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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Solo diré una cosa:

 

!Accio cap. 35!

Toc-toc.


-¡Mugrosa! ¡Abre! ¡El chico más guapo del universo ya llegó!-  Se apresuró a abrir la puerta, para que Lalo dejara de hacer escándalo.


-¿Guapo? ¿De donde?


-De todas partes.- Comentó su amigo entrando al departamento detrás de ella.- ¿Y tu novia?


-En mi habitación terminando de alistarse.- Revisaba su cartera asegurandose que tuviera efectivo.


-Oye…- Lalo se acercó para hablarle bajito.- ¿Cómo vas con ella? O sea… es muy bonita…


-¡Y es mi novia!- Gritó a susurros jalándole la oreja a su amigo.


-¡Auch! Si, eso lo sé.- Lalo se sobaba con expresión de dolor y disgusto.- No puedo creer que se haya fijado en ti.


-Ale es la chica más linda y genial que he conocido.- Giró el cuerpo para ver a Cristina  parada en el umbral del pasillo que conducía a las habitaciones. La observó de pies a cabeza, ensanchando la sonrisa en su cara. La azabache tenía una falda muy linda, sandalias, una blusita blanca y una chaqueta azul. El cabello lo traía suelto y se había maquillado de manera suave.- ¿Cómo no fijarme en ella?- Cristi se acercó, sonriendo.


-Preciosa, como siempre.- Le dio un besito a la chica.


-¿Te parece que me queda bien esta ropa?- Las prendas eran más sencillas a las que la azabache solía usar. Vestida así podía pasar desapercibida incluso en Thó.


-Todo te queda perfecto.- Rodeó la cintura de su chica y la besó de nuevo.


-Ujuuuuum.- Lalo llamó su atención.- Lamento interrumpir su momento meloso pero ¡tenemos que irnos!- El chico daba brinquitos en su lugar, impaciente.


-Vamos, amor.- Cristi le dio un beso en la nariz. Le tomó la mano a la azabache y salieron del departamento.


-Y… ¿Katty?- Lalo veía la puerta del departamento vecino. Inconscientemente el chico se arregló el cuello de la camisa beige que traía.


-Nos alcanzará ahí.


-Tranquilo, te ves muy bien.- dijo Cris.


-En verdad me agradas.- Su amigo parecía satisfecho.


-Vamos, galán.- Las puertas del elevador se abrieron y se dispusieron a bajar al lobby.


-Cristina, esto te encantará. La ciudad es muy linda y la calzada está conservada tal y como era hace 200 años.- Lalo estaba animado y tenía esa típica expresión de  niño con juguete nuevo.  Salieron del edificio.


-¿Iremos muy lejos?- Le preguntó su chica.


-No amor. No queda muy lejos, a unas 6 esquinas de aquí empieza el tramo empedrado.


Era genial caminar con Cristi y Lalo por esas calles. Su chica se notaba muy emocionada. Reía con los comentarios tontos de su amigo, preguntaba mil cosas de lo que ambos habían vivido en ese lugar.


Podía ver el inicio de la calzada a un par de calles. El tramo empezaba con una fuente de estilo… sabe que estilo era, pero parecía muy antigua. Y a partir de ahí la calle empedrada comenzaba y era flanqueada por casas coloniales, con techos altos y arquitectura imponente.


-Maravilloso.- Cristi rosó con la punta de sus dedos la fachada de una de las construcciones.


-Ésta casa es una de las más antiguas de toda esta región. Aquí vivió un ex gobernador a principios del siglo pasado.- Empezó a comentarle a su azabache.- Era uno de los pocos políticos que en verdad parecía preocuparse por su pueblo.


-Y por eso lo fusilaron.- Comentó Lalo.


-¿Lo fusilaron? ¿Por qué?- Los ojos de Cris denotaban esa sed de información tan común en ellos cuando de historia se trataba.


-Porque estaba en contra del sistema político de la capital. Él apoyaba a los pobres, a los indígenas. Repartió cientos de hectáreas de tierras entre sus paisanos, cosa que le había prohibido el Rey pues las tierras “podían servirle a la Corona algún día”. Ignorando esa orden, dotó a los campesinos de tierras y te herramientas para trabajarlas. Ven.- Jaló a su novia y se metieron a la casa, pues ahora funcionaba como museo.


En el interior había cuadros, documentos, fotografías en blanco y negro, la ropa con sangre del ex gobernador y la bala que lo mató.


