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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Heeeeeeey. Ya me callo y les dejo leer.

 

!Accio cap 40!

-Entonces, ¿no sabes ni que pedo con el príncipe?- le preguntó a su papá.

-¿Disculpa?

-¿Qué no sabes porque precisamente tiene que venir el príncipe hasta aquí?

-Pues… no. Es obvio que todo lo que ha estado pasando será el tema de su visita.

-Nunca creí que las cosas se pusieran así.- Sofía se sentó junto a Cristina. Estaban todos en la habitación de la chica.

-A mi me parece muy bien todo lo que ha pasado, todo lo que la gente está haciendo.- Aseguró Angie con expresión de disgusto.- Después de tantos años vienen a meter sus narices. Aportamos una inmensa fortuna a la Corona como para que ahora nos digan que nuestra familia es un asco.

-No dijeron eso.- Aclaró Guillermo.

-Pues eso entendí.- Angie se cruzó de brazos.- Solo buscan un pretexto para apartarnos de los asuntos de esta región. Guillermo, ¿No  has  pensado que el ministro ese esté coludido con Tomás? ¡Mira lo que ha hecho! Ha evitado que el juicio empiece y los ha colocado en arresto domiciliario!

-Eso es muy raro, papá. No se está siguiendo el procedimiento normal. Tal vez Braga sea un corrupto.- Opinó Cris.

-Trabaja para el gobierno, obvio lo es. A mi me parece genial que las personas opinen, al fin y al cabo tienen todo el derecho a hacerlo, viven aquí, este es su hogar.

-Pero hay formas de hacerlo.- Su papá empezó a darse un ligero masaje en las sienes. En los últimos dos días, las calles de todas las poblaciones del Condado se habían visto inundadas con carteles de apoyo hacia su familia.

-Lo que hacen me parece una buena forma. Son pacíficos y respetuosos. Dan su opinión sin dañar a nadie, simplemente hacen llegar el mensaje.- Colocó una mano en el hombro de su papá.-Tranquilo, Castilnovo seguirá adelante.- Su papá asintió.

Toc toc.

-Adelante.- La puerta se abrió y Bernardo apareció.

-Señor, la comitiva de avanzada de su Alteza acaba de ingresar a los terrenos de la mansión.

-Ya vamos.-Guillermo se puso de pie.- Es hora.

Ese era el día en que el príncipe Fernando llegaría. Era cuestión de minutos para que la camioneta que lo transportaba ingresara a la propiedad. Se había preparado rápidamente un operativo para recibirlo. Ese día las reuniones serían en la mansión y ahí dormirían él y parte de su comitiva.

-Enseguida los alcanzamos.- Le comentó a su papá. Los mayores salieron de la habitación y la dejaron sola con Cristina.- ¿Lista?

-Lista.- Se inclinó a besar a su chica.- Te ves especialmente guapa hoy.- La azabache acarició su rostro y le acomodó mejor el cabello.- ¿Te peinaste?

-A veces lo imposible, sucede.- Su chica rio.

-Vamos o papá se enojará más de lo que ya está.

-Pues que te regañe a ti.- Bromeó mientras colocaba un brazo bajo las piernas de su novia.

-¿Qué haces? No me cargues.

-¿Por qué no? Aun te duele.

-Si pero puedo bajar despacito. No quisiera darles pretextos para atacarnos.

-Hagamos algo: te cargo hasta bajar los escalones y de ahí caminas sola, ¿va?

-Terca.- Cristi le dio un besito en la nariz.- Vámonos ya.

Sujetó con firmeza a su novia y se dispusieron a bajar para alcanzar a su familia. La casa estaba especialmente ordenada, limpia y adornada para recibir a los visitantes. Soltó una risita al sentir los labios de Cristi contra su cuello. ¡Siempre se aprovechaba así de ella!

-Sería una declaración de rebeldía hacerte un chupetón ahora, ¿verdad?- preguntó pícara la chica.

-No te atrevas Cristina San Román.- Apartó el cuello de los labios de la azabache que empezó a reír.

-¡Que estirada te has vuelto!

-¿Qué te pasa? La estirada oficial aquí eres tú. No se desde cuando te volviste tan loquita.

-Tú me volviste loquita.- Cristi le dio un sonoro beso en la mejilla.

