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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

!Heeey bitches! Ya vine a recibir golpes, tomatazos e insultos. Sé que me odian pero ¿saben que? !Me vale! Me gusta romperles el corazón muuajajaja... Nooo , ya en serio, estos capítulos han sido muy difíciles :( pero son necesarios para que las cosas  se desenreden.

 

A leer.

 

!Accio cap 16!

El regreso a la mansión fue bastante incómodo. Intentaba que el escozor en sus ojos la dejara ver el camino mientras sentía a Cris a su lado reprimiendo el llanto. Quería abrazarla y decirle que ya no llorara por ella porque en realidad si la amaba. Quería que esas lágrimas fueran de felicidad y no de dolor. Pero no podía hacerlo, ¿Cómo tendría una relación con su hermana? Nadie estaría de acuerdo con algo así…

En cuanto detuvo el auto en la cochera, Cris bajó corriendo sin dirigirle media palabra. Ale salió detrás de ella, quería alcanzarla aunque no sabía para qué. Subió al segundo piso y se estrelló con la puerta de la habitación de la chica, cuando ésta la azotó.

A través de la madera escuchó la explosión del llanto de Cristina. Tenía una mano sobre la perilla y la otra mano hecha puño contra la puerta, con la frente apoyada en ella. Cerró los ojos mientras los sonidos del otro lado desgarraban su alma.

-Cristi…- susurró con la garganta reseca. Giró pegando su espalda a la madera y se resbaló hasta el suelo, abrazando sus rodillas y mordiéndose la lengua para no sucumbir al llanto. Se quedó ahí varios minutos, sufriendo junto a su hermana, muriendo de ganas por abrazarla y consolarla. Se jaló el cabello y perdiendo el poco control que le quedaba empezó a llorar. Los quejidos de Cristi se filtraban por sus oídos y golpeaban su corazón, mientras la tormenta se desataba con ferocidad y los truenos resonaban por doquier.

-¿Alejandra?- Sofía se acercó rápido a ella, arrodillándose para poder mirarla bien. - ¿Qué pasó?

-Nada.- su voz sonaba ahogada.

-¿Nada? Pero si estás llorando.- En eso, se escuchó el llanto de Cristina y algo rompiéndose en su habitación.

-Ve con ella, te necesita.- Le dijo a Sofía antes de levantarse y encaminarse a su cuarto. Volteó y vio a la Condesa entrar a socorrer a su hija, al menos Cris ya no estaría sola.

Cerró de un portazo y se sentó en la cama. Seguía llorando,  ¡Cris la amaba! ¡La amaba! Y no podían estar juntas… ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! Miró sus manos, sus muñecas y deseo, por primera vez enserio, no llevar esa sangre, deseo no tener parentesco con Cris. Apretó los puños con toda la fuerza que tenía rogando a Dios que la ayudara a superarla… odiaba pensar que nunca podría abrazarla del modo en que quería, que jamás podría besarla y decirle un “te amo”. Pero lo que le estaba consumiendo la existencia era saber que Cris sufría, ojalá su hermana no la amara, así todo sería más sencillo, así solo ella sufriría y su Cristi no tendría que estar pasando por eso. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Ser fría? ¿Irse de ahí? 

Se acostó y puso sus ojos en el techo mientras sus lágrimas resbalaban hasta las sábanas. Cris debía enamorarse de alguien más, de alguien que pudiera corresponderle y que la hiciera feliz. Su llanto se intensificó con solo pensar en eso, que su hermana amara a otra persona… pero era lo correcto. Se hizo bolita sobre su cama y se quedó ahí, inmóvil hasta que sin darse cuenta se quedó dormida.