-¿Qué es esto?-Cristi observaba una urna de cristal en cuyo interior se podía ver una hoja de papel con algo escrito en ella.


-La letra de una canción.- Aclaró.


-La canción que mandó hacer para su amor.- Completó Lalo sonriendo.


-Verás,- continuó ella.- Él era casado pero… un día llegó a la ciudad una periodista norteamericana. Venía a hacer un reportaje sobre la región y en cuanto se vieron… se enamoraron. Fue una historia de amor corta pero muy intensa. Se decía que él hablaba de ella dándole siempre el lugar del amor de su vida y pensaba formar una familia a su lado a pesar de las habladurías. Su amor fue de leyenda y la prueba de ello es esta canción que ha sobrevivido todo este tiempo y es un clásico  de la trova.


-Y la película.- Recordó Lalo.


-¿Les hicieron una película? ¿Podemos verla?- Los ojos de Cristi brillaban.


-Sí amor, podemos verla. La película tiene el mismo nombre de la canción, “Peregrina”.


-¿Qué pasó con ellos?


-Ella volvió a EE UU y él fue tras ella para hablar con su familia y pedir su mano.


-¿No que ya estaba casado?


-Si. Pero aun así pidió su mano. Creo que quería anular su matrimonio o algo. La familia dijo que sí. Él volvió y se supone que ella lo alcanzaría pero, - señaló la ropa con sangre.- lo arrestaron y fusilaron. Al enterarse ella volvió y jamás quiso regresar a EE UU. Se quedó aquí hasta que muchos años después también murió. Están enterrados a unos metros de distancia en el cementerio general.


-Que lindo… y que trágico.


-El amor es un ingrato… que te eleva por un rato…- sentenció su amigo.


-Cálmate, Arjona de los pobres.


Estuvieron dentro del museo un momento más hasta que le encargada los apresuró a marcharse pues ya iban a cerrar.


Cuando salieron la brisa nocturna era deliciosa. La calle estaba llena de gente, música y luces. Volvió a entrelazar sus dedos con los de Cristi y caminaron calle arriba. No le pedía nada más a la vida, nada más de lo que tenía ahí en ese momento. Su chica le guiñó el ojo y le sonrió con ternura mientras Lalo compraba unas papas a la francesa.


-Me encanta estar aquí contigo.- susurró Cris a su oído haciéndole cosquillas.


-Y yo soy muy feliz de que estés aquí… en verdad te queda muy bien esa ropa.- Rodeó la cintura de su azabache y besó su sien.


-Me siento muy cómoda, muy relajada.- La chica le dio un piquito. En ese momento su celular sonó.


-Es Katty. Ya está aquí.- Volteó la cara buscando a su amiga.


-Ahí viene.- Sintió el agarre de su novia hacerse más fuerte.


-Hola, chicas. Llego a tiempo ¿no?


-Sí, solo hemos entrado al museo…


-¡Bien! Me apresuré con las clases para poder  hacer todo el recorrido juntas.


-Solo espero que no hayas dejado ahogarse a ninguno de tus alumnos.- Le tomó el pelo a su amiga.


-¡Claro que no!- Katty le dio un golpecito en el hombro.


-¿Hace mucho que das clases de natación?- Preguntó Cristi a su amiga mientras se abrazaba a ella.  Ale le rodeó los hombros con el brazo izquierdo.


-Como un año.


-¡Ese puto señor no se daba prisa!- Lalo hizo acto de presencia. Se quedó de piedra viendo a Katty.


-¡¿Qué haces aquí?!


-¡Vivo aquí!


-¡¿En la calle?!


-¡No! ¡En esta ciudad!


-¡Hey! ¿Podrían tolerarse un poco?- Intentó poner un poco de orden pues sus amigos llamaban la atención con sus gritos. Cristi ahogaba una risita.


-Solo no intentes pasarte de listo.- Katty señaló amenazante a Lalo.


-Ok, ok. ¿Quieres papas?


-Si, dame.- La chica le arrebató el plato con las papas y empezó a caminar calle arriba.


-¡Oye! Yo también quiero.- Emprendió la caminata detrás de sus amigos que seguían forcejeando por comida.


-Yo creo que se gustan demasiado.- Opinó Cristi aún abrazada a su cintura.


-Naaah, no creo. Bueno, a Lalo si le gusta ella, pero Katty lo detesta.


-No me parece. Yo creo que si le gusta pero le gusta más pelear con él.