-Échame la culpa…. Yo creo que tenías una fuerte cantidad de locura oculta, lista para salir.

-Entonces tú fuiste el detonante.- Otro beso.

-Eso me suena romántico.- Sonrió, bajando con suavidad a Cristina.- Vamos, es hora de sonreír cortésmente.- Bromeó mientras la azabache se colgaba de su brazo derecho y caminaban hacia la puerta principal.

-Y de no ser irónicas…-

-El mundo es una ironía.- El sol del ocaso le dio en la cara cuando salieron de la casa y se colocaron junto a los demás integrantes de la familia.

-Shhht, ya cállate.- Cristina le pellizcó la cintura, a lo que ella dio un brinquito.

-Quietas.- Pidió Guillermo apenas moviendo los labios y con la mirada al frente, ¿Cómo chingados se dio cuenta de su movimiento? Cuatro camionetas de lujo negras cruzaron la  entrada de la propiedad y se acercaban cada vez más a ellos.

Miró a su padre que tenía el ceño fruncido y los puños cerrados, denotando la tensión que sentía. Sofía se acercó a él y le tomó la mano. Guillermo le regaló una ligera sonrisa a su mujer. Giró el rostro y se percató de que su azabache también contemplaba a sus padres. La chica conectó su mirada gris a la suya y se acercó para darle un beso suave en la comisura de los labios. Le sonrió a Cristi mientras ésta aflojaba la fuerza con que la tenía sujetado del brazo y deslizaba la mano buscando la suya para entrelazar sus dedos.

Las puertas de las camionetas se abrieron y de ellas bajaron una decena de hombres vestidos con trajes negros. Uno de esos hombres abrió la puerta de pasajeros de la tercera camioneta. Un hombre bajó del vehículo. Era alto, con el pelo negro peinado hacia un lado, ojos cafés claros. El príncipe lucía un impecable traje gris. Se acercó a ellos con paso seguro y elegante. Guillermo hizo una reverencia ante la sonrisa del recién llegado.

-Bienvenido, Alteza.- imitó la reverencia que hicieron todos.

-Memo…- murmuró el príncipe. ¿Memo?  El hombre extendió la mano esperando que su papá correspondiera al saludo. Guillermo dudó un poco pero al final le estrechó la mano.- Quita esa cara, hombre. Pareciera que he venido a darte malas noticias.- El príncipe dio un golpe al hombro del Conde.- ¡Sofía! Hermosa dama, un placer verte.- Se acercó y dio un beso en cada mejilla a su madrastra. Ella solo miraba como el príncipe saludaba a toda su familia. No parecía tan aterrador. Sonreía y trataba a todos con amabilidad. Entonces el hombre las miró a ella y a Cris.- Cristina….- Su chica dio unos pasos hacia el príncipe, quien le tomó la mano y depositó un beso en ella.- Guillermo, tu hija cada día se pone más hermosa.

-Gracias, Señor.- Su papá aceptó el cumplido.

-¿Cómo has estado?- Preguntó el hombre a su novia.- La última vez que te vi fue hace….

-Cinco años, Señor.

-¿Tanto? ¡Oh sí! En las festividades de la capital, es verdad. Ahora, preséntame a tu prima.- Todos voltearon a verla, sintió una ligera incomodidad pero intentó no asustarse y mantenerse segura y tranquila. Se acercó a Cristina.

-Alteza, le presento a Alejandra San Román.- Se sentía tan estúpida inclinándose ante ese tipo…

-Mucho gusto, Alejandra.- Sabía que en ese momento estaba siendo examinada a detalle por esos ojos cafés.

-El placer es mío, Señor.- Mantuvo la mirada en los ojos del príncipe hasta que fue él quien rompió el contacto visual.

-Pasemos al salón.- Intervino su papá. Esperó en su lugar hasta que la comitiva empezó a moverse y a ingresar a la mansión. Cristina volvió a tomarle la mano.

-¿Estás segura… prima?- Preguntó juguetona señalando sus manos unidas.

-Claro, prima. No pienso soltarte.

En el salón todos tomaron asiento mientras el personal de servicio se encargaba de servir las bebidas. Ella tomó una copa y examinó a todos ahí. El Príncipe estaba sentado cómodamente con una pierna cruzada sobre la otra y también sostenía una copa con su mano derecha.