 

 

 

Se miró detenidamente en el espejo, ¡no podía bajar así! Tenía los ojos rojos e hinchados, parecía un sapo. Buscó rápido en sus cajones algo que le ayudara. Encontró unas gotas e intentó leer lo que decía la etiqueta aunque sus ojos no le permitían enfocar bien. ¡Bah! Se echó las gotas y se cambió de ropa para ir a la universidad, tenía que buscar en qué distraerse o se volvería loca. Antes de salir de su cuarto, se miró de nuevo en el espejo… al menos ya no se veían rojos.

Pasó despacio por la habitación de Cris pero no se escuchaba nada, ¿estaría abajo? Antes de entrar al comedor, dio un vistazo pero nada, solo estaban Guillermo, Angie y sus hermanitos.

-Buenos días.- saludó intentando aparentar normalidad.

-Buenos días.- dijeron todos.

Trató de no mirar a nadie a los ojos fingiendo estar muy entretenida sirviéndose la comida aunque no tenía ganas de probar bocado. Masticó a lo pendejo un pedazo de pan con mermelada, le supo a ceniza. Todos los demás platicaban como si nada.

-Las lluvias han provocado mucho daño en las comunidades de las colinas…- decía Angie.

-Así es, varias colinas se han resquebrajado, es muy peligrosa esa zona. Pensamos ir y sacar a la gente de ahí para reubicarla.- Comentó Guillermo.

-¿Y a donde la mandarán?

-Construiremos una zona habitacional en un terreno al poniente, cerca de la playa. Mientras tanto buscaremos donde pueden vivir.- Su papá la miró un momento.

Inventando que tenía que llegar temprano a la escuela, se retiró del comedor. Salió disparada hacia la cochera, subió a su auto y aceleró lo más posible.

Las primeras tres horas de clase fueron lentas, apenas prestó atención aunque se esforzaba al máximo. Las voces de sus amigos sonaban lejanas, ella contestaba mecánicamente. Durante el descanso no quiso ir a la cafetería, más bien le insistió a Nico en jugar futbol. Necesitaba mantener su cuerpo funcionando, no quería sentarse porque se pondría a pensar en Cris.

Al finalizar el día escolar se dirigió al pueblo, necesitaba consuelo y aunque pareciera raro la única persona que podía consolarla era su tío Sebastián.

 

Toc toc.

Toc toc.

-¡Vaaa!.- Su tío abrió la puerta.- ¡Alej…! ¿Qué te pasa?- El viejo la jaló al interior de la sacristía, con cara de preocupación. Se sentaron frente a frente en los mullidos muebles de la sala.

-Ella me ama…- dijo después de unos segundos de silencio.

-¿Cristina?-

-Si,- Su tío se tapó la boca con las manos, asombrado.

-Vaya… eso es… ¿Le dijiste que también la amas?

-¡Claro que no! ¡¿Cómo se te ocurre?!

-¿Entonces?

-La rechacé… le dije… le dije que no la amo.- Ale pasó una mano por su cabello, desesperada.

-¿Por qué?

-¿Cómo que por qué?- Se paró bruscamente.- ¡Es mi hermana! Si ella supiera que la amo... todo sería mas complicado… si la hubiera aceptado ¿Qué haríamos? ¿Huir? Mi papá nunca aceptaría una relación amorosa entre sus hijas.

-¿Le has preguntado?

-¡¿Pero que te pasa?! ¡¿Cómo voy a preguntarle si estaría de acuerdo?! ¡¿Estás loco?!

-¡Hey! ¡Tampoco me faltes al respeto!

-¡Escucha lo que preguntas!- Parecía león enjaulado.

-Sé lo que digo…- su tío habló calmadamente.- Te lo he dicho antes, “la verdad os hará libres”. ¡Tienes que decir la verdad! Sobre todo a Cristina. Si quieres que ella entienda tu rechazo, que acepte tu decisión, tienes que decirle que es tu hermana. Al menos así tendría el consuelo de saber tus razones, así ambas pondrían de su parte para superar esto… Ahora ella está herida por tu desamor…

-Lo se, pero decirle que es mi hermana… es una verdad que no es solo mía. Mi papá también tiene manchadas las manos en ese asunto.