-Pues que rara es. Yo prefiero besarte y no pelear contigo.- Buscó un beso fugaz de Cris, quien se lo dio complacida.


La siguiente hora se la pasaron caminando sobre la calzada. Entre Lalo, Katty y ella le explicaban a Cristina la historia de la ciudad. Su fundación, los personajes ilustres, las leyendas, las anécdotas cómicas. En un parque un poco más allá, había un festival de trovadores. Muchas familias estaban ahí reunidas escuchando los diferentes grupos que actuaban. En la zona infantil había una zona de skate. Ahí Lalo le prestó su tabla a uno de los chicos y… cayó al suelo estrepitosamente. Katty se burlaba una y otra vez de él. Vencido, su amigo reconoció que era pésimo en eso.


-¡Ale! Ya vamos a comer, muero de hambre.- El chico se sobaba el estómago.


-Pero si te la has pasado comiendo pendejadas.


-¿Y eso qué?


-Yo también tengo hambre.- dijo Cris.


-Si mi novia tiene hambre, entonces a comer.


-Cristina, te sacaste la lotería en serio.- Comentó Katty mientras cruzaban la calle hasta un restaurante.- Ojalá yo encontrar a un chico tan encantador como Ale.


-¿Y yo estoy pintado o que?- Se quejó Lalo.


-Dije encantador, no demente.


-Lo demente enamora.


-Claro que no.


Aún sentados a la mesa, sus amigos seguían peleando por tonterías. ¿Cómo podía creer Cris que la atracción era mutua? ¡Katty tenía cara de querer matar a Lalo! Lo que le gustaba de ese restaurante era su gran variedad de comida y lo deliciosa que era. Y aunque su novia pidió una ensalada, pues quería seguir comiendo ligero para mantener su peso para la competencia, también probó de las enchiladas que ella ordenó.


-Ale, ¿en serio tienes que irte mañana?- Preguntó su amiga mientras mordía su hamburguesa de pollo.


-Si. Ya nos esperan para hacer la ceremonia en la cripta familiar.


-Entiendo… solo no tardes otros tantos meses en venir. Además a Cris le ha fascinado la ciudad, ¿verdad?


-Es hermosa.- Su chica picaba un trocito de lechuga con su tenedor.- Caminar por la calzada es como si volvieras en el tiempo, cientos de años atrás. Me encantaría vivir aquí.


-¿Y por qué no se mudan aquí?


-No.- Contestó enseguida la azabache.- Es imposible. Aunque yo estoy más que dispuesta a venir con toda la frecuencia con que se pueda, ¿te parece, amor?- Le preguntó.


-Por supuesto.


-Pero, ¿por qué es imposible?- Ahora fue Lalo el que intervino.- O sea, departamento ya tienen y con su dinero ni siquiera tendrían que trabajar.- Lejos de enojarse, Cristi sonrió.


-No se trata del lugar, del dinero o del trabajo. Yo… debo estar en Castilnovo. Hay mucho que hacer, mucho que dirigir… Amo ese lugar y tengo tantas cosas en mente para las personas que viven ahí.- Veía la emoción en el rostro de su novia. El tono de su voz denotaba la devoción por su tierra.


-Y yo que creí que tu vida era fácil.- Comentó Katty mirando a Cris.


-He tenido ventajas pero también desventajas.


-Bueno, -Lalo hablo más animado.- ve el lado amable de esto. Cuando la vida de ahí te estrese demasiado puedes huir a este lugar un par de días y ser solo una chica más. Hay muchas cosas que por falta de tiempo no podremos enseñarte pero eso significa que te estaremos esperando para continuar con el tour.- Le sonrió a su amigo agradeciéndole sus palabras hacia su novia.


-Vaya, es la primera vez que te escucho decir algo sensato.- Katty parecía en verdad asombrada de que Lalo no hubiera dicho tonterías, al menos por esa vez. Y por primera ocasión desde que lo conocía, Ale fue testigo de como su amigo se quedó mudo y sonrojado. Soltó una carcajada.


-¡¿De que te ríes, enferma?!- recibió un zape de parte del chico.


-¡De tu… cara!- intentaba controlar su risa.


-¡Cállate!- Aún rojo pero también sonriendo, Lalo le tiró una servilleta hecha bolita y con residuos de cátsup, manchándole la camisa.


-¡Tarado!