-Está casa está tal y como la recuerdo. Hace mucho tiempo que no venía. Desde su boda, ¿cierto?- Preguntó mirando a Guillermo mientras tomaba un sorbo de su copa.

-Si, así es.

-Una linda ceremonia, aunque austera a mi gusto.

-Queríamos algo íntimo.

-Si, he pensado mucho en eso…- Hizo un ademán a un mozo quien se acercó y recibió la copa vacía sobre una charola, para posteriormente retirarse.- Es raro que siendo un Condado tan importante, la boda de su Conde haya sido tan… deslucida.

-Aquí no estamos acostumbrados a la pompa de la capital.- Comentó Angie con la sonrisa más falsa que le había visto desde que la conocía.

-Si puede ser.- El príncipe Fernando colocó sus ojos en ella, luego en Cristina y por último en Guillermo.- Lo que me apetece ahora es tomar una ducha y descansar un poco. Fue un largo viaje. Podemos dejar la charla para la hora de la cena.- Se puso de pie imitando a los demás. Observó a Fernando  salir del salón acompañado de Guillermo. En cuanto en el salón solo quedaron ella y su familia todos se dejaron caer pesadamente de nuevo en sus asientos.

-Esto es una farsa.-Dijo Angie, ahora sí con un gesto de auténtica molestia en el rostro.

-Tranquila, aún no sabemos qué es exactamente lo que busca.- Sofía llamó con la mano a un mozo para llenar de nuevo su copa. Era la primera vez que veía a su madrastra beber el contenido de un jalón. Intercambió una mirada con Cristina. Su chica esbozó una ligera sonrisa y le hizo una señal para que se marcharan de ahí.

-¿Te sientes bien?-preguntó a su novia al sentir como se apoyaba mucho en ella.

-Me duelen las costillas. Creo que no es bueno estar tan activa.

-¡Pues no! Usted señorita debería estar en reposo total.- Reprendió a la azabache mientras la ayudaba a subir a su habitación.

-Era importante que estuviera en la bienvenida. Aunque… creo que tendrás que disculparme con todos para la cena. Prefiero comer en mi habitación.

-¿Puedo comer contigo?- Entraron ya al cuarto de Cris.

-No. Es mejor que estés con los demás. Así podrás contarme como estuvo.

-O sea que seré tu espía.

-Algo así.- Acomodó las piernas de su novia sobre la cama.

-¿Me pagarás?

-Prometo pagarte muy bien en cuanto me recupere.

-¡Acepto el empleo!

 

 

 

Como Cristi se quedó dormida, ella se fue a su habitación para  prepararse para la cena. Mientras buscaba que ropa ponerse, platicó un rato con sus amigos. Al parecer estaban todos juntos pues se escuchaban las voces de Lisa y Nico… y los gruñidos y palabrotas de Natalia. Después de jurarles una y otra vez que Cristina se encontraba bien y que la cuidaría mucho, sus amigos cortaron la llamada para darle tiempo de hacer lo que tenía en mente.

Bueno, ahora solo tenía que ser paciente y mantener la cabeza fría y serena. El príncipe ese ya estaba ahí y ahora pasara lo que pasara tenía que agarrarlo de frente, o sea tomar al toro por los cuernos.

Nunca había puesto tanto empeño en lucir bien. No le importaba demasiado lo que las visitas pensaran o dijeran de ella pero sabía que su papá esperaba que se comportara a la altura.

Antes de bajar al comedor dio un breve vistazo a la habitación de Cristina. La chica seguía dormida. Decidió irse de ahí sin hacer ruido, era justo y necesario que la azabache descansara. En el piso de abajo había más movimiento de lo normal. Intentó pasar desapercibida pero los ojos de las personas acababan sobre ella, examinando sus movimientos.

Al no ver a nadie de su familia empezó a buscar alguna ruta de escape. Se coló por el pasillo que daba a la cocina y entró en ella, apoyando la espalda en la puerta. ¡La cocina también era un caos! Los cocineros, los mozos y las chicas del servicio usaban el traje de gala de su uniforme y caminaban de aquí para allá. Se notaba que todos ahí tenían algo que hacer y ella era como una mancha insignificante en ese lugar.

-Señorita, ¿se le ofrece algo?- Preguntó una chica, tal vez un par de años mayor que ella.

-No, yo solo… no sabía a donde ir.- Admitió sonrojándose al instante.