-Habla con él, explícale porqué es necesario decir la verdad. Él sabrá que hacer, él sabe que si el momento llega tiene que hablar.- Le parecía que su tío contenía la emoción al hablar, ¿emoción por qué?- Rezaré mucho por ustedes, ahora solo puedo aconsejarte que no seas cobarde, si Dios quiere, cada quien tomará el lugar que le corresponde.

-No entiendo.

-Lo sé… pero ya te dije que yo si me entiendo.- ¡Puta madre!

 

 

 

Estuvo un par de horas más con su tío. El viejo la obligó a comer algo, después de darle un sermón sobre la mala alimentación. Sebastián se veía tranquilo, ¡¿Qué no entendía la magnitud del problema?!

Eran poco antes de las 7 pm cuando Ale entró a la mansión. Estaba un poco más tranquila, aunque estuviera un poco chiflado, su tío siempre sabía como calmarla. Había pasado la habitación de Cris cuando escuchó que la puerta se abría.

-Alejandra…- Era la Condesa.

-Ah… Hola.- respondió torpe virando la cabeza para ver a la mujer.

-¿Cómo estás?- Sofía se acercó a ella, hablando con su voz gentil.

-Eh…- ¿Por qué le preguntaba eso?- Bien.- Seeeh. Sofía la observó un momento en silencio.

-Ale, creo que…-

-¿Mamá?- Se escuchó una voz.

Miró sobre el hombro de Sofía y ahí estaba Cris, asomando la cabeza por la puerta. Tenía los ojos muy hinchados, rojos y el cabello revuelto. Se miraron unos segundos. Cristi se sonrojo visiblemente y se metió de nuevo a su cuarto. Ale clavó sus ojos al suelo.

-¿Qué pasó entre ustedes? Cris no me quiere decir pero sé que tiene que ver contigo.

-Si, es… discutimos.- Sofía parecía incrédula.

-Entonces, soluciónenlo.- La Condesa bajó las escaleras, dejando a Ale ahí parada.

Tenía dos opciones: correr a su cuarto o hablar con Cris, pero ¿qué le diría? Sin razonar lo que hacía entró a la habitación de la chica.

-Mamá, de verdad no quiero comer…- dijo Cris antes de quedar petrificada mirando a Ale.

-No soy tu mamá…-

-¿Qué… que haces aquí?- Tenía un short de tela, de los que usaba para dormir y una blusa con un estampado infantil, Se veía tan linda…

-Yo…- ¿Qué hacía ahí? Cris se paró y le dio la espalda.- ¿Cómo estás?

-Bien. Ahora por favor, vete.- Pero no se fue. Se acercó despacio a la chica, que seguía dándole la espalda.

-Cris…- le tocó el hombro.

-¡¿Qué es lo que quieres?!- Ahora si la miró a los ojos.- ¿Ver si sigo llorando por ti? ¡No! ¡Ya no lloro por ti! ¡Ahora vete, no quiero tu lástima!

-¡¿Lástima?! ¡No siento lástima por ti!

-¡Ja! ¡Tu no sientes nada por mi!- Cris la empujó de los hombros, tratando de echarla de su cuarto.

-¿Quieres dejar de comportarte como una niña?- Ale le agarró las muñecas para evitar que siguieran los empujones.

-¡¿Una niña?! ¡Una niña nunca habría tenido el valor de hacer lo que hice! ¡Te dije que te amo y me rechazaste! ¡Bien! ¡Ahora vete!- Cris estaba furiosa.

-¡¿Qué querías que hiciera?!

-¡Que fueras valiente! ¡Sé que no te soy indiferente! Solo… solo dame la oportunidad de conquistarte.- Su hermana quiso abrazarla pero Ale se apartó.

-¡Esto no puede ser! ¿No lo entiendes?