 


******** ******** ********


 


A pesar de que hacía ya varios minutos que habían pagado la cuenta y emprendido la caminata de regreso al departamento, Ale y Lalo no dejaban de discutir y jalonearse. A ella le hacía gracia ver a ese par molestándose el uno al otro. Sabía que su castaña se sentía bien al estar ahí con sus amigos. Sabía que a pesar de no decirlo, Ale extrañaba mucho ese lugar y su antiguo estilo de vida. Después del torrente de emociones que su novia experimentó en la tarde, esa salida con sus amigos le hacía bien. La fortalecía de nuevo.


Caminaba junto a Katty pensando que en verdad quería cumplir eso de visitar ese lugar con frecuencia. Era una de las pocas ocasiones en que no iba con escolta o vigilada a algún sitio. Se sentía cómoda y no se preocupaba por si alguien la fotografiaba.


-No tienes por qué ponerte celosa, ¿sabes?- Escuchó la voz de Katty.


-¿Disculpa?


- Que no tienes que ponerte celosa... he notado que te pones a la defensiva cuando me acerco a Ale.


-No… yo no…- Sintió las mejillas arderle un poco.


-Ella es mi amiga, solo eso. Además, a mi me van los chicos. Y Ale… ella nunca mostró interés romántico por mi, nunca se ha portado como algo más que una amiga, una buena amiga.- Katty le sonrió para tranquilizarla.- Se nota que está loquita por ti. Cuando huyó de tu casa y vino hasta aquí, ella estaba decidida a irse lejos pero pasó algo que la hizo cambiar de parecer.- Ponía toda su atención en lo que la chica le contaba. Alejandra nunca le había especificado por qué no huyó ese día.


-¿Tú estabas ahí con ella?


-Sí. Estaba en mi habitación cuando oí algo golpeando mi ventana. Al principio me asusté pero luego escuché que decían mi nombre. Entonces reconocí su voz. Había subido por la escalera de emergencia, acompañada de ese baboso.- Movió la cabeza indicando quién era el baboso.- Dijo que tenía que entrar a su departamento sin que nadie la viera, así que al no ver moros en la costa entramos a su depa. Mientras ella buscaba unas cosas, el tarado me explicó que Ale se había enamorado de ti y quería alejarse porque eras su hermana. Se veía triste, desesperada… pero luego no sé que pasó… Salió de la habitación de su mamá y dijo que volvería por ti.


Se quedaron en silencio un momento. Ella solo veía, unos metros adelante, como Lalo le jalaba el cabello a su novia y ésta lo pateaba. ¿Qué habría pasado para que Ale tomara esa decisión, si ya estaba lista para marcharse?  Y no es que no estuviera feliz de que Ale hubiera vuelto por ella, pero tenía curiosidad de saber lo que había sucedido.


-Sea lo que sea, la hizo volver a mi. Gracias por contarme y perdón si alguna actitud mía te incomodó.


-Naah no te preocupes, es comprensible que defiendas a tu novia. Ella es linda. Si me permites decirlo, claro.- Katty le tomó el pelo.


-Ella es magnífica.- aseguró sonriéndole a su castaña cuando ésta giró el rostro y cruzó su mirada verde con la suya.


El paseo fue muy divertido. Había hecho buena amistad con Lalo y Katty y sentía que los amigos de su novia la aceptaban sin peros. Reía a carcajadas con las tonterías de Ale y  el chico, cosa que hizo que el camino de vuelta resultara más corto de lo que recordaba.


Eran las 10.30 pm cuando llegaron al edificio y se quedaron parados en la entrada un momento.


-¿Quieres que venga por ustedes temprano? Recuerda que mi abuela quiere que desayunemos juntos.- Dijo Lalo seguramente dirigiéndose a Ale pero sus ojos estaban puestos en Katty.


-¿Por qué no miras para otro lado?- Se quejó la chica.


-Porque eres hermosa.- Katty frunció el ceño. Silencio.


-Bien... creo que…- empezó a decir su castaña algo insegura de romper ese momento.- estaría bien. Vienes como a las 8 am, ¿no?


-Ajá.- Lalo asintió pero continuaba mirando a Katty. Decidió actuar rápido.


-Bueno entonces, Ale y yo nos retiramos, pasen buenas noches chicos, gracias por todo y nos vemos mañana.- Jaló a su novia y la arrastró al elevador.


-¿Qué fue eso?- Se quejó Alejandra en cuanto la puerta del ascensor se cerró.


-Creo que necesitan estar a solas un momento.


-¿Sigues pensando que hay interés mutuo?


-Es obvio.