-Entiendo.- La chica servía hielos en un recipiente y colocaba algunos vasos en la charola.

-¿A dónde llevarás eso?

-Al despacho, su tío y el señor Gastelum están ahí.

-Oh… no te molestes, yo lo llevo.- Sujetó la charola de los costados.

-¡No! ¿Cómo cree, señorita? Yo lo hago.

-No, no, no, déjame a mi. Estoy aburrida.- Se encaminó a la salida mientras la chica corría detrás de ella.

-¡Pero…! ¡Señorita!

-Tranquila, tranquila. Puedes decirles que te amenacé, golpee o algo.

-¡Pero!

Atravesó la puerta y caminó de vuelta al vestíbulo para atravesarlo y llegar al despacho. Al menos podría esperar a que se sirviera la cena acompañando a su papá y a Álvaro. Dio un par de golpes a la puerta usando la punta de su zapato, ¿Cómo le hacían las del servicio para no tirar todo? Cuando escuchó la voz de Guillermo dándole permiso para entrar, abrió la puerta e ingreso.

-¿Qué haces tú con eso?-Le preguntó su papá con la ceja derecha levantada. Ella solo se encogió de hombros y empezó a servir dos copas de whisky y un poco de agua para ella.-Sé que Fernando se trae algo entre manos, no creo que haya venido solo por los rumores que circulan por ahí.

-¿Y cual crees que sea el motivo real?- Le entregó las copas a los hombres.

-No lo sé. De adolescentes fuimos buenos amigos, así que espero que al menos tenga la gentileza de revelarme los motivos de su presencia.

-Tranquilo, pa´. No desesperes.- Opinó tomando un sorbo de su agua.

-Guillermo hace muchos años que dejó de ser tan despreocupado como tú.- Dijo Álvaro con una media sonrisa.- Por cierto, hoy te ves como una persona respetable. No pareces una delincuente juvenil.

-Si bueno… a veces ocurren milagros.- Alguien llamó a la puerta. Segundos  después la Condesa entró a la habitación.

-Guillermo, el Príncipe está ya en el salón.

-Pues vamos.

Se tomó de un jalón lo que quedaba en su vaso y siguió a su papá y a los demás. Efectivamente el Príncipe Fernando y su bola de lambiscones…. Perdón, su séquito ya estaban en el salón. Su papá se acercó al hombre, que admiraba una pintura en una de las paredes. En esa casa habían un sin número de cuadros y diversas obras de arte. Elle se quedó en su lugar mientras Sofía y Guillermo enseñaban las pinturas al Príncipe. Su tía Angie y sus hermanitos, que lucían sus mejores trajes, tenían la misma cara de póker que ella.  Sofí la tomo de la mano y se quedó inmóvil como estatua. Era súper raro ver a esa pequeña umpa lumpa tan quieta.

-¿Estás bien, pequeña?- susurró.

-Ya me aburrí.

-Yo también.- Le sonrió a la enana, que también hizo lo mismo. Cuando levantó la mirada se dio cuenta de que Fernando las observaba con mirada analítica. El hombre regresó la vista al cuadro que Guillermo señalaba.

Unos minutos después todos se dirigían al comedor. Cuando entró estuvo a punto de silbar con asombro. Habían cambiado los manteles y dispuesto la mesa de la forma más elegante que había visto en su vida. Los mozos estaban de pie con la espalda pegada a las paredes. En cuanto los vieron entrar hicieron una reverencia perfectamente coordinada. Se sentó dos lugares a la derecha de su lugar de siempre. Con perfecta sincronía, los mozos empezaron a servir los platillos y las bebidas.

-¿Tu hija no nos acompañará?- Escuchó la voz de Fernando.

-Le pido excusarla, debido al percance sufrido necesita guardar reposo.

-Oh si, claro, claro. Pero me gustaría hablar con ella… ¿mañana?- Guillermo cruzó la mirada con la suya una fracción de segundos antes de responder.

-Por supuesto.- Accedió.

