primavera. Una vez más la música sonó. Ale colocó de nuevo una mano en la espalda de Cris, tomando la postura correcta para bailar.

 

 

 

 

 

-¡Yo nunca di esa orden!- Bramó su padre cuando le enseñaron el correo que le habían mandado a Mendoza.- Comunícate con Tomás y dile que lo quiero en mi oficina apenas regrese al país.

 

-Su asistente me dijo que llegaba mañana a las 4pm.

 

-Lo quiero en mi oficina a las 4.30. Y a ustedes también.- Estaban en el despacho de su padre. Una vez él regresó de su comida de negocios, las había llamado para esa pequeña junta.

 

-Él no tiene por qué bajar los costos y menos sin mi autorización.-

 

-El punto es que colocó tu firma y el escudo de la familia en esa hoja.- le recordó Ale.- Deberías abofetearlo.

 

-Ganas no me falta…- murmuró su padre.

 

-Sea como sea, mañana lo solucionaremos, papá.-

 

-Si, Alejandra hiciste muy bien en revocar esa orden y aclararle a Mendoza que los materiales de construcción deben ser los mejores.

 

-Si bueno, soy genial, lo sé.-  Cris rio y su padre negó  con la cabeza.

 

-Sofía me contó lo que Alberto le hizo a Memo.

 

-¡Es un hijo de la…!- soltó Cris.

 

-¡Cristina!- le llamo la atención su padre.

 

-Ay, Cris que grosera.- Se burló Ale.

 

-Y tú, - su padre la señaló.- ya sé que le rompiste la cara con una pala.

 

-¿Estás enojado? ¿Me enviarás a mi cuarto?

 

-No tientes a tu suerte.- su padre le sonrió.- Por esta ocasión no habrá castigo, pero intenta no ir por ahí golpeando gente, la violencia no es buena. Las cosas no se resuelven a golpes. Ya pueden irse.

 

-Genial.- Las chicas salieron del despacho. Bernardo estaba ahí esperando.

 

-Señorita Alejandra, tiene una visita. La espera en la sala.

 

-¿Visita?

 

-La señorita Valeria.- Ale sonrió.

 

-¿Me acompañas?- le preguntó a Cris.

 

-Claro.- su hermana se colgó de su brazo, caminando junto a ella hasta la sala.

 

--¡Chicas! ¡Que juntitas vienen!- Valeria se acercó a ellas en cuanto las vio.

 

-Hola.- saludó Ale. Cristina solo sonrió.

 

-Hola. Alejandra te estuve llamando toda la mañana, ¡dijiste que me llamarías!

 

-¿Yo? Disculpa no he visto mi celular hoy…

 

-Te llamé anoche y me dijiste que me devolverías la llamada. Creo que ya estabas dormida.

 

-No lo recuerdo.- Ale se rascó la nuca.

 

-Cuando duermes no te enteras de nada.- comentó Cris acariciándole la mejilla.

 

-Si, bueno.- Valeria habló fuerte después de carraspear.- Vine a invitarte a salir hoy. A bailar.- Le dijo a Ale.- Claro tu también estás invitada, Cris.

 

-No, gracias.- Se quedaron unos segundos en silencio. Ale alternaba su vista de una a la otra chica ¿ah? ¿Qué pasaba ahí?- Mañana hay clase y aún no he terminado mis deberes.

 

-Entiendo, ¿pero tu si irás verdad?

 

-Eh, bueno.-

 

-Si Ale, ve.- Cris la soltó del brazo.- Me retiro, tengo cosas que hacer.- Sin mirarla, su hermana salió rumbo a sabe donde.

 

-¿Entonces?- Valeria se le echó al cuello sonriéndole y dándole un pico.

 

-Si, vamos.

 

 

 

Quedaron en que pasaría a las 10pm por Valeria. Mientras, se pasó el resto de la tarde haciendo sus deberes y tocando la guitarra. Cuando dio la hora, se dispuso a salir de la mansión y vio luz en la habitación de Cris. Tocó dos veces.

 

-¿Quién?

 

-Yo, ¿puedo pasar?

 

-No.

 

-¿Por qué?- ¡¿Por qué?!

 

-Estoy cambiándome de ropa.- (¿Te ayudo?)

 

-Uhm, entiendo. Oye, ¿de verdad no quieres ir? Puedo esperarte, hay tiempo.

 

-No.

 

-Anda, vamos. Baila conmigo otra vez

 

-Estoy cansada. En otra ocasión.

 

-Ok, me rindo. Nos vemos después.- Al no obtener respuesta, Ale se fue.

 

 

 

 

Notas finales:

 

¿Que tal?

 

 

 

!Travesura realizada!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).