-Amor, no creo que…


-Es obvio, dije.- Se impuso. Rio cuando Ale se quedó callada mirándola. Se acercó a darle un pico.- Te amo.


-Y yo a ti.- Su castaña dejó besitos en su nariz y mejillas. Le fascinaba sentirse mimada. Bajaron en su piso.


-¿Qué te pareció el paseo?- Ale abrió el departamento y la dejó pasar primero.


-Genial. Es un lugar muy bonito y el ambiente es acogedor.


-Sabía que te gustaría.- Comentó su novia mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba sobre el sofá distraídamente. Observó a Ale acercarse a la urna  y rosarla con las yemas de los dedos.- ¿Sabes? Me siento muy bien.


-¿Si?- Abrazó a Ale por atrás, pegándose a ella y besando su espalda.


-Si. Siento algo a mi alrededor, como energía… amor… no sé que sea, pero me envuelve y se siente bien.


-Es amor, Ale. El amor de tu familia. La de aquí y la de allá.


-Soy muy afortunada.- Su chica giró y quedó frente a ella buscando de nuevo su abrazo.


-Yo lo soy, por tenerte conmigo.


-Sí… eso sí.- Bromeó su chica.


-Aún traes la ropa manchada con cátsup.


-¿Ves porque odio a Lalo? Me cambiaré de ropa de una vez.- Ale le dio un beso en la frente.- ¿Vienes?


-En un momento voy.


-Ok. Te espero.- Recibió un piquito y observó a su castaña alejarse.


 


******** ******** ********


Bostezaba y buscaba una camiseta de algodón para ponerse y dormir cómoda. Estaba súper cansada y si por ella fuera dormiría dos días seguidos. Se desabotonó la camisa y giró al sentir la presencia de alguien. Cristina la miraba apoyada en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados y una expresión pícara en el rostro.


-Linda.- Susurró juguetona la azabache recorriéndola con la mirada. Sus ojos se detuvieron un momento en su abdomen descubierto.


-¿Te parece?- Le siguió el juego a su novia.


-Si...- Cristi titubeó un instante.


-¿Quieres tocarlo?- Abrió un poco más la camisa para dejar a la vista más piel.


-Bueno.- Haciéndose la que no quería, Cris se acercó a ella y acarició lentamente su abdomen con la yema de los dedos. Sonrió al ver como poco a poco las mejillas de su novia se tiñeron de carmín. Se fue inclinando despacio hasta unir sus bocas en un beso húmedo y calmado. Colocó sus manos en la cintura de su chica, mientras ella seguía acariciando su torso.


-Cristi…- dijo quedamente, abandonando los labios de su novia para deslizarse por su cuello. Apartó con delicadeza el cabello que cubría esa parte del cuerpo de la azabache y continuó con los besos y mordiscos.


Cris subía gradualmente sus manos hasta que unos minutos después la tenía sujeta de la cabeza, para evitar que parara con la estimulación de su cuello. Lo más lento y sutil que pudo, fue dirigiendo a Cristina hasta la cama, hasta que terminaron acostadas en ella.


Sabía que no debía pasar lo que su cuerpo y su alma deseaban que pasara, pero no podía contener sus ganas de tocar y besar a su novia. No quería parar, aun no. Se sentía tan rico estar ahí sobre esa chica. Se sentía genial sentir su estremecimiento con cada beso en esas zonas tan sensibles.


-Ale…- La azabache suspiró y enredó sus piernas alrededor de su cintura, buscando su boca para besarla a su antojo. Ella dejó que su chica marcara el ritmo del beso. Dejo que fuera Cristi la que dictara si eso continuaba o acababa.  Temblaba ligeramente, usando toda su concentración para controlarse y no apresurar las cosas, pero sus manos avanzaban ya debajo de la ropa de su chica. Sus manos traviesas, que aprovechando la ventaja de la falda de Cris, recorrían sus piernas, buscando el borde de sus pantaletas. Metió los dedos solo unos centímetros bajo la ropa interior de la azabache.- Ale… no...-Detuvo su mano, pero no la apartó. Continuó con los besos, dándole tiempo a su novia para relajarse. Cristi la tomó del rostro y la separó un poco de ella.- Ale… tu sabes que…


-Si, si… lo sé.- Ahora si apartó la mano. Respiró hondo, miró un momento los ojos de Cristina, antes de levantarse de la cama. Moría de ganas de hacer el amor. Sentía su cuerpo alborotado. Sentía la humedad ya presente en ella. Recogió la camiseta que había llegado hasta el suelo y buscó un pants.