Se pasó el resto de la cena solo comiendo y mirando su plato. ¡Se hubiera quedado en su habitación! Sofí estaba sentada junto a ella con cara de estar durmiendo con los ojos abiertos. Memo observaba a su padre como si aprendiera de cada movimiento y palabra de Guillermo. Angie sonreía tímidamente a Álvaro que estaba sentado junto a la mujer.  Sabía que su tía cada día se escondía más de Gerardo, de hecho, el aún prometido de su tía ni siquiera había sido invitado a esa cena. Sabía que Angie no había sido clara con él, pero por la cercanía que últimamente tenía con Álvaro, sospechaba que en muy poco tiempo estallaría la bomba.

-La cena estuvo deliciosa, una felicitación a tus chef´s.- Fernando parecía bastante complacido y satisfecho.

-Un placer atenderlo, Señor.- Sofía aceptó el cumplido.

-Ahora, me encantaría hablar contigo y tu familia.- Le pidió el príncipe a Guillermo.

-Claro. Pacemos al despacho.

Cuando todos se pusieron de pie, se apresuró a tragarse toda la tarta de manzana que aún tenía en el plato. Sentía los ojos algo llorosos por el esfuerzo que hizo para tragar. Sofi y Memo fueron guiados a sus habitaciones mientras los San Román adultos entraban al despacho. Miró el gesto de advertencia de Guillermo, podía leer claramente “no vayas a hacer una de las tuyas”.  Le dirigió una sonrisa culpable a su papá y centró toda su atención al Príncipe.

-Bien. Yo sé que mi visita ha generado nerviosismo y ansiedad en ustedes. Lo que vamos a hablar ahora no debe salir de esta habitación hasta que llegue el momento. Sé de todas las peleas y diferencias que han tenido con la familia Aragón. Sé de donde vienen esas peleas – Fernando la miró a ella.  ¡Uuups, perdón!- Mi padre, asesorado por su bandada de Ministros ancianos, estaba totalmente escandalizado por la conducta de esta familia. Pero creo que en el lugar de ustedes, yo hubiera hecho lo mismo. En tu lugar yo hubiera hecho lo mismo.- Se dirigió a Guillermo.- Mi padre abdicará muy pronto al trono, en un mes se hará el anuncio oficial. Así que quien estará al frente de la Corona seré yo y no quiero a los Aragón como dirigentes de este Condado. Quiero a gente confiable, o sea a ustedes. El Ministro Braga vino con la intención de arrebatarles el título, -miró a su padre quedar pálido.- pero he dado la orden que frenar eso. Mañana mismo nos reuniremos con el Fiscal y quiero que se inicie el juicio a los Aragón. No empezaré mi reinado haciéndome de la vista gorda ante un acto de vulgar corrupción.-Ese tipo ya no le desagradaba tanto.

-¡Eso! Eso es lo que esperaba esta familia.- Empezó a decir con aire triunfal Angie.- Alguien que se imponga ante la porquería que los Ministros siempre han tirado sobre todos. Esta familia le jura lealtad desde ahora.

-Sé que cuento con ella.- Fernando sonrió.

-Ahora me gustaría hablar a solas con Guillermo y con Alejandra.- ¡¿Qué?! ¡¿Ella por qué?! ¡Si no había hablado en toda la cena! ¡Puta vida! Su familia se miró entre sí, pero nadie se movió.- Por favor.- Aunque ese “por favor” sonó más a una orden. Así que Angie y Sofía salieron del despacho, dejándola sola con Guillermo y Fernando.

-Usted dirá.- Fernando hizo un ademán para invitarla a sentarse cerca de él. Así que lo hizo.

-Tengo entendido que naciste y creciste lejos de aquí.

-Sí, así es.

-¿Qué te parece este Condado?- ¿Qué debía responder?

-Uhm… pues… bastante tranquilo. Me gusta vivir aquí, sobretodo ir al ´pueblo a comer helado.-El príncipe sonrió de medio lado.

-¿Alguna vez te imaginaste viviendo aquí?

-No. Creí que nunca conocería este lugar

-¿Y porqué viniste?

-Eh…- cruzó la mirada con Guillermo un segundo.- aquí está mi familia.-Respondió al fin.

-Este es tu lugar.- Afirmó el hombre.- Tengo entendido que mantienes una relación sentimental con Cristina…

-Sí, así es.

-¿Y que tal van con eso?- ¡¿Porqué se metía en eso?!

-Excelente. Nos va muy bien.- No pudo reprimir una sonrisa boba.