-¡Mírame a los ojos y jura que no sientes algo por mi! ¡Mírame!- Enfadada, Ale miró esos ojos grises, tomando valor para mentirle a la chica de sus sueños.

-No… no siento nada por ti.- Silencio.

-Entonces no tenemos nada más de que hablar. Solo no esperes que las cosas sean como antes y… cuando me veas con alguien más, no te quejes.

Sintió una punzada en el pecho. Cris ya no la miraba con ternura ni amor, ahora solo recibía una mirada fría, sin sentimientos. Imaginarla con otra persona le hacía un nudo en la garganta.

-Me voy…- susurró. Caminó hasta la puerta. Sabía que al momento de atravesarla ya no habría regreso, no podría regresar a Cris.

-Cobarde.- Escuchó a su espalda.

No, no era una cobarde. Volteó hacia Cristi con el ceño fruncido y caminó hacia ella. La chica parecía asustada de lo que hacía y dio unos pasos atrás. No redujo la velocidad a la que iba y con ese mismo enojo tomó a Cris del rostro y estampó sus labios en los de la chica. Cristina se aferró enseguida a la camisa de Ale jalándola hacia ella. Era un beso furioso, como si quisieran destruirse mutuamente. Su cuerpo explotó en sensaciones. Sin romper el ritmo del beso empujó a Cris hasta que chocaron con la pared. Tomó sus manos y las subió sobre su cabeza, mientras usaba su lengua para explorar su boca. La pelinegra se soltó del agarre de Alejandra y la abrazó por el cuello.  Ale bajó las manos delineando el cuerpo de Cris hasta su cintura. Se besaban y se tocaban como si fuera una competencia de quien hacía sufrir más a quien. Ahora fue Cris la que la empujó y la estrelló contra la pared de un lado, mordiéndole los labios. La chica le agarró fuerte la cabeza mientras Alejandra pasaba de la boca, al cuello de su hermana, robándole suspiros.

-Alejandra…- Se le escapó a Cris con un tono sensual que la hizo estremecer.

Aspiró el aroma del cuello de la pelinegra, respirando hondo varias veces. Sentía unas manos enredadas en su cabello. La furia se había ido y ahora sentía una  melancolía terrible. Rosó su rostro con el de Cris y luego la miró a los ojos. Ninguna dijo algo. Ale se limitó a salir de esa habitación apresuradamente bajando las escaleras. Tenía que alejarse de ahí.

 

Salió a la noche fría, no importaba el destino, solo tenía que poner distancia entre Cristi y ella. Era tan difícil contenerse y su hermana sabía bien como provocarla. Si volvía a pasar algo así no estaba segura de poder detenerse.

El tono de voz de Cris la había descolocado, nunca creyó que albergara tanta sensualidad, que fuera capaz de besarla de esa forma. Cristina, a sus 18 años, estaba justo en la línea niña-mujer.  La ternura de niña que tenia era lo que había robado el corazón de Ale y ahora, la pasión de mujer le había encendido el cuerpo.

Frenó de golpe en la carretera, queriendo unos segundos para recobrar la calma. ¿Qué haría ahora? Golpeó el volante con la cabeza. Se quedó así unos segundos, con los ojos fuertemente cerrados…

Riiing  riiiing.

Riiiing riiiiiiing.

-Hola.- Contestó sin mirar quien era.

-Hola, Ale.- Valeria.

-Ah, ¿se te ofrece algo?- Se restregó los ojos.

-A ti… no puedes dejarme plantada esta noche. Te estoy esperando.-

-¿Qué?- ¿Esperándola?

-Te espero en un hotel…

-Oh, vaya… yo…

-¡Alejandra! ¡Dijiste que si!

-No cuelgues.- Separó el celular de su oreja y pensó un momento, con la vista en la carretera. Podía seguir sufriendo por Cris u obligarse a superar lo que sentía por ella. Usar a Valeria estaba mal pero… ¡Ella la buscaba!- ¿En donde estás?