-Amor…


-Dime.


-Lo siento.


-No te preocupes.- Cris estaba sentada en la orilla de la cama.- Pero creo que dormiré en la habitación de mi mamá.


-¿Porqué? ¿Estás enojada?- La azabache se acercó con cara de preocupación.


-No. No es eso… es solo que… no quiero acabar violándote.


-No seas tonta.- Cristi le dio un beso en la mejilla.


-Ya te dije que entiendo tus razones para no querer hacer el amor, pero cada vez que nos besamos y nos tocamos de la manera en que acabamos de hacerlo, me cuesta más contenerme y detenerme.- No podía evitar sentirse algo frustrada en ese momento. La azabache la abrazó por el cuello.- Te amo, te dije que te esperaría y lo haré.-  Pegó su frente a la de Cris.- Buenas noches, Cristi.- Sonrió para que la chica no se sintiera mal. Con la camisa aún abierta y su cambio de ropa en una mano, se dispuso a salir de la habitación pero antes de llegar a la puerta, escuchó a la voz de su novia.- ¿Qué dijiste?- Volteó a mirarla.


-Ya no quiero esperar más.


Con pasos firmes Cristina caminó hasta ella y atrapó su boca con un beso furioso, apasionado, desesperado. Dejó caer la ropa al suelo y correspondió de igual forma el contacto. Hizo a un lado el control, el raciocinio, la dulzura… ahora solo sentía su cuerpo ardiendo y la impaciencia por tener y ser de Cris. Su chica también estaba descontrolada, sentía como jaloneaba su labio inferior y sus manos dedicadas a la labor de abrirle el pantalón, tirando de él como si no supiera como desabotonarlo y quisiera romperlo.


Entre mordiscos salvajes y forcejeó con la ropa, caminaban a tropezones de nuevo a la cama. Por fin Cristina logró abrirle el pantalón y cortó el beso solo el tiempo necesario para quitárselo. Se abalanzó de nuevo a la boca de su chica, ignorando el dolor  de la brusquedad de ese beso. Se desquició más cuando su atrevida novia colocó la mano en su bóxer sobre su zona íntima y dio un obsceno apretón.


Sin perder un segundo más, se bajó la prenda y empujó a Cris a la cama, subiéndose también a ella, levantándole la falda y quitándole la pantaleta de un solo movimiento. Colocó una pierna entre las de su novia y pegó sus vaginas, moviéndose y empujando una y otra vez. Estaba loca. Estaba perdida.


 Cristina jadeaba con cada movimiento pero lejos de quejarse, ella también se movía. La azabache se había olvidado del recato y la ternura. Al tener aún ropa de la cintura para arriba, su chica aprovechó para tomarla de la camisa que seguía abierta y jalarla de ella, ayudándola con el vaivén desenfrenado.


Su respiración era completamente irregular, su corazón latía tan fuerte que le punzaba el pecho, su instinto estaba desbocado… La mutua estimulación que se hacían la estaba llevando al borde en apenas algunos minutos. Sus cuerpos húmedos y calientes hacían ruidos viscosos. Cristina tenía los ojos entrecerrados y a momentos estiraba el cuello y bufaba con más frecuencia, sin dejar de jalarla de la camisa. Aunque parecía imposible, aumento la fuerza de los movimientos, haciendo que ambas soltaran un intenso gemido al unísono. El colchón rechinaba y se movía con  violencia y ellas ascendían cada vez más, el cabello alborotado de Cris ya rozaba la cabecera de la cama.


De lo que no había ninguna duda, era en que esa noche no dormirían.

Notas finales:

Hola a todas. Les dejo las notas aquí porque no quería hacerles perder más tiempo poniéndolas al principio jaajaa. 

Perdón por tardar tanto en actualizar, pero para las que no sepan han pasado muchas cosas en mi vida.

Me cambié de trabajo y de ciudad.  Las primeras dos semanas no tuve ningún día de descanso, esa fue mi "novatada", pinches putos culeros. Y mis guardas son de 12 horas y si pasa algo en la madrugada... pos también me llaman. ASí que este cap se formó en mis ratitos libres. Prometo no abandonar el fic aunque sí les pido paciencia y comprensión. 

Gracias por su apoyo a esta histora. Así que con este cap. estrenamos trabajo, ciudad y departamento. Ujuuuu.

Besos cachondos para todas.

Pd. los datos históricos son verídicos, eh. 

!Travesura realizada!


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