-Alejandra, su situación es algo… inusual. Personalmente no tengo nada contra la homosexualidad pero he de admitir que una Condesa con una pareja de su mismo sexo es algo para lo que la corte no está preparada.  Sostendré esta charla también con Cristina...Yo solo quiero que pienses a futuro. Que pienses en Cristina y en este Condado.

-No voy a dejarla.- Contestó con el ceño fruncido.

-No creo que el príncipe haya querido decir eso.- intervino su padre.

-Claro que eso quiso decir.-replicó molesta.- Sé como son las cosas, sé lo que las personas de su alrededor piensan, pero ese no es mi problema. Cristina y yo tenemos claro lo que queremos y este Condado siempre nos tendrá a ambas, luchando por él. La gente se dará cuenta que al final lo que importa es el amor y de eso Cris y yo tenemos mucho.

-La gente es práctica. Es feliz con lo que le es útil, con lo que le produce y le da de comer. Eres joven e idealista, eso no está mal. Con el paso de los años te darás cuenta de que la vida no es color de rosa.- Se quedó callada apretando los puños y la mandíbula. No debía discutir con ese sujeto, su padre la mataría si lo hacía enojar… ¡¿pero porqué coño se metía en lo que no era asunto suyo?!- No me malinterpretes. No tengo nada en tu contra, al contrario, me agradas. Sé varias cosas de ti y admiro la fortaleza que posees, pero quiero que entiendas mi punto. Ahora bien, Guillermo las ha apoyado en su relación, cosa que me asombró en cuento lo supe. Creí que le sacaría a patadas de aquí.- Notó el tono bromista del príncipe, como si quisiera calmar sus ánimos.- Si Cristina y tu prosiguen su noviazgo… espero que estén preparadas para afrontar la situación. Por parte de la Corono, el trato será cordial y no dejaremos de apoyar a este Condado como se merece.

-Gracias.- Aceptó sin mucho ánimo.

-Yo también le agradezco, Señor. – Intervino Guillermo.

 

 

 

Se movió sobre el colchón y acomodó mejor la cabeza sobre la almohada. Entre la penumbra podía distinguir la silueta de Cristi, durmiendo a un costado de ella. Después de la charla con Fernando se había refugiado en la habitación de su chica. No le había comentado nada, simplemente le había llevado la cena y se había quedado a dormir con ella.

Sabía que su azabache se mortificaría si le contaba lo que había pasado. Prefirió dejarla dormir con tranquilidad. Lo que debía hacer era descansar todo lo posible para recuperarse pronto. Aunque sabía que al día siguiente el príncipe y Cristina hablarían.

Apartó con suavidad  un mechón de cabello que tapaba el rostro de Cris. Su relación era poco convencional para las personas del círculo social en que se desenvolvían y cuando llegara el momento en que Cristina tomara posesión de todo… eso se haría más notorio. Tal vez debían ser más discretas, no ser cariñosas en público y actuar con más prudencia. Pero, ¿y los hijos? Llegaría el momento en que Cristina debía tener un hijo, ¿cómo le harían?

Tal vez era demasiado pronto para preocuparse por eso. Dejo un besito suave en la mejilla de su chica y se dispuso a dormir. Ya improvisaría cuando el momento llegara.

 

 

-Si, ya estamos aquí.- Dijo con el celular pegado a la oreja.

-¿Y ellos ya están ahí?- Escuchó la voz de Cristina

-No, aún no. Si ya hubieran llegado no estaría hablando contigo.- Sonrió ante la impaciencia de la azabache. Ella estaba ya en la empresa. Fernando había ordenado que se llevara hasta ahí a los Aragón para que a las 10 am en punto empezara una reunión con ellos y su familia. Tomó unas galletas de la charola que le habían llevado y subió los pies al escritorio mientras masticaba.

-Solo quiero saber qué pasará con ellos. Te juro que si después de todo, el príncipe se pone blando con ellos, armaré una revuelta por todo Castilnovo.

-Eso no lo dudo, amor.- Tomó otra galleta y se la echó entera a la boca.- Eref algo salfaje.

-¡No hables con la boca llena! Y… andas con los pies apestosos sobre mi escritorio, ¿verdad?

-Eh… Nou.- Bajó rápido los pies.- ¡Oye mis pies no apestan!

Piiiit

Sonó el intercomunicador.

-¿Si?

-Señorita, su tío requiere su presencia en la sala de juntas.