-Te mando la ubicación al celular. No tardes.

-Hecho.

Cinco segundos después de colgar le llegó la dirección. Revisó un momento su GPS y se orientó. Aceleró de nuevo, rumbo a la zona hotelera de la ciudad. Apenas era consciente de lo que hacía. Su cerebro recibía flashes de la realidad, como si estuviera en un lugar y de repente se encontrara en otro sin saber bien como llegó hasta ahí.

En la recepción le dieron una tarjeta electrónica para abrir la puerta, la pasó por la ranura y entró. Varias lámparas estaban encendidas.

-¿Valeria?

-Ponte cómoda.- Escuchó una voz desde el baño.

-Ok.

Miró hacia su alrededor. Había una cama con sábanas blancas, un sillón frente a una gran pantalla plana, un escritorio, los burós. Todo muy típico. Se quitó la chamarra, tirándola por ahí y se sentó en el sillón apretándose el puente de la nariz. Una puerta sonó al abrirse, levantó lento la vista y ahí delante de ella estaba Valeria… desnuda.

-Por fin estás aquí.- dijo la chica subiéndose a su regazo y besándola.

Con los ojos abiertos, movió los labios correspondiendo ese beso que no le supo a nada. Acarició las piernas de la pelirroja, sintiendo esa piel que antes deseaba pero ahora…  La chica pasó a besarle la oreja, el cuello, pero ella no sabía que hacer. Su cuerpo se negaba a corresponder a esas caricias.  Apartó un poco a Valeria para mirarla a los ojos como si buscara a otra persona. Se levantó con la chica aún sobre ella y la tumbó en la cama, colocándose entre sus piernas. Buscó más besos, más contacto.

Esa chica era bella, sexy, muchos quisieran poder tirársela y ahí estaba Ale obligándose a tomarla. Se quitó la camisa para que Valeria le tocara directamente la piel y la excitara lo suficiente como para hacerla olvidar todo. Sintió unas manos desabrocharle el pantalón. Con un giro, Valeria quedó sobre ella. Se hizo a un lado solo el tiempo necesario para deshacerse de la ropa de Ale.

-Uhm…- Soltó cuando la chica le mordió el hombro.  ¡Le dolió!

Volvieron a girar y Ale se puso arriba, bajando un poco para besarle los pechos a la pelirroja. Valeria tenía los ojos cerrados y una expresión de placer.

-Alejandra…- susurró Valeria y eso bastó para disparar en su mente mil recuerdos, mil recuerdos de Cris. Se separó de la chica rápidamente.- ¿Estás bien?- La miraba preocupada.

-No…- Se arrodilló en la cama.- Lo siento, yo no…-

-Ale, ¿Qué pasa?- Valeria se sentó en al cama y le acarició el cabello.

-No puedo hacer esto.- Se sinceró.

-¿Te sientes mal?

-Si pero… es más un dolor del corazón.

-No entiendo.

-Estoy enamorada de alguien más. Por eso no puedo… Lo siento.- La chica dejó de tocarle el cabello. Parecía sorprendida.

-Vaya, es… es la primera vez que alguien me rechaza.- Pero no parecía molesta. Al contrario parecía que la situación le causaba gracia.- Ale tu me gustas mucho. Te aprecio… Creo que eres una de las pocas personas en las que realmente confío.

-¿Porqué me dices todo eso?

-No lo sé, solo agradezco tu sinceridad. Es una lástima que te enamoraras, creo que tu y yo hubiéramos podido llegar a algo más. Eso esperaba.- dijo mientras se levantaba de la cama e iba al baño.

Ale también se levantó y se puso el pantalón y la camisa. Se quedó sentada en la orilla de la cama.

-¿Quieres algo de comer o tomar?- Le preguntó Valeria saliendo del baño ya con la ropa puesta.

-Solo agua.- La chica fue hacia el frigobar y sacó una botellita de agua.

-¿Segura que no quieres comer? Pediré una ensalada.

-Segura.- Escuchó a Valeria pedir comida por el teléfono y luego la vio sentarse junto a ella.

-Así que… enamorada ¿eh?-

-Seeeeh.-

-Que complicado. ¿Ya se lo dijiste?

-No.

-Pero me imagino que lo sabe, Cris no es tonta.

-Espera, ¿Qué?

-Que Cris no es tonta.

-Si, si eso lo escuché pero… ¿Cómo…?

-¿Cómo sé que se trata de Cris?- Asintió y Valeria soltó una carcajada.- ¡Alejandra! ¡Es obvio! Babeas cuando estás cerca de ella. Al principio creí que eran suposiciones tontas pero ahora que me dices que estás enamorada… has confirmado mis sospechas.- ¿De verdad era tan obvia? - ¿Por qué no te le declaras?

-Imposible.

-¿Por qué? No sé mucho de la vida romántica de Cris pero… me da la impresión de que no le eres indiferente… no sé,  hay algo en la forma en que te mira que…-Al parecer Valeria era muy observadora.

-Si, bueno. Da igual lo que sintamos, somos familia. No podemos estar juntas.- dijo mirándose los pies.

-Tonterías. Si la amas pelea por ella. No importa si tienes que desafiar al Conde.- Si la amaba, pero era más complicado que eso. Si solo fuera su prima lo haría, pero era su hermana. Si daba rienda suelta a sus deseos y Cris se enteraba luego de su verdadero parentesco, la odiaría para siempre.

-Servicio de habitación.- Se escuchó una voz. Valeria tomó dinero de un cajón y fue por la comida. Regresó junto a Ale y se dispuso a comer sobre la cama, con las piernas cruzadas.

-Yo sé que se te antoja mi ensalada…- Le dio un pedacito de lechuga en la boca.

Estuvieron en la habitación una hora más. Platicando de todo y de nada. Estaba sorprendida de la actitud de Valeria, creyó que se tomaría eso a mal pero no. La trataba como a una amiga y Ale apreciaba eso. Ya no quería más complicaciones y acostarse con Valeria hubiera hecho las cosas más difíciles.

Después de recoger sus cosas, salieron del hotel y ofreció llevar a la pelirroja a su casa. Parecía que Valeria entendía como se sentía…

-Valeria, ¿alguna vez te has enamorado?- Preguntó cuando detuvo el auto frente a casa de la chica.

-Si, una vez.- le respondió pensativa.- No funcionó.- Hizo un gesto de tristeza.- Por eso te aconsejo que lo que tengas que hacer, hazlo ya. No esperes a que las cosas se compliquen más.

-Gracias.- Le dio un beso en la mejilla a la chica y esperó a que entrara a su casa para dar la vuelta y regresar a la mansión.

Se sentía más tranquila. Le dolía pero debía ser realista, debía dejar de pendejear y afrontar la situación. Ya había decidido no estar con Cris, jamás hablarle de sus sentimientos. Pero tenerla cerca complicaba eso. Simplemente no podía contenerse cada vez que la chica se le acercaba. Vivir en el mismo lugar las haría sufrir a las dos. Ya sabía lo que debía hacer.

 

Eran las 11 pm cuando entró a su habitación. Sacó sus maletas y guardó ropa, libros y objetos personales. Guardó su vieja guitarra en su funda y pensó en llevarse la eléctrica pues le fascinaba. Extrañaría su escuela, a sus amigos, a sus hermanos, a su papá… ¿Qué haría su papá cuando se diera cuenta de su ausencia? Sin duda se enfadaría e iría por ella. Dio un último vistazo a su alrededor por si olvidaba algo importante. Bien. Salió a hurtadillas de la casa, con sumo cuidado de que nadie la viera. Se metió a la cochera y guardó sus cosas en el maletero del su auto. Dio otra vuelta con más cosas y listo. Ahora solo tenía que esperar a que amaneciera y que todos se fueran a sus actividades diarias.