-Ya voy, Amelia. Gracias.

-¿Es hora?- Preguntó Cristina a través de la bocina.

-Si es hora.- Se metió dos galletas en el bolsillo de su chamarra y salió de la oficina comiéndose una tercera galleta.- Tengo que colgar. En cuento esto termine te llamo.

-Si, amor. No vayas a armar un escándalo eh. Deja que papá lo maneje todo.

-¿No confías en mis capacidades?- preguntó jugando, mientras colocaba una mano en la puerta de la sala de juntas.

-En tus capacidades sí. Lo que me preocupa es tu temperamento.

-De acuerdo, me mantendré callada. Te amo.

-También te amo- Cris colgó.

Suspiró y empujó la puerta de la madera. En el lugar ya estaban su padre, Sofía, Angie, el príncipe, Álvaro, el ministro Braga, el Fiscal y dos abogados. Se acercó a saludar a todos y Guillermo le indicó que se sentara a su derecha, ella dudó un momento pues según el protocolo, ese lugar estaba destinado al sucesor del título. Su papá hizo un gesto para restarle importancia, así que tomó asiento. Todos se mantenían en silencio, con la atención puesta en la puerta, esperando el momento en que volviera a abrirse.

-Ale, quiero que te mantengas serena ante todo lo que se dirá.- susurró su padre cerca de su oído.- Tomás tendrá derecho a alegar y seguramente dirá una y mil cosas sobre ti y  Cristina. No respondas.

-Está bien.-Su papá parpadeó incrédulo un par de veces.- ¿Qué?

-¿No vas a llevarme la contraria?

-No. Sé que no debo armar un lío aquí… ya podré encarar a Tomás fuera y molerlo a palos.

-Alejandra…- Guillermo la miró con advertencia y la pellizcó discretamente.

-Era broma.- Murmuró apretando los dientes y sobándose el brazo.

Toc toc.

-¡Adelante!

Las puertas se abrieron y varios agentes de la fiscalía entraron custodiando a Tomás, Alberto y Carlota. En cuanto estuvieron de frente, hicieron pomposas reverencias ante Fernando.

-Alteza, estamos a su servicio.- Dijo Tomás con voz ronca. El Fiscal hizo una señal a los agentes. Dos se quedaron dentro, parados junto a la puerta y los otros 3 salieron del lugar.

-Siéntense.- Ordenó Fernando a los tres chiflados. Ellos lo hicieron enseguida.- Bien Tomás, te escucho.- Tomás se quedó callado un momento, mirando detenidamente a los presentes.

-Yo… Señor, me complace mucho verlo aquí. Se ha cometido una grave injusticia con nosotros. ¡Nos acusan de fraude!

-Y, ¿eso es mentira?- Preguntó Fernando.

-¡Claro que es mentira! Verá… los San Román se han comportado de manera deshonrosa y mi familia y yo hemos estado ahí diciéndoles que lo que hacen es incorrecto. ¡Yo soy de la familia! Creí que debía hacerles ver sus errores, creí que Guillermo no lo tomaría personal contra mi pero… ya ve. Han falsificado una serie de cosas, pruebas, testigos… ¡Todo! Quieren desprestigiarme porque saben que su familia tambalea y que nosotros sonamos fuerte como candidatos al título.- ¡Que sinvergüenza!

-Entonces, ¿todo es un ardid contra ustedes?

-Así es, Señor.- Intervino Carlota.- Todo se hizo más evidente en una cena de gala en el club. Ahí, esa… chica, - ¿lo decía por ella?- escandalizó a todos al protagonizar una escena de mal gusto. ¡Besó a Cristina en la pista de baile!- Cris era su novia, podía besuquearla en donde le diera la chingada gana.- ¡Dígame si eso no es asqueroso!- Apretó los puños.- Desde entonces el apoyo hacia nosotros por parte de las mejores familias de la región se intensificó.- ¡¿De qué hablaba esa vieja vaca?! ¡Si nadie los pelaba!- Las personas se me acercaban pidiéndome intervenir y proponer a mi hijo Alberto como Conde. Él es un excelente muchacho, un caballero. Tiene las mejores notas en la universidad -¡pero si debe materias de primer año!- fue por eso que la enemistad entre nuestras familias empezó. Y mírenos ahora. Nos tratan como delincuentes, cuando los inmorales son ellos.