No supo a que hora cayó dormida, no supo nada de nada hasta que el ruido de su despertador la hizo dar un brinco. Se duchó rápido y bajó. En el comedor estaba su familia, incluyendo a Cristina. La chica la ignoró todo el desayuno, a pesar de estar a pocos centímetros de distancia.

Ale intentaba grabar eso en su memoria. Observó detenidamente a su tía, a sus hermanos, a los Condes… ya no volvería a compartir la mesa con ellos. No los volvería a ver nunca. Pero era lo correcto, tal vez un día su padre lo entendería. Logró comer un poco y fingió prepararse para la universidad. Bajó los escalones mientras sus hermanitos y Cris se subían a la camioneta que los llevaría a la escuela.

Su Cristi estaba a punto se subir… esa era la última vez que la vería. Era tan linda, tan perfecta. Deseaba que fuera feliz, así lo que estaba a punto de hacer valdría la pena.

-Hey, Cristi…- no pudo evitar llamar su atención. La chica volteó a verla, con esa expresión dura, pero al menos la miró a los ojos.- Cuídate.-

Si lo entendió o no, no supo pues Cris no mostró reacción alguna. Simplemente entró a la camioneta y cerró la puerta. Ale observó como se alejaba.

-Alejandra.- Guillermo y Sofía estaban de pie detrás de ella.

-¿Sí?

-Quisiéramos hablar contigo, después de la cena.- le dijo el Conde.

-Claro.

-Es importante.- Le aclaró la mujer acariciándole maternalmente la mejilla. Ale solo asintió.

-Tengo que irme.-

-Ten un buen día.- Le deseó su padre con una sonrisa. No pudiendo evitarlo, se acercó y lo abrazó. Luego le dio un beso en la mejilla a Sofía y caminó a toda prisa hacia la cochera. Si se quedaba un minuto más, no tendría valor para marcharse.

 

*** ***** ****** ****

El rechazo de Alejandra le dolía. Había tenido la esperanza de que al declarársele, su prima le correspondiera. Tantos momentos hermosos juntas y esos besos que se habían dado… creyó que al menos Ale se sentiría atraída físicamente por ella, pero ni eso. Simplemente la rechazó.

Ahora no importaba que la adorara, que muriera de amor por la castaña, ahora lo que debía hacer era olvidarse de ella, borrar de su mente todas esas fantasías románticas, todos esos escenarios juntas, besándose, amándose. Era algo que jamás ocurriría.

Tendría que pensar en como soportar la presencia de Ale, como aguantarse las ganas de besarla cuando la viera. Sabía que fue injusta con su prima, no tenía por qué enojarse así con ella, si Ale fue sincera al decirle que no podía corresponderle ¿Por qué enfadarse? Porque no creía que no la amara. Porque tanta cercanía, tantas caricias, tantos abrazos, le indicaban que su prima sí sentía algo por ella y si la rechazaba era por cobardía. Por miedo a la reacción de los demás, de su familia. ¡Pero eso no importaba! Ella estaba dispuesta a enfrentarse a todos con tal de estar a su lado, ¿Qué no lo entendía? Y ese último beso en su habitación, tan apasionado, tan feroz… Había sentido todo su cuerpo temblar cuando Alejandra se acercó y la besó. Por primera vez sintió un ardor extraño en el vientre bajo, cuando Ale la empujó contra la pared. Por primera vez había sentido que la ropa le estorbaba…

Pero ahora, ahí a punto de salir de la oficina rumbo a su casa, sabía que Ale jamás la aceptaría. Nunca le daría una oportunidad. Pero tampoco podían ser amigas, no estaba lista para mirarla solo como amiga, tal vez algún día cuando su corazón se recuperase podrían intentar una simple amistad. Tal vez algún día…

Bajó al estacionamiento donde su papá le dijo que la esperaría y efectivamente ahí estaba él ya metido en su auto. Subió al lugar del copiloto y con pesadez respondía lo que el hombre le preguntaba. Estaba tan cansada, física y emocionalmente que apenas se dio cuenta que llovía fuerte y que tal vez pasaría otra noche con tormenta.