-¿Inmorales?- preguntó Fernando con tono casual.

-¡Por supuesto!- Intervino Alberto.- Alejandra solo ha traído vergüenza a este lugar. Desde que llegó se pasea con esa pinta de drogadicta, -¡Pero si hasta el jarabe para la tos le daba asco!- es una mal hablada, ¡una salvaje! En más de una ocasión se me fue a los golpes sin razón alguna, hasta a mi padre ha golpeado.

-¿Eso es verdad?- Le preguntó el príncipe volteando a mirarla.

-Sí.- contestó orgullosa. Notó una sonrisa en Álvaro, que intentó disimularla. Fernando regresó la atención en Tomás.

-¿Qué es lo que piden?

-Pedimos justicia. Nuestro único delito fue defender la moral y las buenas costumbres. Oponernos a que Guillermo y Cristina ostenten un título que no merecen.- ¡Si serán cabrones!- El ministro Braga es testigo de que esa chica no es una opción.

-Ministro, ¿desea decir algo?-Fernando le concedió la palabra al tipo feo ese.

-Alteza, usted sabe que siempre he estado comprometido con la Corona y con salvaguardar el buen nombre de su honorable familia. Por eso mi equipo investigó profundamente en los acontecimientos de los últimos meses en este lugar. Sin duda la conducta de la señorita Cristina es cuestionable. Ningún heredero debe tener ese tipo de conducta, usted lo sabe y lo más grave es que no se esfuerza por ocultar sus… preferencias. Yo creo que sería un pésimo error dejar el título en la familia San Román, -pinche viejo vendido.- mi recomendación es nombrar a otra familia guardianes de este Condado.

-¿A los Aragón?

-Así es, Señor.

-Ministro, Tomás, ¿mantienen su palabra de que todo lo que me han dicho es la verdad absoluta?- Preguntó Fernando mirándolos severamente.

-Si.

-Por supuesto.

-Perfecto.- ¿Ya podía solicitar permiso para morder y arañar a esos cuatro insectos?- Ahora es mi turno de hablar. Quiero decirles que cuando tome  la decisión de venir hasta aquí, le pedí a mi propia gente de confianza una investigación extensa de todos ustedes.- ¿Hasta de ella?- No quise venir a ciegas, escuchando versiones encontradas ni acusaciones mutuas. Quiero decirles que descubrí muchas cosas, cosas que me hicieron enojar, me asombraron y me planteé seriamente el futuro de este Condado. Por eso vine, para verles a la cara y saber quien merecía el lugar que tiene y quien merecía la deshonra y la vergüenza. Y es hora de emitir un veredicto. No me iré por las ramas. Tomás, me pediste justicia y me parece que tu familia y tú se la merecen.- Tomás sonrió aliviado.- Es por eso que los dejaré precisamente en manos de la justicia…

-¿C-como?- Tomás palideció cuando las puertas se abrieron y entraron otra vez los agentes.

-Los tres serán enjuiciados por los delitos de Fraude, lavado de dinero y abuso de confianza.

-¡Pero…!- Los tres Aragón se pusieron de pie y fueron sujetados por los oficiales

-Todas las propiedades y demás activos financieros serán decomisados en caso de ser encontrados culpables. Perderán su lugar en la corte a la vez de todos los privilegios que gozaban. Y déjenme decirles que ustedes jamás fueron una opción para dirigir este Condado. Necesito a gente leal e inteligente, no a ustedes.

-Señor, si me permite…- intervino Braga.

-No. No le permito. Usted regrese de inmediato a la capital. Ahí sostendré una reunión con usted y mi padre.- El ministro se quedó inmóvil unos segundos.

-Lo que ordene, Señor.

-Llévenselos.- Los agentes esposaron a los Aragón y los arrastraron a la salida.

-¡Braga! ¡Braga! ¡Usted y yo teníamos un acuerdo!- Bramaba Tomás.- ¡BRAGA!- Las puertas se cerraron cuando los Aragón y el ministro salieron.

Sonrió a sus anchas aún con la voz de Tomás llegando débil a través de la puerta. Al parecer esa familia había pasado a la historia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero verlas prontooo,,, metafóricamente hablando claro.

Besos cachondos por todo su bello y escultural cuerpo.

 

!Travesura realizada!

 

 


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