Ya casi era hora de la cena así que solo subió a su habitación a dejar sus cosas y darse un baño. El agua la ayudó bastante para sentirse mejor. Tendría que hacer gala de toda su fortaleza de ahora en adelante.

Mentalizada a tener que sentarse junto a su amor no correspondido, entró al comedor. Ahí estaba toda su familia, menos Alejandra. Se sentó en su lugar y se sirvió jugo mientras esperaba que su prima llegara para poder empezar a comer.  Escuchó unos pasos acercándose y se acomodó mejor en su silla, pensando que en cualquier momento la chica de mirada verde entraría por la amplia puerta. Pero no. El que entró fue Bernardo.

-Señor…- el mayordomo parecía agitado.- la señorita Alejandra no está.

-¿Avisó que no llegaría?- Quiso saber su papá.

-No… Señor…

-¿Qué pasa?

-Solo encontré esto.- Le entregó un papel al Conde.

Cris brincó de su silla y se paró detrás de su papá para leer la nota sobre su hombro. “Es lo correcto. Espero que respetes mi decisión y un día me perdones”. Abrió desmesuradamente los ojos y corrió como loca hasta el tercer piso. No, no, ¡no! Empujó la puerta del cuarto de Alejandra y entró. Se quedó de pie un segundo examinando todo a su alrededor. Entró al vestidor pero sí había ropa, mucha… A Ale no le importaba la ropa… Entonces pensó en otra cosa. Regresó a la habitación y buscó su vieja guitarra. No estaba.  Y hacía falta la guitarra eléctrica que ella le había comprado. Su corazón empezó a dolerle y sus ojos se humedecieron. En el librero no había ningún libro… ¡faltaban sus guitarras favoritas y sus libros!… eso solo podía significar una cosa. Dio unos pasos atrás, negando con la cabeza mientras el llanto brotaba por sus ojos. Chocó contra algo…un cuerpo.

-Cristina, ¿qué…?- Su papá también examinaba la habitación de su prima, estaba pálido.-Se fue…- dijo con la voz apagada. ¡No! ¡Alejandra no la dejaría!

Ahora corrió para salir de la mansión, tenía que alcanzar a Alejandra, era el único pensamiento en su mente. Bajó las escaleras y se dirigió a la salida. Le pareció que su madre la llamaba a su espalda pero no se detuvo. Abrió la puerta y corrió bajo la tormenta. El agua de la lluvia golpeó fuerte su cuerpo y se mezcló con sus lágrimas. Sus latidos le dolían, el nudo en su garganta apenas la dejaba respirar. Corrió como nunca antes lo había hecho mientras el cielo era atravesado por rayos y los truenos retumbaban.

-¡Alejandra!- Gritó con todas las fuerzas que le quedaban. Escuchaba voces detrás de ella pero no se detuvo. Atravesó la reja de la entrada y siguió corriendo.- ¡Alejandra, no me dejes! !No me dejes!- Tropezó y cayó con fuerza al lodo. Estaba calada hasta los huesos y con el cuerpo helado.- ¡Alejandra!- Gritó desde el suelo. Pero Alejandra no podía escucharla. Ya no estaba ahí.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno pues gracias por leer este fic, hemos llegado al final de esta historia, ya que por motivos personales no la seguiré y decidí terminarla así.

...

...

...

!JAAAAAAA! Es bromaa! no me maten, solo juego con ustedes. 

Sean pacientes que aun falta mucho de AleXCris.

 

Besos cachondos y...

!Travesura realizada!


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